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viernes, 26 de enero de 2018

El círculo del alba. Luisa Ferro. Planeta. 2016. Reseña





     Madrid, esta ciudad que es mujer, que reparte hostias como panes, también sabe encandilar con dulces besos de violetera. La frase, que aparece casi en la recta final de la acción de la novela, sirve para ejemplarizar y demostrar la presencia de la ciudad capital de nuestro país en cada una de las páginas del segundo trabajo de la madrileña Luisa Ferro (1967). Como un personaje más de la trama, Madrid y sus calles adoquinadas, múltiples tipos de carruajes tirados a caballo, elegantes palacios, jardines, fuentes, puentes, museos y villas circundantes se nos muestra de tal manera que nos parece estar viajando en el tiempo por lo que fue la ciudad hace más de un siglo.

     Monitora de taller literario, correctora de estilo y escritora, Luisa Ferro comenzó escribiendo relatos que fueron apareciendo en antologías como Crónicas de la Marca del Este II, Legendarium III o Fantasmagoria. Otros de sus primeros trabajos breves recibieron premios y menciones en importantes certámenes literarios de nuestro país. En 2014 dio el salto a la novela, publicando su opera prima Alcander (Click Ediciones), una novela romántica de fantasía paranormal, género en el que destaca especialmente, tal y como se puede apreciar también en diferentes pasajes de El círculo del alba, su segundo trabajo como novelista.

     Pese a que la acción se desarrolla en 1903, las primeras páginas hacen referencia a un asesinato acaecido en enero de 1878, justo el día de las bodas reales entre el rey Alfonso XII y María de las Mercedes de Orleans. Alba, la víctima, tenía nueve años y había aparecido muerta, desnuda, con el pelo y las cejas rasurados, con una enorme cicatriz a lo largo del esternón y la manita derecha cerrada sobre el corazón. Como las otras cinco pequeñas aparecidas días atrás, todas ellas casi idénticas, presentaba claros síntomas de haber estado recluida en un cubículo de reducidas dimensiones. Además, entre los dedos de la mano que descansa sobre el pecho de cada víctima siempre aparece una cría de golondrina muerta. Y en el interior de su buche, una libélula azul común. Y todas las niñas han sido abiertas en canal para extraerles el corazón. De ahí la inmensa sutura que fragmentaba en dos el diminuto tórax.

      Arturo del Romo, jefe de policía, y Ernesto Olmedo, joven estudiante de último curso de Medicina y Cirugía que se encarga de los temas forenses como asesor policial, se encargan de la investigación del caso. Caso que, pese a los enormes esfuerzos, quedará finalmente sin resolver. Hasta que, casi olvidado, en 1903, justo veinticinco años más tarde, todas estas circunstancias se repetirán de nuevo con los mismos patrones. Del Romo contará entonces con la colaboración de Bruno Moreto, sobrino de Olmedo, recientemente fallecido en extrañas circunstancias (supuesto e increíble suicidio). Juntos, tratarán de cerrar de una vez por todas el inconcluso caso.

     Sin embargo, el testamento de Olmedo encierra un secreto que pronto será desvelado: deja la herencia de su funeraria, La Luz de Helios, incluidas todas sus deudas, a un hermano suyo desconocido por Bruno. La llegada de Hugo Bonaventura, un conde italiano con fama de vividor, pondrá patas arriba la vida del joven, al que le cuesta asimilar todo lo que está ocurriendo a su alrededor. El incierto futuro económico de Bruno, sus preguntas sobre la gravedad de lo ocurrido entre ambos hermanos (suficiente como para dejar de hablarse durante tantos años) y la repetición del ciclo de extraños asesinatos dará un giro inesperado a su hasta entonces relajada vida.

     Bruno y Bonaventura, pese a sus diferencias iniciales, se verán obligados a confiar el uno en el otro para salir de sus problemas: recuperar el resuello económico perdido y destapar un misterio que se hunde en el pasado más oscuro de su hermano y tío respectivamente. Tras décadas de silencio, el recolector de cadáveres ha reaparecido, y dar con él será mucho más que un caso policial: una manera de rendir cuentas a quien pueda estar detrás del asesinato de Olmedo. El papel de Del Romo será clave de todo ello en un principio. En este sentido, la caracterización psicológica de los personajes y su evolución a través del tiempo es una de las cuestiones más destacables de la novela.

