LIBROS

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martes, 27 de enero de 2015

Los girasoles ciegos. Alberto Méndez. Anagrama. 2004. Reseña





     El madrileño Alberto Méndez (1941-2004) es uno de esos autores poco conocidos para el gran público pero capaz de escribir un magnífico libro para la posteridad. Los girasoles ciegos fue su única novela y se publicó meses antes de su muerte. Como si quisiera dejarnos un legado justo antes de abandonarnos para siempre, nos regaló estos cuatro cuentos o relatos basados en historias reales y anónimas de la Guerra Civil Española. Anónimas hasta que dio cuenta de ellas en este libro tan breve como emotivo e intenso. Hijo del traductor y poeta José Méndez Herrera, se licenció en Filosofía y Letras, perteneció al Partido Comunista hasta 1982, trabajó en diversos grupos editoriales tanto nacionales como internacionales y participó en el Premio Internacional de Cuentos Max Aub en 2002 con el segundo de los relatos aparecidos en este libro. Fue finalista del referido certamen. Con Los girasoles ciegos recibió el Premio de la Crítica, el Setenil y el Nacional de Narrativa. Este último ya a título póstumo.

     Estamos ante uno de esos libros en los que el cómo es casi tan importante como el qué. Las cuatro historias narradas nos emocionan, conmueven e invitan a reflexionar sobre las devastadoras consecuencias que una guerra, en este caso la civil española, tienen en personajes de la calle. Personajes cuyas vidas dan un giro radical sin vuelta atrás que, en multitud de ocasiones, les pueden llevar a la muerte misma. Con todo, la secuencia de las acciones narradas llega a quedar en ocasiones en segundo plano debido a la exquisitez lingüística empleada por Méndez. 

     Si el corazón pensara dejaría de latir es el cuento que abre el libro. Nos relata la historia de Carlos Alegría, capitán del ejército victorioso de Franco que, justo cuando va a ser tomada Madrid, decide renunciar a la victoria y rendirse al enemigo. Ese mismo día, al llegar a su cárcel provisional los que habían sido sus compañeros hasta escasas horas antes, es declarado traidor y condenado a muerte por fusilamiento. Los últimos días de vida del capitán son dignos de ser como mínimo leídos y recordados. Todo un ejemplo de lo cara que puede resultar una victoria y también de la importancia de los valores y la esperanza en un mundo mejor.

     El libro sigue con Manuscrito encontrado en el olvido, el relato finalista del Premio Internacional de Cuentos Max Aub, recuperado y modificado para esta recopilación. Es el más breve (18 páginas), pero a mi modesto entender también el más descorazonador - junto al que da título al libro -. Nos sitúa en los altos de Somiedo, entre Asturias y León, y nos golpea directo a la conciencia con la historia de un aprendiz de poeta que ha huido con su novia, embarazada de ocho meses, con el propósito de que su hijo nazca en un país libre, en este caso Francia. El invierno y las circunstancias llevarán al joven Eulalio a madurar y a sufrir mucho más de lo normal en un chico de solo 18 años.

     El tercero de los relatos se titula El idioma de los muertos. Juan Senra, soldado republicano preso en una de las cárceles franquistas, roba días a la muerte inventándose historias sobre Miguel Eymar, hijo del coronel que debe dictar sentencia de muerte sobre el protagonista. Gracias a los sucesos ficticios acaecidos en Porlier Juan convierte a un villano en héroe para regocijo de sus padres. Pero seguir con las mentiras llegará a resultar insoportable para Senra, que deberá decidir entre la vida y la muerte, entre lo injusto y lo digno.  

     Los girasoles ciegos pone punto final - y título - al libro. Es el cuento más conocido por ser llevado a la gran pantalla, con el mismo título, por el director José Luis Cuerda (2008). Los tres narradores - el niño Lorenzo, el diácono lascivo Salvador y el acostumbrado narrador omnisciente en tercera persona - cuentan la historia de la familia Mazo-López, que esconde en un armario al padre de familia, buscado por sus ideas. La vida cotidiana y poco normal de su esposa Elena y su hijo Lorenzo se verá obstruida por Salvador, diácono y maestro del niño que se irá enamorando de una madre que cree viuda. El desenlace trágico es también digno de ser conocido por el lector. 

