LIBROS

LIBROS
Mostrando entradas con la etiqueta Freddie Mercury. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Freddie Mercury. Mostrar todas las entradas

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Bohemian Rhapsody. Bryan Singer. 2018. Crítica





     La pasada semana 20th Century Fox estrenó la esperada película sobre la historia de la banda de rock británica Queen y su carismático líder, Freddie Mercury. Tras años de rumores, cambios de dirección, producción, guión y actores y demás problemas, finalmente llegó a las pantallas de todo el mundo bajo la dirección definitiva de Bryan Singer (Valkiria, Jack el cazagigantes, Superman Returns y la saga X-Men) y el guión definitivo de Anthony McCarten (La teoría del todo, El instante más oscuro). El actor egipcio Rami Malek (Papillon, Noche en el museo) encarna al mítico cantante originario de Zanzibar, logrando un resultado que va mucho más allá de una simple caracterización e imitación de gestos y posturas para convertirse en un gran trabajo simbiótico por el cual llega a revivir a la estrella del rock que fue Farrokh Bulsara.

     Los desconocidos Gwilym Lee, Ben Hardy y Joseph Mazzello interpretan respectivamente los papeles del resto de miembros de Queen: el guitarrista Brian May, el baterista Roger Taylor y el bajista John Deacon. Lucy Boynton (Asesinato en el Orient Express) encarna a Mary Austin, el gran amor femenino del cantante y compositor. Y Aaron McCusker (Caza al testigo, Incoming) a Jim Hutton, la pareja de Freddie durante sus últimos años de vida (1985-1991). Aidan Gillen y Tom Hollander interpretan a los mánagers de la banda, John Reid (hasta 1978) y Jim Beach (desde 1978). Mike Myers (saga Austin Powers) da vida a Ray Foster, el productor que perdió a Queen al no aceptar el tema Bohemian Rhapsody como single. Y Allen Leech (Réquiem por un asesino, Descifrando Enigma) al infame Paul Prenter, el mánager personal de Mercury entre 1980 y 1984.

     La película comienza y termina el día del concierto benéfico Live Aid. No obstante, recorre la historia de la banda desde su creación --sobre las cenizas de Smile, grupo en el que ya militaron May y Taylor-- hasta el verano de 1986. Recoge el proceso creativo de las principales canciones y discos del grupo, especialmente Bohemian Rhapsody (para muchos críticos, la mejor canción de la historia del rock), la constante lucha de egos entre sus miembros (y las continuas disputas sobre cómo terminar los temas, cuáles debían ser o no singles promocionales), los vaivenes emocionales de un Freddie genial pero en ocasiones realmente exasperante, sus relaciones amorosas y sexuales con Mary Austin, Paul Prenter y Jim Hutton, los errores y las malas decisiones del cantante y sus malas compañías.

     El ritmo del film es rápido. A veces, trepidante. Tanto que, pese a durar dos horas y quince minutos, no se hace pesada. En absoluto. La emoción que transmite cautiva al espectador, que revive momentos de su propia vida a través de las hechos que se describen y de las canciones que acompañan la historia que se nos está narrando. Por ejemplo: ¿qué amante de la música rock, sea o no seguidor de Queen, no recuerda aquel mítico concierto Live Aid del 86? ¿Quién no se retrotrae al mágico, único e irrepetible momento de escuchar por primera vez temas como Bohemian Rhapsody, Another one bites the dust o Under pressure? ¿Quién no sonríe al recordar dónde, con quién y cuándo vio por vez primera el vídeo clip de I want to break free? ¿Quién no se emociona al ver interactuar a Freddie con el público de Wembley aquella tarde del verano del 86?

     A lo largo de los 135 minutos de su metraje hay momentos para reír (básicamente, con las excentricidades de Mercury, pero también con las directas e indirectas que los miembros de la banda se lanzan en varias de las escenas), llorar (cuando Freddie confiesa su bisexualidad a Mary Austin o su enfermedad a sus compañeros de Queen), reflexionar (sobre la importancia de las buenas amistades y de saber no rodearse de malas compañías) y cantar (al ritmo de We will rock you, Killer queen, Crazy little thing called love o Radio Ga Ga). Y esa sucesión de escenas cómicas, dramáticas, amorosas y musicales hace que el espectador se introduzca en una especie de montaña rusa de emociones de la que no desea salir.

