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lunes, 16 de mayo de 2016

Y Springsteen tomó el Camp Nou (14-05-2016)





     Han pasado casi 48 horas desde la mágica noche --y van siendo ya innumerables-- que Springsteen regaló a las casi setenta mil almas entregadas a él y a la E Street Band en un Camp Nou que fue un clamor durante las tres horas y media de show. En la mente de los asistentes, entre los que afortunadamente me incluyo, se agolpan tantos sentimientos y recuerdos que resulta prácticamente imposible escribir una crónica de todo lo que allí aconteció en una noche histórica.

     Bruce es para millones de personas en todo el mundo como un familiar muy especial que vive muy lejos y solo viene a vernos de vez en cuando. Como la familia es tan amplia, casi nunca viene a nuestra ciudad, por lo que hemos de tomar un avión, tren, autobús o nuestro propio coche para poder ir a visitarlo durante unas horas. Centenares o miles de kilómetros para pasar con él una noche que, aparte de agradable, resulta siempre única e irrepetible. Porque Bruce no ha hecho jamás dos conciertos iguales. Porque, consciente de que muchos de los que una noche cualquiera van a verle quizá no repitan, piensa que deben guardar para siempre esa noche en su memoria, por lo que no duda en hacer de cada concierto algo especial e imborrable.
   
     Lo peculiar y lo que hace de él quien es a día de hoy es que, a diferencia de la gran mayoría de artistas de todo tipo, le encantan los baños de masas no para engrandecer su ego, sino para hacer mucho más grande a cada una de las individualidades que forman esas masas. Porque el Boss es una arma de destrucción masiva que aniquila las depresiones e impurezas de las almas de quienes van a sus conciertos. De ellos sale uno revitalizado en el plano espiritual y anímico. Que no físico. Porque un fan entregado a la causa, que canta, grita, hace palmas y da saltos durante tantas horas seguidas sale del recinto como si le hubiera pasado por encima un camión. Y tarda incluso días en recuperarse de tan gran esfuerzo. Y quienes soléis ir a verlo de vez en cuando sabéis que no exagero un ápice. Sé perfectamente de lo que hablo.

     Y, llegado a este punto, he de hacerle un reproche a Bruce. No sé si alguien se lo habrá hecho ya, aunque no creo que sea yo el primero. Alguien debe decirle a este señor que sus conciertos deberían durar un par de horas. Como los de los Rolling Stones, U2, Coldplay o ACDC, por ejemplo. Porque él, que sin duda ha hallado la pócima secreta de la eterna juventud, no envejece, peros sus seguidores sí. Él aguanta sus tres horas y media de show como si nada, pero nosotros no. Nos cansamos mucho y cada vez nos cuesta más retornar a la normalidad. Él, que tanto respeta a cada uno de sus fans, debería pensar también en su salud. No en la suya, por supuesto, sino en la nuestra.

     No es saludable que, tras casi tres horas de concierto, estos tíos toquen seguidas Born in the USA, Born to run, Dancing in the dark y Tenth Avenue freeze-out. Menos todavía que, a renglón seguido, y cuando parece que todo ha terminado por fin, se arranquen con unos impresionantes e interminables Shout, Bobby Jean y Twist and shout. Porque servidor, cuando media hora antes tocaron The rising, se sentía ya con ganas de un Demolition (suponiendo que tuviera una canción con semejante título, a buen seguro la habría tocado también).

     Dicho esto --en tono irónico, o quizá no tanto--, el concierto, que incluyó hasta 36 canciones de todas las épocas del artista y la banda, tuvo momentos que permanecerán en las retinas y en los oídos de todos nosotros: desde las notas más rockeras --Badlands, My love will not let you down, I wanna be with you, Ramrod, Prove it all night o Because the night-- hasta las indispensables baladas --I wanna marry you, The river, Pointblank, The price you pay, Drive all night o Thunder road--, pasando por los ya clásicos himnos generacionales --No surrender, Hungry heart, Out in the street o The promised land--. 

