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sábado, 30 de noviembre de 2024

Araña. Jon Bilbao. Impedimenta. 2023. Reseña

 




    El pasado año Jon Bilbao continuó contándonos parte de su vida y de la de su personaje más conocido, John Dunbar, ese pistolero del Salvaje Oeste americano conocido como el Basilisco, que ya protagonizó su anterior novela, titulada precisamente Basilisco. Lo hizo con Araña, novela que sigue el camino de la predecesora por cuanto nos narra pasajes más o menos autobiográficos del propio autor, que en la novela se llama también Jon, mezclados con los del otro John, el Basilisco. Una mezcla de historias, géneros literarios, realidad y ficción que nos sitúa en una suerte de meta literatura de la que el lector no desea salir. Ni aunque lo cosan a balazos. Ni aunque se les aparezca un personaje aterrador que amenace su salud mental. Porque eso son la Araña o el Basilisco, las bestias que todos llevamos dentro y que de vez en cuando pueden llegar a salir y a apropiarse no solo de nuestra personalidad sino hasta de nuestra propia persona, convirtiéndonos en un ser aborrecible, temible, inhumano.

    El Jon literario de Ribadesella -que a buen seguro comparte con el Jon escritor algunos aspectos personales que solo él conoce y que no interesan (o no deberían interesar) en absoluto al lector- aparece en los primeros relatos de la novela como un niño con una imaginación desbordante que anticipa a ese Jon adulto que escribe historias -como la de John Dunbar, por ejemplo- quizás para huir de un presente que no lo satisface. Para ello, idea un pasado que sitúa en el Lejano Oeste americano y unos personajes que parecen estar sacados de las mejores películas del maravilloso John Ford -otro John, por cierto-. Algo que solo resulta posible viajando a los escenarios que poblarán sus páginas. Así, en uno de los relatos, el personaje Jon viaja, junto a sus hijos y su nueva pareja, al desierto de Nevada para ambientar sus próximos escritos. Y allí vive una aventura que, aunque quizás no hubiera deseado vivir, le servirá para ambientar con mayor verosimilitud si cabe sus próximas novelas.

    El ambiente hostil del desierto de Nevada habitado por Dunbar recuerda sin duda a ese otro ambiente que el propio Jon escritor ha vivido in situ: el de las minas asturianas y sus alrededores. Así, en otro de los relatos, protagonizado por el Jon niño, su padre está a punto de ser arrollado por una riada. Hecho que sirve para ejemplificar las desbordantes fuerzas de la naturaleza, ante las que el humano es incapaz de responder. Algo que, por desgracia, también sabemos de primera mano los valencianos del sur de la capital. Y ese es uno de los fuertes de la literatura de Bilbao: el ambiente, el escenario, el medio no solo forma parte de la acción de sus escritos, sino que determina muy a menudo las formas de actuar de los distintos personajes. Unos personajes cuyos enemigos no son solo los otros personajes, sino también ese medio incontrolado e incontrolable que puede acabar con todos ellos de un solo plumazo. Y, desde luego, nada puede ambientar mejor una historia que unos lugares hostiles y amenazantes.

    Pasado y presente. Realidad y ficción. Las historias narradas por el Jon escritor están protagonizadas por el Jon niño, el Jon adulto y John Dunbar, ya convertido en el Basilisco, en épocas y lugares muy  diferentes. Y, sin embargo, merced a la extraordinaria maestría del Jon escritor, se mezclan de tal manera que a menudo el lector duda a la hora de dilucidar lo que fue primero: la Asturias del siglo XX o XXI o el desierto de Nevada del siglo XIX. El Jon asturiano o el Basilisco. Es decir, el huevo o la gallina. No, no es una exageración. Porque ocurre que en no pocas ocasiones los personajes beben los unos de los otros, pese a pertenecer a épocas y lugares tan diferentes. Y viven vidas tan paralelas en algunos aspectos que parecen ser solo uno. ¿Estamos quizás ante un viejo Jon de casi doscientos años de existencia? Sea como sea, esa mezcla, junto a la de los géneros literarios -biografía, western, drama, crónica, aventuras- crea una nueva ficción original, fresca y muy llamativa. 

