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viernes, 1 de noviembre de 2019

Largo pétalo de mar. Isabel Allende. Plaza & Janés. 2019. Reseña





     La escritora chilena Isabel Allende ganó el Premio Internacional de Novela Histórica Barcino 2019 con su última obra publicada, Largo pétalo de mar, que salió a la venta a finales de mayo del presente año. Una historia que rinde homenaje a la travesía del Winnipeg ochenta años después de que transportara a tierras chilenas a más de dos mil republicanos españoles exiliados de su patria tras la finalización de la Guerra Civil Española. El trayecto duró un mes exacto --del cuatro de agosto al 3 de septiembre--, tiempo que tardó el barco en recorrer la distancia entre Pauillac (Francia) y Valparaíso (Chile). El viaje fue gestionado por el canciller Abraham Ortega Aguayo y el cónsul y poeta Pablo Neruda, simpatizante del bando republicano que decidió poner su granito de arena para sacar a los refugiados españoles de los campos de concentración franceses.

     Trasladar a los republicanos españoles hasta Chile fue algo muy costoso, y no solo en lo tocante a lo económico. Solo el empeño de Ortega y Neruda consiguió que el presidente chileno, Pedro Aguirre Cerda, hiciera frente a las constantes presiones de los sectores más conservadores de la nación, que se oponían tajantemente a la llegada a tierras chilenas de los republicanos españoles --manada de rojos, ateos y posiblemente criminales--. La noche en que el Winnipeg levó anclas y zarpó desde Francia, Neruda escribió: que la crítica borre toda mi poesía si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie. No en vano, el poeta recordaría en sus Memorias que este acontecimiento histórico había sido mi más bello poema. Entre las autoridades que dieron la bienvenida al barco en Valparaíso un mes más tarde figuraba el por entonces Ministro de Sanidad Salvador Allende.    

     Años después, el tío de la autora más vendida en lengua castellana se convirtió en presidente de Chile, hasta su asesinato en 1973 en el transcurso del golpe de estado perpetrado por el general Augusto Pinochet. Por tanto, el libro de su sobrina Isabel es también un homenaje a la figura del gran presidente que fue Allende. Así, las continuas referencias a su tío, a su amigo poeta Neruda y al cantautor Víctor Jara, cruelmente asesinado por el régimen militar, forman parte de la columna vertebral de la novela. También los personajes españoles llegados a tierras chilenas, ese largo pétalo de mar y vino y nieve, como lo definió el propio poeta, que se convirtió en lugar de acogida y permitió que, de mejor o peor manera, los exiliados se integraran en su sociedad, enriqueciéndose mútuamente. 

     Con el tiempo, como nos demuestra la Historia, esos exiliados españoles hubieron de volver a vivir aquello de lo que habían huido cuarenta años atrás. Y lo hicieron en un país que se había convertido, en la mayoría de los casos, en su país. Porque, según fueron pasando los años y Franco continuó con su dictadura, esos españoles se fueron transformando en chilenos a todos los efectos. Y les dolió tanto o más que la vez anterior observar en qué se había convertido, merced a la dictadura pinochetista, ese maravilloso país que los había acogido y enamorado por completo. Y es que, a veces, lo difícil no es huir sino volver. Y muchos de ellos, los que pudieron, hubieron de emprender un segundo exilio en sus vidas. Unas vidas que, de prolongarse mucho en el tiempo, pueden albergar muchas vidas en una sola.

     Al margen de los personajes reales chilenos, los grandes protagonistas de la novela son dos de los españoles exiliados en el país sudamericano: el médico Víctor Dalmau y la pianista Roser Bruguera. Amigos desde su infancia --Roser fue alumna del padre de Víctor--, han de casarse por compromiso para poder embarcar en el Winnipeg. Roser iba a casarse con Guillem, el hermano de Víctor, quien fallece en el frente combatiendo a los fascistas sin saber que iba a ser padre. En efecto, Roser queda embarazada y viuda sin haberse casado, y Víctor decide hacerse cargo tanto de su cuñada como de su sobrino. La primera parte de la novela --titulada Guerra y éxodo-- narra las vicisitudes vividas por Roser y Víctor, este último en la guerra y en uno de los campos de concentración franceses, la playa de Argelès-sur-Mer. También la muerte de Guillem, el reencuentro en Francia de Roser y Víctor y el definitivo embarque en el Winnipeg.  

