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lunes, 29 de junio de 2020

Mis diez mejores lecturas del primer semestre de 2020. Recomendaciones veraniegas





    Como cada mes de junio, Jungleland cierra sus páginas ante la inminencia de la temporada estival. Siguiendo la norma no escrita habitual, os dejo, en esta última entrada, mis diez mejores lecturas del primer semestre del año. Un semestre que, marcado por la pandemia, nos ha dejado mucho más tiempo para recrearnos en la lectura. Pase lo que pase este verano --¿quién se atreve a vaticinar lo que pueda pasar a estas alturas?--, tenemos ante nosotros dos o tres meses en los que seguir bebiendo gran cantidad de libros y conocimientos. Así que, como de costumbre, esta lista se convierte, además, en recomendaciones para una época de tradicional descanso y ocio. Sed buenos, mantened las distancias, leed y ¡nos vemos en septiembre!    


10. El pan de los años mozos. Heinrich Böll. Seix Barral. 1971 Escrita y publicada por primera vez en 1955 en la Alemania natal del Premio Nobel de Literatura de 1972, el principal tema tratado en esta novela fue la situación de la República Federal de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. El protagonista y narrador, el joven Walter Fendrich, ha de recurrir a todo tipo de argucias para poder seguir con vida en los años de su adolescencia y juventud en un momento en el que conseguir algo tan simple como necesario --algo de pan que llevarse a la boca-- cuesta demasiados esfuerzos. Todo ello, mientras trata de aprender un oficio con el que ganarse la vida. Así, se inicia como electricista con Wickweber, un explotador que lo obliga a trabajar todos los días de la semana a cambio de un triste salario y una sopa. 


9. El candor del padre Brown. G. K. Chesterton. Castalia. 2020 El padre Brown es a G. K. Chesterton lo que Sherlock Holmes a Arthur Conan Doyle, Hércules Poirot a Ágatha Christie, Auguste Dupin a Edgar Alan Poe o Sam Spade a Dashiell Hammett. Sin embargo, este personaje rompe bastantes de los tópicos del género negro o policíaco. El sacerdote católico, de aspecto humilde, descuidado e inofensivo, siempre acompañado de su paraguas y de diversos objetos envueltos en papel de estraza, conoce como nadie el alma humana. Y resuelve los casos más complicados no con enrevesadas piruetas deductivas, sino sugiriendo que la explicación irracional es en realidad la más racional. A pesar de su lógica devoción, desecha siempre las explicaciones sobrenaturales o espirituales para centrarse en lo natural y ordinario a la hora de resolver los casos más inverosímiles.


8. El club de lectura de David Bowie. John O´Connell. Blackie Books. 2019 Uno de los puntos fuertes de este libro es que se puede llegar a él por ser un seguidor más del rockero, por ser un amante de los libros o por ambos aspectos a la vez. Eso sí, requiere un toque de curiosidad y otro de apertura mental. Y es que las lecturas de este camaleónico artista fueron de muy amplia variedad temática. Novelas de todo tipo, poesía, teatro, filosofía, ensayos esotéricos, manuales sobre música, arte, historia, cultura y márketing y propaganda, cómics y novelas gráficas, fascículos de todo tipo, libros de magia, de entrevistas, de viajes, de religión o gnosticismo, de psicología, de sexualidad, de humor, biografías, etc. El Duque Blanco engullía libros sin parar. Y este particular club de lectura recoge, además, multitud de anécdotas que harán las delicias de sus fans o seguidores.


7. Almacén de antigüedades. Charles Dickens. Club Internacional del Libro. 1993 Publicada originariamente por fascículos, es una narración repleta de crítica social basada en la muerte de la cuñada de Dickens, Mary Hogarth, a quien adoraba el escritor, a la corta edad de diecisiete años. La novela narra la caída, económica y física, de la pequeña Nelly y de su abuelo, propietario de un almacén de antigüedades que conoció en el pasado tiempos mucho mejores. Nelly es lo único que le queda al anciano en este mundo, y su única obsesión es dejar a su nieta una rica herencia con la que esta pueda defenderse por sí sola en el futuro. Consciente de que a través de su negocio no va a conseguir el único propósito vital que todavía puede cumplir, solo se le ocurre ir a jugarse a las cartas cada noche sus cada vez más exiguas monedas. Pese a que siempre pierde, vuelve una y otra vez a las mesas de juego. Hasta que acaba perdiendo su almacén y su casa contigua. Humillados y avergonzados, nieta y abuelo han de abandonar Londres e iniciar un duro vagabundeo por la campiña inglesa.


