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jueves, 30 de junio de 2022

Mis diez mejores lecturas del primer semestre de 2022

 




10. El frío. Marta Sanz. Caballo de Troya. 2012. Novela intensa, descorazonadora pero a la vez esperanzadora. A veces conviene asegurarse de haber llegado a tocar fondo, de haber sido consumido por las llamas, para ascender, resurgir, cual ave fénix, a una nueva vida, a una nueva existencia, a una nueva manera de ver el mundo y a nueva forma de estar en él y formar parte de él. Es esa conjunción entre ambigüedad y sutileza, por un lado, y concreción y dirección, por otra, lo que la hace más interesante. Más llamativa. Más absorbente. Porque estamos ante una de esas historias que cuesta dejar. De las que quieres saber más. Y Sanz sabe mantener el misterio sobre muchos aspectos, principalmente en lo que respecta a la resolución de la misma. La novela constituye un muy buen debut literario, y ya deja muestras de la gran escritora en la que con el tiempo se ha ido convirtiendo la escritora madrileña. 

9. Renegados. Born in the USA. Barack Obama & Bruce Springsteen. Debate. 2021. El libro desgrana los sueños y los mitos americanos del músico y del político, la música preferida de ambos y el inicio, desarrollo y definitiva consolidación de una firme amistad forjada a través de los últimos años. Concretamente, desde que en 2008 a alguien del equipo de Obama se le ocurrió la idea de pedir a Springsteen que amenizara con su música algunos de sus actos electorales. Algo que volvió a ocurrir en la campaña de reelección de 2012. A través de sus trescientas páginas conocemos mejor a ambos no como profesionales de sus respectivos campos sino como personas, hijos, maridos y padres. Unas personas quizá demasiado positivas --que llegan a idealizar algunos temas, cuestión genuinamente americana-- pero también anhelantes a la hora de tratar de conseguir para el futuro una nación de iguales pese a las diferencias de cada uno de sus conciudadanos.


8. Desde el otro lado. Bernardo Atxaga. Alfaguara. 2022. El escritor guipuzcoano anunció en 2020 que Casas y tumbas era su última novela. Por suerte para sus lectores en 2022 se ha editado una recopilación de cuatro relatos del autor de Obabakoak en el que se revisita Obaba-Ugarte, el pueblo imaginario que hizo célebre en la citada obra. Los tres primeros relatos están ambientados en sus casas y calles. De hecho, el primero, Dos hermanos, ya se publicó en euskera en 1985 y en castellano en 1995. El texto actual es, pues, una nueva revisión del autor para la ocasión. El segundo, La muerte de Andoni a la luz del LSD, se editó ya en euskera y ahora se ha traducido al castellano. Los dos relatos restantes, Conferencia sobre la vida y la muerte en el cementerio de Obaba-Ugarte y Un crimen de película son textos hasta ahora inéditos. El último de ellos, el único que no tiene lugar en la población anteriormente citada sino en Nevada (USA), donde el autor escribió en su momento Días de Nevada.


7. A prueba de fuego. Javier Moro. Espasa. 2020. A finales de 2020 el escritor madrileño Javier Moro, autor de, entre otras, Pasión india (2005), El sari rojo (2008) y El imperio eres tú (Premio Planeta 2011), publicó una obra en la que pasa revista a la aventura norteamericana del arquitecto valenciano Rafael Guastavino y uno de sus hijos, Rafael Guastavino Jnr.. Llegados a Nueva York en 1881 junto a Paulina Roig y sus otras dos hijas, que hubieron de regresar a España tan solo unos meses después a causa de los problemas económicos familiares, los Guastavino comenzaron a cimentar poco a poco una larga y muy fructífera carrera arquitectónica en la costa este de los USA. Sobre todo desde que en 1885 fue patentado el sistema Guastavino, consistente en una técnica constructiva de arcos y bóvedas autoportantes de baldosas de terracota adheridas con capas de mortero siguiendo la curvatura de la cubierta. Un sistema, también denominado de bóveda tabicada, que conseguía gran cohesión, resistencia y abaratamiento de costes. 


6. Mühlberg. Víctor Fernández Correas. Edhasa. 2022. Novela repleta de niebla --la de las primeras horas del día de la batalla--, de oscuridad --la del bosque, justo después de la batalla--, de inmensidad --la del río Elba y sus paisajes (el paisaje es parte esencial de la novela)--, de soledad --sentirse solo en medio de la multitud es algo mucho peor que la soledad estrictamente solitaria--, de valentía y de cobardía --que van por barrios y momentos--, de libertad --la que ansían los luteranos-- y de opresión --la que sienten los anteriores ante el yugo católico español--. Y, por encima de ello --llámeseme romántico si se desea--, de literatura y de ansias de contar cosas. Porque, personalmente, me quedo con la conversación entre Diego y Cristóbal, de la que destaco estas líneas: escribiré, Cristóbal, escribiré cosas para que se me recuerde una vez muera. También para recordaros a vos y a tantos otros que estáis aquí. Para que nunca muráis, pues un simple trazo sobre un pliego de papel es lo que media entre el olvido y la eternidad. Buena respuesta para la eterna pregunta de por qué escribimos los que escribimos. 


5. Queridos niños. David Trueba. Anagrama. 2021. Para el equipo de campaña de Amelia, protagonista de la novela junto al narrador, hay tres aspectos básicos que conseguir durante la campaña electoral: recordar el abandono, las catástrofes, los dramas, y presentarse como salvadores y solucionadores; ser capaces de generar la imagen del día cada día; y, ante todo, no dudar, no decir la verdad y no rectificar. Porque ganar lo justifica todo, lo disculpa todo y lo hace olvidar todo. Y es que la novela de Trueba bebe directamente de la pandemia y del clima político tan polarizado que existe en nuestra sociedad actual. Y la campaña que aquí tan magistralmente describe bien podría ser, por ejemplo, la de 2023. Es de esperar que esta obra ayude a abrir los ojos a cuanta más gente mejor. Es una novela necesaria que ilustra a la perfección la realidad de nuestro país y de nuestra clase política. Ojalá sirva como alerta ante lo que puede que se nos venga encima muy muy pronto ya.


4. El peligro de estar cuerda. Rosa Montero. Seix Barral. 2022. La escritora y periodista ha demostrado, no pocas veces, que es una especie de detective; una investigadora de temas. Lo hizo, por ejemplo, en su maravilloso libro La ridícula idea de no volver a verte (2013). Y lo ha vuelto a hacer, más exhaustivamente si cabe, en esta nueva obra. El sugerente título, extraído de una poesía de Emily Dickinson, nos atrapa para hacer que la acompañemos en sus pesquisas sobre la estrechísima relación entre la genialidad y la locura. Unas pesquisas que, como reconoce la autora, comenzaron hace ya muchos años. Desde que se dio cuenta de que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. Aunque, por suerte, añade que una de las cosas buenas que fui descubriendo con los años es que ser raro no es nada raro. Y, para sustentar dicha afirmación, se apoya en diversos textos de psiquiatras, neurólogos, psicoanalistas y filósofos de todas las épocas. 


3. Una historia ridícula. Luis Landero. Tusquets. 2022. Que el autor extremeño tiene una capacidad sin igual para crear una magnífica novela casi desde la nada es algo que sus lectores sabemos desde hace ya muchos años. Que su prosa es excelente, también. Pero es que, en mi opinión, su estilo, que sabe combinar la ambigüedad con la concreción y lo tajante según lo requiera la situación, es su verdadero gran valor. Y un ejemplo más de todo ello lo encontramos en esta nueva obra. La historia que narra en boca de Marcial es realmente ridícula. Como ridículo es también su protagonista, un pedante o redicho --emplea términos muy cultos con una autosuficiencia que exaspera en ocasiones al lector-- que encarna a la perfección el papel de antihéroe, de embaucador, de inventor de una realidad falsa con la que intenta engañar a los demás sobre su verdadera identidad. 


