LIBROS

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jueves, 30 de junio de 2022

Mis diez mejores lecturas del primer semestre de 2022

 




10. El frío. Marta Sanz. Caballo de Troya. 2012. Novela intensa, descorazonadora pero a la vez esperanzadora. A veces conviene asegurarse de haber llegado a tocar fondo, de haber sido consumido por las llamas, para ascender, resurgir, cual ave fénix, a una nueva vida, a una nueva existencia, a una nueva manera de ver el mundo y a nueva forma de estar en él y formar parte de él. Es esa conjunción entre ambigüedad y sutileza, por un lado, y concreción y dirección, por otra, lo que la hace más interesante. Más llamativa. Más absorbente. Porque estamos ante una de esas historias que cuesta dejar. De las que quieres saber más. Y Sanz sabe mantener el misterio sobre muchos aspectos, principalmente en lo que respecta a la resolución de la misma. La novela constituye un muy buen debut literario, y ya deja muestras de la gran escritora en la que con el tiempo se ha ido convirtiendo la escritora madrileña. 

9. Renegados. Born in the USA. Barack Obama & Bruce Springsteen. Debate. 2021. El libro desgrana los sueños y los mitos americanos del músico y del político, la música preferida de ambos y el inicio, desarrollo y definitiva consolidación de una firme amistad forjada a través de los últimos años. Concretamente, desde que en 2008 a alguien del equipo de Obama se le ocurrió la idea de pedir a Springsteen que amenizara con su música algunos de sus actos electorales. Algo que volvió a ocurrir en la campaña de reelección de 2012. A través de sus trescientas páginas conocemos mejor a ambos no como profesionales de sus respectivos campos sino como personas, hijos, maridos y padres. Unas personas quizá demasiado positivas --que llegan a idealizar algunos temas, cuestión genuinamente americana-- pero también anhelantes a la hora de tratar de conseguir para el futuro una nación de iguales pese a las diferencias de cada uno de sus conciudadanos.


8. Desde el otro lado. Bernardo Atxaga. Alfaguara. 2022. El escritor guipuzcoano anunció en 2020 que Casas y tumbas era su última novela. Por suerte para sus lectores en 2022 se ha editado una recopilación de cuatro relatos del autor de Obabakoak en el que se revisita Obaba-Ugarte, el pueblo imaginario que hizo célebre en la citada obra. Los tres primeros relatos están ambientados en sus casas y calles. De hecho, el primero, Dos hermanos, ya se publicó en euskera en 1985 y en castellano en 1995. El texto actual es, pues, una nueva revisión del autor para la ocasión. El segundo, La muerte de Andoni a la luz del LSD, se editó ya en euskera y ahora se ha traducido al castellano. Los dos relatos restantes, Conferencia sobre la vida y la muerte en el cementerio de Obaba-Ugarte y Un crimen de película son textos hasta ahora inéditos. El último de ellos, el único que no tiene lugar en la población anteriormente citada sino en Nevada (USA), donde el autor escribió en su momento Días de Nevada.


7. A prueba de fuego. Javier Moro. Espasa. 2020. A finales de 2020 el escritor madrileño Javier Moro, autor de, entre otras, Pasión india (2005), El sari rojo (2008) y El imperio eres tú (Premio Planeta 2011), publicó una obra en la que pasa revista a la aventura norteamericana del arquitecto valenciano Rafael Guastavino y uno de sus hijos, Rafael Guastavino Jnr.. Llegados a Nueva York en 1881 junto a Paulina Roig y sus otras dos hijas, que hubieron de regresar a España tan solo unos meses después a causa de los problemas económicos familiares, los Guastavino comenzaron a cimentar poco a poco una larga y muy fructífera carrera arquitectónica en la costa este de los USA. Sobre todo desde que en 1885 fue patentado el sistema Guastavino, consistente en una técnica constructiva de arcos y bóvedas autoportantes de baldosas de terracota adheridas con capas de mortero siguiendo la curvatura de la cubierta. Un sistema, también denominado de bóveda tabicada, que conseguía gran cohesión, resistencia y abaratamiento de costes. 


