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jueves, 23 de febrero de 2023

Cuando era divertido. Eloy Moreno. Ediciones B. 2022. Reseña

 



    

    Cada nueva novela de Eloy Moreno es un golpe directo a nuestras conciencias. A nuestros cerebros. A nuestros corazones. El escritor castellonense se las ingenia para sorprendernos con cada una de sus obras. En Cuando era divertido, su séptima novela -conviene no olvidar sus ya famosas recopilaciones de cuentos-, reconoce de entrada que no es apta para todas las edades ni para todos los públicos. Todos tenemos a nuestro lado algún que otro fantasma que preferimos ignorar. Y puede que esta obra -o cualquiera de los de este autor- nos lo ponga justo delante y nos obligue a enfrentarnos a él de una vez. Sin embargo, también puede ocurrir todo lo contrario: que la historia nos haga felices sabiendo valorar aquello que tenemos. Como cada lector es un mundo y sus circunstancias también son diferentes y variadas, es lógico pensar que este libro pueda convertirse en una gran felicidad o en una enorme pesadilla. Y, en ambos casos, lo más seguro es que convenga ser leído con atención a la acción narrada pero sobre todo a los detalles. Porque muy a menudo son los detalles los que pueden marcar la diferencia.

    Dice el propio autor que esta es una novela incómoda. Quizás la más incómoda que he escrito hasta la fecha. Pero precisamente por eso creo que es necesaria. Este es un libro que habla de algo que todos hemos vivido o podemos vivir en algún momento. Y, desde luego, no le falta razón a Moreno. A estas alturas ya todos sabemos que la vida es complicada. Y la vida en pareja, más todavía. Porque no todo es del color de rosa. Y la pasión inicial y la sensación de estar viviendo a tope pueden dar paso a la muerte en vida en forma de rutina, monotonía, tedio, hastío. Y hasta de odio. ¡Ay, esa delgada línea que separa antónimos mucho más cercanos de lo que jamás podríamos llegar a pensar! Que se lo digan, sin ir más lejos, a los protagonistas de esta novela: Ale y Ale. Sí, Alejandro y Alejandra. El mismo nombre. Algo muy original. Porque en muchas ocasiones a lo largo de la novela el autor se refiere a ellos de una manera que cuesta distinguirlos. Porque en realidad ambas partes de una pareja pueden sentirse de una determinada manera. A veces no sabemos qué Ale está pensando y actuando. Y la verdad es que da igual: lo importante es lo que piensa y cómo actúa.

    Un ejemplo de ello es este párrafo: cada noche, Ale y Ale, marido y mujer, miran hacia un mismo televisor pensando en cosas demasiado distintas. Uno de ellos ahora mismo tiene en la punta de la lengua la respuesta correcta del concurso que ven cada noche. La otra parte de la pareja piensa desde hace unas semanas en una persona que no es la que ahora mismo se sienta a su lado. Una persona que le hace sentir una ilusión que ya creía perdida. O en este otro: ambos saben que hace tiempo que ese ¿vamos a la cama? no significa nada más, porque hay cosas que, con el tiempo, se van dejando en cualquier rincón de la casa. Llegan a la habitación y, tras un beso y un buenas noches, se acuestan espalda contra espalda, mirando hacia universos contrarios. Puede que para la historia que se narra sea importante saber cuál de los dos Ale siente algo hacia otra persona, sí, pero este hecho resulta no tener ninguna importancia desde el punto de vista del mensaje que el autor quiere darnos a través de dicha historia. De ahí la originalidad de dar a ambos el mismo nombre. Ale y Ale. 

    Todos hemos buscado en algunos momentos de nuestra juventud los rincones más apartados y oscuros, aquellos que quedan lejos de las miradas más indiscretas, para dar rienda suelta a nuestros sentimientos junto a nuestra pareja. Un banco, un parque, un rellano, la cima de una montaña, una playa, un río. Cualquier lugar en el que poder sentirnos a salvo de los demás pero no de nuestras ansias. Sin importar las circunstancias, el calor o el frío. Porque, como afirma el narrador de la historia, quizás sea cierto eso de que el frío llega con la edad. Y, a propósito del frío, creo conveniente hacer un pequeño inciso musical en este punto. Todos sabemos del gusto de Eloy Moreno por la música. De hecho, suele compartir en Spotify las bandas sonoras de sus novelas. Las canciones que lo han acompañado durante su escritura. Pues bien, aunque ninguna de estas canciones aparezca en la lista de esta novela, en mi cabeza todavía resuenan los temas Fuego apagado y Corazón de mudanza, del genial cantautor vasco Tontxu. Porque ojalá no quiera hacerlo esta noche, piensan a la vez.