     Otros momentos emotivos de la noche fueron la interpretación del mítico Purple rain del recientemente fallecido Prince --con un magnífico solo de guitarra de Nils Lofgren y la emocionada voz de Bruce--, que abrió los bises; las tradicionales peticiones, con Glory days y I´m going down a la cabeza; y el apoteósico final, con las ya mencionadas versiones de los Beatles. Todo ello, sin olvidar las canciones del álbum The river, con protagonismo, además de las ya reseñadas, de The ties that bind, Sherry darling, Jackson cage o Two hearts, interpretadas seguidas en las primeras posiciones del set list.

     El Barça, que acababa de ganar la Liga de fútbol, no pudo celebrarlo en su estadio. Lo cual no significa que no hubiera en él una gran fiesta. Es más, para los seguidores culés del Boss, sin duda, fue la fiesta perfecta. Y, por supuesto, a los no culés no nos importó unirnos a ella. En absoluto. Y es que el Boss es capaz de unir a culés, pericos, merengues y atléticos. La fuerza del rock and roll hermana a gente a priori irreconciliable. La de Springsteen, más si cabe. La imagen del Boss saludando desde la escalerilla de salida del escenario, guitarra alzada en mano incluida, justo antes de desaparecer, me hace realizar una petición a quien corresponda: por favor, que no sea la última vez que podamos ver a este tan querido familiar... ¡Vuelve pronto, tío Bruce!



                     

viernes, 4 de septiembre de 2015

Springsteen: 40 años corriendo para ganar





     25 de agosto de 1975. Bruce Springsteen y Columbia Records publican su tercer trabajo discográfico juntos. Mike Appel y John Landau, junto al propio Bruce, supervisan su grabación y producción. Solo 8 temas - con largas y magníficas introducciones instrumentales -, dos singles promocionales - Born to run y Tenth avenue freeze-out - y 39 minutos de duración bastan para poner a Springsteen en el lugar que nunca abandonaría desde entonces: la cúspide del rock and roll contemporáneo. Y eso que han pasado 40 años.

     A priori, 8 canciones y 39 minutos pueden parecer poco bagaje para un disco. Pero Springsteen y sus compañeros de la E Street Band trabajaron en él durante año y medio (enero de 1974-julio de 1975) en los Record Plant Studios y en los 914 Sound Studios de Nueva York. El resultado fue un disco épico y atemporal que aún a día de hoy emociona a quienes lo escuchan por vez primera. Un clásico que suena como nuevo a pesar de los años. Una descarga de rock and roll que la crítica acogió desde el principio con los brazos abiertos. Tanto que en 2003 la revista Rolling Stone lo colocó como el número 18 en su lista de los 500 mejores discos de la historia. Algo que, en mi opinión, se queda corto. Muy corto.

     Springsteen compuso el disco con la ayuda de un piano, no de una guitarra, y utilizó la técnica de sonido del "muro de sonido" para que sonara como Roy Orbison con Bob Dylan cantando y Phil Spector en la producción. ¿Y la portada? La portada merece mención aparte. Esa imagen tomada por Eric Meola de Bruce sosteniendo su Fender y apoyado en el hombro del saxofonista Clarence Clemons forma parte de la historia del rock. Big Man siempre fue uno de los sostenes de Springsteen. Su amistad y lealtad permanecen incluso más allá de la muerte del saxofonista el 18 de junio de 2012.

     La primera de las ocho obras maestras que componen Born to run es Thunder road. Estamos ante una canción que evolucionó tanto desde su primera versión que cuesta reconocerla. Cuando Bruce la compuso la tituló Wings for wheels, aparecían nombres de mujer como Angelina y Christina - finalmente sustituidos por el de Maria - y la estrofa final decía "is a town full of losers, and baby i was born to win" (Esta es una ciudad llena de perdedores, y nena yo nací para ganar) y no el ya legendario "it´s a town full of losers, and i´m pulling out of here to win" (Es una ciudad llena de perdedores, y yo estoy saliendo de aquí para ganar). La manida metáfora de la carretera como libertad jamás fue tan soberbiamente utilizada como en este caso. Esa armónica desgarradora simboliza a la perfección tanto la nostalgia por la juventud que se escapa como la imperiosa necesidad de cambiar de rumbo en la vida. Y el solo de saxo final de Big Man confirma ese triunfo, ese acercamiento a la tierra prometida de la que habla la canción.

