LIBROS

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lunes, 22 de mayo de 2023

Basilisco. Jon Bilbao. Impedimenta. 2020. Reseña

 





    Un año antes de lograr un gran éxito con Los extraños -libro reseñado en este mismo blog hace apenas seis meses- el autor asturiano afincado en Bilbao ya había presentado en Basilisco a sus personajes centrales, Jon y Katharina. Basilisco, que ganó el Premio de las Librerías Navarras y el Euskadi de Plata en categoría castellano en 2021, nos narra una serie de relatos en los que además de iniciar la historia de Jon y Katharina, se nos presentan personajes que nada tienen que ver con ellos: John Dunbar, apodado Basilisco, un trampero, veterano de la Guerra de Secesión y pistolero ocasional que murió un siglo atrás; la Araña, un personaje siniestro, casi inhumano, que lidera una banda de auténticos asesinos sin escrúpulos -y que será protagonista de la nueva obra de Jon Bilbao (Araña, 2023)-; o los miembros de una expedición paleontológica que no acaba del todo bien una tarea que en principio pretendía ser divulgativa.  

    Basilisco consta de ocho relatos autoconclusivos pero también interconectados que abarcan el presente de las vidas de Jon y Katharina y los sucesos acaecidos un siglo atrás en el Lejano Oeste en torno a las figuras de Basilisco y Araña. Una mezcla original y sugerente que alterna la actualidad, que bebe de la novela costumbrista contemporánea, y el western, al más puro estilo clásico (y no tan clásico: leer la reseña de Malaventura, de Fernando Navarro, también publicada por Impedimenta y reseñada en este blog a principios del presente año). Casualmente, en ambos contextos, la vida parece desmoronarse por momentos. Con una prosa perturbadora y de gran potencia visual y descriptiva, Jon Bilbao pone en jaque nuestra realidad combinando a la perfección lo clásico, la cultura popular y las responsabilidades y frustraciones propias de la edad mediana de un personaje que vive insatisfecho como ingeniero porque en realidad quiere ganarse la vida como escritor. Vayamos por partes.       

    John Dunbar tiene una vida singular. Aparece, de repente, tras muchos años desaparecido de la vida familiar, en casa de su hermano Matt, en Virginia City, en plena fiebre del oro. Su madre acaba de fallecer y ha sido enterrada con un anillo que puede sacar de la miseria a la familia. John, instigado por la esposa de su hermano, Mary Ellen, obliga a Matt, a quien considera un irresponsable por haber contraído semejantes deudas, a desenterrar el cadáver de su madre para extraerle el anillo. El objetivo es pagar las deudas acumuladas con el turbio prestamista LePage y que la familia de su hermano pueda seguir viviendo en la ciudad. Asegurado esto, John se va por donde vino y desaparece de nuevo, esta vez para siempre. Desde entonces, y hasta en la actualidad, en esa casa de Virginia City, quienes dirigen los negocios y la economía familiar son las mujeres. Pero, ¿adónde fue a parar John Dunbar tras este suceso?

    Estuvo viviendo solo en la cueva de Waterpocket Fold, en Utah, antes de deambular por las regiones circundantes. Hasta que el capitán Drummond lo contrata para guiar a una expedición hasta la misma cueva para tratar de encontrar a una criatura con cuerpo de pez, aletas poderosas y una cabeza con largas fauces dentadas, similar a la de un caimán. La criatura tenía las dimensiones de una ballena. El dibujante Patrick Clement cuenta en su diario las vicisitudes atravesadas por los miembros de la expedición, que habrá de enfrentarse a un grupo de fanáticos mormones que han ocupado la cueva y sus alrededores. La aventura no acabará nada bien. Sin embargo, lo peor está por llegar. El grupo de asesinos comandados por la Araña los persigue durante kilómetros y días. Y sus intenciones no son en absoluto amigables. Mientras la expedición se dirige hacia Colorado la Araña hará frente al teniente Agassiz y al sargento Kittredge, quienes a su vez la persiguen por sus crímenes. 