6. El gaucho insufrible. Roberto Bolaño. Anagrama. 2003 Cinco cuentos y dos conferencias forman parte de la primera de las obras póstumas del escritor chileno, fallecido a los cincuenta años de edad, justo después de entregar en mano el manuscrito de esta recopilación a su editor, Jorge Herralde. Vivió en su Chile natal, en México --donde fundó el infrarrealismo poético en 1976 al grito de déjenlo todo, nuevamente láncense a los caminos-- y en Barcelona, Gerona y Blanes. Viajó, además, haciendo honor a lo expresado en el primer manifiesto infrarrealista, por muchos lugares del planeta, dejando reflejo de todas sus experiencias en cada uno de sus ricos y variados libros. Pese a su prematura muerte, pasó a la historia como uno de los autores más influyentes del panorama literario hispanoamericano del siglo XX, junto a Pablo Neruda, Julio Cortázar, con quien se le comparó en vida, y Jorge Luis Borges, de quien fue un ferviente seguidor. 


5. Casas y tumbas. Bernardo Atxaga. Alfaguara. 2020 Seis años después de publicar Días de Nevada, el autor guipuzcoano afirma que esta será su última novela, vertebrada por el valor de la amistad, el amor incondicional a la naturaleza y la inminencia de la muerte. En ella crea ambientes --el despoblado Ugarte, hoy un barrio de Amurrio, Álava-- y personajes inolvidables. Esos de los que cuesta despedirse al finalizar la lectura. A modo de despedida, el autor asegura en el epílogo haber escrito una novela en la que aparecen narrados diversos pasajes de su vida: sus vivencias en el cuartel de El Pardo, lugar en el que realizó su servicio militar obligatorio cuando todavía vivía Franco, el angustioso episodio en el que su hija estuvo a punto de fallecer de peritonitis, la fascinación que siempre ha sentido hacia el mundo rural y los animales, y la importancia que siempre ha tenido para él la poesía como forma de comunicación y evasión. Esperemos que no cumpla su palabra y esta no sea su obra de despedida. No obstante, de ser así, se habrá despedido a lo grande. Como él, sin duda, merece. 

4. El infinito en un junco. Irene Vallejo. Siruela. 2019 Este ensayo nos hace viajar desde la Alejandría fundada por Alejandro Magno hasta la Roma imperial pasando por las ciudades griegas con Atenas a la cabeza. Un viaje a través de todos los soportes utilizados en cada época para plasmar las palabras sobre piedra, arcilla, juncos, seda o papel. Treinta siglos de continuo esfuerzo para utilizar, transportar, almacenar y conservar de la mejor manera posible los pensamientos de cada personaje, lugar y época. Todo tipo de gente del libro tiene cabida en estas páginas: narradores orales, escribas, sabios, copistas, miniaturistas, iluminadores, traductores, vendedores ambulantes, espías, maestras, monjes, esclavos, bibliotecarios, etc. Personas, casi todas ellas anónimas, que durante siglos han hecho posible la realización, divulgación y protección de los conocimientos y las diversas formas de arte y entretenimiento. Todos los que salvaron a los libros de la desaparición se convierten en protagonistas de un relato indispensable para aquellos quienes, de una forma u otra, seguimos formando parte este bendito mundo.


3. Absolución. Luis Landero. Tusquets Editores. 2012 Existe en este mundo una gran cantidad de seres atormentados. Personas que viven atemorizadas por la sociedad, por sus familias o por ellos mismos. Uno de ellos es Lino, el protagonista de esta novela, que parece haber alcanzado la felicidad tras una vida errática, tediosa e insatisfecha. En cuatro días, Lino se va a casar con su amada Clara. Landero describe con gran detalle la psicología humana. Pero, además, introduce una alta dosis de aventura, de viaje iniciático, de búsqueda de la felicidad. También nos hace apreciar el entorno natural que nos envuelve. De todos los personajes se aprenden diferentes maneras de ver la vida. Filosofías de vida. Hacia ellos se acerca el lector, que empatiza con ellos y los comprende a la perfección, quedándose al final con ganas de saber qué ocurre con sus vidas una vez finalizada la magistral narración de este escritor del que habría que leerlo todo. Absolutamente todo. 


