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lunes, 8 de noviembre de 2021

28 días. David Safier. Seix Barral. 2014. Reseña

 





    El escritor y periodista alemán David Safier, conocido mundialmente por sus divertidas obras Maldito karma (2009), Más maldito karma (2015), Yo, mi, me... contigo (2011) o ¡Muuu! (2013), sorprendió a sus lectores y al público en general con un drama titulado 28 días en el que recoge esas cuatro semanas en las que, entre el 19 de abril y el 16 de mayo de 1943, los sublevados judíos del gueto de Varsovia hicieron frente a unas SS empeñadas en exterminar por completo a las 450.000 personas que llegaron a poblar el territorio cercado. Para ello, creó tres personajes ficticios, Mira --chica de dieciséis años que se dedica al estraperlo para mantener con vida a su madre y a su hermana Hanna--, su novio Daniel --uno de los más mayores chicos del orfanato de Janusz Korczak-- y Amos --miembro de la conocida ZOB, la famosa resistencia judía--, a partir de los cuales nos presenta los hechos documentados y a algunos de los personajes históricos reales que vivieron en el gueto en plena Segunda Guerra Mundial.   


    Mira narra la historia en primera persona. Y describe así lo que ve en su día a día en la zona aria: esos cuerpecillos andrajosos que, hiciera frío o calor o lloviese, se escurrían por resquicios de la pared, gateaban por tuberías o trepaban temerariamente el muro, rajándose las manos con los cristales, eran los tristes héroes del gueto. Todos esos estraperlistas estaban señalados por la muerte. Más tarde o más temprano los pillaría alguien como Frankenstein, como llamábamos a un centinela alemán especialmente feroz. En efecto, el mercado negro constituyó en muchos casos el único y último recurso de muchos jóvenes para tratar de salvar a sus familiares más directos, especialmente los mayores, niños pequeños y enfermos. Sin embargo, la sucesión de desgracias en la vida de Mira pondrá fin a su etapa como estraperlista y la obligará a unirse a la Resistencia y a matar para poder vivir. Todo, en contra de los pensamientos de su novio, Daniel, ferviente antibelicista.


    Daniel cuida junto a Janusz Korczak y sus trabajadores a los dos cientos huérfanos del hospicio de la calle Krochmalna. El famoso pedagogo y escritor de obras infantiles y juveniles ha preparado a sus chicos para su reasentamiento en el este --en realidad, el exterminio en Treblinka a través de las Aktions-- y, pese a recibir varias propuestas de liberación, ha decidido acompañar a la muerte a sus niños. Daniel, fiel seguidor de quien considera su padre, se dispone a trasladarse hasta los trenes junto a él y sus hermanos. Morirá si es preciso, pero jamás dejará de estar al lado de Korczak y esos dos cientos niños y niñas que son la única vida que conoce. Mira, impotente tras intentar hacerle cambiar de opinión hasta el último instante, salva su vida contra su propia voluntad. Lo cual enfada a Daniel, que decide dejar de verla. Sus caminos se separan, en principio para siempre, finalmente durante solo un tiempo.


    Entretanto, Mira ha conocido a Amos, un miembro de la ZOB --Organización Judía de Combate-- que le ha salvado la vida en la Plaza del Mercado de la capital polaca, donde unos szmalcowniks --hienas o cazadores de judíos-- pretendían denunciarla a las SS por unas pocas monedas. El joven le propone integrarse en la Resistencia, pero Mira rechaza su ofrecimiento por insensato, temerario e irreal --como Daniel y mucha otra gente, cree que es imposible que los nazis maten absolutamente a todos los judíos del gueto, y opina que a los alemanes es mejor no plantarles cara para no enfadarlos y poder así seguir con vida--. Pero, como ha quedado dicho más arriba, una serie de desgracias hace cambiar de opinión a la joven, que finalmente acepta una realidad que no quería ver: debe hacer frente a los nazis si quiere sobrevivir a su barbarie. Aunque para ello deba matar. Porque, a esas alturas de la situación, ya solo se trata de matar o morir. Quizás, de ambas cosas.


