LIBROS

LIBROS
Mostrando entradas con la etiqueta Irlanda. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Irlanda. Mostrar todas las entradas

martes, 4 de junio de 2024

El tesoro de La Girona. Javier Pellicer. Edhasa. 2023. Reseña

 




    En pleno verano de 1588 la denominada Armada Invencible de Felipe II cayó derrotada en el Canal de la Mancha ante los ataques de los defensores de Isabel I de Inglaterra. La batalla naval, una de las más famosas de la Historia, ha dado pie a multitud de obras de ficción a lo largo de los casi cuatro siglos y medio transcurridos hasta la actualidad. Son muchas las obras de arte, las películas y las novelas que han tratado, con mayor o menor éxito y veracidad -aspectos que no siempre van de la mano, por cierto-, la derrota española frente a las costas de Inglaterra. La novela que nos ocupa, El tesoro de La Girona, de Javier Pellicer, es una de ellas. El escritor valenciano derrocha en ella tanto unos bastos conocimientos -fruto de una documentación muy bien trabajada, tanto a nivel histórico como a través de mitos y leyendas irlandesas- como un gran saber hacer a la hora de mezclar la realidad histórica y unas tramas y unos personajes ficticios que bien podrían haber existido en la realidad. El propio autor explica, en la nota final, cuáles son reales y cuáles ficticios. Algo muy de agradecer.

    El personaje central de la historia es Joan Mateu, un soldado de los Tercios españoles que, después de sufrir la derrota naval y de abandonar el Canal de la Mancha rumbo a España, está a punto de perecer a causa de un naufragio tras un gran temporal frente a Dunluce, cuyo señor, Somhairle, sometido en teoría a unos ingleses a los que odia a muerte -como el resto de irlandeses y escoceses-, decide aquello de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos y acoge a todos los españoles naufragados frente a sus costas. Así, Joan y otros de sus compañeros viven unos meses junto a los líderes del clan de los MacDonnell -el más poderoso de la región junto al de los MacQuillan y al de los O´Neill- hasta que sea posible sacarlos de la isla y ponerlos a salvo de los ingleses, que quieren acabar con ellos a toda costa. Es así como los irlandeses y los españoles aprenden los unos de los otros sobre la lengua, las costumbres y las tradiciones y la Historia, los mitos y las leyendas de ambas tierras. Una especie de hermanamiento, lealtad y fidelidad que se irá fortaleciendo a lo largo del tiempo.

    El tesoro de La Girona es obviamente una novela histórica y de aventuras. Pero también algunas cosas mucho más importantes e interesantes. A saber: las luchas intestinas -militares, políticas, palaciegas y familiares- de la Irlanda de la época; la prevalencia del sentimiento del deber por encima de todas las demás cosas; el profundo sentimiento religioso y el hecho de poner en valor la moral y la ética frente a la inevitable presencia del egoísmo y los placeres mundanos; el engendro del odio y el deseo de venganza hasta el punto de impedir el crecimiento personal; el aprecio que puede surgir hacia unas tierras y unas gentes que se presuponen salvajes pero acaban por presentarse mucho más habitables y humanas de lo esperado; el implacable papel que juega el azar en el destino de las personas y de los reinos; la enseñanza de que jamás se debe dar nada por hecho hasta que finalmente ocurre; los secretos inconfesables del pasado y su importancia en las acciones futuras; o el surgimiento de amores inesperados en lugares y momentos más inesperados si cabe. 

    Ealasaid es el otro personaje principal de la novela. Hija menor de Somhairle -señor del clan de los MacDonnell que domina con mano firme el condado de Antrim desde Dunluce- y hermana de Seumas -hijo mayor de Somhairle, que a sus cincuenta y pico años sigue a la sombra de su padre, deseoso de dar por fin un paso adelante para poder ejercer como el señor que cree ser- y de  Ragnall -una especie de segundo padre para Ealasaid, de carácter mucho más afable que el hermano mayor de ambos-, es una joven rebelde, libre y culta que ansía encontrar el amor verdadero y que no acepta a Artair O´Neill, hijo de Turlough O´Neill, jefe del clan que lleva su apellido, como su futuro esposo. Cuestión que conlleva disputas entre la joven y su hermano mayor, quien se cree con el derecho para obligar a su hermana a contraer un matrimonio por conveniencia familiar. Algo a lo que se opone el jefe del clan, quien ya casó en el pasado a una hija, Caitlin, con un MacQuillan, hecho que finalmente propició la pérdida para la familia de la ahora señora de Cúilín Gaelach.

