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lunes, 19 de septiembre de 2022

Las leyes de la frontera. Javier Cercas. Mondadori. 2012. Reseña





    En septiembre de 2012, hace justamente una década, Mondadori publicó una de las mejores novelas del escritor Javier Cercas. Inspirada originalmente en la figura de Juan José Moreno Cuenca, más conocido como El Vaquilla, el delincuente más famoso de España durante la década de 1980, Las leyes de la frontera sirvió también como excusa --o quizá no tanto-- para que el autor describiera, con todo lujo de detalles, la época inmediatamente posterior al franquismo en la ciudad de Gerona, lugar que acogió al niño y adolescente Cercas, quien había llegado a la ciudad junto a su familia de clase media desde Extremadura por motivos laborales y económicos. Así, el protagonista, el Zarco --Antonio Gamallo--, personaje de ficción, como todos los que forman parte de la novela, es un delincuente local muy conocido en la Gerona de la época. Más concretamente, la acción de la historia se desarrolla en el verano de 1978, cuando el Zarco y Tere, su chica, conocen a un joven --Ignacio Cañas-- al que pronto apodarán Gafitas

    La novela se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera, Más allá, se centra en la descripción de los hechos acaecidos en el verano de 1978. Trata de cómo un joven Ignacio Cañas es captado por la bellísima Tere y el Zarco para formar parte de su banda de delincuentes, así como de los golpes que dieron y las fiestas que se sufragaron con los respectivos botines. La segunda, Más acá, ocupa los intentos del Gafitas, convertido en uno de los mejores abogados de la ciudad veinte años después de los hechos anteriores, de conseguir que su antiguo amigo pueda salir por fin de la cárcel. También de las pesquisas de un escritor que pretende contar toda la verdad sobre el Zarco y su banda. Así, toda la novela es en realidad una especie de transcripción de un conjunto de entrevistas mantenidas por el escritor con tres personajes que hacen de narradores: el Gafitas --Ignacio Cañas--, el inspector Cuenca , quien capturó al Zarco y acabó disolviendo su banda, y Eduardo Requena , antiguo director de la cárcel de Gerona.

    La novela bebe directamente de un proceso de documentación muy costoso pero altamente efectivo a la hora de servir como telón de fondo al decorado de la historia contada: de la inmundicia y la pobreza del barrio ubicado al otro lado del río Ter a su paso por Gerona, donde se ubicaban los denominados albergues provisionales para pobres; de delincuencia juvenil, robos y persecuciones policiales; de drogas, prostitución, fiestas surrealistas y eclosión de una nueva enfermedad, el SIDA, que no deja de cobrarse vidas; de antros de mala muerte frecuentados por una juventud muy desubicada con un presente, el de finales de los años 70, que no ofrecía demasiadas oportunidades de reinserción para quienes se habían desviado del camino (o jamás estuvieron en él); de bullying y todo tipo de acosos; de la lastimosa situación de las cárceles post franquistas; de las innumerables dificultades de la adolescencia; de charnegos, españolistas e independentistas; de amor (como siempre, presente en todos los lugares y situaciones); de sombras y ambigüedades; de dudas (demasiadas) y certezas (muy pocas).  

    Gracias a esa ingente documentación que maneja Cercas la ciudad de Gerona y sus alrededores se convierten en uno de los personajes principales de la novela. Una Gerona que, con todo lo agradable y lo aborrecible de aquellos años, se nos muestra viva en todo momento. Especialmente en la segunda parte de la obra, en la que luce mucho más radiante y madura que en la primera. Así, encontramos en la ciudad una doble gran frontera espacio-temporal: la de ambas orillas del río Ter (por un lado, el temible barrio chino; por otro, la parte más amable de la ciudad) y la que hace referencia respectivamente a los años 70 y 80 --primera parte de la novela-- y a los años 2000 y 2010 --segunda parte de la novela--. De esta manera, Gerona se constituye como el sexto gran protagonista de la acción junto a Tere y el Zarco y los ya enumerados narradores de la historia: el Gafitas, el inspector Cuenca y el antiguo director de la cárcel de Gerona, Eduardo Requena. Entre todos ellos componen una novela coral que, finalmente, se cuenta casi sola.

