LIBROS

LIBROS
Mostrando entradas con la etiqueta apariencias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta apariencias. Mostrar todas las entradas

jueves, 18 de abril de 2019

Trampantojo. Marina Lomar. Ediciones Babylon. 2019. Reseña





     Marina Lomar, Doctora en Cultura y Literatura Francófona, profesora en la Universitat Jaume I de Castellón y articulista, ensayista y autora de relatos, ha dado el salto a la novela este 2019 de la mano de Ediciones Babylon (Ontinyent) con su primer trabajo como narradora, Trampantojo. Una novela en la que, como su título indica, nada ni nadie es lo que parece. Una historia de superación personal y de hacer frente a la soledad a la que, en definitiva, nos vemos abocados en determinados momentos de nuestra existencia. En el mundo actual, en efecto, casi todo el mundo vuelca sus intenciones a tratar de aparentar lo que no es y en ocultar la realidad de sus vidas. Sobre todo en unas redes sociales que, muy a menudo, más que unir socialmente crean mundos paralelos en los que dominan las apariencias. 

     Un Café Literario --claro guiño a Bibliocafé--, regentado por Andrea y Carla, es el nexo de unión de las historias personales de cuatro mujeres --las dos referidas y sus amigas Paula y Elda-- que ocupan las 180 páginas de la novela. Andrea es la protagonista principal. Divorciada de Paco, vive con su hija Gisela y su nueva pareja, Andrés. La relación entre hija y padrastro no es nada buena, lo cual redunda en la familia recién creada. Andrea se empeña en hacer ver a sus amigas (y también a sí misma) que es feliz, pero no lo es. Andrés es un mujeriego y Andrea, aunque quiere creer que no está siendo engañada, tampoco puede poner la mano en el fuego por su pareja. La relación entre ellos parece resquebrajarse por momentos y Gisela disfruta de ello.

     Carla, su socia en el Café Literario, y una década mayor que Andrea y Paula, ha estado durante años cuidando de su esposo, Evaristo, gravemente enfermo. Tampoco era una relación sana la suya, y la muerte de su marido se le presenta como una oportunidad para iniciar una nueva vida. Parece anquilosada, amargada y aburrida, pero vive una tórrida aventura sexual muy peculiar con un extraño hombre que esconde su verdadera identidad tras un bigote postizo y una gabardina. Por supuesto, Carla guarda su secreto a los ojos de sus amigas. Hasta que Andrea observa cosas extrañas y la realidad cae por su propio peso y es ya tan evidente que ha de hacer frente a su situación y confiar en ellas a pesar de los pesares.

     Paula también está en los cuarenta. Es pintora, da clases en academias y busca en los chats a alguien con quien acabar con su soledad --para mí, la soledad y el miedo a padecerla es uno de los hilos conductores de la trama de la novela--. Junto a Andrea, acude al Centro Benéfico a un curso de cocina afrodisíaca que imparte Mara, una belleza de persona que pronto hará amistad con ellas y se sumará al grupo de protagonistas. El gerente del mismo, Álvaro, el típico galán que se encapricha de Andrea y cree que puede seducirla con facilidad, contribuye a que la imagen de los hombres en general no salga muy bien parada en este conjunto de historias. Suerte que Graham, profesor de Gisela, mantiene alto el pabellón masculino.  

     Elda es la más jóven de las protagonistas. Tiene treinta años, echa de menos a una antigua pareja con la que no tuvo un final feliz, es una buena traductora de textos y busca pareja hasta debajo de las piedras. Curiosamente, siempre se fija en hombres casados o con pareja. Relaciones imposibles o casi imposibles que no la conducen por el buen camino. Hasta que establece una relación, también extra familiar, que amenaza seriamente la estabilidad de la joven. Y del mundo tal y como está construido en esa etapa de su vida. Como ha quedado dicho más arriba, de nuevo el miedo a la soledad es capaz de crear estragos en la vida de las personas. Algo solo superado por la infidelidad como aspecto generador de sufrimiento humano.

     Las escenas desarrolladas en la Albufera de Valencia, el Oceanográfico, el Bioparc y ese Café Literario que bien podría llamarse Bibliocafé nos sitúan la historia en la capital valenciana. Además, las cinco partes en que divide la historia transcurren entre un indeterminado mes de octubre de un año y el julio siguiente. Los diálogos son directos y correctos, dando en ocasiones la información necesaria que no aparece en la narración. Una narración, por cierto, que en ocasiones está cerca de la prosa poética y que explica las sentimientos y las sensaciones de las protagonistas con una gran sensibilidad. Y es que a veces la poesía puede salvarnos de los golpes más fuertes. Algo que la autora parece conocer y saber transmitir con maestría.

     El diario de Gisela, hija de Andrea, con el que se inicia la novela, mantiene a través de la lectura de Andrea un aura de misterio que dura hasta sus últimas páginas. ¿Es real todo lo descrito en él? ¿Es una invención? Andrea se debate, junto a sus amigas, en torno a un par de encrucijadas de difícil resolución: creer o no lo leído en ese diario y determinar si es ético o no leer unos escritos privados. El lector puede ir estableciendo sus criterios en relación a estos temas e ir montando las piezas del rompecabezas en que se convierte la información que va apareciendo en el diario. Eso sí, debe estar muy atento a cada detalle, pues a menudo algún aspecto puede parecer poco importante y acabar estallándole en la cara más adelante.