    Ealasaid es quien encuentra a Joan en un estado lamentable, horas después del naufragio de La Girona. El joven solo posee una medallita de la Virgen del Rebollet de su Oliva natal (Valencia). Al verla aparecer cree estar en el paraíso y la confunde con la Virgen María. Desde el principio, surge entre ellos algo muy especial. Sin embargo, ambos guardan secretos que creen no hacerlos dignos el uno del otro. Además, el Tercio español debe cumplir con una venganza, pues ha de dar muerte a la mujer causante de las desgracias de su familia. Y eso, a pesar de lo que empieza a sentir por Ealasaid, hace imposible cualquier tipo de relación con ella. Ha de regresar cuanto antes a Oliva y llevar a cabo su plan. Por si todo ello fuera poco, además, sobre la familia de la joven se ciernen dos grandes amenazas. Una, esperada: los ingleses irán pronto a por los españoles, lo que supondrá un serio problema para todos. La otra, absolutamente inesperada: alguien del pasado está a punto de reaparecer en escena para poner fin a la hegemonía del clan en Dunluce.

    El amor, el sentido del deber y la lucha entre lo que es correcto y lo que no también son temas que están presentes en la trama de la historia que se desarrolla en Carrickfergus. Allí, el condestable del lugar y senescal de Clandeboye, Christopher Carleill, recibe órdenes reales de perseguir, capturar y enviar a Dublín a cualquier español que encuentre en la isla. Enamorado de Meike, una de sus sirvientas, cuestión que incomoda al resto de su familia, debe abandonar temporalmente su castillo para dirigirse a Dunluce. Desde allí, alguien le ha informado de la presencia de un grupo de españoles. Personaje real -como los miembros del clan de los MacDonnell, con la excepción de Ealasaid (por desgracia, de las mujeres de aquella época muy poco se sabe)-, Carleill, al que los historiadores españoles han calificado como el buen inglés, se debate entre el deber y la moral puesto que sabe de sobra qué clase de destino espera a los españoles que sean entregados a los ingleses. Y no piensa tomar parte en ello. Al menos, no de forma activa. 

    Como en todas las novelas de Javier Pellicer (El espíritu del lince, Leones de Aníbal y Lerna. El legado del minotauro), todas ellas reseñadas en este blog, lo más destacable es siempre la evolución psicológica de los distintos personajes. Sus luchas internas, sus debates morales, los cambios en sus formas de pensar y de actuar, la superación de sus debilidades, el aprovechamiento de sus fortalezas y la manera en que enfrentan las diversas situaciones que se les van presentando están descritas de forma minuciosa, reflexiva y amena. Algo realmente admirable. En El tesoro de La Girona, más si cabe. Los casos concretos de Joan Mateu y Ealasaid son resultado de un trabajo impecable. Ambos guardan secretos, ninguno se cree digno del otro y los dos deben hacer frente desde el presente a un pasado estrechamente ligado a sus respectivas familias. Eso sí, debo añadir que no están solos. Y es que reciben una ayuda, casi celestial, de mano del padre Pilip, otro personaje muy bien elaborado. Aunque en este caso se trate de un secundario.

    El tesoro de La Girona es una novela de contrastes -en la cultura de tan fascinante pueblo convivían en armonía santos, druidas, monjes y hadas, mientras que en España muchos habrían sido quemados en la hoguera por adorar al diablo-, de pesadas mochilas a la espalda -mientras observaba al español solo podía pensar en cuáles serían los demonios que lo atormentaban y en cómo podría ayudarlo a librarse de ellos. Quizá de ese modo lograse purgar también los suyos-, de juramentos solemnes -ya sólo queda una mujer en mi vida: aquella a la que debo matar. Juro por la Virgen del Rebollet y por la memoria de quienes más quiero que regresaré para saldar las cuentas que se me deben. Nada me desviará de mi objetivo- y de enseñanzas marcadas a fuego -porque en la guerra, hijo, el miedo hace que los hombres huyan. Pero el respeto hace que se queden a morir a tu lado. Créeme. Lo sé-. En definitiva, una novela muy completa -a nivel de temática y de tramas y sub tramas- y narrada de forma amena y admirable. Una novela para enamorarse, todavía más, de la denominada Isla Esmeralda.                                     

  

lunes, 26 de febrero de 2024

Surrender. 40 canciones, una historia. Bono. Reservoir Books. 2022. Reseña

 




    A finales de 2022, acompañado de un recopilatorio de versiones de algunas de las canciones más significativas de la historia de su grupo, U2, bajo el título Songs of surrender, y apoyado en una pequeña gira de presentación realizada por el propio Bono en teatros y aforos de tamaño mediano --que le trajo hasta el Teatro Coliseum de Madrid--, vio la luz Surrender. 40 canciones, una historia, el libro en el que el famoso cantante descubre algunos aspectos menos conocidos de su vida a la vez que explica más detalladamente otros ya conocidos por todos, seguidores y no seguidores de la banda irlandesa. Un libro extenso, de casi setecientas páginas, en la que aparecen también fotos familiares inéditas hasta la fecha. Unas memorias, personales y grupales, que presentan los grandes momentos familiares, musicales y político-activistas de un cantante irrepetible por su importancia a todos los niveles. Un libro que ha hecho las delicias de sus seguidores y también de quienes se han animado a leerlo pese a no ser devotos de los cuatro irlandeses más famosos del mundo.