    El amor, como ha quedado dicho más arriba, es uno de los motores de la acción de la novela. De hecho, no incurro en ningún spoiler si afirmo que el Gafitas entra en la banda del Zarco tras caer rendido ante los encantos de Tere nada más conocerla en los recreativos Vilaró del señor Tomàs. En un momento de la primera parte de la obra, cuando la policía estrecha el cerco sobre la banda, el Zarco le dice al Gafitas: más pronto que tarde nos pillarán. Si no tienes suerte acabarás muerto como el Guille o en una silla de ruedas como el Tío; y si tienes suerte acabarás en el trullo, como el Colilla o como el Drácula. Aunque para un tío como tú no sé qué es peor. Yo pasé por el trullo unos meses, pero el trullo pasará por ti, te pasará por encima. Ya puedes ser todo lo duro y lo hijo de puta que quieras. También por eso tú no eres como nosotros. Además, nosotros no tenemos donde elegir, solo tenemos esta vida, pero tú tienes otra. No seas gilipollas, Gafitas: déjalo. Pero ya sabemos que el amor mueve montañas. Y que también hace cometer grandes errores. Y solemnes estupideces.

    El triángulo amoroso entre Tere, el Gafitas y el Zarco constituye el eje central de la historia. Los delincuentes aparecen y desaparecen de la vida del abogado como si de guadianas se tratasen. Sus idas y venidas, apariciones y desapariciones, siempre de la mano, marcan las divagaciones de Ignacio Cañas a lo largo de sus conversaciones con el escritor que pretende contar la verdad sobre el Zarco. Y lo paradójico es que ni el propio Gafitas parece tener nada clara cuál es esa verdad. Como mínimo, en algunos aspectos. Así, acaba por reconocer que no sabía nada. Nada salvo que no era verdad que todo encajase en aquella historia y que había en ella una ironía infinitamente seria o una malicia absolutamente irónica o un enorme malentendido. Y pensé que después de todo aquello quizá no era el final de la historia, que quizá no me había pasado ya todo lo que me tenía que pasar y que, si Tere volvía alguna vez, yo la estaría esperando. ¡Qué bonito y a la vez aborreciblemente jodido es el amor!, ¿verdad?  

    El éxito de la novela se prolongó tanto en el tiempo que finalmente, en 2021, fue llevada a la gran pantalla por el director Daniel Monzón (Celda 211, El Niño), el guionista Jorge Guerricaechevarría (Los crímenes de Oxford, Cien años de perdón) y los actores Marcos Ruiz (como el Gafitas), Begoña Vargas (interpreta a Tere) y Chechu Salgado (da vida al Zarco) entre otros. La película, que se basa prácticamente en su totalidad en la primera parte de la novela --la presencia de las acciones de la segunda es más bien testimonial-- y es muy fiel a la novela original, fue también un gran éxito, logrando hasta cinco premios Goya en 2022 (mejor guión adaptado, mejor dirección artística, mejor diseño de vestuario, mejor maquillaje y peluquería y mejor actor revelación (Chechu Salgado)). Me consta que somos muchos, yo el primero, los que hemos decidido leer la novela tras disfrutar de la película. Y añado: alegra mucho comprobar que el cine a veces sí hace justicia a las grandes obras literarias. Sirva este caso como ejemplo de ello. 

    Tanto la novela como la película son altamente adictivas. Bien sea sobre el papel, bien sobre la pantalla, la historia de Las leyes de la frontera engancha de principio a fin. La amplia variedad temática, la magnífica ambientación, la riqueza psicológica de cada uno de sus protagonistas --principales y secundarios-- y los diferentes puntos de vista y opiniones que los narradores de la acción nos ofrecen, algunas veces concordantes pero muy a menudo contrapuestos y/o radicalmente contradictorios, hacen de esta historia una especie de puzzle que poco a poco se va completando --si es que realmente eso es posible en una historia con tantos puntos muertos y ambigüedades como esta-- para construir un cuadro del que resulta imposible apartar los ojos. Lean la novela, vean la película. ¡Y disfruten de esta magnífica historia!                   

