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lunes, 29 de abril de 2019

28A: España dice NO al fascismo





     La imagen que ilustra las siguientes reflexiones es muy significativa. El pueblo español, que habló alto y claro ayer, parece haberla asumido hasta las últimas consecuencias. Y lo ha hecho como es debido: de forma democrática. Votando y botando del gobierno de este país a quienes han hecho del discurso del odio y del miedo su particular bandera. Así es como se combate al enemigo en democracia. Quizás, visto lo visto, este país todavía tenga arreglo. Aunque habrá que esperar para ver qué gobierno se forma a partir de las negociaciones que desde anoche mismo están ya en marcha. Sin prisa pero sin pausa. Pero una cosa está clara: gracias a la amplia movilización de los votantes de izquierda y al denominado voto útil antifascista, gobernará Pedro Sánchez, y los fascistas estarán en la oposición. Una oposición que amenaza con seguir agitando sus banderas en aras de una mayor crispación.  

     El PP obtuvo anoche su peor resultado histórico con gran diferencia --4,3 millones de votos, el 16,7% del total y tan solo 66 escaños--, puesto que la antigua Alianza Popular de Fraga jamás contó menos papeletas. El liderazgo de Casado queda en tela de juicio a las primeras de cambio y, según sus propios tesoreros, las cuentas del partido están tan poco claras que quizás haya de venderse la sede central de la calle Génova. Casi nada. Los populares solo han ganado en cuatro provincias, han desaparecido del País Vasco (Javier Maroto, jefe de campaña, se ha quedado fuera del Congreso), solo cuentan con un escaño en Cataluña (el de Cayetana Álvarez de Toledo) y han quedado emparedados, como si de un sándwich se tratara, entre VOX por la derecha y Cs por el centro. Aunque no está muerto --no vendamos la piel del oso todavía--, ni mucho menos, su futuro político se presenta muy complicado. Sobre todo, económicamente.

     Ciudadanos ha estado a punto de arrebatar a los populares el liderazgo de la derecha española. Sus 4,1 millones de votos, sus 57 escaños y su 15,9% del total de los sufragios --a tan solo 0,8 puntos del PP-- hacen de Rivera el segundo gran ganador de la noche electoral. Y eso que las últimas encuestas no le daban tan buen resultado. Suma 25 escaños a los 32 que ya tenía, resiste el embate de VOX, que por momentos parecía incluso con opciones de superarle, y se afianza con claridad como probable sucesor del PP como principal partido de la oposición al gobierno socialista. Eso sí, analizando los resultados, puede que los miembros de la dirección del partido se muerdan las uñas de manos y hasta de pies, puesto que si en lugar de escorarse hacia la derecha y colocar el cordón sanitario al PSOE de Sánchez, dejándole el centro en exclusividad a los socialistas --otra de las claves de estos resultados, sin duda--, hubieran optado por seguir en el centro, podrían haber recogido una cosecha mucho mayor todavía.

     Capítulo aparte merece VOX. La formación de Abascal, viendo la situación actual del país y sabiendo lo que consiguió hace tres años Podemos (73 escaños partiendo desde cero), pensó que podía repetir el éxito de los morados. Pero ni VOX es Podemos ni Abascal es Iglesias. Podemos estuvo a punto de superar entonces al PSOE, sin embargo, VOX se ha quedado a años luz de Cs y PP. Sus 24 escaños le apartan de sus notables aspiraciones iniciales, pero muy mal haremos todos si seguimos despreciándolos. Su presencia en el Congreso es un paso atrás para todos los demócratas, y 24 diputados es un cifra que debemos poner en valor. Con el PP en caída libre, VOX tiene mucho margen para seguir creciendo. Demasiado. Y la izquierda deberá gobernar bien estos cuatro años para conseguir mantener la movilización de sus votantes. Porque si esta baja, VOX crecerá de forma imparable en 2023, tal y como sucedió en Andalucía. Y eso sí sería una noticia trágica para España.
     