     Servidor, amante desde siempre del rock, y seguidor desde hace tres décadas de Queen, debe reconocer que dejó escapar algunas lágrimas en un momento determinado del film. Y eso que la parte de la historia que aparece en la película está todavía lejos del momento de la muerte de Freddie. Casi mejor así, la verdad. Porque, de haber avanzado en ella y haber finalizado en 1991, quizás las salas de proyección se habrían convertido en un mar de lágrimas. Y, como Freddie comentó en aquellos duros momentos, la música es lo más importante, y cuando uno llega a la cima, solo cabe caer. La suya fue de las más crueles de la historia, sin duda. Pero probablemente fuera una muy buena idea finalizar la historia contada por esta película en 1986.                 

     Como era de esperar, la película asume algunas licencias narrativas en pos de resultar más emotiva y cautivadora, algo que, sin embargo, hace que incurra en falsedades, verdades a medias y/o errores de bulto. A saber: la formación de Queen fue mucho más complicada de lo que el film nos enseña, especialmente en lo referente a las llegadas a la banda de Freddie y John; Mary Austin salió con Brian antes de que Freddie se enamorara de ella y se la robara a su compañero; Jim Hutton no era camarero sino peluquero, y no conoció al cantante en una de sus fiestas sino en un local nocturno de ambiente; la vida sexual y privada de Mercury aparecen algo edulcoradas en la película para conseguir una calificación por edades de más de 13 años y no de más de 18; Freddie no supo que tenía el SIDA hasta meses después del Live Aid, por lo que resulta imposible que comunicara a sus compañeros de banda su enfermedad antes del concierto benéfico; fue Roy Featherstone y no Ray Foster quien se negó a publicar como single Bohemian Rhapsody; Queen nunca se separó como banda; cuando Mercury grabó en solitario Mr. Bad Guy Roger Taylor ya había grabado otros dos álbumes en solitario; antes del famoso Live Aid Queen había hecho una gira de presentación para su LP The works, por lo que el concierto no se produjo tras varios años de inactividad.

     Disquisiciones, alabanzas, críticas y demás comentarios al margen, el caso es que Bohemian Rhapsody es una película que todo amante del rock debería ver. A los no seguidores del grupo les ayudará a conocer un poco mejor los entresijos de la banda. Y a los seguidores les recordará muchas y muchas cosas de sus vidas. La cuestión es que, casi 27 años después de la muerte de Mercury, tanto él como Queen siguen vivos, muy vivos, en las mentes de sus fans y seguidores. Lo cual los convierte en leyenda y los hace, por tanto, inmortales. ¡Fuck you!             


       

jueves, 24 de noviembre de 2011

Freddie, la voz que perdurará para siempre



     El 24 de noviembre de 1991, apenas 24 horas antes de anunciar un secreto a voces (tenía SIDA), Freddie Mercury falleció en su casa de Londres y se convirtió en una de las más grandes leyendas del rock universal. Han pasado ya 20 años desde que Frederick Bulsara (su nombre real) nos dejó. Así que es obligado hacerle un pequeño y humilde homenaje desde las páginas de Jungleland.

     Corría el año 1984 cuando le conocí. El tanzano de Zanzíbar tenía 38 años. Yo solo 9. Y la primera imagen que recuerdo de él es bailando, pasando la aspiradora, vestido de mujer y luciendo bigote. Debéis entender que aquella imagen me impactó sobremanera. Me quedé alucinado ante la pantalla. Y también mi madre. A ella le impactó menos, pero rió. Rió mucho. Y yo la seguí. Lo de menos era la música en aquel momento. Ese día mi madre y yo empezamos a amar a Freddie. A ella no le gusta el rock. A mí me apasiona. Y se lo debo todo a Bruce Springsteen, a U2 y a Queen y Freddie Mercury.

     Desde entonces seguí cada uno de los pasos de Queen. Por desgracia, cada vez se prodigaron menos a la hora de grabar y de hacer giras: solo tres discos en los siguientes siete años y una única gira (tras el disco "A Kind Of Magic"). En agosto de 1986 tuvo lugar el último concierto de Queen con Freddie Mercury al frente. Durante los siguientes años hubo multitud de rumores sobre la causa de que el grupo se negara a dar lo que hasta entonces eran reconocidos como los más auténticos y espectaculares shows en vivo. En efecto, más allá de los grandes discos que publicaron el fuerte de Queen era el directo. Y Freddie era un maestro de ceremonias como no ha habido otro.