     La sociedad madrileña de principios del siglo pasado también está magistralmente trazada en las páginas de El círculo del alba. Desde la opulencia más burguesa hasta la pobreza más absoluta; desde el mundo de las apariencias hasta la realidad más cruel; desde los clubs de alterne y perversión hasta los privados solo para ricachones; desde las sesiones espiritistas hasta los revolucionarios y todavía no muy divulgados estudios de Sigmunnd Freud. Todo tiene cabida en una novela que atrapa desde la primera línea y que, por tanto, debe ser recomendada por cualquier tipo de lector: aventura, fantasía, romanticismo, pasiones, asesinatos, investigaciones policiales, medicina, botánica, etc.

     En definitiva, estamos ante una gran novela. De las que puede atraer a todo tipo de público, pues abarca prácticamente todos los grandes temas de la historia de la literatura. Y, todo ello, a través de una narrativa impecablemente sugestiva, descriptiva y reflexiva que, además, recuerda a las formas narrativas de antaño, haciendo un claro guiño a los estilos narrativos de la época que tan bien recrea la novela.                                                    

     

miércoles, 17 de enero de 2018

El jugador. Fiodor Dostoievski. Servilibro Ediciones. 2012. Reseña





     En 1866, cuando Dostoievski contaba cuarenta y cinco años de edad, compaginó las escrituras de Crimen y castigo, una de sus obras más celebradas, y El jugador, novela corta que nos ocupa en estas líneas. Centrado en la primera durante largo tiempo, acabó cumpliendo el compromiso adquirido con su editor, Stellovski, respecto a El jugador dictándosela a viva voz a una joven taquígrafa, Anna Snitkina, que acabó convirtiéndose en su segunda esposa. Así, lo que en un principio iba a ser una obra menor, ha ido ganando con el paso de los años, justamente por la fuerza de la oralidad con la que fue escrita-dictada. El lenguaje brusco y directo, su frescura de diálogos y un ritmo nervioso han hecho de esta novela corta una de las más conocidas de la obra dostoievskiana. 

     Su título original fue Ruletenburg, ciudad ficticia alemana creada por el genio ruso en la que se desarrolla la acción, narrada en primera persona por el protagonista principal, Aleksei Ivanovich, un joven tutor empleado por un general ruso retirado venido a menos. En la novela volcó muchas de sus experiencias personales en los balnearios de Wiesbaden, Baden-Baden o Homburg, grandes centros del juego europeo, frecuentados por los rusos en sus viajes por Europa occidental. Además, recrea su pasional y excéntrica relación con su amante, Apollinaria (Polina) Prokofievna Suslova, que lo acabó abandonando tras perder todo su dinero en las ruletas de Wiesbaden.

     Por tanto, el valor de esta obra es formidable, pues, como ya había hecho con Memorias del subsuelo --en las que recordó su estancia en la cárcel de Siberia-- y haría más tarde con Los hermanos Karamazov --donde pasó factura a un padre tiránico y alcoholizado--, escribió una novela en gran parte autobiográfica, en la que el más reconocido moscovita de su época pasó revista tanto a su vida personal como a la sociedad de la que fue contemporáneo. Los vaivenes económicos (a consecuencia básicamente de la diferente fortuna en las ruletas), los ambientes de los balnearios alemanes y los escarceos amorosos del protagonista constituyen los ejes centrales de la novela.

     El jugador retrata a ese alter ego ruso sin recursos pero eminentemente culto que caerá atrapado en la pasión del juego, pero también a las clases altas europeas que se dejaban ver por los balnearios-casinos alemanes, a los que critica sin ningún tipo de tapujo. Así, describe a los rusos como apasionados y extravagantes, orgullosos y ridículos a la vez; a los franceses, como galantes, de formas bellas pero falsos; a los ingleses, como educados, enigmáticos y calculadores; y a los alemanes, como serviles e interesados. La descripción de los personajes se nos muestra de forma casi milimétrica, lo que tiene doble valor habida cuenta de la forma de escritura-dictado de la obra.

     Sin embargo, como buen ruso, Dostoievski demuestra ser bastante poco neutral al expresar sus propias convicciones. De manera que no duda un instante en salir en defensa de la dignidad de los rusos. Aunque, eso sí, plasma a la perfección las contradicciones del espíritu humano y sus luchas internas. Todo ello, personalizado en la figura de ese alter ego que es Aleksei Ivanovich, por lo que queda claro que la pretensión del autor era liberarse de recuerdos personales tan duros para hacer borrón y cuenta nueva, redimirse y, quién sabe, comenzar desde cero. Algo que consiguió finalmente en Ginebra de la mano de su segunda esposa. 

