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lunes, 17 de junio de 2019

Western Stars. Bruce Springsteen. Columbia Records . 2019. Crítica





     Cinco años después de High Hopes (2014), Bruce Springsteen lanza un nuevo álbum de estudio. Esta vez, en solitario. Como ya hiciera con Nebraska (1982), The ghost of Tom Joad (1995) y Devils and dust (2005), deja de lado su característico sonido rockero para presentarse ante nosotros mucho más directo y reflexivo. Pese a tratarse de un disco solista, sin la mítica y sempiterna E Street Band, sí le acompañan algunos de sus miembros y músicos habituales, como su esposa, Patti Scialfa, la violinista Soozie Tyrell, el teclista y acordeonista Charles Giordano y el multiinstrumentalista David Sancious, quien ya trabajó con el Boss en sus tres primeros discos. Ron Aniello, el productor del décimo noveno trabajo de Springsteen, toca también el bajo y el teclado en algunos temas. Y Jon Brion se ocupa del órgano. 

     Se trata de un álbum de trece canciones y cincuenta minutos de duración en el que destacan las múltiples y variadas cuerdas, las magníficas secciones de viento, una orquestación muy trabajada y una constante presencia de guiños tanto al pop y el country-folk setenteros de California y Nashville como a algunos de los anteriores trabajos del Boss. Más de veinte músicos en total participan en un disco que conviene escuchar con mucha atención para detectar los mil y un matices que a primera vista --o escucha, más bien-- pueden pasarnos absolutamente desapercibidos. Obviamente, no soy crítico musical, solo un fan que trata de dar su opinión sobre el nuevo lanzamiento de su músico preferido. Y lo hago tratando de ser objetivo y no un talibán para el que cualquier disco de Bruce es siempre algo espectacular. Tampoco como un crítico ansioso y ocioso que busca, al precio que sea, acabar con un mito musical de su talla. Huir de los extremos --el simplemente adulador y el crítico destructor-- siempre es conveniente.

     Por eso, antes de zambullirme en las estrellas del oeste, creo necesario aclarar un tema. Por descontado, Western Stars no es uno de los mejores discos de la carrera del Boss. Pretender convencer a alguien de lo contrario sería ridículo. Lo mismo que hablar de él como de algo horrible y cercano al calificativo de basura. He pasado buena parte de este último fin de semana escuchando el disco y leyendo artículos sobre él. Y, como era de esperar, he tenido que frotarme los ojos ante tantos apriorismos. Respetables, por supuesto, como lo es también este escrito, se esté de acuerdo con él o no, pero apriorismos al fin y al cabo. Porque este Western Stars es un discazo para algunos y un horror para otros. Y, la verdad, creo que ni unos ni otros lo han escuchado suficientemente. Es más, probablemente estas opiniones --tanto las que hablan de que Springsteen está en el mejor momento de su carrera como las que dicen que está acabado-- estaban ya escritas antes del lanzamiento del trabajo.

     Que cualquier nuevo disco del Boss pueda si quiera llegar a parecerse a los de las décadas de los setenta y ochenta es sencillamente imposible. Han pasado treinta o cuarenta años, también para él, y no resulta conveniente esperar milagros. Los milagros no están al alcance de nadie terrenal. Ni siquiera del Boss. Tampoco de U2, Dylan, los Stones, Madonna o McCartney. Aquello pasó, hay que celebrar que ocurriera, pero debemos ser conscientes de que esos tiempos de épica no regresarán. Sin embargo, resulta insultante leer que Springsteen está acabado y que nada ya tiene que aportar a la música actual. De nuevo los extremos. De nuevo los convencionalismos, los apriorismos, las sentencias definitorias y los afanes por encumbrar o matar a los artistas. El tiempo corre y las personas cambiamos. También los artistas. Y, por descontado, los músicos. Pues bien, aclarado todo esto, antes de analizar brevemente las canciones de Western Stars, debo decir que a mí el disco me ha gustado. Bastante.

