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lunes, 20 de diciembre de 2021

Mis diez mejores lecturas de 2021


 



10. Parte de mí. Marta Sanz. Anagrama. 2021. Marta Sanz acababa de publicar pequeñas mujeres rojas una semana antes de decretarse en España el estado de alarma por la covid-19. Todos los actos promocionales quedaron suspendidos y la autora, convencida detractora de las redes sociales, decidió abrir una cuenta en Instagram para poder dar a conocer su nueva obra. Así, acabó convertida en una auténtica instagramer. Y protagonizó no pocas entrevistas, presentaciones, clubs de lectura, charlas, etc. Además, pudo abrirse, más si cabe, a los lectores y contarles todo aquello que forma parte de ella. Porque Parte de mí es un peculiar diario de la pandemia que comenzó a andar pocos días después de crear la cuenta en la referida red social. 

9.  Mientras escribo. Stephen King. Plaza & Janés. 2001. En el verano de 2000 Stephen King estuvo a punto de morir a causa de un atropello mientras daba su paseo diario por los alrededores de su casa de Maine. Se hallaba a medias de la escritura de este ensayo sobre el oficio de escritor. Había escrito sobre su juventud y su temprano interés por la escritura y había dado buena cuenta de la mayoría de las herramientas que él cree básicas y necesarias para convertirse en un buen escritor. Así, a Mientras escribo le faltaba solo la parte final, que debía hablar de las distintas versiones de un libro y las engorrosas pero inevitables correcciones finales. Aquel terrible accidente le hizo añadir un nuevo capítulo, una especie de postdata, que fue titulado con un simple pero significativo Vivir. El libro, sin duda muy diferente al resto de su obra, constituye un clarificador, útil y revelador testimonio de cómo debe trabajar un escritor que de verdad quiere dedicarse a ese oficio.

8.  El retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde. Club Internacional del Libro. 1993. Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad, dijo en una ocasión Oscar Wilde. A los 36 años de edad el escritor, poeta y dramaturgo irlandés escribió su única novela. Una novela de terror gótica que pasó a la historia como una de las más grandes obras del género y también como una de las más importantes novelas de todos los tiempos. Además, creó una enorme controversia en la Inglaterra de la época el hecho de la gran atracción física que el protagonista de la historia inspira al creador de su retrato, el pintor Basil Hallward. ¿Homosexualidad en una novela de finales del siglo XIX? Pues es algo muy probable.

7.  Desayuno en Tiffany´s. Truman Capote. Anagrama. 1990. En 1958, con tan solo 34 años de edad, Truman Capote publicó la novela en EE. UU.. Quienes tuvieron el privilegio de leer aquella edición de Random House durante los tres años siguientes se imaginaron una Holly Golightly muy diferente de todos aquellos que hemos ido haciéndolo con posterioridad. Y es que en 1961 el director Blake Edwards rodó la película, cuyo título se tradujo en España como Desayuno con diamantes, interpretada por Audrey Hepburn. Y desde entonces resulta imposible ya leerla sin ver el rostro de la actriz cada vez que aparece en escena el personaje de Holly. Una Holly que adquiere una nueva dimensión no tan desdichada como la original creada por Capote. La censura de la época, además, privó al film de las aficiones de la protagonista (fumar marihuana), su forma de ganarse la vida (mediante la prostitución) su bisexualidad y su anterior aborto.

6.  La madre. Maximo Gorki. Club Internacional del Libro. 1993. Publicada en 1907, fue escrita en 1906. Frustrada la revolución del año anterior, Gorki había sido enviado por los bolcheviques a EE. UU. con la finalidad de recaudar dinero para incrementar sus fondos. Durante la visita a las montañas de Adirondack recibió la inspiración de la que emanó esta novela. Una novela que pasó a la historia como precursora definitiva de lo que hoy conocemos como Revolución Rusa de 1917. La existencia de la lucha de clases, la crítica despiadada pero realista del régimen zarista, la convencida defensa del derecho a la vida de las clases populares y de los bajos fondos sociales y la imperiosa necesidad de que todos los obreros del mundo unieran sus fuerzas contra los diferentes regímenes opresores de sus derechos son los cuatro pilares fundamentales en los que se asienta la historia que protagoniza, además, una mujer: Pelagia. 