    Esa especie de meta literatura se completa con el hecho de que los textos aparecen salpicados de referencias literarias. Así, John Dunbar no viaja nunca sin su viejo, manoseado y casi destruido ejemplar de la Ilíada de Homero. Y Lucrecia -ahora hablaremos de ella- hace lo propio con el Salambó de Gustave Flaubert. Y ambos hablan de literatura. Y citan de memoria a Dickens o a Thackeray. Por no hablar de que el propio Basilisco protagoniza una serie de novelas escritas por otro de los personajes de la novela, James Bramble. Un escritor que narra en sus libros -más de cincuenta- las andanzas de John Dunbar. Algunas, las menos, más verídicas. La mayoría, fruto más de su imaginación -y de quienes le han contado algunos de los pasajes de las mismas- que de la realidad. El propio Dunbar parece querer vomitar al escuchar de boca de su autor algunos fragmentos de sus libros. Ese no soy yo, eso no es verdad, eso no sucedió así, le dice mientras escupe.

    La parte central de la novela narra el viaje guiado por John Dunbar en busca de lo que el líder de la caravana de peregrinos que le paga, Martin Grouard, denomina el Paraíso. Un lugar en el que solo pueden vivir los iluminados. Unos iluminados que son hombres en su totalidad. Y, sin embargo, los acompaña la hermana de Grouard, Lucrecia. Una mujer que deberá abandonar al grupo en cuanto este pise el Paraíso. El líder guía a Dunbar a partir de visiones o imágenes luminosas que ve en sueños. Este, gran conocedor del terreno, debe interpretarlas y llevar al grupo hasta ese lugar. Una especie de Tierra Prometida solo para hombres. El viaje, que es largo y tortuoso, sirve para ver el lado más humano del Basilisco, que encuentra en Lucrecia una especie de alma gemela femenina: arisca, poco habladora, lectora, salvaje y en busca de lo que la vida hasta entonces le ha ocultado: una especie de ocasión para redimirse. Para encontrar una felicidad que parece estarles negada. 

    En los últimos relatos de la novela toman cuerpo de forma definitiva los paralelismos entre las vidas de Jon y John. Nos presentan, de forma cinematográfica, los nacimientos del Basilisco y la Araña. Y nos muestran los desconocidos orígenes del pistolero. Unos orígenes que, al ser conocidos por el Basilisco, hacen que se tambalee el mundo tal y como lo conocía. Hasta el punto de que solo la presencia de Lucrecia, con quien la relación ha ido dando pequeños pasos hacia un posible futuro común -que probablemente se plasme en Matamonstruos, la novela que cierra la saga, publicada hace escasos meses-, lo ayuda a mantenerse firme. Todo ello, narrado en un final trepidante que deja al lector con las ganas de abrir la novela definitiva sobre un John Dunbar que puede que en ella halle al fin algo de felicidad en la vida. O no. Quién sabe. Con Jon Bilbao nunca se puede saber nada. Especialmente cuando sus páginas están habitadas por personajes como la Araña.

    Como siempre, como me ocurrió con Los extraños -2021- y con Basilisco -2020-, ha sido todo un placer leer algo tan original, fresco y bien escrito como Araña. Próxima y última parada de la saga sobre John Dunbar: Matamonstruos. Promete emociones y acción. Esperemos que la corriente no se nos lleve a todos por delante. O sí. Como el día anterior al que se describe en este pasaje: miraron juntos el agua, de color marrón verdoso pero que ya había recuperado el nivel habitual. El padre le dijo que el día anterior el río era muy distinto, una pasta espesa que no hacía olas. ¿Y sabes qué no se me va de la cabeza? El sonido. Un ronquido profundo. Como un ruido de molienda. Las piedras. Piedras enormes, que esa pasta arrastraba por el fondo. Pues eso: esperemos que, por el bien de todos, a quien se lleve la corriente por delante sea a la Araña.