LIBROS

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lunes, 25 de noviembre de 2013

Dime Quién Soy. Julia Navarro. Plaza & Janés. 2010. Reseña





     Cuando devoras un libro de más de mil páginas cuyo desenlace parece vislumbrarse antes de la página cien y llegas al final y compruebas que lo que habías pronosticado se cumple te quedas con un sabor agridulce. Eso es lo que me ha sucedido con la cuarta novela de Julia Navarro. Sin embargo, escribo esta reseña porque la obra merece (y mucho) la pena ser leída. Sobre todo porque, sin ser una novela de misterio, te ata a sus páginas desde el principio hasta el final.
 
     "Dime quién soy" es un viaje por la historia y la memoria europeas del siglo XX, desde los tiempos de la II República española hasta la caída del muro de Berlín, pasando por la Guerra Civil española, la posguerra, el ascenso de los comunismos y los fascismos, la II Guerra Mundial y la Guerra Fría. Sirve perfectamente para explicar con claridad el tablero de ajedrez en que se convirtió el viejo continente durante el siglo pasado: alianzas contra-natura, traiciones, espionajes y falta de escrúpulos en un momento de nuestra historia en el que se vivió más de cara a la galería que hacia adentro.
 
     Todo ello ilustrado a través de unos personajes que gracias a una caracterización mayúscula se nos presentan con la fuerza suficiente como para hacernos entender sus diferentes puntos de vista sobre la política europea de la época. Porque en la novela encontramos comunistas convencidos y decepcionados; fascistas y nazis radicales y otros que simplemente sirven a su país por encima de los nauseabundos gobernantes del momento; republicanos y nacionales; militares de carrera y jóvenes pertenecientes a movimientos clandestinos; apolíticos y entendidos en ciencias políticas. Personas, en definitiva. Diferentes entre sí pero, a la vez, humanos en la mayoría de los casos.
 
     La acción transcurre en las principales capitales europeas de la época, mostrándonos el Madrid y la Barcelona de los años treinta y cuarenta, el Moscú de época staliniana, el París de los refugiados republicanos tras la contienda española, el Londres apaciguador ante Hitler, el Berlín de épocas nazi y de la Guerra Fría (perfectamente contrapuestas y magníficamente descritas), la Varsovia ocupada (con descripciones de cómo vivieron los judíos encerrados en el gueto) y hasta el Buenos Aires acogedor de españoles huidos tras la Guerra Civil española.
 
     Todos estos lugares serán visitados por Guillermo, el protagonista masculino de la novela, un inquieto periodista madrileño de principios de nuestro siglo que no encaja en el mundo periodístico de su época, en el que priman más los intereses partidistas de los medios que la supuesta misión informativa de los mismos. El joven recorrerá toda Europa y hasta Buenos Aires buscando información sobre su bisabuela, Amelia Garayoa, la verdadera protagonista de la historia. Una mujer capaz de abandonar a su marido y a su hijo recién nacido en busca de una vida mejor que acabará haciéndola vivir mil y una aventura no exenta de peligros y situaciones dramáticas. 
 
     La vida de Amelia estará repleta de amor y desamor, de aventuras y desventuras, de fidelidades y traiciones. Y Guillermo irá descubriendo, poco a poco, que su bisabuela fue una mujer capaz de lo mejor y de lo peor, siempre incapaz de quedarse indiferente ante las atrocidades e injusticias cometidas por los regímenes totalitarios que camparon a sus anchas durante casi todo el siglo que la vió vivir. Comprometida con cualquier causa que pudiera librar al continente europeo de los tiranos.
 
     Que una novela de más de mil páginas no se le haga a uno larga sino todo lo contrario es algo muy difícil de encontrar. Y también de conseguir como escritora. Y Julia Navarro lo ha hecho posible haciendo gala de una gran maestría. Los personajes se convierten en familiares del lector. La novela, dada su longitud, necesita de muchas sesiones de lectura, algo que favorece una mayor relación entre los protagonistas y el lector. Creo que me será muy difícil olvidar a Amelia y a Guillermo. Pero también a Santiago, su primer amor y también su marido, quien de tan bueno como es acaba perdiendo aquello que más quiere; Pierre, ese comunista francés que aparta para siempre a Amelia de su marido y de su hijo; Albert, el periodista británico afincado en Nueva York que intenta mantenerse neutral en un mundo en donde no se puede actuar así, algo que comprobará en sus propias carnes con el tiempo; y Albert, un militar alemán, que no nazi, que llevará su amor por Amelia hasta límites casi imposibles.
 
