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lunes, 30 de septiembre de 2024

Los incomprendidos. Pedro Simón. Espasa. 2022. Reseña


 



    Tras el enorme éxito alcanzado un año atrás con Los ingratos, Premio Primavera de Novela 2021, el escritor y periodista madrileño Pedro Simón publicó su tercera novela, Los incomprendidos, a finales de 2022. Como en su predecesora, el autor nos narra una historia que llega y emociona al lector. Porque, como reconoce Javier, uno de los personajes y narradores de esta novela -junto a su hija Inés y su hermana Clara, que aparece como narradora epilogar-, las mejores historias no son las que hablan de los otros en sitios lejanos, sino las que hablan de ti. Aquí mismo. Ahora. Y hacen que se te iluminen los ojos y quieras conocer el final. Y no le falta razón. Porque las historias cercanas y corrientes, las que les pueden ocurrir a cualquiera de nosotros, suelen resultar a menudo las más atractivas. Aunque solo sea por ofrecer una mayor verosimilitud y, por tanto, también una mayor posibilidad de repetirse en nuestras propias carnes.   

    De los catorce capítulos que componen la novela, Javier, el padre, nos narra siete. Por su parte, Inés, la hija, narra seis de los restantes, quedando el epílogo para Clara, hermana de Javier y tía de Inés. Las mochilas que todos llevamos a cuestas, la culpa con la que cargamos, la incomprensión que sentimos más a menudo de lo deseado, la incomunicación, la soledad y la falta de diálogo dentro del núcleo familiar y los silencios más incómodos que existen en todos los hogares son los pilares de la historia de esta familia. Una familia que debe sobrevivir a un drama conocido desde el inicio, la muerte del hijo menor, Roberto, y a otros desconocidos en un principio pero que se irán presentando ante nuestros ojos de manera que al final los huecos de esta historia se van rellenando y permiten al lector recomponer el puzzle familiar de forma progresiva, hasta que la última de sus piezas encaja y todo cobra sentido. 

    A veces, cuando voy por la calle y veo a un adolescente hacerle un gesto airado a su madre, o cuando observo en el autobús cómo un padre trata de conversar con su hija y esa hija calla, me pregunto quiénes son en realidad los incomprendidos, narra Javier en la parte final de la novela. Somos esa generación errática que entonces dejaba el mejor sitio de la mesa para el padre y que ahora se lo deja al hijo. Eso somos, afirma unas páginas antes haciendo alusión a la crisis de solidaridad, valores y respeto en la que vivimos actualmente. Desnortados, en suma. Inés, por su parte, nos cuenta que la adolescencia puede ser un infierno. Basta con el cielo de los otros. Es suficiente con que te los imagines más felices y más guapos que tú y sin el nudo que sientes dentro. Algo que se completa con otra frase muy significativa que viene a decir algo así como que la adolescencia es parirse a uno mismo a los dieciséis o a los dieciocho.  

    Javier trabaja en una pequeña editorial que busca con ansia publicar la novela negra revelación del año. Nos habla de la que cree que va a serlo. Nos cuenta su trama, su desarrollo y su final. Y, además, narra la historia de su hija Inés desde su nacimiento hasta la actualidad -algo que le aconseja Diana, la psicóloga familiar a la que acuden todos sus miembros tras la muerte de Roberto- en un simulacro de novela escrita por él mismo. En ese sentido, Los incomprendidos podría ser calificada, además de como novela familiar, como metaliteratura. Y es que esas otras novelas paralelas o periféricas a las que se ha aludido tienen también conexiones con la realidad narrada por la novela central. Son, por tanto, una especie de explicaciones o anexos a la trama central. Una forma de aportar mayor información de una manera original y diferente a lo acostumbrado. Aunque, obviamente, tampoco sea ninguna gran novedad literaria.  

    La historia del matrimonio formado por Celia y Javier es la de tantos otros. Pareja que desea tener un hijo, lo intenta y lo vuelve a intentar, ve que no puede, se hace pruebas, observa que no hay ningún problema que impida poder tenerlo, decide adoptar y, de repente, ocurre el embarazo. Así es como, en cuestión de meses, el matrimonio da la bienvenida a su hogar a un hijo recién nacido, Roberto, y a una hija algo mayor, Inés. Una hija que ya arrastra una pesada carga. Una pesada carga proveniente de su familia natural que se acrecienta tras la trágica muerte en accidente de tráfico de su hermano. Una tragedia que separa a los miembros supervivientes de la familia. Hasta que la situación roza lo insostenible. Cada uno de ellos se considera culpable de la muerte de Roberto. La terapeuta, Diana, no logra recomponer las grietas aparecidas en el seno familiar. Trata por separado a cada uno de ellos, sin lograr retornar a esa feliz unión anterior al drama. 