     La fragmentación de la derecha, la movilización izquierdista contra la amenaza fascista y el voto útil han aupado al gobierno a los socialistas. El PSOE recupera votos y escaños, pero está por ver si consigue lo mismo con el crédito político perdido durante los últimos años. No podrá gobernar en solitario, por lo que deberá elegir con quién pactar o aliarse. Así, Sánchez, presionado ya por el IBEX35, FAES, los propios barones de su partido, la banca y demás poderes fácticos, deberá elegir entre el conservadurismo junto a Cs o el progresismo junto a Podemos. Dependiendo de su decisión, nos encontraremos ante un acto de cobardía y traición hacia sus propios militantes --que le votaron como secretario general y que anoche le gritaron aquello de Con Rivera no y Sí se puede-- y hacia Podemos --que organizó junto a él la moción de censura que eliminó políticamente a Rajoy y le dio la presidencia-- o, al contrario, ante un doble acto de valentía y agradecimiento hacia ellos --militantes y Podemos--, exactamente por los motivos ya reseñados.

     Podemos ha obtenido 3,7 millones de votos, 42 escaños y el 14,3% de los votos totales. Ha perdido, pues, casi millón y medio de votos y 29 escaños. Tras el PP, es el segundo gran perdedor de estas elecciones. No obstante, en ocasiones, menos es más. Los 73 escaños de la anterior legislatura lo dejaron fuera del gobierno, pero sus 42 actuales pueden acercarle a él. Pese a contar con la mitad de votos y la tercera parte de escaños que el PSOE, se sitúa como la muleta más recomendable del gobierno socialista según sus propios militantes. Iglesias, que tras su paternidad --la cual, por cierto, parece haberle sentado de maravilla--, se está mostrando más precavido, tranquilo, sosegado, ha evitado mediante una gran campaña lo que perfectamente podría haber sido una verdadera catástrofe para él y su partido. Se le ve más errejoniano en algunos aspectos, mucho más hombre de estado, lo cual le puede venir muy bien a la formación morada.

     Sigo con Podemos. Varios factores explican su caída electoral. A saber: sus errores propios y batallas internas; el Watergate contra ellos ejercido por las cloacas del Estado --no me cansaré jamás de decirlo y de repetirlo las veces que haga falta: es una auténtica vergüenza y una enorme anormalidad democrática que el resto de los partidos políticos de este país, especialmente el PSOE, hayan guardado silencio ante una trama criminal-política-policial-mediática de semejante envergadura para impedir que un partido político pueda llegar al poder--; el ya mencionado voto útil contra el fascismo; y la no continuación de la política de las conocidas confluencias, que tan bien funcionaron en 2015 y 2016 y que inexplicablemente no se han renovado en esta ocasión (salvo la excepción catalana de En Comú Podem). 

     Este último aspecto requiere una mayor atención, pues es muy llamativo en mi humilde opinión. En Marea ha obtenido 17 mil votos en Galicia, perdiendo sus cinco escaños; Compromís ha sumado 172 mil papeletas, perdiendo tres de sus cuatro escaños (solo Baldoví repetirá como diputado); PACMA --cuya confluencia con los morados llegó a sonar en un momento dado-- no ha conseguido representación parlamentaria pese a sumar 325 mil votos. En total, un solo diputado (Baldoví) con más de medio millón de votos tirados a la basura. Con esa cantidad de votos, Podemos habría llegado hasta los 4,2 millones, y habría estado junto a PP (4,3) y Cs (4,1), luchando por ser segundos o terceros en estas elecciones. Aún así, Podemos sigue siendo el principal baluarte del verdadero progresismo, puesto que sin él, el timón del PSOE puede volver a desviarse hacia el centro o el centro-derecha.

     En definitiva: el fascismo ha sido derrotado, al menos por el momento, y corresponde al PSOE elegir entre una política conservadora u otra progresista durante los cuatro años de una legislatura que se nos antoja la más crispada de la historia: con 24 diputados de extrema derecha; con una derecha más radicalizada que nunca; con los nacionalismos catalán y vasco claramente al alza --PNV sube de 5 a 6 escaños; Bildu, de 2 a 4; ERC, de 9 a 15; y JXCat mantiene sus 7 escaños--; y con una convivencia parlamentaria que puede ser más que complicada. Así las cosas, que Sánchez tenga mayor o menor valentía marcará claramente la agenda política durante los próximos años.                               


lunes, 7 de marzo de 2016

Investidura fallida de Pedro Sánchez. Y... ahora, ¿qué?