    Bono se apoya en cuarenta de las canciones más famosas de su repertorio para presentarnos cada uno de los momentos más decisivos de su existencia. Desde la pérdida de su abuelo y de su madre a los 14 años de edad, que sumió a los tres Hewsons --Bono, su hermano y su padre-- en una depresión que se tornó en ira, rabia y constantes peleas, hasta su triple paternidad; desde su pasión por la lectura --a los 12 años ya había leído El señor de las bestias y antes de los 18 Crimen y castigo-- hasta sus influencias musicales --The Clash, Ramones, los Who, Patti Smith, Dylan o Bowie--; desde la apertura de miras que le propició la lectura de la Biblia hasta el sectarismo religioso al que hubo de hacer frente en su Irlanda natal. Sectarismo religioso que no impidió que sus padres (Bob, católico; Irish, protestante) se casaran y fundaran una familia y que el propio Bono, junto a The Edge, Adam y Larry (dos de ellos, católicos; los otros dos, protestantes), hicieran lo propio con una banda de rock que acabó siendo la más famosa de su país y que trascendió mucho más allá de sus fronteras.

    Cuenta Bono que jamás logró superar la ira, el mal genio y ese carácter rebelde y de maleducado que salió de sí mismo tras la muerte de su madre. Y que ello se plasmó en una de sus primeras canciones, Out of control, escrita a los 18 años en su casa de Cedarwood Road, muy poco tiempo después de ver a The Clash en el Trinity y decidir que quería ser músico. Y recuerda cómo se sintió al recibir su primera guitarra --que se convirtió en su cuerda de salvamento y a la vez en su arma-- de manos de su hermano Norman, al ver el anuncio de Larry Mullen Jnr. en un panel del Mount Temple School, al entrar en U2 la misma semana en que se puso a salir con Ali Stewart --su esposa y madre de sus tres hijos--, al escribir sus primeras canciones --las canciones son mis rezos, afirma, mientras completa con la información de que los U2 rezan antes de los conciertos--, al dar sus primeros conciertos en Irlanda e Inglaterra, al conseguir una furgoneta para poder girar con la banda, al convertirse en el puntal del grupo o al conseguir esa fuerte conexión con el público.              

    Pero, como la vida es una sucesión de momentos, buenos y malos, también recuerda acontecimientos desoladores que lo marcaron de por vida. Acontecimientos violentos que alentaron su rebeldía, su inconformismo, su carácter a veces también violento. Por ejemplo, las repetitivas masacres del IRA en su Dublín natal y en el resto del país, los atentados de París y Niza en 2015 y 2016 respectivamente --los cuales le tocaron de cerca, pues estaba en ambas ciudades en esos momentos, con U2 en París y con amigos en Niza--, los asesinatos de JFK en 1963 --huelga decir la importancia de la figura de JFK en Irlanda-- o de John Lennon en 1980 --cuando U2 estaban en Buffalo para dar uno de sus primeros conciertos en los EE.UU., poco después de publicar su primer álbum, Boy, y de comenzar su primera gira fuera de su país-- o sus problemas de salud --especialmente la ampolla que le salió en la aorta, en 2016, y que estuvo a punto de hacerle perder la vida--. Momentos que a uno lo hacen reflexionar sobre la vida. Y también sobre la muerte. Sobre todo cuando la muerte ha estado tan presente en la vida de quien cuenta su historia.

    La lista de las amistades del cantante es casi eterna. También la de los personajes importantes con los que se ha relacionado a lo largo de su vida. Muchos de ellos aparecen en las páginas de este libro. Pavarotti, Sinatra, Obama, Mandela o Michael Hutchence ocupan capítulos enteros en ocasiones. También, como es lógico, Paul McGuinness, considerado el quinto U2, el manager que los llevó desde sus inicios y que les consiguió el contrato con Island Records; y, por supuesto, Brian Eno, Daniel Lanois y Steve Lillywhite, productores y desde siempre figuras capitales en la historia de la banda. Una banda que practicó el glam rock y pasó al punk rock. Todo ello con aquellas míticas primeras grabaciones en los también míticos Windmill Lane Studios. Una banda que tuvo que lidiar con un típico dilema irlandés que preocupaba a sus miembros: el de la compatibilidad entre la fe y la música. Tanto que The Edge llegó a preguntar a sus compañeros, tras el éxito de Boy, si ¿podemos ser una banda y, a la vez, creyentes?     

