LIBROS

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sábado, 30 de noviembre de 2019

The Wall, de Pink Floyd. El único muro que jamás deberíamos derribar cumple cuarenta años





     Hoy, 30 de noviembre de 2019, se cumplen cuarenta años de la publicación en Reino Unido y Europa --en EE. UU. se lanzó el 8 de diciembre-- de uno de los mejores discos de la banda británica Pink Floyd y también de la historia del rock. Fecha que bien merece unas líneas como conmemoración-homenaje a semejante hito musical. Porque seis años antes de abandonar el grupo e iniciar un largo litigio contra sus ex compañeros y una dilatada carrera en solitario, Roger Waters nos legó en forma de disco doble --26 temas-- una especie de autobiografía musical y personal que ha pasado a la historia por méritos propios. Y lo hizo narrándonos la historia de Pink --alter ego y anti héroe del propio Waters--, un músico ficticio de éxito que se aísla progresivamente del mundanal ruido a causa de una serie de traumas que lo amenazan. El título del disco, por supuesto, fue The Wall.

     La banda, formada por aquel entonces por Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Rick Wright, quien la abandonó justo tras el lanzamiento de este trabajo para regresar una década más tarde, comenzó a tramar el disco tras el incidente de Montreal, Canadá, en el que Waters acabó escupiendo a un fan de la primera fila que se estaba comportando como un energúmeno. El artista fantaseó entonces con la idea de construir un muro entre el escenario y el público. A esa primera piedra del muro se fueron añadiendo otras: el horror de la guerra --el padre de Waters murió en combate durante la II Guerra Mundial--, el fracaso sentimental --Waters se había separado tres años antes de su esposa y novia de toda la vida, Judy Trim--, la locura --Syd Barrett, miembro fundacional del grupo, hubo de abandonarlo por serios problemas mentales, siendo sustituido por Gilmour--, la sobre protección materna, la violencia policial o la rígida educación infantil. 

     La primera canción del primer disco --el lanzamiento original estaba constituido por dos vinilos--, In the flesh?, da comienzo al show, y ese fue precisamente el nombre de prueba del tema. Le sigue The thin ice, que hace referencia a las grandes consecuencias que trae la guerra sobre muchos huérfanos. Another brick in the wall se divide en tres partes, las cuales constituyen tres de los temas básicos del álbum. La primera de ellas describe la multitud de traumas que fuerzan al protagonista, Pink, a ir añadiendo piedras al muro. La segunda es la pieza más conocida del disco, y trata sobre las estrictas normas establecidas en las escuelas durante los años cincuenta. Según Waters, los centros se ocupaban más de mantener la férrea disciplina que de la transmisión de los conocimientos. Así, la letra llega a hablar de la existencia de una cadena de montaje a través de la cual se va alienando progresivamente a los alumnos. La tercera parte habla de un muro ya casi terminado de construir. Pink se queda atrapado tras él, víctima del engaño de su esposa y de su propia enfermedad mental a causa de su aislamiento del mundo.

     The happiest days of our lives aparece en el disco entre las dos primeras partes de Another brick in the wall y atribuye la violencia de los profesores a los traumas que ellos mismos padecen en su vida cotidiana. Mother habla de la culpabilidad de la madre de Pink --controladora, manipuladora y absorbente-- respecto a la construcción de un muro tan alto. Goodbye blue sky abría la cara B del primer LP. La presencia de aviones bombarderos terminan con la inocencia de los niños, las grandes víctimas de las guerras. Le siguen Empty spaces y Young lust. Un Pink ya adulto sale de gira y va de aeropuerto en aeropuerto, sin ver a su esposa durante meses. Descubre su infidelidad, y su degeneración crece más rápidamente todavía, lo que causa que la construcción del muro se acelere. One of my turns y Don´t leave me now nos hablan de una relación sexual en un hotel entre Pink y una fan, un acto de despecho que acaba en violencia y soledad. Goodbye cruel world pone fin al primer LP. Un tremendo estado de desesperación hunde a Pink hasta el punto de llegar a pensar en el suicidio.

     El segundo disco comienza con Hey you, tema en el que el muro está recién terminado y Pink se pregunta si ha hecho bien en aislarse tras él y si todavía es posible reconectarse al mundo del que se ha retirado. La desolación va in crescendo en Is there anybody out there? y Nobody home, canciones en las que la soledad se apodera tanto de Pink como de su casa vacía. Vera supone un instante de nostalgia y recuerdo --Vera Lynn fue una cantante británica de moda durante la II Guerra Mundial, quizá del agrado del padre de Waters--. Bring the boys back home vuelve a llevarnos al tema de la barbarie de las guerras. Comfortably numb es la pieza que cierra la cara A del segundo LP. Está considerada, junto a la segunda parte de Another brick in the wall, como los dos grandes temas del disco. Hace referencia a un hecho real vivido por Waters en junio de 1977, cuando unos fuertes dolores abdominales que luego fueron diagnosticados como hepatits estuvieron a punto de provocar la suspensión de un show en Philadelphia. Un médico le pinchó un relajante muscular que lo dejó cómodamente adormecido --título de la canción en castellano-- para que pudiera tocar.

