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lunes, 27 de junio de 2016

El sexto animal. Luis Eduardo Aute. Espasa. 2016. Reseña



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     A principios de año se publicó, bajo el título El sexto animal, el sexto libro de poemigas del cantautor, pintor, poeta, dibujante y, por encima de todo, genio Luis Eduardo Aute. Las poemigas son, como él mismo las suele definir, unas migas poéticas, unos juegos de palabras, a veces aforismos, a veces greguerías. Dicho término se acompaña casi siempre de otro muy recurrente en la carrera del artista: animal. De hecho, su primer libro ya se tituló AnimaLuno porque pensó que en el futuro habría más animales --al margen de sus ya célebres Animalhadas--. Además, leída al revés, la palabra resultante es lámina, y Aute suele acompañar a sus escritos de láminas, de dibujos y de otras icognografías, como también él se refiere a sus dibujos o fotos (que de nuevo las hay en este caso concreto).

     Los escritos de Aute, incluyendo las letras de sus canciones, por supuesto, están repletos de juegos de palabras, ironía, mordacidad y crítica. Todo ello, para crear en el público vértigos y descomposturas. Sexo y humor son otros ingredientes clásicos que siempre encontramos en el genio filipino. No en vano, para él, en clave de humor cualquier reflexión es mucho más amplia y profunda. El sexo viene de la mano de las fotos y los dibujos de las páginas centrales de este volumen. Así lo explica él: estaba en un hotel de Puebla, México, y  al meterme en la bañera empecé a mirar los mármoles de la habitación y las vetas insinuaban vaginas muy claramente. A partir de esas imágenes, creó las suyas propias.

     En buena parte de las poemigas se trata el eterno dilema entre Dios y ciencia. Sobre todo en el apartado titulado Dioserías. En Mercápolis, por contra, se centra en temas políticos y económicos, arremetiendo con gran dureza contra el nacionalismo, el capitalismo salvaje, la clase política, las grandes corporaciones y los lobbys. Aute piensa, sin duda, que estamos volviendo al medievo, época dominada por la escasa libertad, los abominables señores feudales, las cruzadas contra el infiel, los alquimistas que intentan convertirlo todo en oro, epidemias fabricadas para enriquecer a las farmacéuticas, etc. En Reflexividades jugando al yo-yo divaga sobre la existencia y la consciencia o no de ella. Lógicamente, no podía faltar una referencia a Descartes. 

     El apartado Tecnopatías critica el uso indiscriminado de internet y las redes sociales, lo cual provoca la pérdida total de nuestra privacidad o, como él dice, la trampa mortal (suicida) más grande de todos los tiempos, a manos de la red de espionaje global. Y en Metapsíquica del Big-Bang nos da su particular visión sobre el universo, su origen y su infinitud. Ite insumisa est pone fin al libro con un par de micropoemas.

     Tras el prólogo del poeta Fernando Beltrán, quien lo califica de gamberro del idioma. Sancho Panza del verso. Quijote hasta el hallazgo, encontramos, para abrir el libro, los apartados Aleadas y Lo que son las cosas, donde escribe sobre la vida, el amor o la iglesia, afirmando sentirse un marciano en este mundo, defendiendo la poesía como medio y forma de vida, criticando al Vaticano de mil y una maneras, repudiando la irracionalidad de demasiados seres humanos y aborreciendo la intolerancia y el fútbol como elemento mediático y alienador de nuestra sociedad.

     Mas no me quiero perder en divagaciones. Reseñar este tipo de libros resulta muy complicado, por lo que creo conveniente dejaros con algunas de las frases de su autor:

     Aprender, aprender, aprender / no para saber más / que el otro / sino para saber más / del otro / u otra / que esa es otra cosa.   

     Qué inútil la vida / sin alguien / que por el hecho de existir / justifique la existencia / del otro.

     El corazón del Universo / deja de latir / no cuando se apaga la vida / sino cuando se apaga el deseo / de amar y de ser amado.

     Creo firmemente / que no soy ateo / ni creyente / ni agnóstico / ni nihilista / ni siquiera / todo lo contrario.

     De todos los millones / de millones de millones de seres / que han habitado, habitan y habitarán / este puto planeta / ¿por qué y para qué coño / me ha tocado / precisamente a mí / este "yo" que me habita... y deshabita / con tantos malos / hábitos?