    Javier e Inés, Inés y Javier nos narran, capítulo a capítulo, la historia del drama. Familiar y personal. Ambos tratan de comprenderse y de hacerse comprender. Pero les cuesta. Inés se refugia en su tía Clara. Una mujer trabajadora, luchadora, soltera, libre, con parejas esporádicas y sin hijos, que se encarga de levantar a Inés cada vez que esta parece desmoronarse. Y está a punto de hacerlo en varias ocasiones. No es agradable sentirse como un explosivo, afirma la propia Inés, que completa con la sensación que tiene de que, tras la muerte de su hermano, ella es lo único que les queda a sus padres. Una gran responsabilidad para ella, otra carga y otra culpa más, puesto que no tiene claro si sabrá estar a la altura. Algo que constata definitivamente con una frase desgarradora: confirmé lo muchísimo que mis padres lo querían a él. Hasta muerto, tenía algo de celos. Y me daba asco a mí misma por sentirlos. Tía Clara me miraba y creo que me adivinaba los pensamientos. Yo solo pedía en silencio que me siguieran queriendo, a pesar de todo. Si no tanto como a él, parecido

    Esa idea, la de poder leer el pensamiento, se repite a lo largo de la novela. Por ambas partes, además. Pero, sobre todo, por parte de Javier. Quisiera saber qué piensa su hija. Para hacer las cosas mejor. Para hacerle la vida más fácil. Aunque conocer sus pensamientos podría acabar de hundirlo a él. Tía Clara, en cambio, sí parece ser capaz de leer el pensamiento de su sobrina. Y se convierte en su tabla de salvación: con ella deja de hacerse pipí en la cama, con ella aprende a nadar, con ella aprende a confiar en alguien. Clara, además, también es la voz de la conciencia de su hermano y de su cuñada. La tormenta que resuena en las cabezas de los adultos. El nexo de unión de una familia que amenaza con separarse de por vida. Una familia cuyo uno de sus miembros (Inés) se ve como un círculo rodeado de cuadrados y piensa en la muerte. Y Javier se siente impotente: no hay peor sensación de fracaso que ver cómo se te ahoga una hija. Porque un hijo también es eso que a veces te mata o querrías matar, pero que te da la vida. 

    Inés, por contra, nos dice que si de niña creces cuando ves llorar a una madre, supongo que siendo un adulto te haces un poco más viejo cada vez que ves llorar a tu hija. Y es que, dentro de la soledad, la incomunicación y el horror de vivir juntos pero parecer unos extraños, en las historias que nos narran los protagonistas de Los incomprendidos, como ya sucediera en Los ingratos, también tienen cabida la esperanza y la ilusión. La ilusión de que los problemas siempre se pueden superar. Porque solo la muerte no tiene solución. Y hasta la muerte misma también puede acercar a quienes sobreviven a la tragedia. Aunque para ello hayan de viajar a lo más recóndito de sus almas. Aunque para ello hayan de mirarse en el espejo y decirse a la cara -en este caso, escribir sobre un papel- quiénes son y quiénes quieren ser a partir de ahora.            

    

lunes, 1 de enero de 2024

Mis diez mejores lecturas de 2023

 






10. Basilisco. Jon Bilbao. Impedimenta. 2020 Consta de ocho relatos autoconclusivos pero también interconectados que abarcan el presente de las vidas de Jon y Katharina y los sucesos acaecidos un siglo atrás en el Lejano Oeste en torno a las figuras de Basilisco y Araña. Una mezcla original y sugerente que alterna la actualidad, que bebe de la novela costumbrista contemporánea, y el western, al más puro estilo clásico (y no tan clásico). Casualmente, en ambos contextos, la vida parece desmoronarse por momentos. Con una prosa perturbadora y de gran potencia visual y descriptiva, Jon Bilbao pone en jaque nuestra realidad combinando a la perfección lo clásico, la cultura popular y las responsabilidades y frustraciones propias de la edad mediana de un personaje que vive insatisfecho como ingeniero porque en realidad quiere ganarse la vida como escritor.

9. Contar lo mínimo. Agustina Pérez. Lletra Impresa. 2022 En sus páginas encontramos multitud de resonancias literarias, guiños y referencias a obras y autores de todo tipo -García Márquez, Borges, Víctor Mora, Unamuno, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, José Hierro, John Berger, Antonio Gramsci y un largo etcétera-, lo que hace de la obra un compendio, una especie de pequeña enciclopedia temática de la cual podrá echar mano el lector en cualquier otro momento de su vida. Todo ello con la máxima de que la literatura debe ser incisiva pero educada para decir verdades, aunque escuezan. Porque, como decía Borges, uno no es por lo que escribe, sino por lo que ha leído. La curiosidad, pues, se antoja como el inicio del camino literario. Una curiosidad que a Agustina le viene de su abuela -a la que rinde homenaje desde la propia portada del libro-, empedernida lectora de cuentos troquelados, calendarios taco -con sus citas y frases célebres-, revistas y libros de todo tipo, y de su padre, un fanático de la radio que la enseñó a leer antes de que lo hicieran en el colegio. Estamos ante un OLNI -Objeto Literario No Identificado-, como lo definió la misma autora, dividido en tres partes compuestas por relatos, microrrelatos y aforismos (o vilanos, como diría Vicente Aleixandre). Una obra que defiende la lectura como acicate de la vida.   