     Lo abre, muy bien por cierto, Hitch Hikin´, una canción repleta de campanillas que nos presenta un paisaje abierto, el entorno perfecto para un autoestopista que se guia por el tiempo y el viento, a golpe de cuerdas de violín y viola. Una pieza que constituye un gran arranque de disco que, quién sabe, bien podría convertirse en uno de los himnos de los próximos conciertos del rockero. Le sigue The Wayfarer, un tema tranquilo y feliz presentado a ritmo de guitarras raspadas que recuerda a la época del Tunnel of love y que nos deja unos violines espectaculares y un final cinematográfico con una muy buena orquestación. Country californiano setentero en estado puro. Tucson Train es el tercer tema del disco --también su tercer sencillo--, popero, con reminiscencias del Devils and dust, del Tunnel of love y hasta del Lucky town, en el que a través de una bonita melodía se nos habla de redención y de cambio de vida. El arranque a modo de tren se hace más patente si cabe al final de la canción.

     Western Stars es el tema que da nombre al trabajo. También su cuarto sencillo. Habla de las estrellas brillantes, y destacan sus épicas cuerdas, su plácida pedal steel, una emotiva slide guitar y una brillante orquestación que nos quiere llevar desde el Devils and dust hasta el Human touch pasando por The rising. Sleepy Joe´s Café recuerda a unos calmados Beach Boys y, por qué no, a algo parecido a I´m on fire. Su precioso acordeón, su sección de viento y su repentina trompeta nos presentan un local en el que relajarse y disfrutar. Drive Fast es una especie de diálogo entre el piano y la guitarra, que representan respectivamente a la tristeza y al ritmo. Es una historia --más bien una plegaria-- sobre un perdedor resiliente, un superviviente orgulloso de tener un lugar al que volver, un hogar amoroso. Chasin´ Wild Horses supone el ecuador del disco. Presenta una fluida orquestación, recuerda al Magic --más concretamente, a Your own worst enemy-- y vuelve a hablarnos de redención, de autoperdón y de una nueva oportunidad. De nuevo, asistimos a un final cinematográfico con un gran bajo.

     En Sundown encontramos un piano y un bajo que nos retrotraen al Working on a dream. Destacan el sintetizador, que transmite monotonía, y un gran despliegue vocal de Springsteen. Un milagro que conserve esa voz tras tantos años de maratonianos conciertos. Somewhere North Of Nashville es un medio tiempo que supone una breve caricia --es el tema más corto del álbum--, con unos coros casi religiosos y la sensación de que se está escuchando a Dylan o a Seeger. Folk americano al más puro estilo de The ghost of Tom Joad. En Stones, el Boss habla de mentiras que pesan como piedras a través de una engolación orbisoniana. Parece un tema de banda sonora, con una excelente sinfonía y un sublime violín final que pone también un punto y aparte en la monotonía de esta parte del disco, justo antes de dar paso al trío de canciones que cierra el álbum.

     There Goes My Miracle comienza con un redoble de batería, recuerda de nuevo al mejor Roy Orbison, retorna a la efervescencia anterior a los temas predecesores y se convierte --este sí, desde luego-- en todo un himno para los futuros conciertos springsteenianos. Probablemente no sea la mejor canción del disco, pero sí la más pegadiza, por su melodioso y repetitivo estribillo, y la que más posibilidades tiene de ser la inolvidable del presente trabajo. Fue, además, el segundo sencillo de Western Stars. Hello Sunshine fue el tema elegido como primer sencillo. Las escobillas de la batería nos acarician y nos relajan --casi nos duermen-- a modo de nana. Fluye de tal manera que nos eleva y parece hacernos levitar por momentos. Country suave, muy suave, que nos habla de carreteras vacías, desiertos infinitos, kilómetros en los que perderse y felicidad. Todo ello, a un ritmo muy parecido al del mítico Midnight´s Cowboy de Harry Nilsson. Moonlight Motel cierra el disco. Y lo hace de maravilla. Se trata de una balada country-folk que recuerda al The rising. A través de una atmósfera onírica, arenosa, a ritmo de punteo de guitarra, nos habla de la nostalgia y del lamento que a menudo supone el fin del día, en este caso, del álbum. Dignísimo final de disco.  