2. Los besos. Manuel Vilas. Planeta. 2021. Después de los merecidos éxitos conseguidos con Ordesa y Alegría, el autor aragonés retorna a la ficción --más o menos, porque la realidad también aparece en la mayoría de las páginas de la obra-- con una novela de amor romántico y quizás algo idealizado cuyo título es corto, directo y significativo. Una historia de amor, sí, pero también de erotismo, sexo, carne, piel, células y almas. En la que Salvador y Montserrat acaban dando las gracias a la Naturaleza por haber creado una pandemia que les permite conocerse y amarse. Que les permite volver a sentirse vivos de nuevo, más que nunca incluso, en un momento en el que la muerte y un maldito virus amenazan con arrasar con todo. Y es que el amor, y la necesidad de amar y ser amados, está presente en la vida de las personas. Puede aparecer hasta en las circunstancias más inimaginables. Y eso es lo que les sucede a estas dos almas nobles que, solitarias, ya casi no podían esperar nada más en sus vidas.


1. Los vencejos. Fernando Aramburu. Tusquets. 2021. Cómo consigue el autor vasco afincado en Alemania que el diario de un suicida quemado y cabreado con el mundo y con sus congéneres --al más puro estilo del señor Meursault de El extranjero de Camus, del joven Holden Caulfield de El guardián entre el centeno de Salinger o del también desencantado joven Arthur Maxley de Solo la noche de Williams-- acabe convertido en una lección de vida, de amor, de amistad, de dignidad y de esperanza es todo un misterio para la mayoría de los mortales. Incluso después de leída la novela. Alcanzar algo así está tan solo al alcance de un genio literario. Si con Patria deslumbró a  los lectores, con su nueva obra Aramburu los hará reír, reflexionar y finalmente llorar en sus últimas páginas. Unas páginas de gran belleza y emoción no carentes de tragedia pero tampoco de esperanza. 






domingo, 26 de junio de 2022

Mühlberg. Víctor Fernández Correas. Edhasa. 2022. Reseña

 




    El 24 de abril de 1547 tuvo lugar la famosa batalla de Mülhberg, en la que el ejército del emperador Carlos V venció a las tropas del príncipe elector Juan Federico de Sajonia. De esta manera, el emperador sofocó la rebelión alemana de la conocida como Liga de la Esmalcalda, una agrupación de príncipes y ciudades protestantes que, creada en 1531, defendió sus privilegios y luchó contra el gran defensor del catolicismo frente a la reforma luterana. El triunfo español se debió a varios factores. Los más importantes fueron básicamente dos: que eran más en número y armamento (25 mil hombres de infantería, 4500 caballeros y veinte cañones por 12 mil hombres de infantería, 3 mil caballeros y 15 cañones de los protestantes) y que contaban, además, con Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el duque de Alba, un demonio, inteligente como el que más, astuto, sagaz, único, según Wolf von Schönberg, mariscal de campo del elector de Sajonia. 

    Tan importante y definitiva fue aquella victoria militar ante los luteranos tras un largo año de escaramuzas y persecuciones que un año después el no menos famoso pintor veneciano Tiziano inmortalizó al emperador en uno de los cuadros ecuestres más famosos de la Historia. No incurro en ningún spoiler si añado que los cabecillas de la Liga de la Esmalcalda, que quedó disuelta tras la batalla, fueron encarcelados en el castillo de Halle. Tampoco si acabo diciendo que, como le confiesa en las últimas páginas de la novela que nos ocupa Norbert Bachmann, espía alemán al servicio del duque de Alba, a Gaspar Briceño, soldado de los tercios españoles, esto ha sido una batalla, pero la guerra continúa, y algo me dice que el futuro no se saldará de forma tan positiva para el emperador. A lo que añade Lazarus Heynen, arcabucero luterano, en una conversación con su amigo Paul: somos alemanes, nadie nos puede pisotear. Soy un enemigo irredento del emperador Carlos V, que asfixia a Alemania, que no la deja crecer como pueblo. Lutero nos ha enseñado el camino. Solo hay que seguirlo.

    He de confesarlo. Me encantan las novelas que combinan la macro Historia, la de los grandes acontecimientos y personajes, con la micro Historia, la de personajes anónimos y hechos casi irrelevantes sin los que, sin embargo, nada acontecería como acontece. Y un ejemplo de ello lo tenemos en Mülhberg, la nueva novela de Víctor Fernández Correas. Así, junto al emperador Carlos V, el duque de Alba, el futuro emperador Fernando, el elector de Sajonia, los distintos maestres de campo y demás personajes conocidos, encontramos personajes de mucha menor relevancia que, no obstante, enriquecen la historia narrada y hasta hacen de pegamento entre las distintas acciones que componen la novela. Además, hasta existe la licencia narrativa de, si no existen estos personajes, poder crearlos, inventarlos directamente. Y todo ello sin que la historia final pierda un ápice de verosimilitud. Pues bien, el escritor extremeño afincado en Madrid ha demostrado, una vez más, ser muy bueno en su trabajo.

    No es la primera vez que Víctor escribe una novela protagonizada por el emperador Carlos V. Su debut literario fue en 2008 con La conspiración de Yuste, que lleva como subtítulo un elocuente Hay que matar a Carlos V. En 2012 sorprendió a todo el mundo con La tribu maldita, en la que nos habló de manera magistral de nuestros antecesores de Atapuerca. En 2018 publicó Se llamaba Manuel, novela histórico-política-negra que también sorprendió a su cada vez mayor público. Y en 2020 vio la luz un conjunto de magníficos relatos bajo el título de La vieja calle donde el eco dijo. Por cierto, todas sus obras están reseñadas en este mismo blog. Y entre novela y novela, ha participado también en antologías de éxito como Cervantes tiene quien le escriba, Tinta de olivo y Voces de Kiev. Con Mülhberg (2022) cierra el círculo --de momento, porque ya ha amenazado con nuevos trabajos futuros-- sobre la figura del emperador Carlos V. Y lo hace de forma exquisita, además. 

    La novela está estructurada de la siguiente manera: un preámbulo en el que se introduce la historia, en pleno campamento español, a orillas del río Elba; una primera parte, de cuatro capítulos, en la que se presentan la situación previa a la batalla y los distintos personajes (de ambos bandos contendientes); una parte central, de nueve capítulos, dedicada exclusivamente a la batalla y a las intrigas y enfrentamientos internos --que los hubo, y más de uno-- en cada ejército; una tercera parte, la final, en la que se describen, en tres capítulos, las horas inmediatamente posteriores a la batalla; y un epílogo en forma de décimo séptimo capítulo que pone broche final a la novela. En total, 380 páginas de ritmo variante, temática rica y amplia y una verosimilitud tal que en ocasiones parece salpicarnos la sangre en los ojos mientras leemos sintiendo que nuestro corazón se acelera por momentos. Algo solo al alcance de una gran obra literaria.

    Mülhberg es la historia de una batalla legendaria, sí. Pero también más, mucho más. Por ejemplo, un completo estudio de la condición humana. Porque en sus páginas aparecen toda clase de personajes: ambiciosos --la mayoría, claro--, íntegros --Gaspar, Norbert o Lazarus--, sinceros --el sorprendente Diego y la prostituta Dorothea--, vengativos --los aldeanos de Mülhberg Barthel y Heinrich--, estrategas --el duque de Alba y Wolf von Schönberg, respectivos maestres de campo de ambos ejércitos--, leales --el capitán luterano Alberto Fischer, el soldado español Cristóbal de Mondragón--, intrigantes --Hans von Ponickau, chambelán de Juan Federico de Sajonia--, traidores --Mauricio de Sajonia, primo de Juan Federico, aliado del emperador por interés momentáneo-- y mercenarios que se venden al mejor postor en cada momento, lugar, situación e interés particular --muchísimos de los personajes que forman parte de la narración--. Imperdible, por cierto, el pasaje del monólogo de Cristóbal de Mondragón en la parte final de la novela en referencia a este tema, que hace especial hincapié en la figura de Dorothea. 