     Los subtítulos de cada cuento - que rezan primera derrota (1939), segunda derrota (1940), tercera derrota (1941) y cuarta derrota (1942) - hacen referencia a algunas de las miles y miles de derrotas individuales, anónimas, que se sucedieron en los años posteriores al fin del conflicto nacional. Años en que demasiada gente contó estas historias en voz baja porque el simple hecho de demostrar su conocimiento podía complicar su existencia y la de su familia. La derrota, la persecución y la represión son los temas principales de los cuatro cuentos de este libro. 

     Los girasoles ciegos fue la única novela de Alberto Méndez. No necesitó escribir ninguna más. Con estos relatos nos dio a conocer algunas de las más desgarradoras historias de nuestra posguerra. Con ellos recuperó la memoria de unos pocos seres anónimos que sufrieron y perecieron por proteger la libertad. La suya y la de los demás. Y todo ello con el valor añadido de contar sus historias de manera que, pese al drama y el horror narrados, los lectores puedan disfrutar también del placer de la buena literatura. Una muestra más del enorme poder de la palabra.      

   

lunes, 19 de enero de 2015

La teoría del todo. James Marsh. 2014. Crítica





     Inspirada en las memorias Travelling to Infinity: My life with Stephen, de Jane Hawking, primera esposa del conocido físico y cosmólogo Stephen Hawking, La teoría del todo nos da a conocer el comienzo de la relación, el diagnóstico de la enfermedad degenerativa del científico, su progresivo declive físico y su modo de vida durante más de un cuarto de siglo de convivencia. La adaptación de las memorias al guión de la película ha sido realizada por el escritor y guionista Anthony McCarten, también productor en este caso.

     James Marsh (Doble agente y The King) dirige el film de forma admirable, sabiendo destacar los momentos más agrios y aquellos en que el sentido del humor del protagonista principal cobra tal importancia que llega a llenar la pantalla. Eddie Redmayne (Los miserables y Mi semana con Marilyn) ejecuta, impecable, el papel de su vida. Algo solo posible después de estudiar durante seis meses cada gesto del Hawking verdadero, quien llegó a bendecir su trabajo y le prestó su voz electrónica (que aparece en las escenas finales del metraje). El trabajo de Redmayne le ha valido el Globo de Oro y la nominación a los Óscars y los demás grandes Premios del mundo del cine.

     Felicity Jones (Amazing Spiderman 2 y Como locos) encarna a Jane Hawking, una joven anglicana estudiante de Filología que se enamora del joven Hawking en la Universidad de Cambridge y decide estar a su lado desde el primer momento del diagnóstico de la enfermedad conocida como ELA (esclerosis lateral amiotrófica). Pese a que la esperanza de vida del científico se cifra en apenas dos años la joven pareja irá superando dificultades y consiguiendo que la vida de Hawking pueda seguir su curso de la mejor manera posible, incluso cuando los propios doctores aconsejan un final más digno y menos doloroso para él. 

     Aunque el papel estelar de la película es el de Redmayne - capaz de hacernos reír y llorar en el transcurso de apenas unos pocos segundos - haríamos mal en no destacar el enorme trabajo realizado por Jones, que interpreta a una mujer abnegada y sacrificada por amor a su marido, madre de tres hijos que debe criar en unas duras condiciones de vida y casi sin padre y que deja de lado su prometedora carrera para ayudar a vivir a un Hawking que en determinados momentos está demasiado centrado en sus teorías y en su propio estado y que no es capaz de comprender la vida que ha de llevar su inseparable esposa. 

     La teoría del todo es una película de amor por cuanto muestra la lucha conjunta de una pareja por superar las dificultades diarias a las que la vida los enfrenta. Y lo hace mostrando el drama personal de cada uno de ellos y respetando sus respectivos puntos de vista. Todo por sobrevivir de forma individual y como pareja. El trabajo, la familia y el sentido del humor de Hawking se juntan para vencer la desesperanza. Mientras tanto, ella es esposa, madre, enfermera y ama de casa, convirtiéndose en toda una heroína. Llega a tal punto el amor que ambos se profesan que finalmente acuerdan el distanciamiento para poder seguir con sus vidas por separado, manteniendo una relación íntima que va más allá del amor. 