     Tenth avenue freeze-out es un tema autobiográfico. Habla de cómo se va formando la E Street Band, destacando el glorioso momento en que "Big Man joined the band" (Big Man se unió a la banda). La canción suena a descarada y festiva, como no podía ser de otra manera. La mano de Steven van Zandt se nota en ese toque casi humorístico. Night es el tema más corto del álbum. Pero en sus escasos tres minutos promete escapar a toda prisa, con urgencia. La ametralladora del inicio (con la batería de Max Weinberg a la cabeza) da paso a ese saxo de Clarence, que llora y nunca descansa.

     Backstreets cierra la cara A del formato original de vinilo. Es un tema melodramático narrado con gran maestría. Otra pieza eterna, de museo. La desesperación que subyace puede ser debida a la relación del narrador con un hombre llamado Terry, junto a quien debe apartarse de la sociedad. Quizás haga referencia a una relación homosexual, pues en aquella época los amantes homosexuales debían vivir en la sombra. También es posible que simplemente sea un tema que habla de la amistad, en el pleno sentido de la palabra. El caso es que el órgano de Roy Bittan, la guitarra de Bruce y la batería de Max Weinberg nos ayudan a entender mejor a estos personajes que deben sentirse como cowboys de medianoche, siguiendo el efecto cinematográfico que Bruce buscó desde el primer momento en el disco. 

     La cara B del elepé comienza con Born to run. Al principio de esta entrada hablé de lo atemporal del álbum. Pues bien, este es el más claro ejemplo de cómo algo grabado hace cuarenta años puede sonar como actual, como algo que nunca pasa ni pasará de moda. Seis meses costó grabar un tema de cuatro minutos y medio. Cuatro minutos y medio que sirvieron para establecer el sello Springsteen para la posteridad. Esperanza, romance y carácter épico en una sola pastilla. Siguiendo la línea de Thunder road, Bruce le canta a su chica - que en esta ocasión se llama Wendy - que "tenemos que salir mientras seamos jóvenes, porque los vagabundos como nosotros, nena, nacimos para correr". Sin embargo, a diferencia de la anterior, es una canción que habla de confusión, desorientación, sentimiento de pérdida. Y no solo del propio Bruce sino de un país entero. Y es que estamos ante un disco grabado tras la guerra de Vietnam, la crisis del petróleo o el caso Watergate que acabó con el gobierno de Nixon. Es decir, en plena decadencia del mal llamado "sueño americano". 

     She´s the one es toda una declaración de amor. Y, fantástica letra aparte, el abrasador solo de saxo de Clarence y el hecho de que Bruce cante a lo Elvis la convierten en una de las mejores declaraciones de amor posibles. Meeting across the river es una canción para escuchar a oscuras y con el volumen al máximo. Es casi una nana que nos relaja y nos eleva el espíritu. Puede que pase desapercibida en las primeras escuchas del disco, pero no desmerece en absoluto del resto de las siete magníficas. Su piano nos conduce por un río del cual no queremos regresar.

     Y llegamos a Jungleland. ¿Qué puedo decir de esta maravilla? Este modesto blog debe su título a esta enorme joya. ¿Cómo puede una canción de nueve minutos dejarnos con ganas de más y con la sensación de quedarse corta? ¿Cómo puede dejarnos con los ojos llorosos, el pelo erizado y el cuerpo sudado, aunque la escuchemos tumbados en la cama en pleno invierno? Un introductorio violín triste; un piano que nos cosquillea; un saxo que nos empuja hacia arriba con fuerza inusitada; un Bruce, convertido ya en el Boss que todos conocemos, cantando a la par con melancolía y esperanza, con fragilidad y rabia; y un solo de saxo de Clarence capaz de levantar a un muerto. Un tema de diez. Muy emotivo. Redondo. La gran canción. La madre de todas las canciones. Un broche final perfecto para el disco perfecto. Para el disco.