    Sin pretender caer en la redundancia, debo repetir de nuevo que me parece genial la combinación de personajes reales, los grandes e importantes, con otros, los casi anónimos, que enriquecen sobremanera la obra. Una obra en la que, entre tanto odio y ansias de venganza, entre tanta necesidad de matar --un buen muchacho, pero carne de milicia. Es demasiado el odio con el que vive, y el odio envilece, emponzoña los sentimientos, piensa Paul de su amigo Lazarus, por ejemplo--, también encontramos un pequeño resquicio para una especie de extraño amor (si se le puede llamar así), el que surge entre Dorothea y Diego --¿Lo ama? ¿Lo aprecia? ¿Siente cariño por él? Una pareja extraña, casi antinatural. Un soldado y una prostituta. Uno, acostumbrado a conocer a muchas mujeres como ella. La otra, lo mismo, pero con soldados, piensa interiormente Cristóbal de Mondragón sobre ellos--. Un maremágnum de sentimientos, creencias y pensamientos encontrados. De nuevo, la condición humana.

    Mülhberg es una novela repleta de niebla --la de las primeras horas del día de la batalla--, de oscuridad --la del bosque, justo después de la batalla--, de inmensidad --la del río Elba y sus paisajes (el paisaje es parte esencial de la novela, como debe ser)--, de soledad --la de los protagonistas de la historia (sentirse solo en medio de la multitud es algo mucho peor que la soledad estrictamente solitaria)--, de valentía y de cobardía --que van por barrios y momentos--, de libertad --la que ansían los luteranos-- y de opresión --la que sienten ellos mismos bajo el yugo católico español--. Y, por encima de ello --llámeseme romántico si se desea--, de literatura y de ansias de contar cosas. Porque, personalmente, me quedo con la conversación entre Diego y Cristóbal, de la que destaco estas líneas: escribiré, Cristóbal, escribiré cosas para que se me recuerde una vez muera. También para recordaros a vos y a tantos otros que estáis aquí. Para que nunca muráis, pues un simple trazo sobre un pliego de papel es lo que media entre el olvido y la eternidad. Buena respuesta a la eterna pregunta de por qué escribimos los que escribimos. ¡Leed Mülhberg YA!           


 

martes, 1 de septiembre de 2020

La vieja calle donde el eco dijo. Víctor Fernández Corras. Amazon Createspace. 2020. Reseña.



La vieja calle donde el eco dijo: Relatos de [Víctor  Fernández Correas]


    El autor extremeño Víctor Fernández Correas se aventuró en el mundo de la autopublicación a principios de verano de la mano de esta antología de relatos escritos durante los últimos años. Al escritor de La conspiración de Yuste (2008), La tribu maldita (2012) y Se llamaba Manuel (2018) le apetecía ver publicados sus relatos y vivir en primera persona los entresijos de la autopublicación, así que, consciente de la cada vez mayor dificultad a la hora de encontrar una editorial que apueste por la edición de libros de relatos, vio la ocasión propicia para darse el gusto y probar nuevas experiencias. El resultado es esta recopilación de historias cortas cuyo título, La vieja calle donde el eco dijo, proviene de una de las estrofas de la famosa canción Volver, del cantante argentino Carlos Gardel, considerado por muchos como el padre del tango.  

    No es ni mucho menos una casualidad que el título haya sido tomado de una canción. Cualquier seguidor de Víctor sabe que es un gran amante de la música. De muchos de sus estilos, además. Y buena prueba de ello es la banda sonora de esta recopilación. Tanto es así que el propio autor hizo pública una playlist en la plataforma Spotify con los temas y artistas que aparecen citados en los textos aquí presentados (https://open.spotify.com/playlist/3fmQ557bUOSZkN0RtCBETO). Por experiencia propia puedo asegurar que es una delicia leer los relatos a la vez que se escuchan los temas referidos en cada uno de ellos. Si solo a través de los textos de Fernández Correas ya se disfruta, con el acompañamiento de Leonard Cohen, Gloria Lasso, Mecano, El Último de la Fila, Charles Aznavour, Artie Shaw, Baccara o Frédéric Chopin la experiencia se ve ampliamente mejorada y completada.

    La vieja calle donde el eco dijo está compuesto por veintisiete relatos de no más de cinco páginas cada uno. Desde su espectacular portada nos invaden la nostalgia y la melancolía. Y es que una noche oscura y una calle desierta nos sugieren el ambiente ideal para escuchar los ecos de nuestro pasado, tanto el individual como el colectivo. Y de ello tratan básicamente la mayoría de los textos de la antología. Casi todos sus protagonistas --podríamos perfectamente ser yo, que te escribo, o tú, que me lees-- soportan sobre sus hombros los inmensos pesos de unas mochilas --unos hechos de su pasado personal o familiar-- que a veces resultan insoportables de sobrellevar a través de los años que componen sus existencias. Porque, como sucede en la vida misma, cada uno de nosotros hemos de cargar con nuestros errores y el resultado de estos. Sean los que sean.   

    Bares --qué lugares, tan gratos para conversar, que cantaban los Gabinete Caligari-- de todo tipo, hoteles --y hostales y pensiones--, costas del Mediterráneo --este y sur peninsulares--, calles oscuras, fenómenos extraños o paranormales, música -- también a piano y flamenco salvaje--, hombres, mujeres, historias cotidianas --pérdidas, reencuentros, amores interrumpidos y recuperados, desamor, dramas, separaciones, esperas infinitas, casualidades de la vida, promesas malditas, búsquedas, redenciones, viajes interiores-- y gente de todo tipo --anodina, feliz (a su manera), con suerte, sin suerte--, infidelidades, falsas apariencias y mil y una lecciones de vida forman parte de estos veintisiete relatos que componen un mural de lo que es realmente nuestra forma de ser y desarrollarnos a través de los años de nuestra estancia en estas tierras que, sin duda, nos sobrevivirán.

    Comenta el autor que su relato preferido es el quinto, El coño de la Reme, porque, lo aúna todo: la alegría de vivir, la necesidad de compartir esa alegría con los demás; y, de puertas para dentro, esa pena que creemos guardar en lo más profundo de nuestros sentimientos, pero que, por cualquier razón, aflora cuando menos lo esperamos. Añade que todos los relatos que componen esta recopilación --tiene muchos más que no encajaban en la temática de La vieja calle donde el eco dijo-- dejan un poso melancólico, de lo que fue y no pudo ser. Es esa vida que todos hubiéramos querido vivir y que quedó en el camino, esos momentos casi anecdóticos que, una vez pasado el tiempo, se manifiestan en toda su grandeza y nos revelan lo efímero de la vida, de sus momentos. La vida es como una botella de nuestra bebida preferida, y la mejor manera de disfrutarla es bebiéndonosla de un trago. Y cuantas más botellas, mejor.

    Mi favorito, en cambio, es el séptimo, El vaso de whisky de Don Leonardo. Porque, aunque Víctor y servidor compartimos varias cosas en nuestras vidas --ambos somos del Atleti (el más que yo) y ambos escribimos (él mejor que yo)--, una de las más destacables es el amor hacia la obra de Leonard Cohen, el genial cantautor, poeta, novelista y humanista canadiense. Y el referido relato es todo un homenaje a una de esas figuras que de no haber existido per se alguien debería haber creado de alguna otra manera. El protagonista se llama Lorenzo, pero todo el mundo lo conoce como Don Leonardo porque viste como el famoso cantante, se conoce sus canciones, las canta y susurra de maravilla con una voz ronca muy similar a la suya --imposible igualar la original, por descontado--, es un bebedor empedernido de whisky, un notable fumador y un gran cortejador de mujeres. El caso es que al narrador del relato en cuestión le da --y gratis, además-- una lección que este jamás olvidará y que cambiará su vida. 

