LIBROS

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miércoles, 25 de enero de 2012

¿Por qué es necesario leer, sobre todo hoy en día?



     "La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien enciende la televisión, voy a la biblioteca y me leo un buen libro". La frase, de Groucho Marx, resume muy bien mi forma de pensar en la actualidad. Cuando "la caja tonta" era en blanco y negro la programación de las pocas cadenas existentes todavía valía la pena. Hoy, no. En aquella época, algunos políticos lo eran por vocación, no por intereses personales y familiares. Y la mayoría de los futbolistas estudiaban una carrera porque el dinero que ganaban practicando su deporte no les daba para vivir a cuerpo de rey durante toda su vida. Ciertamente, eran otros tiempos.

     La sociedad tiende hacia la comodidad. Supongo que es eso a lo que se refieren con aquello de la "sociedad del bienestar". Del bienestar de algunos, claro. Porque el nivel de vida de los ciudadanos decrece alarmantemente gracias al aborregamiento general que conlleva la pasividad a la que nos tratan de obligar desde "arriba". Y es que George Orwell no iba desencaminado cuando escribió "1984", algo que hizo en 1949, por cierto. Sin duda, su visión sobre el "Gran Hermano"  fue todo un acierto y un adelanto de lo que estaba por llegar.

     Y es que, innegablemente, las personas somos cada vez más pasivas. Las televisiones, sean del signo que sean, potencian los aspectos más vanales de los seres humanos. Y la democracia en que vivimos esconde, en realidad, una dictadura: la de la ignorancia. Mientras la gente permanece sentada ante su aparato receptor de imágenes viendo culebrones sudamericanos e incluso españoles (sí, también los hay ya), partidos de fútbol en que unas personas cada vez más analfabetas dan patadas a un balón a razón de millones de euros que pagamos entre todos nosotros) y programas en que famosos, famosetes y aspirantes a piltrafillas cuentan sus verdades y mentiras, caminamos hacia algún lugar de donde, quizás, no logremos volver.

     Sin embargo, este artículo no es negativo, aunque lo parezca. Ni una mayoría de políticos corruptos que buscan su bien particular y no el general, ni unas cadenas televisivas que sirven a los anteriormente citados, ni Belén Esteban o Kiko Matamoros, ni Sergio Ramos o Messi, conseguirán derrotar la voluntad de las personas de mantenerse activas y controlar sus vidas. Por eso mismo es importante leer, sobre todo en la actualidad.

     Porque leer enriquece, forma, hace pensar y, como todo lo anterior, entretiene. Pero, ante todo, nos mantiene activos frente a la pasividad de ver desfilar ante nuestros ojos a políticos interesados que nos hacen creer que no se pueden ver entre sí en los debates pero que luego comen juntos en los mejores restaurantes a costa nuestra tras aprobar, también de la mano, las leyes que a ellos solo conviene; famosillos incultos que buscan su momento de gloria en esta vida, ya que es a lo único a lo que pueden aspirar estos "lumbreras"; o futbolistas que no saben ni leer ni escribir (ni falta que les hace, pues tienen a sus pies a millones de personas, pendientes de si Mourinho se rasca la oreja o la nariz, de si Guardiola hace tal o cual gesto o de si Messi o CR7, que tiene nombre de personaje de una peli de ciencia-ficción, escupen a alguna cámara porque son los que mejor le dan patadas a un balón, los más guapos y, además, no tienen abuela).

     Leer es una de las pocas cosas que nos quedan que es realmente auténtica. Y los lectores somos legión. A pesar de los pesares. Así que ¡no podrán con nosotros! Como dijo Saramago: "la botella hay que verla siempre medio llena, no medio vacía". Y Blas de Otero escribió un poema titulado "Me queda la palabra" que decía así:

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

... Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la
 palabra.
 
     Pues eso: nos queda la palabra. Y la mejor manera de acceder a ella es a través de la lectura, a través de una actividad que nos active y no nos haga pasivos, a través de una ocupación que nos mantenga, en una palabra, vivos. Así que: leed, sobre todo tal y como están las cosas hoy en día...