5.  Solo la noche. John Williams. Fiordo Editorial. 2019. Escrita en 1948, Williams anticipa con claridad aquello en lo que iba a llegar a convertirse con sus tres novelas posteriores: un escritor de culto. Al más puro estilo Salinger (El guardián entre el centeno) o Camus (El extranjero), ambas también primeras novelas, el debut literario de Williams narra un día de la vida de un alienado, un indolente, un joven que no encaja en el mundo en el que le ha tocado vivir. Un personaje taciturno y desencantado, sin duda a consecuencia de un trauma del pasado que nos será revelado en su momento. Arthur Maxley, como Holden Caulfield o Meursault, no puede controlar el devenir de su vida, sino que vive según sopla el viento. Incapaz de conseguir amor y amistades, su carácter solitario y poco social acaba por meterlo en problemas de toda índole.

4.  El hijo del padre. Víctor del Árbol. Destino. 2021. La maldad, la desgracia y las maldiciones juegan un papel muy importante en la trama de la última novela de Víctor del Árbol. Como comenta, en varias ocasiones, además, Alma Virtudes, los hombres de su familia están infectados con el virus de la infelicidad y la autodestrucción. No importaba la generación, ni el momento, al final esa maldición se manifestaba y era una lengua de fuego que abrasaba cuanto tenía alrededor. Justos y pecadores. Todos acababan pagando esa rabia insensata, esa ira contra una vida que nunca era como debería ser. Y Diego Martín, el protagonista principal de la novela, reconoce que su abuela tenía toda la razón. Él, que durante años había tratado de ser diferente a sus progenitores, que había levantado puentes levadizos para que la infelicidad no le alcanzase, vislumbra al fin, apesadumbrado, que era como su padre, como su abuelo. De los que se marchaban, de los que huían. 

3.  Llévame a casa. Jesús Carrasco. Seix Barral. 2021. Asegura Carrasco que Llévame a casa es su novela más autobiográfica. Así, Juan Álvarez, su protagonista, vivió en Torrijos (Toledo), donde participó en carreras de medio fondo de cross en su juventud, y luego en Edimburgo, lugar en el que sobrevivió en un principio como trabajador hostelero. El propio Carrasco también pasó hace años por esas mismas situaciones. Además, también huyó de alguna manera del medio rural en busca de la ciudad. Y, como Juan, regresó de nuevo a sus orígenes años más tarde. Ambos, escritor y personaje, protagonizaron, pues, una especie de huida y de retorno. Cual hijos pródigos. Una vuelta a su pueblo, su barrio y su casa desde una de las capitales más bonitas del norte del continente europeo. Afirma el autor la gran cantidad de parques y espacios verdes de la ciudad escocesa, lo cual hace hincapié de nuevo en la suma importancia que para él tienen la naturaleza y los espacios naturales. Algo que ya observamos en sus anteriores novelas, especialmente en Intemperie

2.  El huerto de Emerson. Luis Landero. Tusquets. 2021. Landero hablando de sí mismo de nuevo. De cómo se fue cociendo a fuego lento el escritor en el que terminó por convertirse. Reconstruyendo pequeños momentos de su existencia a partir de recuerdos de hechos, de palabras o de situaciones absolutamente normales. Narrando pequeñas historias cotidianas que guarda en algún recóndito lugar de su memoria y que, al invocarlos frente al papel, reaparecen para acabar plasmados en forma de libro. Alejado de los focos mediáticos, el escritor extremeño afincado en Madrid ha escrito varias novelas formidables. Y también un par de magníficos libros basados en sus propias vivencias personales: El balcón en invierno y El huerto de Emerson

1.  La fiesta del Chivo. Mario Vargas Llosa. Alfaguara. 2000. Publicada en España por Alfaguara en el año 2000, la novela narra las últimas horas de vida del tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Un país, la República Dominicana, de tres millones de habitantes en el que no todos tenían el mismo respeto y el mismo miedo ante el Chivo y en el que un grupo de valientes trazó un plan para acabar con el tirano y llevar a su nación hacia una transición a la democracia. Vargas Llosa nos hace vivir in situ las frenéticas horas anteriores y las semanas y meses inmediatamente posteriores al asesinato del Benefactor. Intrigas, luchas intestinas entre los hombres más cercanos al Generalísimo, un asqueroso derecho de pernada medieval en pleno siglo XX, nauseabundas torturas, altas política y diplomacia, equilibrismos y prestidigitaciones maquiavélicas en torno al poder y cómo abrirse paso entre cadáveres son algunos de los temas que nos presenta el Premio Nobel peruano durante las más de quinientas páginas de La fiesta del Chivo. Mi mejor lectura de este 2021 que ya termina.