     The show must go on da inicio a la cara B del segundo disco. Busca sonidos a lo Beach Boys --Bruce Johnston hizo los coros-- y Queen --que haría un tema de idéntico título doce años después--. In the flesh habla de un Pink que, alucinado por las drogas, viste un disfraz de dictador fascista para cantar ante las masas. Run like hell --otro de los temás icónicos del disco y de la banda-- ahonda en la idea del fascismo. En ella, Pink pide a su audiencia arrasar los barrios vecinos, repletos de minorías de negros, judíos y homosexuales. Su locura llega al máximo en Waiting for the worms, canción en la que los gusanos controlan la mente de un Pink ya sin remedio. Un Pink que piensa en encender las duchas y prender los hornos. En el tema Stop, por fin se cansa de su disfraz de fascista y detiene su alucinación. Se declara culpable de la construcción del odioso muro y se somete a su propio juicio en The trial, donde suben al estrado la madre, la esposa y el maestro. El juez decide el derribo del muro y obligar a Pink a socializar y a volver a vivir de acuerdo a la lógica humana. Outside the wall cierra la ópera para que Pink, una vez derrumbado el muro, pueda abandonar la soledad y la depresión. 

     The wall, pues, no es un LP convencional, sino que tiene un hilo conductor --la desgracia de Pink-- a través del cual se nos cuenta una historia. Por tanto, estamos ante un trabajo conceptual de gran complejidad lírica y musical que ha tenido un hondo calado en la escena musical durante estos cuarenta años. Una obra tremendamente arriesgada y, desde luego, muy ambiciosa solo al alcance de un gran genio como Roger Waters. Si a este le unimos además a Gilmour, Mason y Wright, amén de las aportaciones de Bruce Johnston (Beach Boys), Jeff Porcaro (Toto), James Guthrie (Judas Priest), Bob Ezrin (músico y productor de algunos de los trabajos de Lou Reed, Alice Cooper, Kiss o Peter Gabriel) y la Orquesta de Nueva York y los coros de la Ópera de Nueva York, tenemos un caldo de cultivo óptimo para crear uno de los mejores discos de la historia del rock. Un trabajo que incluso trasciende al propio rock para convertirse en una excelente ópera.

     The wall fue el disco doble más vendido de la historia, aunque no voy a perderme en las mareantes cifras de los millones de discos vendidos, discos de oro y de platino, etc. Simplemente, acabaré este recordatorio anotando que el proyecto fue culminado tres años después (1982), cuando el director británico Alan Parker (El expreso de medianoche, Fama, The commitments, Evita o Las cenizas de Ángela) llevó a  la gran pantalla, bajo guión del propio Roger Waters, la historia de Pink y su metafórico muro. La película, considerada de culto, contó con Bob Geldof (líder y vocalista de The Boomtown Rats y organizador del Live Aid y del Live8) como Pink. Se dan la mano en el film el simbolismo, el surrealismo, el gore, la violencia, las situaciones sexuales y unas espectaculares secuencias de animación a cargo de Gerald Scarfe. Todo para ilustrar con imágenes un trabajo ya de por sí redondo. Quizás sea un muy buen día para escuchar el disco y ver la película. Cuarenta años son muchos --o pocos, según se mire--, pero el caso es que The wall sigue de plena actualidad y vigencia. A buen seguro, es el único muro que jamás deberíamos derribar.              

              

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Sidi. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara. 2019. Reseña





     Numerosos libros de historia nos hablan de un Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador, como un patriota español, un héroe nacional, un auténtico dolor de cabeza y azote para los moros --ni siquiera los denominan musulmanes-- que llegó a ganar su última batalla en Valencia, ya muerto, atado a su amado Babieca. Nada más lejos de la realidad según otros estudios, más rigurosos y por tanto creíbles. Esa idea parece ser total y absolutamente compartida por el polémico y también prolífico periodista y escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte (1951). Autor que tiene por costumbre beber de todo tipo de fuentes a la hora de documentar las historias sobre las que luego escribe en sus novelas.

     A estas alturas, resulta habitual que el otrora reportero de guerra no escriba y publique sus novelas por mera casualidad temporal. Buena prueba de ello es su última obra, Sdi. Un relato de frontera. Si hace casi cinco años publicó, en plena crisis cultural y de valores en nuestro país, Hombres buenos, novela ya reseñada en este blog y en la que nos narra el curioso y arriesgado viaje al París de fines del siglo XVIII de dos miembros de la Real Academia de la Lengua Española para hacerse de forma clandestina con los veintiocho volúmenes de la Enciclopedia de Diderot y D´Alembert, en este 2019 ha hecho lo propio con esta revisión del personaje histórico de Ruy Díaz de Vivar, cuyo conocido apodo deriva del original árabe Sidi Qambitur, señor que campea

     En pleno auge de la extrema derecha en nuestro país, no resulta algo casual, reitero, que Pérez-Reverte revisite la figura de este guerrero del siglo XI, cuya manipulada fama se debe en parte a la propaganda franquista, necesitada de héroes nacionales que la ayudase a facilitar una ideología vacía por completo de contenido. Idea --no mía, sino del autor, aunque compartida-- que lo motivó a escribir esta historia con el objetivo de terminar, de una vez por todas, con ese Cid escolar contaminado por el franquismo, imperial, espada de la cristiandad, martillo de musulmanes y precursor de las Cruzadas habidas y por haber. Su historia es la de las fronteras existentes en la España del siglo XI. Algo salvaje y muy parecido a lo que en los EE. UU. de hace dos cientos años se dio en llamar el Lejano Oeste.