     En definitiva, un disco optimista que nos invita a elegir nuestro futuro. El Bruce de 24 años (¡solo 24!) convertido en el Boss del rock and roll. El que cruzó por primera vez el charco para dejarnos imágenes y notas como las registradas en el legendario concierto del Hammersmith Odeon de Londres aquel 18 de noviembre de 1975. El Springsteen que eligió ser el futuro del rock no porque lo hubiera dicho John Landau sino porque era su sueño desde que, todavía más joven, imaginaba ser Elvis o Roy Orbison. 


        
                            

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tunnel Of Love - Bruce Springsteen. 1987. Reseña


    
     Hace ahora 25 años fue publicado el octavo trabajo de estudio de Bruce Springsteen, titulado "Tunnel Of Love", nacido a partir de las desavenencias conyugales del Boss con su esposa, la actriz Julianne Philips, con quien se había casado en 1985 y de quien se divoricaría en 1988, al año siguiente de la edición del álbum.
 
     Estamos, por tanto, ante un disco contemplativo, en el que el músico de New Jersey se interesó por las relaciones de pareja, los miedos y las carencias personales. Por ello, por vez primera, prescindió de sus compañeros músicos de la E Street Band, llamándolos a modo particular para que intervinieran cada uno de ellos en determinadas canciones del disco. Las letras y las músicas fueron compuestas íntegramente por el propio Springsteen, que grabó casi toda la música, incluyendo las secciones de batería y sintetizadores, sin más ayuda.
 
     Tras los rotundos éxitos de "Born in the USA", su más aclamado trabajo, y "Live/1975-85", recopilación de sus mejores directos de la última década, el Boss decidió tomar un nuevo camino musical. El resultado fue un trabajo introspectivo, pausado y muy reflexivo. La gira subsiguiente fue también diferente a las anteriores: eliminando algunos de los clásicos de su repertorio, con cambios en el diseño del escenario y de los atuendos de los músicos y diversos arreglos en los temas a base de secciones de viento.
 
     Fue precisamente en la parte europea de la gira, ya en 1988, cuando se disolvió su matrimonio y se anunció su relación con la corista de la E Street Band, Patti Scialfa, con quien posteriormente también se casó y sigue casado en la actualidad (24 años después). Tres hijos son el resultado final de dicho matrimonio.
 
     El disco consiguió el triple platino en su país y, pese a no alcanzar los éxitos de los anteriores, sí adquirió cierta relevancia y notoriedad en la carrera musical de Springsteen. Revistas musicales de gran prestigio como Q y Rolling Stone lo incluyeron en las listas de mejores discos de la historia del rock. Producido por el propio artista, Jon Landau y Chuck Plotkin, presentó doce temas (6+6) en su tracklist:
 
      +Cara A: "Ain´t Got You" (una armónica juguetona y una simpleza rítmica sirven para afirmar que nada está completo sin amor), "Tougher Than The Rest" (cuarto single del disco, en el que el autor se alista como voluntario del amor a pesar de sus riesgos y su dolor), "All That Heaven Will Allow" (canción country nostálgica pero optimista que otorga esperanza frente a tanta adversidad emocional), "Spare Parts" (tema más parecido a su etapa anterior clásica con la E Street Band, narra la historia de una madre soltera abandonada que debe decidir entre ahogar a su hijo en un río o luchar por él hasta el límite de sus fuerzas mientras reflexiona sobre el tema de la evasión al compromiso y la fortaleza ante la soledad), "Cautious Man" (temeroso folk acústico en el que se habla sobre los riesgos de la entrega total y el pánico a no ser correspondido), y "Walk Like A Man" (tema en el que el Boss asume su duelo y decide caminar con dignidad y dolor).
 