jueves, 8 de abril de 2021

La fiesta del Chivo. Mario Vargas Llosa. Alfaguara. 2000. Reseña





    El 30 de mayo de 1961, tras casi treinta y un años de tiranía, murió asesinado en Ciudad Trujillo --antes de 1930 y después de 1961, Santo Domingo de Guzmán-- el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. La conocida como Era de Trujillo fue una de las más duras y sangrientas dictaduras militares del siglo XX en toda América Latina. Represión de la oposición, anticomunismo, culto a la personalidad, monopolio empresarial en manos suyas y de su familia, inexistencia de libertades civiles, intento de exterminio de la población dominicana de origen haitiano y violación sistemática de los derechos humanos (desapariciones, delaciones, detenciones ilegales, torturas, etc) fueron señas de identidad del gobierno de Trujillo. Conocido como el Benefactor, el Padre de la Patria Nueva, el Generalísimo, el Jefe o el Chivo, cayó en una emboscada a las afueras de la capital a la edad de setenta años.

    La fiesta del Chivo, la novela de Mario Vargas Llosa publicada en España en el año 2000 por Alfaguara, narra las últimas horas de vida del tirano de la República Dominicana. Un país de tres millones de habitantes en el que no todos tenían el mismo respeto y el mismo miedo ante el Chivo y en el que un grupo de valientes trazó un plan para acabar con él y llevar a la república hacia una transición a la democracia. La pluma del futuro Premio Nobel de Literatura 2010 nos hace vivir in situ las frenéticas horas anteriores y las semanas y meses inmediatamente posteriores al asesinato del Benefactor. Intrigas, luchas intestinas entre los hombres más cercanos al Generalísimo, un asqueroso derecho de pernada medieval en pleno siglo XX, nauseabundas torturas, altas política y diplomacia, equilibrismos y prestidigitaciones maquiavélicas en torno al poder y cómo abrirse paso entre cadáveres son algunos de los temas que nos presenta Mario vargas Llosa en estas más de quinientas páginas.

    La fiesta del Chivo es claramente una novela histórica basada en hechos reales. La mano del escritor peruano nos lleva, con un ritmo pausado y elevado --según requieren los sucesos abordados--, unas escenas significativas y explicativas de la situación narrada en cada página y una precisión milimétrica, a esa República Dominicana truculenta de 1961 en la cual el régimen del tirano agoniza a causa de las sanciones económicas, las presiones de la iglesia católica, las amenazas exteriores y de la OEA (Organización de Estados Americanos) y la posible intervención de los EE. UU. del presidente Kennedy. Así, el asesinato del Jefe, cuyos problemas prostáticos y de erección se acentúan día a día, no hizo más que adelantar el fin de una Era que, de todas formas, estaba ya prácticamente finiquitada. Por tanto, las situaciones narradas forman parte del maquiavélico plan desarrollado --con ayuda de la CIA-- para tratar por todos los medios que ningún familiar de Trujillo buscara prolongar bajo su figura la tiranía del Padre de la Patria Nueva.

    El personaje de Urania Cabral es el único ficticio de la novela. Con ella, Vargas Llosa nos quiere contar la historia de una joven anónima que regresa a la isla treinta y cinco años después de jurar que no volvería a pisarla por nada del mundo. En 1961, tan solo quince días antes del asesinato de Trujillo, huyó de su país asqueada, abandonando a su familia para siempre. Jamás contestó a ninguna carta ni descolgó el teléfono a ningún familiar, especialmente a su padre, ejemplo personificado de hasta dónde puede llegar un hombre (caído en desgracia en las postrimerías de un régimen al que ha servido durante más de treinta años) a causa de sus ansias de poder y de figurar. Urania tiene ahora cuarenta y nueve años, sigue sintiéndose vacía y sucia, y afirma haber sido incapaz de tener un solo amor durante esos treinta y cinco años. Tampoco es capaz de decir el motivo de su regreso, un retorno a ese Santo Domingo --por aquel entonces, todavía Ciudad Trujillo-- que ya no es el mismo. Como tampoco lo es ella misma. 

