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martes, 28 de mayo de 2024

El niño. Fernando Aramburu. Tusquets. 2024. Reseña

 




    El 23 de octubre de 1980 una explosión de gas propano mató a cincuenta niños y tres adultos en el colegio público de Ortuella, Vizcaya. Una tragedia que conmocionó a España durante unos días, al País Vasco durante semanas y al referido pueblo durante meses e incluso años -en los casos más directamente implicados en el terrible suceso-. Más allá del drama que cualquiera de nosotros pueda ser capaz de imaginar resulta imposible hacerse una idea exacta de lo que cada una de las familias hubo de soportar, y aún a día de hoy soporta, tras la serie de fatales hechos que desencadenaron el accidente, las muertes en el acto y las subsiguientes a través del tiempo. Fernando Aramburu, acostumbrado a tratar temas vascos en sus novelas -Los peces de la amargura, Años lentos, Patria o Hijos de la fábula-, decidió documentarse y hablar con varias de las familias. Finalmente, uniendo la realidad extraída de multitud de entrevistas y conversaciones y su capacidad para relatar cualquier tipo de hecho más o menos cotidiano, escribió El niño, novela que Tusquets publicó el pasado mes de abril.

    Para preservar la intimidad de las personas que aparecen en las páginas de su novela tomó la decisión de cambiar los nombres reales por otros ficticios, así como algunas de las localizaciones de la misma. Así pues, el Nuco, Nicasio, Mariaje y José Miguel, personajes principales de la acción, existieron en realidad, aunque con distintos nombres, profesiones y lugares de residencia -siempre, eso sí, dentro del municipio de Ortuella-. Municipio que, junto a sus pobladores de la época, se convierte también en personaje de la misma. La gran originalidad de El niño es que también incorpora como personajes al autor -el Fernando Aramburu de 2024- y al propio texto, que nos explica diferentes pasajes de la trama a modo de pequeños capítulos aclaratorios que aparecen reflejados en cursiva. Fragmentos breves que, como se indica al comienzo de la obra, aportan datos valiosos sobre los personajes y sus circunstancias y que contribuyen a introducir remansos de sosiego reflexivo en una historia que se mueve con frecuencia en los bordes de la intensidad. 

    La novela cuenta el drama en todas sus posibles extensiones. A nivel poblacional en su conjunto, a nivel familiar y a nivel personal. Eso sí, se centra en una familia en concreto, la formada por Mariaje y José Miguel, padres de el Nuco, uno de los niños fallecidos en la explosión, y Nicasio, su abuelo materno, uña y carne del niño durante sus seis años de vida. Puede uno imaginar que tras una desgracia como la vivida en Ortuella en 1980 cada persona -o personaje- puede reaccionar de maneras bien diferenciadas. Lo que es complicado de alcanzar es lo que con tanto detallismo se nos muestra en esta novela: una disección psicológica de cada uno de ellos labrada con una precisión que deja al lector atónito. Y conmocionado. Porque, aunque los capítulos de la explosión y sus momentos inmediatamente posteriores ya muestran con pelos y señales -aunque sin un ápice de morbo ni de recreaciones obscenas, que quedarían fuera de lugar- el nerviosismo, la negación, el miedo y las reacciones de cada uno de los personajes, lo que de verdad importa en la acción es lo que pasó después.

    Y es que, aunque en ocasiones resulte un hecho insoportable, la vida no se detiene. Sigue. Y ello significa que se debe convivir con la tragedia. Y, lo que es peor, con las ausencias derivadas de la misma. Y ahí es donde pone su acento Aramburu en esta novela: en las diferentes formas de afrontar -o no, porque no afrontar algo es en sí mismo ya una forma de afrontarlo- una vida que ya nunca será la misma. En efecto, cada uno de los personajes lo lleva como puede. Y actúa como actúa. Y, dentro del sufrimiento -porque todos sufren a rabiar la ausencia de el Nuco-, cada uno vive la vida que quiere -o que puede- y trata de buscar su nueva manera de estar en el mundo. Porque Nicasio ha dejado de ser abuelo. Mariaje ha dejado de ser madre. Y José Miguel ha dejado de ser padre. Pero deben seguir siendo padre, hija, esposa y marido. Y deben apoyarse los unos en los otros para seguir siendo una familia. Una familia que, aunque rota, debe seguir unida. Y, a ser posible, por algo más que por la desgracia.  

    Nicasio camina cada jueves -porque la tragedia ocurrió un jueves-, y algún que otro día más, hasta el cementerio municipal para ver a el Nuco. Pasa un rato con él, limpia el cristal que protege su lápida y le cuenta cosas sobre ellos, sus padres o el Athletic de Bilbao. Para poder seguir viviendo, aunque no está loco ni trastornado, se ha hecho a la idea de que su nieto continúa con él. Se lo imagina cogido de su mano cuando camina por el pueblo, lo acompaña al colegio cada mañana y hasta se lleva a su casa los muebles de su habitación, la cual recrea de forma casi idéntica a la original. Una habitación que Mariaje y José Miguel deciden desinstalar porque no se ven capaces de verla vacía cada día. Nicasio pasa horas sentado junto a la cama de su nieto, hablándole y velando su sueño. Es consciente de que ha muerto, pero no quiere separarse de él ni de sus recuerdos. Todo lo contrario que José Miguel, quien solo conserva algunas fotos de su hijo, pero se deshace de todo lo demás. Se hace a la idea de que nunca ha existido y trata de convencer a Mariaje para tener otro hijo y empezar así desde cero.

    Mariaje es, junto al propio texto de la novela -el que aparece en cursiva, como ha quedado dicho ya más arriba-, la única que cuenta su historia en primera persona. La única que tiene, pues, voz propia. Lo cual tiene una explicación muy importante para el desarrollo y fin de la obra. Algo que, por motivos obvios, no explicaré en la presente reseña. Además, guarda también un gran secreto. Un secreto que se prometió guardar hasta la tumba y que mantiene en vilo al lector durante un buen puñado de páginas. Un secreto a pesar del cual ha seguido viviendo durante los últimos años. En efecto, Mariaje es el personaje más fuerte, de mayor carácter, de todos los de la novela. Por eso, a pesar de los pesares, trata de reconducir su vida. Una vida sin hijo. Pero con padre, marido y un anhelo: vivir. Que la terrible ausencia de su hijo no la aparte de la vida. Es peluquera. Y vuelve a ejercer después unos años de inactividad. No se excusa en la mala suerte, como su marido, sino que quiere seguir viviendo. Porque vida solo hay una.                

    La Mariaje real, de la cual desconocemos su identidad, es quien contó su historia personal y familiar a un Aramburu que dio forma a una novela que por momentos emociona, conmociona y hasta inquieta. El autor hubo de llegar a una serie de acuerdos con ella. Básicamente, por mantener protegida su privacidad, la actual y también la pasada, pero también por no desvelar públicamente los secretos familiares del resto de los protagonistas de la historia. Incluido ese gran secreto aludido en el anterior párrafo. La omisión por parte del autor de una determinada cantidad de hechos reales y su sustitución por otros ficticios no resta en absoluto verosimilitud a la historia narrada. Simplemente enmascara datos, señales, evidencias que podrían ayudar a algún lector ocioso y/o morboso a investigar sobre las identidades de los diferentes personajes. Unos personajes que también sustituyen a las personas reales que vivieron en Ortuella en 1980.

    Fernando Aramburu ha escrito otra gran novela. Otro magnífico capítulo de su saga sobre Gentes vascas. Una novela en la que a partir de hechos devastadores y lacerantes sus protagonistas verán cambiar sus vidas para siempre. Y el autor nos muestra, con gran singularidad y originalidad, aspectos inesperados de cada uno de ellos. Nos los abre en canal de forma milimétrica gracias a su peculiar bisturí literario-psicológico para enseñarnos qué encierran sus cerebros devastados, cómo laten sus corazones heridos, cómo afrontan el drama familiar y personal y cuál será el destino de cada uno de ellos. Es obvio que la realidad siempre supera a la ficción. Pero cuando la ficción bebe directamente de la realidad el resultado puede ser igualmente veraz, desgarrador y dibujante de una obra de arte en forma de un extraordinario friso. Sobre todo si sale de la mente y de las manos de un genio literario de la talla de Aramburu, uno de los grandes de nuestra literatura junto a Landero, Vilas, Carrasco, Trueba o Del Árbol.     

        

jueves, 19 de octubre de 2023

Saga Los mentideros del destino. Libro Primero: La hermandad de los huérfanos. Javier Ávila. Ediciones Digitales Anteo. 2023. Reseña

 



    Algunos autores noveles se atreven a escribir novelas tan densas y extensas que no son publicables en un único volumen, lo cual obliga a autor y a editorial a presentar la obra a través de diversos fanzines o entregas separadas en el tiempo. Es el caso de la saga que lleva por título Los mentideros del destino, de un escritor zaragozano que escribe bajo el pseudónimo de Javier Ávila. Se trata de una saga compuesta por cinco libros divididos en catorce fanzines y en una novela corta que es precuela de toda la historia. Entendiendo el apuro que para el lector puede constituir el seguimiento de la publicación da cada uno de los fanzines, el autor complementa la saga con sus redes sociales y una librería virtual o web del autor en la que se pueden ir adquiriendo los diferentes números según se vayan publicando. A día de hoy, están disponibles ya los tres primeros, que completan el primero de los cinco libros de la saga, que se titula La hermandad de los huérfanos

    Los mentideros del destino no es una historia de relatos sueltos, sino una novela tan compleja como pueda serlo la mentira. Las segundas intenciones de los protagonistas forman buena parte del argumento. Un argumento constituido por mentiras sobre mentiras. En definitiva, una historia de un mundo, una creación fantástica que se ubica en nuestro entorno terrenal o al menos en una parte de nuestra realidad. Porque, como suele ocurrir en las buenas novelas, no todo es lo que parece en esta historia. Y las piezas del puzzle que debe ser completado para esclarecer los diferentes misterios e intrigas que se nos presentan en cada uno de los fanzines se nos pueden mostrar en cualquiera de sus numerosas páginas. Para seguir los lanzamientos y el desarrollo de la historia, como ya ha quedado dicho más arriba, se puede y debe visitar la web losmentiderosdeldestino.com, y se puede contactar con su autor a través del correo electrónico info@losmentiderosdeldestino.com. 

