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viernes, 24 de febrero de 2012

La Primavera Valenciana es la vergüenza española


     Sinceramente: estoy harto. Harto de que, en pleno siglo XXI, sucedan cosas como las acaecidas en la capital del Turia durante esta última semana. Harto de que Sanidad y Educación, los dos grandes bastiones de toda sociedad que pretende llegar a ser civilizada algún día, sufran recortes y escalofriantes descensos en cuanto a calidad y cantidad. Y, sobre todo, harto de una clase política que debería reflexionar, de una vez por todas, sobre adónde quiere ir como país. Y eso, suponiendo que le importe algo esta cuestión, cosa que, por otra parte, cada día que pasa cuesta más creer. Sí, a día de hoy, creer en nuestra clase política es un acto de fe. 

     Debemos reconocer, de entrada, que cortar una de las arterias principales de una ciudad como Valencia no es de recibo. Se equivocaron los jóvenes estudiantes del IES Lluís Vives de Valencia. Esto es indudable. Sin embargo, las acciones policiales sobrepasaron, con creces, los límites legales de procedimiento de dicho cuerpo. Sobre todo teniendo en cuenta que se trataba de menores de edad, no de delincuentes. Curiosamente, los mismos cuerpos que protegían al señor Camps en la lectura de su tesis doctoral hace unos días se liaban a mamporros con menores de edad. ¡Ver para creer, señores!

     Como era de esperar, tras los sucesos del primer día, multitud de personas de todas las edades y condiciones se lanzaron a las calles valencianas en defensa de los más jóvenes. Y, claro, este hecho fue utilizado por la propaganda gubernamental para justificar el totalitario y rastrero comportamiento de la policía al amparo de que "no son menores de edad sino personas de edades mucho más maduras". Ya no hacía falta seguir defendiendo que "los menores estaban librando una guerra que no era la suya". No obstante, lo más espeluznante de todo esto es que se denominara a los manifestantes "enemigos". ¿Enemigos? O_O

     Ciertamente, pensando bien el significado del término "enemigo", puede que hasta tenga razón la policía. Según la RAE, el término tiene seis posibles acepciones. La más común: "contrario, que se muestra completamente diferente". La verdad es que, en ese caso, sí pueden considerarse enemigos los jóvenes del IES Lluís Vives de Valencia. Porque, claro está, son contrarios a que se recorten sus universales derechos a una educación digna y de calidad; y, por supuesto, se muestran completamente diferentes al pensamiento de nuestros gobernantes, quienes creen que no pasa nada si nuestros hijos (¡los de todos!) pasan frío y llegan a enfermar porque no hay calefacción en sus centros de estudio o si los recortes provocan un claro mengue tanto en la cantidad como en la calidad de su enseñanza. ¿Será porque los hijos de los políticos suelen acudir a centros privados tal vez? Llegados a este punto: ¿quién es el enemigo de quién, señores políticos?

     Por desgracia, la cosa no acaba ahí. Paralelamente a las manifestaciones, pacíficas por parte de los estudiantes, cuyas únicas armas son sus manos y sus libros (¡qué maravilla ver a miles de jóvenes enseñando sus libros a la policía!), los políticos autodenominados "de izquierdas" no tardaban en subirse al carro y participar en diversos actos estudiantiles, algo que, a mí, me repugna. Más que nada porque los recortes que ahora el PP está ampliando ya vienen de meses o de un año, cuando todavía gobernaba el PSOE, el partido que tardó dos años en ver que la situación era "de crisis". Sí, a los políticos les gustan más las cámaras de fotos y de vídeo que a los tontos los globos.

     ¿Y qué me decís de la cobertura de los medios? Más repugnante todavía. Todos, sin distinción, manipulando la información. Unos, hacia la izquierda; otros, hacia la derecha. Y, al final, unos por otros, la casa por barrer. ¡Qué pena me da el periodismo actual: una profesión que siempre he admirado, y estuve a punto de estudiar en su día, por ser libre y medianamente objetiva (la objetividad completa es utópica, por supuesto) está llegando a unos extremos que empiezan a parecerme repulsivos! Los periodistas de hoy ya no son periodistas sino panfletistas, publicistas, propagandistas!

     Ante semejante panorama: una Sanidad y una Educación que se caen a pedazos, unos policías que han visto demasiadas películas estilo "Los hombres de Harrelson" o "Harry El Sucio", unos políticos corruptos cuyo principal interés es asegurarse su porvenir y el de sus familiares y amigos, unos medios vendidos a sus mecenas políticos PPSOE y una sociedad que parece retornar a la época en la que "se corría ante los grises", ¿quién está libre de sufrir una úlcera de estómago? Sin duda, la Primavera Valenciana es la vergüenza española...


Una imagen vale más que mil palabras...

lunes, 23 de mayo de 2011

Elecciones 22 Mayo 2011. PP arrasa y PSOE se hunde

     El pueblo ha hablado en las urnas. Y lo ha hecho fuerte y claro: quiere un cambio. ¡Y lo quiere ya! Como era de esperar, el PSOE ha pagado a nivel nacional la inexperta y nada correcta y acertada gestión del gobierno central en la crisis económica del país. Pero vayamos por partes. Primero Gandía. Después Valencia. Y finalmente, España.