8. Nadie en esta tierra. Víctor del Árbol. Destino. 2023 Cuando todo está perdido solo quedan dos caminos: hacer el bien o hacer el mal. Intentar irse con la cabeza alta y la conciencia tranquila o arrasar con todo y con todos. Este es uno de los puntos de partida de la nueva novela de Víctor del Árbol. Una novela policiaca de las que atrapan al lector hasta introducirlo en sus páginas y no dejarlo marchar hasta terminada la última de sus frases. Con personajes de los que a uno lo marcan. Como el protagonista principal, Julián Leal, un inspector de policía que se debate entre la vida y la muerte a causa de un cáncer que no parece tener ya solución y que acaba de ser expedientado por dar una paliza casi mortal a un miembro de la alta sociedad barcelonesa. Y, por si todo ello fuera poco, tras una breve visita a su pueblo natal de la costa de Galicia comienzan a aparecer cadáveres de personas que tuvieron mucho que ver con él treinta años atrás. Y, claro, el principal sospechoso de los crímenes es él. Todos los dedos lo señalan y ya ni su compañera Virginia parece fiarse de él.

7. Hijos de la fábula. Fernando Aramburu. Tusquets. 2023 El autor guipuzcoano retorna a la temática de ETA con una sátira que, tirando de ironía y humor, nos muestra la reacción de dos jóvenes vascos que quedan abandonados a su suerte al otro lado de la frontera con Francia tras el abandono de las armas por parte de la banda terrorista en octubre de 2011. La novela demuestra que es posible hacer sátira hasta de las grandes desgracias. Que en cualquier lugar y situación, por dramática que esta sea, cabe lo cómico. Que algunos escritores son capaces de construir una historia desde la nada. Que algunas de estas historias pueden tener finales inesperados y magistrales. Y que Fernando Aramburu es un escritor valiente que, cuando se pone a escribir, no puede evitar meterse en estanques llenos de caimanes. Por su originalidad, virtuosismo y comicidad, nos recuerda a la más reciente obra de Luis Landero, Una historia ridícula (2022, misma editorial). Y es que solo dos genios como el extremeño y el vasco son capaces de sacar de donde parecía no haber nada unas historias tan peculiares.

6. Novela de ajedrez. Stefan Zweig. Acantilado. 2002 La tranquilidad de un viaje en barco desde Buenos Aires hasta Nueva York salta por los aires por un simple juego. Un juego que acabará enfrentando a todo un campeón del mundo con un enigmático vienés que huye del nazismo. Un contrincante que lleva más de veinte años sin jugar a ese juego, pero que es capaz de poner contra las cuerdas al vigente campeón mundial. Dos seres absolutamente antagónicos, en todos los sentidos, que dirimen sus diferencias sobre un tablero de ajedrez. Que han de hacer frente a una extraordinaria presión. Una presión para la que, tal vez, no están preparados. Todo ello descrito de una manera magistral por una pluma mágica que provoca que también el lector lea la historia con una tensión que le impide cerrar el libro hasta llegar a su final. Habiendo de resistirse a la tentación de echarse una partidita. Algo que yo mismo hice nada más terminar la lectura.

5. Mendel, el de los libros. Stefan Zweig. Editorial Alma. 2022 Entrañable relato breve que narra la vida de un librero ambulante judío de origen ruso que atendía a sus clientes en su cuartel general, el Café Gluck. Se sentaba junto a una pequeña mesa de mármol cuadrada del salón de juego y, mientras esperaba a sus clientes, leía compulsivamente, absorto por completo al ruido del salón. De memoria prodigiosa, recordaba títulos, autores, ediciones, años de publicación, precios, etc de cada libro. La novela, además, nos muestra el terrible impacto causado por la Gran Guerra en la vida y la cultura vienesa de la época. Aúna, pues, un emotivo homenaje al mundo de los libros y un claro alegato contra el terror de la guerra. Y lo hizo tan solo una década antes de que Europa saltara por los aires a causa del nazismo en 1939. La preciosa edición ilustrada de Editorial Alma otorga a la lectura una sensación todavía más fantástica.    