    Otros relatos que me gustaría destacar aquí son: Un bar al pie de la muralla, La calle donde mueren los que matan y El piano de Alicia, por su sorprendente, interesante y pertinaz componente paranormal; Las lágrimas de la gitana, El día que ese caño deje de manar y Una taza de té, porque demuestran de lo que somos capaces de hacer las personas por amor; Los enamorados, La pena de la sombra y Una copa de treinta euros, que nos hablan de la pena, el dolor y la rabia que nos pueden llegar a causar el desamor y la pérdida; Lluvia con sabor a reencuentro, Una ventana al mar y Beguin the beguine, porque a veces la casualidad hace posible lo que parecía imposible; y La ilusión de un penalti, El desconocido del mar y Aquel tipo enclenque del banco, que nos demuestran cuándo merece la pena (y cuándo no) jugarnos la vida por perseguir la felicidad.

    Conociendo el hecho de que Víctor Fernández Correas guarda todavía unos cuantos relatos en el disco duro de su ordenador e imaginando que, a buen seguro, irá escribiendo más según pase el tiempo, cabe esperar, dentro de un tiempo --el que él considere oportuno--, una segunda recopilación o antología. Estaremos atentos a ello, pues, mientras esperamos la publicación de alguna otra novela suya. Desde aquí, para finalizar, solo me quedan por decir dos cosas: felicitar al autor (espero esa segunda recopilación) y hacerle una observación: los buenos relatos sí pueden tener la ocasión de ser publicados por alguna editorial algún día. ¡Y estos lo son...!                      


miércoles, 2 de enero de 2019

Mis diez mejores lecturas de 2018





     Finalizado el 2018,  como hago cada año, os dejo la lista de mis diez mejores lecturas de 2018 y os deseo a todos un muy feliz 2019.

10. Se llamaba Manuel. Víctor Fernández Correas. Ediciones Versátil. 2018. El Madrid y su ambiente, sus gentes y sus vestuarios, sus luces y sus sombras cobran vida ante nuestros ojos de la mano de este autor extremeño que sigue progresando con cada novela que publica a la vez que se nos muestra muy versátil. La novela entretiene, enseña e ilustra sobre nuestro pasado. Un pasado que vuelve, una y otra vez. Contra el que debemos luchar. Aunque sea derrochando coraje y corazón...

9. Leones de Aníbal. Javier Pellicer. Edhasa. 2018. A través de los sentimientos, sufrimientos, anhelos y promesas de sus protagonistas, la novela nos mete de lleno en la acción. Todos ellos han de soportar el tremendo peso de sus mochilas. Unas mochilas compuestas no solo de sus equipajes sino de hechos de vida que algunos de ellos apenas pueden arrastrar por el fango y las altas montañas. Así pues, deberán imponerse a sus propios fantasmas y a una naturaleza que se nos muestra tal y como es: casi inaccesible. 

8. El círculo del alba. Luisa Ferro. Planeta. 2016. La sociedad madrileña de principios del siglo pasado aparece magistralmente dibujada en las páginas de la novela: desde la opulencia más burguesa hasta la pobreza más absoluta; desde el mundo de las apariencias hasta la realidad más cruel; desde los clubes de alterne y perversión hasta los privados solo para ricachones; desde las sesiones espiritistas hasta los revolucionarios y todavía no muy divulgados estudios de Sigmund Freud. Todo tiene cabida en ella: aventura, fantasía, romanticismo, pasiones, asesinatos, investigaciones policiales, medicina o botánica.

7. Reina roja. Juan Gómez-Jurado. Ediciones B. 2018. El autor repite la fórmula que tantos éxitos le reporta: intriga a raudales, peleas, persecuciones y explosiones, hondas reflexiones psicológicas y vitales, grandes dosis de humor y una narración de alto ritmo que no deja descansar al lector. Un lector que no puede evitar la tentación de pasar página y continuar leyendo para tratar de esclarecer los casos presentados. Algo que, por cierto, no logra. Porque solo un autor como este --y unos muy pocos más-- es capaz de crear estas tramas, tejidas con la precisión de las más audaces de las arañas.  

6. La insoportable levedad del ser. Milan Kundera. Tusquets Editores. 1985. Novela de difícil encaje categórico. Algunos la consideran filosófico-psicológica por sus posturas cercanas al existencialismo y la aparición de lo freudiano y de otras corrientes filosóficas. Para otros, es una novela político-social porque describe la vida en la capital checa antes, después y durante la campaña soviética de 1968, en plena Guerra Fría. Por ello, no faltan quienes le otorgan un fuerte componente histórico, aunque cueste catalogarla como novela histórica. Para otros, es una obra sexual, afectiva y de pareja. Y todos aciertan.

5. Asesinato en el Orient Express. Ágatha Christie. RBA Libros. 2013. Clásico universal de la novela negra, está escrita a la antigua usanza, siguiendo el típico esquema de introducción, nudo y desenlace. La primera parte describe la situación de partida, presenta a los personajes, física y psicológicamente, y narra el asesinato de Samuel Edward Ratchett. La segunda nos muestra las averiguaciones del famoso detective Hércules Poirot y las reacciones de los protagonistas ante las sospechas y los interrogatorios. Y la tercera nos sorprende al ver a un Poirot exultante ante otro caso resuelto con éxito. 

4. El balcón en invierno. Luis Landero. Tusquets Editores. 2014. El autor extremeño cuenta en estas páginas su progresivo aprendizaje sobre el mundo de los libros. Primero, como lector; después, como escritor. Desde pequeño, su madre lo acusó de ser un mentiroso y de tener buenas dotes para fabular. Buen comienzo. En los libros leídos está la sombra, el rastro de lo que fuimos, los diversos bocetos de nuestro aprendizaje estético y de nuestra evolución vital, los vestigios de ciertos afanes que un día nos conmovieron y con los cuales construimos nuestro modo de ser y de sentir, y lo más valioso y secreto de nuestro bagaje cultural. 

3. Autorretrato sin mí. Fernando Aramburu. Tusquets Editores. 2018. No es una novela ni tampoco un ensayo, sino una recopilación de hechos, recuerdos y pensamientos del autor. Un libro personal y arriesgado, pero también bello. La historia del escritor pero también la de la mayoría de nosotros. Un relato que no se lee del tirón sino a pequeños sorbos y que, viniendo de la mano de un escritor en plena madurez, personal y literaria, debe ser leída con emoción y agradecimiento a la vida, a la lengua y a la literatura. Una lectura que nos provocará en un futuro más o menos lejano un hondo sentimiento de nostalgia.

2. 4 3 2 1. Paul Auster. Seix Barral. 2017. Cuatro historias diferentes protagonizadas por un mismo personaje en un mismo intervalo de tiempo según los azares de la vida. Leer estas cuatro historias nos muestra que no somos dueños de nuestro destino más que en unos pocos aspectos que sí podemos controlar conscientemente. Las casualidades son las que finalmente hacen que un camino siga recto o se desvíe (mucho o poco). Un drama social, una obra completa, que desde su misma publicación se ha convertido en todo un clásico de la literatura universal. Y su protagonista, Ferguson, entra por méritos propios en ese pequeño gran museo vivo de los personajes literarios legendarios.

1. Ordesa. Manuel Vilas. Alfaguara. 2018.  Muchas de las más grandes novelas de todos los tiempos nacen de los momentos más complicados de la vida de sus autores. Hay innumerables ejemplos de ello. Este es un nuevo caso. Ordesa nace en un momento crucial de la vida de su autor: su divorcio y la muerte de su madre, que cierra el círculo iniciado unos años atrás con la pérdida de su padre. Vilas hace un ejercicio de introspección, individual, familiar y hasta nacional, para transportarnos, sin ningún tipo de orden cronológico, a los años 60, 70 y 80 de esta España nuestra. Su estilo, emotividad y reflexión --personal y colectiva-- hacen de ella una novela que se gana, en mi opinión, el honor de ser la número uno de mi lista.






viernes, 29 de junio de 2018

Mis diez mejores lecturas del primer semestre de 2018





     Como cada año por estas fechas, Jungleland cierra por vacaciones estivales. Pero, antes, siguiendo con su tradición, os deja las diez mejores lecturas de lo que llevamos de 2018. Esta es la lista de recomendaciones veraniegas. ¡Felices vacaciones y lecturas!

