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martes, 8 de marzo de 2022

El frío. Marta Sanz. Caballo de Troya. 2012. Reseña

 




    El frío fue la primera novela de Marta Sanz. Se publicó en 1995 dentro de la colección Punto de Partida de la editorial Debate. En 2012, Caballo de Troya, un sello de Random House Mondadori, la reeditó tras el lanzamiento de su exitosa novela negra Black, black, black. Se trata de una historia corta --137 páginas-- pero intensa. Una historia de ida y vuelta, de trenes, de autobuses, de sanatorio, de manicomio. De locura. De asesinato. Porque a veces es necesario matar un amor para poder desprenderse de él y poder seguir viviendo. Una novela fría desde la propia portada: un halógeno frío. También desde una escritura severa, sobria y, por supuesto, fría. Como queriendo marcar distancia respecto a la historia narrada. Respecto a ese amor convertido en desamor, en odio como modo de salvación. Como modo de superar el dolor provocado por una herida casi de muerte.

    Es una de esas novelas que resultan muy complicadas de reseñar. Todo un desafío para quien se atreve a intentarlo. En este caso, servidor. ¿Por qué esa complejidad? Pues básicamente porque combina partes más ambiguas, que narran acciones con gran sutileza, casi sin apretar el lápiz sobre el papel, con otras mucho más directas, concretas, que amenazan con perforarlo y hasta destruirlo. Un estilo que, bien pensado, es el más acertado para contar la historia de una pasión convertida en odio. De un amor que, como el famoso espía de John Le Carré, surgió del frío. Del frío de un hombre, Miguel, protagonista masculino de la historia, capaz de tratar a su pareja, narradora de la cual conocemos mucho pero sin embargo desconocemos el nombre, de una manera que poco --o nada, más bien-- tiene que ver con el amor. Con el amor bien entendido, claro.

    Desde hace años, estoy cargando con tu parte y la mía, no creas que no me doy cuenta, le recrimina a Miguel la narradora tras uno de los muchos desplantes que debe soportar. La protagonista esconde sus sentimientos ante los demás. Actúa raspándome los labios para no estallar entre desconocidos. Nadie sabe que todo se rompió, hay que concentrar la angustia hacia adentro, no justificarme ante ninguno. No soy débil. Pero hacerlo así no oculta la dura realidad: que sí lo es. Y ella es la primera en saberlo. Me encerraré en la habitación, me taparé la cabeza con las sábanas, gritando contra el colchón, haré humedades y charcos con el sudor del miedo. Me has enseñado bien: aguantaré sola la pena que me doy. Recuerda su niñez, se ve a sí misma de niña, celosa de sus intimidades y pensamientos, y se recrimina que a ti te lo enseñó todo. Tonta, ya no era la misma. 

    Y, ¿qué sabemos de Miguel? Pues que en el presente está encerrado en un sanatorio, donde los hombres se transforman en insectos martirizados por niños que arrancan a los grillos las patas delanteras, y está atendido por Blanca, una enfermera que lo mismo lo mima como lo maltrata. ¿Cuestión del karma, quizás? Sabemos, por Blanca, que Miguel siempre está en un estado de melancolía y dejadez. Y que le cuesta mucho trabajo que se tome las pastillas. Y también sabemos --o intuimos-- que en el pasado le ha sido infiel a la protagonista, quien lo describe así: entre ese olor de ella que yo llevo prendido: me basta con acercar el dorso de la mano a mi nariz. Y, a la vez, se recrimina a sí misma: te acariciaría el pelo y el perfil de la mandíbula. No me movería ni un centímetro para no despertarte. 

    Porque, durante el tiempo que duró la relación, lo importante era que tú te encontraras a gusto, que yo me hiciera imprescindible, que estuviese dentro de tus deseos y poderlos preparar de antemano. Yo no tenía otra cosa que hacer. Solo ser mejor que tu madre, mejor que tu hermana, mejor que la mejor de tus amigas, la amante más solícita y predispuesta. Con la simple certeza de que te acurrucarías en mí, confiado, para dormir hasta que mis muslos fueran dos piezas de escarcha. ¿A que me hubieras frotado los tobillos hasta que la sangre volviera a ponerse en circulación?, ¿verdad que me hubieras dado un masaje para que el calor retornara a mis extremidades? Mentira. Lo cual muestra bien a las claras que la relación nunca fue un fifty-fifty, sino una subordinación, un claro ejemplo de servilismo por parte de ella hacia Miguel.     

    Luego vinieron los insultos, los malos tratos psicológicos, el dejarla mal en público a base de gritos y aspavientos, las infidelidades, los reproches, etc. Y la narradora vuelve a verse desde fuera para recordar: y ella se pregunta cuándo podrá volver a casa, cuándo se lo ibas a permitir. La cabeza arde. Podría gritar más que tú e insultarte y echarte en cara tantas cosas. Pero le da miedo. O no, no es eso, realmente, no quiere hacerlo, no quiere al reprocharte, caerse al precipicio. Después de tanto creer. Más tarde me echaste de tu cama. Y la vida de la protagonista se convierte en un callejón sin salida, carente de autoestima y amor propio y sobrada de una perturbadora obstinación en salvar lo insalvable. De preferir mirar hacia otro lado para crear una realidad paralela para no ver la realidad verdadera. En una sinrazón. En una locura. Como siempre, yo volví contigo y, además, contenta.  