     El personaje de Ivanovich, tutor de los hijos del general Zagorianski, representa el alma atormentada del propio Dostoievski, pero también constituye un fiel retrato de muchos de los rusos que residían en el extranjero. El general Zagorianski sufre una obsesión casi enfermiza por madamoiselle Blanche de Cominges que lo lleva al delirio al principio y finalmente a la misma desesperación. Lo arriesga todo en la ruleta con tal de obtener el sí, quiero de su amada. Polina Aleksandrovna, hija del general, está enamorada del francés Des Grieux, marqués que ha sabido aprovechar las debilidades del general para prestarle un dinero que ahora ansía recuperar. Mr. Astley, un adinerado inglés, parece ser el único en poner algo de cordura a una familia en serio de peligro de desintegración.

     Y Antonida Vasilievna, la tía del general, es la clave de las acciones de los demás protagonistas, que basculan en torno a ella en todo momento. Anciana y enferma, asiste al reparto de su herencia entre sus herederos, quienes no hacen más que mandar telegramas a Moscú para conocer la noticia de la posible muerte de la vieja. Su inesperada llegada a Ruletenburg cambia absolutamente el comportamiento de todos sus familiares, y también el de los demás personajes. Pasa de desconocer por completo el juego de la ruleta a convertirse en un gran ejemplo de ludopatía y dependencia del juego. Su temerario comportamiento en la mesa de juego acaba por poner a su familia al borde del precipicio. Y, como no podía ser de otra manera, llegados a esa situación, cada cual luchará por sus propios intereses. 

     El jugador constituye una obra de gran magnitud, pues nos permite conocer de primera mano hechos reales de la vida de uno de los más importantes escritores del siglo XIX, así como elementos de la sociedad en que vivió: la emigración rusa, los balnearios-casinos germanos, las relaciones interpersonales y las bajas pasiones (y, con ello, no me refiero solo a las que tienen que ver con el juego). Una novela que puede servir perfectamente como una magnífica primera toma de contacto con Fiodor Dostoievski. Y hablo con conocimiento de causa...                         


lunes, 8 de enero de 2018

Mis diez mejores lecturas de 2017





10. La buena letra. Rafael Chirbes. Anagrama. 2000 La buena letra es el disfraz de las mentiras, afirma Ana en boca de Isabel. Unas palabras dulces que encubren una gran amargura. Ciertamente, la novela no es bella sino muy dura. En ella es casi más importante lo que se deja entrever, lo que se intuye que lo realmente narrado. Un fiel reflejo de una sociedad y una época a través de una pluma seria, original y fuerte que se echa mucho de menos en nuestra literatura actual. Y es que la intención de Chirbes nunca fue escribir bonito sino escribir bien. Y ello se nota en cada una de sus obras.

9. El cielo es azul, la tierra blanca. Hiromi Kawakami. Alfaguara. 2017 Nos encontramos ante una escritora que hay que seguir con mucha atención a partir de ahora. Sobre todo, viendo cómo narra y cómo utiliza su prosa para golpearnos sin siquiera tocarnos. La novela es una maravillosa historia de amor (como ya indica su subtítulo en esta reedición de Alfaguara) como hacía tiempo no leía. No, no es la típica historia romántica prefabricada de moda, sino una original, delicada, cuidada y exquisita historia de amor en el más amplio sentido de la palabra. 

8. Desgracia. J. M. Coetzee. Círculo de Lectores. 2000 La rápida sucesión de acontecimientos, la introspección y una narración directa, sencilla, casi sin descripciones y a menudo más insinuadora que efectivamente mostradora, nos conducen a una especie de montaña rusa de emociones, sentimientos, toma de decisiones y actos más o menos preconcebidos. La historia nos captura, conmociona, zarandea y hasta cabrea. Los personajes no son perfectos pero sí cercanos. Tienen defectos, dudas, frustraciones. Y quizá sea eso lo mejor de la novela, lo que la hace tan descarnada y a la vez tan bella (literariamente hablando).