 

jueves, 1 de septiembre de 2022

Donde mueren los dragones de jade. Luisa Ferro. Click Ediciones. 2022. Reseña

 



    Han pasado casi seis años desde que Luisa Ferro publicó su magnífica novela El círculo del alba (Planeta, 2016), reseñada en su día en este mismo blog. Puede parecer demasiado tiempo para quienes desconozcan el farragoso trabajo de documentación y escritura de una historia basada en hechos verídicos acaecidos en una época tan antigua y poco conocida como la China imperial de los Song, en pleno siglo XIII. La acción coincide con los últimos veinte años de las incursiones mongolas que acabaron conquistando el único territorio que se mantenía a salvo del dominio del temible Kublai Kan, nieto del no menos conocido Gengis Kan. Desde la capital imperial, Lin´an, la corte deberá huir ante el permanente hostigamiento mongol. Hasta llegar a la isla de Yaishan, donde aconteció una de las batallas navales más grandes de la Historia: la de Yamen. La cual puso fin al imperio e hizo que China ya nunca volviera a ser la misma. Para más inri, Luisa se centra en el bando perdedor, del que, por tanto, se desconocen muchas más cosas con el paso de los años y de los siglos. 

    La historia, dividida en dos libros bajo los títulos El pozo de las luciérnagas y La sanadora del emperador, está protagonizada y narrada en primera persona por un personaje que, aunque ficticio, bien podría haber sido real. Akame es hija del honorable maestro Zheng, procedente de una familia de médicos desde varias generaciones. Viven en una de las calles comerciales más bulliciosas de la capital imperial, donde regentan una farmacia. Allí es donde Akame aprende desde pequeña a leer y a escribir. Y también la medicina tradicional y su vínculo con la filosofía, las matemáticas y la caligrafía. El ambiente de libertad en el que crece Akame choca frontalmente con la sociedad en la que debe vivir. Una chica testaruda, impetuosa y difícil de doblegar debe hacer frente a un futuro sombrío en el que nos inculcaban que nuestro destino estaba escrito y que debíamos obedecer las tradiciones: una mujer debe obediencia a su padre. Luego, al casarse, al marido y, cuando este fallece, al hijo. 

    La vida de Akame comenzó a ser muy complicada desde antes de nacer. Y lo será siempre. Es un constante enfrentamiento a las vicisitudes de la vida, de la familia y de una sociedad cambiante que vive sus últimos coletazos ante la barbarie de una guerra primero inminente y después definitiva. Y los ojos de la protagonista observan con lucidez pero también confusión y horror el fin de su mundo. Un matrimonio temprano, un amor imposible y la enorme dificultad para cumplir su sueño de dedicarse a la medicina provocan en Akame una gran desazón. Por suerte, tiene junto a ella a su inseparable Longyan, un eunuco que heredó a la muerte de su madre y que se convierte en su fiel consejero y cuidador. Su auténtica sombra. Sin embargo, no puede evitar dejar de pensar qué será de ella si resulta yerma o si da a luz a una o varias niñas. En su sociedad los maridos suelen repudiar a sus esposas y concubinas si no les dan varones. Las echan a la calle, sin más, abandonándolas a su suerte y empujándolas a la prostitución o a la muerte.  

    El pozo de las luciérnagas, que da título al primero de los libros de esta bilogía, es el nuevo hogar de Akame tras su matrimonio con Cao, médico amigo y compañero del padre de la protagonista. No obstante, su vida no solo cambia a través de su matrimonio y mudanza a la casa familiar de los Cao, sino que dará un giro definitivo tras conocer, por casualidad, a Mariposa Blanca, concubina del inepto emperador Duzong, siempre ebrio y ausente de las audiencias diarias. Tanto ella como Longyan se convierten en sus máximos sostenes en los momentos de mayor zozobra personal (que son muchos, por otra parte). Sobre todo respecto a su posible futura maternidad: no me veía condicionada a tener un hijo para sentirme una mujer completa. Tenía la responsabilidad de perpetuar la siguiente generación. No tener descendencia estaba considerado como el peor de los pecados. Y no me olvidaba de que llegado el momento yo también tendría que rendir cuentas a Yama, el rey de los infiernos.

