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viernes, 31 de diciembre de 2021

Canción de Navidad. Charles Dickens. Servilibro Ediciones. Reseña

 




    La novela corta Canción de Navidad o Cuento de Navidad --según las traducciones--, de Charles Dickens, fue publicada días antes de las navidades de 1843 por la editorial londinense Chapman & Hall, cuando el autor ya era de sobra conocido por obras como Los papeles póstumos del Club Pickwick, Oliver Twist o Almacén de antigüedades. Como en muchas de estas novelas y de las que la siguieron en el tiempo, Dickens reflejó con gran maestría el agudo contraste social entre la riqueza más absoluta y la pobreza más mísera que se daba en el Londres de su época. Y salió en defensa de las personas desvalidas, humildes e indefensas, que soportaban miserables condiciones de vida y trabajo en las grandes ciudades como consecuencia de la Revolución Industrial del siglo XIX. Unas condiciones que muy a menudo acababan con esas personas mendigando y siendo explotadas por una emergente y cruel burguesía.

    El protagonista de la novela es el prestamista Ebenezer Scrooge, un hombre avaro, egoísta y sin escrúpulos que odia la Navidad --a la que califica como paparruchas o pamplinas--, a los niños y a cualquier cosa que pueda hacer felices a los demás. Dickens lo describe así: un viejo pecador que extorsionaba, tergiversaba, usurpaba, rebañaba y apresaba. La frialdad que tenía dentro había congelado sus viejas facciones y afilaba su nariz puntiaguda, acartonaba sus mejillas, daba rigidez a su porte; había enrojecido sus ojos, azulado sus finos labios; esa frialdad se percibía claramente en su voz raspante. Había escarcha canosa en su cabeza, cejas y tenso mentón. Es de la opinión de que el hecho de que muera gente pobre solo hace que disminuir el incipiente y peligroso exceso de población --idea que sigue a las del demógrafo y economista Thomas Malthus--. Cuestión esta que se repite varias veces a lo largo de la novela como crítica del autor al referido economista.

    El día de Nochebuena, justo siete años después de la muerte de su socio, Jacob Marley, el fantasma de este se le aparece para dar a Scrooge una última oportunidad de encauzar su vida e impedir que acabe como su antiguo socio, quien deambula arrastrando las pesadas cadenas de sus pecados mortales. Para ello, Scrooge deberá recibir a tres espíritus --el de las navidades pasadas, el de la Navidad presente y el de las navidades futuras--, los cuales harán que afronte sus propios fantasmas. Los tres espíritus lo transportan a hechos del pasado: el abandono que sufrió de joven tras morir su madre en su parto, lo cual provocó que su padre lo internase en un colegio; el gran amor que sintieron él y su hermana, Fan, también fallecida en el parto de su hijo, sobrino de Scrooge, a quien pidió que cuidara de ahí en adelante; algo que hizo hasta que este se casó con una mujer de familia humilde en contra de sus deseos.

    Scrooge también asiste de nuevo al momento en el que Alice, el amor de su vida, lo abandona tras observar el drástico cambio de su prometido, quien ha encontrado un nuevo ídolo dorado, el dinero; o al de la muerte de Marley, de quien heredó todos sus bienes, puesto que tampoco aquél tenía mujer ni hijos; o a uno especialmente aborrecible, justo cuando afirmó que la posible futura muerte de Tim, el hijo de su empleado Bob Cratchit, aliviaría el exceso de población; y se estremece al comprobar que su amada Alice se ha convertido en una solterona que trabaja para la beneficencia, justo lo que él siempre critica con asquerosa pasión --¿Ya no hay cárceles? ¿Y los asilos?, ¿siguen en activo? ¿Está en pleno vigor la Ley de Pobres?, argumenta para no tener que dar limosna a los pobres--. Dichas preguntas y argumentaciones provienen del filósofo escocés Thomas Carlyle, a quien también critica Dickens de forma directa. 

