LIBROS

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lunes, 27 de octubre de 2014

Palmeras en la nieve. Luz Gabás. Temas de Hoy. 2012. Reseña





     La escritora oscense Luz Gabás, que recientemente ha publicado su segunda novela, Regreso a tu piel, debutó en el mundo literario en 2012 con Palmeras en la nieve, una deslumbrante historia en donde, merced a sus conocimientos de la época colonial de la isla de Fernando Poo gracias a los testimonios de buena parte de sus propios familiares, mezcla una serie de intra-historias, reales algunas y ficticias otras, que dejan al lector atado a sus páginas sin remedio que lo pueda evitar.

     La novela, basada en hechos históricos y ambientes reales pero con personajes y tramas inventados, nos hace viajar al mundo colonial de mediados del siglo XX. A plantaciones cacao en la isla de Fernando Poo (Guinea Ecuatorial) dominadas y explotadas por empresas españolas que funcionaban a base de mano de obra indígena, muy a menudo a fuerza de látigo y de penosos salarios. Hecho este que marcaría el futuro del lugar y de sus pobladores, tanto indígenas como extranjeros.

     Pero la obra que nos presenta Gabás es más, mucho más que eso. A través de sus páginas nos adentra en la historia y las tradiciones de la isla y de su país, en la lucha indígena por alcanzar la tan ansiada independencia y en las diferentes actitudes entre los propios indígenas (con bubis y fangs enfrentados). Y no solo eso: también pasea por la propia historia de la metrópoli y las opiniones enfrentadas entre los mismos españoles asentados en la pequeña isla africana.

     En este sentido, la relación entre Kilian y Jacobo, los hermanos protagonistas de la novela, es digna de estudio. Muy parecidos en muchos aspectos, chocarán desde casi el principio de su estancia en Fernando Poo. La evolución de la trama nos presenta a dos personajes que, pese a amarse, llegarán a enfrentarse a la hora de defender lo que cada uno considera justo. Y es que las cosas, para ser entendidas bien, deben ser vistas desde diversas perspectivas.

     Y este es el punto clave de partida de la novela. Como la propia autora afirma en sus notas finales, la historia colonial había sido estudiada hasta hace muy poco solamente desde el punto de vista blanco. Lo cual hacía imposible entender las actuaciones de los indígenas en las plantaciones ubicadas en las que, hasta poco tiempo atrás, eran sus tierras. En efecto, la llegada de los blancos llevó a la isla ciertos aspectos de evolución y progreso. Pero, ¿a qué precio?, ¿a costa de qué? Las consecuencias de todo ello todavía son visibles en nuestros días tras los regímenes dictatoriales de Macías y Obiang...

     Dos mundos diametralmente opuestos se vieron obligados - o condenados - a coexistir. Lo cual creó, como no podía ser de otra forma, no pocos conflictos. Conflictos que fueron agravados por la actitud poco comprensiva y excesivamente radical de muchos de los colonos. Pero no todos fueron así. Y Kilian es un claro ejemplo de ello. Su forma de actuar y de desenvolverse en territorio africano le llevará a hacer grandes amigos entre los indígenas e incluso a conocer el amor verdadero. Un amor imposible que le hará sufrir. Y también a nosotros.

     Y es que cuando la razón y el corazón, el deber y el amor, la obligación y la devoción no coinciden el conflicto moral está servido. Un conflicto al que deben hacer frente los dos hermanos, no solo en territorio colonial y a mediados del siglo pasado, sino también en sus tierras oscenses actuales, casi medio siglo después. En Palmeras en la nieve pasado y presente se entrelazan de manera tan creativa y sugerente que sus más de setecientas páginas llegan a hacerse cortas. Sobre todo si al lector le interesan aspectos como la historia, la cultura, las tradiciones y las historias de amor a la antigua usanza.

     En definitiva, estamos ante una novela que trata de enseñarnos el camino hacia la comprensión mutua entre civilizaciones y pensamientos u opiniones diferentes y que nos hace reflexionar sobre la necesidad de seguir con nuestras vidas más allá de los hechos del pasado, por oscuros que estos sean, por nuestro propio bien y de aquellos que nos rodean. El perdón, o el olvido, como forma de buscar una vida mejor para todos. Una historia que nos deja claro que, en el amor y en la vida, las huellas de las personas que caminaron juntas nunca nunca se borran...



martes, 14 de octubre de 2014

Mas, Cataluña y los cines de verano (de antes)





     El todavía President de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, demostrando que es un tipo listo pero poco inteligente, se metió en un jardín del que, ha quedado ya demostrado, no sabe salir. Anoche nos fuimos a la cama con la noticia de que renunciaba a la celebración de la consulta del 9-N por falta de garantías legales. En contrapartida, propuso como alternativa organizar un proceso de participación ciudadana para conocer la opinión de los catalanes sobre el futuro político catalán.