4. Cuando era divertido. Eloy Moreno. Ediciones B. 2022 Dice el propio autor que esta es una novela incómoda. Quizás la más incómoda que he escrito hasta la fecha. Pero precisamente por eso creo que es necesaria. Este es un libro que habla de algo que todos hemos vivido o podemos vivir en algún momento. Y, desde luego, no le falta razón a Moreno. A estas alturas ya todos sabemos que la vida es complicada. Y la vida en pareja, más todavía. Porque no todo es del color de rosa. Y la pasión inicial y la sensación de estar viviendo a tope pueden dar paso a la muerte en vida en forma de rutina, monotonía, tedio, hastío. Y hasta de odio. ¡Ay, esa delgada línea que separa antónimos mucho más cercanos de lo que jamás podríamos llegar a pensar! Que se lo digan, sin ir más lejos, a los protagonistas de esta novela: Ale y Ale. Sí, Alejandro y Alejandra. El mismo nombre. Algo muy original. Porque en muchas ocasiones a lo largo de la novela el autor se refiere a ellos de una manera que cuesta distinguirlos. Porque en realidad ambas partes de una pareja pueden sentirse de una determinada manera. A veces no sabemos qué Ale está pensando y actuando. Y la verdad es que da igual: lo importante es lo que piensa y cómo actúa.

3. Los ingratos. Pedro Simón. Espasa. 2021 Magnífica radiografía familiar. También histórica y social. Veníamos de la España que escuchaba un serial radiofónico. Íbamos hacia esa España que se sentaba a mirar una pantalla. Aquella España donde se viajaba sin cinturones de seguridad en un Simca y la comida no se tiraba porque no hacía tanto que se había pasado hambre. De la España de 1961 pasamos a la de 1975 para llegar, finalmente, a la de 2020, momento en que la historia narrada llega a su fin de una manera emocionante, muy conmovedora, que deja al lector con el libro abierto entre sus manos, sin ánimo para cerrarlo definitivamente. Porque Emérita ha aprendido de los hijos de la maestra que perfectamente podría haber criado. Que tengo más paciencia que otras. Que sé alejar a un niño de los peligros. Que soy sorda, pero no soy un animal. En suma, ha aprendido todo sobre la dignidad y la gratitud. Por eso se pasa años y años enviando cartas a la familia, interesándose por ella, preguntando por David. Recordando la mejor época de su vida con un eterno agradecimiento.

2. Nosotros. Manuel Vilas. Destino. 2023 Qué mal visto ha estado siempre el placer, siempre perseguido por todas las civilizaciones, condenado por todas las religiones, y sin embargo protegido por la naturaleza y la vida, cómo explicar semejante hipocresía, reflexiona el narrador de Nosotros en las últimas páginas de la novela ganadora del Premio Nadal 2023. Una novela existencialista desgarradora de principio a fin. Especialmente en sus últimas páginas. Una últimas páginas que, sin embargo, son de una belleza sin igual. Como prácticamente todo lo que lleva escribiendo Manuel Vilas durante estos últimos años de una carrera literaria ya envidiable. Una carrera literaria repleta de historias y personajes en los que dominan la tristeza, la melancolía, la profundidad de las almas humanas y, paradójicamente, también  el placer, la belleza y la alegría de vivir. De estar vivo pese a todo. Como le ocurre a Irene, la mujer de cuarenta y muchos años que protagoniza Nosotros. Un ángel mortal y corriente, de una vulgaridad excepcional, pero que da belleza a este planeta

1. Todo lo que importa sucede en las canciones. Fernando Navarro. Pepitas de calabaza. 2022 A través de la lectura de los capítulos el lector, además de disfrutar de la trama propiamente dicha de la novela, muy destacable ya de entrada, aprende aspectos relevantes y a menudo no muy conocidos sobre los cantantes y grupos que aparecen en ellos (por ejemplo, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Elvis Presley, Patti Smith, Aretha Franklin, The Beatles o The Beach Boys). Una banda sonora de lujo --que recomiendo ir escuchando de fondo mientras se lee la novela-- para acompañar a un joven cuarentañero en un período de crisis personal que lo llevará a refugiarse en su música preferida. Si es cierto aquello de que con la buena literatura puede uno entretenerse y aprender, este es un claro ejemplo de ello. Cumple con ambos objetivos. Y lo hace con creces. Hasta el punto de convertirse, por derecho propio, en mi mejor lectura de este año. Lo dicho: a leerla y a darle volumen a la lista de reproducción. 






viernes, 30 de junio de 2023

Mis diez mejores lecturas del primer semestre de 2023

 




10. La desconocida. Rosa Montero y Olivier Truc. Alfaguara. 2023 Novela, corta y escrita a cuatro manos, surgida de un proyecto colaborativo entre dos editoriales, una española y otra francesa, en el que la condición era escribir capítulos alternativos, tomando la acción donde la dejaba el otro escritor. Así, un francés y una española se enfrentan a las diferencias culturales entre sus dos países con la intención de contribuir a un mejor entendimiento mutuo. Para Montero fue una aventura fascinante y trepidante. Con un estilo enérgico, directo y vigoroso, esta novela negra está escrita para todo tipo de lectores, está desprovista del más mínimo artificio superfluo y de toda floritura y pone el acento en la corrupción policial y en el problema de la trata de mujeres en el mundo. Problemas que, desafortunadamente, no forman parte de la ficción sino de nuestro día a día. Problemas que, por tanto, a todos nos atañe tratar de erradicar.

