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sábado, 4 de abril de 2020

Querido Eduardo: jamás morirá la BELLEZA...





   

     Querido Eduardo:

     Todo el mundo dice que has muerto. Qué gran mentira. No saben lo que tú siempre has sabido: que jamás morirá la BELLEZA. Claro está que lo de que has muerto no lo dicen con mala intención. Para los comunes mortales resulta muy complicado asimilar que algo pueda ser eterno. Así de simple. Sin embargo, tú siempre practicaste que el arte, en cualquiera de sus múltiples facetas, es por naturaleza inmortal. Por más años o siglos que puedan llegar a pasar. Y así viviste tu vida: en permanente búsqueda de la belleza. En la música, en las letras de tus canciones, en tus poesías, en tus pinturas y esculturas, en los guiones de tus películas y en sus imágenes. Hasta cuando dedicabas un disco o un libro tuyo a cualquiera de tus seguidores le añadías a esa dedicatoria algún dibujo o caricatura.

     Debo reconocerte que hoy estoy muy triste. Como común mortal que soy, he llorado al conocer la noticia de que te habías ido. Ché, qué mal, he pensado. No obstante, el mejor reconocimiento y homenaje que se te puede hacer en un día como el de hoy es precisamente tratar de ver la vida como tú la viste. Por eso, aunque es un momento muy duro, durísimo, para mí, te escribo estas letras. Porque, precisamente hoy, es momento de celebrar. De alegrarse por el hecho de haberte conocido en persona, aunque fuera a base de pequeños momentos repartidos durante los últimos años. Es un día para amar la vida por encima de todo. La vida es belleza, y la belleza es eterna. Tú, por tanto, eres eterno, Eduardo. ¿Qué mejor motivo se puede celebrar?  

     Me vas a permitir que diga algo que, conociendo tu enorme humildad --volveré a ella en unas pocas líneas--, te haría sonrojar. No lo pienso yo solamente. Eres, para mucha gente, entre la que lógicamente me incluyo, un referente, una especie de Da Vinci español del siglo XX (y parte del XXI). Leonardo fue un genio. Y tú, querido Eduardo, también. Has sido cantautor, poeta, pintor, escultor, director de cine, guionista y crítico. Pocos humanistas como tú ha habido en este país en los últimos tiempos. Vitalista, enamorado, enamorador --nunca fuiste guapo, cierto, pero siempre fuiste extraordinariamente bello--, irónico, despiadado y afectuoso según con quién, cachondo --mental y sexual--. Siempre lúcido. En todos los campos. En todas las artes.

     Volviendo a tu humildad, otro de los aspectos que te hicieron así de grande. Guardaré como un tesoro para siempre --plastificada desde entonces y a buen recaudo-- aquella carta, escrita de tu puño y letra, con la que me diste las gracias --¡tú a mí!-- por pedirte permiso para utilizar las letras de un par de canciones tuyas --Abrázame y Mojándolo todo-- en la que fue mi segunda novela, Almas Suspendidas. Una novela musical en la que también aparecen letras de Pedro Guerra, Tontxu, Andrés Suárez, Luis Ramiro, Manolo Tarancón y Alfredo González --todos ellos te lloran hoy y celebran haberte conocido--. Habla por sí solo el hecho de que tú me agradecieras así que pensara en ti como uno de los componentes de aquella novela con banda sonora. 

     En esa novela te tomé prestada también la ciudad de Albanta, una creación tuya --más bien de uno de tus hijos--, al más puro estilo Gabriel García Márquez en Macondo, que aproveché para ilustrar las imperfecciones del mundo. Ese Feo mundo inmundo que, cleptocorporatocráticos incluidos, tan bien supiste reflejar en tus canciones y poesías. El caso es que tu gesto y tus atenciones hacia mí en aquel próximo y a la vez lejano 2012 provocaron que mi Querencia por ti fuera progresivamente in crescendo. Hasta hoy, día en el que, por fin, has iniciado un viaje eterno a través del cual conocerás, si no lo has hecho ya a estas horas, qué hay en el otro lado de la luna. Allí, entre luces y sombras, cantarás aquel Tríptico con el que rendiste tu particular homenaje a nuestros más insignes pintores.