    Y, hablando de incompatibilidades, hay otras tres muy presentes en estas memorias. Por un lado, entre los cuatro miembros de U2. Por otro, entre la banda y la familia. Y, finalmente, entre la banda y el activismo social. Resulta obvio que no hay muchos grupos que superen los cuarenta años de longevidad. Se pueden contar casi con los dedos de una sola mano. La diferencia de caracteres, los distintos criterios de evolución musical y de estilo, las diferencias a la hora de componer canciones y discos o de diseñar giras o las influencias que en la cohesión del conjunto puede crear un mal momento personal o profesional de uno de sus miembros pueden poner en jaque la estabilidad de todos. U2 ha sufrido distintos altibajos a lo largo de su trayectoria. Y basta leer este libro para conocerlos. A veces, con bastante detalle. Hasta el punto de haber estado a punto de disolverse en varias ocasiones. La amistad entre los cuatro y, por qué no reconocerlo, el interés común, han salvado los muebles en más ocasiones de las que los fans pudieran pensar antes de leer Surrender. 40 canciones, una historia

    ¿He escrito altibajos? Pues para altibajos los que ha tenido Bono con su mujer Ali. Sus constantes viajes, sus idas y venidas --no solo musicales, también activista-políticas-- han causado estragos en un matrimonio que, pese a todo, parece estar construido a base de amor, comprensión y empatía mutua --aunque más por parte de ella, según reconoce el propio autor-- y, desde luego, a prueba de bombas. Un matrimonio que tiene tres hijos. Tres hijos que debieron acostumbrarse a las continuas ausencias del cabeza de familia. Algunas de ellas, largas, casi eternas. Ausencias compensadas con otro tipo de prebendas. Ya se me entiende. Algo parecido podríamos decir de la supuesta incompatibilidad entre la banda y el activismo socio-político de Bono. Y es que si Ali ha tenido mucha paciencia con él, ¿qué decir de sus compañeros musicales? A menudo han debido de trabajar a distancia. Unos desde Dublín y el otro desde New York, Washington o cualquier otro lugar del mundo. Una vez, incluso, entregaron un álbum sin concluir del todo porque se les echaba el tiempo encima y tenían comprometido tanto el álbum como la gira. Una gira, el Popmart Tour, por cierto, de las más exitosas de su carrera. Y en la que acabaron de pulir los detalles inacabados de las canciones del disco. 

    Surrender. 40 canciones, una historia es un libro, en definitiva, para fans y no fans. Porque los interesados en la faceta del activismo político-social del autor pueden encontrar también muchas conexiones con Amnistía Internacional, Greenpeace, RED, ONE, DATA, Jubileo 2000 y el resto de ONGs con las que Bono ha colaborado a lo largo de las últimas décadas. Y asistir, desde dentro, a las complicadas reuniones y negociaciones de campañas como la de la condonación de la deuda externa de los países del Tercer Mundo o la de las ayudas a los países pobres africanos para poner fin a la transmisión incontrolada del SIDA, las injustas reglas de comercio que dañan a sus ciudadanos más empobrecidos y las deudas impagables que todavía mantiene buena parte del continente. El tema del mesianismo político también aparece en el libro. Un tema que a Bono siempre le ha preocupado y por el que ha sido objeto de críticas y alabanzas a lo largo de su dilatada carrera. Una carrera, una vida, una personalidad, muy bien trazada en las páginas de unas memorias absolutamente imperdibles.     

     

lunes, 16 de noviembre de 2020

Lerna. El legado del minotauro. Javier Pellicer. Edhasa. 2020. Reseña

 





    Relacionar en una misma novela el mundo cretense con los orígenes de Irlanda era una apuesta muy arriesgada. Las posibilidades de sucumbir en el intento o de que este resultara calamitoso eran muy altas. El texto resultante podía carecer del necesario rigor histórico. A no ser que se unieran en el proceso de creación literaria tres aspectos fundamentales. En primer lugar, una conveniente justificación en base a estudios históricos rigurosos y a hallazgos arqueológicos. En segundo lugar, para rellenar los muchos huecos dejados por lo anteriormente reseñado, acudir a antiguos mitos y leyendas --la Historia se parece a menudo al mito debido a que ambos, en última instancia, están hechos de la misma materia, afirmó en su día J. R. R. Tolkien--. Y, en tercer lugar, utilizar, cuando todo lo anterior resulta imposible, pero sin abusar demasiado, el recurso de las licencias literarias, es decir, acabar de unir todo de manera que la historia final tenga una cierta base histórica y una serie de adornos ficticios que resulten, todos juntos, llamativos para el lector. 