     Allí donde me quieran / de ese país / seré.

     Pues bien: en España se le quiere. Y mucho. Quizá por eso vino a vivir aquí hace más de sesenta años. Y los que le quedan... si Dios quiere...     
           
     

       

jueves, 20 de diciembre de 2012

La música de "Almas Suspendidas"



     Estos días previos a la presentación de mi segundo libro me están preguntando a través de diversas entrevistas y demás medios por la importancia que en ella tiene la música. Y siempre estoy respondiendo lo mismo: sin ella, la novela no sería la misma. Como bien es sabido, hay una parte de la misma que es autobiográfica. Como a Jaime, el protagonista de "Almas Suspendidas", la música me sirvió de terapia en los primeros meses después de divorciarme. Todos los cantautores cuyas letras aparecen en mi nuevo trabajo formaron parte de mi vida - y siguen haciéndolo, por supuesto, aunque ya de otra manera - en mi peor momento.
 
     Las canciones que aparecen en este libro lo hacen principalmente por tres motivos: el ya aludido a modo de terapia pura y dura (creedme: es cierto aquella afirmación de que "la música puede cambiar el mundo"); porque ilustran perfectamente cómo se siente Jaime en las diversas escenas y situaciones que describe la historia narrada; y porque es una manera simbólica de devolver a estos cantautores el favor que, a lo mejor sin saberlo, me hicieron en una situación tan angustiosa como la vivida por mí en primera persona y por Jaime en la novela.
 
     La mayoría de los temas aparecen en el momento idóneo de la trama de la novela. Y digo trama porque a partir de una base autobiográfica, como es lógico, he debido trazar diferentes historias paralelas en torno a Jaime. Como comprenderéis, es imposible escribir una novela que trate únicamente de la relación entre un padre recién divorciado y su hijo de escasos meses de edad. El resto de situaciones narradas son ficticias o están convenientemente disfrazadas respecto a la realidad. Como he repetido en numerosas ocasiones, se trataba de escribir una novela, no una auto-biografía ni mis memorias. 
 
     Seguidamente, paso a enumerar los músicos que han tenido a bien autorizarme a incluir fragmentos de sus canciones en "Almas Suspendidas":
 
- Luis Eduardo Aute: en mi opinión, sin ninguna duda, el mejor cantautor que ha dado nuestro país en los últimos cuarenta años. Un genio en el pleno sentido de la palabra. Su variedad temática y su manera de cantar, tanto por la textura de su voz como por cómo recita sus propias poesías - porque, entre otras genialidades, Aute es un gran poeta - lo convierten en un auténtico placer para los sentidos (no sólo para el oído). En el libro aparecen dos temas bien diferentes en cuanto a temática: "Abrázame" y "Mojándolo todo".
 
- Tontxu: el cantante vasco afincado desde hace años en la capital de España me acompañó, de la mano de su maravilloso disco "En el nombre del padre", en los referidos tiempos de desguace (como diría Aute) en que mi nuevo hogar de alquiler se me venía encima. Antes he aludido a la música como terapia. Pues bien, el disco de Tontxu fue, literalmente, la banda sonora de mi vida durante bastantes meses. Aparecen en la novela sus temas "Marinero madrileño", "Monedita de mamá", "Te amaré mejor", "Dejar de quererte" y "Corazón de mudanza".  
 
- Andrés Suárez: uno de los grandes descubrimientos de los últimos años. En aquella época, una promesa. Hoy, toda una realidad. Estamos, seguro, ante otro auténtico genio. Y cuando digo auténtico me refiero a que este gallego de Pantín (El Ferrol) es un tipo así: auténtico. Todo carácter a veces, todo ternura cuando la ocasión lo requiere. Tiene ante sí una carrera musical larga y muy fructífera, comenzando por un disco en vivo que ya está grabando. En "Almas Suspendidas" he introducido fragmentos de sus canciones "A oscuras", "Marinero" y "Números cardinales", todas ellas de su primer trabajo, titulado "Maneras de romper una ola".
 