     Mercury era inagotable. Aguantaba hasta tres horas en el escenario y ni él sabía con qué iba a sorprender a su audiencia en la siguiente canción. Sus compañeros, obviamente, tampoco. Pero siempre seguían sus bromas y sus excentricidades. Sí, Freddie era un excéntrico: como casi todos los genios del arte universal. A mí me encantaba. Y supongo que también a todos vosotros. Sin embargo, tras ese semblante extrovertido se escondía un personaje muy diferente: tímido, extremadamente reservado y poco hablador.

     Prueba de ello fue el comunicado en el que reconoció que padecía SIDA, el día 23 de noviembre de 1991, tras negarlo en diversas ocasiones: "Siguiendo la enorme conjetura de la prensa de las últimas dos semanas, es mi deseo confirmar que padezco sida. Sentí que era correcto mantener esta información en privado hasta el día de la fecha para proteger la privacidad de los que me rodean. Sin embargo, ha llegado la hora de que mis amigos y seguidores conozcan la verdad y espero que todos se unan a mí y a mis médicos para combatir esta terrible enfermedad. Mi privacidad ha sido siempre muy importante para mí y soy famoso por prácticamente no dar entrevistas. Esta política continuará." No fue posible. Murió al día siguiente por una bronconeumonía complicada por dicha enfermedad.

     Como no tuve ocasión de verles jamás en directo me tuve que conformar con sus vídeo-clips y sus conciertos enlatados. ¿Quién no ha disfrutado alguna vez viendo el Live At Wembley de 1986 o su intervención en el Live Aid de 1985? Sin ninguna duda, Queen tenía una fuerza, una energía y una vitalidad a prueba de bombas. Y buena parte de ello era gracias a él. Por no hablar de su voz.

     Freddie tenía voz de tenor. Un crítico la describió así: "[en] la escala de algunos compases va de un gruñido tipo rock gutural a tierno y vibrante tenor, y luego a un tono de alta coloratura, perfecta, pura y cristalina en la parte alta". Y Montserrat Caballé afirmó que " la diferencia entre Freddie y la mayoría de las estrellas de rock es que él vendía la voz". Y era algo natural, pues nunca recibió clases de canto. Su cantante favorita siempre fue Aretha Franklin.

     ¿Y como compositor? También en esta faceta fue un auténtico genio. Solo él fue (y es) capaz de componer piezas tan intrincadas como "Bohemian Rhapsody", con multitud de cambios de registro de todo tipo e incorporando coros operísticos, guitarras, bajos y hasta un extraordinario piano de una riqueza inalcanzable para cualquier otro músico. Pero no solo eso: compuso extraordinarias piezas  puramente rockabilly ("Crazy Little Thing Called Love"), rockeras en el pleno sentido de la palabra ("Killer Queen") y hasta heavy clásico ("Son And Daughter"). Y sus baladas son antológicas ("Love Of My Life" o "Who Wants To Live Forever"). Su abanico de temas, registros e instrumentos aún no ha sido superado. Mercury tocaba el piano, la guitarra y el sintetizador de forma magistral.

     En solitario editó dos discos: "Mr. Bad Guy" y "Barcelona". Joyas como "Living On My Own" o "I Was Born To Love You" salieron del primero de ellos, un disco popero y discotequero, sonando en numerosas discotecas ya en los noventa. Del segundo, más tradicional y operístico, salió el himno de las Olimpiadas de 1992, un año después de su muerte. Además, lanzó numerosos sancillos, destacando una sublime versión de "The Great Pretender" de The Platters.

     Freddie se fue hace 20 años. Recuerdo perfectamente que ha sido, hasta la fecha, una de las muertes que más me ha costado superar. Me acordé de él cada día durante meses: hace una semana, hace un mes, hace dos meses, hace tres meses...me repetía a mí mismo para asimilar que era cierto. Sí, Freddie nos dejó. Pero nos queda su talento, su genio, su extravagancia. Por supuesto, nos quedan, también, su música y su voz. Una voz que perdurará para siempre...