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viernes, 23 de noviembre de 2018

Reina roja. Juan Gómez-Jurado. Ediciones B. 2018. Reseña





     Hace quince días salió al mercado la séptima novela del escritor madrileño Juan Gómez-Jurado. Que es un autor que atrapa a sus lectores de principio a fin es algo que todos nosotros sabemos. Que la intriga no es su única aliada pues a ella suma el carácter aventurero de sus historias y unas altas dosis de psicología para describir a sus personajes, obvio. Y que reseñar una obra suya es una labor harto complicada ya que uno siempre corre el riesgo de deslizar algún que otro spoiler sin ser siquiera consciente de ello --a mí mismo me ocurrió con su anterior trabajo, ¡qué se le va a hacer!--, también. Sin embargo, después de reflexionar y santiguarme, lo voy a intentar. 

     Reina roja es un nuevo thriller --como todas sus novelas con la única excepción de La leyenda del ladrón, hasta ahora su mejor obra en mi modesta opinión-- en la que nos encontramos a dos personajes muy interesantes. La protagonista principal, la Reina roja, Antonia Scott, es una mujer de inteligencia superdotada, lo cual es un don pero también, en numerosas ocasiones, una piedra en el camino de su vida. Colaboradora de la policía en casos especialmente difíciles de resolver, ha salvado no pocas vidas y ha hallado la solución a trabajos muy controvertidos. En el último de ellos lo perdió todo, y vive recluida durante los últimos tres años en un piso del barrio de Lavapiés.

     Un piso del que no tiene intención ninguna de salir. A no ser para pasar las noches en el hospital velando a su esposo, quien se debate entre la vida y la muerte en estado vegetativo por culpa suya. A Antonia no le interesa en absoluto nada de cuanto acontezca fuera de ese piso vacío --porque ha eliminado cualquier vestigio de su existencia en común con su marido e hija para ahorrarse el sufrimiento que ello supone-- o en la referida habitación de hospital. Su estado mental corre, pues, grave peligro. Tanto que piensa a diario en el suicidio como forma de librarse de un dolor cada día más insoportable. 

     El inspector bilbaino Jon Gutiérrez es el protagonista masculino de la historia. Buena persona y mejor policía, se ha visto envuelto sin embargo en un grave caso de corrupción, por el cual ha sido suspendido de empleo y sueldo por el cuerpo de policía. Solitario, homosexual y muy sensible, piensa sobre todo en su madre y en acompañarla al bingo, única distracción de la pobre anciana. Con muy poco que perder, dada su situación, acepta una tarea a priori fácil: convencer a Antonia para que vuelva a su anterior trabajo. Su misión, no obstante, pronto se le antojará prácticamente imposible de cumplir. Pero se implica al cien por cien, porque, a cambio, un enigmático personaje lo ayudará a limpiar su nombre e imagen. 

     El desconocido y misterioso nexo de unión entre Antonia y Jon se hace llamar Mentor, y es el descubridor del gran don de la mujer. Jefe del operativo de tareas especiales en España de una red a nivel europeo, se dedica a mover los hilos necesarios para que ambos puedan realizar sus gestiones sin levantar sospechas ni susceptibilidades. A menudo cruzando líneas muy finas entre lo correcto y lo que no lo es. Y este caso, especialmente, requiere traspasar muchas líneas. Porque un tal Ezequiel ha asesinado al hijo de la banquera más importante de Europa y ha secuestrado a la hija del mayor empresario del continente.

     Y lo más perturbador de todo es que el móvil de ambos casos no es, como se podría pensar en un principio, el económico. No, Ezequiel no ha pedido rescate alguno, sino algo que los padres de ambos jóvenes no pueden cumplir aunque quieran y esté en sus manos. Y es ese intrigante misterio y el conjunto de aventuras que deben correr Antonia y Jon para cerrar los casos los que mantienen en vilo al lector hasta que todo se resuelve --¡con sorpresón incluido!-- en la última de las más de 560 páginas de que consta la novela. Una novela que llegará a introducirnos de lleno en el hasta ahora desconocido subsuelo de la capital de nuestro país.

     Gómez-Jurado repite la fórmula que le está dando tantos y tantos éxitos. A saber: intriga a raudales, peleas, persecuciones y explosiones, hondas reflexiones psicológicas y vitales, grandes dosis de humor y una narración de alto ritmo que no deja descansar al lector. Un lector que, al terminar un capítulo, no puede evitar la tentación de pasar página y continuar leyendo para ir esclareciendo los casos que se nos presentan. Algo que jamás logra, por cierto. Porque solo una mente como la de este autor --y unos pocos más en el resto del mundo-- es capaz de crear estas tramas. Una redes tejidas con la precisión de las más audaces de las arañas.

     En definitiva: Reina roja es otro novelón de Juan Gómez-Jurado que, aunque no llega al nivel de La leyenda del ladrón o El paciente, sí se sitúa en el podio de sus mejores obras al mismo nivel que Cicatriz o El emblema del traidor. Lo cual ya es mucho, muchísimo, tratándose del autor de thriller de mayor trayectoria en nuestro país (y en parte del extranjero). Eso sí: espero que no la lean Ana Botín o Amancio Ortega... Esperando la próxima...