    Amos, por su parte, es un miembro activo de la ZOB, a cuyo mando está un Mordejai Anilevich para quien resistir hasta el final es la única opción de que su pueblo recupere la dignidad arrancada. Cuando se pierde el miedo --o, más bien, se aprende a convivir con él-- y ya no es posible creer más en las mentiras --el miedo y las mentiras son siempre el modus operandi de los tiranos para vencer la resistencia de los desfavorecidos--, la lucha es el único camino. Como hicieron sus antepasados con los romanos en Masada --donde unos pocos judíos aguantaron durante meses el asedio de más de cuatro mil legionarios romanos, los cuales, al entrar por fin en la fortaleza, encontraron solo silencio y cadáveres, ya que todos sus moradores se habían quitado la vida--. Actos de sabotaje, impresión y reparto de octavillas por las calles, contactar con la Resistencia polaca, introducción de armas en el gueto, construcción de búnkeres y preparación defensiva ante la inminente acción nazi contra el gueto se convierten en los nuevos hábitos de vida de Mira.


    Aunque Mira aún quiere a Daniel y se siente mal consigo misma, se siente cada vez más atraída por Amos. Daniel la ha abandonado tras lo acaecido en Krochmalna, no sabe ni siquiera si sigue con vida y finalmente sucumbe a los encantos de un Amos que desde el principio, quizás sin pretenderlo, ha tenido encandilada a la joven. Así que, a la historia bélica y de supervivencia, se suma una trama en la que el amor cobra una gran importancia. A los sombras de la guerra y los oscuros búnkeres se suma la luminosidad que proporciona, incluso en los peores lugares y en las peores circunstancias, el amor. Un amor que debe ser vivido con prisas, sobre todo porque, en esas circunstancias, uno no sabe si vivirá mañana. Efectivamente, como escribió años más tarde Marek Edelman, otro de los miembros de la ZOB --y uno de los pocos supervivientes--, también hubo amor en el gueto. Porque el amor, como la vida, siempre se abre paso. Y juntos, son capaces de conseguir auténticos milagros.


    David Safier utiliza algunas licencias poéticas y argumentales para construir la novela, pero los hechos que narra fueron reales. Y el propio autor destaca, en su epílogo, que lo más impresionante de aquella funesta realidad fue que antes en el gueto existían muchos partidos distintos; más adelante, las diferencias políticas quedaron obsoletas. Solo había un objetivo: no dejarse llevar al matadero sin defenderse. Al final los nazis fueron los responsables de lograr la unidad política e incluso, con sus Leyes de Nuremberg sobre la raza, convirtieron en judíos a personas que antes no se consideraban judíos. Y es cierto: para los nazis era judío el que, aún siendo católico, tuviera un abuelo o bisabuelo --al que seguramente ni habría conocido-- de origen judío. Otra de tantas aberraciones cometidas por una ideología indefendible, se mire por donde se mire. De todo ello resultó una resistencia que se alargó en el tiempo hasta los veintiocho días, ¡más que la presentada por toda Francia al inicio de la guerra!  


    En definitiva, 28 días es una novela conmovedora que relata con épica y emoción uno de los episodios humanos más sobrecogedores de la Historia del siglo XX y universal. Para los amantes de la Historia resultará una inmersión más en el tema del Holocausto. Para los que no lo son, sin embargo, será una manera amena de zambullirse en una serie de hechos que deben ser conocidos por todo el mundo. Porque aquello no debe volver a ocurrir, nunca más. Y la mejor forma de evitarlo es precisamente conociendo los sucesos del pasado. Por ello, estamos ante una novela muy necesaria. Como muchas otras que tratan la misma temática. Una temática que hizo que hasta Safier, autor de títulos divertidos que provocan las risas de sus lectores, se tuviera que poner serio. Porque, con la vida de las personas, no se juega...            


 

lunes, 3 de octubre de 2016

El Principito. Mark Osborne. 2015. Crítica





     Confieso que cuando acudí a ver El Principito lo hice con sensaciones encontradas. Esperaba disfrutar de una gran película basada en la inmortal obra de Antoine de Saint-Exupéry, pero los recelos me hacían poner los pies en el suelo y optar simplemente por ver qué me ofrecía la cinta sin mayores pretensiones. Los motivos de mi indecisión se basan en la imposibilidad de llevar una historia así a la gran pantalla. Adaptar la obra como tal habría sido un error gravísimo, imperdonable. Sin embargo, el director de Bob Esponja: La película (2004) y Kung Fu Panda (2008) --más motivos para recelar, más por la primera que por la segunda--, ha acertado de pleno al mezclar la historia original con los personajes de este emotivo homenaje al creador de tan conocida y fascinante historia.