9. Del color de la leche. Nell Leyshon. Sexto Piso. 2013 Es una historia rebelde, por cuanto el mero hecho de ser escrita demuestra las ansias de alcanzar la libertad denegada. Es necesaria y rescatadora por el hecho de dar voz a tantas y tantas mujeres anónimas que perecieron en la lucha por alcanzarla. Es un golpe en la conciencia de quienes, desde el presente, creen que aquello es solo ficción, literatura y no la pura realidad de la vida de las mujeres a lo largo de la Historia. Historia de desencanto, desengaños, malos tratos, opresión y anonimato. Si a todo ello añadimos la originalidad y la frescura, estamos ante una gran novela. De esas que remueven conciencias. De esas de las que no se sale como se entró. De esas de las cuales recuerdas a su protagonista largo tiempo. Quizás para siempre. Porque la Mary de esta novela ya es un personaje clásico de la literatura inglesa, europea y mundial. Si no la conoces todavía, preséntate ante ella y conócela. Es probable que se quede contigo.

8. Malaventura. Fernando Navarro. Impedimenta. 2022 En los relatos que componen Malaventura hay varios elementos coincidentes que marcan el ambiente. La acción de todos ellos se desarrolla en el sur de España. En Andalucía, para más señas. Los pueblos de Granada, Almería, Córdoba, Málaga o Sevilla se convierten en escenarios de los cuentos. Unos cuentos en los que el gran protagonista es el espacio, el medio físico. Así, encontramos, además de los pueblos y las aldeas propiamente dichos, montañas, colinas, ríos, pantanos, cuevas y paisajes desérticos. Sobre todo, mucho desierto. Sin duda, el lugar idóneo para albergar las quince historias que componen el libro. Como complemento de todo ello, por un lado, la flora y la fauna características de las zonas en cuestión. Y, por otro, el habla andaluza. Esa forma de hablar un castellano gracioso, con arte. La mezcla de todo ello, magistral por otra parte, consigue el efecto deseado: el lector se hace presente en los distintos ambientes y hasta aprende a hablar de la misma manera en que lo hacen los personajes.

7. Basilisco. Jon Bilbao. Impedimenta. 2020 Consta de ocho relatos autoconclusivos pero también interconectados que abarcan el presente de las vidas de Jon y Katharina y los sucesos acaecidos un siglo atrás en el Lejano Oeste en torno a las figuras de Basilisco y Araña. Una mezcla original y sugerente que alterna la actualidad, que bebe de la novela costumbrista contemporánea, y el western, al más puro estilo clásico (y no tan clásico). Casualmente, en ambos contextos, la vida parece desmoronarse por momentos. Con una prosa perturbadora y de gran potencia visual y descriptiva, Jon Bilbao pone en jaque nuestra realidad combinando a la perfección lo clásico, la cultura popular y las responsabilidades y frustraciones propias de la edad mediana de un personaje que vive insatisfecho como ingeniero porque en realidad quiere ganarse la vida como escritor.

6. Contar lo mínimo. Agustina Pérez. Lletra Impresa. 2022 En sus páginas encontramos multitud de resonancias literarias, guiños y referencias a obras y autores de todo tipo -García Márquez, Borges, Víctor Mora, Unamuno, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, José Hierro, John Berger, Antonio Gramsci y un largo etcétera-, lo que hace de la obra un compendio, una especie de pequeña enciclopedia temática de la cual podrá echar mano el lector en cualquier otro momento de su vida. Todo ello con la máxima de que la literatura debe ser incisiva pero educada para decir verdades, aunque escuezan. Porque, como decía Borges, uno no es por lo que escribe, sino por lo que ha leído. La curiosidad, pues, se antoja como el inicio del camino literario. Una curiosidad que a Agustina le viene de su abuela -a la que rinde homenaje desde la propia portada del libro-, empedernida lectora de cuentos troquelados, calendarios taco -con sus citas y frases célebres-, revistas y libros de todo tipo, y de su padre, un fanático de la radio que la enseñó a leer antes de que lo hicieran en el colegio. Estamos ante un OLNI -Objeto Literario No Identificado-, como lo definió la misma autora, dividido en tres partes compuestas por relatos, microrrelatos y aforismos (o vilanos, como diría Vicente Aleixandre). Una obra que defiende la lectura como acicate de la vida.   