     La escena de la ruptura de la pareja es una de las más conmovedoras que uno ha podido ver en los últimos tiempos en una sala de cine, así como otras dos de la parte final del film: aquella en que ambos observan orgullosos a los tres hijos surgidos durante su historia de amor y otra en que un adulto Hawking afirma que mientras hay vida hay esperanza. La película termina y la mayoría de los espectadores quedan en silencio, quietos, reflexionando en sus butacas sobre todo aquello que acaban de ver.

     Puede que los seguidores de las teorías del científico echen en falta una mayor mención de los logros y méritos del protagonista, pero el director, basándose en las memorias de Jane Hawking, ha preferido dar a conocer algunos de los detalles menos conocidos de la existencia del genio británico: su historia de amor, su lucha por la supervivencia, su modo de vida y su esperanza. Sin duda, estamos ante una de las películas del año. Y probablemente ante la ganadora de varias estatuillas. Así, cuenta con cinco de las nominaciones más importantes: mejor película, mejor actor, mejor actriz, mejor guión adaptado y mejor banda sonora. 

     Más allá de los galardones que pueda acumular La teoría del todo es una de esas películas que todo el mundo debería ver. Y por varios motivos. Como muestra de lo que ha de ser una relación amorosa sin condiciones; como ejemplo de superación de las adversidades; como medio de alcanzar objetivos a través del esfuerzo y la esperanza; como manera de conocer una vida, la de Hawkin, igualmente dramática y gloriosa; y como forma de divertimento y disfrute de dos interpretaciones realmente fabulosas.
                            

miércoles, 14 de enero de 2015

La acabadora. Michela Murgia. Salamandra. 2011. Reseña





     Conocí la existencia de esta novela hace unas semanas, gracias a una buena amiga de mi Facebook que me la recomendó. Jamás antes había escuchado nada sobre este libro ni su autora. Y lo primero que debo decir es que esta lectura me ha hecho reflexionar bastante sobre varios aspectos de su trama, ambiente y discurso. Tras dar las gracias a Olga por darme a conocer esta obra, paso a explicar mis impresiones sobre la misma.

     Desde el punto de vista del contexto me han llamado la atención tres aspectos. El primero, la forma en que Murgia nos presenta el pequeño pueblo de Soreni, en el interior de la isla de Cerdeña. Me ha recordado aquella España profunda que Delibes retrató en Los santos inocentes. Lo arcaico y lo moderno (años cincuenta en la novela) conviven, a menudo de forma violenta, en un pueblo perdido de la Cerdeña de la posguerra. El segundo tema a abordar es el de la adopción del alma, inmemorial costumbre sarda por la cual una familia o un individuo (Bonaria Urrai en este caso) adoptaban a un hijo o hija (María Listru en esta historia) proveniente de otra familia que no podía mantenerla económicamente. La adopción se realizaba tras el acuerdo de las tres partes, y la adoptada no perdía ni contacto ni vínculos con su familia real. Hija y madre de alma quedaban así unidas mediante un vínculo sagrado. Y el tercer punto que me ha marcado durante la lectura de La acabadora ha sido la propia existencia de la referida figura: una mujer que consuela, acompaña y ayuda a morir a quienes están sufriendo y no tienen posibilidad ninguna de sobrevivir a su enfermedad.

     Michela Murgia, nacida en Cabras, Cerdeña, en 1972, donde todavía reside en la actualidad, estudió teología y escribió algunos ensayos de cierto éxito en su país. Pero fue en 2011 cuando saltó a la primera plana de la literatura italiana al alzarse con el Premio Campiello, el más importante de Italia, por la obra que nos ocupa. En ella trata, con un lenguaje nítido y directo, sin perderse en mayores artes, el tema de la eutanasia y el fin de nuestra existencia. Y lo hace a través de una comunidad, la propia, que afronta este último paso hacia la muerte de forma colectiva, sin pudores ni falsos tabúes. Una forma nueva y diferente de ver el tema de la muerte que contrasta con lo arcaico de su forma de vida. Además, la autora no toma partido en favor ni en contra del asunto. Simplemente narra la historia. Sin más.