    A través de todas estas visiones a Scrooge le van entrando unas cada vez mayores ganas de ver a Cratchit, a su gravemente enfermo hijo Tim, a su sobrino, a su esposa, a todas las personas vivas --las ya fallecidas, por desgracia, no cuentan-- a las que ha desagraviado con su comportamiento durante todos esos años. Las ve celebrar la Navidad junto a sus familias --algo de lo que él carece por completo-- pese a su extremada pobreza y observa lo poco que necesitan para ser felices, aunque sea solo por unas horas al año. Las ve brindar por él a pesar de todo. Y las ve burlarse y compadecerse de él. Me da lástima. No podría enfadarme con él ni aunque quisiera. El perjudicado por sus manías retorcidas siempre es él mismo. El hecho de que no le caigamos bien y no quiera celebrar nada con nosotros hace que pierda la oportunidad de pasar buenos ratos. Pienso invitarlo todos los años, tanto si le gusta como si no, comenta su sobrino a su familia.  

    La posible muerte en soledad de Scrooge, sin nadie que lo vele ni acuda a su entierro, lo hace recapacitar finalmente, no sin antes debatir en su interior sobre si todavía es posible a su edad enmendar sus errores del pasado o al menos corregirlos de cara al futuro. El rumbo que lleva un hombre presagia un final determinado al que se verá conducido si persevera en su conducta. Pero si se aparta de ese rumbo, el final cambiará. ¡Dime que eso es lo que ocurre con lo que me muestras! Respóndeme: ¿lo que me muestras es lo que va a pasar y ya no puedo evitarlo o lo que podría pasar si continúo comportándome así?, le implora al espíritu de las navidades futuras. Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré mantener vivo su espíritu durante todo el año. Viviré en el pasado, en el presente y en el futuro; los espíritus de los tres estarán vivos en mi interior y no caerán en saco roto las lecciones que me han enseñado, acaba prometiendo.

    Desde muy pronto Canción o Cuento de Navidad se convirtió en un clásico de las fechas navideñas que trascendió el mundo de la literatura adulta y pasó a la infantil y acabó representada también en emisiones de radio, obras de teatro, incluidos algunos musicales, y, finalmente, en televisiones y cines. Algunas de estas obras se ciñen concretamente a la obra de Dickens; otras se basan en ella pero tratan otras temáticas. Sobre todo en el caso de los cuentos infantiles propiamente dichos. Así, hay cuentos de Navidad protagonizados por personajes de Disney, como los Looney Tunes o Mickey Mouse, además de por los Pitufos, los Picapiedra y hasta por los Teleñecos. E incluso inspiró otras películas aparentemente diferentes pero cuyas raíces si se alimentan de la obra de Dickens. Por ejemplo, la maravillosa ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra (1946), protagonizada por un James Stewart inconmensurable, que precisamente acaba de cumplir 75 años de existencia. 


lunes, 20 de diciembre de 2021

Mis diez mejores lecturas de 2021


 



10. Parte de mí. Marta Sanz. Anagrama. 2021. Marta Sanz acababa de publicar pequeñas mujeres rojas una semana antes de decretarse en España el estado de alarma por la covid-19. Todos los actos promocionales quedaron suspendidos y la autora, convencida detractora de las redes sociales, decidió abrir una cuenta en Instagram para poder dar a conocer su nueva obra. Así, acabó convertida en una auténtica instagramer. Y protagonizó no pocas entrevistas, presentaciones, clubs de lectura, charlas, etc. Además, pudo abrirse, más si cabe, a los lectores y contarles todo aquello que forma parte de ella. Porque Parte de mí es un peculiar diario de la pandemia que comenzó a andar pocos días después de crear la cuenta en la referida red social. 