     La segunda parte de la historia --Exilio, amores y desencuentros-- nos cuenta sus vidas como matrimonio ficticio en tierras chilenas. También el crecimiento de Marcel, hijo de Roser y sobrino de Víctor; los escarceos amorosos de ambos, de poca importancia en el caso de Roser, algo más intensos por parte de Víctor --sobre todo, con Ofelia del Solar--; y cómo poco a poco el exilio prolongado va forjando lazos sentimentales entre ellos a pesar de las notables diferencias existentes. Eran opuestos de carácter y por eso se llevaban bien. Roser jamás sucumbía al sentimentalismo de los desterrados, nada de mirar hacia atrás ni idealizar a una España que ya no existía. Su implacable sentido de la realidad la salvaba de deseos frustrados, los reproches inútiles, los pesados rencores y el vicio de lamentarse. Era indiferente a la fatiga y la desesperanza.

     Por contra, Víctor solía caer abatido por el embiste de los malos recuerdos y el rigor de la nostalgia. Andaba ensimismado, con el aire ausente de un sonámbulo, no tanto por el cansancio de quien sólo duerme a ratos y de pie, como los caballos, sino por sentirse desgastado, preso en una maraña de responsabilidades. Mientras Roser imaginaba un futuro luminoso, él veía sombras a diestro y siniestro. Sin duda, dos maneras bien diferentes de vivir la vida y de observar la realidad que los rodea. No obstante, su gran secreto común --ese matrimonio fingido y el hecho de que Marcel no es hijo de ambos-- sus conversaciones y sus formas de sincerarse el uno con el otro, los llevará a conocerse tan a fondo el uno al otro que será inevitable que surja el amor. 

     La tercera y última parte de la historia --Retornos y raíces-- narra los dramáticos sucesos acaecidos en Chile con el golpe de Pinochet y las muertes de Allende, Jara y Neruda y cómo los españoles han de volver a hacer frente al fascismo, al exilio y al desarraigo. Víctor y Roser huyen a Venezuela con la intención de regresar a su Chile en cuanto se retorne a la normalidad. Pero Pinochet, como Franco en España, se afianza en el poder e impide su vuelta durante más tiempo del deseado. Víctor se lamenta así: los acontecimientos más importantes, los que determinan el destino, casi siempre escapan por completo a nuestro control. En mi caso, al sacar las cuentas, veo que mi vida está marcada por la Guerra Civil en mi juventud y después por el golpe militar, por los campos de concentración y los exilios. No escogí nada de eso, simplemente me tocó.

     Largo pétalo de mar es una novela con la que aprender, de forma amena y reflexionada, sobre la historia y la sociedad de dos países tan lejanos y sin embargo tan próximos como España y Chile. Y, además, cuenta con una trama muy bien definida y con personajes muy bien retratados en cuanto a lo psicológico. A través de personajes ficticios y reales, nos habla sobre la condición humana y su constante lucha para seguir adelante con la vida a pesar de todas las dificultades que se puedan presentar.                  

      

miércoles, 27 de marzo de 2019

Reencuentro. Fred Uhlman. Tusquets Editores. 1987. Reseña





     Fred Uhlman (1901-1985), abogado alemán de origen judío, huyó de su Stuttgart natal en 1933 por miedo a sufrir la persecución nazi. No cabe duda que su temor estuvo fundamentado. Pasó por Francia, España e Inglaterra, donde vivió sus últimos años, dedicado principalmente a la pintura y a la escritura. Se casó con una inglesa a la que conoció en España, y pronto se mudó a tierras británicas, donde se enamoró de la campiña inglesa por los recuerdos que le traía de los lugares en los que pasó la mayor parte de su juventud: el lago Constanza y la Selva Negra principalmente. De hecho, la añoranza de su tierra ocupa páginas importantes de su principal novela: Reencuentro (1960). Una obra que, pese a lo que pueda parecer en un principio, solo es autobiográfica en parte.

     El narrador (en primera persona) de esta historia es Hans, un joven judío procedente de una familia pequeño-burguesa que asiste a clases en la prestigiosa escuela Eberhard-Ludwig Gymnasium, la más antigua institución de enseñanzas medias de Würtemberg. Solitario, de ideas socialdemócratas, conoce a un nuevo alumno que llega a su clase en enero de 1932: Konradin, de su misma edad (16 años), un rico aristócrata perteneciente a una de las más antiguas familias de Europa. Ni más ni menos que los condeses de Hohenfels. Su elegancia, su pulcritud y su saber estar despierta muy pronto el interés de sus nuevos compañeros de clase. Sin embargo, solo Hans capta el de Konradin, que resulta ser también un joven tímido y solitario necesitado de amistad.