    Como bien apunta Javier Pellicer en el epílogo de Lerna. El legado del minotauro, el resultado de todo ello no debe ser calificado como novela histórica al uso, sino como novela mitológica con base histórica. Si toda obra literaria conlleva cierta dosis de ingeniería para que todo encaje de forma conveniente, en casos como el que nos ocupa significa rizar el rizo. Y ello suele terminar, como apunté al principio, en un auténtico desastre. Sin embargo, no ha sido así en la nueva obra del escritor de Benigánim (Valencia) --El espíritu del lince (Ediciones Pàmies, 2012), Legados (Ediciones Holocubierta, 2013), Leones de Aníbal (Edhasa, 2018)--. ¿Por qué no? Pues precisamente porque el autor ha sabido ser riguroso cuando era necesario (personajes mitológicos, lugares reales y contextos históricos, temporales y espaciales), fantástico cuando tocaba serlo (personajes ficticios, lugares inventados y posibilidades históricas no comprobadas pero sí factibles) y licencioso (en el único sentido positivo del término: atrevido) cuando no había más remedio (no en vano, una de las labores del escritor es jugar con el lector y animarlo a seguir con complicidad sus fantasías).


    Todos estos aspectos son explicados más extensamente por Pellicer tanto en el ya referido epílogo como en su propia página web. También en el librito especial que la editorial regala a los cincuenta primeros compradores de la novela que compartan en alguna de las redes sociales una foto con el libro --deben quedar ya muy pocos ejemplares, pero quizás todavía estés a tiempo de conseguirlo si eres rápido--. Yo soy uno de los afortunados y puedo asegurar que es un gran regalo. Resulta apasionante leer cómo el autor fue capaz de dar consistencia a un texto en el que encontramos hechos tan alejados en el tiempo y en el espacio. Siempre, como ha quedado claro, en base a esos tres aspectos referidos en las primeras líneas de este escrito: Historia y arqueología, mitología y licencias narrativas y argumentales. El resultado es la mejor novela de Pellicer hasta la fecha. Y lo dice alguien que confiesa estar enamorado hasta las trancas de su primera novela, El espíritu del lince.


    La novela consta de tres partes bien diferenciadas. La primera, que lleva por título La Casa del Hacha, nos describe, muy fehacientemente además, cómo era la vida en la Creta de aquella época (1635 a. C.). Con el resplandeciente y sublime palacio de Cnosos como telón de fondo, Pellicer sitúa la acción en las intrigas palaciegas que desembocaron en unos dramáticos hechos que conllevarán la ruptura entre los tres hijos de los reyes: el primogénito, Partolón; el mediano, Tríome; y el pequeño, Starn. La vida fácil de los jóvenes --algo ingenua e inocente incluso en el caso del menor, Starn-- dará tal vuelco que Partolón y Starn decidirán irse de La Casa del Hacha y emprender un largo viaje a través del cual tratarán de encontrar una tierra dormida que han visionado en sueños el consejero y sabio Bacor, Partolón, Starn y Lerna, la bella y valiente esposa del hijo menor de los reyes. 


    Partolón se convierte así en rey en el exilio, mientras que Tríome se corona como el nuevo Minos de Creta. El rey en el exilio es precisamente el título de la segunda parte de la novela. Nos narra el tortuoso, peligroso y larguísimo viaje de los protagonistas hacia esa anhelada Tierra Durmiente. La vida del joven Starn se convierte en una sucesión de desgracias que acabarán progresivamente con esa inocencia e ingenuidad que habían caracterizado tanto su vida como su carácter hasta la fecha. De idealista pasará a convertirse en un luchador empedernido --con sus hondos y lógicos momentos depresivos ante todas las situaciones que se le van presentando a través de los días, semanas y meses de un trayecto que por momentos parece no tener fin--. No obstante, no todo es negativo en ese viaje. Un viaje épico en el que Partolón y los suyos conocerán nuevos pueblos. Como Thapsos, Argar, Cilen o la Gran Isla Alba. En todos ellos dejarán huella. Y de todos ellos extraerán también enseñanzas que les vendrán muy bien --eso sí, no a todos los personajes-- en su nueva morada: la Tierra Durmiente.