2. Madame Bovary. Gustave Flaubert. Alianza Editorial. 2012 Publicada a mediados del siglo XIX, aunque inspirada en la Francia de principios de siglo, se convirtió muy pronto en claro exponente de la literatura realista francesa y universal. También de un romanticismo ya algo tardío en el momento de su escritura. Crítica tanto de la burguesía como de la iglesia católica francesa, ésta introdujo a la obra en su Índice de Libros Prohibidos a causa de la promiscuidad de su protagonista. Censurada, pues, por ser considerada perniciosa para la fe, su popularidad, sin embargo, creció rápidamente. Este clásico inmortal bebe directamente de la Revolución Francesa, de la monarquía autoritaria napoleónica, del emergente poder burgués y de la feroz pugna entre la firme doctrina católica y la cada vez más consolidada filosofía de Voltaire. Además, la novela está considerada como pionera del futuro ideario feminista. 


1. Alegría. Manuel Vilas. Planeta. 2019 Todo aquello que amamos y perdimos, que amamos muchísimo, que amamos sin saber que un día nos sería hurtado, todo aquello que, tras su pérdida, no pudo destruirnos, y bien que insistió con fuerzas sobrenaturales y buscó nuestra ruina con crueldad y empeño, acaba, tarde o temprano, convertido en alegría. Con estas palabras arranca la nueva novela de Manuel Vilas, finalista del Premio Planeta 2019, que bebe y sigue los pasos de Ordesa, el gran éxito literario de 2018 --designado en este mismo blog como mejor novela de ese año--. Alegría recoge las vivencias, anhelos, carencias, pensamientos y sentimientos del escritor de Barbastro. Escrita entre mediados de 2018 y mediados del 2019, narra momentos de la gira de presentaciones, firmas de libros y demás actos en torno al lanzamiento y promoción de Ordesa. Original, valiente y organizada en torno al mismo caos narrativo que su antecesora, vuelve a ser una obra honesta y humilde alejada de todo tipo de complejos y ataduras. Y, como la novela que la precedió, vuelve a calar muy hondo en los corazones de los lectores. 






viernes, 28 de febrero de 2020

El pan de los años mozos. Heinrich Böll. Seix Barral. 1971. Reseña





     Escrita y publicada por vez primera en 1955 en la Alemania natal del Premio Nobel de Literatura (1972) Heinrich Böll, El pan de los años mozos fue publicada en España por Seix Barral en 1971. Cuando la escribió era ya un autor conocido en toda Europa, aunque todavía faltaban unos años para que, en 1963, saltara definitivamente a la fama gracias a su obra más conocida, Opiniones de un payaso, reseñada también hace algún tiempo en este mismo blog. Como en la mayoría de sus libros, el principal tema tratado fue la situación de la República Federal de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto, pese a no participar del ideario nazi, fue reclutado por la Wermacht para combatir en Polonia, Francia o la URSS. Fue detenido en 1945 por el ejército de los EE. UU. y pasó por varios campos de detenidos de Francia y Bélgica.

     El compromiso político y social de Böll fue creciendo con el paso de los años. Se opuso a la extrema derecha y a la xenofobia y escribió sobre las clases sociales media y baja para denunciar los abusos de la clase alta. El título de la novela que nos ocupa deja claro su propósito: centrar la atención del protagonista y narrador, el joven Walter Fendrich, en un aspecto tan clave y vital como conseguir el pan necesario para poder seguir con vida durante sus años de juventud. Para ello, como es de suponer, ha de recurrir a todo tipo de argucias. Algunas legales; otras, no tanto. Todo ello, mientras trata de aprender un oficio con el que ganarse la vida de forma honrada. Así, después de ser aprendiz de banca, de vendedor y de carpintero, me inicié como electricista con Wickweber, un explotador que lo obliga a trabajar todos los días de la semana a cambio de un salario y una sopa. 

     Recuerda nuestro protagonista que durante buena parte de los siete años anteriores la idea del pan fresco se me metía estúpidamente en la cabeza. Pan. Deseaba pan como un morfinómano desea la morfina. Aún ahora, reconoce, cuando voy a cobrar y después cruzo la ciudad con los billetes y las monedas en el bolsillo, me viene a menudo el recuerdo del temor de lobo que me asaltaba durante aquellos días, y compro el pan tierno que veo en los escaparates de las panaderías. Aunque durante esos siete años Wickweber no se portó con él nada mal, no peor que con otros de sus operarios, comenzó a odiarlo muy pronto al comprobar el olor que salía de su cocina. El hambre y las agotadoras semanas de trabajo le sirvieron a Walter, sin embargo, para ir ahorrando. Ahora, incluso tiene un coche con el que se mueve por la ciudad.