     Sobre el Cid de la novela, afirma el autor que es un superviviente de frontera. No sé si en realidad era así, pero así lo he imaginado yo. Es cruel, eficaz, guerrero, valiente, sabe manejar a la gente, tiene inteligencia, es astuto y tiene todos los elementos necesarios para sobrevivir y triunfar. Pero lo de que era un patriota es mentira. Y añade que no podía serlo por la sencilla razón de que hace mil años la España actual estaba todavía muy lejos de existir, y en los territorios que la componían --innumerables reinos cristianos y reinos de taifas musulmanes que combatían entre sí y contra el enemigo religioso común-- no se pensaba en la Reconquista sino en sobrevivir día a día. Hay muchos Cid en la tradición española, y éste es el mío, concluye el autor cartagenero.

     La novela narra las vivencias de Ruy Díaz de Vivar desde el momento de su destierro de tierras castellanas (principios de 1081) hasta su victoria ante las tropas del conde de Barcelona y de al-Mundir, rey de la taifa de Lérida, en la batalla de Almenar (1082). Tras dejar en su Vivar natal a Jimena y sus tres hijos (dos hembras y un varón), Rodrigo hubo de buscarse la vida --y la de su fiel hueste-- en tierras fronterizas. Se convirtió, pues, en un mercenario que servía a quien le pagara por guerrear por su causa. Leal siempre a su rey, Alfonso VI, contra quien prometió no combatir jamás a pesar de todo lo ocurrido con anterioridad, y rechazado por el conde de Barcelona, hubo de servir a Yusuf al-Mutamán, rey de la taifa de Zaragoza.  

     En unos territorios tan inestables a fines del siglo XI --el reino castellano dividido en tres partes, cuyos tres reyes se enfrentaban entre sí en luchas fratricidas tratando de volver a unificar el antiguo reino; los demás reinos cristianos intentando avanzar hacia el sur a costa de los musulmanes y del resto de cristianos; y los reinos de taifas luchando por no haber de replegarse aún más o por volver incluso a recuperar parte del terreno perdido--, y por muchos motivos diferentes, existió un gran número de mercenarios que supieron ganarse, con mejor o peor fortuna, unas cuantas monedas. Y el protagonista de esta novela fue uno de ellos. Probablemente, el mejor. Eso sí, pagando un gran coste: no poder vivir junto a su familia y no saber nunca lo que le depararía el día de mañana.

     Para lograr sus objetivos, tanto militares como personales, nuestro protagonista debió conocer a la perfección las armas y las estrategias militares, el trato que debía dar a sus hombres y la mentalidad de cada uno de los reyes y guerreros de la época, tanto cristianos como musulmanes. No en vano, sus aliados de hoy podían convertirse en sus enemigos mañana. O al revés. En ese sentido, Sidi nos presenta a un hombre instruido no solo en el cristianismo sino también en el islam. Así, conoce sus oraciones, sus preceptos, sus obligaciones. Algo que completa con un más que suficiente conocimiento de la lengua árabe. En definitiva, el Ruy Díaz de Pérez-Reverte es un hombre no solo formado sino también informado. Preparado, en suma.

     Y el autor de esta historia, Arturo, don Arturo, se nos muestra en esta novela como nos tiene acostumbrados: como un escritor muy bien documentado, como un gran conocedor de los hábitos y costumbres de las épocas sobre las que escribe, como un gran intelectual en el ámbito lingüístico --¡qué manera de describir los ambientes y los uniformes de los guerreros, y qué forma de narrar las batallas (a los lectores nos parece estar ahí, en el campo de batalla, recibiendo las salpicaduras de sangre de los combatientes)!-- y como un mago de los esquemas temáticos y temporales, sabiendo cómo darnos la información y en qué momento y lugar. No cabe duda alguna de que con él uno aprende sobre historia, lenguaje y literatura. Y Sidi. Un relato de frontera es otro gran ejemplo de todo ello.                             

    

lunes, 11 de noviembre de 2019

10-N. Del "con Rivera NO" al "con Iglesias SÍ"


     El pueblo español está harto de sus políticos. También de ir a votar para nada. Más de dos millones de personas que sí votaron en abril han decidido no hacerlo este 10-N. Así, de los 26.361.000 (75,75% de participación) de españoles que depositaron su voto hace siete meses, solo 24.359.863 han repetido (69,87%). Existe una regla no escrita que afirma que cuando los índices de participación decrecen (y lo han hecho nada más y nada menos que en un 5,88%), la izquierda se resiente. Y así ha sido de nuevo en esta ocasión. Y era de esperar, claro. O no tanto. Porque Sánchez y el PSOE buscaron estos nuevos comicios con la intención de fortalecer su posición y facilitar la formación de un gobierno. Cálculos erróneos, visto lo visto.