     En definitiva, Western Stars está lejos de ser el típico disco que pasará a la historia de la carrera de su creador. No obstante, es un trabajo honesto y digno. Mucho más de lo que algunos han escrito durante estos últimos días. Ni grande ni grandilocuente. Con algunas piezas que vale la pena escuchar. Un álbum que asume algo que ni los más críticos con el Boss podrán negar: un gran riesgo. Es diferente y auténtico. Podrá gustar más o menos, pero no es, ni mucho menos, más de lo mismo. Algo que, en mi opinión, sí sería causa de una crítica más desaforada y justificada. El Boss ha vuelto. Y, para muchos, es una gran noticia...                                           


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Songs Of Innocence. U2 han vuelto a lo grande y por sorpresa





     Que U2, Apple y iTunes son los grandes reyes de la mercadotecnia actual - cada uno en su parcela, por supuesto - ha quedado de manifiesto en las últimas horas merced al acuerdo a tres bandas para presentar el nuevo iPhone6, el Apple Watch y el esperado regreso de U2 a la escena musical. Aunque el disco físico, Songs Of Innocence, no saldrá hasta el 13 de octubre los irlandeses sorprendieron ayer a todo el mundo regalándolo a través de la plataforma iTunes, la cual habrá pagado a la banda una suculenta cantidad de millones de euros (o de dólares) a cambio de semejante primicia. Sorpresa que, en palabras del propio Bono, tendrá pronta continuidad en forma de otro disco titulado Songs Of Experience.

     Se trata del cuarto disco de estudio de U2 en lo que llevamos de siglo y milenio, tras All that you can´t leave behind (2000), How to dismantle an atomic bomb (2004) y No line on the horizon (2009). Escribo estas líneas tras solo tres escuchas y dispongo de la poca información que hasta el momento se puede encontrar en la red - mucha, sí, pero básicamente repetida -, por lo que si lees este artículo varios días después de su publicación observarás informaciones no del todo correctas. Pido disculpas por ello. Pero hay cosas que se deben escribir en caliente. Y ahora mismo lo estoy, y mucho.

     Fui un fanáticio udosero en los 80 y los 90. Incluso disfruté del Vertigo Tour en directo, ya mediada la primera década del actual siglo. Tengo, desde hace años ya, el firme convencimiento de que lo mejor de U2 ya pasó, que nada volverá a ser igual, que la voz de Bono nunca volverá a emitir aquellos maravillosos sonidos de hace décadas. Sin embargo, tres escuchas - en realidad solamente una - me han bastado para decirme a mí mismo que estamos ante un disco enorme. Suena como si se hubiera grabado del tirón en un garaje oscuro y grasiento. Y me encanta que se haga de esta manera.

     The miracle (of Joey Ramone), originalmente llamada Siren, abre el nuevo trabajo de la misma manera que hicieran años atrás en sus respectivos discos temas como No line on the horizon, Vertigo, Beautiful day o Discotheque. Es decir, rompiendo en mil pedazos los nervios de quien escucha. Es un comienzo abrumador, emocionante, sensacional, adrenalítico. Se trata de un homenaje a los Ramones y a su I believe in miracles. Los gritos guerreros al más puro estilo The refugee en War dan paso a una explosión guitarrera de The Edge y a un estribillo fácil pero muy pegadizo. La voz rasposa de Bono le otorga todavía un carácter más tribal y épico. Todo lo que he perdido ahora ha regresado / el sonido más hermoso que he oído / éramos peregrinos en el camino, dice la letra.

     Every breaking wave, que en un principio iba a titularse simplemente Wave, es la típica canción udosera que acaba convirtiéndose en himno generacional. Ha sido remodelada sobre las primeras maquetas - aparecidas en Songs Of Ascent, disco que finalmente fue abandonado por el grupo - y se le han añadido unos coros que le dan una vitalidad nueva. Es uno de los mejores temas del disco, sin duda. La guitarra de The Edge, menos aguda de lo habitual en los últimos tiempos, conduce magistralmente la canción. La letra dice así: ¿Estamos dispuestos a ser barridos de nuestros pies? / y dejar de perseguir / cada ola que rompe.

     California suena muy alegre y fresca. Tanto que parece un homenaje a los Beach Boys. En realidad, rememora el primer viaje de la banda al estado del oeste de los EE. UU. en la década de 1980 - California, sangre naranja de atardecer trae a tus rodillas / lo he visto yo mismo / no hay fin a la pena -. De nuevo, un estribillo ágil y unos coros digeribles con facilidad.