- Luis Ramiro: el madrileño es otro de los cantautores que dominarán el panorama musical de los próximos años. En la novela aparecen sus canciones "Romper", "La distancia", "La sirena" y "El tiovivo". Todas pertenecen a sus dos primeros trabajos (salvo la última, que sólo es interpretada en vivo). Está grabando ya su cuarto disco. Las letras de sus temas son básicos en la novela por razones que no debo desvelar pero que descubrirá el lector según avance en la lectura.
 
- Alfredo González: músico asturiano que participa en la novela con sus temas "Golfo" y "Piernas de marioneta", de su álbum "Dudas y precipicios". Su aparición en el libro es también importante porque hace reflexionar a Jaime y a su hermano Manolo acerca de sus respectivas vidas.
 
- Manolo Tarancón: paisano mío, es un enorme ejemplo de lucha y tenacidad. Su disco "Imperfectos" también sonó en multitud de ocasiones en mi piso de alquiler. "Alfama", "Con la magia a otro lugar" y "Cómo me acuerdo de ti" son los tres temas elegidos para formar parte de esta novela-homenaje. Su ya dilatada carrera parece que, por fin, está devolviéndole todo lo que él merece.
 
- Celtas Cortos: grupo que a estas alturas no necesita ninguna presentación. Con las referencias a sus temas "Skaparate nacional" y "Lluvia en soledad" ilustro perfectamente el contexto en que viven los personajes de nuestra historia, así como los sentimientos de su principal protagonista.
 
- Pedro Guerra: para mí, el que más se acerca a la genialidad de Luis Eduardo Aute. Sus canciones "5.000 años", "Alma mía", "Cuando Pedro llegó", "El aire en que no estás", "El marido de la peluquera" y "Casas antiguas" van ilustrando, a modo de cita (sin incluir fragmentos de las letras), muchas de las escenas de la novela. No poder incluir dichas letras ha supuesto la espina clavada en mi corazón de este libro. 
 
- Bruce Springsteen: los que me conocéis ya sabéis mi fanatismo - eso sí, sano - que tengo por el Boss. Pese a no ser español debía aparecer en esta novela. Ha sido mi banda sonora desde que lo conocí - musicalmente hablando, claro - con sólo doce años, allá por 1987. Su presencia en esta historia viene dada por la asistencia de Jaime y compañía a un concierto suyo en Benidorm en 2009. Si "Almas Suspendidas" es un homenaje a mis músicos favoritos el Boss debía tener cabida de forma obligatoria. Aparecen citadas en ella sus obras maestras "Land of hope and dreams", "Waitin´ on a sunny day" y "Jungleland".
 
     "Almas Suspendidas" es un libro con banda sonora, lo cual no quiere decir que incluya un CD con las canciones que forman parte de ella. Pero para quien quiera entretenerse y conocer a cada uno de los músicos con mayor profundidad sólo debe visitar el apartado "banda sonora" del blog de la novela. Que la disfruten...
 

martes, 11 de diciembre de 2012

El niño que miraba el mar. Aute. 2012. Análisis


     El propio genio filipino se pregunta en una de las canciones de su nuevo disco qué poder tienen las musas en la composición de una obra artística. Eso mismo nos lo hemos preguntado todos en numerosas ocasiones a lo largo de nuestras vidas. Yo sí, vamos. Pues bien, en este caso concreto, todo comenzó en el malecón de Manila en 1945. En plena guerra del Pacífico el general McArthur ordenó bombardear la capital filipina, por aquel entonces bajo poder japonés. La ciudad quedó arrasada, incluida la casa familiar de Luis Eduardo Aute. Una de las primeras veces que salieron del hospital en el que su familia y él se escondieron pensando que no sería bombardeado - se equivocaron, claro, ya que los rivales eran los EE.UU. - su padre le hizo una foto, hoy convertida en portada de un disco - mirando hacia el mar.
 
     El caso es que 65 años después de aquello el niño, ya crecidito, fue fotografiado en el malecón de La Habana por su hija Laura. "Entre las dos imágenes, la que tomó mi hija en La Habana y la que me hizo mi padre en Manila, vi claramente que había una historia", señala el propio músico, poeta, pintor, dibujante, etc. Parecía un círculo cerrado perfectamente por la vida. Del pensamiento sobre ello nacieron un cuento ilustrado publicado por Demipage, una película de animación (titulada "El niño y el basilisco") y el presente disco.
 
