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jueves, 28 de mayo de 2020

Madame Bovary. Gustave Flaubert. Alianza Editorial. 2012. Reseña



La cueva de los libros: Madame Bovary de Gustav Flaubert


    En 1857, previa publicación por entregas en la revista literaria La Revue de Paris durante octubre y diciembre del año anterior, vio la luz la obra más conocida del autor Gustave Flaubert (1821-1880), quien más tarde publicaría también Salambó y La educación sentimental. La novela Madame Bovary se convirtió desde muy pronto en un claro exponente de la literatura realista francesa y universal. También de un romanticismo ya algo tardío en el momento de su escritura. Crítica tanto de la burguesía como de la iglesia francesa de mediados del siglo XIX, la iglesia católica la introdujo, en 1864, en su Índice de Libros Prohibidos a causa de la promiscuidad de Emma, la protagonista de la obra. Censurada por ser considerada perniciosa para la fe católica, la novela vio crecer su popularidad muy rápidamente.  

    Madame Bovary, cuya acción se desarrolla a comienzos del siglo XIX, bebe directamente de la Revolución Francesa, de la monarquía autoritaria napoleónica, del emergente poder burgués y de la feroz pugna entre la firme doctrina católica y la cada vez más consolidada filosofía de Voltaire, cuyo adalid en las páginas que nos ocupan es el boticario, monsieur Homais, uno de los personajes principales de la trama, que odia con toda su alma a la iglesia católica, con cuyos representantes dirime grandes enfrentamientos dialécticos. Flaubert, conocedor y conocido de Víctor Hugo, George Sand, Émile Zola o Alphonse Daudet, hace gala de una gran agudeza narrativa para exponernos su punto de vista sobre la sociedad francesa de su época.

    La novela consta de tres partes, que muy bien podrían enmarcarse dentro de las tres grandes partes de la novela clásica: introducción (nueve capítulos que abarcan unas ochenta páginas), nudo (quince capítulos que ocupan unas doscientas páginas) y desenlace (once capítulos representados en ciento cuarenta páginas). En la primera parte se nos presenta a los personajes principales: el triste y de vida monótona doctor Charles Bovary, viudo de su primera esposa, y la joven Emma, hija del señor Rouault, paciente del médico, que se convertirá en un breve espacio de tiempo en la nueva Madame Bovary. La joven tiene una extraña idea del amor basada en su nula experiencia y en las mil y una lecturas románticas de su adolescencia. No obstante, se dará de bruces con la realidad de una vida inimaginada. Antes de casarse, se había creído enamorada; pero como la felicidad que debía resultar de este amor no llegó, debía de haberse equivocado, pensaba. ¿No debía un hombre sobresalir en actividades múltiples, iniciar a la mujer en la fuerza de la pasión? Este no enseñaba nada, no sabía nada, no deseaba nada. ¿Por qué me habré casado, Dios mío?

    En efecto, esa idea de vida idílica, festiva y llena de privilegios que esperaba encontrar junto a Charles está tan alejada de la realidad que, desencantada y hasta furiosa con su esposo, Emma caerá enferma de depresión. El porvenir era un corredor negro, negro, y terminaba en una puerta bien cerrada. ¿Y aquella miseria iba a durar siempre? ¿No iba a salir nunca de ella? Y Charles, sin duda un buen hombre que la quiere y la adora, decide dar un cambio de aires a sus vidas: abandonar Tostes y a sus pacientes e instalarse en Yonville, cerca de Ruan, ciudad en la que realizó sus estudios como médico. En este punto de la trama comienza la segunda parte de la novela, en la cual se nos presenta al resto de personajes que componen este enorme retrato de la sociedad francesa de principios del siglo XIX. Una sociedad en la que, como en el resto de sociedades europeas de la época, es mucho más importante simular poseer que poseer realmente.

    En Yonville, definitivamente incapaz de acomodarse a ese tipo de vida, Emma da a luz a una niña de nombre Berta --de la que no se ocupará prácticamente en ningún momento--, comienza a llenar sus vacíos a base de compras desmedidas de muebles, cortinas, collares y vestidos caros a un despreciable comerciante llamado Lheureux, y a fijarse en los hombres más atractivos y poderosos de la zona. Básicamente, dos: el joven pasante de abogacía León Dupuis, con el cual tiene muchos gustos en común --por ejemplo, la literatura-- y Rodolfo Boulanger, un donjuan que deslumbra a Emma por el lujo de su vida y su poder económico y social. Las ansias sentimentales de la esposa del nuevo médico de Yonville, que solo está en casa a las horas de comer, cenar y dormir, pues sus obligaciones le impiden una mayor presencia en el hogar conyugal, comienzan a hacerla vivir siempre en el alambre. La enfermedad doméstica la impulsaba a fantasías lujosas, el cariño matrimonial a deseos adúlteros. Hubiera querido que Charles la pegara, para poder odiarlo con más justicia, vengarse de él.

    Esta segunda parte de la novela describe las relaciones de Emma con los dos hombres reseñados. Por un lado, con León, la joven peca de una excesiva adulación personal, despreciando al joven, incapaz en esos momentos de asegurarle el lujo y la pasión que cree merecer. León, despechado y desencantado, acaba dejando Yonville para continuar sus estudios en Ruan. ¡Ah, se había marchado, el solo encanto de su vida, la única esperanza de una felicidad! ¡Por qué no le retuvo con las dos manos, con las dos rodillas, cuando quería huir! Y la presencia de la madre de Charles no la ayuda precisamente: Si tuviera que ganarse el pan, como muchas, no tendría esos vapores y esa vagancia en que vive, le dice a su hijo. Por contra, con Rodolfo ocurre todo lo contrario: extasiada por una vida más parecida a la que ella conoce por sus lecturas románticas --y recordó a las heroínas de los libros que había leído, la lección lírica de aquellas mujeres adúlteras que la seducían--, atosiga tanto a su amante que este acaba por huir de ella para dejarse caer en brazos de otras mujeres menos agobiantes. Emma, sola de nuevo tras arruinar estas dos posibles relaciones, vuelve a caer enferma. Llegó a preguntarse por qué detestaba a Charles y si no sería mejor poder amarle, pero estaba muy indecisa en su sacrificio. Y Charles deja de lado su trabajo para dedicarse en exclusiva a la salud de su esposa. Sus deudas no hacen más que crecer y la historia se encamina poco a poco hacia un final trágico.