     El PSOE ha perdido en siete meses casi 730.000 votantes (0,7 puntos) y tres escaños, pasando de 123 a 120. Exhumar a Franco del Valle de los Caídos solo quince días antes de los comicios no ha favorecido a los socialistas, sino a VOX. Si el propósito de Ferraz era frenar a la extrema derecha parece claro que ha fracasado de forma estrepitosa. El endurecimiento del discurso de Sánchez respecto a los independentistas durante la campaña, asegurando que controla a la fiscalía y que se compromete a traer de vuelta a Puigdemont y los ex consellers para que respondan ante la justicia tampoco ha favorecido a su partido, sino a los independentistas catalanes y, por añadidura, a los nacionalistas vascos.

     La futura gobernabilidad del país queda en peor situación que tras las elecciones del 28-A. Entonces, había dos posibilidades: un pacto con Cs, que habría dado una mayoría absoluta de 180 diputados, u otro con Unidas Podemos, que habría impedido el feliz descanso del presidente Sánchez. Ahora, el líder socialista deberá elegir qué le produce más insomnio, si la presencia de algunos ministros de Unidas Podemos en su gobierno o la amenaza de unas terceras elecciones que podrían acabar aupando a la ultra derecha al poder de nuestra nación. La elección parece bastante sencilla. Pero no sería de extrañar que las presiones de las empresas del Ibex 35, la CEOE, otros poderes fácticos y sus propios barones acabaran por imponerse. La pelota, no cabe duda, está en su tejado.

     Vox ha sido el gran vencedor de esta nueva llamada a las urnas. Ha logrado 3.639.000 votos (casi un millón más que hace siete meses), lo que se traduce en el 15,1% de los votos (4,9% más) y 52 escaños (28 más que en abril). La errática estrategia socialista y el radical viraje hacia postulados extremistas de PP y Cs en sus políticas y discursos han provocado que el esperado crecimiento de los de Casado (soñaban con llegar a los cien y se han quedado en 88) se viera frenado por los de Abascal, quienes además se han llevado por delante a la formación naranja. Si VOX ha crecido 28 escaños y el PP 22, los de Rivera ha perdido 47, pasando de 57 a tan solo 10. Cuestión esta que pone de manifiesto que apoyarse en la extrema derecha solo beneficia a esta.

     El PP ha conseguido 650.000 votos más (llegando a los cinco millones de sufragios), un 20,8% del total, y 88 escaños. Lejos de ese centenar de sillones que ansiaba. Algo sobre lo que reflexionar y decidir. ¿Seguirán los de la calle Génova apoyándose en VOX aún a riesgo de ser engullidos también ellos mismos? Porque eso es exactamente lo que le ha ocurrido a Cs. No se puede explicar de otra manera el hecho de pasar en tan solo siete meses de 4.136.000 votos (15,8%) a apenas 1.637.000 (6,79%). De aquellos 57 escaños que auparon a los de Rivera a la tercera posición nacional han pasado a únicamente 10, siendo superados incluso por la ERC de Rufián. Sorprendente y, sin duda, humillante. Y Rivera parece que no piensa en dimitir pese a semejante tsunami. ¡Ver para creer!

     Si el otro objetivo socialista en este 10-N era acabar definitivamente con Unidas Podemos, también ha fracasado en esta cuestión. Si bien es cierto que los de Iglesias han perdido 600.000 votos (curiosamente, Más País, el nuevo partido de Errejón, ha obtenido 579.000 votos, logrando 3 escaños), continúan confiando en ellos más de tres millones de ciudadanos (el 12,84% de los votantes) y se constituye como la única alternativa de Sánchez para la constitución del próximo gobierno habida cuenta de la eliminación de Cs. La política no suele dar dos oportunidades. En este caso, Sánchez podrá tratar de repetir --más bien, podrá ponerse manos a la obra de una vez-- su intento de configurar un gobierno progresista estable.

     Los independentistas y los nacionalistas también salen fortalecidos y serán claves en las negociaciones de cara a formar ese nuevo gobierno. ERC, pese a perder 150.000 votos, ha sido el ganador de las elecciones en Cataluña. Pasa de 15 a 13 escaños, en parte por la irrupción, por primera vez, de las CUP, que han obtenido doble representación en el Congreso. Además, Junts per Catalunya, el partido de Puigdemont, pasa de 7 a 8 escaños. Y en el País Vasco, tanto el PNV como EH Bildu también han conseguido reforzar sus posiciones. Los primeros pasan de 6 a 7 escaños; los segundos, de 4 a 5. Entre ambos, suman más de 650.000 sufragios. Cifra a tener muy en cuenta. Otro fracaso más del PSOE de Sánchez en este 10-N.