     Mientras tú has conseguido ser invisible, nosotros, los comunes mortales, quedamos hoy un poco huérfanos de ti, preguntándonos qué terriblemente absurdo es estar vivo sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido. Tú, que siempre predicaste el amor carnal, el sexual, ese en el que acabas mojándolo todo, que cantaste a un imán de mujer y que susurrabas aquello de que no sé de donde vengo ni a dónde voy, pero quiero que sepas que solo sé quién soy cuando estoy dentro de ti, que insinuabas que cada vez que me amas es un milagro, ahora debes conformarte con el amor más casto y puro, aquel en el que, desprendidos del goce, cuando dos cuerpos son alma se hace la carne poesía. Un amor en el que lo principal es decirse abrázame

     Aunque la tristeza es lógica hoy, porque es un sinvivir la vida sin ti, como ya he dicho antes, también es momento de sentir el arrebato de vivir, de bailar slowly with you tonight, aunque enamorarme de ti me lo tengas prohibido, de cantar un desgarrador al alba a capella, de gritar al viento todas las Aleluyas habidas y por haber y de celebrar que, pase lo que pase, siempre queda la música. Porque, sin duda, para ti amar era el verbo más bello y te iba la vida en ello. Por eso, a pesar de los pesares, todos tenemos claro, querido Eduardo, que los que no te hayan seguido a lo largo de tu carrera --no obstante tu partida, todavía están a tiempo-- no rozaron ni un instante la belleza. Porque fuiste, eres y serás siempre un artista en busca y captura de la belleza. Y jamás morirá la BELLEZA...     

      

  

martes, 29 de marzo de 2011

En el nombre del padre. Tontxu (2008)


     El pasado viernes, 25 de marzo, Tontxu dio un maravilloso concierto en Elvaradero de Gandía dentro del ciclo Gandiautor 2011. Tras el concierto me firmó-dedicó el disco que me dispongo a reseñar, nos hicimos una foto juntos y charlamos unos minutos. Me contó que su nuevo trabajo discográfico, grabado en unos paisajes idílicos en la Patagonia argentina, saldrá a la luz en un par de meses. Se trata de una caja con dos cds en acústico, un dvd, un libreto y diversas postales. Se llamará "Tontxu Solo" y constará de guitarra y voz.

     Hasta entonces, "En el nombre del padre" sigue siendo su séptimo y último trabajo. Grabado en los estudios CATA de Madrid y coproducido por el propio Tontxu, Txarlie Solano y Andrés Suárez (un tipo muy a tener en cuenta: para mí, la revelación musical de los últimos años en España), el disco nos habla de un tema que está de rabiosa actualidad últimamente: la custodia compartida y los derechos (y no solo obligaciones) del padre divorciado respecto a su hijo. Además, como no puede ser de otra manera, se abordan temas tradicionales como el amor, el desamor o las diversas caras que una misma persona puede ofrecer en según qué situaciones y escenarios.

     La portada del disco evidencia, de entrada, la división o separación existente en muchos casos entre la madre y el padre de una misma criatura. La madre sostiene a su hijo en brazos. Tontxu aparece, separado y aislado de su hijo, cabizbajo, en el otro extremo de la portada. En mi opinión, pocas veces una carátula es elegida de forma tan admirable como en este caso. Es, por desgracia, el caso más típico en los casos de divorcio. En un momento del concierto, el cantautor pide a las mujeres un favor: "no olvidéis que vuestros hijos son también nuestros".

     El disco, en cuanto a sus letras, lo podría haber firmado el mismísimo Sigmund Freud. Y me explico. Constituye toda una terapia para el alma de cualquier hombre, y por qué no mujer, que haya pasado o esté pasando por una situación de divorcio con hijo / s. Remueve sentimientos para crear una catarsis de la que, después de llorar a lágrima viva, salimos victoriosos. Para los que creáis que exagero os diré que yo mismo he experimentado esas sensaciones. Cuando Tontxu sacó este pedazo de disco hace dos años y medio yo estaba recién divorciado y con un niño de escasos meses de vida. Y os aseguro que "En el nombre del padre" fue la mejor terapia que me pude encontrar en unos tan dramáticos momentos. Este disco fue mi banda sonora durante todo un año. Y me ayudó a reflotar. 