     La película dura una hora y tres cuartos, algo más de lo habitual en los films de animación y, desde luego, bastante más de lo que tarda en leerse el libro original en una edición medianamente normal. No obstante, se hace corta. La convivencia de las dos historias --que, dicho sea de paso, están entrelazadas de manera magnífica-- se hace visible a simple vista al dividir sus espacios narrativos mediante las diferentes técnicas de rodaje: el 3D para la historia de la niña y el viejo y el stop-motion para preservar la original. Sin duda, la estética es el mayor acierto de la película.   

     La banda sonora, que apunta directamente a los Oscars, está compuesta por cuatro emocionantes piezas que acompañan a las mil maravillas la acción de la película y nos transportan de unos escenarios a otros: Salvation, de Gabrielle Aplin, Somewhere only we know, cover del grupo Keane interpretada aquí por Lily Allen, el clásico Don´t let it bother, de Fats Waller, y muy especialmente Suis-mois, de Camille Dalmais, que en castellano lleva el título de Sígueme y está interpretada por la hasta ahora injustamente poco conocida voz de Roko, prometedora cantante, compositora y actriz jienense. Cuesta no salir de la sala silbando el tema central, con una pegadiza melodía, de las que elevan el ánimo y hacen esbozar una sonrisa.

     El film fue presentado en el festival de Cannes de 2015, ha recibido ya el premio César a la mejor película de animación y respeta, como el libro, los dibujos originales que Saint-Exupéry incluyó en la primera edición (1943). Ha contado con un presupuesto de 57 millones de euros, recuperados tan solo unos días después de su estreno en Francia. Las productoras encargadas de traernos la historia han sido Onyx Films, Orange Studio y On Entertainment, y la distribuidora de la misma es Paramount Pictures. 

     La historia original es de sobra conocida, por lo que me limitaré aquí a dar unas leves pinceladas de la que sirve de introducción a la misma. Una niña se muda a un nuevo hogar junto a su madre. Madura para su edad, el estricto régimen de vida al que la somete su madre, que la quiere preparar para integrarla en la prestigiosa escuela de su nuevo barrio, la predispone a seguir la historia que le presenta su nuevo vecino, un excéntrico viejo al que todos en el barrio consideran un loco de atar. Un loco adorable tanto para la niña como para los espectadores. Y es que se revela como un ser entrañable, amigable y sabio.

     Gracias a la compañía del viejo --que al final de la película resulta ser... bueno, ese pequeño detalle no toca darlo a conocer aquí...--, la niña retoma su infancia medio perdida y vuelve a soñar con historias de aviadores, rosas, zorros y mensajes esenciales invisibles a los ojos pero que, en cambio, se pueden ver con el corazón. Y es que aprende que lo verdaderamente importante en la vida son las relaciones humanas, la magia, las emociones y no olvidar la niñez nunca. No en vano, el problema no es crecer sino olvidar

     La niña protagonista --podría ser un niño-- representa en realidad a cualquier lector de la obra de Saint-Exupéry, es decir, tú o yo, por ejemplo, y sufre el mismo efecto que cualquier otro lector tras conocer y adentrarse en la historia del Principito. Lo cual constata, una vez más, que nadie tiene tanta imaginación como un niño. Y, ¿qué decir del final de la película? Pues que resulta imposible no emocionarse y derramar alguna lágrima durante las últimas secuencias y el principio de los títulos de crédito, donde de nuevo la canción central de la misma nos hace bailar, cantar y abrazar a nuestro hijo (porque, quien lo tenga no debe dudar en llevarlo al cine, tenga la edad que tenga y entienda lo que entienda... que ese es otro tema).

     En definitiva, El Principito es un espectáculo para los sentidos, un trabajo pleno de creatividad, belleza y poesía hecha imágenes --sobre todo en las secuencias de papel que recrean la obra original--, un alegato en defensa de la importancia de las pequeñas cosas y un acercamiento de la obra de Saint-Exupéry a las nuevas generaciones, que (espero) todavía llegan a tiempo de incorporarse al universo de ese niño que vivía en un planeta apenas más grande que él mismo y en el que cualquier cosa era posible... Imprescindible para aquellos adultos que han olvidado la niñez y también para aquellos niños que quieran introducirse en un universo todavía desconocido e inexplorado por ellos pero mágico...                             