    Cuando, al fin, la Araña y Dunbar están cara a cara, esta le dice que yo limpio la frontera. Soy el alcohol y la sal, el hilo que sutura y la venda que protege. Veo tu confusión. Qué curo, qué elimino, te estás preguntando. A los que son como tú, que venís con el deseo de convertiros en otros, como si en algún rincón oscuro y estéril de las tripas llevarais la semilla de alguien mejor, y pensarais que solo en estas tierras puede germinar. Todos vosotros sois árboles crecidos y enfermos que hay que talar, reducir a astillas, quemar, y luego esparcir la ceniza... Cómo me he equivocado. Qué mal me he conducido. Creía que estaba limpiando el oeste y he acabado siendo parte de lo que lo emponzoña: líder de una banda criminal violenta, sin origen, pauta, honor ni moral. Un antagonista ideal. Tú, John Dunbar, que ardes en tu rabia sin nunca consumirte, eres el Basilisco. Y el trampero entiende entonces el porqué de su vida en soledad. La pasada y la futura. Porque en soledad debe vivir lo que le quede de vida.

    Y, ¿qué hay de Jon, el protagonista del presente de la narración de los textos? Pues recuerda que durante su estancia en San Francisco miré a Katharina y supe que estaba enamorado. Hasta entonces había creído estarlo, pero de pronto me di cuenta de que mis sentimientos, pese a ser sinceros, no habían sido más que prolegómenos del amor verdadero. Supe que quería estar con aquella chica para siempre. Unos años después, viviendo juntos en Bilbao, reciben la visita del ex de Katharina, que va a exponer sus fotografías cósmicas en la ciudad. Jon decide no acompañarlos en la comida acordada sino salir con su hijo a volar su avión de juguete y hacer una visita a Octavio, su viejo profesor de literatura en el instituto. Duda sobre si Katharina estará cuando ellos regresen a casa. Aunque no la ve capaz de dejarlo de esa manera, el matrimonio no atraviesa su mejor momento. En otro relato, asiste a la descomposición final del matrimonio de sus padres. Su madre su muda a otra casa del pueblo, y recrimina a Jon no haber estado ahí cuando ella y su padre lo necesitaban. Tú solo te acuerdas de nosotros cuando necesitas una pequeña ayuda económica, ¿verdad? No, no vuelvas a decirme lo de los críos. Mucha gente tiene dos hijos y trabaja y, de vez en cuando, tiene un detalle con sus padres.

    Hacia el final del libro, en el último de los relatos, es su matrimonio el que parece zozobrar tras una fuerte discusión con su esposa. Se va de Bilbao y se instala en la casa familiar de Ribadesella. Solo. Sin Katharina y sus hijos. Apenas los llama por teléfono. Y su hijo lo llama para recriminárselo y decirle que lo echa de menos. He vuelto porque, cuando vivía aquí, Katharina y los niños aún no existían. Así que es otra forma de borrarlos. Desde luego, su todavía esposa es mucha más madura que él. Algo que queda más patente si cabe a raíz de este pensamiento: no estoy preparado para afrontar las decisiones y labores que esta casa exige, pese a lo que me gusta y significa para mí. Empiezo a aceptar que acabaré vendiéndola. Y, como John Dunbar, se aísla de todo el mundo. Y comienza a cavar la cueva que hay en su propiedad. E imagina que la cueva no es un desaguadero del monte, sino el nido de una araña gigante que se enterró en vida para invernar durante años. 