     Si la frase de la noche electoral del 28-A fue la de "con Rivera NO", la de anoche fue "con Iglesias SÍ". La militancia socialista parece tener claro cuál ha de ser el camino a seguir por sus dirigentes. El lema de campaña de su partido para estos comicios ha sido "Ahora SÍ". Es de esperar pues que, ahora sí, los líderes de Ferraz escuchen a quienes los sostienen de verdad y se pongan desde ya mismo a negociar un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Porque Sánchez, pese a que parece tener una flor en el culo, no haría bien en tentar a la suerte nuevamente. Anoche, Errejón habló de esta inesperada segunda ocasión y de la necesidad de no dejarla pasar. Iglesias, por su parte, afirmó que si en abril hubo una oportunidad histórica, ahora hay una urgencia histórica. Si, de verdad, el PSOE pretende acabar con el avance de la extrema derecha, no debe desaprovechar este momento para, urgentemente, ponerse manos a la obra. O el hartazgo de la ciudadanía se incrementará todavía más...                  




viernes, 8 de noviembre de 2019

Confesiones de una editora poco mentirosa. Esther Tusquets. Ediciones B. 2012. Reseña





     La editora y escritora Esther Tusquets (1936-2012) nos dejó, aparte de una docena de novelas, diversos cuentos y algunos ensayos, varios libros autobiográficos a lo largo de sus últimos años de vida. Confesiones de una editora poco mentirosa es uno de ellos. A principios de los años sesenta, siguiendo los pasos de su padre, se hizo cargo de la dirección de la editorial Lumen, con su hermano Óscar al frente del diseño. En este libro nos cuenta cómo dicha editorial, de corte franquista, religioso y moralizante, se convirtió con el tiempo en una de las más prestigiosas del país a base de renovar su fondo editorial y de arriesgar con distintos formatos, diseños, autores y obras. Cuarenta años de esfuerzo que, desde luego, dieron sus frutos.

     La nueva andadura de la editorial comenzó con una colección de narraciones infantiles muy cuidadas cuyos textos fueron encargados a autores consagrados como Ana María Matute, con la que Esther tendría una dilatada e íntima relación a lo largo de los años. Otras colecciones importantes fueron Palabra e Imagen --que combinaba textos e imágenes fotográficas, y en la cual participaron autores como Camilo José Cela y Miguel Delibes-- y Palabra en el tiempo --de la que formaron parte escritores consagrados como Virginia Woolf, Samuel Beckett, James Joyce o Susan Sontag, por aquel entonces desconocida todavía en nuestro país--. Además, publicó una gran colección de poesía y la emblemática Femenino Singular, dedicada en exclusiva a mujeres escritoras.

     En las líneas de esta autobiografía hay espacio para escritores de la talla de Cela y Delibes. Del primero afirma haber tenido una intensa pero breve amistad, que finalizó abruptamente cuando el escritor le echó en cara podar de forma frívola uno de sus relatos. Así, Tusquets escribe sobre el controvertido autor gallego que era un buen escritor, pero detrás de la aparatosa fachada no había un ser que humanamente pudiera interesarme. Según cuenta, vivió experiencias muy gratificantes con él y se divirtió mucho, pero el final de su relación de trabajo y amistad deja entrever, una vez más, el carácter agrio y fuerte del futuro Premio Nobel de Literatura. Muy diferente al caso del genio vallisoletano.

     De Delibes destaca la editora que no compartía con el gallego su pasión por el dinero y alaba que, salvo los dos pequeños textos que editó con ella para su colección Palabra e Imagen, siempre publicara con la misma editorial --Destino-- y no tuviera agente literario, gesto muy hermoso pero carísimo. Para él, según indica Tusquets, la familia y la amistad estaban por encima de todo lo demás, y un apretón de manos significaba más que cualquier documento firmado. Acaba el capítulo que le dedica así: me alegra enormemente saberle tan universalmente querido. Hijos, nietos, parientes, amigos, conocidos, gente que sólo sabe de él por su obra, todos le prodigan cariño, respeto y amor. No creo que nadie pase los últimos años de su vida rodeado de tanto y tan merecido amor.

     Otro ilustre que aparece en las páginas de este libro es el peruano Mario Vargas Llosa. La autora habla de su enfermizo perfeccionismo, responsable de los sucesivos retrasos en la escritura, corrección, reescritura, recorrección y entrega final de su relato Los cachorros para la colección Palabra e Imagen. El cruce de cartas entre autor y editora en relación al tema es digno de ser leído. También la retahíla de excusas, demandas de paciencia y mil y un perdones por parte del escritor peruano, hasta llegar a un increíble el relato me ha decepcionado en esta última lectura. No resulta extraño, pues, que con el tiempo se convirtiera en uno de los grandes genios de la literatura hispanoamericana y mundial, lo que le sirvió también para ser condecorado con el Nobel.

     Tusquets hace referencia a las tres grandes pesadillas del pequeño editor: la censura (excesivamente quisquillosa en pleno franquismo), las traducciones y los autores desesperados por ser publicados al precio que sea. Y nombra a algunos de los más carismáticos editores --Carlos Barral, fundador de Seix Barral, o Jorge Herralde, fundador y director de Anagrama--, agentes literarios --la flamante Carmen Balcells-- y escritores --Terenci y Ana Moix, Carmen Martín Gaite, Gloria Fuertes, Juan Benet, Pablo Neruda o Gustavo Martín Garzo-- de la época. Además, considera dos grandes golpes de suerte que cayeran en sus manos primero, y en su catálogo editorial después, obras tan diferentes pero futuros best-sellers como Mafalda y El nombre de la rosa.