5. Nadie en esta tierra. Víctor del Árbol. Destino. 2023 Cuando todo está perdido solo quedan dos caminos: hacer el bien o hacer el mal. Intentar irse con la cabeza alta y la conciencia tranquila o arrasar con todo y con todos. Este es uno de los puntos de partida de la nueva novela de Víctor del Árbol. Una novela policiaca de las que atrapan al lector hasta introducirlo en sus páginas y no dejarlo marchar hasta terminada la última de sus frases. Con personajes de los que a uno lo marcan. Como el protagonista principal, Julián Leal, un inspector de policía que se debate entre la vida y la muerte a causa de un cáncer que no parece tener ya solución y que acaba de ser expedientado por dar una paliza casi mortal a un miembro de la alta sociedad barcelonesa. Y, por si todo ello fuera poco, tras una breve visita a su pueblo natal de la costa de Galicia comienzan a aparecer cadáveres de personas que tuvieron mucho que ver con él treinta años atrás. Y, claro, el principal sospechoso de los crímenes es él. Todos los dedos lo señalan y ya ni su compañera Virginia parece fiarse de él.

4. Hijos de la fábula. Fernando Aramburu. Tusquets. 2023 El autor guipuzcoano retorna a la temática de ETA con una sátira que, tirando de ironía y humor, nos muestra la reacción de dos jóvenes vascos que quedan abandonados a su suerte al otro lado de la frontera con Francia tras el abandono de las armas por parte de la banda terrorista en octubre de 2011. La novela demuestra que es posible hacer sátira hasta de las grandes desgracias. Que en cualquier lugar y situación, por dramática que esta sea, cabe lo cómico. Que algunos escritores son capaces de construir una historia desde la nada. Que algunas de estas historias pueden tener finales inesperados y magistrales. Y que Fernando Aramburu es un escritor valiente que, cuando se pone a escribir, no puede evitar meterse en estanques llenos de caimanes. Por su originalidad, virtuosismo y comicidad, nos recuerda a la más reciente obra de Luis Landero, Una historia ridícula (2022, misma editorial). Y es que solo dos genios como el extremeño y el vasco son capaces de sacar de donde parecía no haber nada unas historias tan peculiares.

3. Cuando era divertido. Eloy Moreno. Ediciones B. 2022 Dice el propio autor que esta es una novela incómoda. Quizás la más incómoda que he escrito hasta la fecha. Pero precisamente por eso creo que es necesaria. Este es un libro que habla de algo que todos hemos vivido o podemos vivir en algún momento. Y, desde luego, no le falta razón a Moreno. A estas alturas ya todos sabemos que la vida es complicada. Y la vida en pareja, más todavía. Porque no todo es del color de rosa. Y la pasión inicial y la sensación de estar viviendo a tope pueden dar paso a la muerte en vida en forma de rutina, monotonía, tedio, hastío. Y hasta de odio. ¡Ay, esa delgada línea que separa antónimos mucho más cercanos de lo que jamás podríamos llegar a pensar! Que se lo digan, sin ir más lejos, a los protagonistas de esta novela: Ale y Ale. Sí, Alejandro y Alejandra. El mismo nombre. Algo muy original. Porque en muchas ocasiones a lo largo de la novela el autor se refiere a ellos de una manera que cuesta distinguirlos. Porque en realidad ambas partes de una pareja pueden sentirse de una determinada manera. A veces no sabemos qué Ale está pensando y actuando. Y la verdad es que da igual: lo importante es lo que piensa y cómo actúa.

2. Los ingratos. Pedro Simón. Espasa. 2021 Magnífica radiografía familiar. También histórica y social. Veníamos de la España que escuchaba un serial radiofónico. Íbamos hacia esa España que se sentaba a mirar una pantalla. Aquella España donde se viajaba sin cinturones de seguridad en un Simca y la comida no se tiraba porque no hacía tanto que se había pasado hambre. De la España de 1961 pasamos a la de 1975 para llegar, finalmente, a la de 2020, momento en que la historia narrada llega a su fin de una manera emocionante, muy conmovedora, que deja al lector con el libro abierto entre sus manos, sin ánimo para cerrarlo definitivamente. Porque Emérita ha aprendido de los hijos de la maestra que perfectamente podría haber criado. Que tengo más paciencia que otras. Que sé alejar a un niño de los peligros. Que soy sorda, pero no soy un animal. En suma, ha aprendido todo sobre la dignidad y la gratitud. Por eso se pasa años y años enviando cartas a la familia, interesándose por ella, preguntando por David. Recordando la mejor época de su vida con un eterno agradecimiento.