      +Cara B: "Tunnel Of Love" (segundo sencillo del disco, vislumbra los picos y las simas de las relaciones y compara el amor con un parque de atracciones lleno de emociones pero también de inestabilidad), "Two Faces" (country pop que afirma que el encanto y la condena del amor están en su impredecible conducta; manifiesto de que en todas las relaciones de pareja es inevitable la dualidad y de que la polaridad fija es imposible de alcanzar), "Brilliant Disguise" (primer single del álbum, en el que la confusión y un camino sin salida diferente a la ruptura se combinan para opacar el panorama sentimental del artista, que califica a su pareja como "un brillante disfraz" que oculta una realidad bien diferente a la que él pensaba), "One Step Up" (tercer single del trabajo, es una balada muy triste ante la certeza de una relación que está abocada a su fin), "When You´re Alone" (un piano resignado describe el desamparo que supone la soledad tras el desamor) y "Valentine´s Day" (hermosa balada que recuerda a los valses tranquilos que sirve para que Bruce termine su disco con la esperanza suficiente para sostener el vínculo amoroso hasta el final). 
 
     En definitiva, "Tunnel Of Love" supuso el fin de una doble etapa en la vida personal (fin de su matrimonio con su primera esposa) y la carrera musical del Boss (dejando atrás esa época rockera sin concesiones) y nos presentó a una persona y a un músico más adulto y con sentimientos mucho más maduros, demostrando que los "jefes" también son humanos y tienen sus corazones, miedos y fantasmas internos.
 
 
 
           

miércoles, 11 de enero de 2012

Human Touch / Lucky Town. Bruce Springsteen. 1992


     Lanzados juntos, pero no revueltos, el 31 de marzo, ambos discos se grabaron de forma conjunta, dándose por finalizados en enero de 1992, hace justo 20 años. Tras cinco años de silencio musical, sin la E Street Band (a excepción de Roy Bittan y Patti Scialfa), divorciado de su primera mujer y emparejado con Patti Scialfa, la ex-novia de su compañero Nils Lofgren, el Boss se lanzó a la aventura de llevar a la vez dos discos que poco tenían que ver el uno con el otro. Por eso no se editaron como un disco doble sino como dos independientes.

     Human Touch (septiembre de 1989-enero de 1992) es un disco más oscuro, con menor frescura que Lucky Town. El tema que le da título fue el single de presentación de ambos discos. En total, 14 canciones entre las que destacan la homónima referida (Human Touch), una agria crítica televisiva (57 Channels (And Nothin´On)), la mayor y mejor pieza de rock and roll de ambos discos y, dicho sea de paso, poco o nada explotada en los años y giras siguientes (Roll Of The Dice), una canción de amor-desamor de gran valor (I Wish I Were Blind) y una nana tradicional arreglada por Bruce para la ocasión (Pony Boy), muy criticada por la mayoría de sus fans desde el primer momento pero que a mí me gusta e incluso le canto a mi hijo alguna que otra noche antes de dormir.

     La verdad es que el resto de los temas de este disco están muy lejos de ser las mejores canciones de Bruce en toda su carrera musical. Quizás habría sido un disco mejor, más digerible y comercial con solamente 10 temas. Ciertamente, se puede llegar a hacer un poco largo ya que algunas de las canciones no llegan a transmitir prácticamente nada.

     Lucky Town (septiembre de 1991-enero de 1992), en cambio, es un disco lleno de frescura, alegría, luz. Ninguna de sus 10 canciones tiene desperdicio. Y el inicio, con "Better Days", "Lucky Town" y "Local Hero" es de antología. Estos tres temas te dejan sin aliento y con ganas de seguir escuchando el resto del disco. La balada "If I Should Fall Behind" rebaja la tensión rockera pero no las sensaciones que transmite el disco. Es una canción utilizada por Bruce en los años sucesivos para momentos de gran emoción en sus conciertos, incluso con la E Street Band. "Leap Of Faith" concluye la cara A del vinilo, devolviéndonos a la fuerza del demoledor inicio.