     Ravoni, el agente de Quino, trató de vender los derechos de Mafalda a Carlos Barral en la Feria de Frankfurt, pero a este el cómic no le interesaba lo más mínimo y lo envió a hablar del tema al stand de Lumen. Así, de rebote y de la mano de la editorial de Esther Tusquets, llegó Mafalda a España. Una desconocida chiquita que muy pronto se convirtió en célebre e inmortal. En aquella misma Feria, también de la mano de Barral, y de nuevo por pura casualidad, le llegaría la aclamada El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Quino Y Eco se mantuvieron siempre fieles a la pequeña editorial independiente que apostó por ellos desde sus inicios. Y, como no podía ser de otra forma, los éxitos fueron llegando.

     Tras cuarenta años de actividad, en 1996 Tusquets acabó vendiendo su editorial a la multinacional Random House Mondadori. Antes de jubilarse tuvo tiempo de vivir una breve experiencia en el gigante editorial, a base de conocer conceptos hasta entonces desconocidos por ella, como sinergia o argumentos de venta, y de asistir a unas cuantas convenciones bastante pintorescas. Se jubiló y siguió escribiendo hasta poco antes de su muerte (2012). Esta autobiográfica Confesiones de una editora poco mentirosa constituye un documento, o conjunto de documentos, de primera magnitud para conocer el mundo editorial y literario del último tercio del siglo XX. Por ello, su lectura es imprescindible para todos los amantes de la literatura española de la época referida.


      

lunes, 4 de noviembre de 2019

La isla del aire. Alejandro Palomas. Ediciones Martínez Roca. 2005. Reseña





     El filólogo, traductor y escritor barcelonés (1967) Alejandro Palomas --Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2016 por Un hijo y Premio Nadal 2018 por Un amor-- publicó en 2005 La isla del aire, novela en la que profundiza en la condición femenina a través de cinco mujeres de una misma familia. Mujeres que arrastran un pasado --y un presente-- que constituye una carga demasiado pesada como para poder seguir con sus vidas de manera conveniente. Esas cargas, a veces individuales, a veces familiares, forman parte de la columna vertebral de la novela. Y van apareciendo de forma paulatina, según lo creen conveniente las cinco mujeres, que son narradoras por igual de la historia.

     La novela nos muestra la vida de estas mujeres durante un único fin de semana. Apenas dos días. Mencía es la abuela, la matriarca de la familia. El lunes van a operarla del brazo, y descansa en casa de su hija Lía junto a su nieta Bea, también convaleciente de un herpes en la espalda que la lleva por la calle de la amargura. Mencía parece conocer los detalles más oscuros y a priori inaccesibles de las vidas de sus hijas y nietas. Algunos los conoce de primera mano --y hasta es responsable de ellos--, otros los intuye, haciendo bueno el dicho aquel que dice que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Pese a su avanzada edad --noventa años--, tiene unos momentos de lucidez que causan estragos en la familia. En algunas ocasiones, provoca risas. En otras, llantos.

     Lía es hija --de Mencía-- y madre --de Helena, Inés y Bea--, y vive como puede tras un año sin saber nada de su hija Helena, perdida en el mar a causa de una tormenta mientras navegaba con una embarcación cerca de la isla. Todos los indicios apuntan a que su hija mayor murió el día de la tormenta, pero en el fondo su madre sigue esperando un regreso que cada día se antoja menos probable. Flavia es la otra hija de Mencía, con la que vive habitualmente. Tienen una relación de amor-odio, sobre todo por parte de la hija hacia su madre, a causa de un secreto del pasado que será desvelado al lector en su momento. Como su madre y su sobrina Bea, Flavia también tiene problemas de salud debido a la fractura de su pierna. Esa es la causa de que Mencía esté en casa de Lía.

     Bea es la nieta pequeña de Mencía e hija de Lía. Escribe notas en un diario para ser escuchada. Su herpes la tiene postrada en la cama casi todas las horas del día. Mencía y ella se hacen compañía y charlan sobre temas muy diversos. La abuela trata de averiguar el motivo por el que su nieta no está siendo cuidada por su marido, ausente demasiado tiempo para tener justificación. Bea no quiere abrir su corazón a la abuela por dos motivos: para no tener que admitir una realidad demasiado dolorosa para ella y para no preocupar a la anciana. No obstante, su abuela sabe muy bien qué teclas tocar para salirse con la suya y conocer cada detalle de las vidas de sus hijas y nietas. Y, aunque Bea es dura, sabe que antes o después conseguirá sus propósitos.