10. El jugador. Fiodor Dostoievski. Servilibro ediciones. 2012. Constituye una obra de gran magnitud, pues nos permite conocer de primera mano hechos reales de la vida de uno de los más importantes escritores del siglo XIX, así como elementos de la sociedad en que vivió: la emigración rusa, los balnearios-casinos germanos, las relaciones interpersonales y las bajas pasiones (y, con ello, no me refiero únicamente a las que tienen que ver con el juego). Es una novela que puede servir perfectamente como una magnífica primera toma de contacto con el genio ruso. Y hablo con conocimiento de causa. 

9. Carta de una desconocida. Stefan Zweig. Acantilado. 2002. Publicada en 1922, se trata de una novela corta (apenas 80 páginas) que se lee en una hora larga. La misiva, enviada por una mujer desconocida a un famoso escritor vienés en el día de su cumpleaños, resulta ser toda una declaración de amor, por un lado, y, por otro, una descripción desgarradora de la vida de esta peculiar mujer. Una persona capaz de renunciar a todo en la vida solo por amor hacia alguien para quien tan solo es eso: una completa desconocida.

8. Frankenstein. Mary W. Shelley. Ediciones Rueda. 2002. Publicada hace 200 años bajo el título Frankenstein o el moderno Prometeo, aborda temas tan controvertidos como la moral científica, la creación y la destrucción de la vida, la naturaleza humana o la relación de los humanos con Dios. El hecho de que el doctor Frankenstein actúe como una especie de Dios, con el cual rivaliza, justifica su subtítulo, en referencia a ese Prometeo de la mitología griega que robó el fuego de los dioses para dárselo a los mortales. El hecho de que Zeus acabara castigándolo por ello también se relaciona directamente con esta obra, pues el propio doctor Frankenstein acabará recibiendo el peor castigo. 

7. La librería. Penelope Fitzgerald. Impedimenta. 2010. Una de esas novelas que nos hablan del amor por los libros y de la vergüenza ajena que los escritores y los lectores padecemos cuando comprobamos que vivimos en una sociedad que no lee lo que debiera. Estamos, pues, ante una novela que gustará a lectores y libreros, sobre todo a aquellos cuyos negocios no han podido sobrevivir a una sociedad poco dada a la cultura y a la lectura pero que, en cambio, pueden caminar con la cabeza bien alta por haberlo intentado.

6. El coronel no tiene quien le escriba. Gabriel García Márquez. Mondadori. 1987. El mundo mítico, casi ascético, que lo haría mundialmente conocido --Macondo o Aureliano Buendía ya aparecen en las páginas de la historia del coronel-- comienza a asomar en esta novela breve. Su estilo se hace más puro, más transparente, y su economía expresiva se pone de manifiesto al narrar esta historia de injusticia y violencia como consecuencia de una situación histórica provocada por las guerras, la tiranía de los gobernantes y la rebelión de las clases sociales más bajas. No obstante, todavía no encontramos los rasgos del realismo mágico propiamente dicho. Y tampoco los característicos saltos en el tiempo que más tarde serían tan habituales en las obras de Gabo.

5. Se llamaba Manuel. Víctor Fernández Correas. Ediciones Versátil. 2018. El Madrid y su ambiente, sus gentes y sus vestuarios, sus luces y sus sombras cobran vida ante nuestros ojos de la mano de un autor versátil que progresa con cada una de sus obras. Ésta se podría calificar como thriller por cuanto mantiene el suspense en todo momento. Sin embargo, también presenta rasgos de la novela histórica e incluso de la costumbrista. Además, entretiene, enseña e ilustra sobre nuestro pasado. Un pasado que vuelve, una y otra vez. Contra el que debemos luchar. Aunque sea derrochando coraje y corazón.

4. El círculo del alba. Luisa Ferro. Planeta. 2016. Una gran novela. De las que puede atraer a todo tipo de público, pues abarca prácticamente todos los grandes temas de la historia de la literatura. Y, todo ello, a través de una narrativa impecablemente sugestiva, descriptiva y reflexiva que, además, recuerda a las formas narrativas de antaño, haciendo un claro guiño a los estilos narrativos de la época --principios del siglo XX-- que tan bien recrea en la novela. Al margen de los personajes carnales, la gran protagonista de la obra es Madrid, esta ciudad que es mujer, que reparte hostias como panes, también sabe encandilar con dulces besos de violetera.  

3. La insoportable levedad del ser. Milan Kundera. Tusquets Editores. 1985. Novela temáticamente coral. Algunos la consideran filosófica-moral por sus ideas existencialistas y sus continuas referencias a ideas como el eterno retorno de Nietzsche y a teorías y obras tan conocidas como el psicoanálisis o el Edipo de Sófocles. Para otros, se trata de una novela político-social, por cuanto describe cómo fue la vida en la capital checa en el período de 1968, en plena Guerra Fría. Por ello, además, no faltan quienes le otorgan también un componente histórico, aunque parece complicada su categorización como novela histórica. Por último, muchos hablan de ella como obra sexual, afectiva y de pareja. Es probable que todos ellos tengan parte de razón. 

2. Asesinato en el Orient Express. Ágatha Christie. RBA Libros. 2013. Basta una sola tarde-noche para comprobar que la fama de reina del suspense y del misterio que acompaña a la novelista que más obras ha vendido a lo largo de la historia según el libro Guinness de los récords es absolutamente merecida. La obra más conocida de la escritora británica se escribió a la antigua usanza, es decir, siguiendo el esquema clásico de introducción, nudo y desenlace. Tras su lectura, queda claro que nada atrapa más a un lector que una novela negra bien estructurada, narrada y desarrollada.

1. Ordesa. Manuel Vilas. Alfaguara. 2018. Muchas de las más grandes novelas de todos los tiempos nacieron de los momentos más complicados de la vida de sus autores. Ejemplos de ello podemos encontrar un sinfín a poco que naveguemos por los libros o por internet. Claramente, estamos ante un nuevo caso. Ordesa es el resultado de un momento crucial en la vida de Vilas: su divorcio y la muerte de su madre (que cerró el círculo abierto unos años atrás con la pérdida de su padre). El autor hace un ejercicio de introspección, individual, familiar y hasta nacional, para transportarnos, sin ningún tipo de orden cronológico, a los años 60, 70 y 80 del siglo pasado de esta España nuestra. 


viernes, 1 de junio de 2018

Se llamaba Manuel. Víctor Fernández Correas. Ediciones Versátil. 2018. Reseña





     El escritor extremeño afincado en Getafe Víctor Fernández Correas ha despejado dudas con su última novela. Si ya había dado muestras de su carácter polifacético con sus dos primeras obras --La conspiración de Yuste, en la que narró los últimos meses de vida del emperador Carlos V, y La tribu maldita, donde incluso hizo hablar a los hombres de Atapuerca--, con Se llamaba Manuel, novela que aborda temas diferentes que iré desarrollando de forma paulatina a lo largo de esta reseña, termina por demostrarlo de una manera clara y meridiana. Tercera novela publicada --que no escrita--, y ninguna de ellas tiene nada que ver con las demás. Algo que no está al alcance de cualquier escritor. Motivo, sin duda, para felicitar a este autor.

     Se llamaba Manuel se podría calificar como thriller por cuanto mantiene el suspense en todo momento en cada una de sus tramas y sub tramas. Sin embargo, también presenta rasgos de la novela costumbrista e incluso de la histórica. Costumbrista por la constante aparición de los artistas y las canciones de moda en el Madrid de los años 1952-3 (Antonio Machín, Gloria Lasso, Jorge Sepúlveda, Osvaldo Farrés, Nati Mistral, Conchita Piquer o Amália Rodrigues); los característicos trajes, vestidos, abrigos, gabanes y borsalinos de los madrileños de la época; y los cafés, clubs, cines, plazas, avenidas, calles y poblados de chabolas de la capital madrileña. Por no hablar del Metropiltano, antiguo estadio del Atlético de Madrid.