    En la tercera parte Emma finge acudir a Ruan para tomar clases de piano --pese a las deudas, Charles accede a ello porque para él la salud de su esposa es lo más importante y a esas alturas de la historia ya no sabe qué hacer de ella-- para encontrarse de nuevo con León, quien se convierte, esta vez sí, en su segundo amante. Sin embargo, nuevamente la ansias desmedidas de la joven llevarán a la relación a un punto sin retorno. Además, sus encuentros amorosos en un hotel de lujo que, por supuesto, suele pagar ella, provocan un crecimiento ya insoportable de las deudas contraídas con el malvado Lheureux. ¿Quién tiene la culpa? Mientras yo brego como un negro, usted se lo pasa bien, ironiza el comerciante finalmente. La ruina psicológica, emocional y económica de Emma atrapa finalmente también a su marido. Y la tragedia, en forma de embargo de muebles y bienes, se instala definitivamente en sus vidas.

    Madame Bovary se convirtió en un clásico literario prácticamente desde el mismo momento de su publicación. Grandes escritores contemporáneos y actuales lo auparon desde el principio. Henry James dijo de él que es perfecta porque posee una seguridad inaccesible y excita y desafía todo juicio. Milan Kundera afirmó que no fue hasta la obra de Flaubert que el arte la novela ha sido considerado igual que el arte de la poesía. En la misma línea, Vladimir Nabokov aseguró que estilísticamente es prosa haciendo lo que se supone que hace la poesía. Y Vargas Llosa escribió que Madame Bovary fue la primera novela moderna. Además, la obra está considerada por algunos estudiosos como pionera en el ideario del feminismo: Un hombre, por lo menos, es libre. Pero una mujer, inerte y flexible al mismo tiempo, tiene en contra suya tanto las molicies de la carne como las ataduras de la ley. Su voluntad, igual que el vuelo de su sombrero sujeto por una cinta, flota a todos los vientos; siempre hay algún anhelo que arrebata y alguna convención que refrena.  
                       

        

lunes, 26 de marzo de 2018

Rojo y negro. Henri Beyle Stendhal. Planeta. 1982. Reseña





     Pese a ser menos conocido que sus contemporáneos Víctor Hugo (Los miserables) y Alejandro Dumas (El conde de Montecristo), Henri Beyle --más conocido por su pseudónimo Stendhal-- veinte años mayor que los anteriormente aludidos, influyó en ellos, siendo considerado uno de los grandes precursores del realismo literario por su magistral descripción psicológica de los protagonistas de sus obras y su estilo, conciso y meridianamente mostrador de la realidad de su tiempo. Un tiempo convulso que vivió las consecuencias de la Revolución Francesa de 1789 y las luchas por el poder tras la muerte de Napoleón en 1821 en la isla atlántica de Santa Elena.

     De hecho, Rojo y negro, la obra cumbre del genial escritor de Grenoble, fue publicada en 1830. Tan solo nueve años después de la definitiva desaparición de Bonaparte. Personaje al que admiró y al que llegó a servir. En efecto, Stendhal conoció las tropas napoleónicas, en las cuales ingresó para participar en las campañas de Italia. Sin embargo, en 1802 abandonó el ejército, pasando a trabajar en la administración imperial en Alemania, Austria y Rusia. Sus dos grandes pasiones, además de la literatura, fueron las mujeres (se le conocieron decenas de amantes a lo largo de sus 59 años de vida) y la admiración por el arte (de su obra Roma, Nápoles y Florencia nace lo que se conoce como síndrome de Stendhal, una especie de éxtasis o mareo producido al contemplar en poco espacio y tiempo demasiada acumulación de arte y belleza).     

     Rojo y negro presenta la Francia de la Restauración de tal manera que nos sumerge de lleno en ella. Las luchas entre las distintas clases sociales que fueron emergiendo y sustituyéndose unas a otras en los años que precedieron a Luis Felipe de Orleans están presentes en cada una de sus casi quinientas páginas. Los protagonistas son egoístas y buscan satisfacer sus placeres. La combinación de una más que acertada ambientación histórica, de un magnífico estudio de la psicología de los personajes y de la descripción moral e intelectual de la Francia del siglo XIX componen un mosaico de una extraordinaria diversidad de colores. Una obra de arte literaria absolutamente recomendable. Aunque entre sus coetáneos solo Honorato de Balzac parece que supo verlo in situ

     Eso sí: pocos años después, su manera y sus formas literarias fueron absorbidas por los grandes escritores franceses y europeos, como los arriba citados Hugo y Dumas y el ruso León Tolstoi. No en vano, con el paso de los siglos --dos en concreto--, se considera que Stendhal es el escritor del XIX que mejor ha envejecido, por lo que se dice de él que es el creador de la novela moderna. Y su influencia en obras como Los miserables o El conde de Montecristo es innegable. Algo que, según los estudiosos, se observa mejor todavía en La cartuja de Parma (publicada en 1839), la otra gran obra del autor que nos ocupa en estas líneas.

     El título de la novela hace referencia a los colores del ejército (rojo) y del clero (negro). Julián Sorel, su gran protagonista, es hijo de un aserradero de un pueblo ficticio denominado Verrières. Lucha, pese a su juventud, por ascender de condición social. No duda en ser diplomático, utilizando su astucia y su valía intelectual --conoce de memoria cada página de la Biblia (en latín)--, para decir a los demás lo que quieren oír y hacer lo que quieren que haga. Todo por labrarse amigos hasta en el infierno. Lo cual, por contra, le generará también grandes enemigos. El cura del pueblo, Chélan, será su gran valedor en sus inicios. Así, le consigue un puesto como preceptor de los hijos del alcalde, Monsieur de Rénal. Más tarde, tras tener un affair con la esposa del alcalde, ingresará en el seminario de Besançon para iniciar su carrera eclesiástica. 