     Hans duda al principio --¿Qué podía ofrecerle yo, hijo de un médico judío, nieto y bisnieto de rabinos, y descendiente de un linaje de pequeños mercaderes a ese muchacho rubio cuyo solo nombre me llenaba de temor reverencial? ¿Cómo podía entender él, con toda su gloria, mi apocamiento, mi orgullo receloso y mi temor a ser herido? ¿Qué tenía en común  él, Konradin von Hohenfels, conmigo, Hans Schwarz, tan escaso de aplomo y de savoir faire?-- y anhela después --No recuerdo exactamente cuándo decidí que tenía que ser mi amigo, pero lo sería--, pero finalmente surge la amistad entre ellos --a partir de ese instante mi vida ya no sería hueca ni tediosa, sino que estaría llena de esperanzas y satisfacciones para ambos-- y, recuerda Hans, a partir ese día fuimos inseparables.

     Pese a que el país vivía momentos críticos en lo económico --debía hacer frente a las reparaciones de guerra y a la subida de los precios-- y en lo político --el temible ascenso del poder nazi a las instituciones--, la política era cuestión de adultos y nosotros debíamos resolver nuestros propios dilemas: aprovechar la vida y dilucidar qué sentido tenía. Estos eran los problemas de trascendencia auténtica y eterna, mucho más importantes para nosotros que la existencia de figuras tan efímeras y ridículas como Hitler y Mussolini. Todo un ejemplo de confiada ignorancia. Como el hecho de que para Hans y su familia ser judío no tenía mayor importancia. En primer lugar éramos suabos, luego alemanes y después judíos. ¿Qué otro sentimiento podíamos alimentar?  

     Porque para el padre de Hans, quien aborrecía el sionismo, era tan absurdo reclamar Palestina después de dos mil años como lo habría sido que los italianos reclamaran Alemania porque en otra época la habían ocupado los romanos. Eso solo podría desembocar en una matanza interminable y los judíos deberían combatir a todo el mundo árabe. Le parecía increíble que los compatriotas de Goethe y Schiller, de Kant y Beethoven, se dejaran engatusar por Hitler. No en vano, tan convencido estaba de que Alemania era su país, que estaba dispuesto a luchar por él nuevamente pese a haber resultado herido dos veces en la Primera Guerra Mundial. Como se puede observar, la novela traza un retrato fiel, casi milimétrico, de la situación alemana de la preguerra.

     La relación entre Hans y Konradin comienza a resquebrajarse ante las negativas de los padres del aristócrata a que su hijo se mezcle con los judíos. Konradin vive haciendo frente a un contínuo dilema, pero no quiere perder la amistad de Hans. Algo que cada vez resulta más complicado. La novela aborda un año, que transcurre entre enero de 1932 y enero de 1933. La llegada de Hitler a la cancillería alemana marcará un antes y un después en las vidas de ambos: Hans es enviado por sus padres al exilio en EE.UU. y Konradin entra en las fuerzas nazis. Parece que la amistad se ha roto para siempre. Treinta años después, Hans se reencuentra con su amigo perdido y escribe un relato conmovedor sobre el valor de la amistad, el fin de la infancia y la barbarie de la política radical.

     Antes del momento del exilio, no obstante, recuerda Hans que había comenzado el largo y cruel proceso de desarraigo, y las luces que me habían guiado ya se habían amortiguado. Ahora me hallaba solo. Casi nadie me hablaba. Incluso los antiguos profesores parecían haberme olvidado. Y llega el inevitable momento de la despedida: Quizás algún día nuestros caminos volverán a cruzarse. ¡Siempre te recordaré, querido Hans! --le escribe Konradin-- Has influido mucho sobre mí. Me has enseñado a pensar, y a dudar. Una nueva vida espera a Hans en EE.UU.. Un nuevo desarraigo. Una nueva soledad. Ha perdido a su amigo del alma, y debe seguir hacia adelante con su vida sin la presencia, además, de sus padres, quienes deciden quedarse en el que consideran es su país.

     Reencuentro, en sus escasas ciento veinte páginas, constituye un fiel reflejo de la Alemania de entreguerras y de la pre guerra. Además, narra los sentimientos de juventud y adultez de un personaje que ha debido seguir con su vida pese a haber vivido el horror nazi. Y debo confesar que hay ciertos pasajes en los que, como lector, he llegado a sentir impotencia, rabia y hasta ganas de llorar. Y eso que la historia que nos cuenta Uhlman la conocemos todos de sobra. Sin embargo, su forma de contarla, a base de pequeñas y descorazonadoras pinceladas, nos llega hasta lo más hondo de nuestro ser. Más pronto que tarde habrá que leer Un alma valerosa, la continuación de una de esas historias que todo el mundo debería leer algún día.           