     La cara B se inicia con "The Big Muddy", un tema de relax entre la anterior y "Living Proof", otro tema en el que la batería y las guitarras nos transportan a un lugar diferente antes de volver a traernos a la serenidad con "Book Of Dreams", que nos prepara para vibrar de nuevo con "Souls Of The Departed", donde Bruce nos deleita con su harmónica en la parte central-final. El último tema del disco, "My Beautiful Reward", nos deja con un sabor de boca inmejorable, con guitarra acústica y órgano sonando de manera fantástica. Sin duda, una bonita forma de terminar un disco de gran colorido.


     En definitiva, dos discos diferentes grabados con músicos diferentes. De hecho, solamente el propio Bruce, Roy Bittan y Patti Scialfa repiten en ambos. Los deseos del Boss de trabajar con músicos diferentes le llevaron a rizar el rizo en el tour con el que recorrió medio mundo tras la publicación de los dos discos referidos. De esta manera, nuevamente, se producen cambios en la formación de la banda de acompañamiento, repitiendo también Bittan y Scialfa. Dicha gira dio como resultado el disco en vivo "Plugged", editado ya en abril de 1993, trece meses después de "Human Touch" y "Lucky Town".

Músicos que acompañaron al Boss en los discos y en la inmediata gira:

- Teclados: Roy Bittan.

- Guitarra y coros: Patti Scialfa.

- Batería: Jeff Porcaro (Human Touch), Gary Mallaber (Lucky Town) y Zachary Alford (gira y Plugged).

- Bajo: Randy Jackson (Human Touch), el propio Bruce (Lucky Town) y Tommy Sims (gira y Plugged).

- Percusión: Jeff Porcaro (Human Touch), el propio Bruce (Lucky Town) y Crystal Taliefero (gira y Plugged).

- Coros: Sam Moore, Bobby King y Bobby Hatfield (Human Touch), Soozie Tyrell y Lisa Lowell (Lucky Town) y Gia Ciambotti, Carol Dennis, Cleopatra Kennedy, Angel Rogers y Bobby King (gira y Plugged).

Ambos discos fueron producidos por el propio Bruce Springsteen, Jon Landau, Chuck Plotkin y Roy Bittan (Human Touch).

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Live/1975-85. Bruce Springsteen & The E Street Band. XXV aniversario

     A sus 37 años de edad, tras trece años de carrera musical, siete exitosos álbumes de estudio, treinta y tres discos de platino (quince de ellos por su recientemente aclamado "Born In The USA") y una intachable y más que merecida fama como gran showman y todo un derrochador de grandes conciertos (algunos de ellos de más de ¡cinco horas de duración!), tanto sus fans como su compañía discográfica, Columbia Records, demandaban un disco en directo del Boss y la E Street Band. Sin embargo, al genio de Freehold asentado en Asbury Park no le gustaban esta clase de recopilaciones ya que prefería los directos in situ. Ciertamente, costó de convencer. Solo una serie de condiciones, impuestas por él mismo, lo hicieron posible.


     The Boss se empeñó en sacar un formato de box-set (triple CD, triple cassette o quíntuple vinilo) ya que no estaba dispuesto a mutilar parte de su obra. Si había que hacerlo, quería que fuera algo bien hecho. Así, la colección resultante contó con cuarenta canciones, siendo su duración total de 216 minutos (3 horas y 36 minutos), prácticamente lo que venían a durar la mayoría de sus directos. Se editó el 10 de noviembre de 1986, hace exactamente 25 años.

     En la colección se recogen las mejores grabaciones del artista con su banda, la E Street Band, a lo largo de toda una década de shows repartidos por todo el territorio estadounidense. Producido por él mismo, Jon Landau y Chuck Plotkin, el trabajo realizado para rescatar las piezas a incluir en la caja resultó una tarea dura y muy larga, habida cuenta la gran cantidad de material guardado y el empeño del Boss en alcanzar la perfección en el sonido de cada una de las pistas seleccionadas.