    La saga tiene seis grandes protagonistas, tres masculinos y tres femeninos. Todos ellos son personajes de la peor calaña, pero a la vez poseen también buenos sentimientos. Las historias vividas por ellos armonizan las de ellas. Fátima, la princesa de Alepo, consigue liberarse de su destino; Marcela busca vengarse de la nobleza aragonesa; y Elena es una pícara, una farsante, una asesina letal e invisible a los ojos de la justicia que se esconde tras una encantadora sonrisa. Por su parte, Ginés y Gilberto son dos fiemeros --harapientos y sucios limpiadores de letrinas-- que se encuentran debido a las mentiras de un pirata tunecino de nombre Nicetas, el último maese de su hermandad. Un embaucador que ha creado su propia devoción, que responde al nombre de los hermanos de la luz. Será él quien enseñe a los fiemeros a estafar, falsificar, manipular y robar todo tipo de documentos y hasta identidades. Viven unas vidas ficticias y continúan la saga de los mentideros del destino.

    El primero de los fanzines, que es el que servidor ya ha leído, lleva por título El uno por el otro. A través de un estilo directo y una narración sugerente Javier Ávila nos lleva a la Zaragoza de marzo de 1156. No en vano, el objetivo del autor es contarnos la historia de los maños. No la de sus reyes y sus gobiernos, sino la del pueblo llano. La de ciudadanos que serían anónimos de no ser por esta narración o conjunto de narraciones que componen Los mentideros del destino. Unos ciudadanos que luchan contra las noblezas árabe y cristiana para defender sus deseos y sus ansias de libertad. Realidad, mentiras y leyendas medievales de todo tipo se mezclan para crear una especie de teatro de papel que transita por el tiempo de las primeras cruzadas. Una época en la que, como todos ya sabemos a estas alturas, a menudo debía recurrirse a la picaresca para poder llevarse a la boca al menos un triste mendrugo de pan. 

    La historia desarrollada en este primer fanzine nos presenta a los tres principales personajes masculinos de la saga. Comienza con el entierro de uno de ellos, Nicetas, que es enterrado como fiemero --aunque a lo largo de su vida, repleta de embustes, ha sido rico, caballero y esclavo, según le conviniera en cada caso--. Un entierro demasiado pomposo para tratarse de alguien de tan baja escala social, observa el funcionario del censo zaragozano Marcelino Saputo. Sus pesquisas para desentrañar el misterio de cómo alguien como él era enterrado de esa manera finalizan de forma abrupta al ser muy bien obsequiado con una generosa compensación por don Gilberto, conde de Mesana, un hombre que rara vez abandona su mansión y que nunca se junta con el resto de nobles de la región. Algo muy extraño, y que también encierra un secreto. Ginés, huérfano acogido por el conde, antes ahijado de Nicenas, completa el trío de protagonistas masculinos de la historia.

    Los capítulos de este primer fanzine nos narran algunos pasajes sobre las vidas pasadas de los protagonistas. Cómo se conocieron Nicetas y don Gilberto después del naufragio de un navío acaecido en pleno enfrentamiento entre cristianos y árabes en plena Guerra Santa. Cómo don Gilberto salvó la vida de Nicetas y este, a cambio, le cedió todas sus riquezas y se convirtió en su siervo, quedando sellado para siempre un destino común que los iba a hacer inseparables incluso más allá de la muerte. Cómo ambos se instalaron en Zaragoza y don Gilberto fue recompensado con el condado y un buen puñado de monedas y de tierras por Fernando I de Aragón por los servicios prestados en las distintas guerras. Cómo Ginés se convirtió en ahijado primero de Nicenas y luego de don Gilberto. Cómo Nicenas creó la hermandad basada en los libros del destino, que predicen todo lo que todavía está por venir.

    Algo muy a destacar de la escritura de Javier Ávila es la magnífica descripción psicológica --y también física-- de cada uno de los personajes. No solo de los principales, sino también de los secundarios. Aspecto, como digo, a reseñar. Sobre todo tratándose de un escritor novel. Cada detalle mostrado contribuye a encajar esas piezas de puzzle que finalmente nos enseñan quién es quién y qué papel juega en el desarrollo de la trama de la novela. También describe con amplitud los ambientes y los lugares. Y explica concienzudamente la importancia que para el futuro de la saga tendrán los libros del destino, los hures --quienes, eruditos y criminales al mismo tiempo, no dudan en matar o hacer matar a los más altos dirigentes políticos para cambiar el rumbo de los acontecimientos--, la fe y la fantasía. Porque la religión, la Historia, la filosofía y la fantasía se dan la mano en Los mentideros del destino

    Habrá que estar bien atentos a las publicaciones de los próximos fanzines --como ha quedado dicho ya más arriba, están publicados el segundo y el tercero, que completan el libro La hermandad de los huérfanos, el primero de los cinco libros que componen la saga completa--, porque prometen emociones, dramas y también humor. Todo ello de la mano de este nuevo escritor dedicado a la docencia desde hace casi dos décadas. Para finalizar la presente reseña, recuerdo nuevamente cómo conocer los próximos lanzamientos de los fanzines de la saga: la web losmentiderosdeldestino.com y el correo electrónico info@losmentiderosdeldestino.com.   

     

lunes, 22 de mayo de 2023

Basilisco. Jon Bilbao. Impedimenta. 2020. Reseña

 





    Un año antes de lograr un gran éxito con Los extraños -libro reseñado en este mismo blog hace apenas seis meses- el autor asturiano afincado en Bilbao ya había presentado en Basilisco a sus personajes centrales, Jon y Katharina. Basilisco, que ganó el Premio de las Librerías Navarras y el Euskadi de Plata en categoría castellano en 2021, nos narra una serie de relatos en los que además de iniciar la historia de Jon y Katharina, se nos presentan personajes que nada tienen que ver con ellos: John Dunbar, apodado Basilisco, un trampero, veterano de la Guerra de Secesión y pistolero ocasional que murió un siglo atrás; la Araña, un personaje siniestro, casi inhumano, que lidera una banda de auténticos asesinos sin escrúpulos -y que será protagonista de la nueva obra de Jon Bilbao (Araña, 2023)-; o los miembros de una expedición paleontológica que no acaba del todo bien una tarea que en principio pretendía ser divulgativa.  

    Basilisco consta de ocho relatos autoconclusivos pero también interconectados que abarcan el presente de las vidas de Jon y Katharina y los sucesos acaecidos un siglo atrás en el Lejano Oeste en torno a las figuras de Basilisco y Araña. Una mezcla original y sugerente que alterna la actualidad, que bebe de la novela costumbrista contemporánea, y el western, al más puro estilo clásico (y no tan clásico: leer la reseña de Malaventura, de Fernando Navarro, también publicada por Impedimenta y reseñada en este blog a principios del presente año). Casualmente, en ambos contextos, la vida parece desmoronarse por momentos. Con una prosa perturbadora y de gran potencia visual y descriptiva, Jon Bilbao pone en jaque nuestra realidad combinando a la perfección lo clásico, la cultura popular y las responsabilidades y frustraciones propias de la edad mediana de un personaje que vive insatisfecho como ingeniero porque en realidad quiere ganarse la vida como escritor. Vayamos por partes.       

    John Dunbar tiene una vida singular. Aparece, de repente, tras muchos años desaparecido de la vida familiar, en casa de su hermano Matt, en Virginia City, en plena fiebre del oro. Su madre acaba de fallecer y ha sido enterrada con un anillo que puede sacar de la miseria a la familia. John, instigado por la esposa de su hermano, Mary Ellen, obliga a Matt, a quien considera un irresponsable por haber contraído semejantes deudas, a desenterrar el cadáver de su madre para extraerle el anillo. El objetivo es pagar las deudas acumuladas con el turbio prestamista LePage y que la familia de su hermano pueda seguir viviendo en la ciudad. Asegurado esto, John se va por donde vino y desaparece de nuevo, esta vez para siempre. Desde entonces, y hasta en la actualidad, en esa casa de Virginia City, quienes dirigen los negocios y la economía familiar son las mujeres. Pero, ¿adónde fue a parar John Dunbar tras este suceso?

    Estuvo viviendo solo en la cueva de Waterpocket Fold, en Utah, antes de deambular por las regiones circundantes. Hasta que el capitán Drummond lo contrata para guiar a una expedición hasta la misma cueva para tratar de encontrar a una criatura con cuerpo de pez, aletas poderosas y una cabeza con largas fauces dentadas, similar a la de un caimán. La criatura tenía las dimensiones de una ballena. El dibujante Patrick Clement cuenta en su diario las vicisitudes atravesadas por los miembros de la expedición, que habrá de enfrentarse a un grupo de fanáticos mormones que han ocupado la cueva y sus alrededores. La aventura no acabará nada bien. Sin embargo, lo peor está por llegar. El grupo de asesinos comandados por la Araña los persigue durante kilómetros y días. Y sus intenciones no son en absoluto amigables. Mientras la expedición se dirige hacia Colorado la Araña hará frente al teniente Agassiz y al sargento Kittredge, quienes a su vez la persiguen por sus crímenes. 

    Cuando, al fin, la Araña y Dunbar están cara a cara, esta le dice que yo limpio la frontera. Soy el alcohol y la sal, el hilo que sutura y la venda que protege. Veo tu confusión. Qué curo, qué elimino, te estás preguntando. A los que son como tú, que venís con el deseo de convertiros en otros, como si en algún rincón oscuro y estéril de las tripas llevarais la semilla de alguien mejor, y pensarais que solo en estas tierras puede germinar. Todos vosotros sois árboles crecidos y enfermos que hay que talar, reducir a astillas, quemar, y luego esparcir la ceniza... Cómo me he equivocado. Qué mal me he conducido. Creía que estaba limpiando el oeste y he acabado siendo parte de lo que lo emponzoña: líder de una banda criminal violenta, sin origen, pauta, honor ni moral. Un antagonista ideal. Tú, John Dunbar, que ardes en tu rabia sin nunca consumirte, eres el Basilisco. Y el trampero entiende entonces el porqué de su vida en soledad. La pasada y la futura. Porque en soledad debe vivir lo que le quede de vida.