     En definitiva, una obra digna de entrar, por mérito propio, en esa lista de libros inolvidables de la literatura contemporánea española. Una de esas historias que dentro de muchos años serán consideradas clásicas de nuestras letras. Un libro que, historias personales al margen, ilustra los acontecimientos más importantes del siglo XX europeo. Una lectura que bien podría ser interesante incluir como obligatoria para los estudiantes de historia contemporánea.
 
      

lunes, 18 de noviembre de 2013

La Hojarasca. Gabriel García Márquez. 1955. Reseña





     Justo antes de abandonar su país (Colombia) para instalarse en París (luego residiría también en Caracas, Méjico y Barcelona) García Màrquez publicó su primera novela: "La Hojarasca". Se trata de una novela corta, de esas que se leen en una tarde y del tirón, en la que el futuro ganador del Premio Nobel de Literatura (1982) dio vida a un pueblo imaginario a escasos kilómetros de la costa atlántica colombiana que lleva por nombre Macondo.  
 
     La historia transcurre en el mediodía de un día de septiembre de 1928, concretamente entre las 14:30 y las 15:00 horas. Sin embargo, los tres personajes vivos principales de la obra (un viejo coronel, su hija Isabel y su nieto) narran la historia del pueblo desde fines del siglo anterior hasta ese preciso instante, en el cual el abuelo se enfrenta al resto del pueblo y hasta al alcalde con el firme propósito de dar cristiana sepultura a un viejo médico que se acaba de ahorcar.
 
     El odio acumulado en Macondo durante los últimos veinticinco años es la clave para entender cómo prácticamente todo un pueblo entero se propone dejar insepulto a uno de sus vecinos. A su vez, para comprender este extraño e incivilizado comportamiento es básico avanzar en la lectura de la obra. ¿Cómo pueden llegar a darse comportamientos de tal calibre? Uno de los puntos fuertes del por entonces autor novel García Márquez en la narración de esta novela es ir introduciendo los datos con cuentagotas, manteniendo en vilo al lector en todo momento.
 
     El retrato de la miseria de un pueblo que había conocido tiempos de mayor prosperidad en un tiempo no demasiado lejano todavía es otra de las características de la obra. Las crisis, las guerras, la aparición de una empresa ferroviaria (la compañía bananera, como se refiere a ella el colombiano a lo largo de la acción) y "la hojarasca" son los grandes responsables de que Macondo esté llegando a extremos de inhumanidad realmente relevantes.
 
     El uso de múltiples perspectivas otorga a la acción diferentes formas de apreciar las escenas. Así, se consigue crear enfoques y lecturas variadas en cada uno de los personajes que presencian la escena, que se desarrolla en la habitación del doctor recién fallecido. Es la unión de todas ellas, al final de la novela, lo que permite al lector desentrañar los misterios familiares y del resto del pueblo y entender las antagónicas posturas sobre la muerte y entierro (o no) del cuerpo del doctor suicida.
 
     Los toques de realismo mágico salpican la trama de la novela. La difícil explicación de algunos fenómenos, las supersticiones y la introducción de elementos fantásticos percibidos por los personajes como reales y, por tanto, normales contribuyen a ahondar, más si cabe, en el aura de misterio que envuelve tanto al ambiente como a algunos de los protagonistas (principalmente al fallecido).
 
     La "hojarasca" simboliza los nuevos vientos que corren por la costa atlántica colombiana tras las guerras civiles y la llegada de nuevos pobladores a la recóndita región en la que se desarrolla la acción de la novela. Resulta magnífica la contraposición entre los fundadores de Macondo (ejemplificados en el viejo coronel) y los recién llegados (tanto los desplazados a causa de las guerras como los advenedizos que buscan empleo en la compañía extranjera allí asentada).
 
     La prosa, tan sencilla como magistral, nos sumerge en una historia de decadencia, ante todo moral, en la que la inmovilidad social, el calor, el polvo, los malos augurios y el afán de venganza (de la práctica totalidad de la población) o de redención (en el caso del coronel) llegan a provocar sensación de agobio en el lector en multitud de escenas.
 