7. La tristeza del samurái. Víctor del Árbol. Editorial Alrevés. 2011 Las culpas, los dolores y las traiciones de los personajes de la Extremadura de 1941 han sido heredadas por sus hijos, los protagonistas de la acción que transcurre en la Barcelona de 1981. Algunos de ellos han nacido culpables y marcados por un pasado en el que todavía no existían. Otros tratan de sobrevivir a pesar de sus pasados. La venganza, el ansia de la destrucción, la lucha por el poder y el amor como única vía de salvación son algunos de sus modos de vida. Pero para poder seguir con ella han de cerrar el círculo. Algo que cada uno hará a su manera. El pasado no se puede cambiar, pero el futuro está en nuestras manos. 

6. Crónica de una muerte anunciada. Gabriel García Márquez. Mondadori. 1987 El día en que que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Así comienza una de las novelas más representativas e imprescindibles de la literatura contemporánea. En apenas un centenar de páginas García Márquez realiza un tour de force genuino y extraordinario, atrapando al lector en una lectura cuyo desenlace conoce ya desde su primera frase. Y para ello, además de un lenguaje exquisito, empleó una acción a la vez colectiva y personal, clara y ambigua. hasta el punto de que los recuerdos de unos y otros protagonistas llegan a contradecirse. 

5. Clavícula. Marta Sanz. Anagrama. 2017 Novela intensa, singular, diferente, original, sorprendente, talentosa, clarividente, lúcida, valiente, arriesgada, honesta, social, moral, políticamente incorrecta y que sabe dirigir la atención del lector exactamente hacia donde apunta la flecha. Digna, sin un ápice de duda, de quien afirma que me gustan los libros que abren estigmas en las palmas de las manos, los que aprietan la garganta y nos cortan la respiración. Todo ello, a pesar de que no tolero mostrar debilidades en público porque el público es siempre un enemigo. ¡Pues vaya manera de demostrarlo! 

4. Por encima de la lluvia. Víctor del Árbol. Ediciones Destino. 2017 Comentó Víctor del Árbol hace unos meses que con esta novela, en la que nos cuenta una historia arrolladora sobre el valor de vivir siempre intensamente, no pretende otra cosa que arañar el alma del lector. Cuestión que enlaza este nuevo trabajo con cualquiera de sus anteriores. Por algo se le conoce como el escritor del dolor. Etiqueta de la que siempre huye, por otra parte. Como de todo tipo de clichés y tópicos. Especialmente en un momento tan convulso como el actual, en el que la sinrazón de unos y otros nos está llevando, a todos, al abismo. 

3. La vida negociable. Luis Landero. Tusquets. 2017 Una novela en la que la soledad, la psicología humana y las bajas pasiones --los celos, las infidelidades, el sexo por el sexo-- son su leitmotiv. Y, sin embargo, el amor --sea o no correspondido--, la esperanza y la necesidad de tener, mantener o crear nuevos sueños son los factores que mantienen con vida a sus protagonistas. Ya se sabe: reinventarse o morir. Porque, a veces, la vida se convierte en un valle de lágrimas y la redención es la única salida para poder seguir adelante y comprobar lo que nos espera al final de nuestro camino. Y es que puede que lo mejor esté a la vuelta de la esquina...

2. Tierra de campos. David Trueba. Anagrama. 2017 Creo que no resulta exagerado afirmar que estamos ante una de las mejores novelas españolas del año. Una historia que perfectamente se podría adaptar a la gran pantalla. Y con una portada que rinde un fiel homenaje a esa tierra de campos que marca el origen de un Dani Mosca que pasará a la historia de la literatura española por méritos propios. Como amante de la música que soy, me ha cautivado la recreación que realiza Trueba de la movida madrileña. Y la división de la novela en cara A y cara B es ciertamente original pero también necesaria. Trueba es auténtico y genuino. Y esta obra no será la última suya que lea. 

1. Los renglones torcidos de Dios. Torcuato Luca de Tena. Planeta. 1979 La mejor lectura del 2017 viene de la mano del escritor y periodista Torcuato Luca de Tena, que en 1979 pasó hasta 18 días seguidos encerrado en un manicomio para documentarse para escribir esta novela. Convivió como un loco más entre los locos del Hospital Psiquiátrico de Conxo, en Santiago de Compostela. El autor de esta verdadera obra maestra de la literatura española contemporánea pidió permiso al reconocido psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nágera para ingresar en su manicomio. Llegaron a discutir ante la negativa del segundo. La trama de la historia va dando una serie de inesperados giros que, aspectos psiquiátricos al margen, mantienen el interés por conocer el desenlace hasta la última página. Una novela digna de ser el número 1 de esta lista.