    Y, ¿qué hay de Jon, el protagonista del presente de la narración de los textos? Pues recuerda que durante su estancia en San Francisco miré a Katharina y supe que estaba enamorado. Hasta entonces había creído estarlo, pero de pronto me di cuenta de que mis sentimientos, pese a ser sinceros, no habían sido más que prolegómenos del amor verdadero. Supe que quería estar con aquella chica para siempre. Unos años después, viviendo juntos en Bilbao, reciben la visita del ex de Katharina, que va a exponer sus fotografías cósmicas en la ciudad. Jon decide no acompañarlos en la comida acordada sino salir con su hijo a volar su avión de juguete y hacer una visita a Octavio, su viejo profesor de literatura en el instituto. Duda sobre si Katharina estará cuando ellos regresen a casa. Aunque no la ve capaz de dejarlo de esa manera, el matrimonio no atraviesa su mejor momento. En otro relato, asiste a la descomposición final del matrimonio de sus padres. Su madre su muda a otra casa del pueblo, y recrimina a Jon no haber estado ahí cuando ella y su padre lo necesitaban. Tú solo te acuerdas de nosotros cuando necesitas una pequeña ayuda económica, ¿verdad? No, no vuelvas a decirme lo de los críos. Mucha gente tiene dos hijos y trabaja y, de vez en cuando, tiene un detalle con sus padres.

    Hacia el final del libro, en el último de los relatos, es su matrimonio el que parece zozobrar tras una fuerte discusión con su esposa. Se va de Bilbao y se instala en la casa familiar de Ribadesella. Solo. Sin Katharina y sus hijos. Apenas los llama por teléfono. Y su hijo lo llama para recriminárselo y decirle que lo echa de menos. He vuelto porque, cuando vivía aquí, Katharina y los niños aún no existían. Así que es otra forma de borrarlos. Desde luego, su todavía esposa es mucha más madura que él. Algo que queda más patente si cabe a raíz de este pensamiento: no estoy preparado para afrontar las decisiones y labores que esta casa exige, pese a lo que me gusta y significa para mí. Empiezo a aceptar que acabaré vendiéndola. Y, como John Dunbar, se aísla de todo el mundo. Y comienza a cavar la cueva que hay en su propiedad. E imagina que la cueva no es un desaguadero del monte, sino el nido de una araña gigante que se enterró en vida para invernar durante años. 

    Pero, ¿qué tienen en común John Dunbar, el protagonista y narrador Jon y el escritor Jon Bilbao? Pues su amor por los libros. El protagonista del Lejano Oeste John Dunbar siempre lleva un libro consigo. Donde quiera que vaya. Aunque ya lo haya leído varias veces. El protagonista del presente, Jon -a quien no cuesta en absoluto reconocer como un Jon Bilbao ficticio pero muy semejante al real-, lee e, infeliz como ingeniero, ansía vivir por y para la literatura. Y Jon Bilbao, el escritor que fue ingeniero, sí que ha conseguido vivir de ello. Así, el escritor elabora una serie de relatos en los que, a buen seguro, narra pasajes de su propia vida y, a la vez, hace ficción en torno a sus propias fantasías, personales y literarias -como hace también en el relato La playa del naufragio, cuyo irresponsable protagonista también es un escritor de no demasiado éxito de ventas-. Explicado así puede resultar algo incomprensible, ya lo sé. Pero, una vez leídos los textos que componen sus libros, finalmente todas las piezas del puzzle encajan a la perfección. Pasado y presente, ficción y realidad, forman un conglomerado de relatos que tienen vida propia por sí mismos. Y que, además, establecen una conexión con los otros para pintarnos un cuadro que cuesta no examinar, reflexionar sobre él y disfrutarlo. Sobre todo, disfrutarlo.  

                            


sábado, 2 de abril de 2022

Desde el otro lado. Bernardo Atxaga. Alfaguara. 2022. Reseña





    El escritor guipuzcoano Bernardo Atxaga anunció en 2020 que Casas y tumbas sería su última novela. Para suerte de los lectores que lo siguen desde hace años Alfaguara ha editado este 2022 Desde el otro lado, una recopilación de cuatro relatos del autor de Obabakoak en el que el escritor revisita Obaba-Ugarte, el pueblo imaginario que hizo célebre en la citada obra. Los tres primeros están ambientados en sus casas y calles. De hecho, el primero, Dos hermanos, ya se publicó en euskera en 1985 y en castellano en 1995. El texto actual es, pues, una nueva revisión del autor para la ocasión. El segundo, La muerte de Andoni a la luz del LSD, se editó ya en euskera y ahora se ha traducido al castellano. Los dos relatos restantes de este nuevo libro, Conferencia sobre la vida y la muerte en el cementerio de Obaba-Ugarte y Un crimen de película son textos hasta ahora inéditos. El último de ellos, el único que no tiene lugar en la población anteriormente reseñada sino en Nevada (USA).

    En todos los relatos la naturaleza y los animales juegan un papel primordial. De hecho, casi todos están narrados por animales. Unos animales que hacen gala de tal sensibilidad que deja a los humanos en bastante mal lugar. Unos humanos que luchan contra la soledad, buscan afectos que no encuentran, sufren constantes pérdidas y, no en pocos casos, se abandonan finalmente a la maldad, a la violencia y, de nuevo, a la soledad de la que tratan de huir desde el principio. La prosa poética de Atxaga --Dos hermanos, sobre todo, está narrado como si de un cuento se tratara--, la combinación de realidad y ficción, la aparición de lo onírico, lo fantástico y lo alucinógeno --sobre todo en La muerte de Andoni a la luz del LSD-- y la visión de la vida y la muerte como las dos caras de una misma cosa, como el principio y el fin de nuestra existencia en este maravilloso planeta, son los grandes rasgos compartidos por los cuatro relatos que componen Desde el otro lado.  

   Dos hermanos es el relato que abre el libro. Está narrado a varias voces, a saber: un pájaro, que se centra en la historia de Paulo; unas ardillas, que cuentan las peripecias de su hermano mayor Daniel, deficiente desde su nacimiento; una serpiente, que nos narra las acciones de Carmen, prima de los hermanos; una oca salvaje, que nos desvela el desenlace de la historia desde el aire; y hasta de una estrella, que nos cuenta las conversaciones entre Carmen y Teresa, moza del pueblo que está enamorada de Paulo y se siente impotente ante el abandono de su amado a una vida de soledad extrema. La inocencia de los hermanos y de Teresa ha de enfrentarse a la maldad de la mayoría del resto de ciudadanos de Obaba-Ugarte. Una maldad colectiva de la que tan solo se salva el cura, don Ignacio, quien trata de ayudar en todo lo posible a unos hermanos que, perdidos sus padres, se enfrentan a una soledad que, sobre todo en el caso del más joven, Paulo, amenaza con engullirlo en una oscuridad definitiva.

    Y es que Paulo, que solo tiene dieciséis años, ha de hacer frente no solo a la reciente orfandad --su padre muere en la primera escena del relato, mientras que su madre ya lo hizo años atrás--, sino que ha de cuidar a su hermano mayor, Daniel, que pese a tener veinte años es como si tan solo tuviera tres o cuatro. Hazte cargo de Daniel, Paulo. No lo abandones como si fuera un trapo viejo. No es una persona normal, pero tampoco es un trapo viejo. Es tu hermano, el único que tienes, le pide su padre en el lecho de muerte. Además, debe salvar la economía familiar trabajando de sol a sol en el aserradero de su padre. Demasiada responsabilidad para alguien tan joven. Y, por si todo ello fuera poco, a Daniel, que es grande y fuerte, se le han despertado los apetitos sexuales, por lo que se convierte en un gran peligro para las chicas del pueblo. Algo de lo que ya le advirtió a Paulo su madre años atrás: vigila a tu hermano, Paulo, siempre se está tocando. Porque no tiene alma, porque es como una bestia. Como un animal.

    La muerte de Andoni a la luz del LSD narra la muerte del hijo del amigo del narrador del relato, Esteban. Este, en un estado alucinógeno, revive junto al propio fallecido, de unos catorce o quince años de edad, y a un viejo profesor ya fallecido (¡en 1972!) de apodo Redin los meses anteriores a la muerte del joven. Entre recuerdos propios de distintas épocas, sueños, alucinaciones y la realidad de los Houston Rockets de Rick Adelman, Yao Ming y Luis Scola --el joven Andoni afrontó un tratamiento oncológico en la ciudad texana antes de fallecer, en cuyo hospital fue visitado por los jugadores del equipo y recibió un balón firmado por ellos (le tocó el balón a él porque se presume que Luis Scola así lo preparó al saber que el joven Andoni era fan también del Baskonia, su equipo español anterior a su salto a la NBA)-- se narra un relato en el que de nuevo tiene gran importancia un animal. Un cuervo muy conectado con Andoni, quien se lo deja a su amigo Imanol para que lo cuide mientras él está en Houston.

    Conferencia sobre la vida y la muerte en el cementerio de Obaba-Ugarte narra una especie de reality show televisado en directo. En ella aparecen de nuevo algunos de los personajes del primer relato: Paulo, Daniel y una Teresa ya nonagenaria. También el narrador, un enigmático personaje que parece perseguirlo, De Facto, y los dos protagonistas de la conferencia: el Doctor Mortimer y Parko. Para estos últimos, la muerte es una madre, lo más grande. El árbol de la Muerte crea amor, o cuando menos abre una vía para que se manifieste. Solo la Muerte es capaz de sacarlo a la superficie. El amor circula en los funerales como una melodía. La conferencia crea un gran alboroto entre el público asistente cuando aparece la imagen del cuervo del relato anterior a petición de Imanol. Una confidencia desconocida por los espectadores de un show ya de por sí delirante en relación a esa conexión entre el joven y el animal provocará un final totalmente inesperado. 