     Resulta obvio que todo el mundo debería conocer la obra de uno de los grandes genios de la historia de la literatura en lengua castellana. Sin embargo, es más que conveniente remontarse a los orígenes de tal grandeza. Más todavía en el caso que nos ocupa, pues en "La Hojarasca" encontramos muchas de las características que más tarde explotaría el talentoso escritor colombiano en obras como "Cien años de soledad" o "Crónica de una muerte anunciada".  
 
    

viernes, 8 de noviembre de 2013

Gravity. Alfonso Cuarón. 2013. Reseña





     El director y productor mexicano Alfonso Cuarón ("Y tu mamá también", "El laberinto del fauno" y "Harry Potter y el prisionero de Azkabán", entre otras) ha dado un paso más en su carrera en el mundo del celuloide con "Gravity", una película de ciencia ficción y suspense cuyo guión también ha sido escrito por el propio Alfonso junto a su hermano Jonás.

     La doctora Ryan Scott (Sandra Bullock) se encuentra reparando el telescopio Hubble en su primera misión espacial. La acompaña, entre otros, el veterano comandante Matt Kowalsky (George Clooney). Una lluvia de basura espacial provocada por un accidente en uno de los satélites rusos (caemos nuevamente en el tópico de que siempre son los rusos los culpables de todos los males del mundo, como si todavía no hubiera terminado la guerra fría) provoca la destrucción de su nave, la muerte del resto de su tripulación y el aislamiento, tanto personal como a nivel de comunicación, de los dos protagonistas.

     Ambos quedan solos, flotando a seiscientos kilómetros de altura respecto a la Tierra y con la urgencia de regresar de inmediato a casa ya que su oxígeno se va a agotar en un espacio de tiempo bastante corto y la tormenta espacial se repetirá cada hora y media aproximadamente. Kowalsky, gracias a su contrastada experiencia y su sangre fría, ayudará a Scott a tranquilizarse y buscar una solución al problema surgido.

     El proyecto, abandonado por Universal Pictures tras varios años de infructuosos intentos, fue comprado por Warner Bros en diciembre de 2010. En mayo de 2011 comenzó a rodarse en los estudios Shepperton de Londres. El rodaje fue largo y estuvo repleto de problemas. La post-producción resultó muy costosa ya que hubo que pasar el material grabado del formato digital al 3D. El director James Cameron aconsejó a Cuarón sobre la utilización de nuevas tecnologías digitales para crear el film. Al visionar la cinta ya finalizada afirmó que "es la mejor película del espacio que jamás se ha hecho". En su presentación, en el festival de Venecia, Cuarón aseguró que su objetivo era "que tú sientas que eres ese astronauta perdido en el espacio".

     Sin duda, el resultado final nos asegura que ha cumplido con creces sus pretensiones iniciales. "Gravity" es un todo festín para los sentidos. Personalmente, jamás he alucinado en un cine como visionando el film de Cuarón. Nunca antes se había descrito tan fielmente una nave Soyuz o la ISS (estación espacial internacional). Ni tampoco el interior de las mismas. Las sucesivas explosiones y accidentes en los diferentes satélites son de lo más espectacular que servidor ha visto hasta ahora. Y los planos y secuencias, en ocasiones de varios minutos de duración, me parecen sublimes. Y muy difíciles de conseguir del tirón.

     Pero, como siempre sucede, hay varios gazapos o errores en la película. Los podéis leer en mayor extensión (y precisión) en estos artículos de Daniel Marin  (astrofisico español) y de Neil de Grasse Tysson (famoso astrofísico y divulgador científico estadounidense). Pero os avanzo los más fácilmente identificables. A saber: el pelo de Sandra Bullock no flota libremente sobre su cabeza; los satélites orbitan la Tierra de oeste a este pero la basura espacial de la película lo hace de este a oeste; el telescopio lo debería arreglar un técnico y no un médico (Ryan Scott, es decir, Sandra Bullock); el Hubble, la ISS y la estación espacial china se ven en el mismo plano visual cuando, en realidad, hay doscientos kilómetros de altura de diferencia entre ellas; la ISS está desierta cuando llega a ella la doctora (¿dónde están en realidad los astronautas que faltan?); y el propulsor que utiliza Matt Kowalsky (George Clooney) para moverse por el espacio no se usa desde hace más de veinte años.