     En el seminario su valía provocará los celos de sus compañeros. Y el abate Pirard decidirá protegerlo primero y sacarlo de allí después, ofreciéndoselo como secretario al marqués de la Mole. Y, así, el pueblerino Sorel llega ni más ni menos que hasta a París. Pasa de un mundo burgués de provincias a otro aristocrático y capitalino. Pero pronto volverá a las andadas. Como el propio Stendhal, Julián es muy proclive a enamorar a las bellas damas. Y Matilde, la hija del marqués, será su siguiente amor. Un amor diferente al protagonizado con la señora de Rénal, con tira y afloja constantes y sin verdadera consistencia. Algo que hace pensar también en el título: un amor pasional y de corazón (rojo) y otro de intelecto y cabeza (negro).

     Al mismo tiempo que la relación entre Julián y Matilde se va estrechando y distanciando por momentos, el marqués, que se muestra encantado en todo momento con Julián de la misma manera que anteriormente lo había estado el alcalde de Verrières, el señor de Rénal, consigue que su secretario sea nombrado teniente de húsares en Estrasburgo, convirtiéndose en el señor Julián de la Vernaye. No obstante, cuando todo parece ir bien en la vida de nuestro protagonista, que insiste en sus ambiciones de ascensión social, un inesperado giro lo colocará en el abismo. Un abismo que lo llevará ante un dilema vital, moral y ético en el que deberá elegir entre una vida miserable y una muerte digna.  
           
     La hipocresía (la clara contradicción entre las palabras de los personajes y sus actos y pensamientos); las luchas por el poder entre republicanos (seguidores de Napoleón) y católicos legitimistas (partidarios de restaurar a los Borbones); la necesidad de jugar a dos o tres bandas con tal de asegurarse el porvenir para conseguir la aprobación de quienes los rodean; y los celos amorosos (aparecen no uno sino varios triángulos amorosos a lo largo de la trama) hacen de este libro una obra maestra de indudable calidad y vigencia. Porque leer a Stendhal es leer historia, leer psicología, leer sobre relaciones personales y amorosas y, sobre todo, leer realidad. Por insoportable que esta sea...      
         


lunes, 16 de febrero de 2015

La gente feliz lee y toma café. Agnès Martin-Lugand. Alfaguara. 2014. Reseña





     Cuando en diciembre de 2012 la psicóloga clínica francesa Agnès Martin-Lugand autopublicó en la plataforma digital Amazon su primera novela, La gente feliz lee y toma café, nadie podía pensar el fenómeno en que se iba a convertir aquella historia de pérdida, duelo y reconstrucción personal. En pocas semanas la novela alcanzó los primeros puestos en las listas de venta de la conocida página y pronto una editorial tradicional apostó por editarla en papel en todo el país. Su éxito en Francia conllevó la traducción a varios idiomas más, entre ellos el castellano, y pronto podremos ver una adaptación a la gran pantalla gracias a una coproducción internacional.

     La novela comienza con la conmoción desatada por la muerte de Colin y Clara, esposo e hija de la protagonista del libro, Diane, copropietaria del café literario La gente feliz lee y toma café. Afincada en uno de los conocidos barrios de París, solo la mantiene a flote la ayuda de su mejor amigo, un homosexual de nombre Félix que se convierte en su ángel de la guardia. Su familia y la de su marido no entienden cómo Diane se sume en el pozo en que se mantiene ya un año después del fatal accidente que la dejó sola en la vida. Ante tal situación, sintiéndose incomprendida y agobiada por su círculo familiar, decide huir de París. El pequeño pueblo de Mulranny, en la costa oeste de la República de Irlanda, lugar al que siempre había querido ir de vacaciones su fallecido esposo, es su destino.

     Entre su equipaje, fotos familiares, la colonia de su hija y algunas prendas de su marido, además de su propia ropa y algunos libros tomados prestados de su café literario. Félix se queda al cargo del mismo, algo que ya había comenzado a hacer tras el accidente y el hundimiento de su amiga. La acomodada situación económica de Diane y la entrega de su amigo y socio le permiten esa huida de la realidad y la inhibición laboral respecto a su ocupación anterior.

     En Mulranny Diane comenzará a sentirse extraña. Es consciente de que no está en su casa, aunque tampoco en ella se había notado cómoda tras el trágico suceso que había puesto patas arriba su existencia. Sin embargo, poco a poco irá conociendo los alrededores de su cottage y a sus pocos vecinos. El más cercano, sobrino de sus caseros, la sacará muy pronto de sus casillas debido a su agrio carácter y a sus violentos gestos hacia ella. No obstante, se sentirá atraída hacia él, hasta el punto de decidir hacerle la vida imposible. Edward se convierte, así, en alguien en quien descargar su ira, su odio, sus frustraciones.

     Con el tiempo, sabremos que también Edward tiene en su haber una serie de condicionantes que le han convertido en alguien huraño, salvaje y antipático. Lo cual nos descubrirá, de forma progresiva, a un personaje nuevo que se nos hará entrañable y que querremos ir conociendo con mayor profundidad. La relación entre los vecinos cambiará desde un suceso inesperado y la novela nos conmoverá, emocionará y hará que no nos separemos de ella hasta su finalización. Las almas humanas de sus protagonistas serán diseccionadas hasta hacer encajar todas las piezas que componen el puzzle de cada uno de ellos.

     Al cerrar el libro cuesta despedirse de sus personajes. Su mensaje, directo al corazón del lector, nos hace ver la vida de manera diferente. La vida misma se nos muestra como un regalo que debemos aprovechar durante cada minuto. El viaje interior y exterior que emprende Diane para superar el peor momento de su vida nos arrastra con ella. Su historia es una lección que queremos (y debemos) aprender. Y además es un libro que se lee de forma rápida debido a su lenguaje directo, sus escasas descripciones y sus ágiles diálogos, convirtiéndolo en una montaña rusa de sensaciones y emociones de la cual no queremos bajar.