     El pasado viernes, por primera vez en la historia de la todavía corta democracia española, un candidato a la presidencia del gobierno fue rechazado, también en segunda votación, por 219 diputados. Y ahora, ¿qué? El líder del PSOE y el resto de su órgano de dirección siguen sin hacer la más mínima autocrítica. No la hicieron tras el 20D, cuando obtuvieron los peores resultados electorales de su historia pese a haber estado cuatro años en la oposición de un gobierno, el del PP, que ha resultado una enorme infamia para nuestra nación. Y siguen sin hacerla tras el 4M pese a haberse quedado solos debido a un NO rotundo por parte de la totalidad de la izquierda española.

     En lugar de ello, la estrategia de los socialistas es echar la culpa de sus propios fracasos a Podemos. Olvidando, dicho sea de paso, que los compañeros de Pablo Iglesias no han sido los únicos en darle la espalda a él y a su deslumbrante pacto con Ciudadanos. Ese que, además, fue votado en contra por el 21% de los propios militantes del PSOE en una votación en la que solo participó el 51% de la militancia. ¿Para qué?, debieron pensar el resto de sus militantes. Total, una vez firmado dicho acuerdo con Rivera, ya no había marcha atrás.

     Dicen desde el PSOE que 130 suman más que 161 y que Podemos --y el resto de diputados de izquierdas, me permito añadir yo ya que no lo quieren hacer ellos-- ha votado con el PP en contra de su investidura. Y, digo yo: por la misma regla de tres --parece que de matemáticas no van muy bien los socialistas--, los populares han votado con ERC, Democràcia i Llibertat o Bildu, por lo que Rajoy se ha convertido en independentista como por arte de magia. En fin, que olvidan también que no es que Podemos no quiera nada con Ciudadanos, sino que tampoco estos entrarían en un pacto en el que estuviera Podemos. ¿Padecen también los socialistas de memoria selectiva?

     Sánchez ha estado empeñado en un acuerdo imposible desde el primer momento. Unir a Podemos y a Ciudadanos es algo impensable, imposible. ¿Cómo se pueden coordinar las políticas sociales de los primeros con las económicas de los segundos? Nunca el aceite y el agua se han disuelto. Tampoco este hecho parece ser conocido en Ferraz. Quizás se viva allí en otro mundo, un universo paralelo en el que todo es posible. Pero, por si todo esto fuera poco, afirma el PSOE que las causas del no acuerdo con los morados se basa en la indivisibilidad del Estado español. Y llegamos, probablemente, a la gran falacia del asunto.

     Porque decir que Podemos es un partido político independentista es querer engañar a la ciudadanía. Una cosa es defender el derecho a decidir y otra muy distinta abogar por la independencia. ¿Tampoco esto se puede entender en Ferraz? Pues claro que sí. Idiotas no son. Faltaría más. No obstante, el PSOE ha de buscar cualquier diferencia con Podemos para justificar su negativa a sentarse de verdad a negociar con él. Porque, lo que le ocurre al PSOE es que tiene miedo. Un pánico indescriptible a dejar de ser el partido mayoritario de la izquierda española.

     Y, de nuevo, en lugar de hacer balance interno, dejar de mirarse el ombligo y tratar de discernir el por qué de sus debacles electorales y en el debate de investidura el PSOE prefiere marcar muy bien las diferencias e intentar hacer ver a la opinión pública que los de Podemos son los malos de la película. Como lo son los indios en las películas del oeste. Incluso, se atreven a afirmar que no entienden por qué Iglesias los odia tanto. Todo menos pararse a pensar un instante un hecho de sobra ya constatado: no solo los odia Iglesias. Cada vez somos más los españoles que nos sentimos traicionados por un partido que ya hace años dejó de ser socialista y obrero para iniciar un viaje al centro-derecha que parece no tener ya vuelta atrás. Algo que deja bien patente ese pacto con el partido de Rivera.