     Su deseo es ahorrar lo suficiente como para conseguir la fianza con la que pagar su independencia respecto a Wickweber y pasarme a la competencia cuando quiera. También encontrar el amor verdadero. Porque Ulla, la hija de su jefe, con la que sale desde hace unos años, es para él solo un entretenimiento. Supone que es su prometida, pero no concibe la idea de casarse con ella y vivir juntos para siempre. Mientras el pan es la medida de los precios de la vida, el recuerdo de su amada y difunta madre y de su padre, un profesor mal pagado que apenas llega a fin de mes, lo acompañan en su recorrido diario por la ciudad. Una ciudad que lo va conociendo como reparador de lavadoras. Ese es su oficio. Con el que se gana ese pan tan necesario. Pero no solo de pan vive el hombre, parece pensar últimamente Walter.

     Un eterno lunes cambiará su vida. A mediodía debe recoger en la estación a una joven paisana que viaja hasta la ciudad para ganarse la vida como maestra. Su nombre: Hedwig Muller. La mujer que añadirá la gota que colmará el vaso que hará saltar por los aires la vida del protagonista de esta historia. Nada más verla, sentada en su maleta, todo dejará de tener importancia para él. Y seducirla y hacerla suya será su única obsesión desde entonces. Porque El pan de los años mozos es también una historia de amor. El hambre, la imperante necesidad de pan, los problemas de la posguerra, ese ambiente hostil de lobos solitarios y fríos emocionalmente, la pérdida de una madre, la vida al límite de la locura y los anhelos de independencia económica y laboral quedan atrás cuando Walter conoce a Hedwig. 

     Y la novela se convierte en la crónica de cómo una vida puede cambiar en un solo día. Un día en el que uno ha de dejar de lado su vida anterior para lanzarse de lleno al futuro. En el que un amor inesperado pero fascinante lo anima a uno a vivir. Y las medidas de todas las cosas dejarán de ser el pan y la bondad de aquellas pocas personas que lo habían ayudado en sus peores momentos (sus años mozos de aprendiz) --la unidad es el pan de aquellos años jóvenes, que viven en mi memoria como si estuvieran envueltos en una espesa niebla. La sopa que nos daban sonaba débilmente en el interior de nuestro estómago; caliente y amarga, nos volvía a la boca cuando, por la noche, nos balanceábamos en el tranvía que nos llevaba a casa. Era el eructo de la impotencia, y el único placer que teníamos era el odio..., el odio-- y pasará a ser Hedwig.    

     No es bueno que el hombre esté solo, nos dice la Biblia. Se vuelven igual que los lobos, añade en una de sus canciones el cantautor Víctor Manuel. Desde su ferviente catolicismo, Heinrich Böll parece que en esta novela se apiada del hombre que protagoniza su historia (Walter Fendrich) y se erige a sí mismo como una especie de Dios creador que, como escritor y autor de estas páginas, manda a una mujer (Hedwig Muller) como salvadora del alma del reparador de lavadoras. El lobo que fue en busca de pan y alimentos deja paso a otro animal más dócil que ansía el cariño de quien pretende que se convierta en su mujer. Porque desde el primer momento queda claro que Hedwig no es Ulla. Lo que Walter no ve en la hija de su jefe través de los años, sí lo ve en la recién llegada en apenas un instante. 

     Cuando la Academia Sueca otorgó a Böll el Nobel de Literatura en 1972 destacó de él que por su combinación de una amplia perspectiva sobre su tiempo y una habilidad sensible en la caracterización ha contribuido a la renovación de la literatura alemana. En efecto, su estilo fino y su escritura ágil hacen de sus obras unas lecturas que rozan la adicción. Así me ha ocurrido a mí mismo con Opiniones de un payaso y El pan de los años mozos. A buen seguro, no serán sus últimas obras que lea. Puede que no tenga la fama de su coetáneo Gunter Grass, pero leer su obra siempre vale la pena...
                     

      

lunes, 2 de febrero de 2015

Opiniones de un payaso. Heinrich Böll. Seix Barral. 2000. Reseña





     Heinrich Böll, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1972 por, según la Academia Sueca, contribuir a la renovación de la literatura alemana por su combinación de una amplia perspectiva sobre su tiempo y una habilidad sensible en la caracterización, fue el máximo exponente de lo que se conoció en la Alemania de su tiempo, en plena posguerra, como literatura de escombros. Böll nació en 1917, cuando la Gran Guerra giró de curso gracias a la retirada del conflicto del imperio soviético y la entrada en el mismo de los USA. Vivió las posguerras de las dos grandes conflagraciones mundiales y retrató la situación en que quedó Alemania tras el desmoronamiento del III Reich.