     La propia isla de Cerdeña es tratada por Murgia como una hija de alma, separada de Italia, su madre de alma, pero conservando con ella sus vínculos de italianidad. Y el contraste entre lo arcaico y lo moderno se hace si cabe más evidente en los breves capítulos en que María Listru se desplaza a vivir y trabajar a Turín. Se trata de una huida, un distanciamiento respecto de Bonaria Urrai, su madre adoptiva, tras conocer el motivo real de sus extrañas salidas nocturnas, del enorme respeto que todo el mundo le profesa, de los ojos temerosos de quienes con ella se cruzan por las calles del pueblo. María, no conforme con la otra dedicación de su madre - que trabaja, además, como modista -, huye de ella y busca comenzar una nueva vida. Una huida que, paradójicamente, acabará trayéndola de vuelta al pueblo y al lado de Bonaria.

     La vejez y la infancia (el paulatino conocimiento de los entresijos de la vida) también se contraponen en la novela. Bonaria Urrai, modista, solitaria, seca y estricta, pero bieintencionada y de marcado régimen ético - el cual le lleva a no aceptar todos los casos que se le presentan - es viuda. Su marido desapareció en la guerra, aunque según algunos vecinos realmente la abandonó y se hizo desaparecer. María Listru es la cuarta hija de una familia humilde que no se podía permitir una cuarta hija. Al lado de su tía - madre de alma - vive de manera humilde aunque no le falta de nada. Su amistad con algunos jóvenes del pueblo le hará conocer una especie de amor primario (Nicola) que no desarrollará plenamente hasta su estancia en Turín (Piergiorgio).                        

     Y entre Nicola y Piergiorgio y sus respectivos mundos se establece una nueva contraposición en la que María hará también de bisagra. Nicola es el clásico arquetipo masculino: viril, fuerte, trabajador, defensor (hasta la muerte si hace falta) de cada metro de su propiedad y decisor último de su destino tras sufrir un desgraciado accidente. Piergiorgio, por contra, es un adolescente de ciudad que vive encerrado en sí mismo, atemorizado, tras sufrir una violación. La relación de María con Nicola será el motivo de su huida a Turín. Y su relación con Piergiorgio ocasionará su retorno a Soreni.

     La acabadora es una novela impactante, turbadora, conmovedora y reflexiva sobre la vida, la muerte y la forma de llevar una y otra. Un testamento vital de una comunidad que vive el tema de la muerte con la mayor naturalidad posible. Una historia de amor, piedad y misericordia. Un libro que nos enseña costumbres provenientes de tiempos inmemoriales que nos harán pensar sobre nuestro presente y nuestro futuro. Sobre nuestra vida y nuestra muerte.

     Y, como reflexión final, nos anima a no juzgar con tanta facilidad a los demás y a escuchar de manera diferente aquella máxima que afirma que de esta agua no beberé. Por todo ello, como en su día hizo Olga conmigo, no dudo en recomendar a quien lea esta reseña una novela que creo que no dejará a nadie indiferente. Una joyita de 190 páginas, de las que se saborea de principio a fin...  


miércoles, 7 de enero de 2015

Veinticuatro horas de la vida de una mujer. Stefan Zweig. Plaza & Janés. 1963. Reseña





     En 1929, en plena época productiva, Stefan Zweig escribió y publicó Veinticuatro horas de la vida de una mujer, una novela corta de apenas cien páginas dividida en seis capítulos en la que una anciana aristócrata inglesa desvela sus confidencias más ocultas a un joven narrador que, como el propio autor - o quizás ambos sean en realidad la misma persona -, también pertenece a una familia acomodada. Zweig, que por aquella época colaboraba en la difusión de la obra de Freud desde Viena, demostró sus enormes capacidades para comunicar y desentrañar la psicología de sus personajes con una facilidad pasmosa.

     Un suceso acaecido en el hotel en el que residen dos matrimonios, varios personajes solitarios y un joven viajero provoca el acercamiento entre la anciana y el narrador de la historia. Ambos son los únicos que defenderán la huida, con un joven al que acaba de conocer, dicharachero, apuesto y simpático, de una mujer casada con dos hijos. La relación que nacerá entre los defensores de la huida hará que la aristócrata se decida a contarle las veinticuatro horas más decisivas de su historia personal pasada. Y, para ello, retrocede dos décadas y se traslada de nuevo al Montecarlo de principios de siglo. En su famoso casino conocerá a un joven atrapado por el juego que, por perder, ha perdido hasta la esperanza de seguir viviendo. 