    El final del trayecto nos sitúa, en efecto, en la actual Irlanda. El despertar de Lerna es el título de la tercera parte de la novela. En ella, los partolonianos construyen una especie de pequeña Creta en las costas sureñas de la Tierra Durmiente. Una tierra en la que no estarán solos. Como era de esperar, también en un lugar tan apartado de la geografía conocida hasta la fecha existen moradores indígenas anteriores a la llegada de los protagonistas de la novela. Y de la relación que sean capaces de mantener con ellos dependerá en buena parte el futuro de los recién llegados. Las discrepancias, sin embargo, no tardarán en llegar. Mientras el sabio consejero Bacor y Starn apuestan por dejar atrás el pasado y vivir de manera diferente a como lo habían hecho en Creta, el rey Partolón trata de construir una nueva especie de Casa del Hacha, a imagen y semejanza de la original. Tal y como he reseñado en el párrafo anterior, queda patente que no todos han extraído las mismas enseñanzas a través de los contactos con los pueblos por los que ha ido transcurriendo su periplo por el Mediterráneo y el Atlántico. 


    Lerna es, sin duda, la gran protagonista de la novela. Todo cuanto acontece gira en torno a ella. Por eso, Starn se empeña --y en eso sí cede su hermano Partolón-- en que la Tierra Durmiente lleve el nombre de su esposa. Por tanto, Partolón será coronado rey de Lerna poco después de su llegada a la actual Irlanda. Starn es también un gran amante de la música. Siempre toca la lira. Y sus letras sirven para comprender lo que sucede, tanto en su interior como en el mundo que lo rodea. Para él, tocar era algo así como soñar despierto. Entonces, y sólo entonces, podía expresar de verdad todo cuanto sentía en las profundidades de su ser. La melodía que surgía de aquellos cordeles hechos con cáñamo era su auténtica voz, con la que era capaz de hablar libremente de la alegría, la rabia, la añoranza o el amor. Partolón, por contra, era un hombre precipitado y cabezota, de temperamento volátil. Le resultaba imposible esconder las alegrías, los temores... y los odios. Odios que irán in crescendo a lo largo del tiempo. Especialmente, llegados ya a Lerna. 


    Lerna. El legado del minotauro no solo supone un viaje espacial y temporal entre la Creta minoica y la formación de los mitos sobre los orígenes de Irlanda recogidos en el Libro de las Invasiones. Además, nos transporta a lo más recóndito de cada uno de los seres humanos que conocemos al ir pasando las páginas. Porque el ser humano es muy diverso. Y cada uno de ellos es muy diferente al resto. Y saber caracterizar a cada uno de ellos como hace Pellicer en sus novelas es algo muy complicado que requiere grandes dosis de paciencia y de conocimiento de la psicología humana. Más allá de los vastos conocimientos del autor acerca de la Historia, la arqueología, los mitos y los demás aspectos temáticos, uno de los fuertes del valenciano es precisamente ese descuartizamiento psicológico de sus protagonistas. Porque, como dijo una vez Oscar Wilde, los grandes acontecimientos del mundo suceden en el cerebro. Es también en él, y sólo en él, donde se cometen los grandes pecados. Por eso, tras los grandes hechos históricos, siempre hay (salvo accidentes) grandes pensadores o maquinadores.


    Y la conjunción de muchos pecados quizás fuera la causante del surgimiento de la profecía que anunciaba el fin de la dinastía del minotauro. Una profecía que persigue a los Hijos de Partolón allá adonde quiera que vayan. Hasta la mismísima Tierra Durmiente o Lerna. Porque el destino es siempre inexorable y al final todo se precipita ante nosotros. Si a todo ello unimos el peligro de los piratas aqueos, las intrigas palaciegas, el paso de la placidez a la desconfianza y la llegada de la violencia a una tierra hasta entonces pacífica, tenemos el caldo de cultivo de una tragedia irremediable. Y, sin embargo, de una tragedia de tales magnitudes puede llegar a surgir un relato innovador, original, diferente, épico pero también psicológico y sobre todo ameno. Y este es el caso de Lerna. El legado del minotauro. Una novela, recordemos, mitológica con base histórica que debo recomendar a todo aquel que lea esta reseña.                          



lunes, 16 de febrero de 2015

La gente feliz lee y toma café. Agnès Martin-Lugand. Alfaguara. 2014. Reseña





     Cuando en diciembre de 2012 la psicóloga clínica francesa Agnès Martin-Lugand autopublicó en la plataforma digital Amazon su primera novela, La gente feliz lee y toma café, nadie podía pensar el fenómeno en que se iba a convertir aquella historia de pérdida, duelo y reconstrucción personal. En pocas semanas la novela alcanzó los primeros puestos en las listas de venta de la conocida página y pronto una editorial tradicional apostó por editarla en papel en todo el país. Su éxito en Francia conllevó la traducción a varios idiomas más, entre ellos el castellano, y pronto podremos ver una adaptación a la gran pantalla gracias a una coproducción internacional.