              

viernes, 18 de mayo de 2018

La insoportable levedad del ser. Milan Kundera. Tusquets Editores. 1985. Reseña





     El novelista, dramaturgo, poeta y ensayista checo Milan Kundera suena casi cada año, como el japonés Murakami, como candidato al premio Nobel de Literatura. Ambos ven pasar los años sin que se les otorgue el galardón. Merecido, todo sea dicho, en los dos casos. El mes pasado, Kundera cumplió 89 años de edad. Su última obra publicada --la novela La fiesta de la insignificancia-- data de 2014. Probablemente no podamos leer ninguna obra más suya. No obstante, tenemos en las librerías y bibliotecas un total de diez novelas, cuatro ensayos, una obra de teatro, dos poemarios y varios cuentos y relatos cortos. Sin embargo, si es mundialmente conocido es por su celebérrima La insoportable levedad del ser, publicada en 1984 (a la que fue otorgada el Premio Jerusalén en 1985). 

     Se trata de una novela de difícil encaje categórico. Algunos la consideran filosófico-psicológica por sus ideas existencialistas y sus continuas referencias a ideas como el eterno retorno de Nietzsche y a teorías y a obras tan reconocidas como el psicoanálisis --los sueños y lo freudiano juegan un papel muy importante durante el desarrollo de la trama--, Parménides, Platón, Descartes, el Edipo de Sófocles, etc. Para otros, estamos ante una novela político-social, por cuanto describe cómo fue la vida en la capital checa durante la campaña soviética de 1968, así como en las épocas inmediatamente anterior y posterior, pertenecientes ambas a la etapa que conocemos como Guerra Fría. Por ello, no faltan quienes le otorgan también un componente histórico, aunque parece complicada su categorización como novela histórica propiamente dicha. Por último, muchos hablan de la obra como si se tratara de una obra sexual, afectiva y de pareja. Probablemente, todos tengan buena parte de razón. 

     De todo lo anterior es fácil deducir que nos encontramos ante una novela compleja y completa. El aspecto físico de los personajes no tiene ninguna importancia en la obra de Kundera. Modela sus protagonistas a base de una serie casi interminable de pinceladas --palabras-- que permite al lector tirar de su propia imaginación para hacerse una composición de las acciones y tramas de las novelas del escritor checo. La gran paradoja de este estilo literario es que, pese a tratarse de obras de gran componente psicológico, tampoco el mundo interior de los personajes forman parte de la composición esencial de los personajes de Kundera. Es decir, que cada lector ve de manera diferente a cada uno de ellos según otorgue mayor importancia a unos aspectos que a otros. 

     Temas como la disidencia, el exilio, la identidad, la forma de ver la vida, el amor, la sexualidad o el arte conforman las composiciones novelísticas del checo. Todo ello, para abofetearnos con la pura realidad. Con la pura realidad de cada uno de sus personajes. Las escenas de la vida cotidiana configuran el mapa de cada protagonista: sus dudas, su existencialismo, su vida en pareja, sus roces afectivos, sus experiencias sexuales, sus deseos o sueños no cumplidos, etc. Durante las siete partes de que consta la novela, Kundera desgrana las vidas de Tomás, Teresa, Sabina, Franz o Karenin. Unas vidas que el lector desea ir conociendo con el mayor detalle posible no por morbo sino por comprender sus actos. Porque una decisión --acertada o equivocada-- en un momento dado puede cambiar la vida de cada uno de ellos.

     Tomás es el protagonista principal de la trama. Cirujano de profesión, se ve obligado a dejar su trabajo tras escribir un artículo contrario al régimen establecido. Queda apartado de su vida anterior y decide, junto a su esposa, Teresa, cambiar de aires. Ginebra y Zurich no encajarán en Teresa, que decide regresar a Praga. Tomás la sigue, aunque ambos deberán afrontar su destierro rural como única manera de eludir las persecuciones policiales. Tomás ama profundamente a su esposa, pero no puede evitar serle infiel con cualquier otra mujer que se cruza en su camino. Teresa acepta sus infidelidades por temor a perderlo. No en vano, es él quien le ha dado razones para seguir viviendo una vez ha abandonado ésta a su madre, por la que solo siente vergüenza y odio.