     No obstante, los firmantes de los artículos referidos no dudan en afirmar que estamos ante una gran película, bastante cercana a la realidad de cómo se trabaja allá arriba, tan lejos de la Tierra, con elementos tan convincentes como el silencio, las dinámicas y realistas vistas de la Tierra (con auroras boreales, puestas y salidas de sol, luces de las ciudades y reflejos del sol en los océanos) y multitud de escenas que despiertan nuestros sentidos y hasta nuestras conciencias.

     En definitiva, pienso que todo el mundo debería ver este film. Tanto los amantes del género espacial como los no tan seguidores del mismo (entre los cuales me encuentro yo mismo). Desde luego, la recomiendo a todo el mundo. "Gravity" me ha impresionado y emocionado, haciéndome sentir como si estuviera realmente a seiscientos kilómetros de altura respecto a la Tierra. Me ha sorprendido y sobrecogido, incluso hipnotizado, gracias a una forma de hacer cine que creo que marcará el camino a seguir en lo que será el cine del futuro.




          

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Sobre el cierre de Canal 9: una responsabilidad colectiva





     Recuerdo como si fuera ayer mismo aquel 9 de octubre de 1989. El día en que nació la televisión pública valenciana. Poco después llegó su hermana, la radio. Todos los valencianos, grandes y pequeños, castellano y valenciano parlantes, anhelábamos una televisión nuestra, sólo nuestra. Prácticamente todo el mundo pasó aquella tarde frente a su tele para ver nacer a una criatura a la que se le auguraba una vida feliz y larga. Qué ignorantes éramos. ¿He escrito éramos? No, somos.
 
     Han pasado 24 años que se nos han antojado apenas 24 horas. Y no porque no hayan pasado cosas sino por la velocidad a la que han sucedido. El cierre de Nou no es algo que haya sucedido ayer. Se veía venir desde hace tiempo. Era un enfermo terminal que hacía ya tiempo que vegetaba. Es muy fácil culpar de lo sucedido al PP o al President Fabra. Estamos indignados y buscamos alguien en quien descargar nuestra ira. Pero, como ciudadanos que somos, debemos ser también mínimamente objetivos y reflexionar. Y, sin duda, la responsabilidad de lo sucedido es colectiva.
 
     Nou enfermó cuando los sucesivos gobernantes de nuestra Comunitat (Zaplana, Camps, Fabra) comenzaron a enchufar a sus amigos en el ente público, como si de una agencia de colocación se tratase. Algo que, huelga decir, no sólo ha ocurrido en Nou sino en multitud de empresas. Empeoró cuando comenzó la manipulación de los informativos de la cadena, cuando pasó a ser, en definitiva, la tele del PP valenciano. Los periodistas, que desde ayer critican cada gesto de Fabra o de sus consellers al más mínimo detalle, callaron durante demasiados años lo que ahora están destapando sin tanto pudor ni miramiento: el caciquismo y la verguenza del gobierno valenciano. No les culpo ni les juzgo: cuando lo que está en juego es el plato de sopa de nuestros hijos todos actuamos de igual manera. Lo cual no nos exime de nuestra parte de responsabilidad.
 
     Nou fue desconectado de la máquina que lo mantenía con vida ayer, cuando el TSJ ordenó la readmisión de los mil trabajadores afectados por el ERE. La totalidad de los trabajadores del ente público, tanto los afectados como los no afectados, hicieron piña en defensa de sus derechos colectivos. Y Nou cierra como venganza. Venganza del gobierno ante quienes durante tantos años habían cedido a sus presiones, ante quienes ya comenzaban a no callar ante tanta injusticia. No, Fabra no cierra Nou por temas económicos.
 
     Esta misma mañana el President ha afirmado que "es mejor cerrar Nou que un hospital o un colegio". Hipocresía pura y dura. Por la misma regla de tres, habría sido mejor no traer a Valencia la Copa América o la Formula 1 e invertir ese dinero en cosas de mayor interés público. Y, ya puestos, también sería mejor dejar morir a otro enfermo terminal, el Valencia Club de Fútbol, un saco con un enorme agujero en su fondo. Pero el fútbol no se toca. Entonces se armaría una revolución, claro. Y no conviene exaltar a las masas. 
 