          

martes, 5 de junio de 2012

Mila 18. León Uris. 1961. Reseña


     Hace más de cincuenta años el autor de novelas históricas norteamericano León Uris escribió sobre las andanzas de los revolucionarios judíos del gueto de Varsovia durante la ocupación nazi en plena II Guerra Mundial. Y lo hizo tras una notable labor de investigación y documentación histórica que le llevó a reflejar con total detalle todo lo acaecido en la barriada judía de la capital polaca entre agosto de 1939 y abril de 1943.

      Su gran capacidad novelística de ficción le movió a introducir personajes inventados en la sucesión de los hechos reales narrados con gran maestría periodística, algo habitual en todas sus obras. Así, quien nos cuenta la historia es Cris de Monti, un periodista de la agencia suiza de noticias que cubre la capital polaca. Otros personajes de ficción se mezclan con los reales, algunos de ellos "disfrazados" con nombres ficticios, aunque a los conocedores del tema no les costará demasiado reconocer a personajes como Antek Zukierman y Zivia Lubetkin (a quienes dedica el autor la obra aquí reseñada), Mordejai Anilevich y Marek Edelman, líderes del movimiento sublevacionista; Adam Cherniakov, presidente del Consejo Judío o Judenrat; Emanuel Ringelblum, historiador clave en la recogida de los Archivos Oneg Shabbat; o Heinz Auerswald, comisario alemán de Varsovia.

     A través de las anotaciones en su diario, Alexander Brandel (Emanuel Ringelblum) va contando todo lo ocurrido en el gueto y en el resto de Varsovia. Desde las acciones nazis hasta la paulatina aglutinación o unión de todos los movimientos clandestinos judíos, desde comunistas hasta derechistas pasando por los propios rabinos, en su lucha por defender la libertad y la dignidad de su comunidad. En efecto, los nazis, en su intento de acabar con el pueblo judío, conseguirán un efecto claramente contrario: la unión de todas las confesiones judías en una sola facción de lucha y resistencia.

     Desde el refugio de la calle Mila 18 Andrei Androfski (Mordejai Anilevich), Tolek Alterman (Antek Zukierman) y el resto de jóvenes van construyendo un improvisado ejército capaz de plantar cara a los nazis, sembrando la semilla de lo que acabará siendo, pocos años después, el ejército del Estado de Israel.

     León Uris también cuenta detalladamente el difícil papel jugado por el Cosejo Judío, con Paul Bronski (Adam Cherniakov) a la cabeza, y el paso de los nazis de un estado de euforia desatada a otro de rabia no disimulada ante las sucesivas proezas conseguidas por un "ejército" judío capaz de aguantar, y hasta de humillar, al más poderoso de los ejércitos de la época.

     Quizás, de todo lo narrado por el autor, podría pensarse que el declive nazi en la II Guerra Mundial no vino por las derrotas de Stalingrado, el Afrikan Korps de Rommel o la entrada en la contienda de EE. UU. sino por las consecuencias que tuvo en el resto del mundo el levantamiento judío de Varsovia, el cual demostró y mostró al mundo que el potente ejército alemán distaba mucho de ser invencible si se le atacaba con verdadera pasión y fe en la victoria. En ese sentido, la sublevación judía sería el ejemplo a seguir por el mundo occidental en su lucha contra el imperio hitleriano.

     Estamos, sin duda, ante una novela de valor eterno e incalculable, tanto desde el punto de vista histórico (pues narra con todo detalle la verdadera historia del levantamiento) como desde el novelesco (pues realiza una perfecta simbiosis entre los personajes reales, los inventados y los "disfrazados"). En ocasiones, hasta cuesta discernir si determinados hechos contados en esta novela son reales o ficticios.

     Una novela no recomendable sino obligatoria para los amantes de la historia que nos enseña que los judíos no fueron "como ovejas al matadero" y que destierra para siempre el falso mito de la cobardía judía (fruto de un aplastante aparato propagandístico nazi). Un libro sobre el amor, la valentía y la lucha por la supervivencia presente y futura de una comunidad condenada a muerte por la barbarie. Un ejemplo de que en las peores situaciones siempre cabe esperar la ayuda de una mano amiga. Un canto a la vida desde el más allá...