    Pero, ¿qué tienen en común John Dunbar, el protagonista y narrador Jon y el escritor Jon Bilbao? Pues su amor por los libros. El protagonista del Lejano Oeste John Dunbar siempre lleva un libro consigo. Donde quiera que vaya. Aunque ya lo haya leído varias veces. El protagonista del presente, Jon -a quien no cuesta en absoluto reconocer como un Jon Bilbao ficticio pero muy semejante al real-, lee e, infeliz como ingeniero, ansía vivir por y para la literatura. Y Jon Bilbao, el escritor que fue ingeniero, sí que ha conseguido vivir de ello. Así, el escritor elabora una serie de relatos en los que, a buen seguro, narra pasajes de su propia vida y, a la vez, hace ficción en torno a sus propias fantasías, personales y literarias -como hace también en el relato La playa del naufragio, cuyo irresponsable protagonista también es un escritor de no demasiado éxito de ventas-. Explicado así puede resultar algo incomprensible, ya lo sé. Pero, una vez leídos los textos que componen sus libros, finalmente todas las piezas del puzzle encajan a la perfección. Pasado y presente, ficción y realidad, forman un conglomerado de relatos que tienen vida propia por sí mismos. Y que, además, establecen una conexión con los otros para pintarnos un cuadro que cuesta no examinar, reflexionar sobre él y disfrutarlo. Sobre todo, disfrutarlo.  

                            


lunes, 8 de mayo de 2023

La desconocida. Rosa Montero y Olivier Truc. Alfaguara. 2023. Reseña

 




    La última obra de Rosa Montero es una novela corta (155 páginas) escrita a cuatro manos con el escritor francés Olivier Truc -que, además, es periodista, productor de documentales y ganador del Premio Quais du Polar 2013 por El último lapón-. El proyecto surgió a instancias del festival internacional francés Quais du Polar (Lyon) en colaboración con las editoriales Points y Alfaguara. Y cuenta, además, con el apoyo del Institut Français / Ville et Métropole de Lyon. Las condiciones eran escribir ocho capítulos de forma alternativa, siguiendo cada uno la acción tal y como la dejaba el otro. Rosa Montero escribió los capítulos impares (es decir, el comienzo de la novela) y Olivier Truc los pares (incluyendo el final). Para ambos supuso un reto tremendo porque, además, solo dispusieron de tres meses para elaborar la obra completa. Rosa Montero ha añadido recientemente que fue una aventura fascinante y trepidante

    La mayor parte del texto elaborado por Rosa Montero nos sitúa en Barcelona. Los capítulos escritos por Olivier Truc discurren en Lyon, salvo el último, que también se desarrolla en la capital catalana. El puerto, la zona franca y el Raval de Barcelona son los escenarios principales de la trama de la novela. Una novela en la que no sobra ni falta nada. Que se lee en uno o dos ratitos al ser corta y que entretiene y divierte, demostrando que no hacen falta quinientas o mil páginas para elaborar una buena obra. El libro, que supone la vuelta de Montero al género negro, no parece estar escrito por dos escritores, lo que habla del talento del hasta ahora (para mí) desconocido escritor francés. La presentación, y el referido Premio Quais du Polar, el más prestigioso galardón francés del género policíaco, hablan por sí solas. Así, La desconocida es un libro ágil, de acciones continuadas, con las descripciones justas y necesarias y carente por completo de paja y heno.

    Aunque de entrada he de confesar que a mí la Rosa Montero que más me gusta es la ensayista -¡qué grandes trabajos La ridícula idea de no volver a verte y El peligro de estar cuerda!-, también es justo reconocer la gran valía de la madrileña a la hora de abordar temas de ficción con ciertos aspectos realistas. La desconocida trata, por ejemplo, de la gran cantidad de policías corruptos que hay en los distintos cuerpos de todos los países, incluidos los de asuntos internos, así como de la gran lacra social que supone la existencia de las abominables redes de trata de blancas -en este caso concreto, el que tiene que ver con las mujeres que son obligadas a prostituirse para poder seguir con vida-. Pero también se ocupa, por contrapartida, de los profesionales honrados, por ejemplo, los abnegados policías que se dejan la vida en la lucha contra el proxenetismo. Como los personajes de Anna Ripoll, inspectora experta en trata de mujeres, y Erik Zapori, inspector de Lyon que colabora en la investigación. 