     Antes he hecho referencia a la responsabilidad colectiva. Y ahora es el momento de volver a ello. Cada valenciano es responsable, no sólo del cierre de Nou, sino de permitir que nuestros gobernantes nos roben. Porque nos roban a todos, sin distinción. Y no me refiero únicamente a nuestras carteras. Como ciudadanos y telespectadores, hemos dejado que camparan a sus anchas aquellos a los que estamos gobernando (que no ellos a nosotros), aquellos quienes han terminado con lo que tanto costó de levantar hace 24 años. Lo que nació como un nexo de unión de todos los valencianos (lengua, cultura, identidad) acabó siendo un elemento de discordia entre nosotros. Y todos somos corresponsables de ello. Nuestro "meninfotisme" (pasotismo), una vez más, vuelve a condenarnos al ostracismo cultural, lingüistico e identificativo.
 
     Cierto es que del Canal 9 de hace 24 años al Nou de hoy hay mucha diferencia, demasiada diferencia. De "El show de Joan Monleón" y "Babalà" se fue pasando a "Tómbola" o "Tela marinera". En la actualidad, pocos programas se salvaban de la quema (¿"L´Alqueria blanca"?). Y los informativos, como ya he comentado, se habían convertido en "Nodos peperianos". Evidentemente, no se podía seguir así. No se debía seguir así.
 
     Una vez más, en lugar de actuar, de luchar, los valencianos hemos dejado que otros decidan por nosotros. Entre agotar las oportunidades de curación y desconectar la máquina hemos optado por la segunda opción. "Muerto el perro se acabó la rabia", pensarán muchos. Pero no. La muerte de este perro simboliza un nuevo fracaso de la sociedad valenciana en su conjunto. Y es responsabilidad también tuya y mía.
 
  

martes, 5 de noviembre de 2013

The Wild, The Innocent And The E Street Shuffle cumple 40 años





     El 5 de noviembre de 1973, hace justamente cuarenta años, se publicó el segundo disco de Bruce Springsteen. Llevó por título "The wild, the innocent and the E street shuffle" y se grabó entre los meses de mayo y septiembre en los 914 Blauvelt Sound Studios de Nueva York. Compuesto por sólo siete piezas se catalogó como LP al tener una duración total de casi 47 minutos.
 
     Escuché por primera vez este disco en 1988. Por aquel entonces tenía trece años y acababa de conocer al Boss por "Tunnel of love" y sus directos recogidos en aquella maravillosa caja titulada "1975-1985", en la que se había recopilado lo mejor de lo mejor de su primera década de conciertos. He de reconocer que la escucha de este segundo LP me dejó frío, muy frío. Durante años, fue uno de sus discos que menos escuché. No me decía nada. Por suerte, las personas solemos madurar con el paso de los años. Hasta que, tras sucesivas escuchas y el transcurrir de la vida, fue escalando posiciones dentro de la discografía del Boss y, a día de hoy, se ha convertido en mi disco preferido (junto a "Darkness on the edge of town").
 
     De la mano de Columbia, Jim Cretecos y Mike Appel, Springsteen nos dejó la máxima expresión de la música hecha arte, poesía y sentimientos a flor de piel. En mi opinión, el trabajo más cercano a la perfección que puede realizar un artista. Y todo ello a sus escasos 24 años de edad. Todo un prodigio de la naturaleza.
 
     "The E Street Shuffle" abre el disco con el sonido de varios instrumentos de viento embriagados a los cuales releva una endemoniada guitarra acompañada del bajo, la mandolina, el saxo y el acordeón. Bruce canta sobre los acontecimientos de la calle E, donde vivía el componente de su banda David Sancious, en Nueva Jersey. Curiosamente, de ahí tomó su nombre la famosa banda de acompañamiento del Boss, la E Street Band, aunque Sancious abandonó el grupo no demasiado tiempo después. El tema narra los bailes y los ligues de los adolescentes en los calurosos veranos.
 