     El CD, de 12 canciones, se acompaña de un DVD que es la película de animación, de 20 minutos de duración, realizada por el propio Luis Eduardo, dibujada a lápiz fotograma a fotograma, a la manera antigua, continuando la senda que trazó en 2001 con la impactante "Un perro llamado dolor". En cuanto al CD, sus temas, tranquilos y evocadores, tratan sobre la condición humana y retratan la actualidad desde el escepticismo, aunque abriendo algunas ventanas a la esperanza y la ilusión individual. La instrumentación de las piezas es sencilla, delicada y elegante. ¿Para qué más si las palabras que fluyen de la sola y cálida voz de su creador e intérprete son capaces de conmover al ser simplemente escuchadas?
 
     El disco se abre con el tema que da título al trabajo: "El niño que miraba el mar". Una canción que, sobre el sonido de las olas del mar que se escuchan de fondo, enlaza pasado y futuro desde la óptica de los dos Autes (el niño y el maduro). Un tema que habla de "guerras de dragones", de destrucción y de un pensamiento: ¿estaría contento ese niño de lo que ha conseguido en su vida? Le sigue "Un ser humano", pieza que retrata, a través de una comparación entre el teatro y la vida, la condición humana, la ambición y la incertidumbre respecto al tema de la muerte ("Un ser humano...en su única función"). ¿No os recuerdan los versos "matamos por hacer un gran papel: jamás un figurón de tres al cuarto porque hay que ser cabeza de cartel" a la famosa frase de Hobbes sobre los hombres y los lobos?
 
     "Cera perdida" irrumpe con una agresividad musical que la diferencia de la suavidad de los anteriores cortes. Se trata de una canción-crónica de las miserias humanas ("Pero seguimos ciegos queriendo ser moldes de yeso y muertos que imitan la vida, apenas un gélido beso a un resto de cera perdida"). "Las musas" gira en torno a la inspiración y su carácter de incomprensión ("Puedo decir, después de todo lo sufrido agasajando a musas con el corazón, que aún no sé qué impulsa ese primer latido que me demanda darles sangre de canción") y viene precedida de una cita de Leonard Cohen que dice así: "La poesía viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista".
 
     "Feo mundo inmundo" es una ácida crítica hacia cómo está montado el mundo en que vivimos ("Sino porque ya se ha hecho con todo el poder esa casta que idolatra al dios de la horterada, que en su duda ante el dilema de ‘ser o no ser’ sueña con ser el caudillo de la Gran Bancada"). Aute inventa, en este tema, una palabra que me parece maravillosa y que define claramente nuestro mundo: cleptocorporatocracia, es decir, ese clan de dictadores que en lugar de gobernarnos se aprovechan de noxotros para gobernarse a sí mismos y a sus familiares y amigos. "Qué necesidad" es un tema que va dirigido directamente a Dios, a quien se le reprocha la existencia de la estupidez humana ("Todo lo entiendo, Dios mío, todo lo entiendo menos el desastre de crear el lastre de la necedad"). Y todo ello, ¡a ritmo de vals!
 
     "Señales de vida" supone una de esas ventanas abiertas a la esperanza individual reseñadas con anterioridad. El amor fluye en este tema, sobre todo en su estribillo: "Te puedo decir, mi amor cenicida, que gracias a ti empiezo a sentir, muy dentro de mí, señales de vida". Es un tema que recuerda a varias de sus canciones clásicas, como, por ejemplo, "A día de hoy". "No hay manera" refleja la actitud vital del cantante ante la vida. Lucha contra el desengaño y la puta indignidad, aunque al final reconoce que no se puede ganar a la "mierda".  
 
     "Latido a latido" es un grito de auxilio ante el naufragio de la humanidad ("Amiga mía, yo te pido, en esta quema a la deriva tu corazón más encendido para que el soplo nos reviva latido a latido"). "El basilisco" es una metáfora de la actualidad contada desde aquella Manila de los años cuarenta. Trata de alejar del aprisco (paraje donde los pastores recogen el ganado para resguardarlo del frío o la intemperie) al basilisco (criatura mitológica mezcla de ave y reptil que mataba con la sola mirada). 
 