     El único "pero" que le pongo a La gente feliz lee y toma café es que en determinados momentos es un poco predecible. Lo cual se vuelve a su favor a la hora del desenlace. No, no estamos ante la típica novela romántica que acaba con la manida frase de ...y fueron felices y comieron perdices. Más bien, ante una introspección, una reflexión profunda sobre la facilidad con la que a veces buscamos un clavo que quite otro clavo. Sobre la extrema dificultad - pese a ser algo totalmente necesario - que conlleva coger el toro por los cuernos y tomar nuestras propias decisiones, analizando los pros y las contras de las situaciones.

     En definitiva, La gente feliz lee y toma café es una novela adictiva, original y ágil, de las que se leen en una sentada (o dos, dependiendo del tiempo disponible), que nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas. Resulta difícil abordar su lectura sin un cigarrillo y una taza de café como compañeros - quien la haya leído ya sabe a qué me refiero - y nos deja un buen sabor de boca. Aunque también, quizás, con el mono de saber más sobre ciertos aspectos que, como en la vida misma, en ocasiones quedan sin cerrar de forma definitiva...      

        

lunes, 26 de mayo de 2014

La zozobra del bipartidismo en España y la crisis europea





     Interesante. Muy interesante se presenta el próximo año político en nuestro país y en el resto de la Europa comunitaria. El bipartidismo, que tanto daño ha hecho, se ve abocado a un fin radicalmente inesperado hasta hace muy poco tiempo. En el presente artículo me propongo resumir los resultados de los comicios europeos del 25 de mayo, extraer conclusiones y, asumiendo el riesgo que ello conlleva, tratar de analizar sus consecuencias en un futuro a corto-medio plazo. 

     La primera conclusión a extraer es muy sencilla: la zozobra del bipartidismo. El PP ha perdido 8 de los 24 eurodiputados que obtuvo en 2009, es decir, un tercio de sus representantes, quedándose en un 26% de los votos totales. Peor le ha ido todavía al PSOE, que pasa de 23 a 14 eurodiputados, es decir, pierde a 9 de sus representantes. Alcanza un 23% de los votos. En definitiva, la gran coalición PPSOE, de la que han hablado en los últimos días el candidato Cañete (PP) y el ex-presidente Felipe González (PSOE), no llegaría ni al 50% de los votos totales. Y ello teniendo en cuenta la gran abstención (55%), dato este también muy a tener en cuenta, por cierto. Lo cual indica que a poco que los partidos pequeños sean capaces de arrastrar a más personas a las urnas en las generales de 2015 el batacazo de los dos grandes dominadores de la política española podría ser todavía peor.

     El descalabro del PP era de esperar debido a sus políticas destructoras del estado de bienestar. Sus reformas y sus recortes, además de sus malos modos, debían pasarle una cara factura, como así ha sido. Panorama sombrío para Rajoy y sus compañeros para este próximo año político. El caso del PSOE, no obstante, es más sangrante si cabe. Perder votos hasta estando en la oposición es algo que no había ocurrido nunca en la historia de la democracia española moderna. ¿Están contadas las horas de Rubalcaba como número uno de su partido? Es más que probable. Y también necesario.

     Resulta curioso que los 9 eurodiputados perdidos por el PSOE sean los mismos que suman Podemos (5), la formación de Pablo Iglesias creada tan solo hace cuatro meses, e IU o Izquierda Plural (que triplica los 2 eurodiputados de 2009 para alcanzar la actual cifra de 6). Dato a analizar con profundidad por parte de Rubalcaba, Valenciano, etc. Las matemáticas no suelen fallar. De igual manera, los votos perdidos por el PP han ido a parar, mayoritariamente, a UPyD, que pasa de 1 a 4 eurodiputados, y a Ciudadanos, que irrumpe en la política europea merced a sus 2 representantes.




     Excepto PP y PSOE, todos los restantes partidos han subido en cuanto a votos y número de eurodiputados. Sin embargo, los grandes vencedores son UPyD, formación liderada por Rosa Díez, que cuadruplica su representación; Ciudadanos, que consigue doble representación; y Podemos, que se convierte, en tan solo cuatro meses de vida política, en la cuarta fuerza del estado español aglutinando más de un millón y cuarto de votos, algo inaudito en la historia de este país. Habrá que ver qué logros consigue en este año que se avecina, pero amenaza con claridad la preponderancia de PSOE e IU en la izquierda española. Tanto unos como otros tienen motivos de sobra para temer a la formación encabezada por Pablo Iglesias.

     En Andalucía ha ganado el PSOE, pero a costa de perder 13 puntos (pasando del 48% de los votos de 2009 a los 35% actuales). Lo mismo le ocurre al PP (baja del 39% al 25% de los votos). En Madrid, más de lo mismo: gana el PP (bajando, eso sí, 18 puntos, del 48% al 30%), mientras que el PSOE también pierde notablemente sus apoyos (16 puntos, del 35% al 19%). Podemos pasa a ser la tercera fuerza política de la Comunidad. ¿Y en Cataluña? ¿Qué resultados se han dado allí? Pues los electores catalanes han apostado de forma mayoritaria por la vía soberanista, complicando todavía más el panorama al gobierno de Rajoy. Así, ERC ha desbancado a Artur Mas y su CiU. ERC ha triplicado sus votos respecto a 2009, aglutinando el 24% de las papeletas. CiU, por contra, pierde cien mil votantes, quedándose en el 22%. El PSC ha perdido por el camino a la mitad de sus votantes (14%). Y el PP se pierde prácticamente en la lista de partidos votados, ocupando la quinta posición (perdiendo hasta 8 puntos y no llegando ni al 10% del total de los votos emitidos).