     Pese a todo lo anterior, Sánchez sigue teniendo una gran ocasión para ser presidente. Eso sí, ha de ser valiente y dejar de seguir los dictámenes de los grandes barones de su partido --todos sabemos quienes son y lo que opinan sobre la gran coalición junto a Ciudadanos y PP-- para apostar decididamente por retornar al camino de progreso que jamás debió abandonar. Porque, de seguir por él, no debería extrañar a nadie que Podemos le coma definitivamente la tostada y pase a ser ese referente de izquierdas que tanto perseguimos los ciudadanos que hemos mamado desde nuestra infancia la ideología socialista en este momento perdida.

     Seré sincero. Estoy muy pesimista. Creo que al final la gran coalición se hará efectiva. Ahora o después del verano (suponiendo que, como todo parece indicar, haya nuevas elecciones en junio). Las presiones que nos acercan a ella son muy fuertes. Y no me refiero solo al PP --que, además, tiene mayoría absoluta en el Senado y podría bloquear muchas de las medidas salidas del Congreso--, a Ciudadanos y a una buena parte del PSOE. También a las grandes empresas y a los bancos les interesa. Y no digamos a las instituciones europeas y hasta mundiales. Porque --y esta es otra cuestión trascendental--, los anteriores gobiernos (tanto del PP como del PSOE) han dejado que la economía y la capacidad de decisión nacional sea secuestrada y dirigida desde fuera de nuestras fronteras. En definitiva: seguimos camino del desastre...       
                       

lunes, 26 de noviembre de 2012

Cataluña y España tras el 25N. Los 3 pecados capitales de Mas



     Apasionante. Así queda la situación política tanto en Cataluña como en España tras las elecciones catalanas del 25N. La opinión pública celebra el gran fracaso de Artur Mas y CiU en unas elecciones que se presentaron más como un plebiscito que como unas autonómicas. Ciertamente, desde el punto de vista meramente catalán, el mensaje soberanista e independentista de Mas no ha calado en el pueblo catalán. Sin embargo, desde el punto de vista español, la cosa cambia: la vía independentista queda hoy mucho más abierta que ayer.
 
     El propio líder de CiU reconoció anoche que la situación queda ahora más complicada que antes. Sin embargo, pese a su descalabro en su lucha por conseguir la mayoría absoluta, añadió que "la suma de las formaciones políticas que están a favor del derecho a decidir es mayoritaria", haciendo un guiño tanto a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) como al mismísimo Partit Socialista de Catalunya (PSC).
       
     En efecto, sobre los resultados electorales de ayer caben dos interpretaciones bien diferentes. Por un lado, CiU ha padecido una auténtica debacle al quedarse muy lejos de la ansiada mayoría absoluta (perdiendo 90 mil votos y hasta 12 diputados, pasando de 62 a sólo 50). No obstante, sumando sus cifras a las de ERC (con posibilidad también de añadir al PSC y otras formaciones menores pero que han aumentado muy satisfactoriamente el número de votantes y de diputados obtenidos) podemos ver con meridiana claridad que el proyecto independentista, lejos de perder fuerza, la va a ganar. Y mucho.
 
     Así las cosas, CiU y Artur Mas han sucumbido en la superfície (al no alcanzar la mayoría absoluta), pero, sin duda, han triunfado en el fondo (abriendo, más si cabe, la vía soberanista). Y ello supone, para el Estado español, un peligro enorme. Es decir, dentro del fracaso, no les han salido tan mal las cosas como a mucha gente le pueda parecer.
 