     Trampantojo es una novela ágil, bien estructurada y montada, narrada de forma detallista y real a través de unos personajes que lo son a causa de sus bondades y sus defectos, sus fortalezas y sus debilidades. Una novela de soledades compartidas y de sentimientos y emociones cotidianos que podrían corresponder a las vidas de todos los lectores. Una novela de gran profundidad psicológica que nos hace reflexionar sobre nuestras propias vidas. Porque qué fácil resulta siempre ver la paja en el ojo ajeno, y cuánto nos cuesta juzgarnos a nosotros mismos. Quizá por ello recurramos a ese trampantojo particular del que tan bien nos habla Marina en esta novela de debut que hace presagiar otras y más exitosas todavía.                    

   

lunes, 9 de marzo de 2015

Cinco horas con Mario. Miguel Delibes. Destino. 1966. Reseña





     Cinco horas con Mario es una de las novelas más conocidas de Delibes. Publicada hace casi medio siglo, no ha perdido vigencia, ni literaria ni humanamente. Es lógico que el país haya cambiado mucho desde entonces. También la mentalidad de sus ciudadanos. Sin embargo, los sentimientos de los personajes, salvando las distancias, sí permanecen. Y, desde luego, el monólogo interior que cada uno de nosotros mantiene en las horas y días posteriores a la pérdida de un ser querido existe de forma innegable. ¿Quién no ha hablado con un muerto, sobre todo en esas primeras horas sin él, aunque todavía con su cuerpo visible y con algo de calor en su interior? ¿Quién no le ha agradecido lo bueno y reprochado (en menor medida, pues parece que la muerte casi todo lo perdona) lo malo?

      La novela comienza con la impresión de la esquela aparecida en los periódicos de marzo de 1966, fecha del extraño y desde luego inesperado fallecimiento de Mario Díez Collado, a la temprana edad de 49 años. Además de informar de la muerte de Mario, la esquela nos sirve para conocer a su familia: su esposa Carmen, sus hijos Mario, María del Carmen, Álvaro, Borja y María Aránzazu y hermanas, cuñadas, etc. Esto es importante, pues todos los personajes citados en la esquela, y algunos más, irán apareciendo en el monólogo de Carmen ante el féretro de su esposo.


     El monólogo, de 27 capítulos, va precedido de una introducción y seguido de un epílogo o desenlace en el que aparecen los signos y gestos más o menos típicos de momentos tan desagradables como el que la novela trata. Los besos, los pésames, los apretones de manos, los golpecitos en la espalda, las frases que vienen (o no) a cuento en esos instantes, los reconocimientos, los susurros, las alabanzas, las críticas, el recogimiento de unos, la entereza de otros, los aspavientos de los más exagerados, etc. Todo ello, para realzar, más si cabe, la parte central de la obra, esa especie de diálogo entre Carmen y su esposo ya fallecido.

     Lo primero que llama la atención de la novela es la forma en que la esposa se dirige a Mario. Le habla como si aquel todavía estuviera vivo y, por tanto, pudiera escucharla. Algo que se mantiene hasta la última línea del monólogo, que conmueve y sobrecoge a la vez. Algo que indica que Carmen se resiste a la idea de que su marido, con sus mil y un defectos, no volverá ya a la vida. La impotencia que siente al ver que él no le responde irá creciendo a lo largo de novela, hasta un final que no desvelaré (por si alguien todavía no la ha leído).

     Del monólogo, por no demorarme demasiado - pues daría para muchos párrafos -, me centraré en la presentación de las dificultades y momentos tensos del matrimonio, que los ha habido, desde luego; y en la crítica social que Delibes hace de la sociedad de la época: hipócrita, fingida y vivida de la cara a los demás. Carmen es presentada como una mujer conservadora, estricta, intransigente, defensora a ultranza de su familia y de la moral y los valores cristianos y criticona de todo lo que atente contra lo anteriormente expuesto. Por contra, Mario representa el polo opuesto: luchador, comprometido, inconformista, intelectual, moderno y no expuesto a la norma de la época. Las discusiones entre ambos, pues, serán la norma durante el casi cuarto de siglo de convivencia en común.

     La novela aborda temas tan importantes e interesantes como la falta de comunicación en el matrimonio, la necesidad de compartir aspectos básicos sobre la educación de los hijos, el machismo (visto desde ambas perspectivas, la femenina y la masculina), el conflicto de las "dos Españas" - recordemos que la época abordada por la novela es 1966, en pleno franquismo - y hasta la lucha de clases. El lenguaje coloquial de la época, el desorden temporal en la exposición de los hechos y las repeticiones de los más importantes (para Carmen) otorgan a la novela mayor verosimilitud, agobio y también carácter cómico.

     Los largos párrafos de cada capítulo - todos ellos comienzan con introducciones sacadas de la Biblia que Mario leía a menudo y que descansaba en su mesita de noche, con algunos pasajes subrayados -, con muchas comas pero pocos puntos, imprimen una velocidad a la lectura y a los pensamientos que en ocasiones llegan a provocar vértigo. Un vértigo que es, precisamente, el que debe sentir la propia Carmen al pronunciar su soliloquio. Una amalgama de hechos, acciones y sentimientos que amenazan con desprenderse de su boca y perderse para siempre. De ahí esa urgencia en sacarlos a toda velocidad antes de que sea demasiado tarde.

     Con todo, pese a que Carmen es presentada de forma que caiga mal al lector - sobre todo de género masculino -, tampoco Mario sale bien parado en algunos temas: desatención de su esposa y de sus hijos, falta de ímpetu en las tareas domésticas, incomprensión hacia su mujer, depresión, etc. Y es que cuando un matrimonio fracasa - y lo hace con mayor facilidad de la mostrada por el número de divorcios -, aunque una de las partes tenga más responsabilidad que la otra, ambas son copartícipes del mismo. Eso sí, como bien demuestra Carmen a lo largo de las cinco horas que pasa a solas con su esposo, siempre quedan los "te quiero", los "cariño" y los "amor". Sobre todo cuando uno siente la pérdida...