     No obstante, cabe advertir que los referidos comicios deben enmarcarse obligatoriamente en la Europa comunitaria. ¿Qué ha ocurrido en el resto de la Unión? Pues el panorama allí es menos halagüeño que aquí, la verdad. A la pérdida de votos y eurodiputados por parte de democristianos (del 36% al 28%), socialdemócratas (del 25% al 24%), conservadores (del 7% al 5%) y liberales (del 11% al 9%), hay que sumar dos resultados que amenazan claramente la estabilidad y el futuro de la Unión. A saber: el avance de la extrema-derecha en casi todos los países miembros (sobre todo en Francia, donde ha pasado a ser la fuerza más votada, con el brutal 25% de los votos totales) y el rotundo éxito del populista euroescéptico UKIP en Reino Unido.  

     La victoria del partido de Nigel Farrage (29% de los votos, por el 24% de los laboristas y el 23% de los tories) podría ser la base de una posible independencia del Reino Unido respecto a la Unión, lo que supondría un duro golpe para todas las partes implicadas. 

     Peor panorama se presenta en Francia, donde la clara victoria del Frente Nacional de Marine Le Pen amenaza tanto al actual gobierno de Hollande - qué poco le ha durado la alegría a los socialistas franceses (tan solo el 14% de los votos) - como a la propia estabilidad europea. No en vano, Le Pen ha pedido a Hollande la disolución inmediata de la Asamblea Nacional y la convocatoria de nuevas elecciones. Y Manuel Valls, jefe del gobierno francés, ha asegurado que vivimos un momento grave para Francia y Europa, un seísmo político. 

     La situación global se agrava con los resultados de la extrema-derecha en muchos otros países: Austria (20% de los votos), Dinamarca (gran victoria), Grecia (2 eurodiputados para Amanecer Dorado), Alemania, Bulgaria, Hungría, Rumanía, Finlandia, Suecia, Bélgica, Holanda, etc. 

     En definitiva: se avecinan tiempos convulsos, tanto en España como en Europa. Una España donde el bipartidismo parece querer pasar a mejor vida - lo que supone una gran noticia para todos sus ciudadanos - y la vía soberanista catalana, lejos de decrecer, sigue tomando mayor consistencia y fuerza; y una Europa donde los avances del euroescepticismo y la extrema-derecha amenazan claramente el futuro de la Unión a corto-medio plazo. ¿Está o no apasionante el panorama político comunitario?
      

      

viernes, 17 de junio de 2011

La llave de Sarah. Gilles Paquet-Brenner. Reseña


     Conmovedora adaptación al cine del best-seller de Tatiana de Rosnay, de idéntico título, dirigida por Gilles Paquet-Brenner y protagonizada por Kristin Scott Thomas. Narra los hechos acontecidos en el verano de 1942, en la Francia ocupada por los nazis, y en 2002, cuando una periodista comienza a elaborar un reportaje sobre los hechos acaecidos sesenta años antes. 

     París, julio de 1942. Las autoridades arrestan a trece mil judíos ante la impasible mirada de los parisinos. Éstos no mueven un dedo y guardan silencio por miedo, indiferencia o simple interés. Muchos de ellos esperan ocupar las viviendas que queden vacías. En una de ellas, el pequeño Michel se oculta en un armario para huir de la redada. Su hermana Sarah cierra la puerta para protegerle y se guarda la llave, pensando que va a regresar en unas horas.

     Sin embargo, el destino de la familia Starzynski es protagonizar una de las páginas más luctuosas de la historia gala. Los gendarmes confinan a los miles de detenidos durante cinco días en el Velódromo de Invierno en condiciones infrahumanas. Después envían a las familias a un campo de concentración francés. Más tarde, serán llevadas a Auschwitz.

     París, mayo de 2002. Julia Jarmond, una periodista norteamericana afincada en Francia, recibe el encargo de preparar un reportaje con oca­sión del sexagésimo aniversario de la redada. La reportera reconstruye el itinerario de los Starzynski y la lucha denodada de Sarah por salvar a su hermano, pero no podrá imaginar los derroteros que toma la in­vestigación. La epopeya de la niña judía será un ejemplo a seguir para Julia y para quienes han vivido marcados por el peso de la culpa.

   Curiosamente, el marido de Julia, Bertrand Tézac, es nieto de la familia que ocupó el piso vacío de los Starzynski, lo que otorga mayor interés a la investigación de la periodista. El matrimonio estuvo durante años buscando descendencia. Ya en plena madurez, Julia ha conseguido quedarse embarazada. No obstante, a su marido ya no le hace ninguna gracia ser padre a una edad tan elevada. A medida que avanza su investigación Julia se siente más identificada con la familia Starzynski respecto a la pérdida de su hijo pequeño. Así, decide que va a seguir con su embarazo pese a las reticencias de su marido, lo que provocará, como es lógico, una desatada crisis conyugal.

     Poco a poco, Julia consigue reconstruir la vida de Sarah, que parece ser la única superviviente de su familia. Cuando parece haberla encontrado una sorpresa compungirá su corazón y hará que éste se tambalee. Otras personas, cuyas vidas parecían tranquilas, verán alterados sus quehaceres diarios con noticias que les eran desconocidas hasta ese momento.

     "La llave de Sarah" es una de esas películas que mantiene la atención durante todo su metraje, conmueve, emociona y hace reflexionar a quien la ve mientras suena la música final y se deslizan ante sus ojos los títulos de crédito. Una película altamente recomendable tanto para los amantes de la historia como para quienes gustan de películas que atacan directamente las conciencias y los corazones cinéfilos.    
        

miércoles, 23 de marzo de 2011

Las resoluciones de la ONU, la venta de armas y la importancia del petróleo

     En mi anterior entrada os hablé sobre la intervención aliada en la guerra civil de Libia. En ella defendí que la situación es idéntica a la acaecida en Irak hace apenas ocho años. Con esta nueva entrada pretendo afrontar una cuestión que a muchos les sirve para dar legitimidad a la intervención en el país norteafricano. Para ellos, Irak no es Libia porque en este último caso hay una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autoriza dicha intervención. Se trata de un hecho que en condiciones normales, evidentemente, sí que diferenciaría la situación vivida en Irak (2003) y Libia (2011). Por desgracia, no se dan dichas condiciones. Veamos por qué.