9.  Mientras escribo. Stephen King. Plaza & Janés. 2001. En el verano de 2000 Stephen King estuvo a punto de morir a causa de un atropello mientras daba su paseo diario por los alrededores de su casa de Maine. Se hallaba a medias de la escritura de este ensayo sobre el oficio de escritor. Había escrito sobre su juventud y su temprano interés por la escritura y había dado buena cuenta de la mayoría de las herramientas que él cree básicas y necesarias para convertirse en un buen escritor. Así, a Mientras escribo le faltaba solo la parte final, que debía hablar de las distintas versiones de un libro y las engorrosas pero inevitables correcciones finales. Aquel terrible accidente le hizo añadir un nuevo capítulo, una especie de postdata, que fue titulado con un simple pero significativo Vivir. El libro, sin duda muy diferente al resto de su obra, constituye un clarificador, útil y revelador testimonio de cómo debe trabajar un escritor que de verdad quiere dedicarse a ese oficio.

8.  El retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde. Club Internacional del Libro. 1993. Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad, dijo en una ocasión Oscar Wilde. A los 36 años de edad el escritor, poeta y dramaturgo irlandés escribió su única novela. Una novela de terror gótica que pasó a la historia como una de las más grandes obras del género y también como una de las más importantes novelas de todos los tiempos. Además, creó una enorme controversia en la Inglaterra de la época el hecho de la gran atracción física que el protagonista de la historia inspira al creador de su retrato, el pintor Basil Hallward. ¿Homosexualidad en una novela de finales del siglo XIX? Pues es algo muy probable.

7.  Desayuno en Tiffany´s. Truman Capote. Anagrama. 1990. En 1958, con tan solo 34 años de edad, Truman Capote publicó la novela en EE. UU.. Quienes tuvieron el privilegio de leer aquella edición de Random House durante los tres años siguientes se imaginaron una Holly Golightly muy diferente de todos aquellos que hemos ido haciéndolo con posterioridad. Y es que en 1961 el director Blake Edwards rodó la película, cuyo título se tradujo en España como Desayuno con diamantes, interpretada por Audrey Hepburn. Y desde entonces resulta imposible ya leerla sin ver el rostro de la actriz cada vez que aparece en escena el personaje de Holly. Una Holly que adquiere una nueva dimensión no tan desdichada como la original creada por Capote. La censura de la época, además, privó al film de las aficiones de la protagonista (fumar marihuana), su forma de ganarse la vida (mediante la prostitución) su bisexualidad y su anterior aborto.

6.  La madre. Maximo Gorki. Club Internacional del Libro. 1993. Publicada en 1907, fue escrita en 1906. Frustrada la revolución del año anterior, Gorki había sido enviado por los bolcheviques a EE. UU. con la finalidad de recaudar dinero para incrementar sus fondos. Durante la visita a las montañas de Adirondack recibió la inspiración de la que emanó esta novela. Una novela que pasó a la historia como precursora definitiva de lo que hoy conocemos como Revolución Rusa de 1917. La existencia de la lucha de clases, la crítica despiadada pero realista del régimen zarista, la convencida defensa del derecho a la vida de las clases populares y de los bajos fondos sociales y la imperiosa necesidad de que todos los obreros del mundo unieran sus fuerzas contra los diferentes regímenes opresores de sus derechos son los cuatro pilares fundamentales en los que se asienta la historia que protagoniza, además, una mujer: Pelagia. 

5.  Solo la noche. John Williams. Fiordo Editorial. 2019. Escrita en 1948, Williams anticipa con claridad aquello en lo que iba a llegar a convertirse con sus tres novelas posteriores: un escritor de culto. Al más puro estilo Salinger (El guardián entre el centeno) o Camus (El extranjero), ambas también primeras novelas, el debut literario de Williams narra un día de la vida de un alienado, un indolente, un joven que no encaja en el mundo en el que le ha tocado vivir. Un personaje taciturno y desencantado, sin duda a consecuencia de un trauma del pasado que nos será revelado en su momento. Arthur Maxley, como Holden Caulfield o Meursault, no puede controlar el devenir de su vida, sino que vive según sopla el viento. Incapaz de conseguir amor y amistades, su carácter solitario y poco social acaba por meterlo en problemas de toda índole.