6. Mühlberg. Víctor Fernández Correas. Edhasa. 2022. Novela repleta de niebla --la de las primeras horas del día de la batalla--, de oscuridad --la del bosque, justo después de la batalla--, de inmensidad --la del río Elba y sus paisajes (el paisaje es parte esencial de la novela)--, de soledad --sentirse solo en medio de la multitud es algo mucho peor que la soledad estrictamente solitaria--, de valentía y de cobardía --que van por barrios y momentos--, de libertad --la que ansían los luteranos-- y de opresión --la que sienten los anteriores ante el yugo católico español--. Y, por encima de ello --llámeseme romántico si se desea--, de literatura y de ansias de contar cosas. Porque, personalmente, me quedo con la conversación entre Diego y Cristóbal, de la que destaco estas líneas: escribiré, Cristóbal, escribiré cosas para que se me recuerde una vez muera. También para recordaros a vos y a tantos otros que estáis aquí. Para que nunca muráis, pues un simple trazo sobre un pliego de papel es lo que media entre el olvido y la eternidad. Buena respuesta para la eterna pregunta de por qué escribimos los que escribimos. 


5. Queridos niños. David Trueba. Anagrama. 2021. Para el equipo de campaña de Amelia, protagonista de la novela junto al narrador, hay tres aspectos básicos que conseguir durante la campaña electoral: recordar el abandono, las catástrofes, los dramas, y presentarse como salvadores y solucionadores; ser capaces de generar la imagen del día cada día; y, ante todo, no dudar, no decir la verdad y no rectificar. Porque ganar lo justifica todo, lo disculpa todo y lo hace olvidar todo. Y es que la novela de Trueba bebe directamente de la pandemia y del clima político tan polarizado que existe en nuestra sociedad actual. Y la campaña que aquí tan magistralmente describe bien podría ser, por ejemplo, la de 2023. Es de esperar que esta obra ayude a abrir los ojos a cuanta más gente mejor. Es una novela necesaria que ilustra a la perfección la realidad de nuestro país y de nuestra clase política. Ojalá sirva como alerta ante lo que puede que se nos venga encima muy muy pronto ya.


4. El peligro de estar cuerda. Rosa Montero. Seix Barral. 2022. La escritora y periodista ha demostrado, no pocas veces, que es una especie de detective; una investigadora de temas. Lo hizo, por ejemplo, en su maravilloso libro La ridícula idea de no volver a verte (2013). Y lo ha vuelto a hacer, más exhaustivamente si cabe, en esta nueva obra. El sugerente título, extraído de una poesía de Emily Dickinson, nos atrapa para hacer que la acompañemos en sus pesquisas sobre la estrechísima relación entre la genialidad y la locura. Unas pesquisas que, como reconoce la autora, comenzaron hace ya muchos años. Desde que se dio cuenta de que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. Aunque, por suerte, añade que una de las cosas buenas que fui descubriendo con los años es que ser raro no es nada raro. Y, para sustentar dicha afirmación, se apoya en diversos textos de psiquiatras, neurólogos, psicoanalistas y filósofos de todas las épocas. 


3. Una historia ridícula. Luis Landero. Tusquets. 2022. Que el autor extremeño tiene una capacidad sin igual para crear una magnífica novela casi desde la nada es algo que sus lectores sabemos desde hace ya muchos años. Que su prosa es excelente, también. Pero es que, en mi opinión, su estilo, que sabe combinar la ambigüedad con la concreción y lo tajante según lo requiera la situación, es su verdadero gran valor. Y un ejemplo más de todo ello lo encontramos en esta nueva obra. La historia que narra en boca de Marcial es realmente ridícula. Como ridículo es también su protagonista, un pedante o redicho --emplea términos muy cultos con una autosuficiencia que exaspera en ocasiones al lector-- que encarna a la perfección el papel de antihéroe, de embaucador, de inventor de una realidad falsa con la que intenta engañar a los demás sobre su verdadera identidad. 