     La novela comienza con la conmoción desatada por la muerte de Colin y Clara, esposo e hija de la protagonista del libro, Diane, copropietaria del café literario La gente feliz lee y toma café. Afincada en uno de los conocidos barrios de París, solo la mantiene a flote la ayuda de su mejor amigo, un homosexual de nombre Félix que se convierte en su ángel de la guardia. Su familia y la de su marido no entienden cómo Diane se sume en el pozo en que se mantiene ya un año después del fatal accidente que la dejó sola en la vida. Ante tal situación, sintiéndose incomprendida y agobiada por su círculo familiar, decide huir de París. El pequeño pueblo de Mulranny, en la costa oeste de la República de Irlanda, lugar al que siempre había querido ir de vacaciones su fallecido esposo, es su destino.

     Entre su equipaje, fotos familiares, la colonia de su hija y algunas prendas de su marido, además de su propia ropa y algunos libros tomados prestados de su café literario. Félix se queda al cargo del mismo, algo que ya había comenzado a hacer tras el accidente y el hundimiento de su amiga. La acomodada situación económica de Diane y la entrega de su amigo y socio le permiten esa huida de la realidad y la inhibición laboral respecto a su ocupación anterior.

     En Mulranny Diane comenzará a sentirse extraña. Es consciente de que no está en su casa, aunque tampoco en ella se había notado cómoda tras el trágico suceso que había puesto patas arriba su existencia. Sin embargo, poco a poco irá conociendo los alrededores de su cottage y a sus pocos vecinos. El más cercano, sobrino de sus caseros, la sacará muy pronto de sus casillas debido a su agrio carácter y a sus violentos gestos hacia ella. No obstante, se sentirá atraída hacia él, hasta el punto de decidir hacerle la vida imposible. Edward se convierte, así, en alguien en quien descargar su ira, su odio, sus frustraciones.

     Con el tiempo, sabremos que también Edward tiene en su haber una serie de condicionantes que le han convertido en alguien huraño, salvaje y antipático. Lo cual nos descubrirá, de forma progresiva, a un personaje nuevo que se nos hará entrañable y que querremos ir conociendo con mayor profundidad. La relación entre los vecinos cambiará desde un suceso inesperado y la novela nos conmoverá, emocionará y hará que no nos separemos de ella hasta su finalización. Las almas humanas de sus protagonistas serán diseccionadas hasta hacer encajar todas las piezas que componen el puzzle de cada uno de ellos.

     Al cerrar el libro cuesta despedirse de sus personajes. Su mensaje, directo al corazón del lector, nos hace ver la vida de manera diferente. La vida misma se nos muestra como un regalo que debemos aprovechar durante cada minuto. El viaje interior y exterior que emprende Diane para superar el peor momento de su vida nos arrastra con ella. Su historia es una lección que queremos (y debemos) aprender. Y además es un libro que se lee de forma rápida debido a su lenguaje directo, sus escasas descripciones y sus ágiles diálogos, convirtiéndolo en una montaña rusa de sensaciones y emociones de la cual no queremos bajar.

     El único "pero" que le pongo a La gente feliz lee y toma café es que en determinados momentos es un poco predecible. Lo cual se vuelve a su favor a la hora del desenlace. No, no estamos ante la típica novela romántica que acaba con la manida frase de ...y fueron felices y comieron perdices. Más bien, ante una introspección, una reflexión profunda sobre la facilidad con la que a veces buscamos un clavo que quite otro clavo. Sobre la extrema dificultad - pese a ser algo totalmente necesario - que conlleva coger el toro por los cuernos y tomar nuestras propias decisiones, analizando los pros y las contras de las situaciones.

     En definitiva, La gente feliz lee y toma café es una novela adictiva, original y ágil, de las que se leen en una sentada (o dos, dependiendo del tiempo disponible), que nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas. Resulta difícil abordar su lectura sin un cigarrillo y una taza de café como compañeros - quien la haya leído ya sabe a qué me refiero - y nos deja un buen sabor de boca. Aunque también, quizás, con el mono de saber más sobre ciertos aspectos que, como en la vida misma, en ocasiones quedan sin cerrar de forma definitiva...      

        

lunes, 7 de abril de 2014

El sueño del celta. Mario Vargas Llosa. Alfaguara. 2010. Reseña





     Pocas semanas después de ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa publicó El sueño del celta, una recreación histórica de una época en la que la codicia imperialista-colonialista hizo estragos en todo el mundo, particularmente en África y América del Sur. Fruto de un gran trabajo de documentación, el Premio Nobel nos acerca a la figura de un hombre imperfecto pero humano y de gran sentido de la responsabilidad con los pueblos oprimidos.