     "Un verso suelto" parece ser una autocrítica sobre su forma de actuar en la sociedad. Como un auto-reproche por no hacer más por la sociedad en que vive ("No puse en duda el respeto al contrario aún a sabiendas de que el veredicto sobre el Poder y la Calle en conflicto lo dicta siempre el ladrón del erario" o "Y así compongo este poema correcto y comedido, quizás algo rendido al cánon del esquema..., por ello pido no ser absuelto por no haber sido un verso suelto"). "La ley de Galilei" cierra el disco desde la melancolía que lo había abierto ("Bajo la luna se amaron un murciélago y una luciérnaga… pero su ciega, encendida pasión, no superó las luces del amanecer. Murió su amor fulminado por el poco dantesco canto de un gallo rotatorio de Galileo Galilei"). La música es maravillosa, encadenando el sonido de un acordeón con el canto del gallo y ese precioso final a modo de antigua caja de música que va descendiendo hasta finalizar de forma inaudible poniendo fin a un grandísimo trabajo.
 
 
     En definitiva, estamos ante otro mayúsculo disco de este genio filipino afincado en Madrid. Quien lo quiera disfrutar, como siempre, gozará. Y quien acuda a alguno de sus conciertos, en cuyos prolegómenos se pasa la película "El niño y el basilisco", podrá comprobar que Aute tuvo, retuvo y retendrá...

lunes, 11 de junio de 2012

Crónica sobre la Feria del Libro de Madrid 2012


     ¡Magnífica experiencia! No puedo calificar de ninguna otra manera lo que he podido vivir este fin de semana en el Parque de El Retiro de Madrid en esta edición de la Feria del Libro más importante de España. El motivo de mi viaje a la capital fue doble: por un lado, firmar algunos ejemplares de mi novela, "El Círculo de las Bondades"; por otro, conocer en persona a amigos escritores con los que mantenía contactos vía redes sociales pero a los cuales no tenía el gusto en conocer personalmente.

     Hace un año, por estas fechas, acababa de registrar la novela y estaba empezando a enviarla a algunas editoriales de todo el país con la esperanza de poder publicarla en algún momento. El destino me tenía deparadas un montón de gratas sorpresas para este año. Si hace 365 días alguien me hubiera dicho que iba a publicar y que iba a poder estar en la Feria de Madrid le habría llamado loco como mínimo. Pero, a veces, las cosas suceden. Y así ha sido. Vayamos por partes.

     El viernes por la tarde, entre las 19:30 y las 21:00, firmé ejemplares de mi novela en la caseta 43, de la distribuidora Latorre Literaria. Este hecho sirvió para poder reencontrarme con personas a las que hacía años no veía, como mi aniga Conchi Payares (¡veinte años han pasado ya!) o Carla Soriano. Y pude conocer en persona a amigas facebookeras como Claudia o Cristina. Sin duda, fue un gran placer compartir con ellas unos minutitos de nuestro tiempo.

     Si bien no firmé demasiados ejemplares, sólo cinco, la experiencia fue muy positiva. Además, según me contaron allí mismo, este año las ventas han bajado entre un treinta y un cuarenta por cien respecto al año pasado, que ya fue muy malo en cuanto a ventas. Por poner un ejemplo: Javier Moro, ganador del Premio Planeta de 2011 por "El Imperio Eres Tú" firmó siete ejemplares de dicha novela. La crisis, sin duda, afecta, y mucho, al sector editorial.
     
     Poder estar en la Feria presentando mi trabajo es lo mejor que me ha pasado este último año. No sé si volveré como autor (espero que sí) pero, como se suele decir, "que me quiten lo bailao". Os puedo asegurar que el viernes dormí tremendamente satisfecho. No todo es vender muchos libros. Sobre todo en un momento de crisis extrema como el actual, siendo novel y perteneciendo a una editorial que lleva diecinueve obras editadas a día de hoy. Por ello, me considero todo un afortunado.

     Sin embargo, lo mejor estaba por llegar el sábado. La mañana comenzó con un sol abrasador, pero eso era lo de menos. Así, pude estar charlando con escritores tan notables como Víctor Fernández Correas, Juan Gómez-Jurado o Jorge Díaz y con personajes tan ilustres como Luis Eduardo Aute o Julio Anguita.