2. Los besos. Manuel Vilas. Planeta. 2021. Después de los merecidos éxitos conseguidos con Ordesa y Alegría, el autor aragonés retorna a la ficción --más o menos, porque la realidad también aparece en la mayoría de las páginas de la obra-- con una novela de amor romántico y quizás algo idealizado cuyo título es corto, directo y significativo. Una historia de amor, sí, pero también de erotismo, sexo, carne, piel, células y almas. En la que Salvador y Montserrat acaban dando las gracias a la Naturaleza por haber creado una pandemia que les permite conocerse y amarse. Que les permite volver a sentirse vivos de nuevo, más que nunca incluso, en un momento en el que la muerte y un maldito virus amenazan con arrasar con todo. Y es que el amor, y la necesidad de amar y ser amados, está presente en la vida de las personas. Puede aparecer hasta en las circunstancias más inimaginables. Y eso es lo que les sucede a estas dos almas nobles que, solitarias, ya casi no podían esperar nada más en sus vidas.


1. Los vencejos. Fernando Aramburu. Tusquets. 2021. Cómo consigue el autor vasco afincado en Alemania que el diario de un suicida quemado y cabreado con el mundo y con sus congéneres --al más puro estilo del señor Meursault de El extranjero de Camus, del joven Holden Caulfield de El guardián entre el centeno de Salinger o del también desencantado joven Arthur Maxley de Solo la noche de Williams-- acabe convertido en una lección de vida, de amor, de amistad, de dignidad y de esperanza es todo un misterio para la mayoría de los mortales. Incluso después de leída la novela. Alcanzar algo así está tan solo al alcance de un genio literario. Si con Patria deslumbró a  los lectores, con su nueva obra Aramburu los hará reír, reflexionar y finalmente llorar en sus últimas páginas. Unas páginas de gran belleza y emoción no carentes de tragedia pero tampoco de esperanza. 






domingo, 26 de junio de 2022

Mühlberg. Víctor Fernández Correas. Edhasa. 2022. Reseña

 




    El 24 de abril de 1547 tuvo lugar la famosa batalla de Mülhberg, en la que el ejército del emperador Carlos V venció a las tropas del príncipe elector Juan Federico de Sajonia. De esta manera, el emperador sofocó la rebelión alemana de la conocida como Liga de la Esmalcalda, una agrupación de príncipes y ciudades protestantes que, creada en 1531, defendió sus privilegios y luchó contra el gran defensor del catolicismo frente a la reforma luterana. El triunfo español se debió a varios factores. Los más importantes fueron básicamente dos: que eran más en número y armamento (25 mil hombres de infantería, 4500 caballeros y veinte cañones por 12 mil hombres de infantería, 3 mil caballeros y 15 cañones de los protestantes) y que contaban, además, con Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el duque de Alba, un demonio, inteligente como el que más, astuto, sagaz, único, según Wolf von Schönberg, mariscal de campo del elector de Sajonia. 

    Tan importante y definitiva fue aquella victoria militar ante los luteranos tras un largo año de escaramuzas y persecuciones que un año después el no menos famoso pintor veneciano Tiziano inmortalizó al emperador en uno de los cuadros ecuestres más famosos de la Historia. No incurro en ningún spoiler si añado que los cabecillas de la Liga de la Esmalcalda, que quedó disuelta tras la batalla, fueron encarcelados en el castillo de Halle. Tampoco si acabo diciendo que, como le confiesa en las últimas páginas de la novela que nos ocupa Norbert Bachmann, espía alemán al servicio del duque de Alba, a Gaspar Briceño, soldado de los tercios españoles, esto ha sido una batalla, pero la guerra continúa, y algo me dice que el futuro no se saldará de forma tan positiva para el emperador. A lo que añade Lazarus Heynen, arcabucero luterano, en una conversación con su amigo Paul: somos alemanes, nadie nos puede pisotear. Soy un enemigo irredento del emperador Carlos V, que asfixia a Alemania, que no la deja crecer como pueblo. Lutero nos ha enseñado el camino. Solo hay que seguirlo.