    Un crimen de película es el relato final del libro. Es, además, el único que no está ambientado en Obaba-Ugarte sino en Nevada. Sin duda, debió ser escrito durante el año (2012) que el autor pasó en aquella región del oeste estadounidense, de donde nació su famosa novela Días de Nevada. El gran protagonista del relato es un búho del Rancho San Rafael Regional Park. A través de sus narraciones y descripciones nocturnas el búho acabará resultando indispensable para resolver varios crímenes perpetrados durante los meses anteriores a lo largo del Parque. Se trata de un búho realmente sabio, que se expresa como si tuviera ante sí un diccionario. Busca, rebusca y encuentra siempre las palabras justas para expresar situaciones y descripciones que ayuden a su interlocutor, sin duda un policía, a esclarecer los hechos. Su elocuencia y sus ganas de hablar con la máxima corrección son tales que a menudo exaspera a su interlocutor, quien ha de reconducir la conversación para conocer al fin lo que está ocurriendo. 

    Supongo que Atxaga cumplirá su palabra y, por desgracia, no escribirá nuevas novelas. Pero es muy de agradecer que desempolve viejos relatos, los corrija y los prepare para su publicación. De este tipo de autores conviene leer todo, absolutamente todo. Por eso, obras como Desde el otro lado son regalos inesperados. Y no hay mayores regalos que los que uno no espera. ¿Habrá más regalos como este en los próximos años? Esperemos que sí. Porque Atxaga es uno de esos autores que se salen de lo común. Poesía, léxico, realidad, ficción, originalidad, entretenimiento. Todo se junta en sus letras para crear obras de gran belleza.                


martes, 1 de diciembre de 2020

Un lugar llamado Antaño. Olga Tokarczuk. Anagrama. 2020. Reseña





    Publicada por vez primera en Polonia en 1996 y editada en España por Lumen en 2001, Anagrama reedita para nuestro país una de las obras de la Premio Nobel de Literatura de 2018 Olga Tokarczuk. Graduada en psicología por la Universidad de Varsovia y miembro del partido político Los Verdes --tanto la psicología como lo medioambiental juegan un papel importante en esta obra (la primera suya que he leído)--, la novelista, ensayista, poetisa y psicóloga polaca nos propone en Un lugar llamado Antaño un viaje por el siglo XX polaco. Por su historia, la de sus pobladores, la de sus pueblos y la de sus bosques y montañas. Porque el mundo rural es uno de los grandes protagonistas de esta novela, la cual podríamos calificar tanto como costumbrista como histórica-social. Una novela que nos adentra en un mundo de ficción lejano y desconocido pero que a la vez nos resulta inquietantemente familiar y cercano. Imaginar es en suma crear, es el puente que reconcilia a la materia con el espíritu. La imagen se transforma en una gota de materia y se incorpora a la corriente de la vida. Por eso, todos los deseos humanos se cumplen si son lo suficientemente fuertes. Aunque no siempre del todo, ni tal y como uno esperaba.  

    Antaño es un pueblo ficticio, imaginado por Tokarczuk, situado en pleno centro de Polonia. Un lugar situado en el centro del universo. Al menos, para sus moradores. Un microcosmos que parece tener delimitadas unas claras fronteras con un mundo exterior tan alejado como irreal y prácticamente inexistente. En Antaño conviven el mismísimo Dios --Polonia es uno de los países más católicos del mundo--, ángeles guardianes y almas en pena --estamos también ante una novela con un fuerte componente de realismo mágico--, ríos, peces, caballos, vacas, perros y todo tipo de árboles, plantas y vegetación --el medio ambiente, en suma--, invasores y combatientes de todo tipo de moral y formas de vivir --Polonia fue probablemente el país de Europa más devastado por las dos grandes guerras mundiales del siglo XX, y no me refiero únicamente a la destrucción física sino también a la moral y psicológica-- y una serie de variopintos ciudadanos de los que nos ocupamos a continuación.

    La autora no pierde el tiempo en describirnos a los personajes con sus propias palabras. Lo hace a través de las obras de estos. Es decir, los personajes se describen a sí mismos por sus hechos, sus gestos y sus acciones. Obviamente, también por sus palabras. A lo largo de las doscientas cincuenta páginas de la novela desfilan ante nosotros multitud de hombres y mujeres y niños y niñas. Algunos solo aparecen en una escena. Otros nos llevan de la mano a ese Antaño que unos odian y algunos veneran. Porque el pueblo donde nacimos despierta en nosotros sentimientos contradictorios según los hechos que nos tocan vivir en él. Así, el mismo Antaño que es una prisión para muchos --por ejemplo, Ruta e Izydor, quienes anhelan conocer lugares más alejados-- se convierte en un paraíso terrenal para otros tantos. Como suele suceder en la vida misma. 

    La barbarie y la miseria protagonizan la historia de Polonia en el siglo XX. La Gran Guerra, la dura etapa de entreguerras, la Segunda Guerra Mundial, los campos de concentración, el exterminio judío, la terrible posguerra y la posterior dominación soviética son episodios demasiado dramáticos de asimilar, y se sucedieron en apenas medio siglo. No es difícil imaginar que entre la mayoría de los personajes la locura --en todas sus múltiples formas-- campe a sus anchas. Así, Florentynka se entiende mejor con los perros que con las personas; Espiga abandona la prostitución para vivir sola en una cabaña en medio del bosque; el Hombre Malo se aparta también del mundanal ruido y se convierte en un animal más del bosque; el viejo Boski vive solo para arreglar el tejado del palacio del señor Popielski, del que apenas se baja nunca; y el señor Popielski pierde la cabeza y se dedica a jugar a un misterioso juego educativo para un jugador, ajeno a la colectivización soviética, que le va retirando todas sus posesiones.

    El bloque central de los personajes de la novela lo componen Genowefa y Michal y sus hijos Misia e Izydor. Michal sirve en el ejército soviético durante la Gran Guerra. Genowefa, que ha quedado encinta de Misia, deja de tener noticias de su marido y lo cree muerto. Se enamora de un joven judío. Pero Michal vuelve finalmente del frente, sano, salvo y convertido en padre. Luego llega Izydor, su segundo hijo, un chico retrasado que padece hidrocefalia y que se enamora perdidamente de Ruta, hija de Espiga. A Ruta, en plena Segunda Guerra Mundial, la violan sucesivamente soldados alemanes y soviéticos. Decide huir de Antaño para siempre. Claro que he cambiado. ¿Te extraña? El mundo es malo. Tú mismo lo has visto. ¿Qué Dios puede haber creado un mundo así? O Él mismo es malo o simplemente permite el mal. O bien todo se Le ha hecho un lío. E Izydor se queda solo y perdido. Su pasión por los sellos y las cartas lo introducen en un mundo en el que será feliz por un tiempo, aunque también lo pondrá en peligro al ser acusado de espionaje por los soviéticos. Su sueño de ir a Brasil y encontrar a Ruta se desvanece y pierde las ganas de vivir.    

    Un lugar llamado Antaño nos narra la historia de varias generaciones de lugareños. Todos ellos se mueven por las pasiones, las dudas, los anhelos --todas necesitamos niñas. Si nos pusiéramos de acuerdo en tener solo niñas, habría paz en el mundo, le dice la señora Szenbert a Genowefa-- y los miedos. Encontramos nacimientos, amores, desamores, amistad, traiciones, violencia, enfermedades, envejecimientos y muertes. El paso del tiempo, la fugacidad de la vida y la imposibilidad de evitar esa muerte marcan también muchas de las páginas de la novela. Mientras es joven el ser humano se halla ocupado en su propio desarrollo, se esfuerza por progresar y ampliar sus horizontes. Después, cuando ya es un hombre hecho y derecho, le llega el momento de soñar o de algo todavía más grande. Alrededor de los cuarenta se produce una crisis. La juventud, con toda su intensidad, se cansa de su propia fuerza. Una noche o una mañana, el hombre cruza la frontera, alcanza la cima y da el primer paso hacia abajo, hacia la muerte. Entonces, surge la pregunta: ¿bajar orgulloso de cara a la oscuridad o volver la vista a lo que hubo, mantener las apariencias, fingir que no hay oscuridad alguna y que la luz de la habitación se ha apagado? 

    Las historias de cada uno de los personajes se entrelazan poco a poco hasta convertir el texto en una novela coral que describe una rica y variada temática impregnada de historia, psicología, medio ambiente, lecciones de vida (y muerte) y violencia. Además, Tokarczuk maneja a las mil maravillas el mundo de los contrastes: lo viejo y lo nuevo, lo femenino y lo masculino, lo bonito y lo feo, lo verosímil y lo mágico, la cordura y la locura, la vida y la muerte. Algo muy difícil de plasmar tan solo a través de hechos y pocas palabras. Pero Tokarczuk lo consigue en boca de Genowefa, cuando le dice a su amante Eli: Todo nos separa. Tu eres joven, yo soy vieja. Tú eres judío, yo soy polaca. Tú eres de Jeszkotle y yo de Antaño. Tú eres libre y yo estoy casada. Tú eres puro movimiento y yo ya estoy parada en este lugar. También en el pensamiento del joven Boski, quien estaba seguro de algo: del poder de la educación. La cultura y la educación estaban al alcance de todos. Claro que a otros les resultaba más fácil. Y no era justo. Pero, por otra parte, él también podía estudiar, aunque con mayor esfuerzo. Él debía ganarse la vida y, además, ayudar a sus padres.    