1. Nosotros. Manuel Vilas. Destino. 2023 Qué mal visto ha estado siempre el placer, siempre perseguido por todas las civilizaciones, condenado por todas las religiones, y sin embargo protegido por la naturaleza y la vida, cómo explicar semejante hipocresía, reflexiona el narrador de Nosotros en las últimas páginas de la novela ganadora del Premio Nadal 2023. Una novela existencialista desgarradora de principio a fin. Especialmente en sus últimas páginas. Una últimas páginas que, sin embargo, son de una belleza sin igual. Como prácticamente todo lo que lleva escribiendo Manuel Vilas durante estos últimos años de una carrera literaria ya envidiable. Una carrera literaria repleta de historias y personajes en los que dominan la tristeza, la melancolía, la profundidad de las almas humanas y, paradójicamente, también  el placer, la belleza y la alegría de vivir. De estar vivo pese a todo. Como le ocurre a Irene, la mujer de cuarenta y muchos años que protagoniza Nosotros. Un ángel mortal y corriente, de una vulgaridad excepcional, pero que da belleza a este planeta





lunes, 6 de marzo de 2023

Los ingratos. Pedro Simón. Espasa. 2021. Reseña

 


   

    El periodista y escritor madrileño Pedro Simón sorprendió al mundo literario al alzarse con el Premio Primavera de Novela 2021. Antes había logrado dos galardones por su trabajo periodístico: el Premio Ortega y Gasset de 2015 y el Premio al Mejor Periodista del Año de la APM en 2016. Su primera novela, Peligro de derrumbe (La Esfera de los Libros, 2015), publicada seis años atrás, no cosechó el éxito merecido. Por eso resultó sorpresivo que Espasa y Ámbito Cultural le concedieran uno de los grandes premios literarios del año en nuestro país. No en vano, como todos sabemos, estos premios se suelen conceder a autores más conocidos y a novelas más comerciales. Obviamente, el objetivo de las editoriales es vender sus libros. Pues bien, Los ingratos y Pedro Simón lograron abrirse un importante hueco en el sector editorial, siendo uno de los libros más vendidos del año, algo que me parece absolutamente merecido una vez leída la obra en cuestión. Para servidor, estamos ante uno de los descubrimientos literarios de los últimos años en España.

    En una época en la que priman el individualismo, el egoísmo, el materialismo y lo banal, aspectos que nada tienen que ver con unos valores clásicos que se pierden cada vez más rápidamente en la memoria de los tiempos es necesario que alguien nos recuerde que otro mundo mejor es posible. Por eso una novela como Los ingratos debe ser aplaudida por todo el mundo. Porque todos los lectores -y el que lo niegue seguramente mentirá- hemos sido ingratos unas cuantas veces en nuestras vidas. Como los protagonistas de la historia que tan bien nos narra Pedro Simón en su segunda obra literaria. Una obra que supone un golpe sobre la mesa -y también, por qué no decirlo, en nuestras caras y en nuestros corazones-, una llamada de atención sobre la necesidad de abandonar nuestro actual aislacionismo individual y tratar de retornar a esos valores ya aludidos con anterioridad. Porque, como reza el dicho, de bien nacido es ser agradecido. Y la familia protagonista de Los ingratos no lo es.  

    Tal y como leemos en las primeras páginas del libro, a Emérita hace casi un año se le ahogó el marido en un pozo y esta tarde acaba de perder al hijo que llevaban tiempo buscando desde que se casó. Currete muere bajo el peso del cuerpo de su madre mientras ambos hacían la siesta una gélida tarde de pleno invierno en un pueblo de aquella España que comenzaba ya a vaciarse en 1961. La historia sigue en 1975, cuando llegan al pueblo la nueva maestra y su familia, compuesta por su marido, dos hijas, un hijo -David, el gran protagonista de la novela-, un perro llamado Fliqui y dos canarios. Una familia de ocho que recorre una España en la que en los pueblos no había coches ni semáforos, como en la ciudad, pero había pozos sin tapiar, alacranes y casetas de labranza donde no alcanzaba la mirada del balcón urbano. La dicotomía campo-ciudad está muy presente a lo largo de toda la historia. La familia, que representa a esa clase media emprendedora a su manera que iba a mejor, transita pueblos, pero ansía con todas sus fuerzas llegar a Madrid. 

