LIBROS

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lunes, 27 de mayo de 2019

Carta abierta a mis compañer@s de Els Verds de Gandia





     Compañeros y compañeras:

     Anoche fue una noche dura. Muy dura. Durísima. Como veis, hoy ha vuelto a salir el sol. Y, aunque me he despertado como si me hubiera pasado por encima un tráiler, quiero dirigiros unas palabras que creo que pueden venirnos muy bien a tod@s. 

     Estábamos muy esperanzados ante la ocasión de devolver a Els Verds al ayuntamiento de nuestra ciudad. Soñábamos con hacer concejal a Joan Francesc. Incluso a Rosa. Hemos trabajado mucho estos últimos meses y estas últimas semanas con toda la ilusión del mundo. Nos han puesto zancadillas, nos han gastado algunas putadas y han dicho cosas de nosotros que todos sabemos y no hace falta repetir. Hemos hecho frente a todo ello y hemos seguido nuestro único camino: el de nuestras convicciones progresistas, ecologistas y animalistas. 

     Finalmente no ha sido posible entrar en el ayuntamiento. Pero sí hemos logrado algunos triunfos. Más allá de las valoraciones meramente políticas, sabemos que hemos conseguido el mejor resultado histórico en Gandia. Hay 1075 personas que confían en nosotr@s. Con tres carteles en toda la ciudad, y no muy visibles, por cierto. Con una sola pancarta. Sin coches con megáfonos, ni pantallas gigantes, ni carpas, ni globitos, ni menciones en la mayoría de medios de comunicación de la ciudad. Solo con nuestro díptico, nuestras camisetas y nuestra honestidad.

     Simplemente por presentar nuestra candidatura y reivindicar y exigir que la recogida de animales debía volver a la protectora comarcal hemos conseguido que el gobierno rectifique y anuncie que así va a ser. Una de nuestras grandes reivindicaciones ha sido conseguida sin ni quiera lograr entrar en el ayuntamiento. Sé que puede parecer poco. Pero no lo es. Demuestra que haciendo bien las cosas se puede conseguir mucho. Desde dentro es más fácil, obviamente. Pero, aunque cueste mucho más, se puede hacer también desde fuera.

     Anoche, en la sede, mientras íbamos conociendo los resultados --cada uno de nosotros era consciente de ellos ya mientras ejercíamos como apoderados en las respectivas mesas asignadas--, estábamos muy apenados, afectados y hasta cabreados. No voy a entrar en detalles, porque lo que allí ocurrió y se dijo solo nos atañe a nosotros y allí debe quedar. Es lógico sentirse así. Por supuesto que sí. Cuando uno trabaja y no se le reconoce su esfuerzo se indigna. Faltaría más. Y es absolutamente lícito plantearse dejarlo todo y salir corriendo. Claro que sí. Pero no hay nada que un sueño reparador no cure.   

     Cada uno de nosotr@s tiene su propia historia. No os quiero cansar con la mía, pero ahí van unas pocas pinceladas. No tengo librería, pero soy librero. Vendo libros en mercados y rastros. Muchas veces acabo los mercados con ganas de prender fuego a todo: a los libros, a las mesas, a la furgoneta y hasta al mundo entero. A menudo pierdo el tiempo --mañanas o tardes-- en mercados en los que no logro vender casi nada. Nunca me voy de vacío, cierto, pero muchas veces quedarme en casa me saldría más barato. ¿Me frustra? Por supuesto. Pero me gustan los libros. Y hablar de literatura con esos clientes que me voy encontrando y por los que sí vale la pena salir cada día a la intemperie. Aunque pase frío o calor. A pesar del viento o la lluvia, que me impiden trabajar y ganarme la vida más veces de las que desearía.

     A veces siento que mi parada es invisible. La gente pasa de largo sin ni siquiera mirar, o mira y pone cara extraña. ¿Una parada de libros? ¿Quién va a comprar libros? ¿Quién va a leer algo? ¿Está loco ese tío? Me gustaría saber lo que piensan de mí, aunque me lo puedo imaginar. La cuestión es que sé que estoy haciendo una pequeña-gran labor social. Estoy vendiendo cultura. La mía propia --los libros que yo mismo escribo-- y la del resto de escritores del mundo entero. Y, además, a precios modestos, pues son libros seminuevos y/o de segunda mano.

     Acabo con mi historia personal con otros datos muy rápidos (repito que no os quiero cansar): nunca he votado al PP ni al PSOE, sino a partidos progresistas o que yo entendía como tales; no soy ni del Madrid ni del Barça, sino del Atleti, del Estudiantes y del Bàsquet Gandia, que ganan algo solo de uvas a peras; no soy de escuchar la música de moda ni de ver las películas más premiadas que todo el mundo quiere ver. Voy contra corriente. Lo cual implica recibir hostias como panes muy a menudo. A veces casi a diario. Como la que recibimos tod@s anoche. 

     ¿Adónde quiero llegar con todo esto?, os estaréis preguntando. Pues a algo mucho más sencillo de lo que pueda parecer a priori. A que hay cosas que son necesarias y por las que hay que luchar. Aunque sea contra corriente. Aunque implique que has de recibir mil y una hostia. Porque todos nosotr@s, progresistas, ecologistas y animalistas, debemos seguir luchando por lo que consideramos justo. Porque si es justo es también necesario. Y debemos hacerlo por nosotros mismos y también por esa mayoría de gente que no entiende la problemática de un mundo y una sociedad criticables por muchísimos aspectos. 

     Incluso debemos hacerlo por quienes nos ponen la zancadilla y nos ningunean, pobres almas de cántaro, que no entienden que también luchamos por ellos. Y no me refiero a los políticos, que esos sí saben lo que hacen, el porqué lo hacen y cómo lo hacen, sino por sus votantes. Esos votantes ciegos, autómatas, cuya conciencia hay que despertar. Porque, si no lo hacemos nosotr@s, nadie lo hará. Alguien me ha dicho hace un rato que "sois necesarios". Y tiene toda la razón. Somos necesarios. Por eso, pese a esas mil y una hostia que todos nosotr@s podamos recibir, debemos seguir. Por un mundo progresista, ecologista y animalista que luche contra el cambio climático y la injusticia social.

     Nos queda el consuelo de ver los resultados de Los Verdes en Europa. Es un partido de futuro que está en pleno auge (segunda fuerza en Alemania y Francia y cuarta en la Eurocámara). Sabemos que a España, desde siempre, todo llega con retraso. Sobre todo lo realmente necesario. Pero en un momento no tan lejano Los Verdes será un gran partido. Pero, antes, debemos seguir recibiendo hostias. Y, por supuesto, levantándonos. Algún día la gente despertará --la habremos despertado nosotr@s-- y hará caso de nuestro lema de campaña: #PONLOSVERDES. Un abrazo a tod@s. ¡Es un placer haberos conocido y compartir con vosotr@s esta inolvidable campaña!