    Y en el autobús de regreso a su casa, la narradora vive una experiencia común llevada al máximo desatino cuando una pareja joven se besa en sus asientos. Cree explotar y desearía recriminarles, intimidar, censurar con el aplauso del resto de los pasajeros, idiotas que tanto me hubiesen molestado si este trayecto fuera otro. Es decir, si los jóvenes fueran los que en su día fueron ella misma y Miguel --las mismas buenas razones que siempre imaginé que los demás pensaban para mí. Sin atreverse a decírmelas, pero con todo el peso de una culpa grande y muda. Insultos de transeúntes al mirar, cuando andaba por la calle con el cuello mordido y tú me llevabas cogida por la cintura--. Iros a un parque, pequeños imitadores. Meteos detrás de un árbol y coged reúma, a ver si perdéis las bragas entre los espinos y se os llena la garganta del barrillo que se forma en los jardines con el meado de los perros.   

    El frío es, pues, una novela intensa, descorazonadora pero a la vez esperanzadora. A veces conviene asegurarse de haber llegado a tocar fondo, de haber sido consumido por las llamas, para ascender, resurgir, cual ave fénix, a una nueva vida, a una nueva existencia, a una nueva manera de ver el mundo y a una nueva forma de estar en él y formar parte de él. Y, como ya he escrito al principio, es esa conjunción entre ambigüedad y sutileza, por un lado, y concreción y dirección, por otra, lo que la hace todavía más interesante. Más llamativa. Más absorbente. Porque es una de esas historias que cuesta dejar. De las que quieres saber más. Y Marta Sanz sabe mantener el misterio sobre muchos aspectos, principalmente en lo que respecta a la resolución de la misma. El frío, por tanto, constituye un muy buen debut literario, y ya deja muestras de la gran escritora en la que con el tiempo se ha ido convirtiendo la escritora madrileña.   

   

viernes, 21 de enero de 2022

Renegados: Born in the USA. Barack Obama/Bruce Springsteen. Debate. 2021. Reseña






    Durante los últimos meses de 2020, en plena pandemia, Barack Obama y Bruce Springsteen grabaron en el estudio que el músico tiene en su rancho de Nueva Jersey ocho podcasts que, bajo el título de Renegados, recogieron una serie de conversaciones y reflexiones de ambos sobre temas fundamentales de la vida cotidiana y la Historia de los EE. UU., sobre ellos mismos y sus respectivas carreras y también sobre sus familias. Presentados originalmente en marzo de 2021, finalmente llegaron en noviembre a las librerías como libro de gran formato. Un volumen muy atractivo --aunque no excesivamente cómodo de leer debido a su tamaño-- que incluye extras de los podcasts originales, así como fotografías inéditas de ambos, manuscritos de canciones y discursos, notas aclaratorias y explicativas de los diferentes temas tratados y fotografías de sucesos históricos y de aquellos quienes según los autores fueron y son héroes de la patria.   
    
    Resulta imposible resumir todos los temas tratados --y tampoco es el objetivo de esta reseña--, pero sí me gustaría destacar algunas cuestiones que me han resultado especialmente interesantes. Por ejemplo, la difícil relación que ambos tuvieron con sus padres. El político prácticamente no recuerda nada del suyo, puesto que cuando tenía tan solo dos años sus padres se separaron y su padre regresó a Kenia. A partir de ahí, la relación fue muy fría y solo se vieron un par de veces. El músico, en cambio, tuvo que sufrir a causa de un padre que padecía graves problemas mentales y de alcoholismo. Obama tuvo suerte, puesto que pudo tener como modelo de padre a la nueva pareja de su madre, a la que él mismo define como una buena persona. Springsteen, por su parte, reconoce que el miedo a amargar las vidas de sus posibles esposa e hijos lo llevó a destruir todo tipo de relación seria con las mujeres que se encontró durante muchos años.

    Ambos reconocen el gran valor de sus madres, quienes hubieron de tirar hacia adelante pese a que las circunstancias no fueron las más apropiadas en aquellos primeros tiempos. En los dos casos, fueron ellas quienes mantuvieron a flote la economía y la vida familiar. Y sin una sola mala palabra respecto a sus maridos --o ex marido, en el caso de la madre del ex presidente estadounidense--. Además, tanto uno como otro ponen en valor también la gran fortaleza y espíritu de sacrificio de sus respectivas esposas, Michelle y Patti, sin las cuales sus carreras no podrían haberse desarrollado tal y como las conocemos. Mujeres fuertes, independientes, con ideas claras y sabedoras de que no son meras comparsas sino compañeras por igual de sus maridos. Obama buscaba precisamente eso. Springsteen reconoce que le costó algo más llegar a la conclusión de que debía dejar de huir para echar raíces y crear su propia familia y su propio hogar.

