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viernes, 21 de septiembre de 2018

¡Mercedes, Mercedes! Torcuato Luca de Tena. Planeta. 1999. Reseña





     Publicada en 1999, aunque escrita un par de años atrás, cuando su autor ya solo paseaba en su silla de ruedas, ¡Mercedes, Mercedes! fue la última obra publicada por el periodista y escritor Torcuato Luca de Tena. Pocos meses después falleció en Madrid a la edad de 75 años. Conocido por todos gracias a su espléndida Los renglones torcidos de Dios (1979), se despidió a lo grande con una novela que, como suele ocurrir demasiado a menudo, quedó a la sombra de la considerada como su obra magna. Sin embargo, servidor, terminada la lectura de esta historia, se ve en la obligación de escribir unas líneas para poner en valor una historia que merece ser leída, disfrutada y recomendada por cualquier buen lector que se precie de serlo.

     ¡Mercedes, Mercedes! es una de esas obras que desentraña la psicología humana --de todos los personajes que componen su trama-- de una manera tal que al lector le resulta imposible no empatizar con cada protagonista. Uno no puede remediar sufrir, llorar o sonreír con unos protagonistas que más que personajes parecen personas de carne y hueso. Tanto que se convierten en amigos o enemigos personales del lector. Al menos mientras dura la lectura de la novela. Y, creedme, cuesta despedirse de la mayoría de ellos. Porque, aunque no debo adelantar nada de la trama de la historia, los últimos capítulos resultan tan conmovedores y emocionantes que cuesta no derramar alguna lágrima.

     La acción comienza en un hospital de Brunete, en plena guerra civil española. Encarna, enfermera embarazada de ocho meses, se refugia en el sótano del edificio junto a una mujer que ha dado a luz a una niña tan solo unos días antes. Un bombardeo destruye el edificio. Encarna, presa del pánico, pare de forma prematura un niño entre los escombros. Víctima del cansancio, se queda dormida. Al despertar, descubre, horrorizada, que su hijo recién nacido y la otra mujer han muerto. Y toma una decisión que marcará para siempre su vida: toma a Mercedes --nombre con el que bautiza a la niña de la mujer muerta-- como su propia hija. 

     Como el autor reconoce en su advertencia preliminar, no se trata de una novela de guerra sino de amor. Así, la guerra civil española es solo el telón de fondo necesario para poner al lector en la situación de una mujer que decide algo semejante. La guerra ocupa tan solo los seis primeros capítulos de la acción, que consta de veintidós. Por tanto, estamos ante un relato ficticio que transcurre en un tiempo verídico, es decir, los dos últimos años de la guerra española, la II Guerra Mundial, las dos posguerras y el comienzo de lo que se conoce como guerra fría. No obstante, en la novela encontramos acontecimientos de todo tipo que sirven para ambientarla de manera no solo fehaciente sino muy ilustrativa.

     Las acciones de los personajes y la trama se desarrollan de forma acorde a acontecimientos bélicos, políticos, sociales, científicos, artísticos, deportivos y folclóricos reales, por lo que la lectura de la novela puede servir para que las nuevas generaciones conozcan, casi de primera mano, cómo era y cómo se vivía en la España de las décadas de los años 30, 40 y 50. Porque Mercedes nace en 1937, y la historia se desarrolla hasta que cumple diecinueve años de edad y es presentada en sociedad, tal y como se hacía en la época. Queda claro, pues, que la finalidad del autor respecto a la obra era pura y meramente literaria.

     En el hospital de Brunete también muere, asesinado, el doctor Alcina, el marido de Encarna. Así, la principal protagonista de esta historia queda viuda y con cuatro hijos a su cargo: Alberto, los gemelos Indalecio y Eugenia y la pequeña Mercedes. Elena, su suegra, también viuda, toma la responsabilidad de mantener a flote a la familia de su hijo fallecido. Ni qué decir tiene las dificultades que deberá superar la familia en plena guerra y en la dura posguerra. Y todo, narrado de una manera que involucra al lector en las decisiones que cada miembro de la misma deberá ir tomando para salir adelante. Sobre todo, en el caso de Encarna.

     La madre de familia tomará dos decisiones sobre el futuro de su vida: una, consciente, convertir a Mercedes en su hija; otra, inconsciente en parte, no volver a enamorarse. Se dedicará a criar a sus tres hijos de corazón (Alberto, Indalecio y Eugenia) y a su hija del alma (Mercedes). La aparición en su vida de Luis Armendáriz, amigo personal de su suegra y su marido y héroe de la defensa del alcázar de Toledo, pondrá a prueba la decisión de Encarna de no volver a enamorarse. Sin embargo, y hasta ahí puedo escribir --al lector le corresponde el derecho de conocer más detalles sobre la novela--, no será esta la verdadera historia de amor de este relato. 

     Porque el escrito de despedida de Luca de Tena es, además de raro, tierno, a veces amable y a veces terrible, imprevisible. Los giros que imprime a la acción y a la trama nos llevan hacia una auténtica montaña rusa de emociones, amarguras y alegrías que, como ha quedado escrito más arriba, lleva a conmocionarse al lector. Personalmente, y tratando de ser objetivo, no sé con qué obra de don Torcuato me quedo: si con la apoteósica Los renglones torcidos de Dios o con esta obra maestra, casi desconocida, titulada ¡Mercedes, Mercedes! En lo que no dudaré jamás es en recomendar ambas lecturas, especialmente si el lector gusta de los escritos que tratan tan magistralmente todo lo psicológico.