     Tras afirmar públicamente, y hasta la saciedad, aquello de primero hay que intentarlo de acuerdo con las leyes y, si no se puede, hacerlo igualmente, apoyado por su socio de gobierno, ERC, que siempre se ha frotado las manos viendo aproximarse su gran momento, ahora el President recula y busca alternativas que no tienen ningún futuro: encuestas, audiencias públicas y foros de participación.

     Y no tienen ningún futuro no porque no sean legales, que lo son, sino porque están lejos, muy lejos, de las pretensiones iniciales del conjunto de fuerzas que en su día optaron por la convocatoria de la consulta. Sus socios se sienten estafados por él y no aceptarán cualquier medida que se quede a mitad de camino de lo propuesto desde el principio. Incluso Unió Democràtica de Cataluña, el socio de la federación de partidos que conforma CiU junto a Convergència Democràtica de Cataluña, amenaza con una escisión que sería un hito histórico en la historia de Cataluña. Desde ERC siguen optando claramente por la desobediencia e incluso por la declaración inmediata de la independencia.

     Mas hablará hoy de las posibles alternativas a la celebración de la consulta. Veremos por dónde sale. Pero ese callejón sin salida en el que él solito se metió amenaza con ser su tumba política. Y, de paso, con allanar el camino de una ERC que, a río revuelto, en lugar de conformarse con la mitad (el proceso de participación ciudadana propuesto ahora por el President) vaya a por el doble (la declaración unilateral de independencia). 

     Con este panorama cobra cada vez mayor fuerza la opción de convocar unas elecciones anticipadas con carácter plebiscitario. Algo, aseguran los partidarios de esta nueva vía, difícilmente impugnable desde Madrid (aunque todo puede suceder). Pase lo que pase, está claro que quien crea que la no celebración de la consulta del 9-N zanja la cuestión catalana está a años-luz de ver la realidad.

     Una realidad que viene - y vendrá - marcada por el fin de la carrera política de Artur Mas y por la llegada al poder en Cataluña de la verdadera vía soberanista: ERC. Entonces, si, llegará el problema de verdad para el gobierno central de Madrid, veremos si comandado por Mariano Rajoy, Pedro Sánchez o - de nuevo, en España todo es posible - el mismísimo Pablo Iglesias. 

     Sea como sea, la situación actual me recuerda a los cines de verano de los de antes, de los que cada vez quedan menos. Aquellos en los que por el precio de una entrada de cine normal se podían (en algunos pocos casos, todavía es así) ver dos películas en sesión continua. Una primera, la mala, la que servía para aposentarse, sacar el bocata y las papas y cenar con tranquilidad; y una segunda, la buena, en la que disfrutar de un buen postre, un helado o incluso palomitas. 

     Y es que el actual gobierno de Mas, con el apoyo de ERC, es la película mala. La infantil, la comedia romántica o la inclasificable. Porque la película buena, la de acción de verdad o la de inquietantes tramas paralelas que al final convergen entre sí para deleite del espectador, sin duda, está todavía por llegar. Será cuestión de coger el helado y las palomitas y abrir bien los ojos y los oídos para no perderse detalle de lo que acontece en el futuro inmediato de Cataluña y España...      

lunes, 13 de octubre de 2014

La mujer loca. Juan José Millás. Seix Barral. 2014. Reseña





     De vez en cuando sucede que no resulta nada fácil escribir una reseña sobre la novela recientemente leída. Este es uno de esos casos. Y es que La mujer loca no es una novela normal. No, no digo que sea anormal, claro. Pero es una falsa novela, lo cual dificulta, y mucho, la tarea que me propongo a realizar. Millás me ha puesto en un aprieto y voy a ver cómo puedo salir de él (si es que soy capaz de ello). Allá voy.