     Como en "Marinero madrileño", también yo veía a mi hijo "la tarde de los martes y los jueves", vivía "de alquiler" y jugaba con él "menos de lo que soñé". Nadie que no haya pasado por esa situación puede entender bien la letra de esta canción. Para mí, el alma del disco. Sin duda, la que más lágrimas me hizo derramar. Y aún hoy, casi tres años después, lo consigue en ocasiones gracias a la estrofa en que Tontxu escribe "Verás cuando se arranque a hablar. Prepárate. Preguntan niños índigo, ¿por qué?, y ¿con quién?...Y yo no sé qué responder".  

     "Monedita de mamá" es otra de las grandes canciones del disco. En ella explica a su hija Leire, a quien dedica todo el trabajo (honor compartido con el abuelo de la pequeña y padre del artista), por qué no ha podido "disfrutar" de ella tanto tiempo como él mismo desearía y que "estaré siempre a tu lado, viva o muera, cerca o lejos" porque "no habrá sentencia que nos pueda separar jamás". Sin duda, padre e hij@ "somos víctimas, verdugos, fruto de un "big bang", y el resto sólo una mentira de la sociedad". La canción termina con "un beso fuerte" para ella. 

     El disco comienza con un mensaje muy optimista: "Te amaré mejor". Una canción en la que se nos indica cómo hemos de amar: "mejor, porque mucho y demasiado es un error". Eso sí, a renglón seguido viene la canción más dura y desgarradora del álbum. Porque "Dejar de quererte" es un tema para cantar a gritos en el salón de casa y echar toda esa "mierda", en palabras del propio Tontxu, que llevamos dentro. Una canción en la que "el mar es infinito, como tu mala suerte. Que me has perdido, tonta, por querer tenerme. Querer cortar mis alas y el fruto de mi vientre...Qué buena idea fue dejar de quererte". Una canción cien por cien terapéutica y llena de desamor y rencor ("tus ojos no merecen mirar lo que yo miro, sentir lo que yo siento, vivir lo que yo vivo") y, sobre todo, de esperanza: "sin ti yo soy más grande, mucho mejor que antes".

     El amor también se trata en "Libre", en la que "a su lado me siento grande como el mar, libre como el viento" y "cegado de amor, miro a mi alrededor y ninguna más veo". No obstante, el elemento más repetido a lo largo del disco es el cinismo y la mala leche, tal y como afirma el mismo cantautor. Canciones como "Yo no he sido", "La otra cara del amor", "Canciones prudentes de amor" o "Doble moral" son auténticos alegatos de rabia, para nada contenida, contra todo bicho viviente, "hipócritas, falsos". Sin duda, un disco escrito en un momento de gran amargura y cabreo en el que se abre, sin embargo, el camino a un futuro mejor, con amor y felicidad. Es evidente que tras un divorcio todos necesitamos un período de cinismo y rabia contra la humanidad. Superado este paso, estamos sobradamente preparados y capacitados para amar ni mucho ni demasiado, pero sí mejor.

     Por ser uno de mis cantantes favoritos y por ser este disco mi banda sonora durante el peor trago que he vivido hasta ahora en mis 36 años de existencia, debía a Tontxu una reseña. No soy profesional de la música, así que deberéis perdonar mis más que posibles errores y deslices. Eso sí, todo lo que habéis leído está escrito desde mi corazón. Igual que el disco.
    
     Por cierto, antes de acabar, ¿sabéis qué me escribió Tontxu en la dedicatoria del disco? Pues ahí va:

Jose & Tiago!
Ya pasó!
Ahora a ser felices
Siempre!
Tontxu
2011

Muchas gracias! ¡Te la debía, maestro! ¡Hasta la próxima!