     Sabina es la eterna amante de Tomás. Es un personaje básico en la novela, por cuanto se mete en la cama con hombres comprometidos --no solo Tomás--, lo cual otorga a la infidelidad una importancia insignificante y a la moral y a los valores un papel de ligereza que constituye la verdadera levedad de la que habla el propio título de la obra. Además, Sabina es el nexo de unión de la trama principal con la secundaria, que protagoniza Franz, un hombre que, amante pasajero de Sabina, acaba de iniciar una relación con una alumna que lo admira, lo cual abre una nueva etapa en su vida que lo llevará a abandonar a su esposa y a su hija. La conducta de Franz, que también puede ser interpretada de diversos modos según cada lector, también nos habla de levedad, así como de madurez (o inmadurez).

     Karenin es la mascota de Tomás y Teresa. Es, nunca mejor dicho, un nexo de unión de la pareja. A través de la perrita, ambos reflexionan sobre sus vidas individuales y también sobre la conyugal. Especialmente emotivo es el pasaje final de la novela, donde el pequeño animal une y separa, más que nunca, a sus propietarios. Además, Tomás tiene un hijo de una relación de juventud fracasada. Simón no detesta a su padre pese a que éste jamás lo ha reconocido. Al contrario: su odio hacia su madre lo hace admirar a ese padre al que prácticamente nunca ha conocido. La vida los vuelve a unir (de alguna manera) muchos años después, y Tomás se siente incómodo al verse reflejado en él en algunas cosas.

     Ha quedado dicho más arriba que una de las claves de la novela son las palabras. Así, servidor ha destacado multitud de frases --en ocasiones, párrafos enteros-- que deberían subrayarse. Como es imposible recalcarlas todas, dejo al menos unas cuantas a modo de despedida de esta reseña:

-Tomas se decía: hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no solo distintas sino casi contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer).

-Entonces se percató con sorpresa de que no era desdichado. La presencia física de Sabina era mucho menos importante de lo que había supuesto. Lo importante era la huella dorada, la huella mágica que había dejado en su vida y que nadie podría quitarle. Aquella inesperada felicidad, aquella comodidad, aquel placer que le producían la libertad y la nueva vida, ése era el regalo que le había dejado.

-Un drama vital siempre puede expresarse mediante una metáfora referida al peso. Decimos que sobre la persona cae el peso de los acontecimientos. La persona soporta esa carga o no la soporta, cae bajo su peso, gana o pierde. ¿Pero qué le sucedió a Sabina? Nada. Había abandonado a un hombre porque quería abandonarlo. ¿La persiguió él? ¿Se vengó? No. Su drama no era el drama del peso, sino el de la levedad. Lo que había caído sobre Sabina no era una carga, sino la insoportable levedad del ser.

-A los que creen que los regímenes comunistas de Europa Central son exclusivamente producto de seres criminales, se les escapa una cuestión esencial: los que crearon estos regímenes criminales no fueron los criminales, sino los entusiastas, convencidos de que habían descubierto el único camino que conduce al paraíso. Lo defendieron valerosamente y para ello ejecutaron a mucha gente. Más tarde se llegó a la conclusión generalizada de que no existía paraíso alguno, de modo que los entusiastas resultaron ser asesinos.

-¿Qué era entonces lo correcto? ¿Firmar o no firmar? La pregunta puede también formularse del siguiente modo: ¿Es mejor gritar y acelerar así la propia muerte? ¿O callar y lograr así una muerte más lenta? La vida humana acontece solo una vez y por eso nunca podremos averiguar cuáles de nuestras decisiones fueron correctas y cuáles fueron incorrectas. En la situación dada solo hemos podido decidir una vez y no nos ha sido dada una segunda, una tercera, una cuarta vida para comparar las distintas decisiones.

-La tierra puede estremecerse por las explosiones de las bombas, la patria puede ser expoliada cada día por un invasor distinto, todos los habitantes de la calle contigua pueden ser conducidos ante el pelotón de ejecución, todo eso lo soportaría con mucha mayor facilidad de lo que estaría dispuesto a reconocer. Pero era incapaz de soportar la tristeza de un solo sueño de Teresa.

-El redactor que organizaba la recogida de firmas para la amnistía de los presos políticos de Praga sabía perfectamente que aquello no ayudaría a los presos. El verdadero objetivo no era liberar a los presos, sino demostrar que aún había gente que no tenía miedo. Lo que hacía era teatro. Pero no tenía otra posibilidad. No podía elegir entre actuar o hacer teatro. La elección era: hacer teatro o no hacer nada. Hay situaciones en las que las personas están condenadas a hacer teatro. Su lucha contra el poder silencioso (el poder silencioso al otro lado del río, la policía convertida en silenciosos micrófonos en la pared) es la lucha de un grupo de comediantes peleando contra un ejército.