     La novela comienza como si se tratase de un manual alternativo de gramática no exenta de altas dosis de surrealismo. Julia, la protagonista, recibe la visita de palabras y frases cojas que demandan su ayuda para tener sentido y poder seguir viviendo en diccionarios y manuales. Sin duda, a Julia le falta un tornillo, está loca, pero también se muestra enormemente sensata en muchos aspectos. Es una loca muy cuerda, vamos.

     La pasión por el lenguaje le viene a Millás de lejos. Él mismo ha reconocido siempre en otros libros y entrevistas que esa pasión le llevó a escribir. Entiende las palabras como intermediarias entre la realidad y nosotros. Algo que en ocasiones le ha llegado a agobiar ya que considera que no somos nosotros quienes nos servimos de ellas sino al revés. De esa inquietud, quizás, haya nacido su nueva novela.

     De esa inquietud y de una crisis creativa que él mismo reconoce en La mujer loca. Y es que estamos ante una novela que presenta varias originalidades que la hacen especialmente atractiva. La primera, que el propio Millás es uno de los protagonistas principales de la trama. La segunda, que recupera para la literatura una figura importante muy utilizada en tiempos pretéritos: la del narrador en tercera persona. Un narrador que también es el propio Millás, claro. Y la tercera, la conjunción de géneros literarios a priori diferentes, como la novela, el reportaje y la autobiografía.

     Con todo ello crea su autor una novela falsa en la que corresponde al lector dilucidar lo que es real y lo que es ficción. Algo más complicado todavía dado un factor que acaba de enmarañar por completo la trama: la aparición de dos Millás, el de acá y el de allá, que coinciden en algunos aspectos pero que se contraponen en muchos otros. Los límites entre realidad y ficción terminan por ser muy abruptos en ocasiones y casi imperceptibles en otros momentos. 

     Habla el Millás narrador que el Millás protagonista sufre una crisis creativa que le lleva a una situación tal que siente que ha agotado sus recursos para crear ficción y que debe centrarse en las realidades cercanas a él para seguir escribiendo. Y nos presenta unas realidades que perfectamente pueden ser también ficción. De ahí que sea cuestión del lector decidir qué es realidad y qué no. Y, sin embargo, el Millás autor (el que no es narrador ni protagonista) afirma que esa crisis creativa es la que le sirvió para gestar esta novela. Una novela que nació de la imposibilidad de escribir una novela. Yo también estoy hecho un lío, tranquilo/a. Sigamos.

      Hay un tema que, sin ser el principal de la novela, está latente en todo momento. Hablo del amor. En todos sus sentidos. No solo del conyugal. Sino de todas las acepciones del término amor. Pero como no quiero desvelar mucho más del libro - creo que ya he sobrepasado ciertos límites - diré simplemente que todos los personajes que componen la trama están o han estado enamorados de alguien o de algo. Alguien o algo que les hace actuar de la manera en que lo hacen. Y ahí lo dejo.

     Para concluir, no puedo pasar por alto un tema tan serio como el de la eutanasia. Es uno de los hilos conductores de la novela. Emérita, la vieja con la que convive Julia junto a Serafín, el marido de la primera, desea morir debido a su cada vez menor calidad de vida debido a una enfermedad terminal que la tiene postrada a la cama hace ya demasiado (indigno) tiempo. Es Emérita, a través de su enfermedad, la que une a una serie de personajes que poco o nada tienen en común: Julia, Millás, Serafín, el cura Camilo y Carlos, el representante de DMD (Derecho a morir dignamente). Todos ellos se proponen, en la medida de sus posibilidades, ayudar a la enferma a conseguir sus propósitos. Por amor.

     La crisis creativa, la situación de Emérita, la pasión por el lenguaje y la relación que establece Millás con Julia, la mujer loca, hacen que nuestro autor-narrador-protagonista desdoblado retome una terapia psicoanalítica interrumpida tiempo atrás. ¿Os imagináis a Millás tumbado en el diván de la anciana Micaela, su nueva terapeuta octogenaria? ¿No? Pues ya tenéis otro motivo añadido para leer La mujer loca.
     


lunes, 6 de octubre de 2014

El extranjero. Albert Camus. Alianza Editorial. 2012. Reseña





     En 1957 Albert Camus recibió el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de una obra que pone de manifiesto los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy . El escritor francés de origen argelino desarrolló a lo largo de su obra un humanismo fundado en la conciencia del absurdo en la condición humana. 