     En Gandía hemos asistido a la más gran sorpresa de la historia de la democracia de la ciudad. No porque haya ganado el PP, que se veía venir, sino porque lo ha hecho con mayoría absoluta. Es el más claro ejemplo de la necesidad de cambios políticos urgentes. Pese a los fichajes galácticos del PSOE (Els Verds de J. F. Peris, presidentes de Juntas de Distrito, afamados conocidos del mundo fallero e incluso hijos de viejas glorias del pasado), el PP se ha impuesto teniendo como candidato al líder político peor valorado de toda la escena política local actual. ¿Inexplicable? Para mi, ciertamente, sí. Veo como únicas causas el desplome general del PSOE en todo el país y la cabezonería, hasta límites casi esquizofrénicos, de un Orengo empeñado en hacer lo que le diera real gana en "su" ciudad.

     Porque así ha tratado el todavía alcalde de Gandía a la ciudad ducal, como si fuera suya en propiedad. El caprichito de construir el dichoso tranvía, "por mis cojones", le ha pasado factura. Si el PSOE critica al PP por ser el partido de las grandes obras (algo totalmente cierto, sin duda), no puede empeñarse en construir tranvías en ciudades que para nada los necesitan. Pero el tranvía no es el único motivo para el desprestigio de Orengo en "su" ciudad. Hay otros muchos ejemplos de prepotencia en el comportamiento del alcalde socialista. Sin embargo, no me quiero extender demasiado en esta entrada. Tiempo habrá más adelante para tratar estos temas.

     Del resto de partidos locales, cabe destacar el aumento de los votos del Bloc a costa del PSOE, que también se veía venir, y la desaparición de la escena política de Plataforma de Gandía, cuyo candidato, Fernando Mut, ha pagado muy cara su complicidad con Orengo y el PSOE. Sus votantes de hace cuatro años han vuelto a votar al PP, sabedores de que votar a PdG era votar al PSOE. Tras lo sucedido hace ocho años, todos los gandieneses sabíamos que la única manera de que el panorama político cambiara en nuestra ciudad pasaba por una mayoría absoluta del PP. Cualquier otro resultado habría dado pie, casi al cien por cien de posibilidades, a otro gobierno de coalición PSOE-Bloc-PdG. Y la necesidad de cambio ha primado en la ciudadanía gandiense...

     De Valencia hay poco que añadir. El PP ha arrasado, como siempre. La corrupción no les ha dañado como habría sido lógico. El desgaste del PSOE y la falta de carisma y de liderazgo de Alarte han hecho el resto. Simplemente, esperemos que no haga falta esperar cuatro años más para volver a votar listas de las que desaparezcan los "chorizos". Si Dios quiere, en unos meses o en un año, la plana mayor del PP valenciano estará entre rejas y habrá elecciones de nuevo. O eso es lo que yo espero...

     ¿Y en España? Pues más de lo mismo. Victorias gloriosas del PP gracias, no a sus méritos, sino a los numerosísimos desméritos de su único rival con poder para desplazarles de los gobiernos. El PSOE ha perdido en todas partes, incluso en lugares históricos para ellos, como Castilla La Mancha, Cataluña o Andalucía. Alcaldías como las de Barcelona quedan ahora fuera del poder del PSOE, algo impensable hasta ahora. En definitiva, si se tratara de elecciones generales, el PP tendría mayoría absoluta. Por suerte, no lo eran...

     Otros aspectos destacables a nivel nacional: el alto índice de participación, habiendo votado más de dos tercios de la ciudadanía; la explosión de Bildu en el País Vasco, donde ha sido la segunda formación más votada, con más de 300 mil votantes; la victoria de Cascos en Asturias, donde deberá formar coalición para poder gobernar (seguramente con el PP, ¡quién lo iba a decir!); y la no mayoría absoluta del PP, por los pelos, en Extremadura (¡sólo habría faltado eso para el derrumbe total del PSOE!), lo que propiciará un gobierno de coalición PSOE-IU.

     ¿Qué conclusión podemos extraer a tenor de todos estos resultados? Sin duda, es más que evidente que los votantes prefieren como gobernante a un "chorizo" profesional antes que a un gobernante mareado, ciego e incompetente. ¿Reacciones ante este hecho? Pues varias: celebraciones en el PP, que, ahora más que nunca, podrá extender sus corruptelas por doquier; reflexión del PSOE, que deberá refundarse a sí mismo para evitar su derrumbe definitivo dentro de un año; y alegría desbordada de Bildu, que tendrá que demostrar si quiere o no la paz en el País Vasco.

     ¿Y el pueblo? ¿Qué hará el pueblo? Porque visto lo visto, una cosa está clara. Gane quien gane, en este caso el PP, el pueblo pierde. ¿Qué hacer pues? Muy sencillo. Lo más importante de lo acaecido esta última semana no es ni la victoria arrasadora del PP ni el hundimiento del PSOE. Lo más destacable es que el pueblo se ha lanzado a la calle para demandar una democracia en peligro de muerte si no cambian muchas cosas. La revolución es necesaria. Y ya ha comenzado. Está en las plazas de tu pueblo, de tu ciudad, de tu comunidad y de tu país. ¡Échate a la calle! ¡Tú eres la revolución!