     La desesperación, la resignación y la pasividad del joven al fracasar en el casino serán las causas de que piense en el suicidio como única y más fácil manera de terminar con una vida que considera infame. La protagonista, desde la madurez de sus cuarenta años, se sentirá obligada a tratar de salvarle la vida. Impedir su suicidio se convertirá en su principal objetivo, esa noche y la mañana siguiente. Al principio incluso llegará a pensar en el joven como su tercer hijo, al tener este la misma edad que aquellos. 

     Resulta gratamente sorprendente la aptitud del autor austriaco a la hora de describir las debilidades psicológicas del joven jugador de ruleta; su imposibilidad de abandonar el juego, hasta el punto de dejarse hasta la última moneda; los gestos de sus expresivas y nerviosas manos sobre el tapiz verde; el capricho hipnótico que sobre él ejerce la ruleta; el desmoronamiento físico y psicológico del que lo acaba de perder todo; la desesperada decisión de que la muerte es ya el único horizonte.

     Por contra, la protagonista femenina de la historia, viuda y apartada por decisión propia de las relaciones personales con hombres desde el fallecimiento de su marido, también gran jugador - aunque, eso sí, pleno dominador de sus actos con respecto a la ruleta -, se verá enfrascada en la labor salvadora del joven. Una labor que la llevará a realizar actos impensables para ella y la sociedad de su tiempo y que la introducirá en una especie de ruleta en la que acabará perdiendo la posición que hasta entonces había tenido.

     Zweig aborda la trama de manera magistral. La novela es uno de esos escasos casos en que aquello que no se cuenta es casi más importante que lo que sí es contado. Con una prosa ágil, directa y con las descripciones justas, retrata a la perfección a unos personajes que se mueven por instintos, altos o bajos según los casos, que buscan satisfacerlos a toda costa. El peligro del juego, la soledad, la traición hacia uno mismo, la traición hacia los demás, la bondad y la desesperanza serán los puntos fuertes de una novela que se hace más corta de lo que en realidad es.

     De esta manera, el lector queda enganchado, atrapado, a sus páginas. De la misma manera que el joven lo está a la ruleta. Lo que ocurre, y cómo se cuenta, le convierte en un adicto a las palabras escritas por el autor. Y poco a poco cae en la cuenta de lo extremadamente fácil que a todos nos resulta criticar y juzgar a los demás sin conocerlos - a ellos y a sus circunstancias personales -. Este hecho, precisamente, es el que acabará uniendo a los huéspedes del hotel, haciendo posible que nosotros mismos conozcamos los hechos acaecidos veinte años antes.        

     ¿Quién no ha sentido en ocasiones una extraña sensación, una repentina necesidad de huir de todo, incluso de nuestra propia vida? ¿Quién, incluso teniendo pareja, no ha pensado alguna vez en escapar con otra persona a la que acaba de conocer física pero no psicológicamente? ¿Qué nos lleva a que estos pensamientos pueblen nuestra mente? ¿Qué decide finalmente si debemos dejarnos llevar - quizás al abismo mismo - y quedarnos o marcharnos? ¿Acertamos al cortarnos las alas nosotros mismos? ¿Acertamos al actuar sin pensar en las consecuencias que una huida podría tener en nuestras vidas y las de quienes nos rodean? ¿Acaso no somos libres, incluso para cometer locuras? ¿Tiene límites la libertad? Quizás a muchos lectores les surjan preguntas como estas tras leer esta novela. Porque, a veces, bastan tan solo veinticuatro horas para cambiar nuestras vidas...


jueves, 1 de enero de 2015

Mis diez libros preferidos de 2014





     El recientemente extinguido año 2014 ha sido uno de los más lectores de mi vida. He finalizado la lectura de 33 libros. Y he abandonado unos cuantos a medias por falta de interés o de calidad. Como no me considero nadie como para criticar negativamente la labor de escritura de mis compañeros de letras solo reseño y comento en este blog los libros que me han gustado, obviando aquellos que he dejado sin terminar, sea por el motivo que sea.