    Son muchos los factores que pueden contribuir a que una relación se vaya apagando. Moreno nos habla de unos cuantos en Cuando era divertido. En lo que casi todos podemos coincidir es en que la falta de sexo es uno de los rasgos que más evidencian que las cosas se han puesto muy mal entre la pareja. ¿Cuándo algo tan placentero se convirtió en algo incómodo? Quizás fue cuando ambos dejaron de cuidarse y dos cuerpos que se atraían tanto dejaron de hacerlo; quizás fue cuando olvidaron imaginar pequeñas historias en las que ellos eran los protagonistas; quizás fue cuando dejaron de jugar en la cama, en el sofá, en la cocina; o cuando dejaron de comprarse y regalarse ropa interior.... Quizás fue cuando la televisión en la habitación comenzó a sustituir el sexo; o cuando dejaron que el niño durmiera en su misma cama, entre los dos... Un niño que al final les sirvió de trinchera para evitar el contacto. Y, sin querer, volvemos al frío. Mala señal cuando uno ya no se desnuda ante su pareja porque hace frío.

    La culpa es uno de los puntos clave a tratar a la hora de poner fin a una relación. Sobre todo si hay hijos de por medio. Ale, al ver a su hijo, piensa en el futuro, en los momentos que todos se perderán como familia. Se imagina al pequeño preguntando por qué no están los tres en casa. Piensa en la vida del niño junto a otra persona, quizás en otro hogar... ¿Cómo será todo a partir de ahora? ¿Qué cosas se perderá? ¿Por qué ha tenido que hacerlo? Y es en el interior de ese huracán de preguntas cuando aparece la culpa. La culpa por haber conocido a otra persona, por haberse enamorado de nuevo, por querer ser feliz de nuevo. En efecto, la culpa atenaza a ambos, pero más a la parte de la pareja que ha decidido poner punto y final a una vida en común. Y lo que acontece a continuación, como los títulos de los capítulos de esta novela, es una mezcla y sucesión de sentimientos encontrados, de tormentasde esperanzas, de sexo, de oportunidades, de odio, de guerra, de finales más o menos inesperados. De recuerdos de cuando todo era diferente, de cuando todo era divertido.

    Y de reproches: ¿Cuánto tiempo hace que no viajamos? ¿Cuánto tiempo hace que no nos llamamos al trabajo para decirnos un te quiero? ¿Desde cuándo no recibes un mensaje bonito mío, cuándo fue el último que me enviaste tú a mí? ¿Cuánto tiempo hace que no nos sorprendemos el uno al otro? ¿Cuándo fue la última vez que nos reímos juntos? Y de certidumbres: De vez en cuando juntamos los labios pero ya no nos besamos. Cuando salimos por ahí es con amigos porque si vamos solos no sabemos ni qué decirnos. Nos hemos convertido en unos compañeros de piso que tienen un niño en común. Y de violencia (o casi): y dos personas que se han llegado a querer como una sola, que hubieran llegado a dar su vida por el otro, ahora se odian como nunca han odiado a nadie. Pero, como en todo, conviene no perder la perspectiva nunca. Y hay un personaje secundario que viene a tratar de poner cordura en la locura en que se convierte la relación de los Ale. Alguien que ya ha pasado por ello antes. Alguien que sabe de lo que habla.

    Alguien mucho más objetivo que afirma que no te imaginas el daño que ha hecho eso de hasta que la muerte nos separe. Las personas cambian, y eso hace que las relaciones también cambien. Algunas se adaptan y otras no. Comprendí que cuando una tercera persona entra en una relación es porque uno de los dos le ha dejado entrar. Y si lo ha hecho es porque algo no funciona ya en esa pareja. ¿Conoces a alguien que esté enamorado y piense en terceras personas? Nunca. Ale no ha hecho esto para hacerte daño, lo hace porque se ha enamorado de otra persona, pero su finalidad no es hacerte daño a ti. ¡Qué bien nos iría a todos si tuviéramos a una persona tan cabal en nuestras vidas! Alguien que nos mostrara que no somos el ombligo del mundo; que no todo gira en torno a nosotros; que cada persona tiene vida propia, ¡incluso nuestras parejas!; que cada cual es libre de buscar su camino en la vida, ¡aunque sea lejos de nosotros!; que el hecho de no querernos ya más en su vida ¡nos es por jodernos la nuestra! Cuando era divertido es una novela muy incómoda, sí, pero también necesaria. Por eso, desde aquí, mil gracias a Eloy Moreno por haberla escrito.

    

 

miércoles, 11 de abril de 2018

Viento del este, viento del oeste. Pearl S. Buck. Ediciones G. P. 1980. Reseña





     Pearl S. Buck, escritora estadounidense premiada con el premio Nobel de Literatura en 1938, guionista, periodista y activista por los derechos humanos, pasó media vida en China, donde fue llevada por sus padres, misioneros presbiterianos, a los pocos meses de vida. Durante sus ochenta años de vida escribió ochenta y cinco libros de géneros variados (poesía, relato, teatro, guiones de cine, literatura infantil y juvenil, biografía y recetas de cocina). Sin embargo, destacó especialmente en el terreno de la novela. En todas ellas encontramos amables retratos de China y sus gentes. De su estudio de la novela china se nutrió una narrativa de estilo directo y sencillo y siempre preocupada por los valores fundamentales de la vida humana.