     Y todo ello después de que hayan cometido, siempre en mi modesta opinión, hasta tres pecados capitales. Tres pecados capitales que, dicho sea de paso, no les han pasado excesiva factura. A saber:
1- Artur Mas ha traicionado los ideales políticos de su partido, el cual, desde ahora, ya no puede calificarse de moderado sino de todo lo contrario. Además, deja de ser tan derechista como hasta hace bien poco se autocalificaba.
2- no conocer al pueblo al que se gobierna es el segundo gran error cometido. Pensar que su mensaje soberanista iba a confundir al pueblo catalán demuestra no ser conocedor de la inteligencia, rigor y cordura de sus gentes, las cuales no han mordido el anzuelo presentado por su President.
3- querer engañar es el peor pecado de todos. Sin duda, el tema independista y soberanista, siendo importantísimo para multitud de catalanes, no era más que una cortina de humo destinada a esconder los verdaderos problemas de la sociedad catalana actual: recortes en sanidad y educación, paro, políticas económicas y sociales, etc.
 
     Aún con todo, como he recalcado anteriormente, han salido muy bien parados de este embrollo. No obstante, se les presenta un problema con el que habrán de lidiar de ahora en adelante. Dando por hecha una coalición con ERC, algo lógico tras ver los resultados de ayer, a Mas le será complicado gobernar, a base de recortes, de la mano de un partido, nacionalista, sí, pero plenamente de izquierdas después de todo.
 
     ¿Y en España? Pues eso: peligro. El independentismo catalán, con CiU y ERC juntos de la mano, se va a radicalizar sin ninguna duda, algo que en nada favorecerá a la situación actual de nuestro país. Por tanto, lejos de arreglarse las cosas tras el fiasco electoral de Mas, el panorama se va a complicar en demasía. Será muy interesante, sociológicamente hablando, ver cómo lidian con estas situaciones los partidos nacionales españoles, PP y PSOE.
 
     Hablando en clave catalana, el PP ha subido en 84 mil votos, lo que se ha traducido en un diputado más (pasa de 18 a 19), algo insignificante viendo cómo va a quedar el mapa político catalán. Sin embargo, el PSC sí debe meditar hondamente. Ha perdido 52 mil votantes, lo que se traduce en una pérdida de 8 diputados (pasa de 28 a 20). Nada que ver con hace 20 años, con aquel PSC de Maragall en una Barcelona Olímpica centro del universo. El partido ha perdido, en sólo diez años, 30 diputados y está en caída libre.
 
     En definitiva, parece claro que la gente se ha cansado ya de los partidos mayoritarios y busca ampliar el color de los escaños de su Parlament. Así lo atestiguan las subidas, tanto en votos como en escaños, de partidos como Iniciativa Per Catalunya Verds (de 10 a 13), Ciutadans (de 3 a 9) y Candidatura D´Unitat Popular (de 0 a 3). Por otra parte, el SI (Solidaritat Catalana per la Independència) pierde sus 4 escaños al no contar ya con la presencia de Joan Laporta.
 
     Vienen tiempos convulsos en lo político, tanto en Cataluña como en España. Preparémonos pues...
 
 

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El merecido descrédito de Obama


     El primer presidente afroamericano de la historia de los EE. UU. y Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, vive uno de sus peores momentos desde que es el máximo mandatario del país hegemónico mundial. La incertidumbre económica, el aumento del desempleo, las guerras libertarias en defensa de la paz y la seguridad mundiales y las demasiadas promesas electorales incumplidas en los casi tres años de su mandato están provocando que buena parte de quienes le llevaron a la Casa Blanca en enero de 2008 estén reconsiderando seriamente volver a hacerlo en las próximas elecciones presidenciales de noviembre de 2012.

     Recientemente, el presidente ha comunicado que invertirá 300 mil millones de dólares para desarrollar políticas de creación de empleo. La tasa de paro en su país se acerca peligrosamente al 10 por cien de la población activa, cifras no conocidas en los últimos años. La incapacidad de los congresistas a la hora de acordar un plan para reducir el déficit y luchar contra la deuda, que casi alcanza el 100% del PIB nacional, le han llevado a tomar medidas desesperadas para que su índice de popularidad no caiga en picado a 14 meses escasos de las elecciones. El pasado mes de agosto fue degradada la nota de la deuda federal, sin duda, un duro golpe que había de conllevar dichas medidas de urgencia.