     Roger Casament, nacido en Irlanda y huérfano de madre a los cinco años y de padre a los nueve, hubo de emigrar a Inglaterra, donde terminó de ser criado por sus tíos. A sus veinte años, llevado por su espíritu aventurero, sus ansias de vivir la vida y su afán de colaborar en la modernización de los pueblos del África se embarcó en un viaje que le cambiaría la vida para siempre. Llegó al Estado Independiente del Congo (otorgado a la Bélgica de Leopoldo II en la Conferencia de Berlín en 1885) en 1890. Muy pronto, la ingenuidad típica de su todavía corta edad quedó hecha añicos al presenciar las atrocidades a las que los indígenas eran sometidos por la AIC (Asociación Internacional del Congo), encabezada por el explorador Henry Morton Stanley (el mismo que se había hecho famoso al encontrar al desaparecido doctor Livingston). 

     En el Congo conoció a personajes que le influirían sobremanera: el misionero bautista Theodore Horte, el capitán de barco Joseph Conrad (el que luego sería famoso escritor, autor, entre otras obras, de El corazón de las tinieblas, que narra precisamente las peripecias congoleñas) y el periodista Edmund D. Morel. Con la ayuda del gobierno británico, pusieron en marcha la Congo Reform Association, que formó parte de toda una campaña anti-colonialista que buscó acabar con las atrocidades perpetradas contra los indígenas. Para los belgas sólo contaba extraer el máximo número de toneladas de caucho (más conocido en la época como oro negro).

     El Informe redactado por Casement permitió poner en jaque el salvaje sistema belga en el Congo. Paralelamente, el diplomático irlandés, pese a la distancia (o precisamente debido a ella, quizás), comenzó a acercarse al movimiento independentista irlandés. Para él, Irlanda era también una colonia en manos de los regímenes imperialistas.

     El éxito de su campaña en el Congo hizo que el gobierno británico le encomendara otra misión parecida: viajar a la Amazonía peruana para investigar los supuestos desmanes de la Peruvian Amazon Company de Julio C. Arana respecto a los indígenas del Putumayo e Iquitos. Los periodistas Saldaña Roca y Hardenburg ya habían publicado las atrocidades cometidas y Casement intentó repetir los resultados de su investigación.

     Sin embargo, lo que se encontró allí era todavía peor. En todos los sentidos. Las salvajadas, pero también las bases del sistema. El propio gobierno peruano estaba en manos de Arana y se veía incapaz de actuar contra él. Pese al estremecedor Informe o Libro Azul sobre el Putumayo, redactado de nuevo por Casement, nada cambió en un principio. No obstante, la perspicacia y la entrega a la causa de nuestro protagonista le llevó incluso a reunirse con Taft, el presidente de los EE. UU., consiguiendo que los gobiernos inglés y norteamericano presionaran al peruano. Una vez más, el sistema de maltrato de los indígenas acabó, de la misma manera que la propia compañía de Arana.

     Casement, que de forma paradójica se había distanciado del gobierno británico al que había servido durante más de veinte años para acercarse de forma definitiva a la causa irlandesa, decidió dedicar sus últimos años de vida a buscar la manera de lograr la independencia de su país natal. En plena Gran Guerra (Primera Guerra Mundial) tramó un plan que parecía imposible que fracasara: se acercó a Alemania para vencer a su enemigo común. ¿Cómo lo hizo? Creando una Brigada Irlandesa que combatiría "junto a, pero no dentro de" el Ejército alemán. Alemania pasaría armas a los independentistas y atacaría las costas inglesas para permitir el alzamiento irlandés en la Semana Santa de 1916. Obviamente, cayó en desgracia ante un gobierno que hasta entonces no había hecho más que condecorarle.

     No obstante, el plan fracasó estrepitosamente. Hubo multitud de muertos y Casement fue capturado, juzgado y condenado a morir en la horca. Desde Pentonville Prison, recuerda, en boca de Vargas Llosa, las partes fundamentales de su vida mientras asiste conmocionado al abandono de muchos de sus anteriores amigos y a una espera que parece en vano respecto a una petición de clemencia que no termina de ser atendida por el gobierno.

     El Premio Nobel nos acerca a un personaje que permaneció olvidado durante más de medio siglo hasta que fue recuperado por el gobierno independiente irlandés como una de sus figuras clave en la lucha contra el imperialismo británico de principios de siglo XX. Un hombre con sus contradicciones y sus imperfecciones que luchó por lo que creyó más justo: acabar con las atrocidades hacia los indígenas de África y América del Sur y lograr la independencia de su amada nación. Un personaje que luchó por un sueño consistente en un mundo mejor y más justo, tarea a la cual dedicó hasta sus últimos latidos.