    Afirma Tokarczuk que sus influencias más firmes provienen de Carl Gustav Jung, padre de la psicología analítica; Edgar Alan Poe, cuyas historias fantásticas son mundialmente conocidas; y los escritores Thomas Mann --recordado por su profundo espíritu crítico del alma europea y alemana de la primera parte del siglo XX--, Antón Chéjov --miembro de la corriente más psicológica del realismo y el naturalismo-- y Nikolai Gógol --considerado el primer novelista ruso moderno--. Conociendo este hecho, no resulta extraño que el estilo narrativo de esta obra se desarrolle a modo de capítulos o relatos cortos que, a través de la cruda realidad o del realismo mágico o del mundo de los sueños, nos plantee dilemas morales y psicológicos que nos muevan internamente. Y es que una de las características de Un lugar llamado Antaño es precisamente que las historias, pese a parecernos lejanas en espacio y tiempo, nos atrapan por completo debido a su proximidad temática y humana.                                


sábado, 21 de marzo de 2020

Casas y tumbas. Bernardo Atxaga. Alfaguara. 2020. Reseña





     Seis años después de publicar Días de Nevada, su anterior novela en castellano --el autor de Asteasu, Guipúzcoa, miembro de la Academia Vasca, suele escribir más en su lengua natal--, Bernardo Atxaga ha vuelto por todo lo alto con Casas y tumbas. Tras recibir en 2019 el Premio Nacional de las Letras Españolas por el conjunto de su obra literaria, su nueva novela corrobora su posición entre los grandes de la literatura nacional contemporánea. Vertebrada por el valor de la amistad, el amor incondicional a la naturaleza y a los animales y la inminencia de la muerte, Atxaga crea ambientes (el despoblado Ugarte, hoy un barrio de Amurrio, Álava) y personajes inolvidables. Esos de los cuales cuesta despedirse al finalizar la lectura de la obra en cuestión. 

     Afirma el autor que esta será su última novela. Confiemos en que cambie de opinión. Si no es así, se habrá despedido a lo grande. Quizás por eso, como asegura en su epílogo, ha escrito una novela en la que aparecen narrados diversos pasajes de su vida. Desde 1970 hasta prácticamente la actualidad. Así, durante las más de cuatrocientas páginas que componen esta obra aparecen reflejadas algunas de sus vivencias en el cuartel de El Pardo, lugar en el que realizó su servicio militar obligatorio cuando todavía vivía Franco, el angustioso episodio en el que su hija estuvo a punto de fallecer de peritonitis, la fascinación que siempre ha sentido hacia el mundo rural y los animales, sobre todo, los jabalíes, y la importancia que siempre ha tenido para él la poesía como forma de comunicación y evasión.

     En la novela, que se iba a titular primero El soldado que llamó cabrón a Franco, luego Hilos de agua entre las piedras, hasta terminar con el título con el que finalmente se ha publicado, Ugarte es un lugar situado en la frontera entre el viejo y el nuevo universo. De esta manera, escribe Atxaga en el epílogo: Hay dos clases de literatura, la que propone una vuelta por fuera (crímenes en Norlandia, pasiones en la corte china del siglo XII, traiciones letales en un campus norteamericano...) y la que en su propuesta incluye una vuelta más, la que el lector debería dar por dentro de sí mismo. Y debe ser cierto, porque la narración de Casas y tumbas no se desarrolla de forma rectilínea, sino que en ocasiones avanza en constantes zigzags.

     Seis capítulos forman parte de la estructura en zigzag de Casas y tumbas. En el primero de ellos, Érase un pequeño barco, un niño llamado Elías regresa prematuramente a Ugarte de una escuela de verano en Beau-Fréne, en el Pirineo francés. Ha perdido el habla (padece mutismo traumático) y todos en el pueblo se preguntan por el motivo. Su amistad con Mateo, primero, y con los hermanos gemelos Martín y Luis, después, provocarán que la autoestima del niño vaya en aumento. En estas primeras páginas del libro se habla de los negocios de la iglesia (en este caso, a través de la virgen de Lourdes), de la homosexualidad, de la pederastia y, por supuesto, de la amistad y de la proximidad de la muerte. Temas, estos dos últimos, constantes a lo largo de todos los capítulos de la novela.

     Cuatro amigos, el segundo de los capítulos, nos habla de la amistad surgida entre compañeros del cuartel de El Pardo, en pleno servicio militar de época franquista. Entre todos ellos se hacen cargo de la cría de una urraca. Donato y Eliseo llevan la panadería, Celso es el encargado del Centro de Transmisiones del cuartel y Caloco es quien cobra dinero a sus compañeros a cambio de realizar sus aburridas guardias. El tedio, solo superado gracias a la urraca, a la cual llegan a enseñar a hablar, y el desprecio ante la inhumanidad, la codicia y la fanafarronería del teniente Garmendia, el general Franco y el futuro monarca, Juan Carlos de Borbón, marcan el hilo conductor del capítulo, en el que también aparece el tema de la inminente muerte.

     Antoine, protagonista del tercer capítulo, es un ingeniero francés que dirige la industria minera de Ugarte. Las páginas de este episodio están repletas de referencias a huelgas mineras, terrorismo maoísta, sabotajes, amenazas y explosiones. En definitiva, a la lucha de clases desarrollada entre los poderosos, deseosos de que nada cambie ni escape a su control, y los huelguistas, quienes quieren acabar, de una vez por todas y cueste lo que cueste, con su ya larga opresión social y económica. Eliseo y los gemelos Martín y Luis han de hacer frente a todo tipo de situaciones, a cada cual más peligrosa, ante un Antoine que no duda en utilizar a sus perros Troy y Louise como armas defensivas (y también atacantes) contra los enemigos de la industria que dirige.

     El accidente de Luis, Daisy en la televisión y Orquídeas son los tres breves capítulos finales de la historia. Luis sufre un accidente y está dos semanas en coma. Los sueños que tiene durante este proceso se entrelazan con sucesos reales. Daisy es la protagonista de un reality show en el que trata de perder peso aún poniendo en grave riesgo su propia vida. Y Martín asiste, horrorizado, a la posibilidad de perder a su hija Garazi a causa de una peritonitis causada por la mala praxis de una doctora incapaz de diagnosticar la inicial apendicitis. Las historias personales de los gemelos Martín y Luis se entrelazan en estos episodios finales para dar luz a espacios que habían quedado en la oscuridad en los capítulos anteriores.

     Casas y tumbas entrelaza de forma brillante realidad y ficción. La realidad de momentos de la vida de un Atxaga que despliega, también en los fragmentos inventados, su habitual poder literario para narrar sus historias mediante un estilo que roza lo poético en numerosas ocasiones. Como siempre, nos deja frases que merecen ser rescatadas de sus páginas para pasar a formar parte de nuestra memoria colectiva. Como esta con la que pongo fin a esta reseña: Si se pudieran voltear los nombres impresos como las piedras de un huerto y ver la vida que esconden, comprobaríamos que no hay dos vidas iguales. Pues bien, tampoco existen dos escritores iguales. Y Bernardo Atxaga demuestra, de nuevo, ser uno de los mejores.      


                   

miércoles, 18 de diciembre de 2019

El lobo estepario. Hermann Hesse. Edhasa. 2017. Reseña





     Edhasa Literaria reeditó en 2017, noventa años después de su publicación original (1927), uno de los clásicos más singulares del siglo pasado: El lobo estepario, del escritor alemán Hermann Hesse. Por aquel entonces ya habían sido publicadas sus otras dos obras más reconocidas, Demian (1919) y Siddhartha (1922), ambas reseñadas en este blog. En 1946 recibió el Premio Nobel de Literatura. La novela, de gran contenido filosófico, combina el género autobiográfico --el protagonista de la historia, Harry Haller, es un alter ego del propio autor, cuyas iniciales coinciden además-- y la fantasía --a través de lo que el narrador denomina teatro mágico--. La parte autobiográfica ocupa los dos primeros tercios de la novela. La fantasía, la parte final. 

     El libro refleja la gran crisis espiritual sufrida por el autor en la década de 1920. Mientras seguía luchando por sentirse humano, apreció que crecía en él una serie de aspectos lobunos que lo apartaban del resto de sus congéneres y lo arrastraba hacia una espiral de agresividad y violencia, conduciéndolo a parecerse cada vez más a alguien huraño y desarraigado. Como buen alemán y seguidor de Goethe --a lo largo de la historia de Hesse aparece en numerosas ocasiones la figura del también escritor alemán, autor de Fausto--, la dualidad de Fausto y Mefistófeles se hace presente en El lobo estepario. No es de extrañar esta influencia, pues la tradición alemana de Fausto se remonta al siglo XVI.

     Dicha tradición nos habla de la existencia de un erudito, Johan Georg Faust, que acabó haciendo un pacto con el diablo para intercambiar su alma a cambio de conocimientos ilimitados y placeres mundanos que le sirvieran para terminar con una vida que consideraba insatisfecha a pesar de su éxito. Esta historia ha sido recogida no solo por Goethe y Hesse. También, a lo largo de los años, por autores como Robert Louis Stevenson --El extraño caso del doctor Jekyll y mr. Hyde, en 1886--, Oscar Wilde --El retrato de Dorian Gray, en 1891--, Gastón Leroux --El fantasma de la ópera, en 1910--, Klaus Mann --Mephisto, en 1936-- o Thomas Mann --Doktor Faustus, en 1947--. Además, también hay una gran cantidad de obras musicales y cinematográficas sobre el mito dual de Fausto.

     Tras una década (la de 1910) horrible en la vida de Hesse --muerte de su padre, grave enfermedad de su hijo Martin, esquizofrenia de su primera esposa, desarrollo de la Gran Guerra y enfrentamientos con la opinión pública germana por el virulento ataque del autor al creciente nacionalismo alemán--, trató de rehacerse casándose de nuevo y obteniendo la nacionalidad suiza. El matrimonio, sin embargo, fracasó rápidamente y se desató la crisis que dio origen a El lobo estepario. Se aisló en su piso alquilado y constató su imposibilidad para relacionarse con el mundo exterior, teniendo cada vez mayores y más graves pensamientos suicidas. Como el protagonista de la novela, Harry Haller, obsesionado con la idea de rebanarse el cuello con su cuchilla de afeitar.