     La resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, del 17 de marzo, autoriza a tomar todas las medidas necesarias para "proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques", incluyendo la creación de una zona de exclusión aérea sobre el país y excluyendo explícitamente la intervención terrestre en cualquier parte del país. Como podemos ver, se trata de una resolución de una alarmente ambigüedad teniendo en cuenta la gravedad de la cuestión. Y todo ello porque se realizó con demasiadas prisas. He aquí el primer gran error. Vamos con el segundo: los dos únicos precedentes de creación de dicha zona de exclusión aérea se remontan a los noventa. En ambos casos, Balcanes (1993) e Irak (1991), la medida no sirvió de nada y se convirtió en la antesala de posteriores invasiones militares terrestres. Es decir, que poco o nada se ha aprendido del pasado.

     A las 48 horas de aprobarse la resolución, y a toda prisa, comienza la invasión aliada alegando que Gadafi no solo no ha cumplido con dicha resolución sino que continúa con sus bombardeos sobre Bengasi. Se actúa con rapidez, dicen, para evitar el genocidio.

     Veamos a continuación unas cuantas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que ni se han cumplido ni se cumplirán ni conllevarán medida ninguna por parte de la ONU:

     a) Resoluciones incumplidas por Israel, entre 1955 y 2003, en referencia a la cuestión de Palestina (evidentemente, no hace falta leerlas todas (incluso yo he hecho un corta-pega para no agobiarme, ni cabrearme, demasiado)):