     En 1963 escribió Opiniones de un payaso, novela escrita en primera persona que analiza el estado de una Alemania dividida por el muro de Berlín y en plena Guerra Fría. El narrador de la historia es Hans Schnier, un payaso de solo 29 años que, pese a su edad, vive en una penumbra que se antoja definitiva. Ateo empedernido, siente que la felicidad le ha sido vetada por completo por tres hechos diferentes pero coincidentes en el tiempo que amenazan con acabar con él para siempre: su abandono por parte de Marie, su compañera sentimental desde la adolescencia, para casarse con un católico; su ruina física y económica; y las críticas de los más conocidos críticos artísticos, que le dan prácticamente por acabado.

     Schnier llega a su piso de Bonn en plena crisis personal y se refugia en su piso, desde donde analiza su delicada situación y busca posibles alternativas: pedir dinero a su familia o a alguna de sus amistades y preparar la revancha, incluso en forma de asesinato, respecto a quienes le han traicionado. Böll, católico declarado, realiza, en boca del payaso, una exacerbada crítica de la sociedad alemana de posguerra, sobre todo en el tema religioso, donde no deja títere con cabeza. Ni en el bando protestante ni en el católico. Además, el autor hace varios guiños al dialecto renano en comparación con el alemán.

     Böll y Schnier se unen en las páginas del libro para criticar la hipocresía de una Alemania que afirma arrepentirse del nazismo y de unos demócrata-cristianos que buscan la fórmula perfecta para conservar una importante parcela en el poder político del país germano. Aunque, en mi opinión, lo verdaderamente importante en la novela es la afirmación de que el mundo de la política sí se inmiscuye en la vida personal de los ciudadanos. Un payaso que solo quiere ensayar y trabajar y ser amado por su esposa - porque, pese a no estar casados, la considera como tal - habrá de rendirse a la evidencia de que todo aquello que sucede a su alrededor - política, economía y sociedad - le aboca a cambiar sus números cómicos para no ofender a nadie. Y, además, verá cómo su compañera cede a las presiones de un grupo de activistas católicos y acaba dejándolo por uno de sus más afamados miembros.

     Parte importante de esa crítica a la doctrina católica imperante es el tema de la concupiscencia carnal. Böll critica la manera en que los católicos vulgarizan el instinto sexual hasta llegar a sublimarlo, impidiendo que las personas vivan el sexo como algo normal e inherente al género humano. Se refiere a la cuestión como hacer la cosa, hasta ridiculizar la hipocresía demo-cristiana. La elección de un payaso como protagonista le da a la obra un mayor dramatismo. Porque, ¿qué puede haber peor que un payaso desencantado que ha perdido la sonrisa con que hacer feliz a la gente?

     Sin duda, el objetivo de Böll al escribir Opiniones de un payaso fue devolver al catolicismo la conciencia de su espiritualidad y de sus deberes con las personas. Y, viendo el notable éxito y las ventas del libro en la época en que fue publicado, cabe pensar que sus demandas eran compartidas por millones de alemanes que vieron en esta historia una manera perfecta de hacer reflexionar seriamente a la sociedad alemana sobre el camino a seguir en la reconstrucción nacional. Y todo ello lo consigue Böll mediante una ironía capaz de conmover y hacer carcajear a la vez.

     El ejemplo de cómo estaba la Alemania de la posguerra lo tenemos en el círculo del propio Schnier. El payaso tiene un hermano seminarista, una hermana muerta en la II Guerra Mundial, una madre rígida e inmóvil, un padre prácticamente ausente, una ex-mujer convertida al catolicismo más bárbaro y un agente artístico que parece ajeno a la realidad de su representado. Su vida, como la de Alemania en general, se caracteriza por la división, la hipocresía, el arrepentimiento, la culpa y la lucha por mantener el poder a toda costa.

     Con todo, lo que más me ha llamado la atención de esta novela es la evolución del propio protagonista. Comienza clamando venganza contra las traiciones recibidas y pensando en pedir dinero a sus conocidos para poder salir adelante. Más tarde, sintiéndose incapaz de sobrevivir y viendo que nadie está realmente dispuesto a ayudarle, llega a verse en el espejo como un futuro suicida. Y, finalmente, decide tomar las riendas de lo que le queda de su vida y hace lo único que en verdad puede y debe hacer para salir del embrollo en que está metido: tira de sus propios recursos y comienza a actuar a las puertas de la estación de tren de Bonn. Un bonito final en el que la esperanza de un futuro todavía posible hace ver algo de luz al final de un túnel realmente muy sombrío.