     La independencia, la libertad y la soledad son tres de los temas principales que trata la novela. Haller, anti belicista hasta la médula, es criticado por la prensa por sus ideas, consideradas anti patrióticas. Se aísla y ve nacer y crecer al lobo que lleva dentro y que se va apoderando de él. Hasta que una noche toca fondo y decide que la única solución es cortarse el cuello al llegar a casa. Asustado, deambula por las calles de la ciudad con tal de demorar al máximo el momento de su muerte. Aborrece a los humanos y al mundo entero. Pero, por contra, se siente mal consigo mismo por no encajar en ese mundo. Todo parece estar abocado a un desenlace trágico para él. Hasta que en un tugurio conoce a Hermine, una mujer en cuyas manos, de repente, deja su futuro. 

     A través de Hermine --posiblemente otro alter ego del propio Hesse, pues Hermine es el femenino de Hermann--, conocerá a María, una bella y complaciente mujer. Ambas, Hermine y María, se convertirán en los botes salvavidas de Harry. Los bailes y las conversaciones con la primera y el sexo y el romanticismo con la segunda constituirán el comienzo de una especie de reconciliación del protagonista con el mundo. Algo que el lector no acaba de creerse, pues parece que los cimientos de esa nueva existencia están hundidos en barro y, por tanto, se pueden venir abajo en cualquier momento. La realidad de Harry se va disolviendo en una serie de hechos que parecen más cercanos a la ensoñación. Hasta meterse de lleno en la fantasía de la mano del teatro mágico final. 

     Un teatro mágico en el que entra a través de Pablo, un saxofonista que parece encarnar los valores más contrarios a los de Harry. El músico no es nada intelectual, ni serio, ni reflexivo. Solo un apuesto vividor que parece servirse de las mujeres para dar rienda suelta a sus placeres. El teatro de Pablo es un largo pasillo que tiene forma de herradura. Multitud de puertas abren espacios interiores donde se representan escenas. Harry entra en cinco de ellas, y revive diversos pasajes de su vida. Realidad y ensoñación se entremezclan, en clara influencia del mundo de los sueños inspirador del psicoanálisis. Cabe recordar que el autor había estado en tratamiento psicoanalítico durante los años anteriores, llegando a conocer en persona a Carl Gustav Jung. 

     Aunque en la novela hay multitud de frases para recordar, creo conveniente destacar aquí solo un par de ellas. Ambas son pronunciadas por Pablo, y dicen así: 1) el vencimiento del tiempo, la liberación de la realidad o como quiera usted llamar a su anhelo --sin duda, rebanarse el cuello con su cuchilla de afeitar--, no es otra cosa que el deseo de desembarazarse de su personalidad. Es la prisión donde usted se encuentra encerrado; y 2) se puede contar con usted para cualquier representación estúpida y carente de humor, para todo lo que sea patético y carezca de ingenio, generoso señor. Quiere usted que le corten la cabeza, que lo ajusticien, pedazo de energúmeno. Quiere morir, so cobarde, pero no vivir. Pero, ¡al diablo!, lo que hará precisamente será vivir. 

     El lobo estepario es un viaje filosófico-psicoanalítico por el interior de un alma dolida con un mundo en el que no encaja. Un alma que se distancia de un mundo falso e hipócrita, pero que se odia a sí misma precisamente por no encajar en él. Es un claro ejemplo de que la auto indulgencia ayuda poco o nada a superar una situación dolorosa. Al contrario, en lugar de encerrarse en uno mismo, lo que se debe hacer es, aunque le cueste horrores a uno, abrirse y conocer otras almas. Y Haller, finalmente, piensa que llegaría un momento en que sabría jugar mejor con las figuras. Llegaría a aprender a reír alguna vez. Pablo me esperaba. Y me esperaba Mozart. Así, pese a la oscuridad general de la obra de Hesse, constatamos que siempre hay luz al final del túnel. Por largo que este sea...                               

  

jueves, 18 de abril de 2019

Trampantojo. Marina Lomar. Ediciones Babylon. 2019. Reseña





     Marina Lomar, Doctora en Cultura y Literatura Francófona, profesora en la Universitat Jaume I de Castellón y articulista, ensayista y autora de relatos, ha dado el salto a la novela este 2019 de la mano de Ediciones Babylon (Ontinyent) con su primer trabajo como narradora, Trampantojo. Una novela en la que, como su título indica, nada ni nadie es lo que parece. Una historia de superación personal y de hacer frente a la soledad a la que, en definitiva, nos vemos abocados en determinados momentos de nuestra existencia. En el mundo actual, en efecto, casi todo el mundo vuelca sus intenciones a tratar de aparentar lo que no es y en ocultar la realidad de sus vidas. Sobre todo en unas redes sociales que, muy a menudo, más que unir socialmente crean mundos paralelos en los que dominan las apariencias. 

     Un Café Literario --claro guiño a Bibliocafé--, regentado por Andrea y Carla, es el nexo de unión de las historias personales de cuatro mujeres --las dos referidas y sus amigas Paula y Elda-- que ocupan las 180 páginas de la novela. Andrea es la protagonista principal. Divorciada de Paco, vive con su hija Gisela y su nueva pareja, Andrés. La relación entre hija y padrastro no es nada buena, lo cual redunda en la familia recién creada. Andrea se empeña en hacer ver a sus amigas (y también a sí misma) que es feliz, pero no lo es. Andrés es un mujeriego y Andrea, aunque quiere creer que no está siendo engañada, tampoco puede poner la mano en el fuego por su pareja. La relación entre ellos parece resquebrajarse por momentos y Gisela disfruta de ello.

     Carla, su socia en el Café Literario, y una década mayor que Andrea y Paula, ha estado durante años cuidando de su esposo, Evaristo, gravemente enfermo. Tampoco era una relación sana la suya, y la muerte de su marido se le presenta como una oportunidad para iniciar una nueva vida. Parece anquilosada, amargada y aburrida, pero vive una tórrida aventura sexual muy peculiar con un extraño hombre que esconde su verdadera identidad tras un bigote postizo y una gabardina. Por supuesto, Carla guarda su secreto a los ojos de sus amigas. Hasta que Andrea observa cosas extrañas y la realidad cae por su propio peso y es ya tan evidente que ha de hacer frente a su situación y confiar en ellas a pesar de los pesares.

     Paula también está en los cuarenta. Es pintora, da clases en academias y busca en los chats a alguien con quien acabar con su soledad --para mí, la soledad y el miedo a padecerla es uno de los hilos conductores de la trama de la novela--. Junto a Andrea, acude al Centro Benéfico a un curso de cocina afrodisíaca que imparte Mara, una belleza de persona que pronto hará amistad con ellas y se sumará al grupo de protagonistas. El gerente del mismo, Álvaro, el típico galán que se encapricha de Andrea y cree que puede seducirla con facilidad, contribuye a que la imagen de los hombres en general no salga muy bien parada en este conjunto de historias. Suerte que Graham, profesor de Gisela, mantiene alto el pabellón masculino.  

     Elda es la más jóven de las protagonistas. Tiene treinta años, echa de menos a una antigua pareja con la que no tuvo un final feliz, es una buena traductora de textos y busca pareja hasta debajo de las piedras. Curiosamente, siempre se fija en hombres casados o con pareja. Relaciones imposibles o casi imposibles que no la conducen por el buen camino. Hasta que establece una relación, también extra familiar, que amenaza seriamente la estabilidad de la joven. Y del mundo tal y como está construido en esa etapa de su vida. Como ha quedado dicho más arriba, de nuevo el miedo a la soledad es capaz de crear estragos en la vida de las personas. Algo solo superado por la infidelidad como aspecto generador de sufrimiento humano.

     Las escenas desarrolladas en la Albufera de Valencia, el Oceanográfico, el Bioparc y ese Café Literario que bien podría llamarse Bibliocafé nos sitúan la historia en la capital valenciana. Además, las cinco partes en que divide la historia transcurren entre un indeterminado mes de octubre de un año y el julio siguiente. Los diálogos son directos y correctos, dando en ocasiones la información necesaria que no aparece en la narración. Una narración, por cierto, que en ocasiones está cerca de la prosa poética y que explica las sentimientos y las sensaciones de las protagonistas con una gran sensibilidad. Y es que a veces la poesía puede salvarnos de los golpes más fuertes. Algo que la autora parece conocer y saber transmitir con maestría.

     El diario de Gisela, hija de Andrea, con el que se inicia la novela, mantiene a través de la lectura de Andrea un aura de misterio que dura hasta sus últimas páginas. ¿Es real todo lo descrito en él? ¿Es una invención? Andrea se debate, junto a sus amigas, en torno a un par de encrucijadas de difícil resolución: creer o no lo leído en ese diario y determinar si es ético o no leer unos escritos privados. El lector puede ir estableciendo sus criterios en relación a estos temas e ir montando las piezas del rompecabezas en que se convierte la información que va apareciendo en el diario. Eso sí, debe estar muy atento a cada detalle, pues a menudo algún aspecto puede parecer poco importante y acabar estallándole en la cara más adelante.

     Trampantojo es una novela ágil, bien estructurada y montada, narrada de forma detallista y real a través de unos personajes que lo son a causa de sus bondades y sus defectos, sus fortalezas y sus debilidades. Una novela de soledades compartidas y de sentimientos y emociones cotidianos que podrían corresponder a las vidas de todos los lectores. Una novela de gran profundidad psicológica que nos hace reflexionar sobre nuestras propias vidas. Porque qué fácil resulta siempre ver la paja en el ojo ajeno, y cuánto nos cuesta juzgarnos a nosotros mismos. Quizá por ello recurramos a ese trampantojo particular del que tan bien nos habla Marina en esta novela de debut que hace presagiar otras y más exitosas todavía.                    

   

lunes, 5 de marzo de 2018

La vigilante del Louvre. Lara Siscar. Plaza & Janés. 2015. Reseña





     En 1866 el pintor francés Gustave Courbet, iniciador del realismo pictórico, realizó una pintura al óleo sobre lienzo en base al cuerpo desnudo de una joven modelo irlandesa que respondía al nombre de Joanna Hifferman, amante de James Whistler, discípulo del genial pintor galo. La obra, El origen del mundo, pasó a la historia del arte como una de las más escandalosas, controvertidas y polémicas. Tuvo varios propietarios a lo largo de los siglos XIX y XX --desde un rico egipcio hasta el conocido psicoanalista Jacques Lacan, pasando por un barón húngaro, la Wehrmacht alemana o el Ejército Rojo-- hasta que finalmente fue adquirido por el Estado francés y expuesto en el Museo de Orsay (París).