    David nos cuenta que mamá criaba sola a tres hijos: dos chicas imbéciles y un niño miedica. Y los cría ella sola porque pronto el padre desaparece del pueblo porque debe quedarse en Madrid por cuestiones laborales. Ahora pienso que no te haces mayor de verdad ni sabes lo que es el mundo hasta que no escuchas insultarse a tus padres. Y la reacción de David es hacerse caca encima. Porque si me cagaba mamá me hacía más caso que a nadie. Pero su madre va tan liada que necesita ayuda en la casa y con sus hijos. Y Emérita, una mujer que vive sola desde hace ya catorce años, es perfecta. Perfecta para dejar su casa e irse a vivir con la familia de recién llegados. Y la llegada de Emérita a casa de la maestra les cambiará la vida a todos, especialmente a ella misma y a David, quien reconoce que yo no conocía una forma de querer así, tan suicida y primitiva. Se habría metido sin dudar en una casa en llamas solo para sacarme de allí. Se habría tirado en plancha a la laguna para rescatarme, aun sabiendo que no sabía nadar.

    Desde muy pronto ocurre lo inevitable: David aprende de ella todo lo que hay que saber sobre las cicatrices del cuerpo y las heridas del alma -me daba lo que mamá no tenía tiempo para darnos y también lo que a papá ya no le daba la gana de darme-; Emérita recupera con David aquello que creyó perder catorce años atrás -su hijo, su querido Currete-. Pero hay otro detalle muy importante: Emérita es sorda. Solo entiende a los demás si les lee los labios al hablar. Y surge una nueva necesidad entre ellos: comunicarse más y mejor. Y ambos comienzan a aprender a escribir de forma vertiginosa. Hasta el punto de que David no lo aprende de su madre sino de Eme. Y David recuerda aquellos momentos en el cuarto de estar como uno de los mejores de mi infancia. Su madre, por su parte, comprendía que la señora Emérita llegaba a sitios donde ella no alcanzaba y, de alguna manera, había recompuesto el equilibrio en casa. Así, la familia recupera la paz y la armonía perdidas.

    Emérita se pregunta cómo pueden los padres vivir tan despegados de sus hijos. Y escribe en su diario una carta imaginaria a la maestra: ¿Cuándo fue la última vez que buscó el ruido de los hijos? Se puede vivir sin el marido. A veces hasta es mejor vivir sin el marido. No se puede vivir sin el hijo... Tiene una madre maestra y me lo pregunta todo a mí... Los niños se van marchando. Y ya no vuelven. Y tú entonces te dices dónde leñes has estado mirando y qué has estado haciendo todo este tiempo. Emérita ejerce de madre de David. Y este tiene claro que, si tuviera que dar un brazo por alguien, sería por ella y no por su verdadera madre. Pero, siguiendo con el desarraigo del deambular familiar por los pueblos de España, llega el final del curso y la familia debe marchar a Leganés, muy cerca ya de la capital. Se acerca por fin al objetivo final, pero David, que ha recuperado al fin a su padre, debe dejar en el pueblo a Emérita. Solo queda la promesa de que la familia irá a verla siempre que pueda. 

    Los ingratos es una magnífica radiografía familiar. También histórica y social. Veníamos de la España que escuchaba un serial radiofónico. Íbamos hacia esa España que se sentaba a mirar una pantalla. Aquella España donde se viajaba sin cinturones de seguridad en un Simca y la comida no se tiraba porque no hacía tanto que se había pasado hambre. De la España de 1961 pasamos a la de 1975 para llegar, finalmente, a la de 2020, momento en que la historia narrada llega a su fin de una manera emocionante, muy conmovedora, que deja al lector con el libro abierto entre sus manos, sin ánimo para cerrarlo definitivamente. Porque Emérita ha aprendido de los hijos de la maestra que perfectamente podría haber criado. Que tengo más paciencia que otras. Que sé alejar a un niño de los peligros. Que soy sorda, pero no soy un animal. En suma, ha aprendido todo sobre la dignidad y la gratitud. Por eso se pasa años y años enviando cartas a la familia, interesándose por ella, preguntando por David. Recordando la mejor época de su vida con un eterno agradecimiento.

    ¿Y David? Ya adulto, padre de dos hijas, regresa al pueblo desde Leganés, una vez leído el diario de Emérita. Y piensa: me gustaría llamar a la puerta. Que me abriese ella en persona y decirle quién soy. Que me hiciera pasar. Que se inflara de alegría como un pavo real y cocinara mi plato favorito. Que charláramos durante la sobremesa y a mí no me diese vergüenza decirle cuánto la quise, así, la quise a usted muchísimo, y la quiero, decirlo con dos cojones, escribírselo en una hoja si hiciera falta. En definitiva, David ha aprendido lo que todos deberíamos saber o aprender: que debemos ser agradecidos, saber decir a quienes queremos que los queremos, dejar de lado nuestro exceso de orgullo, nuestro individualismo, nuestro infantiloide egocentrismo. Y compartir todo, absolutamente todo, con quienes se lo merezcan. Y, todo ello, saber hacerlo en el momento adecuado y oportuno, siempre antes de que sea demasiado tarde.