    La bilogía comporta, como se ha señalado más arriba e indica la propia autora, un proceso de documentación exhaustivo. Gracias a ello, Donde mueren los dragones de jade constituye un auténtico vademécum de la medicina tradicional china; nos habla de todo tipo de hierbas y recetas medicinales; nos ilustra sobre los enredos y las conspiraciones de la corte, así como de traiciones y redenciones; nos enseña las mil y una supersticiones de la época; nos explica las relaciones entre las esposas y concubinas --solían ser bastante tirantes porque cada una competía por ser el centro de atención del marido-- no solo de los emperadores sino de cada una de las familias del imperio, fuera cual fuera su situación económica y social; y nos ataca directamente al paladar con platos y recetas típicos del lugar y la época reseñados --pudin de arroz, tofu frito en un lecho de espinacas salteadas, pollo en salsa de miel y jengibre, pasteles de batata rellenos de dátiles, carpas en escabeche, cerdo con bambú, bolas de masa hervidas rellenas de setas, etc.

    Además, el lector aprende aspectos casi desconocidos hasta ahora sobre la sociedad china del siglo XIII. Por ejemplo, sobre la castración de los eunucos, el vendado de los pies de las mujeres, el tratamiento de la fertilidad femenina, los zapatos de la longevidad o los protocolos y rituales del parto, del casamiento y de los entierros y lutos. Para un mayor entendimiento de todo ello, al final del libro se incluye un detallado glosario para explicar el significado de algunas palabras y expresiones chinas. También de términos relativos a los meses del año y las horas del día. Y, sobre todo, del papel jugado por la mujer en aquella sociedad. Aspecto que Luisa Ferro define así en boca de Akame: el yin era la debilidad, la oscuridad y el vacío. Correspondía a lo femenino. Su significado era el mismo que definía a la mujer: pasividad, delicadeza, serenidad. Al menos eso era lo que se esperaba de nosotras. Yo, sin embargo, añadiría obediencia, sacrificio, dolor, servidumbre y, aun así, valor frente a la adversidad. El yang era lo masculino: la fuerza, la claridad y la plenitud. Ambos eran contrarios, pero se complementaban. 

    La medicina también está tratada con mucha profundidad a lo largo de ambas novelas. En La sanadora del emperador, Akame destaca lo que me había enseñado mi padre de los conceptos de Confucio al respecto de la forma de proceder de un médico: salvar vidas con amor y actuar con la nobleza del caballero. La bilogía, pues, es de difícil catalogación. Por supuesto, es una novela histórica y de aventuras. Pero también es una crítica socio-política del imperio de los Song. Ser un claro ejemplo de reivindicación de la mujer y su capital importancia en cada uno de los procesos históricos atravesados por la humanidad la podrían convertir también, sin duda, en una novela feminista. Y sus historias de amor irían en la línea de la novela romántica, aunque no de ese tipo de novela de amor empalagosa que tanto gusta a algunas y disgusta a otras --y a otros, claro--. Por no hablar de la obstinada forma con la que Akame lucha por cumplir su sueño de poder dedicarse a la medicina pese a ser mujer. Todo un ejemplo de superación personal. Tema también en auge en la actualidad. 

    Así pues, tras la lectura de ambas novelas --unas setecientas páginas en total--, puedo decir que ha valido la pena esperar estos seis años. Seis años en los que la autora no solo ha ocupado parte de su tiempo en Donde mueren los dragones de jade, puesto que también ha colaborado en las novelas corales España. La novela (Dolmen Editorial, 2018) y España. La novela II. La caída de un imperio (Dolmen Editorial, 2021). Visto lo visto, hará muy bien Planeta en publicar cuanto antes esta bilogía en papel. Tanto la autora como sus historias y sus magníficas portadas merecen que se de ese paso.