     Que Víctor, Juan y Jorge me reconocieran incluso por mi apellido fue algo que me sorprendió y me halagó. Me sonrojé en varias ocasiones a lo largo de la mañana. Me sentí como un niño al que le regalan su juguete favorito. Víctor Fernández Correas, autor de "La tribu maldita", estuvo encantado de hacerse fotos conmigo. Además, me firmó un ejemplar de su novela y dialogamos unos minutos sobre lo difícil que es abrirse camino en este cada día más competitivo mundo editorial. Jorge Díaz, autor de "La justicia de los errantes", también me reconocío (por la perilla me dijo), y charlamos sobre su novela, la cual también me firmó. Por supuesto, el momento también quedó inmortalizado.

     Uno de los momentos más especiales de la mañana fue cuando saludé a Juan Gómez-Jurado, que acaba de editar su novela "La leyenda del ladrón". Me atendió muy amablemente, casi como si fuéramos amigos de verdad, y salió del stand para darme un caluroso abrazo que me emocionó notablemente. Me escribió una dedicatoria muy especial y, por supuesto, nos hicimos una foto en la que ambos hemos salido con caras de emocionados (¡sobre todo yo, claro!). Juan es el ejemplo más claro de la cercanía de los autores jovenes hacia sus lectores a través de las redes sociales. Casi siempre contesta a los mensajes que se le envían. Me hizo prometer que le escribiría una nueva reseña sobre su novela. Evidentemente, pensaba hacerlo aunque no me lo hubiera pedido...

     Por la tarde viví un momento muy entreñable para mí. Aunque Paco Gómez-Escribano no sea un autor tan afamado como los anteriores (por el momento) he de reconocer que conocerle en persona era algo especial para quien os escribe. Él me guió cuando acabé de escribir "El Círculo de las Bondades" y  no tenía ni idea de qué debía hacer a partir de ese momento. Sin su ayuda no sé si mi novela estaría editada. Fue mi guía en un momento de dudas. Y, a partir de él, he ido conociendo a otros autores también muy interesantes.

     Paco y yo estuvimos tomando algo en una cafetería de la Feria e intercambiamos nuestros círculos, puesto que su novela lleva por título "El círculo alquímico". Nos los dedicamos in situ y, claro, también se registró el momento en una foto para la posteridad. Tal y como imaginaba desde hace tiempo Paco resultó un tipo agradable, atento y modesto, lo cual le hace grande. Conocerle ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado en este intenso fin de semana.

     Además, pude saludar a escritores de la talla de Eloy Moreno ("El bolígrafo de gel verde"), Anne Smith ("Memorias de una prostituta"), Javier Reverte o Fernando Savater y ver de cerca a Almudena Grandes, Ángel Gabilondo, Santiago Posteguillo o la mismísima Camilla Lackberg.

     En resumen, una experiencia que me llenó plenamente, me hizo sentir muy cercano a todos/as y cada uno/a de estos/as magníficos/as escritores/as y me confirmó que la literatura es algo maravilloso que se debe preservar, sobre todo en tiempos de crisis de valores como el actual (por más que nos la presenten sólo como económica). ¡Leed! Yo, como veis, me traje la maleta llena de historias maravillosas...           

lunes, 23 de mayo de 2011

Reflexión a la Intemperie. Aute en Gandía

     La velada del día de reflexión pre-electoral tuvo como gran protagonista en Gandía a Luis Eduardo Aute. El cantante filipino, de casi setenta años de edad, deleitó a más de dos mil personas (lleno absoluto) en los jardines de la Casa de la Cultura de la ciudad ducal. En dos horas de concierto desgranó casi todo su último álbum, "Intemperie", unas cuantas de "A día de hoy" y algunas otras canciones "de siglos pasados", como él mismo bromeó.

     El concierto entero estuvo dedicado a "los miles de jóvenes que estos días están tomando las plazas de tantas y tantas ciudades españolas, europeas e iberoamericanas". En una de las varias referencias a John Lennon, "el artista asesinado por el FBI", aseguró que si todavía viviera cambiaría la letra de "Imagine" para pasar de "un mundo mejor puede ser posible" a "un mundo mejor va a ser posible", animándoles a que sigan con sus reivindicaciones hasta el final.