    La narrativa de la novela se mueve en todo momento a modo de flashbacks en torno a tres ejes fundamentales: la historia personal de Urania --en 1996 (momento presente de la novela) y en 1961--, la historia de Trujillo --a lo largo de los treinta y un años de su dictadura y en el día de su muerte, el treinta de mayo de 1961-- y los asuntos de los conspiradores y asesinos del Chivo --desde los últimos años, durante la jornada del asesinato y, en el caso de los únicos dos supervivientes, a través de los días, semanas y meses de posterior oscuridad, huida y escondite--. Ni qué decir tiene que los retratos psicológicos de cada uno de los personajes --reales o ficticio (Urania)-- son fruto de un complejo y elaborado proceso de documentación, una imaginación sin duda basada también en hechos reales --la angustia vital de Urania es real, aunque el personaje no lo sea, porque seguro que hubo muchas mujeres como ella en aquella República Dominicana tiranizada-- y un saber hacer solo al alcance de un genio de la altura del Premio Nobel peruano.  

    Como historia viva que es --pese a tratarse de una novela--, La fiesta del Chivo es una forma muy amena pero instructiva de adentrarnos en uno de los capítulos más abominables de la historia de la América Latina del siglo XX. El ejemplo de Trujillo, no en vano, fue seguido en las décadas siguientes por otros siniestros personajes en otros lugares: Tiburcio Carías Andino en Honduras (1933-1949), la dinastía de los Somoza en Nicaragua (1934-1979), Fulgencio Batista en Cuba (1952-1959), Gustavo Rojas Pinilla en Colombia (1953-1957), Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989), Hugo Banzer en Bolivia (1971-1978), Augusto Pinochet en Chile (1973-1990), Aparicio Méndez en Uruguay (1976-1981), Jorge Rafael Videla en Argentina (1976-1981) o Manuel Noriega en Panamá (1983-1989) no dudaron en seguir los pasos del dictador dominicano. Más de medio siglo de violencia intestina en un continente plagado de pequeños y grandes tiranos arrancó con la figura del Benefactor.

    El aspecto militar siempre jugó un papel vital en todos estos casos. También, obviamente, en la República Dominicana de Trujillo. Johnny Abbes García fue la mano derecha del tirano como jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM). ¿Cómo logró montar por casi toda América Latina y Estados Unidos una red tan eficiente de informadores gastando tan poco dinero? Trujillo admiraba la sutileza y originalidad con que libraba al régimen de sus enemigos. Contribuyó también el hecho de colocar como presidente de la república a un títere al que manejar desde detrás sin ningún tipo de escrúpulos. Joaquín Balaguer, sosegado, hábil y buen diplomático y negociador, manejó con gran templanza los grandes problemas del régimen. El Concordato entre la República Dominicana y el Vaticano, que Balaguer negoció y Trujillo firmó en Roma, en 1954, legitimaba las acciones del régimen ante el pueblo dominicano. Balaguer, por cierto, dio un gran paso al frente tras ser asesinado el Chivo y se convirtió en el gran protagonista de la transición a la democracia en su país. 

    En efecto, Balaguer pasó de su tradicional ni un instante, por ninguna razón, perder la calma a, con toda la sangre fría habida y por haber, jugarse el todo por el todo. Así, en las semanas y los meses posteriores a la muerte del Generalísimo hubo de lidiar con situaciones muy comprometidas con Ramfis, el temerario hijo mayor del Chivo, y con los hermanos del dictador. En las crisis se conoce al verdadero estadista, le felicita al final Calvin Hill, agregado estadounidense en la capital dominicana tras la huida de todos los familiares de Trujillo. Un gran ejemplo, sin duda, de cómo alguien puede sorprender a sus rivales políticos --por ejemplo, al militar Johnny Abbes García-- para hacerse con el poder de forma absolutamente inesperada. La fiesta del Chivo es también, por todo lo reseñado, un ejemplo de cómo utilizar la narrativa para traernos la Historia con todo lujo de señales. Si cualquier estudiante de la Historia contemporánea de América Latina quiere aprender mientras se entretiene y disfruta, esta es su novela. Sin ninguna duda.

    Aunque a Vargas Llosa tardaron una década en concederle el Premio Nobel, seguro que la Academia sueca tomó muy buena nota de esta novela. Hasta la fecha, la mejor de este autor que he podido leer. Cien por cien recomendable para los amantes de la Historia y para quienes gustan de leer historias muy bien estructuradas y narradas. Un placer para los sentidos que finaliza demasiado rápidamente pese a sus más de quinientas páginas. Se hace corta, muy corta. Y esa es una muy buena señal.