     "4th Of July, Asbury Park (Sandy)" supone un paso en la maduración de los adolescentes, el momento en el que del deseo de diversión y desenfreno (de perseguir "a todo ese montón de vírgenes tontas de New York") se llega a un estado de mayor quietud en el que se siente la necesidad de decir que "esta vida del paseo marítimo se ha acabado y tú también deberías dejarla", para acabar con un "ámame esta noche y prometeré amarte siempre". En la canción se cita por primera vez a Madame Marie, una conocida pitonisa que trabajaba en pleno paseo marítimo de Asbury Park. Y lo hizo hasta no hace demasiados años.
 
     "Kitty´s Back", de más de siete minutos de duración, es una obra épica (musicalmente hablando) en el pleno sentido de la palabra. Una auténtica sinfonía llevada al rythm and blues de mayores quilates de la historia de la música. Sus numerosos giros y el estremecedor sonido de sus pianos, órganos y sus múltiples instrumentos de viento la han convertido en mi pieza favorita de toda la carrera del Boss (con el permiso de "Jungleland"). Su guitarra hiriente al inicio del tema nos anticipa lo que viene a continuación. Sus coros, más bien alaridos en ocasiones, le otorgan un toque dramático que pone los pelos de punta. La letra supone una continuación de la parábola del "hijo prodigo" que retorna destrozado y con "el rabo entre las piernas". No queda claro si se hace referencia a una gata o a una mujer. Cualquier tipo de interpretación en este sentido puede ser perfectamente válida.     
 
     "Wild Billy´s Circus Story" cierra la cara A en sus versiones LP y cassette. Cuenta las pequeñas historias que componen el día a día de los miembros del circo. Y no se deja a ningún personaje en el tintero. Es una balada cuyo ritmo, también dramático, viene marcado por la guitarra, el órgano y los instrumentos de viento. Bruce casi recita la letra.             




     "Incident On 57th Street", de casi ocho minutos de duración, abre la cara B. El piano y la punzante guitarra otorgan a la pieza un toque de solemnidad que poco a poco se irá diluyendo ante el órgano y el acordeón, quienes conducen la canción en la mayor parte del tema. Los coros y la batería de Vini "Mad Dog" López, el otro componente que abandonaría poco después la formación, marcan el ritmo. Al final se vuelve a la guitarra y al piano, a la solemnidad del comienzo. La letra narra la complicada relación entre un español (Johnny) y una puertorriqueña (Jane) en el mundo de navajas automáticas, prostitutas y dinero fácil al que se han visto abocados.
 
     "Rosalita (Come Out Tonight)" es uno de los temas estrella de la carrera discográfica del Boss. Toda una declaración de intenciones ante la protagonista femenina de la historia, cuya madre odia a su pretendiente "porque toco en una banda de rock and roll" y cuyo padre "sabe que yo no tengo dinero". El cantante se muestra como el libertador de su chica, a la cual pretende "requisar" de las garras de sus padres para hacerla suya y llevarla al sur de California, donde existe un café "donde tocan las guitarras toda la noche y todo el día". Los coros acompañan la voz de Springsteen, que se desgarra por momentos en su intento de convencer a Rosalita para que salga con él por la noche.
 
     "New York City Serenade" es la pieza que pone fin a un disco pletórico. Una balada de esas que apetece escuchar con las luces apagadas para no tener la tentación de perderse ningún detalle de la misma. Sus dos primeros minutos se desarrollan como si de música clásica se tratara. Los ocho minutos restantes componen otra sinfonía en la que los instrumentos y los coros entran y salen de la escena cuando así lo requiere la letra, que cuenta la relación imposible entre Billy y Jackie, una mujer cuyos temores e inseguridades echan por tierra la posibilidad de estar con el protagonista del tema (¿quizás el propio Bruce?).
 
     Como su predecesor, "Greetings from Asbury Park, NJ", "The wild, the innocent and the E street shuffle" recibió muy buenas críticas desde el principio, aunque vendió bastantes menos ejemplares que aquel. Algo que hace bueno aquello de que no siempre lo más vendido es mejor. Estamos, sin duda, ante un disco excepcionalmente elaborado, melódico, agitado, con solos de guitarra épicos y unos coros que lo mismo son guerreros como románticos. Un cóctel musical que, como el mejor vino, gana con el paso de los años. La combinación de temas rockeros y hasta bailables con otros mucho más realistas y personales (historias que construyen música desde la anécdota más simple) acabarían consagrando a Bruce Springsteen como el genio al que hoy todo el mundo idolatra.