     A lo largo del concierto hizo gala de su conocida y alabada crítica ácida e irónica para atacar al sistema, a los políticos y hasta al Papa, al que llegó a llamar "Paparazzi Ratzinger" y "¡pobre hombre!" por haber de "creerse el representante de Dios en la Tierra". Por criticar, criticó hasta a su propia discográfica, que ha publicado en internet (iTunes) una de las canciones descartadas de "Intemperie", que él mismo eligió, dejando ver que no le gusta demasiado.

     Como es en él habitual, las referencias al sexo fueron apareciendo cada dos por tres, llegando a afirmar que "todos andamos buscando el sexo. Algunos incluso se casan para asegurárselo de forma más o menos regular y relativamente barata". Estuvo especialmente chistoso a lo largo de un concierto realmente memorable.

     Visiblemente envejecido y ofreciendo una imagen sumamente deteriorada, sin embargo, cantó como un ángel. Quien escribe estas humildes letras jamás le había visto tan metido en faena. Su voz aterciopelada sonó este sábado como nunca. Sus cambios de registro sobrecogieron a los espectadores sobremanera, sobre todo en "Siento que te estoy perdiendo" y "Somnis de la plaça Rovira", una canción escrita y cantada en catalán y dedicada a su padre y a los habitantes de la plaza del barrio de Gracia de la ciudad condal, donde él mismo vivió un tiempo de su niñez. En la presentación de esta canción bromeó sobre su vejez, llamando "anciano" a un compañero suyo de la "mili". Personalmente, fue éste uno de los grandes momentos del concierto por su emotividad, la historia cantada y el impresionante sonido de la voz del maestro Aute.  

     Desde "Me va la vida en ello" hasta "El canto de las sirenas", el concierto fue a más, con momentos culminantes en "Tríptico de luces y sombras" y "A día de hoy". Pero lo mejor, no obstante, vino tras la primera despedida. "Giraluna" marcó el inicio de los bises, donde cantó algunas de sus viejas canciones, incluyendo una de sus "Aleluyas". Y después de su segunda despedida, volvió en solitario al escenario para "tocarse" tres canciones con su guitarra, demostrando ser también un virtuoso con dicho instrumento entre sus manos. El final de la velada fue realmente estremecedor. Una pequeña luz, un silencio sobrecogedor, el cantante solo en el escenario y cantando a capella "Al alba". Un punto final formidable para una magnífica noche de reflexión pre-electoral.

     Sin embargo, a veces, el fin del concierto no significa el fin de la noche. A la salida de los jardines un grupo de "Indignados", acampados en la vecina Plaza del Ayuntamiento, rebautizada por ellos como "Plaça dels indignats", esperaba la salida de la gente. Llevaban esparadrapos en forma de cruz en sus bocas, en claro símbolo de estar en la noche de la jornada de reflexión. De repente, alguien comenzó a aplaudir y todo el mundo le siguió. La escena, una auténtica comunión entre jóvenes y adultos, resultó tremendamente emocionante. Desde el blog del grupo de "acampados", al día siguiente, se le daba las gracias a Aute por salir a aplaudirles desde uno de los balcones de la Casa de la Cultura, justo al finalizar el concierto. Lástima haberme perdido una escena tan fantástica... 

     Un grupo de unas quince personas esperamos la salida del artista para las típicas fotos y firmas de autógrafos, discos y hasta libros. Una vez más, el maestro hizo gala de un gran sentido del humor y de un respeto máximo hacia sus fieles seguidores. Pese a su deteriorado estado físico, a las dos horas de concierto y a ser ya altas horas, nos atendió a todos sin ninguna prisa y visiblemente contento de tenernos allí esperando su salida, algo por lo que hasta nos dió las gracias ¡él a nosotros!

     En definitiva, una noche mágica en compañía de uno de los más grandes genios que jamás ha dado el género de la canción de autor en nuestro país y fuera de él. Una gran manera de reflexionar a la intemperie justo antes de ejercer nuestro derecho democrático de votar...o no. Esperemos que aún tengamos más ocasiones de poder verle encima de un escenario. ¡Grande Aute, maestro, genio y figura!