     Inés es la nieta mediana de Mencía. La segunda hija de Lía. Infelizmente casada, como sus hermanas y tías, está enamorada de Sandra, una compañera de trabajo. Lleva en secreto la relación con ella mientras intenta que su marido no la descubra. En efecto, los secretos familiares parecen ser demasiados para que no estallen en cualquier momento. La sombra de Mencía en las vidas de sus hijas y nietas es demasiado alargada. Y la trágica pérdida de Helena --en realidad, la sexta protagonista de la historia pese a su ausencia--, sin duda la mujer más clarividente del clan, algo pitonisa, pintora y bohemia, pone definitivamente en jaque la resistencia psicológica del resto de mujeres de su familia.

     El lenguaje narrativo, casi poético en numerosas ocasiones, de Palomas da un toque mucho más íntimo si cabe a las frases y reflexiones de cada una de las protagonistas. Todas ellas confluyen ese domingo en la isla del aire por expreso deseo de Mencía justo en el aniversario de la desaparición de su nieta Helena. El dedo acusador del faro inspira temor a las mujeres. Y las cinco han de rendir alguna cuenta, a las demás y/o a sí mismas. Así, la visita a la isla y al faro, se convierte en una especie de confesionario en algunos momentos y de cruce de acusaciones en otros. La mayoría de cuestiones estallan y se solucionan --en los casos en los que cabe dicha posibilidad--  y finalmente todo queda en calma, como el mar.

     A lo largo de las ciento ochenta páginas de la novela hay muchas frases, a veces páginas enteras, dignas de subrayarse. De todas ellas, la que mejor resume la historia es esta reflexión de Flavia: Nos miramos. Madres a hijas, hermana a hermana, tía a sobrinas, nietas a abuela. Solas. Extraña palabra. Tan circular, tan cerrada en curva peligrosa y de mala visión. Cinco letras que jugamos a repartir entre nosotras. A suertes. La ese incrustada en los huesos sin músculo de Inés, flanqueada por sus sueños y su escasa realidad. La o para el infinito valor de Mencía y sus cartas siempre marcadas. La l para que Lía se desborde por fin, arrollándonos a todas con la vida que le queda. La a para Bea y sus falsos desamparos, y la última ese para que serpentee entre todos los plurales que me conforman y pueda aprender de una puta vez a imaginar en singular, a imaginarme entera. Para que pueda dejar de soñar con los que ya no están. Para que pueda empezar a soñar también despierta. 

     Es cierto, la palabra que acompaña en todo momento la narración de las vidas de cada una de las cinco mujeres que componen la familia es, sin duda, soledad. Sin embargo, es una soledad compartida con las demás. Y Mencía se resiste a ello. ¿Solas? Enfermas sí. Desquiciadas también. Y rotas. Solas no. Al menos hasta que yo muera, niñas. No quiero volver a oíros eso nunca más. A ninguna. Nunca. Porque no es menos cierto el hecho de que estas cinco mujeres, supervivientes todas ellas, se hacen compañía. Y probablemente en eso consiste también el hecho de ser familia. Y un encuentro como el que describe La isla del aire, un domingo cualquiera, bien puede ser un motivo para la alegría.
   

               

viernes, 1 de noviembre de 2019

Largo pétalo de mar. Isabel Allende. Plaza & Janés. 2019. Reseña





     La escritora chilena Isabel Allende ganó el Premio Internacional de Novela Histórica Barcino 2019 con su última obra publicada, Largo pétalo de mar, que salió a la venta a finales de mayo del presente año. Una historia que rinde homenaje a la travesía del Winnipeg ochenta años después de que transportara a tierras chilenas a más de dos mil republicanos españoles exiliados de su patria tras la finalización de la Guerra Civil Española. El trayecto duró un mes exacto --del cuatro de agosto al 3 de septiembre--, tiempo que tardó el barco en recorrer la distancia entre Pauillac (Francia) y Valparaíso (Chile). El viaje fue gestionado por el canciller Abraham Ortega Aguayo y el cónsul y poeta Pablo Neruda, simpatizante del bando republicano que decidió poner su granito de arena para sacar a los refugiados españoles de los campos de concentración franceses.

     Trasladar a los republicanos españoles hasta Chile fue algo muy costoso, y no solo en lo tocante a lo económico. Solo el empeño de Ortega y Neruda consiguió que el presidente chileno, Pedro Aguirre Cerda, hiciera frente a las constantes presiones de los sectores más conservadores de la nación, que se oponían tajantemente a la llegada a tierras chilenas de los republicanos españoles --manada de rojos, ateos y posiblemente criminales--. La noche en que el Winnipeg levó anclas y zarpó desde Francia, Neruda escribió: que la crítica borre toda mi poesía si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie. No en vano, el poeta recordaría en sus Memorias que este acontecimiento histórico había sido mi más bello poema. Entre las autoridades que dieron la bienvenida al barco en Valparaíso un mes más tarde figuraba el por entonces Ministro de Sanidad Salvador Allende.    

     Años después, el tío de la autora más vendida en lengua castellana se convirtió en presidente de Chile, hasta su asesinato en 1973 en el transcurso del golpe de estado perpetrado por el general Augusto Pinochet. Por tanto, el libro de su sobrina Isabel es también un homenaje a la figura del gran presidente que fue Allende. Así, las continuas referencias a su tío, a su amigo poeta Neruda y al cantautor Víctor Jara, cruelmente asesinado por el régimen militar, forman parte de la columna vertebral de la novela. También los personajes españoles llegados a tierras chilenas, ese largo pétalo de mar y vino y nieve, como lo definió el propio poeta, que se convirtió en lugar de acogida y permitió que, de mejor o peor manera, los exiliados se integraran en su sociedad, enriqueciéndose mútuamente. 