4.  El hijo del padre. Víctor del Árbol. Destino. 2021. La maldad, la desgracia y las maldiciones juegan un papel muy importante en la trama de la última novela de Víctor del Árbol. Como comenta, en varias ocasiones, además, Alma Virtudes, los hombres de su familia están infectados con el virus de la infelicidad y la autodestrucción. No importaba la generación, ni el momento, al final esa maldición se manifestaba y era una lengua de fuego que abrasaba cuanto tenía alrededor. Justos y pecadores. Todos acababan pagando esa rabia insensata, esa ira contra una vida que nunca era como debería ser. Y Diego Martín, el protagonista principal de la novela, reconoce que su abuela tenía toda la razón. Él, que durante años había tratado de ser diferente a sus progenitores, que había levantado puentes levadizos para que la infelicidad no le alcanzase, vislumbra al fin, apesadumbrado, que era como su padre, como su abuelo. De los que se marchaban, de los que huían. 

3.  Llévame a casa. Jesús Carrasco. Seix Barral. 2021. Asegura Carrasco que Llévame a casa es su novela más autobiográfica. Así, Juan Álvarez, su protagonista, vivió en Torrijos (Toledo), donde participó en carreras de medio fondo de cross en su juventud, y luego en Edimburgo, lugar en el que sobrevivió en un principio como trabajador hostelero. El propio Carrasco también pasó hace años por esas mismas situaciones. Además, también huyó de alguna manera del medio rural en busca de la ciudad. Y, como Juan, regresó de nuevo a sus orígenes años más tarde. Ambos, escritor y personaje, protagonizaron, pues, una especie de huida y de retorno. Cual hijos pródigos. Una vuelta a su pueblo, su barrio y su casa desde una de las capitales más bonitas del norte del continente europeo. Afirma el autor la gran cantidad de parques y espacios verdes de la ciudad escocesa, lo cual hace hincapié de nuevo en la suma importancia que para él tienen la naturaleza y los espacios naturales. Algo que ya observamos en sus anteriores novelas, especialmente en Intemperie

2.  El huerto de Emerson. Luis Landero. Tusquets. 2021. Landero hablando de sí mismo de nuevo. De cómo se fue cociendo a fuego lento el escritor en el que terminó por convertirse. Reconstruyendo pequeños momentos de su existencia a partir de recuerdos de hechos, de palabras o de situaciones absolutamente normales. Narrando pequeñas historias cotidianas que guarda en algún recóndito lugar de su memoria y que, al invocarlos frente al papel, reaparecen para acabar plasmados en forma de libro. Alejado de los focos mediáticos, el escritor extremeño afincado en Madrid ha escrito varias novelas formidables. Y también un par de magníficos libros basados en sus propias vivencias personales: El balcón en invierno y El huerto de Emerson

1.  La fiesta del Chivo. Mario Vargas Llosa. Alfaguara. 2000. Publicada en España por Alfaguara en el año 2000, la novela narra las últimas horas de vida del tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Un país, la República Dominicana, de tres millones de habitantes en el que no todos tenían el mismo respeto y el mismo miedo ante el Chivo y en el que un grupo de valientes trazó un plan para acabar con el tirano y llevar a su nación hacia una transición a la democracia. Vargas Llosa nos hace vivir in situ las frenéticas horas anteriores y las semanas y meses inmediatamente posteriores al asesinato del Benefactor. Intrigas, luchas intestinas entre los hombres más cercanos al Generalísimo, un asqueroso derecho de pernada medieval en pleno siglo XX, nauseabundas torturas, altas política y diplomacia, equilibrismos y prestidigitaciones maquiavélicas en torno al poder y cómo abrirse paso entre cadáveres son algunos de los temas que nos presenta el Premio Nobel peruano durante las más de quinientas páginas de La fiesta del Chivo. Mi mejor lectura de este 2021 que ya termina.