     Hasta aquí la parte real que sirve de base a la historia de ficción con la que Lara Siscar (1977) debutó en el mundo literario en 2015. No es la primera vez que un cuadro real (o ficticio) sirve como punto de partida a una obra literaria. Podríamos poner múltiples ejemplos que prefiero ahorrarme en estas líneas. La cuestión es que los enigmas del mundo del arte son tantos y tan interesantes que a menudo resulta imposible no sucumbir ante ellos. Eso debió pensar la conocida televisiva del Grao de Gandia, presentadora de varios programas de los servicios informativos de TVE y actualmente conductora del espacio Asuntos públicos en el canal 24 horas. 

     La vigilante del Louvre es la historia entrecruzada de tres mujeres del siglo XXI --cuatro, en realidad, aunque la cuarta vivió en el XIX, como veremos más tarde-- que, como buenamente pueden, deben hacer frente a situaciones personales más o menos dramáticas. Tres mujeres normales que se convierten en heroínas anónimas de nuestro tiempo en un mundo que, le pese a quien le pese, sigue siendo eminentemente machista. Tres mujeres tan parecidas en algunos aspectos --solo unos pocos-- y, sin embargo, tan diferentes en otros --la mayoría--. Sus nombres: Diana, Claudette e Isabelle. Tres mujeres condenadas a encontrarse pese a la inmensidad del París de nuestro tiempo. 

     Diana es la vigilante del Louvre. Casada y madre de un hijo pequeño, Jean, narra su vida a los cuadros que cuelgan de las paredes del museo. Su vida es anodina, rutinaria, aburrida. Incluso en el trabajo. Porque cuando le toca vigilar una sala concurrida debe hacerse cargo de la defensa y la protección de obras como La Gioconda, la Victoria de Samotracia o la Venus de Milo. Y cuando su cuadrante la destina a salas más tranquilas no sabe entretenerse de otra manera que leyendo novelas que la transporten a otros mundos (El librero de París y la princesa rusa, de Mary Ann Clark Bremer, o Los miserables, de Victor Hugo). Su marido y ella siguen juntos solo por el bien de Jean. O eso creen y se hacen creer ambos.

     Siscar cita a lo largo de la novela a varios autores literarios. Entre ellos, Irene Nemirovsky: El amor que nace del miedo a la soledad es tan triste y poderoso como la muerte. Frase que sirve tanto para Diana como para Claudette. No obstante, la vida de rutinas y lecturas de Diana está a punto de virar su rumbo. Y todo a raíz de una exposición temporal que pondrá ante sus ojos El origen del mundo, la obra que la obsesionará y cambiará no solo su vida sino también las de Claudette e Isabelle. Claudette es una enigmática y joven rubia que va despertando pasiones allá por donde se pasea. Acompañada de su inseparable violonchelo, acude cada día a la sala en que se expone la pintura de Courbet. Está cansada de Bruno, su marido, al que quiere pero al cual engaña con diversos hombres. 

     Isabelle es una hermosa joven de cabello rojo intenso que también está obsesionada con el mismo cuadro. Cree ser tataranieta de Joanna Hifferman, a cuyo diario se aferra como si le fuera la vida en ello. Siguiendo sus pasos, ha trabajado en multitud de ocasiones como modelo de retratos. Y prepara una tesis doctoral sobre la obra de Courbet, en la cual piensa centrarse precisamente en El origen del mundo. Económicamente, de las protagonistas de la novela, es la que más apuros ha pasado desde siempre. Tanto que ha llegado a tener que prostituirse para llegar a fin de mes y costearse sus estudios para procurarse un futuro mejor. Mucho mejor.

     La cuarta protagonista del libro, la que vivió en el siglo XIX, es Joanna, la tatarabuela de Isabelle. Los fragmentos de su diario que va estudiando la futura doctora son fragmentos reales del mismo. Un documento especialmente interesante para los estudiosos del arte. Pero también para los que no lo son. Porque hay aspectos humanos en dichos escritos que nos pueden hacer pensar, y mucho, sobre nuestras propias vidas. Al igual que las vicisitudes por las que atraviesan nuestras otras tres protagonistas. Condenadas a encontrarse. Condenadas a tomar decisiones. Condenadas a reflexionar hasta llegar a la conclusión de que este mundo no está agotado.  

     En definitiva, estamos ante una novela de ficción sobre una base de realidad artística que cumple a la perfección con los dos requisitos básicos de toda obra: entretener (con las historias de las tres protagonistas del París actual, por cierto, también protagonista secundario del libro) y enseñar (porque de ella aprendemos diversos aspectos de la historia del arte del siglo XIX, Courbet, los inicios del realismo y El origen del mundo). Una novela de debut que, con un lenguaje sutil que nos envuelve como en una tela de araña que nos ata a sus páginas, nos narra la revolución silenciosa de tres mujeres que podrían servir de ejemplo a muchas lectoras en situación similar a las suyas. Porque no: este mundo no está agotado. Para ninguna. Para nadie.     

      

miércoles, 25 de marzo de 2015

Niebla. Miguel de Unamuno. Espasa-Calpe (Colección Austral). 1939. Reseña





     Cuando Don Miguel de Unamuno escribió Niebla en 1907 - publicada en 1914 y reescrita y re-publicada en 1939 - era plenamente consciente de la magnitud de su obra. Algo muy poco común. Salvo en contados casos. En casos como el que nos ocupa: el de un genio de las letras. Conocedor de las maneras de escribir y presentar las creaciones de su época, en la que el realismo dominaba la escena literaria y artística en general, y sabedor de las críticas que recibiría esta obra maestra, hubo de crear para su original puesta en escena un género literario nuevo denominado nivola.

     Como él mismo explica, en boca de uno de los personajes de la obra que nos ocupa, la nivola es un neologismo que define a una creación literaria que decide apartarse de los principios encorsetados del realismo de fines del siglo XIX y comienzos del XX, es decir, de la caracterización psicológica de los personajes, la ambientación descriptiva de cada detalle y de la narración omnisciente en tercera persona. En este nuevo género el argumento, la trama y los personajes se van haciendo a sí mismos según avanza la historia. Una historia que se mueve a través de los abundantes diálogos que explican los hechos, los caracteres de los personajes y la propia trama. 

     En febrero de 1935, cuando el autor había terminado de reescribir la obra - que finalmente sería re-publicada en 1939, ya fallecido Don Miguel -, incluyó un prólogo escrito por uno de los personajes de la historia, Víctor, el mismo que definiera casi treinta años atrás el término de nivola. En él, el personaje llega a disentir del propio autor sobre el fin del protagonista, Augusto Pérez, prueba más que fehaciente de que, en efecto, los personajes se hacen a sí mismos, llegando incluso a discutir las acciones descritas por el dios creador-narrador, en este caso, Don Miguel. Hecho este que, quienes escribimos, aunque sea de forma no profesional, conocemos de primera mano, pues, no en pocas ocasiones, nuestros protagonistas se empeñan en llevarnos la contraria y actuar por cuenta propia, echando por tierra nuestros esquemas previos de la obra.

     La originalidad de Niebla es manifiesta por lo expuesto. Pero también por incluirse el propio autor como personaje de la nivola. No obstante, este apartado no va a ser más comentado en la presente reseña, puesto que supondría revelar aspectos importantes del desarrollo de la trama de la obra. Un error que jamás debe cometer un reseñador, en este caso, yo. Lo importante es que, como en toda buena nivola - tenemos otros ejemplos en obras unamunianas como La tía Tula, Amor y pedagogía o Abel Sánchez -, el contenido domina sobre la forma, los personajes son planos y muestran únicamente el rasgo más básico que los define como personas y se nos hace presente lo que Unamuno calificó como gestación vivípara, es decir, un nacimiento de la historia rápido, urgente, sin documentación, preparación ni planificación.

     Toda la obra es una confusión, una niebla perpetua que se cierne sobre la mente de Augusto Pérez y, por extensión, sobre el lector. Un lector que también se siente confundido en muchos de los pasajes del libro. Los constantes juegos de palabras y hasta de personajes nos hacen reflexionar sobre el rol que cada uno de nosotros jugamos en nuestras vidas y las de quienes nos rodean. Augusto es un rebelde, pero es visto por los demás como un pelele, un hombre que no había sentido la necesidad de conocer hembra hasta dos años después de fallecer su santa madre. Nuestra existencia, física y espiritual, es otro de los temas tratados en la obra. La certidumbre de la muerte se nos hace presente a los humanos en un momento determinado de la vida. 

     Un momento que Unamuno califica en Niebla como segundo nacimiento. Y es esa certidumbre, y su miedo, la que nos hace despertar del sueño en que hasta entonces vivíamos. El hecho de que la muerte sea algo ineludible para todos nosotros nos puede llevar a buscar una especie de inmortalidad a través de nuestras obras en vida. Sin duda, Unamuno es un gran ejemplo de ello, pues tres cuartos de siglo después de su muerte estamos escribiendo o leyendo sobre una de sus mejores creaciones. Sin embargo, para quienes no somos genios, la inmortalidad se circunscribe a ser recordados, o soñados, por quienes nos sobrevivan en este mundo. Una inmortalidad que tiene fecha de caducidad: el del día de la muerte de nuestro último familiar, amigo o conocido.

     A través de sus treinta y tres capítulos se vislumbran otras temáticas que, aunque menores, no dejan de aportar riqueza y variedad a la historia: la falta de decisión de los humanos, la igualdad de la mujer respecto al hombre, la mezcla de realidad y ficción en las mentes de casi todos nosotros, la hipocresía humana o la lealtad hacia los humanos de parte de los animales (ejemplificada en el perro de Augusto: Orfeo). Todo ello explicado desde la peculiar teoría literaria unamuniana. Una teoría que le otorgaba al autor el poder de escribir lo que quisiera y como le diera la real gana. 