     En su momento de máxima popularidad en la cultura popular norteamericana, gracias al éxito de "Born In The USA", sus críticas a los gobiernos republicanos y a su matrimonio con la actriz Julianne Philips, el disco vendió trece millones de copias solo en su país, siendo el primer box-set de la historia en llegar al número 1 en la famosa lista del Billboard. Las claves de tan gran éxito fueron, básicamente, dos: mostrar los elementos más atractivos y poderosos para sus seguidores (sus largas introducciones habladas en muchos de los temas y sus inagotables fuerzas y ganas de hacer disfrutar a los asistentes) y la gran destreza musical del magnífico elenco de músicos que eran sus acompañantes, que formaban la E Street Band.

     El álbum daría lugar a dos únicos singles de lanzamiento: "War" y "Fire". El primero llegó al número 8 en la lista del Billboard. El segundo apenas se situó en el 46, rompiendo la fabulosa racha del Boss, cuyos últimos ocho singles habían entrado entre las diez primeras posiciones. Aún así, el disco obtuvo una gran repercusión mediática debido a su novedoso formato: el disco compacto (CD).

     De los inolvidables conciertos del Roxy Theatre en 1975 y 1978 se rescataron piezas como "Thunder Road", que abre el primero de los CDs y, por consiguiente, la caja, "Backstreets", "Spirit In The Night" o "Rosalita". "4th of July, Asbury Park (Sandy)" pertenece al mítico show del Nassau Coliseum en la Nochevieja de 1980. Del fabuloso concierto en el Winterland se editó para la ocasión el single "Fire". El broche de oro al primero de los CDs lo puso el "Two Hearts" de uno de los conciertos de la larga serie de shows de julio de 1981 en el Meadowlands Arena.

     Lo mejor de los conciertos del Meadowlands ´81 ("Cadillac Ranch", "Racing In The Street" o "Candy´s Room") y Nassau Coliseum ´80 ("Because The Night" o "Darkness On The Edge Of Town") se recogen en el segundo de los CDs, junto a temas del LA Coliseum ("Born In The USA" y "Seeds") en septiembre de 1985, en la exitosa gira de "Born In The USA".

     El último de los CDs recoge lo mejor de la última gira en sus conciertos en el LA Coliseum, en septiembre de 1985 ("The River", el single "War", versión de un tema de Barrett Strong y Norman Whitfield, o "The Promised Land"), y en el Giants Stadium, en agosto del mismo año ("Born To Run", "Working On The Highway" o "I´m On Fire"). Además, el CD y la caja se cierran con "Jersey Girl", versión del tema de Tom Waits, grabada en julio de 1981 en el Meadowlands Arena.

     Todos los conciertos referidos con anterioridad se pueden encontrar, íntegros o casi en su totalidad, a través de internet. Cualquiera de ellos nos puede servir para comprender, en su primera escucha, la grandeza de un hombre, Bruce Springsteen, y de la mejor banda de acompañamiento de la historia del rock and roll, la E Street Band, en su primera época. La época que, para muchos de los grandes especialistas musicales mundiales, define el rock and roll en mayúsculas.

     En este box-set intervienen: Bruce Springsteen (voz, guitarra y armónica), Roy Bittan (piano, sintetizador y coros), Max Weinberg (batería), Garry Talent (bajo y coros), Steve Van Zandt (guitarra y coros, hasta 1984), Nils Lofgren (guitarra y coros, desde 1984), Patti Scialfa (sintetizador y coros, desde 1984) y los malogrados Danni Federici (órgano, teclados, coros y glockenspiel) y Clarence Clemons (saxo, percusión y coros).

     Directo imprescindible para todos los amantes del rock and roll tradicional norteamericano pese a no contener la que, para mí, es la gran obra maestra de Bruce Springsteen & The E Street Band: "Jungleland". Como despedida, los dos temas que fueron singles de la colección: "Fire" y "War".