• Resolución 106 (1955): Condena el ataque del Ejército israelí sobre tropas egipcias en la franja de Gaza.
• Resolución 111 (1955): Condena a Israel por el ataque a Siria que mató a 56 personas, pues viola el armnisticio firmado con Siria, y el alto el fuego provisional establecido por la resolución 54 (1948).
• Resolución 127 (1958): Recomienda a Israel poner fin a sus actividades en la zona que no está bajo su soberanía en Jerusalén.
• Resolución 162 (1961): Urge a Israel a que respete y aplique las resoluciones de Naciones Unidas.
• Resolución 171 (1962): Determina que los ataques de Israel sobre Siria son una flagrante violación de la resolución 111, así como del armisticio firmado entre ambos países.
• Resolución 228 (1966): Censura a Israel por sus incursiones militares en el West Bank, en control de Cisjordania. Condena las pérdidas de vidas y propiedades causadas por estas acciones.
• Resolución 237 (1967): Pide a Israel que permita el retorno de los refugiados que huyeron durante la Guerra de los Seis Días, y que garantice la seguridad de la población civil bajo su control.
• Resolución 242 (1967: Considera inadmisible la adquisición de territorios como botín de guerra y pide la restirada de Israel de los mismos, instando a una solución justa al problema de los refugiados.
• Resolución 248 (1968): Condena a Israel por su ataque masivo y planificado a Jordania. Le exige que respete la resolución 237.
• Resolución 250 (1968): Realiza un llamamiento a Israel para que no realice un desfile militar en Jerusalén el día 2 de mayo.
• Resolución 251 (1968): Lamenta profundamente que Israel llevase a cabo el desfile militar en Jerusalén desafiando así la resolución 250.
• Resolución 252 (1968): Declara inválida la acción de Israel para unificar Jerusalén como "capital judía", ya que, hasta el momento, la sección oriental de la ciudad se encontraba bajo dominio jordano.
• Resolución 256 (1968): Condena las incursiones de Israel en Jordania como violaciones flagrantes de la resolución 252. Y afirma que tomará medidas por la dimensión de los ataques y porque fueron premeditados.
• Resolución 259 (1968): Deplora la demora por parte de Israel en aceptar la visita de un Representante Especial de Naciones Unidas a los territorios recientemente ocupados, que colabore con la puesta en marcha en lo establecido por la resolución 237.
• Resolución 262 (1968): Condena a Israel por atacar el aeropuerto de Beirut.
• Resolución 265 (1969): Condena a Israel por los ataques aéreos a Jordania que violan nuevamente el alto el fuego.
• Resolución 267 (1969): Censura a Israel por cambiar el estatus de Jerusalén sin respetar los establecido por la resolución 252.
• Resolución 270 (1969: Los ataques del Ejército de Defensa de Israel a aldeas en el sur de Líbano son condenados por el Consejo de Seguridad.
• Resolución 271 (1969): Israel es condenada una vez más por desobedecer las resoluciones precedentes de Naciones Unidas sobre Jerusalén.
• Resolución 279 (1970): Demanda la salida de las tropas israelíes de Líbano.
• Resolución 280 (1970): Condena los ataques de Israel en Líbano. Recuerda lo expresado en la resolución 279. Deplora la indiferencia de Israel a las resoluciones 262 y 270.
• Resolución 285 (1970): Exige la retirada inmediata y completa de Israel de Líbano. Los Estados Unidos se abstienen en la votación.
• Resolución 298 (1971): Recuerda las resoluciones anteriores ignoradas por Israel con respecto a no transformar el estatus de Jerusalén. Y pide que se tomen las acciones legales y administrativas contra Israel.
• Resolución 316 (1972): Enumera la larga lista de resoluciones que Israel no ha cumplido en Líbano. Y vuelve a condenar sus acciones militares en este país.
• Resolución 317 (1972): Deplora la negativa de Israel de liberar a los árabes secuestrados en Líbano.
• Resolución 332 (1972): Condena los ataques de Israel en Líbano que violan los armisticios firmados así como varias resoluciones anteriores.
• Resolución 337 (1973): Condena el secuestro de un avión de pasajeros libanés por parte de Israel, así como la violación de la soberanía libanesa.
• Resolución 347 (1974): Condena a Israel por nuevos ataques en Líbano.
• Resolución 425 (1978): Solicita a Israel que retire sus fuerzas de Líbano.
• Resolución 427 (1978): Pide a Israel que complete su retirada de Líbano.
• Resolución 444 (1978): Deplora la falta de cooperación de Israel con las fuerzas de paz de Naciones Unidas.
• Resolución 446 (1979): Determina que los asentamientos israelíes en Cisjordania, los Altos del Golán, la franja de Gaza y Jerusalén Oriental son un obstáculo para la paz en Oriente Próximo. Y pide una vez más a Israel que respete la Cuarta Convención de Ginebra.
• Resolución 450 (1979): Pide a Israel que deje de atacar a Líbano.
• Resolución 452 (1979): Solicita a Israel que deje de construir asentamientos en los Territorios Ocupados.
• Resolución 465 (1979): Deplora los asentamientos israelíes en los Territorios Ocupados y solicita a los Estados miembros que no colaboren con la construcción de estos asentamientos.
• Resolución 467 (1980): Condena la intervención militar israelí en Líbano.
• Resolución 468 (1980): El Consejo de Seguridad se muestra profundamente consternado por la expulsión por parte de Israel, como fuerza ocupante, de tres palestinos, los alcaldes de Hebrón y Halhoul, y un juez de Hebrón.
• Resolución 469 (1980): Deplora la negativa de Israel a hacer caso a la resolución 468.
• Resolución 471 (1980): Muestra una honda preocupación por la falta de respeto de Israel a la Cuarta Convención de Ginebra en los Territorios Ocupados, especialmente a su artículo 27, por el que debe garantizar el tratamiento humano y la protección de los civiles.
• Resolución 476 (1980): Pide que termine la ocupación por parte de Israel de los territorios ocupados en 1967, incluido Jerusalén. Reitera que todas las medidas tomadas por Israel para cambiar el estatus, la fisonomía y la composición demográfica de Jerusalén son ilegales.
• Resolución 478 (1980): Censura a Israel por proclamar en su parlamento a la ciudad ocupada de Jerusalén como "eterna e indivisible". Y pide a los estados miembros que retiren sus embajadas de Jerusalén como castigo. También le pide que obedezca las anteriores resoluciones del Consejo con respecto a Jerusalén y que respete la Cuarta Convención de Ginebra. En 1995, EEUU reconoció a Jerusalén como capital del Estado de Israel.
• Resolución 484 (1980): Declara imperativo que Israel readmita a los dos alcaldes expulsados de los Territorios Ocupados.
• Resolución 487 (1981): Condena el ataque militar de Israel a Iraq el día 12 de junio de 1981. Y pide que abra sus instalaciones a los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA).
• Resolución 498 (1981): Exige a Israel que se retire de Líbano.
• Resolución 501 (1982): Pide a Israel que detenga sus ataques en Líbano y le exige que retire sus tropas.
• Resolución 509 (1982): Demanda, nuevamente, a Israel que se retire de forma incondicional de Líbano.
• Resolución 515 (1982): Exige a Israel que levante el sitio de Beirut y que permite el ingreso de ayuda humanitaria.
• Resolución 517 (1982): Censura a Israel por no obedecer la anteriores resoluciones del Consejo de Seguridad y le exige que retire las tropas de Líbano.
• Resolución 518 (1982): Exige a Israel que coopere con las fuerzas de Naciones Unidas en Líbano.
• Resolución 520 (1982): Condena a Israel por sus ataques en Cisjordania.
• Resolución 573 (1985): Condena vigorosamente a Israel por bombardear los cuarteles de la OLP en Túnez.
• Resolución 587 (1986): Toma nota de la desobediencia de Israel a las anteriores resoluciones del Consejo de Seguridad sobre Líbano, y le exige nuevamente que salga de este país.
• Resolución 592 (1986): Deplora fuertemente la matanza de "estudiantes palestinos indefensos" en la universidad de Bir Zeit por parte de tropas israelíes.
• Resolución 605 (1987): Deplora las prácticas y políticas de Israel que violan los Derechos Humanos de los palestinos.
• Resolución 607 (1988): Pide a Israel que deje de deportar a palestinos y le pide que respete la Cuarta Convención de Ginebra.
• Resolución 608 (1988): Se lamenta de que Israel no haga caso a las resoluciones de Naciones Unidas y continúe deportando a civiles palestinos.
• Resolución 636 (1989): Se lamenta de que Israel siga con su política de expulsión de civiles palestinos y le exige que les permita regresar a su tierra.
• Resolución 641 (1981): Deplora la constante deportación de palestinos.
• Resolución 672 (1990): Condena a Israel por su violencia contra los palestinos en Haram al-Sharif, y otros lugares sagrados de Jerusalén que terminó con la vida de 20 civiles.
• Resolución 673 (1990): Urge a Israel a que colabore con Naciones Unidas.
• Resolución 681 (1990): Deplora la decisión de Israel de reanudar las deportaciones de palestinos.
• Resolución 694 (1991): Deplora las deportaciones de palestinos por parte de Israel y solitica que les permita volver de forma segura y sin dilación.
• Resolución 726 (1992): Condena a Israel por la deportación de palestinos y le pide que respete la Cuarta Convención de Ginebra.
• Resolución 799 (1992): Condena la deportación por parte de Israel de 413 palestinos.
• Resolución 904 (1994): Condena la masacre de Hebrón y exige a Israel la confiscación de armas a los colonos israelíes para evitar las acciones violentas.
• Resolución 1322 (2000): Condena de los actos de violencia contra palestinos desatada en los Santos Lugares.
• Resolución ES-10/13 (2003) y de la Comisión de DDHH (2004): Se insta a Israel a paralizar la barrera de Cisjordania.