     El Extranjero fue su primera obra publicada - que no escrita - y, junto a La peste, la más reconocida de su extensa trayectoria. Como siempre, resulta imprescindible estudiar el momento en que Camus escribió la novela: el frío invierno parisino de 1942, en plena ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Un París en el que se pasaba hambre y frío y se moría de terror ante las injusticias perpetradas por la barbarie hitleriana. 

     Camus narra en primera persona la historia personal de Meursault, ser indiferente a la realidad por resultarle esta inabordable y absurda, un extranjero dentro de lo que deberia ser su propio entorno. Y, por desgracia, un paria de la sociedad que comete un absurdo crimen del que será incapaz de defenderse pese a sentirse no culpable de la acción que causa la muerte del otro individuo. 

     Meursault es un hombre frío como un saco de hielo que no muestra nunca sentimiento de injusticia, arrepentimiento o lástima, ni siquiera de sí mismo. Un personaje pasivo y escéptico frente a todo lo que le rodea, incluídas la aburrida existencia humana e incluso la muerte. En definitiva, un ejemplo cruel de la sociedad deshumanizada y carente de valores morales que Camus percibió en un momento en que la existencia humana fue realmente mezquina. Sin duda, influyó en el autor la honda sensación de frustración y desesperanza creada por la ocupación alemana de París y el resto del continente europeo.

     El personaje central de de la novela nos invita a reflexionar con profundidad sobre el sentido que cada uno de nosotros ha de dar a su propia vida. Y, ante todo, nos obliga a luchar por una libertad cuya pérdida nos puede abocar a la cotidianidad, el absurdo y al sentido de pecado. En suma, una alienación total que puede llegar a hacernos sentir extranjeros, extraños, en nuestra propia casa. Estos factores precisamente son los que conducen a Meursault a una indiferencia tal que lo despoja del espíritu de lucha necesaria para defenderse ante el juez y el fiscal, víctima de lo absurdo, de su silencio, de su pasividad.

     Su comportamiento extraña a su jefe, ante quien no muestra alegría tras su ascenso y traslado a la capital; a María, su chica - por llamarla de alguna manera -, a la cual invita a bañarse y al cine justo después de celebrar el entierro de su propia madre; al director y al conserje de la residencia donde fallece esta, por no pedir por ella ni llorar ni pedir ver su cuerpo ya sin vida; y al lector, por todo ello y otras actitudes que nos lo muestran como frío y casi inhumano. 

     El estilo sencillo, de frases cortas, empleado por Camus nos adentra todavía más en la acción. Es una novela que parece estar escrita con la misma desgana que percibimos en su protagonista a la hora de abordar su propia existencia. Este es, en mi opinión, uno de los grandes aciertos del autor al abordar la escritura de la historia. Todo, absolutamente todo, desprende un cierto olor a aburrimiento, una desidia, un pasotismo . No se me ocurre mejor manera de narrar esta novela. Meursault habla de sí mismo como podría hacerlo de cualquier otra persona, sin emoción, de forma plenamente objetiva y como si hablara en realidad de un reflejo percibido en un espejo. Con un desapego de sí mismo que en el lector causa sorpresa y hasta espanto.

     Y lo peor de todo - y lo que más debe inquietarnos como lectores y como personas -, es que la sociedad juzga al protagonista más por sus actos pasados ​​y su evidente falta de apego a sí mismo que por su absurdo crimen. Una sociedad que juzga a sus integrantes sin conocer prácticamente sus pecados ni interesarse por ellos está destinada a deshumanizarse de forma progresiva. Y en esa sociedad es precisamente en la que vivimos. Inquietante, ¿verdad? Reflexionemos, pues ...     

miércoles, 1 de octubre de 2014

Un millón de gotas. Víctor del Árbol. Destino. 2014. Reseña





     ¿Puede un inocente niño de seis años morir a causa de unos trágicos sucesos acaecidos setenta años antes? ¿Cómo es posible que suceda algo así en pleno siglo XXI? ¿Qué o quién se esconde detrás de un acto tan salvaje e inhumano? Tras los éxitos de La tristeza del samurái y Respirar por la herida el ex-mosso de esquadra Víctor del Árbol nos sumerge en una trama de las que atrapan al lector de principio a fin. Una novela que quien os escribe ha devorado en muy pocas sesiones pese a su nada desdeñable longitud. 