     Con el tiempo, como nos demuestra la Historia, esos exiliados españoles hubieron de volver a vivir aquello de lo que habían huido cuarenta años atrás. Y lo hicieron en un país que se había convertido, en la mayoría de los casos, en su país. Porque, según fueron pasando los años y Franco continuó con su dictadura, esos españoles se fueron transformando en chilenos a todos los efectos. Y les dolió tanto o más que la vez anterior observar en qué se había convertido, merced a la dictadura pinochetista, ese maravilloso país que los había acogido y enamorado por completo. Y es que, a veces, lo difícil no es huir sino volver. Y muchos de ellos, los que pudieron, hubieron de emprender un segundo exilio en sus vidas. Unas vidas que, de prolongarse mucho en el tiempo, pueden albergar muchas vidas en una sola.

     Al margen de los personajes reales chilenos, los grandes protagonistas de la novela son dos de los españoles exiliados en el país sudamericano: el médico Víctor Dalmau y la pianista Roser Bruguera. Amigos desde su infancia --Roser fue alumna del padre de Víctor--, han de casarse por compromiso para poder embarcar en el Winnipeg. Roser iba a casarse con Guillem, el hermano de Víctor, quien fallece en el frente combatiendo a los fascistas sin saber que iba a ser padre. En efecto, Roser queda embarazada y viuda sin haberse casado, y Víctor decide hacerse cargo tanto de su cuñada como de su sobrino. La primera parte de la novela --titulada Guerra y éxodo-- narra las vicisitudes vividas por Roser y Víctor, este último en la guerra y en uno de los campos de concentración franceses, la playa de Argelès-sur-Mer. También la muerte de Guillem, el reencuentro en Francia de Roser y Víctor y el definitivo embarque en el Winnipeg.  

     La segunda parte de la historia --Exilio, amores y desencuentros-- nos cuenta sus vidas como matrimonio ficticio en tierras chilenas. También el crecimiento de Marcel, hijo de Roser y sobrino de Víctor; los escarceos amorosos de ambos, de poca importancia en el caso de Roser, algo más intensos por parte de Víctor --sobre todo, con Ofelia del Solar--; y cómo poco a poco el exilio prolongado va forjando lazos sentimentales entre ellos a pesar de las notables diferencias existentes. Eran opuestos de carácter y por eso se llevaban bien. Roser jamás sucumbía al sentimentalismo de los desterrados, nada de mirar hacia atrás ni idealizar a una España que ya no existía. Su implacable sentido de la realidad la salvaba de deseos frustrados, los reproches inútiles, los pesados rencores y el vicio de lamentarse. Era indiferente a la fatiga y la desesperanza.

     Por contra, Víctor solía caer abatido por el embiste de los malos recuerdos y el rigor de la nostalgia. Andaba ensimismado, con el aire ausente de un sonámbulo, no tanto por el cansancio de quien sólo duerme a ratos y de pie, como los caballos, sino por sentirse desgastado, preso en una maraña de responsabilidades. Mientras Roser imaginaba un futuro luminoso, él veía sombras a diestro y siniestro. Sin duda, dos maneras bien diferentes de vivir la vida y de observar la realidad que los rodea. No obstante, su gran secreto común --ese matrimonio fingido y el hecho de que Marcel no es hijo de ambos-- sus conversaciones y sus formas de sincerarse el uno con el otro, los llevará a conocerse tan a fondo el uno al otro que será inevitable que surja el amor. 

     La tercera y última parte de la historia --Retornos y raíces-- narra los dramáticos sucesos acaecidos en Chile con el golpe de Pinochet y las muertes de Allende, Jara y Neruda y cómo los españoles han de volver a hacer frente al fascismo, al exilio y al desarraigo. Víctor y Roser huyen a Venezuela con la intención de regresar a su Chile en cuanto se retorne a la normalidad. Pero Pinochet, como Franco en España, se afianza en el poder e impide su vuelta durante más tiempo del deseado. Víctor se lamenta así: los acontecimientos más importantes, los que determinan el destino, casi siempre escapan por completo a nuestro control. En mi caso, al sacar las cuentas, veo que mi vida está marcada por la Guerra Civil en mi juventud y después por el golpe militar, por los campos de concentración y los exilios. No escogí nada de eso, simplemente me tocó.

     Largo pétalo de mar es una novela con la que aprender, de forma amena y reflexionada, sobre la historia y la sociedad de dos países tan lejanos y sin embargo tan próximos como España y Chile. Y, además, cuenta con una trama muy bien definida y con personajes muy bien retratados en cuanto a lo psicológico. A través de personajes ficticios y reales, nos habla sobre la condición humana y su constante lucha para seguir adelante con la vida a pesar de todas las dificultades que se puedan presentar.