     Por lo visto, cuando se trata de Israel no hay tanta urgencia en el cumplimiento de las resoluciones del Consejo. Es más, no son de obligado cumplimiento. ¿Cuántas veces se podría haber invadido ya este país utilizando la misma regla de tres que en el caso libio? Los palestinos no merecen recibir ayudas por causas humanitarias. No sufren genocidio. 

     b) Resoluciones incumplidas por Marruecos, entre 1966 y 2010, en referencia a las múltiples y repetidas violaciones hacia el derecho de determinación del pueblo saharahui. ¡Tranquilos, no voy a hacer aquí ningún corta-pega o no cabrá todo este post en el blog!

     El caso es que tampoco aquí se le piden cuentas a Marruecos, no sea que el rey se enfade y haya lío. Además, por si acaso, se van posponiendo los referéndums de autodeterminación. Por cierto, ¿os acordáis de los recientes sucesos acaecidos en El Aaiún? Pues eso, los saharauis tampoco merecen ayudas humanitarias. Tampoco sufren genocidio ninguno.

     Pero, siendo grave no cumplir las resoluciones del Consejo, también lo es hacer la guerra sin contar con su apoyo, tal y como pasó en 2003 en la guerra de Irak. EE. UU. y el resto de aliados invadieron el país para impedir la utilización de armas de destrucción masiva que no existían. ¿Qué medidas se tomó contra los países que hicieron la guerra por su cuenta sin contar con una resolución del Consejo? ¡Ninguna!

     La Carta de las Naciones Unidas, entre otros caracteres especiales, defiende que su fin primordial es "el mantenimiento de la seguridad y la paz internacional" y establece que "a ningún estado le está permitido usar la fuerza contra otro estado, sea cual sea la situación, salvo en legítima defensa, es decir, con previa agresión". ¿Cuál fue la agresión de Saddam Hussein que motivó la invasión de su país en 2003? ¿Por qué no se tomaron medidas contra los países que se saltaron esta ordenanza?

     Vamos con otros hechos realmente curiosos, si me lo permitís. El motivo de la intervención en Libia se dice que es humanitario, para evitar el genocidio. En el Consejo de Seguridad de la ONU hay cinco miembros permanentes con derecho de veto (EE. UU., China, Rusia, Francia y Gran Bretaña) y otros diez no permanentes que van rotando cada dos años. ¿Sabéis de dónde ha comprado Gadafi las armas con las que ahora "extermina" al indefenso pueblo de Bengasi? Los cinco países que más armas exportan en el mundo son: EE. UU., China, Rusia, Francia y Gran Bretaña. ¿Os suenan, verdad? Son los mismo cinco que dominan como quieren el Consejo de Seguridad de la ONU.

     Estos cinco países son cómplices del transporte de armamentos que llega a países en conflicto o donde se cometen , con sus armas, crímenes de guerra o graves violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. Libia es uno de esos países. Y España también es cómplice, por supuesto que sí.

     El gobierno español vendió a Israel en el primer semestre de 2008, seis meses antes de la invasión de Gaza, material bélico por un valor de 1.551.933 euros. Aquí tenéis el enlace de la noticia de la que he extraído el dato. Pero no solo a Israel. También a otros países en conflicto, como Angola, Ghana, Sudán o Marruecos. Para los incrédulos, otro enlace donde comprobar la veracidad de mis afirmaciones anteriores.

     ¿Sabéis a qué otro país vendió armas el gobierno de España desde 2007 hasta hace apenas diez días? Acertásteis, sí: ¡a Libia!  

     Como afirma Araceli Mangas, catedrática de relaciones internacionales de la Universidad de Salamanca, "Gadafi interesaba a Occidente porque compraba armas rápido y en efectivo". "Hay conflictos armados civiles brutales desde hace años en Birmania, Sudán o la República del Congo, por ejemplo, y tampoco hemos actuado ni se hacen editoriales ni los tertulianos se acuerdan de sus poblaciones civiles". 

     Actualmente no solo en Libia está siendo asesinada gente inocente. En Bahrein, Yemen y Siria los dictatoriales mandatarios están ordenando a sus ejércitos abrir fuego contra los manifestantes, estos sí, civiles indefensos no armados. Allí, como en Palestina o en el Sáhara, tampoco merecen ayudas por causas humanitarias. Tampoco hay genocidio.

     Con tantas resoluciones incumplidas y tantos países que actúan al márgen de la legalidad internacional en beneficio propio, ¿de verdad creéis que la ONU está en situación de dictaminar si una guerra es justa o injusta? ¿La existencia de la resolución 1973 legitima por sí misma realmente la intervención en Libia? ¿Solo se cometen genocidios en los países donde se produce gran cantidad de barriles de petróleo al día? Libia produce 1800 barriles de petróleo al día, de los que exporta 1325. ¿Estaríamos hablando de todo esto si en dicho país no se produjeran y exportaran los citados barriles de oro negro?

     Mirad, tengo una teoría bien sencilla de entender. Gadafi ha sido utilizado por varios países. Siempre ha sido un criminal, pero daba igual. Acordaban con él compra-ventas de armas y de petróleo y todos eran felices. Como ahora aparece en el país un grupo muy importante y numeroso capaz de arrebatarle el poder (los indefensos civiles de Bengasi que, por cierto, tienen carros de combate y material antiaéreo) se les apoya para acabar con el miserable dictador. ¿Para qué? Para seguir con los intercambios comerciales pero con más amplios márgenes de beneficios, para ambas partes, por los servicios mútuamente prestados. ¿Importa algo que pueda morir mucha gente? ¿Acaso importan las causas humanitarias? Pues por supuesto que no: lo que les importa, tanto a los aliados como a los rebeldes de Bengasi, es el petróleo y los negocios que con él pueden hacer. Exactamente igual que al dictador que hay que derrocar...

     Recomiendo que veáis la película "El señor de la guerra" (2005), dirigida por Andrew Niccol y protagonizada por Nicholas Cage, Ethan Hawke y Jared Leto. Por favor, llamemos las cosas por su nombre. No seamos hipócritas ni cínicos. Para eso ya están ellos, los políticos. Esta guerra es igual de injusta que la de Irak. Sin duda.