     Song for someone es la Sometimes you can´t make it on your own o la Stuck in a moment you can´t get out of de este disco. Es decir, la gran balada que servirá para que móviles y mecheros iluminen los oscuros estadios durante la próxima gira de la banda. Según parece, la letra recuerda ese primer amor adolescente nacido entre Bono y su mujer, Alí, con doce o trece años de edad: Si hay un beso que le robé a tu boca / y si hay una luz, no dejes que se apague.

     Iris (hold me close) trata, como en su día I will follow (Boy, 1980) o Tomorrow (October, 1981), de la pérdida de una madre a edad temprana. Iris Hewson falleció cuando Bono tenía tan solo 14 años. Sin embargo, esta canción trata el tema desde el punto de vista de un hombre maduro que canta abrázame cerrado / tengo tu vida dentro de mí, en clara referencia a cómo la pérdida de su madre ha dado forma a su propia vida.

     Volcano redunda en el tema anterior, apareciendo un Bono joven y enojado ante la pérdida de su madre - Algo en ti quiere volar / estás en un pedazo de tierra por encima de un volcán -. El bajo de Adam Clayton suena como hace tiempo no lo hacía. Toda una delicia recuperarlo para la causa. La canción rescata los riffs de guitarra de otro tema abandonado por la banda, Glastonbury, que sonó en varias ocasiones durante su última gira, 360º. 

     Raise by wolves me ha transportado directamente a los tiempos del Boy, tanto en música como en temática. La letra habla de un coche-bomba que estalló en Dublín, cerca de la casa de Bono, y que podría haberle costado la vida. Cualquier otro viernes habría estado en esa tienda de discos, pero ese día fui a la escuela en bici, ha afirmado el propio Bono en referencia al hecho.

     Cedarwood road homenajea la infancia de Bono, quien creció en el número 10 de dicha calle de Dublín junto a algunos de sus todavía amigos (Gavin Friday o Guggi Rowan). Es un tema de amistad y recuerdos agridulces. Los versos Tú no puedes volver a donde nunca te fuiste / Fue una zona de guerra y todavía permanezco en aquella calle reflejan a la perfección los sentimientos del cantante respecto a aquel lugar. De nuevo aparece el mejor bajo de Adam.

     Sleep like a baby tonight recuerda al conocido falsete de Bono en la época de Lemon (Zooropa, 1993) o de If you wear that velvet dress (Pop, 1997). La letra hace referencia a un hombre infeliz - ¿quizás el padre de Bono? - que desayuna criticando a los políticos pero que se ve incapaz de cambiar las cosas. Como vemos, tema muy de moda en la España actual.

     This is where you can reach me es un homenaje a The Clash, contemporáneos de los Ramones. Los jóvenes miembros de U2 los vieron tocar en un concierto en 1977. La letra dice así: firmamos nuestras vidas / completa rendición / la única arma que sabemos. Toda una declaración de intenciones de lo que los U2 pensaron en aquellos momentos de subidón rockero.

     The troubles cierra el disco de la misma manera que en sus antecesores hicieron Grace, Love is blindness o Cedars of Lebanon. Un tema melancólico, tranquilo y acompasado en el que la voz de la cantante Lykke Li repite que alguien entró en su alma mientras Bono reflexiona sobre su propia redención y aprende a pasar de los problemas políticos de la Irlanda del Norte actual: Tengo voluntad de supervivencia / así que puedo lastimarme y dañarme más / puedo vivir con la negación / pero tú no eres mis mayores problemas. 

     En definitiva, pese a que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor - y en la música actual esta máxima queda constatada con total firmeza - el nuevo trabajo de los irlandeses más famosos del mundo me ha gustado mucho. No son lo que fueron, sin duda, pero siguen siendo el mejor grupo de rock del momento - junto a Coldplay - y parece que vuelven con energías renovadas. Habrá que esperar a ese Songs of Experience para ver si es así o si este Songs of Innocent ha sido tan solo un espejismo. Eso sí, un maravilloso espejismo...