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miércoles, 14 de octubre de 2015

Ve y pon un centinela. Harper Lee. HarperCollins. 2015. Reseña





     Este pasado verano se publicó la novela perdida de Harper Lee Ve y pon un centinela, escrita en 1957. En realidad estamos ante el primer borrador de su conocida novela Matar a un ruiseñor. Un clásico que se publicó en 1960 y que ganó el Pulitzer en 1961. Hablaré de ella en las próximas semanas, pues tengo prevista su lectura para dentro de unos pocos días. El hecho de que no la haya leído todavía me impide dar una opinión clara sobre la polémica surgida en torno a la publicación de esta nueva obra.

     La cuestión es que nos encontramos ante la novela original de Harper Lee. Y Matar a un ruiseñor fue el resultado de un pulido y lavado de cara allá por 1960. Pese a que la temática es la misma en ambos casos, la nueva publicación - es decir, la original - es más clara y directa sobre el problema de la segregación racial existente en los estados del sur de los EE. UU. en la época de su escritura. Tanto es así, que los editores propusieron a Lee reescribirla para crear una obra menos polémica. Así que la autora situó los hechos dos décadas antes que en la original y difuminó ciertos aspectos para construir una novela más preparada para la sociedad del momento.

     Quizás los editores pensaron que los EE. UU. de aquellos momentos no estaban listos todavía para una novela tan arriesgada, política, feminista y realista. Una novela - la ahora publicada como Ve y pon un centinela - que, escrita por una mujer blanca del sur, se implicaba demasiado en el tema de los derechos civiles, la segregación racial, la justicia y la convivencia. Como he dicho anteriormente, el hecho de no haber leído todavía Matar a un ruiseñor - la versión definitiva de este primer borrador -, me impide decir nada más sobre el tema. Eso sí, la polémica deja abierta la posibilidad de un debate acerca de los prejuicios de la sociedad estadounidense de 1960.

     El hecho es que al situarse la acción dos décadas después que en Matar a un ruiseñor se ha dicho que Ve y pon un centinela era la continuación del clásico. Algo que choca de frente con el hecho de que la protagonista, Jean Louise - Scout -, tiene 26 años de edad en la versión recientemente publicada. Por contra, Atticus ronda los setenta, lo cual sí cuadraría con lo anterior. Dicho todo esto, y a falta de echarle los ojos a Matar a un ruiseñor, paso a reseñar la novela que hoy nos ocupa.  

     Jean Louise Finch viaja desde Nueva York hasta Maycomb para visitar a su padre, Atticus, durante sus vacaciones estivales. De 26 años, la joven irá perdiendo paulatinamente la inocencia, el idealismo y la visión que del pueblo y de su familia tenía hasta entonces. Le molestará más que nunca vivir de cara a los demás; se lamentará ante la caída de los héroes que para ella eran en el pasado su tío Jack y, sobre todo, su padre, Atticus; se horrorizará ante la existencia de organizaciones que luchan por seguir separando a los negros de los blancos; se afirmará como mujer independiente y rebelde; y luchará, como nunca, por sus ideales de justicia e igualdad.

     A través de sus diecinueve capítulos - divididos en siete partes -, el narrador, en tercera persona, presenta una serie de flasbacks a través de los cuales el pasado y el presente chocan de manera constante e ineludible. Así, encontramos momentos de alta tensión entre la protagonista y sus familiares: Atticus, tío Jack, Henry y tía Alexandra. Jean Louise sentirá cada vez más la imperiosa necesidad de huir para siempre de un Maycomb al que no entiende. Y todo ello sin darse cuenta de que esa rebeldía forma parte del necesario trayecto hacia la madurez.

     Jean Louise luchará por sus sueños contra todo aquel que se ponga en su camino, debiendo matar a partes de sí misma y de aquellos que la rodean. Algo que, por otra parte, le ocurre a la mayoría de las personas. ¿Quién no ha idealizado a sus padres, creyendo a pies juntillas que lo que estos decían era lo correcto, hasta que un buen día les ha visto caer de esos pedestales imaginarios en los que los había tenido hasta entonces, comprobando que hasta los héroes cometen errores más o menos graves? De esta manera, ese viaje de Jean Louise a Maycomb es, en realidad, un viaje al verdadero conocimiento de ella misma y de los demás. Un viaje para el que quizás no estaba preparada, pero que es necesario para comenzar a madurar.

     Una maduración que no le impide dejar de luchar por lo que cree que es justo. Exactamente como hace - y  ha hecho siempre - el resto de los miembros de su familia. Una familia que no es perfecta, pero que es y será para siempre la suya. Una familia que, pese a ser imperfecta, alumbra frases tan certeras como las dos que reproduzco a continuación y que, creo, definen a la perfección el espíritu de este relato:
a) Los prejuicios, una palabra sucia, y la fe, una palabra limpia, tienen algo en común: ambas comienzan donde termina la razón.
b) La isla de cada ser humano, Jean Louise, el centinela de cada uno, es su conciencia. 

     Estamos ante una gran novela, sin duda. Se lee de forma independiente al clásico al que precedió. Ahora, solo me resta comenzar a leer su versión definitiva: Matar a un ruiseñor.