     En la presente entrada, primera de 2015, paso a hablaros de los diez que mejor sabor de boca me han dejado. Por desgracia, es complicado entrar entre los mejores, por lo que he debido dejar fuera de esta lista obras que me han deleitado, como Quedaos en la trinchera y luego corred, de John Boyne, Lo que encontré bajo el sofá, de Eloy Moreno, Yonqui, de Paco Gómez Escribano, Besos de arena, de Reyes Monforte, Días de Nevada, de Bernardo Atxaga, El viaje del elefante, de José Saramago, El síndrome del delfín, de Ramón Cerdá o incluso El hereje, de Miguel Delibes. Sin duda, todas ellas podrían estar entre las más destacadas en cualquier otra lista. Mil perdones.

     Estas han sido mis diez mejores lecturas de 2014, siempre dejando claro que no todos los libros leídos han sido publicados en el citado año.      

10. Intemperie. Jesús Carrasco. Seix Barral. 2013. Jesús Carrasco debutó con una novela redonda que recuerda al mejor Delibes de Los santos inocentes, al cual incluso supera en riqueza léxica. Una historia sencilla muy difícil de escribir. Un escritor a seguir muy de cerca en lo sucesivo.

9. El sueño del celta. Mario Vargas Llosa. Alfaguara. 2010. Una novela histórica y de viajes que rescata al gran Joseph Conrad de El corazón de las tinieblas. La biografía de Roger Casament, figura clave en la lucha contra el imperialismo británico de comienzos de siglo y sus atrocidades coloniales.

8. El mundo de Sofía. Jostein Gaarder. Siruela. 1991. Obra maestra que acerca la Filosofía y su historia a los estudiantes de secundaria. Una lectura obligada para todos los profesores y alumnos de la disciplina. Muchas de nuestras preguntas quedan respondidas en esta maravillosa novela. 

7. El hijo de César. John Williams. Ediciones Pàmies. 2008. La biografía del emperador Octavio Augusto contada, de forma tan original como magistral, a través de cartas y escritos de quienes le acompañaron, quisieron y hasta odiaron. Un escritor poco conocido para lo grande que fue, es y será.

6. Treinta doblones de oro. Jesús Sánchez Adalid. Ediciones B. 2013. Una nueva genialidad del gran dominador de la novela histórica española actual. Un fiel retrato de la Sevilla que pierde su otrora grandeza. Pobreza, corrupción y ruina moral y económica. Una historia que parece más actual ahora.

5. La ladrona de libros. Markus Zusak. Lumen. 2007. Una novela narrada por la muerte en persona. Una historia que crece hasta devorarnos. Unos personajes construidos con una maestría digna de elogio. Conmueve y enamora tanto que nos hace amar la lectura y los libros. Una maravilla.

4. El abogado de pobres. Juan Pedro Cosano. Ediciones Martínez Roca. 2014. Una de las revelaciones del año. Una alegría comprobar que la novela histórica y de abogados está bien viva. Una obra de documentación minuciosa, escritura impecable, mensaje claro y valores rectos. 

3. Cartas a Palacio. Jorge Díaz. Plaza & Janés. 2014. Novela coral en la que personajes, tramas y escenarios acaban confluyendo en el momento preciso, sin florituras ni encorsetamientos, para traernos una historia poco conocida pero digna de ser llevada a las pantallas en breve.

2. Un millón de gotas. Víctor del Árbol. Destino. 2014. Otra de las grandes alegrías de este 2014 que se nos fue. Un conjunto de historias y personajes caracterizados al mínimo detalle que golpea nuestra conciencia. Una novela que hay que leer sí o sí. Un escritor que amenaza con reinar en nuestra literatura.

1. El paciente. Juan Gómez-Jurado. Planeta. 2014. Como ya hiciera en 2012 con La leyenda del ladrón, Gómez-Jurado ha vuelto a hacerme pasar horas de sueño. Una novela que involucra al lector de tal manera que uno llega a querer acabar con el mismísimo presidente de los EE.UU. Thriller, en mayúsculas, que hace que los corazones lectores bombeen con mayor fuerza de la habitual.

     Como siempre sucede, estas listas pueden ser rebatidas, criticadas o compartidas. En cualquier caso, cada una de las obras que aparecen - o no - en ella, son dignas de ser leídas y disfrutadas. Para gustos, colores. Pero leer es lo principal, sin duda. ¡Feliz 2015 de lecturas!