     Los rasgos de novela histórica también constituyen partes importantes de las tramas de esta historia. La principal: las negociaciones entre los gobiernos estadounidense y español en relación a las bases militares de los primeros en territorio nacional en plena guerra fría, en pleno enfrentamiento entre el comunismo --apoyado incluso desde dentro de nuestras propias fronteras a base de acciones de espionaje y sabotaje a cargo de células infiltradas en el tejido social español que debieron hacer frente a la policía política franquista-- y las nuevas democracias occidentales. Unas negociaciones descritas a la perfección en esta novela, con sus avances y sus tira y afloja entre las partes. A EE. UU. le urgía la conclusión de las mismas, y para España era muy importante su economía y su seguridad nacional.

     La guerra de Corea, la presencia de armas atómicas, el relevo en la presidencia de los EE. UU., la llegada a ella de Eisenhower, el precario estado de salud de Stalin (que falleció en marzo de 1953) y los diferentes caracteres de los negociadores (el general McKormick y Andrew Morton por parte de los EE. UU. y el teniente del Ejército de Tierra Arturo Saavedra y el general Agustín Malo de Molina por parte de España) son factores que nos dan una idea de lo complicadas que fueron estas negociaciones. Negociaciones que, como todos sabemos, concluyeron de forma positiva para los intereses de ambas partes. Sobre todo para España, que fue definitivamente reconocida internacionalmente. Aspecto, este, redondeado muy pocos meses después con la firma del Concordato con la Santa Sede. 

     La novela, además, nos habla de la infinita soledad de sus protagonistas. Para ello, se apoya en la famosa frase del Génesis --no es bueno que el hombre esté solo-- y en diversos fragmentos de una de las obras cumbre del inmortal Miguel Delibes, La sombra del ciprés es alargada. Como grandes ejemplos de lo anterior tenemos a los principales protagonistas de la trama: Marga Uriarte, la femenina, y Gonzalo Suárez, el masculino. En ambos casos, resulta sorprendente su absoluta incapacidad para entablar relaciones serias con nadie. El pasado, que siempre está presente, se lo impide. Y es que, a veces, la mochila es demasiado pesada para soportarla. Más si cabe en un país en el que reinaban la hipocresía, el libertinaje, la inmoralidad y las bajas pasiones.

     Escribe Fernández Correas sobre la España real frente a la que se propagaba por prensa, radio y púlpitos de iglesia. Esa España católica, apostólica y romana. Así lo explica en este párrafo: solo faltaban dos meses para la boda. Uno y otra sabían que debían pasar por el trámite para estar juntos; perfectamente evitable a sus ojos, pero no a los de una sociedad que se regía por costumbres ancestrales. Una cosa era lo que ellos quisieran y otra lo que imponían el momento y todo lo que conllevaba: padres, amigos, el sacerdote del barrio... También habla sobre la ilusión. Intacta, imperecedera. Una ilusión a la que agarrarse. Una ilusión que el protagonista principal se niega a arrancar a los inocentes, a las víctimas, a los marginados.         

     Y esa es una de las grandes enseñanzas de la novela: ser positivo en lo negativo, conservar la ilusión, coger al toro por los cuernos en las peores situaciones, luchar por una existencia mejor en una España en la que, según decía la letra del Cara al sol y se repetía desde el gobierno, volvía a amanecer. Pero no para todos. Porque, en contraposición a ese himno, existe otro que nos habla de que sus jugadores luchan como hermanos defendiendo sus colores. Derrochando coraje y corazón. El himno del Atlético de Madrid. Equipo del inspector Gonzalo Suárez. Equipo de Víctor Fernández Correas. Equipo de miles y miles de socios y aficionados. Equipo de servidor.

     El Madrid y su ambiente, sus gentes y sus vestuarios, sus luces y sus sombras cobran vida ante nuestros ojos de la mano de un autor versátil que sigue progresando con cada novela que publica. Desde este modesto blog, servidor no puede hacer más que recomendar la lectura de una novela que entretiene, enseña e ilustra sobre nuestro pasado. Un pasado que vuelve, una y otra vez. Contra el que debemos luchar. Aunque sea derrochando coraje y corazón...           


viernes, 1 de febrero de 2013

La conspiración de Yuste. Víctor Fernández Correas. 2008. Reseña




     Un relato de tan sólo ocho folios ("Epílogo imperial", premiado en el Primer Certámen de Relato Corto Princesa Jaraiz en 2001) acabó convertido, siete años después, en una novela de 765 páginas publicada por La esfera de los libros. Víctor Fernández Correas, periodista y escritor, debutó con una obra extensa y rica en abundantes descripciones. Cuatro años más tarde publicó su segundo trabajo, "La tribu maldita", la cual también reseñé en este humilde blog.
 
     "La conspiración de Yuste. Hay que matar a Carlos V" es una novela histórica perfectamente documentada en cuanto a escenarios (monasterio de Yuste, Valladolid, Garganta la Olla, Quacos, Medina del Campo o Valverde de la Vera) y personajes (desde el propio Carlos V hasta Jeromín, su hijo bastardo, que se convertirá en Don Juan de Austria en el futuro, pasando por todos los que acompañaron al Emperador en sus últimos tres años en el monasterio, así como distintos personajes relacionados con la nobleza, la Inquisición y las altas esferas de Castilla).
 
     En su parte de ficción, que también la hay, por supuesto, sorprende el hecho de que los principales personajes de la trama, Bertrand de Brugge (Capitán de los Ejércitos Imperiales de Carlos V y encargado de su custodia en Yuste), Rodrigo Cifuentes (curtidor de Valladolid y luterano) y Martín Sanjuan (aprendiz y fiel seguidor del anterior) están igual o incluso mejor caracterizados que los reales, lo que demuestra un perfecto dominio de la realidad de la época, algo sin lo cual habría resultado imposible crear ficción a partir de ella.
 
     Merced al magnífico trabajo de investigación desarrollado por su autor, la acción nos transportará a cualquier rincón de la majestuosa Valladolid del siglo XVI, a las callejuelas de cualquier villa de los alrededores del monasterio de Yuste, a la zona cercana al puerto de Brujas o incluso a la mismísima cámara imperial de Carlos V. Y todo ello con amplias y detalladas descripciones (en ocasiones hasta demasiadas, siendo ésta la única crítica que se le puede hacer a la novela), las cuales aportan gran realismo a cada una de las escenas.
 
     En efecto, los últimos meses de la vida del Emperador fueron una lenta agonía a causa de la gota y otras enfermedades que fueron apagando su existencia. Pero, además, un hecho añadido convirtió dicho mal trago en algo mucho más trágico y dramático para Carlos V: las noticias que le llegaban desde Valladolid, donde fue descubierto un enorme foco luterano que inquietó sobremanera al ya de por sí debilitado monarca.
 
     La novela narra, milimétricamente, cómo es descubierto el núcleo luterano vallisoletano, las acciones inquisitoriales para hacerle frente, los esfuerzos por dominarlo a cualquier precio y cómo algunos de los protestantes consiguieron huir hacia otros lugares. Entre ellos, el curtidor y su aprendiz. La figura de El Agrandao (Rodrigo Cifuentes) hace honor a su apodo y se convertirá en alguien capaz de poner en jaque a la Inquisición y al propio Emperador. Siempre con la inestimable ayuda de Martín Sanjuan. Ambos decidirán dar muerte al hombre más poderoso del mundo tras la tragedia sufrida por la madre del curtidor a manos de un fraile de la Inquisición que los persigue con la firme convicción de regresar a Valladolid con ellos.
 