     Curiosamente, una de sus promesas electorales incumplidas habría supuesto generar miles de puestos de trabajo para sus conciudadanos. Efectivamente, una de sus propuestas más firmes fue la reducción de emisiones de gases contaminantes. En la campaña llegó a afirmar que iba a invertir 15 mil millones de dólares anuales para promover el uso de energías más limpias, lo cual habría supuesto la creación de multitud de nuevos puestos de trabajo en el sector energético norteamericano. Y, de paso, podría haber significado un gran impulso en relación al tema del cambio climático. Sin embargo, de lo prometido, nada de nada.

     Por todos es sabido que EE. UU. es uno de los países con mayor inmigración en el mundo. Pues bien, otra de sus promesas incumplidas, que le valió numerosos votos en las pasadas elecciones, fue la aprobación de la reforma migratoria, la cual iba a permitir la residencia permanente en territorio norteamericano a millones de indocumentados. No obstante, la realidad ha sido bien distinta, produciéndose deportaciones masivas fuera de las fronteras del país.

     La Ley de la reforma de la salud se presentó como un gran paso adelante en la búsqueda de una mayor protección de los derechos sanitarios de los estadounidenses. Y lo fue realmente. Pero el hecho de que se debatiera a puerta cerrada hace pensar que el peso de las grandes empresas farmacéuticas mundiales se dejó notar en la toma de deciones final, dejando el efecto de dicha reforma muy por debajo de lo buscado en un principio.

     No obstante, las dos grandes causas de su descrédito (no solo en EE. UU. sino en el resto del mundo occidental) han sido, sin duda, las guerras y el campo de Guantánamo. El campo de detención ubicado en una base norteamericana de Cuba iba a ser cerrado en un año a más tardar. O eso prometió Obama en 2008. Pero en lugar de su cierre, el presidente promovió nuevos juicios militares contra prisioneros considerados sospechosos de atentar contra la seguridad y los intereses de los estadounidenses. Así, continúa la flagrante violación de los derechos humanos, como diversas ONG´s (sobre todo Amnistía Internacional) se han cansado de denunciar sistemáticamente.

     La rápida retirada de los soldados estadounidenses de Irak y Afganistán fue otro de los pilares de la campaña electoral demócrata. Curiosamente, también en un plazo de un año, Irak iba a estar preparado para afrontar su presente y futuro sin necesidad de presencia de tropas extranjeras. Un año después, continuaban las tropas norteamericanas, aunque descendiendo en número (de 140 mil a 111 mil soldados).

     No poca gente criticó el hecho de que el presidente recibiera el Premio Nobel de la Paz en 2009, apenas un año después de llegar a la presidencia. Paradójicamente, una de sus primeras medidas posteriores a la aceptación de este galardón fue doblar la presencia de sus tropas en Afganistán (de 35 mil a 70 mil soldados). Curioso hecho, ¿verdad? Pues bien, esto se completa con otros datos igualmente curiosos. El bloqueo económico, comercial y financiero de Cuba, el más prolongado de la historia de la humanidad, continúa bajo el mandato de Obama. Así, el 11 de marzo del presente año, mientras el mundo miraba horrorizado los desastres naturales acaecidos en Japón, el presidente pedía al Congreso aumentar el presupuesto para realizar acciones contra la vecina isla. Y, en mayo, se impedía que los cubanos compraran fármacos para tratar a niños con problemas cardíacos. ¿Es así como debe actuar un personaje premiado con un Nobel de la Paz?

     Si a todo lo anterior añadimos la supuesta, y más larga de lo previsto, guerra humanitaria-petrolífera de Libia para acabar con el asesino Gadafi y los escándalos destapados por Wikileaks acerca de las atrocidades cometidas por los soldados norteamericanos en Irak, que llevaron a la cárcel al soldado Bradley Manning (tratado como un auténtico animal en las prisiones militares a las que ha sido llevado sucesivamente), tenemos suficientes elementos de juicio como para tener bien claro que Obama, si quiere aspirar a renovar su mandato en noviembre de 2012, debe rezar mucho...como nunca...