     Niebla es una de las obras más insignes de Don Miguel. Y por méritos propios. No es de extrañar que, a comienzos del siglo XX, fuera tan bien acogida por el público - que no por la crítica, al menos por parte de ella -. Enseñó el camino a seguir a todo autor novel que quisiera ser original y abandonar el dogmatismo literario de su época. Y así fue. Sin ir más lejos, tenemos ejemplos actuales de esa originalidad en La mujer loca, de Juan José Millás - en cuyas páginas cobra vida el propio autor valenciano -, e incluso en Un millón de gotas, de Víctor del Árbol - en cuyo epílogo el magnífico escritor catalán realiza un excelente ejercicio de mezcla de realidad y ficción -. Y es que los maestros siempre sientan cátedra...           

  

lunes, 13 de octubre de 2014

La mujer loca. Juan José Millás. Seix Barral. 2014. Reseña





     De vez en cuando sucede que no resulta nada fácil escribir una reseña sobre la novela recientemente leída. Este es uno de esos casos. Y es que La mujer loca no es una novela normal. No, no digo que sea anormal, claro. Pero es una falsa novela, lo cual dificulta, y mucho, la tarea que me propongo a realizar. Millás me ha puesto en un aprieto y voy a ver cómo puedo salir de él (si es que soy capaz de ello). Allá voy.

     La novela comienza como si se tratase de un manual alternativo de gramática no exenta de altas dosis de surrealismo. Julia, la protagonista, recibe la visita de palabras y frases cojas que demandan su ayuda para tener sentido y poder seguir viviendo en diccionarios y manuales. Sin duda, a Julia le falta un tornillo, está loca, pero también se muestra enormemente sensata en muchos aspectos. Es una loca muy cuerda, vamos.

     La pasión por el lenguaje le viene a Millás de lejos. Él mismo ha reconocido siempre en otros libros y entrevistas que esa pasión le llevó a escribir. Entiende las palabras como intermediarias entre la realidad y nosotros. Algo que en ocasiones le ha llegado a agobiar ya que considera que no somos nosotros quienes nos servimos de ellas sino al revés. De esa inquietud, quizás, haya nacido su nueva novela.

     De esa inquietud y de una crisis creativa que él mismo reconoce en La mujer loca. Y es que estamos ante una novela que presenta varias originalidades que la hacen especialmente atractiva. La primera, que el propio Millás es uno de los protagonistas principales de la trama. La segunda, que recupera para la literatura una figura importante muy utilizada en tiempos pretéritos: la del narrador en tercera persona. Un narrador que también es el propio Millás, claro. Y la tercera, la conjunción de géneros literarios a priori diferentes, como la novela, el reportaje y la autobiografía.

     Con todo ello crea su autor una novela falsa en la que corresponde al lector dilucidar lo que es real y lo que es ficción. Algo más complicado todavía dado un factor que acaba de enmarañar por completo la trama: la aparición de dos Millás, el de acá y el de allá, que coinciden en algunos aspectos pero que se contraponen en muchos otros. Los límites entre realidad y ficción terminan por ser muy abruptos en ocasiones y casi imperceptibles en otros momentos. 

     Habla el Millás narrador que el Millás protagonista sufre una crisis creativa que le lleva a una situación tal que siente que ha agotado sus recursos para crear ficción y que debe centrarse en las realidades cercanas a él para seguir escribiendo. Y nos presenta unas realidades que perfectamente pueden ser también ficción. De ahí que sea cuestión del lector decidir qué es realidad y qué no. Y, sin embargo, el Millás autor (el que no es narrador ni protagonista) afirma que esa crisis creativa es la que le sirvió para gestar esta novela. Una novela que nació de la imposibilidad de escribir una novela. Yo también estoy hecho un lío, tranquilo/a. Sigamos.

      Hay un tema que, sin ser el principal de la novela, está latente en todo momento. Hablo del amor. En todos sus sentidos. No solo del conyugal. Sino de todas las acepciones del término amor. Pero como no quiero desvelar mucho más del libro - creo que ya he sobrepasado ciertos límites - diré simplemente que todos los personajes que componen la trama están o han estado enamorados de alguien o de algo. Alguien o algo que les hace actuar de la manera en que lo hacen. Y ahí lo dejo.

     Para concluir, no puedo pasar por alto un tema tan serio como el de la eutanasia. Es uno de los hilos conductores de la novela. Emérita, la vieja con la que convive Julia junto a Serafín, el marido de la primera, desea morir debido a su cada vez menor calidad de vida debido a una enfermedad terminal que la tiene postrada a la cama hace ya demasiado (indigno) tiempo. Es Emérita, a través de su enfermedad, la que une a una serie de personajes que poco o nada tienen en común: Julia, Millás, Serafín, el cura Camilo y Carlos, el representante de DMD (Derecho a morir dignamente). Todos ellos se proponen, en la medida de sus posibilidades, ayudar a la enferma a conseguir sus propósitos. Por amor.

     La crisis creativa, la situación de Emérita, la pasión por el lenguaje y la relación que establece Millás con Julia, la mujer loca, hacen que nuestro autor-narrador-protagonista desdoblado retome una terapia psicoanalítica interrumpida tiempo atrás. ¿Os imagináis a Millás tumbado en el diván de la anciana Micaela, su nueva terapeuta octogenaria? ¿No? Pues ya tenéis otro motivo añadido para leer La mujer loca.
     


martes, 28 de mayo de 2013

Holocausto Manhattan. Bruno Nievas. Ediciones B. 2013. Reseña





     Este mes de mayo ha visto la luz la segunda novela de Bruno Nievas, el escritor almeriense que revolucionó el mundo digital con su primera obra, "Realidad Aumentada", también reseñada en este blog el año pasado. He de confesar que esperaba esta nueva entrega con ganas. Su debut me pareció digno de un escritor a seguir. Con "Holocausto Manhattan" me ha terminado de convencer. Os explico el por qué de este convencimiento.
 
     Nos encontramos ante una novela de intriga y suspense que, como tal, debe mantener al lector en tensión permanente mediante continuos giros inesperados, un ritmo vertiginoso, gran crudeza en narraciones y descripciones y pequeñas dosis de información que dejen más datos para más tarde. Todos los requisitos anteriores están magníficamente conseguidos en esta trama.
 
     Si a todo ello unimos el hecho de que las distintas líneas temporales están muy bien enlazadas, que las escenas principales se nos muestran desde diferentes perspectivas ya que cada personaje nos las "describe" desde su propia perspectiva y que los personajes (algo estereotipados, eso sí, siendo éste aspecto el único pero a la novela) están retratados al milímetro, podemos afirmar que estamos ante una trama perfectamente urdida por el autor.
 
     El cuadro se completa con una extraordinaria documentación, tanto histórica como científica, lo cual contribuye, por una parte, a ambientar perfectamente los escenarios en que se desarrollan los capítulos y, por otra, a cumplir con otro de los propósitos de la literatura: entretener y, además, enseñar. En efecto, con Bruno Nievas se aprende de historia (Auschwitz) y de ciencia (ondas binaurales y realidad aumentada), lo cual otorga un valor añadido a sus obras, algo nada desdeñable en los tiempos que corren.
 
     Como el propio autor reconoce en sus notas finales la novela trata muchos puntos reales, más de los que el lector pueda intuir al desgranar sus páginas. Algo estremecedor, sin duda. En efecto, existió Auschwitz, existe el terrorismo internacional y existen las ondas binaurales, quizás las drogas del futuro (¿y también del presente?). Y en este punto he de aludir a la otra finalidad de la escritura: hacer pensar y reflexionar a quien nos lee. Aspecto este que también encontramos en este libro.
 
     Mediante un estilo diferente, propio, fresco y desenfadado, común en quien disfruta escribiendo, Bruno nos presenta, sin tapujos, lo mejor y lo peor de la especie humana, el bien y el mal, lo conocido y lo desconocido (y explicando su por qué). Con una prosa adictiva (como las referidas ondas binaurales) nos muestra, además, el poder creciente de las redes sociales en nuestra sociedad y cómo bien usadas éstas pueden ser formidables. Y también poderosamente destructivas en caso contrario. Como la ciencia misma, vamos. 
 
     Antes de finalizar la reseña debería escribir unas líneas sobre la sinopsis de la novela. En este caso, sin embargo, para no adelantar nada sobre su inquietante contenido, veo más propio copiar textualmente la que aparece en la contraportada del libro en su versión en papel:
 
"Septiembre de 2010. Mike Brenner imparte una clase en la universidad sobre ondas binaurales, un tema que le preocupa por las graves adicciones que generan y que nadie parece estar detectando. Poco antes, una camioneta de reparto está a punto de caer al río Hudson. Su conductor logra evitar el accidente, salvando así de una muerte segura a su familia, rehenes de unos tipos que quieren asegurarse de que cumple con su misión: transportar una bomba atómica al centro de Manhattan".
 
"Febrero de 1944. Leon Yeser, un adolescente judío, es separado de su madre y de su hermana pequeña nada más bajar de uno de los «trenes de la muerte». Al intentar ayudarlas es brutalmente golpeado por un soldado nazi, al que mira fijamente a los ojos. Entonces, algo sucede. Poco después el nazi, tembloroso, llama a la puerta del bloque 10 para pedirle ayuda a la única persona que puede entender lo que acaba de sucederle: el doctor Josef Mengele".
 
"Un thriller de acción trepidante y ritmo vertiginoso, que te dejará sin aliento por la agilidad de su trama y las impresionantes revelaciones que contiene".       
 
     Bruno nos regaló "Realidad Aumentada" tras varios rechazos editoriales. Muchos fuimos quienes nos la descargamos gratis desde su propia web. Ahora, teniendo sus dos obras publicadas en papel, no se olvida del mundo digital. Es más, lucha por conseguir precios bajos en los libros digitales. Así, ha logrado que "Holocausto Manhattan" esté disponible en Amazon por menos de 3 euros, algo muy de agradecer, sobre todo, en estos tiempos convulsos. Una razón más para descargarlo de forma legal. Os aseguro que vale la pena.