     Bertrand de Brugge es otro de los personajes que a todo el mundo caerá genial. Militar, sí, pero, a la vez, muy humano. Nada que ver con la típica imagen de capitanes y soldados bárbaros sedientos de sangre. Él y su sempiterno acompañante Ángel Dávila, soldado extremeño de los Ejércitos Imperiales, conocerán el valor de la amistad hasta la última escena de la novela, provocando en el lector altas dosis de emoción contenida en diversas escenas y situaciones. Lo mismo que ocurre con la relación existente entre Cifuentes y Sanjuan.
 
     He de confesar que durante el primer tercio de "La conspiración de Yuste" me costó avanzar en su lectura debido a las numerosas y profusas descripciones tanto de personajes como de lugares. Ello la hace hasta pesada en ocasiones (algo que me pasó a mí mismo con mi primera novela, "El Círculo de las Bondades", por lo que no seré yo quien tire la primera piedra contra un compañero literario). Sin embargo, desde ese momento, la he devorado hasta el final, terminándola con un sentimiento de pena por acabar un libro que ha sido merecido objeto de mi aprecio.
 
     En definitiva, un más que correcto debut literario de un escritor que, en "La tribu maldita", ha terminado de demostrar que debe ser tenido muy en cuenta a partir de ahora. Sin duda, la progresión alcanzada con su segunda novela le coloca como uno de los referentes a seguir. Al menos para mí.
 
 

viernes, 28 de diciembre de 2012

Resumen literario del 2012. Por un autor novel



     Un año da para mucho. Tanto para leer como para escribir. En el presente artículo pretendo recordar lo mejor del 2012. Siempre desde el punto de vista literario. Analizaré lo que he leído y también lo que he escrito.
 
     Porque 2012 será un año que siempre recordaré con cariño pese a la situación político-económica. Ha sido el año de la publicación de mis dos primeras novelas, nacidas, precisamente, de esa coyuntura tan desagradable que vive el país. Comencé estos 365 días presentando en sociedad "El Círculo de las Bondades" , la historia novelada de Irena Sendler, aquella luchadora y bondadosa trabajadora social polaca que ayudó a salvar a más de dos mil quinientos niños judíos del gueto de Varsovia durante la ocupación nazi en plena Segunda Guerra Mundial.
 
     Gracias a esta primera incursión en el mundillo literario recorrí distintas ciudades, tratando de hacerme un hueco en él, algo que también os conté de forma pormenorizada. Y, así, llegué incluso a la Feria del Libro de Madrid , donde pude conocer a algunos de los grandes escritores de este país: Juan Gómez-Jurado, Paco Gómez Escribano, Jorge Díaz, Víctor Fernández Correas y Eloi Moreno. Fue allí donde pude también volver a ver a amigos y amigas que residen en la capital y a los cuales hacía ya demasiado tiempo que no veía. Una experiencia, sin duda, imposible de olvidar.
 
     Ir a la gran Feria del libro estatal me puso las pilas de tal manera que, nada más regresar a casa, me puse a escribir una nueva novela, tal y como también os informé. El título de la misma, en un principio, iba a ser "Medianoche en el número 10". Sin embargo, como ya sabéis, acabé cambiándolo por "Almas Suspendidas". La presenté hace una semana escasa en un acto que me pareció muy íntimo y personal, apoyándome en la música de que de ella forma parte, de la cual también os he escrito  en este blog. De esta manera, acabo el año igual que como lo comencé: con un libro en la mano. 
 
     Al igual que ocurrió con "El Círculo de las Bondades", "Almas Suspendidas" me llevará a distintos lugares a lo largo del 2013. Aspecto éste que me permitirá volver a ver en persona a gente que de otra manera no podría haber conocido jamás, algo que ya de por sí me enorgullece y hace pensar que ha valido la pena "meterme" en el mundo literario. Evidentemente, vender libros es algo muy complicado en nuestro país, sobre todo por tres motivos: el número de lectores habituales, digan lo que digan, no es demasiado elevado; la competencia es durísima ya que el nivel de los escritores españoles (y de lengua castellana) es muy alto; la crisis económica no permite demasiadas alegrías a nuestros maltrechos bolsillos.
 
     Un escritor no puede pretender ser medianamente bueno sin leer, y mucho. 2012 es el segundo año de mi vida en que más libros he leído (2011 será muy difícil de superar, aunque lo voy a intentar en 2013 ya que soy plenamente consciente de que todo escritor necesita y debe mejorar en cada una de sus novelas). Y, curiosamente, todo lo leído en estos dos últimos años ha sido novela escrita por colegas españoles o hispano-americanos, es decir, en lengua castellana. Ya sabéis que sólo reseño las novelas que me gustan - Dios me libre de criticar públicamente un libro, especialmente si no es un best-seller - o que me aportan algo positivo en determinados campos.
 
     De todo lo leído en este 2012 os dejo mis cinco libros preferidos (ojo: esto no quiere decir que todos ellos hayan sido publicados este año):
 
 
 
 
 
 
     Como podéis observar, leo tanto en papel como en ebook. Y es que otro de los aspectos por los que pasará a la historia este 2012 que ya nos abandona es la revolución del mercado literario digital, liderado por Amazon a través de sus famosos lectores Kindle. Sobre ello sólo puedo deciros una cosa: no entiendo de polémicas. Lo importante es que la gente lea. El formato es lo de menos. Elegir papel o ebook depende de cada uno, lo cual nos da todavía más libertad y, lo mejor de todo, hace más accesible la cultura. Feliz fin de año y que el 2013 se porte lo mejor posible con todos nosotros: escritores y lectores.
 
 

jueves, 13 de septiembre de 2012

La tribu maldita. Víctor Fernández Correas. TH Novela. 2012. Reseña



     Escribir una novela es algo sumamente costoso. Si se trata de una novela histórica la cosa se complica ya que el autor necesita empaparse de una serie de archivos de documentación que suele ser bastante amplia. Pero tratar de narrar la historia de una tribu de homo heidelbergensis que vivió en la sierra de Atapuerca hace 400 mil años supone, además, un extra de valentía y de seguridad en sí mismo. Sin duda, Víctor ha demostrado con esta novela ser un gran escritor y tener unas capacidades y unas aptitudes que casi nadie puede alcanzar.
 
     Para escribir este magnífico libro el autor se rodeó de los máximos entendidos en la materia. Ni más ni menos que los tres codirectores del proyecto de investigación de Atapuerca: Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro. Además del resto de personal que forma parte de la investigación. El estudio de los yacimientos, fósiles, flora y fauna resulta fantástico. Víctor consigue dar vida a individuos cuyos restos han sido encontrados en las excavaciones arqueológicas de Atapuerca como Miguelón (Kamu en la novela), Agamenón (Kiru), Benjamina (Nira) y el resto de la tribu.
 
     ¡E incluso los hace hablar! Evidentemente, estos homínidos no hablaban como nosotros, pero sí emitían gruñidos por los cuales se comunicaban entre sí. A partir de sus investigaciones el autor supo que éstos podían articular las tres vocales esenciales: a, i, u. Así, creó un lenguaje que reflejara cómo debían comunicarse los primeros pobladores de nuestras tierras. El resultado de todo esto ha sido realmente excelente. En la novela encontraremos pequeños diálogos entre los principales protagonistas.
 
     Y ese es, precisamente, uno de los fuertes del libro. Pese a no haber casi diálogos la acción se nos presenta tan interesante que no nos damos cuenta de su ausencia. Las descripciones de lugares, situaciones, animales y plantas nos sitúan justo en el centro de la sierra de Atapuerca. Lógicamente, esto sería imposible de alcanzar sin un estilo de narrativa sencillamente colosal.
 