     Viento del este, viento del oeste es una de sus obras más reconocidas. Publicada en EE. UU. en 1930, está narrada en primera persona por la protagonista de la historia, Kwei-lan, una joven china de 17 años que asiste, aterrorizada, al choque de civilizaciones contrapuestas --la atrasada China oriental y los EE. UU. como paradigma de los nuevos vientos occidentales--, que amenaza con poner fin a su hasta entonces tranquila y parsimoniosa vida. Recién casada --prometida desde su nacimiento con un médico que, merced a su estancia en Occidente por razones de estudio, ha acogido numerosas formas de vida occidentales--, debe asimilar que la vida adulta quizás no se va a parecer en nada a aquello para lo que su madre la ha preparado.

     Su marido la trata de igual a igual, de tú a tú, algo totalmente contrapuesto a la educación tradicional china recibida por Kwei-lan. Y la joven cuenta las vicisitudes de su nueva vida a una persona a la que se dirige como mi hermana, aunque su identidad se desconoce por completo. La lucha interna de Kwei-lan entre sus valores primigenios y las novedades que en su vida (y, sobre todo, en su mente) va introduciendo su marido la llevarán a ir asimilando de forma progresiva las enseñanzas de su cónyuge, comenzando con la necesidad de quitarse las vendas de los pies y ponerse a caminar en la vida como una mujer que no es sirvienta de su marido sino su igual.

     Por si sus dudas en lo personal eran pocas, su preocupación crecerá cuando su hermano, como anteriormente su cuñado, afincado en EE. UU. para culminar sus estudios, anunciará su deseo primero y su decisión después de romper su compromiso con su prometida, una hija de la familia Li, para casarse con una joven estadounidense de nombre Mary a la que ha conocido en la universidad. Los venerados padres de Kwei-lan se opondrán a semejante aberración, lo que pondrá en jaque a toda la familia. Porque el hermano de la protagonista es el único hijo varón de sus padres, por lo que le corresponde ser el heredero de estos. Aspecto este que lo complica todo sobremanera.  

     A este respecto, reflexiona la narradora así: Hemos aprendido, puesto que las Escrituras Santas nos lo enseñaron, que un hombre no debe nunca anteponer el cariño de su mujer al de sus padres. El que comete ese pecado ofende las tablillas de sus antepasados, ofende a los dioses. Pero, ¿se pueden oponer barreras al ímpetu del amor? El amor se impone, tanto si el corazón quiere, como si no... Finalmente, se dice a sí misma que el amor es una cosa terrible si su vena no se derrama, pura y libre, de corazón a corazón. Así, impotente ante la tensión en la que vive sumida su familia, decide que el amor debe vencer siempre.

     De todo lo anterior se deduce que no solo cobra importancia en la novela ese choque de civilizaciones entre Oriente (o viento del este) y Occidente (o viento del oeste), sino que también lo hace un enfrentamiento entre el viejo orden (la China tradicional y atrasada) y el nuevo (que amenaza con acabar con el anterior merced a la modernidad). Así, Liú, una amiga del marido de Kwei-lan, afirma lo siguiente: Días difíciles para los viejos. Entre los ancianos y los jóvenes ya no existe posibilidad alguna de comprensión; están separados, como un afilado cuchillo separa la rama del tronco. Y es que a veces hay cosas que ya no tienen arreglo.

     Los mundos de Kwei-lan y su familia cambian con la aparición en escena del marido de la joven y de Mary, esposa de su hermano, a la que todos conocen como la extranjera. El aislamiento anterior a estos hechos, con el consiguiente desconocimiento de cuanto ocurre fuera de su casa y de su país, se da de bruces con la realidad: hay otros mundos ahí afuera, y antes o después habrán de juntarse la sangre de los chinos y la de los bárbaros, que así es como se califica a los habitantes de tierras occidentales. Y la narradora cumple a la perfección con su misión: transmitir al lector la zozobra, la agonía de quien ve venir los cambios y no sabe cómo reaccionar ante ellos y ante sus iguales más poco propensos a que tal cosa suceda.

     Viento del este, viento del oeste es una novela que golpea al lector; una historia en la que el amor trata de imponerse a las tradiciones y a los prejuicios; una obra que nos obliga a entender la angustia y el agobio de una joven de tan solo 17 años que debe asimilar que el mundo real es bien distinto del que sus padres le han enseñado; una lectura que nos enseña, además, viejas tradiciones ancestrales de una civilización, la china, en buena parte todavía por descubrir; una novela escrita con el corazón y desde el amplio conocimiento --la de Pearl S. Buck-- de una cultura diferente pero para nada inferior a la nuestra.