    Uno de los aspectos sobre los que dialogan Obama y Springsteen es el que se refiere a la familia y a cómo conciliar sus obligaciones profesionales con la crianza de sus hijos e hijas. El músico reconoce que ser un padre cuarentón que ya atesoraba una dilatada carrera como estrella del rock lo ayudó a la hora de poder tomar decisiones sobre pasar menos tiempo fuera de casa y ayudar a Patti en las tareas domésticas y familiares. En cambio, para el ex presidente fue todo muy diferente. En su carrera como senador --cuando su hija tenía solo tres años-- hubo de pasar un año y medio fuera de casa casi todo el tiempo. Y lo mismo cuando afrontó su carrera presidencial en 2008. Y comenta que eché mucho de menos a mis hijas y cargué con un enorme peso a Michelle. Lo superamos gracias a su heroica capacidad para gestionar las cosas y a la increíble generosidad de mis hijas, que a pesar de todo querían a su padre. 
 
    El problema de la raza ocupa bastantes páginas del libro. Y los autores reconocen que queda mucho camino por recorrer todavía. Así, dice Springsteen, acostumbrado desde su adolescencia a trabajar con músicos de color --y a trabar con ellos una gran amistad--, que en Estados Unidos hemos querido a los negros y a los latinos cuando nos entretienen, pero cuando quieren vivir en la puerta de al lado seguimos siendo una sociedad tribal. Es parte de una tragedia que evidentemente persiste hasta el día de hoy. Estamos ligados a la historia del racismo. A este respecto, reconoce Obama que en los sesenta y setenta ser negro era algo de lo que estar orgulloso y debía valorarse. Las propias luchas que protagonizaban los negros en Estados Unidos eran parte de lo que los hacía especiales. Porque, de alguna manera, se habían fortalecido con el sufrimiento. Y el baloncesto se convirtió en el lugar donde un blanco y un negro podían encontrarse en igualdad de condiciones y ser parte de una comunidad.

    El anti belicismo y la forma en que se hacen determinadas cosas en los EE. UU., especialmente el capitalismo salvaje y devorador de la felicidad que implantó la administración Reagan, también fue objeto de diálogo entre los autores. Springsteen perdió varios amigos en Vietnam. Él mismo se libró de ir a la contienda por una artimaña. Se negó a ir a una guerra a la que los ricos podían decidir no ir simplemente pagando una determinada cantidad de dinero --o incluso matriculándose en alguna universidad--. La injusta y cruel guerra de Irak tampoco se libra de las críticas de este par de renegados. Y sobre el capitalismo, recuerda Bruce que salí de casa con veinte de los grandes en el banco y al final de aquella gira pensé: Oh, Dios mío, soy rico. Me odio a mí mismo. He caído en la trampa. Y recuerda sentir una extraña mezcla de satisfacción y vergüenza al conducir el Chevrolet Camaro que se compró con parte de aquel dinero. 

    Y, sin embargo, afirma Obama que, a pesar de todos los problemas referidos, lo que hace que EE. UU. sea un lugar excepcional no es su riqueza, su tamaño, sus rascacielos o su poder militar. Es el hecho de que es la única nación en la historia compuesta por personas de todas las razas, religiones y culturas, llegadas de todos los rincones del planeta. Y que creemos en nuestra democracia, en nuestro credo común, para unir esa mezcolanza humana y convertirla en un único pueblo. Lo bueno de ser candidato a presidente es visitar los cincuenta estados, conocer a gente que lleva distintos tipos de vida y en diferentes circunstancias, y ver el hilo conductor que nos une. Hay un vínculo, un lazo. Cuando hacemos las cosas bien y realmente somos quienes decimos ser el mundo respira un poco más tranquilo. Me da esperanza la próxima generación. Nuestros hijos creen en la igualdad de las personas casi como una reacción instintiva.

    Renegados: Born in the USA desgrana los sueños y los mitos americanos del músico y del político, la música preferida de ambos y el inicio, desarrollo y definitiva consolidación de una firme amistad forjada a través de los últimos años. Concretamente, desde que en 2008 a alguien del equipo de campaña de Obama se le ocurrió la idea de pedir a Springsteen que amenizara con su música algunos de los actos electorales. Algo que volvió a ocurrir en la campaña de reelección en 2012. A través de sus trescientas páginas conocemos mejor a ambos no como profesionales de sus respectivos campos sino como personas, hijos, maridos y padres. Unas personas quizá demasiado positivas --que llegan a idealizar algunos temas, cuestión genuinamente norteamericana-- pero también anhelantes a la hora de tratar de conseguir para el futuro una nación de iguales pese a las diferencias de cada uno de sus conciudadanos.