     En la novela encontramos un auténtico compendio de la flora y la fauna, cobrando vida ante nuestros ojos animales que ya no pueblan nuestras tierras pero que sí lo hicieron hace 400 mil años: megaceros, bisontes, rinocerontes, panteras, leones de las cavernas y hasta cuones. Y a través de sus páginas conoceremos cómo vivían aquellas tribus de cazadores (hombres) y recolectoras (mujeres), que ya se dividían el trabajo e incluso se ocupaban de los impedidos (viejos y jóvenes con malformaciones) en una sociedad plenamente solidaria, organizada y jerarquizada.
 
     En efecto, toda tribu tenía un líder, habitualmente el jefe de los cazadores (como sucede en las tribus de Kamu y de Kiru), aunque en la toma de decisiones siempre se tenía en cuenta a los viejos sabios, quienes sabían mucho sobre todos los temas gracias a esos años de más vividos. Ellos decidían si el clan debía permanecer en el mismo lugar o buscar otro más cómodo para cada época del año.
 
     El autor incluye, al final, un vocabulario básico y unas notas aclaratorias sobre la documentación de la novela que aconsejo leer a todo el mundo ya que es casi tan interesante como la historia contada en "La tribu maldita". Es como asistir a una clase de prehistoria en la universidad. Y, creedme, sé de lo que os hablo, pues soy licenciado en historia.
 
     Sobre el argumento no os voy a contar gran cosa porque lo importante es que os hagáis ya con esta fabulosa novela y la devoréis hasta los huesos. Simplemente os adelanto que encontraréis tres clanes diferentes, liderados respectivamente por Kamu, Kiru y Ur, que buscarán lo mejor para ellos y sus grupos. Pero la vida en aquella época era tan complicada que el más viejo de los homínidos en alcanzar el gran sueño (Anar) apenas llegó a los cuarenta y cinco años de edad. Viajad a Atapuerca y asistid a imposibles cacerías, situaciones extremas de supervivencia, mágicos eclipses, descomunales tormentas y al descubrimiento del fuego. No os arrepentiréis de comenzar el increíble viaje en busca del gran río...y de nuestros más viejos antecesores... 
       

lunes, 11 de junio de 2012

Crónica sobre la Feria del Libro de Madrid 2012


     ¡Magnífica experiencia! No puedo calificar de ninguna otra manera lo que he podido vivir este fin de semana en el Parque de El Retiro de Madrid en esta edición de la Feria del Libro más importante de España. El motivo de mi viaje a la capital fue doble: por un lado, firmar algunos ejemplares de mi novela, "El Círculo de las Bondades"; por otro, conocer en persona a amigos escritores con los que mantenía contactos vía redes sociales pero a los cuales no tenía el gusto en conocer personalmente.

     Hace un año, por estas fechas, acababa de registrar la novela y estaba empezando a enviarla a algunas editoriales de todo el país con la esperanza de poder publicarla en algún momento. El destino me tenía deparadas un montón de gratas sorpresas para este año. Si hace 365 días alguien me hubiera dicho que iba a publicar y que iba a poder estar en la Feria de Madrid le habría llamado loco como mínimo. Pero, a veces, las cosas suceden. Y así ha sido. Vayamos por partes.

     El viernes por la tarde, entre las 19:30 y las 21:00, firmé ejemplares de mi novela en la caseta 43, de la distribuidora Latorre Literaria. Este hecho sirvió para poder reencontrarme con personas a las que hacía años no veía, como mi aniga Conchi Payares (¡veinte años han pasado ya!) o Carla Soriano. Y pude conocer en persona a amigas facebookeras como Claudia o Cristina. Sin duda, fue un gran placer compartir con ellas unos minutitos de nuestro tiempo.

     Si bien no firmé demasiados ejemplares, sólo cinco, la experiencia fue muy positiva. Además, según me contaron allí mismo, este año las ventas han bajado entre un treinta y un cuarenta por cien respecto al año pasado, que ya fue muy malo en cuanto a ventas. Por poner un ejemplo: Javier Moro, ganador del Premio Planeta de 2011 por "El Imperio Eres Tú" firmó siete ejemplares de dicha novela. La crisis, sin duda, afecta, y mucho, al sector editorial.
     
     Poder estar en la Feria presentando mi trabajo es lo mejor que me ha pasado este último año. No sé si volveré como autor (espero que sí) pero, como se suele decir, "que me quiten lo bailao". Os puedo asegurar que el viernes dormí tremendamente satisfecho. No todo es vender muchos libros. Sobre todo en un momento de crisis extrema como el actual, siendo novel y perteneciendo a una editorial que lleva diecinueve obras editadas a día de hoy. Por ello, me considero todo un afortunado.

     Sin embargo, lo mejor estaba por llegar el sábado. La mañana comenzó con un sol abrasador, pero eso era lo de menos. Así, pude estar charlando con escritores tan notables como Víctor Fernández Correas, Juan Gómez-Jurado o Jorge Díaz y con personajes tan ilustres como Luis Eduardo Aute o Julio Anguita.

     Que Víctor, Juan y Jorge me reconocieran incluso por mi apellido fue algo que me sorprendió y me halagó. Me sonrojé en varias ocasiones a lo largo de la mañana. Me sentí como un niño al que le regalan su juguete favorito. Víctor Fernández Correas, autor de "La tribu maldita", estuvo encantado de hacerse fotos conmigo. Además, me firmó un ejemplar de su novela y dialogamos unos minutos sobre lo difícil que es abrirse camino en este cada día más competitivo mundo editorial. Jorge Díaz, autor de "La justicia de los errantes", también me reconocío (por la perilla me dijo), y charlamos sobre su novela, la cual también me firmó. Por supuesto, el momento también quedó inmortalizado.

     Uno de los momentos más especiales de la mañana fue cuando saludé a Juan Gómez-Jurado, que acaba de editar su novela "La leyenda del ladrón". Me atendió muy amablemente, casi como si fuéramos amigos de verdad, y salió del stand para darme un caluroso abrazo que me emocionó notablemente. Me escribió una dedicatoria muy especial y, por supuesto, nos hicimos una foto en la que ambos hemos salido con caras de emocionados (¡sobre todo yo, claro!). Juan es el ejemplo más claro de la cercanía de los autores jovenes hacia sus lectores a través de las redes sociales. Casi siempre contesta a los mensajes que se le envían. Me hizo prometer que le escribiría una nueva reseña sobre su novela. Evidentemente, pensaba hacerlo aunque no me lo hubiera pedido...

     Por la tarde viví un momento muy entreñable para mí. Aunque Paco Gómez-Escribano no sea un autor tan afamado como los anteriores (por el momento) he de reconocer que conocerle en persona era algo especial para quien os escribe. Él me guió cuando acabé de escribir "El Círculo de las Bondades" y  no tenía ni idea de qué debía hacer a partir de ese momento. Sin su ayuda no sé si mi novela estaría editada. Fue mi guía en un momento de dudas. Y, a partir de él, he ido conociendo a otros autores también muy interesantes.

     Paco y yo estuvimos tomando algo en una cafetería de la Feria e intercambiamos nuestros círculos, puesto que su novela lleva por título "El círculo alquímico". Nos los dedicamos in situ y, claro, también se registró el momento en una foto para la posteridad. Tal y como imaginaba desde hace tiempo Paco resultó un tipo agradable, atento y modesto, lo cual le hace grande. Conocerle ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado en este intenso fin de semana.

     Además, pude saludar a escritores de la talla de Eloy Moreno ("El bolígrafo de gel verde"), Anne Smith ("Memorias de una prostituta"), Javier Reverte o Fernando Savater y ver de cerca a Almudena Grandes, Ángel Gabilondo, Santiago Posteguillo o la mismísima Camilla Lackberg.

     En resumen, una experiencia que me llenó plenamente, me hizo sentir muy cercano a todos/as y cada uno/a de estos/as magníficos/as escritores/as y me confirmó que la literatura es algo maravilloso que se debe preservar, sobre todo en tiempos de crisis de valores como el actual (por más que nos la presenten sólo como económica). ¡Leed! Yo, como veis, me traje la maleta llena de historias maravillosas...