El considerado como l´enfant terrible y máximo exponente de la Generación X de la literatura contemporánea estadounidense, Bret Easton Ellis (1964), publicó su sexta novela hace exactamente veinte años, aunque llegó a España de la mano de Random House Mondadori ya en 2006. Lunar Park fue presentada tras los éxitos de Menos que cero (una primera novela que lo hizo millonario ya en 1988, cuando todavía era un estudiante universitario), Las leyes de la atracción (1990), American Psycho (que lo confirmó definitivamente a nivel mundial en 1992), Los confidentes (1994) y Glamourama (1999). De todas ellas nos habla el protagonista de Lunar Park, el propio autor, en las primeras páginas de la obra. En una especie de biografía que mezcla realidad y ficción, Ellis disecciona su vida pública y privada antes de adentrarse en la acción de una novela que comienza de forma humana -describiendo la vida de alguien que no puede alejarse de las drogas, el alcohol y el sexo desenfrenado- para dar paso a un universo de horror y terror del que ni siquiera el lector es capaz de escapar.
El personaje Bret Easton Ellis, en realidad un anti héroe, un villano, un paria pese a ser un hombre millonario, nos narra en primera persona cómo el hijo escritor de un padre maltratador y abusador consigue un repentino éxito profesional que paradójicamente lo aboca al fracaso personal. En efecto, la publicación y posterior conversión en best seller de su primera novela, Menos que cero, que le dio la independencia económica respecto de su padre por un lado, pero que por otro lo lanzó en manos del alcohol, las drogas y el sexo, pasando quizás de libertad a libertinaje en un tiempo récord, es el punto central de la ficción -entendiendo que Lunar Park es una biografía con parte de ficción o directamente una biografía ficticia o inventada-. Una ficción en la que la vida otorga al protagonista una segunda oportunidad. Una ocasión única en la que puede convertirse en marido -de la conocidísima actriz Jayne Dennis- y en padre de familia -de Robby (hijo común) y de Sarah (hija de su esposa)-. ¿De verdad es posible redimirse tras tantos años de excesos?
Ellis lo intenta con todas sus fuerzas. Sin embargo, la huida hacia adelante comenzada años atrás a base de todo tipo de drogas lo lleva a tocar fondo. Un fondo del que trata de salir gracias al amor y la fortaleza de su esposa. Jayne Dennis ansía lograr la felicidad conyugal y familiar con un Bret al que obliga a acudir semanalmente a la consulta de una terapeuta. Una terapeuta que busca que su paciente supere el narcisismo situacional adquirido, un trastorno que se refiere a patrones de comportamiento -la grandiosidad, la necesidad de sentirse admirado o la falta de empatía- que surgen o se identifican en respuesta a situaciones específicas como el éxito, el poder o una crianza que solo validó la apariencia. Todo ello agravado, por supuesto, por el abuso de bebidas alcohólicas y de las drogas. En su despacho no faltan nunca las botellas de todo tipo de alcohol ni las papelinas. Y en su vida siempre aparece alguna mujer, normalmente joven. Como Aimee Light, una estudiante universitaria que prepara su tesis doctoral precisamente sobre la obra literaria de Ellis. Un cóctel explosivo que puede estallar en cualquier momento.
En la acción de la novela Ellis lleva cuatro meses viviendo en una zona residencial de clase alta junto a su esposa, su hijo y su hijastra. Intenta en vano adaptarse a una situación que nada tiene que ver con la que ha sido hasta entonces la suya. Su matrimonio hace aguas, su relación con su hijo es casi inexistente y su hijastra pasa de él. Poco a poco vuelve a consumir todo tipo de sustancias nocivas, se toma su terapia como un incordio y busca a todas horas a Aimee Light con la única finalidad de llevársela a la cama. Lucha entre dos mundos que son antitéticos. Las responsabilidades conyugales y familiares pesan demasiado para un hombre dado al placer y a la huida. Lo intenta. Se esfuerza. Patalea. Llora. Pero sucumbe. Una y otra vez. No obstante, lo peor no es eso. Lo peor es que a raíz de la fiesta de Halloween comienzan a ocurrir sucesos extraños. Unos sucesos que amenazan no solo al protagonista sino al resto de la familia. Ellis intenta preservar a su familia de los peligros que se ciernen sobre ella. Pero ni su mujer, ni su terapeuta ni la policía le creen. Y todos le echan la culpa al alcohol y a las drogas.
¿Cuáles son esos sucesos? A saber: la casa comienza a sufrir extrañas transformaciones, los muebles de su despacho se cambian de sitio ellos solos, las luces del pasillo titilean solo a su paso y la fachada se descascarilla; el Terby, un muñeco que le regaló a Sarah, parece cobrar vida propia y resulta amenazante; comienza a recibir e-mails misteriosos; aparece un personaje perturbador que se parece demasiado al protagonista de American Psycho -Patrick Bateman-, a la vez que se desata una oleada de horribles crímenes que recuerdan a los perpetrados por él en la novela; comienzan a sucederse desapariciones de niños a lo ancho y largo de la ciudad; y Aimee Light desaparece de la noche al día, sin dejar ni rastro ni responder a sus llamadas. La narración resulta por momentos agónica. La sucesión de los hechos demuestra que lo que Bret nos cuenta es real. No obstante, nadie lo cree. Y tanto el narrador como el lector llegan a pensar que en realidad todo son alucinaciones provocadas por las sustancias.
Lunar Park es una novela que se podría calificar, más que como meta literatura, como psycho ficción. Se mezclan la realidad y la ficción del Ellis persona con la realidad y la ficción del Ellis protagonista. También las alucinaciones con la sabiduría. El amor con la pérdida. La seguridad con el sentido de culpa. La casi-locura con los sucesos paranormales. En definitiva, es una novela adictiva, humana, entretenida y también fantasmagórica. Una novela que comienza con algo humano y hasta mundano y que acaba con algo que no es de este mundo. Con un terror que muy bien podría firmar el mismísimo Stephen King. Un terror que también podría ser cinematográfico. ¿Por qué no, si ya se adaptaron a la gran pantalla sus obras Menos que cero (1987), American Psycho (2000), Las reglas del juego (2002) o Los confidentes (2009)? No será, Dios mediante, lo último que lea de este autor. Un autor irreverente, escabroso, polémico y que, desde luego y leído lo leído, entiendo que no deje a nadie indiferente.