      El nuevo libro de este barcelonés de 46 años de edad cumple a la perfección con lo que toda buena novela debe ofrecer al lector, a saber: entretenimiento, reflexión, sufrimiento, disfrute y enseñanzas. De la mano de este libro podremos conocer mejor (o ampliar nuestros conocimientos previos) el estado policial en que se convirtió el régimen estalinista de los planes quinquenales, las purgas y los envíos masivos a los gulags siberianos; las luchas intestinas en la España previa y posterior a la Guerra Civil; diversos aspectos referentes a la II Guerra Mundial; las relaciones internacionales (y personales) en plena Guerra Fría; y la implantación, desarrollo y actuaciones de las mafias rusas (redes pederastas, extorsiones, asesinatos y relaciones con los distintos poderes extra-gubernamentales incluidas) en nuestro país.

     Estamos ante una novela estrictamente realista sobre personas comunes con traumas del pasado que influyen en sus vidas y en las de quienes les rodean y que luchan, externa e internamente, y se debaten entre quiénes son en realidad y quiénes han querido (o siguen queriendo) ser. Personas que guardan las apariencias y juzgan a los demás como jamás quisieran ser juzgados. Gente que se traiciona a sí misma y a los demás. Gente que pasa del amor al odio en un abrir y cerrar de ojos. Personas que, víctimas de sus errores del pasado, buscan una especie de redención que les deje seguir con sus vidas a pesar de los pesares.

     Una novela que hace hincapié en cómo las personas inventamos la memoria que desconocemos o que simplemente nos conviene cambiar para salir de ella mejor parados; que desentraña la enorme complejidad de las relaciones entre padres e hijos, entre hombres y mujeres, en definitiva, entre seres humanos. Unos seres humanos que, en situaciones límite, pueden reaccionar de manera insospechada (incluso por ellos mismos), pasando de héroes a villanos o viceversa según las circunstancias que deben enfrentar. 

     Una historia, o más bien conjunto de historias, que buscan despertar la voluntad de los ciudadanos para ayudarles a ser críticos, libres y responsables. Para que, entre todos, gota a gota, construyan un océano que configure un mundo mejor para todos. Un mundo en el que tengan mayor importancia valores como la amistad, la lealtad y los ideales, que en la actualidad parecen (casi) inalcanzables. Una humanidad que no permita que nadie robe la infancia y los sueños de niños como los personajes de la novela: Roberto, Siaka, Gonzalo o Laura. Que no cause daños irreparables en la psicología de aquellos que en el futuro han de ser hombres y mujeres de bien.

     La acción se desarrolla entre la Barcelona de principios de siglo XXI y la URSS de entre los años 30 y 50, si bien el acontecimiento que nos intriga de principio a fin acontece en un lago cercano a la capital barcelonesa en el año 1967. La violencia, las muertes y los asesinatos narrados por el autor del libro están conectados entre sí pese a ocurrir en diversos escenarios y diferentes épocas. Esas conexiones son uno de los puntos fuertes de una novela en la que nada sucede por suceder, en la que todo tiene un por qué. Elías Gil, ingeniero comunista de Mieres que llega al Moscú de 1932 para ayudar a construir una gran URSS, e Ígor Stern, otro de esos niños que deben crecer rápido y en condiciones extremas, haciéndose a sí mismos y sobreviviendo a toda costa, son los personajes responsables de todos los sucesos acontecidos a lo largo de la novela. Su odio a ultranza irá destruyendo todo y a todos.

     Elías vivirá situaciones dantescas en Názino, el primer gran gulag construido por Stalin y sus secuaces en la estepa siberiana; Argèles, el inhumano campo de concentración del sur de Francia, al cual llega tras huir de la España franquista; la defensa y posterior reconquista de Stalingrado frente a los nazis; y la toma definitiva de Berlín en 1945. Pese a ello, luchará siempre (o casi) por sus ideales comunistas, enfrentando la decepción sufrida al comprobar la esclavitud del pueblo soviético a manos de unos líderes inhumanos y los hechos que marcarán para siempre su vida futura: la estancia y huida de la abominable isla siberiana.

     Setenta años después, Laura y Gonzalo, hijos de Elías, deberán enfrentarse a una red mafiosa rusa, denominada Matrioshka, que pondrá en jaque a sus respectivas familias. O a lo que queda de ellas. Y es que esos errores del pasado siempre influyen en nuestro futuro. Un futuro que, pese a todo, se puede volver a cambiar. Aunque para ello haga falta la voluntad de unir un millón de gotas para construir un océano mejor para todos. Novela altamente recomendable.