    La acción de la novela comienza en el puerto de Barcelona. Allí, un guarda que hace la ronda nocturna con una pastora alemana a la que todos conocen como Julia, debe detener su marcha cuando la perra se frena en seco, olfatea un contenedor y ladra repetidamente. Cuando los mossos llegan, abren el contenedor y descubren a una mujer inconsciente y deshidratada. Presenta una brecha en la sien, quemaduras en la cara y el resto del cuerpo y no recuerda quién es, cuál es su lengua materna ni cómo ni cuándo llegó a ese contenedor. Es llevada al Hospital Clínic, donde un extraño hombre trata de asesinarla. La desconocida, sin embargo, sabe defenderse y vuelve a salvar la vida. Le cuesta recuperar la memoria. Tanto que la investigación parece abocada al fracaso. Sobre todo cuando Anna Ripoll parece haber dado con su identidad y dirección y la subsiguiente investigación demuestra que dicha información no es correcta.

     Dado que en Lyon parece existir alguna respuesta a todo lo ocurrido, la policía española reclama ayuda a la francesa. Y llega a Barcelona Erik Zapori, un policía investigado por asuntos internos por delitos de corrupción y proxenetismo, violación del secreto profesional, ayuda a residente ilegal y asociación de malhechores que ve en este caso una excusa perfecta para poner tierra de por medio con los de asuntos internos. Lo que desconoce este policía, que a menudo utiliza técnicas un tanto burdas, alejadas de todo manual policial, es que el caso en el que se está metiendo puede llegar a convertirse en el más complicado de toda su carrera. Y, además, no tardará en chocar frontalmente con Anna Ripoll, con quien debe colaborar en la investigación. ¿Por qué chocan tanto Ripoll y Zapori? Pues por varias causas: porque ella es demasiado seria y él demasiado bromista; porque ella es más de manual y él más de ir por libre; porque ella es más delicada y él más bruto; y porque ella es mujer y él es hombre.

     A medida que transcurre la narración de la historia -o del conjunto de historias que la componen- la desconocida va recuperando partes de su maltrecha memoria, reconstruyendo pasajes más o menos inconexos de su vida, extrayendo sus propias conclusiones acerca de lo ocurrido y ayudando a Ripoll y a Zapori en sus investigaciones. Los inspectores, por su parte, van confiando cada vez más el uno en el otro, compartiendo teorías y avances y tratando de recomponer un rompecabezas en el que parecen faltar piezas. Y, desde Lyon, Zapori encuentra la ayuda de su compañero Gignac -un buen hombre, una de esas personas de orden que aprietan los tubos de dentífrico desde abajo hacia arriba y que ponen un periódico meticulosamente doblado en el fondo del cubo de la basura para que no se manche- y las constantes zancadillas de Fachelle -uno de esos policías que ansían escalar demasiado rápido en el escalafón del cuerpo y que no dudan en ayudar a caer en desgracia a los compañeros que haga falta-. 

    La desconocida presenta una trama muy bien trabajada mediante un estilo directo, enérgico y vigoroso con un lenguaje también directo que rehúye grandes pretensiones y que está, por tanto, desprovisto del más mínimo artificio superfluo. Es una novela escrita por y para todo tipo de lectores. Al alcance de todo el mundo. Un proyecto de escritura colaborativa en el que una española y un francés -casualmente (o no) como los protagonistas de la novela- se enfrentan a las diferencias culturales entre sus dos países con la intención de contribuir a un mejor entendimiento mutuo. El resultado es una novela negra que pone el acento, como ha quedado expuesto más arriba, en la corrupción policial y en el problema de la trata de mujeres en el mundo. Problemas que, desafortunadamente, no forman parte de la ficción sino de nuestro día a día. Problemas que, por tanto, a todos nosotros nos atañe tratar de erradicar en la medida de nuestras posibilidades. Bienvenidos sean, pues, todo este tipo de proyectos.