    He de confesarlo. Me encantan las novelas que combinan la macro Historia, la de los grandes acontecimientos y personajes, con la micro Historia, la de personajes anónimos y hechos casi irrelevantes sin los que, sin embargo, nada acontecería como acontece. Y un ejemplo de ello lo tenemos en Mülhberg, la nueva novela de Víctor Fernández Correas. Así, junto al emperador Carlos V, el duque de Alba, el futuro emperador Fernando, el elector de Sajonia, los distintos maestres de campo y demás personajes conocidos, encontramos personajes de mucha menor relevancia que, no obstante, enriquecen la historia narrada y hasta hacen de pegamento entre las distintas acciones que componen la novela. Además, hasta existe la licencia narrativa de, si no existen estos personajes, poder crearlos, inventarlos directamente. Y todo ello sin que la historia final pierda un ápice de verosimilitud. Pues bien, el escritor extremeño afincado en Madrid ha demostrado, una vez más, ser muy bueno en su trabajo.

    No es la primera vez que Víctor escribe una novela protagonizada por el emperador Carlos V. Su debut literario fue en 2008 con La conspiración de Yuste, que lleva como subtítulo un elocuente Hay que matar a Carlos V. En 2012 sorprendió a todo el mundo con La tribu maldita, en la que nos habló de manera magistral de nuestros antecesores de Atapuerca. En 2018 publicó Se llamaba Manuel, novela histórico-política-negra que también sorprendió a su cada vez mayor público. Y en 2020 vio la luz un conjunto de magníficos relatos bajo el título de La vieja calle donde el eco dijo. Por cierto, todas sus obras están reseñadas en este mismo blog. Y entre novela y novela, ha participado también en antologías de éxito como Cervantes tiene quien le escriba, Tinta de olivo y Voces de Kiev. Con Mülhberg (2022) cierra el círculo --de momento, porque ya ha amenazado con nuevos trabajos futuros-- sobre la figura del emperador Carlos V. Y lo hace de forma exquisita, además. 

    La novela está estructurada de la siguiente manera: un preámbulo en el que se introduce la historia, en pleno campamento español, a orillas del río Elba; una primera parte, de cuatro capítulos, en la que se presentan la situación previa a la batalla y los distintos personajes (de ambos bandos contendientes); una parte central, de nueve capítulos, dedicada exclusivamente a la batalla y a las intrigas y enfrentamientos internos --que los hubo, y más de uno-- en cada ejército; una tercera parte, la final, en la que se describen, en tres capítulos, las horas inmediatamente posteriores a la batalla; y un epílogo en forma de décimo séptimo capítulo que pone broche final a la novela. En total, 380 páginas de ritmo variante, temática rica y amplia y una verosimilitud tal que en ocasiones parece salpicarnos la sangre en los ojos mientras leemos sintiendo que nuestro corazón se acelera por momentos. Algo solo al alcance de una gran obra literaria.

    Mülhberg es la historia de una batalla legendaria, sí. Pero también más, mucho más. Por ejemplo, un completo estudio de la condición humana. Porque en sus páginas aparecen toda clase de personajes: ambiciosos --la mayoría, claro--, íntegros --Gaspar, Norbert o Lazarus--, sinceros --el sorprendente Diego y la prostituta Dorothea--, vengativos --los aldeanos de Mülhberg Barthel y Heinrich--, estrategas --el duque de Alba y Wolf von Schönberg, respectivos maestres de campo de ambos ejércitos--, leales --el capitán luterano Alberto Fischer, el soldado español Cristóbal de Mondragón--, intrigantes --Hans von Ponickau, chambelán de Juan Federico de Sajonia--, traidores --Mauricio de Sajonia, primo de Juan Federico, aliado del emperador por interés momentáneo-- y mercenarios que se venden al mejor postor en cada momento, lugar, situación e interés particular --muchísimos de los personajes que forman parte de la narración--. Imperdible, por cierto, el pasaje del monólogo de Cristóbal de Mondragón en la parte final de la novela en referencia a este tema, que hace especial hincapié en la figura de Dorothea. 

    Sin pretender caer en la redundancia, debo repetir de nuevo que me parece genial la combinación de personajes reales, los grandes e importantes, con otros, los casi anónimos, que enriquecen sobremanera la obra. Una obra en la que, entre tanto odio y ansias de venganza, entre tanta necesidad de matar --un buen muchacho, pero carne de milicia. Es demasiado el odio con el que vive, y el odio envilece, emponzoña los sentimientos, piensa Paul de su amigo Lazarus, por ejemplo--, también encontramos un pequeño resquicio para una especie de extraño amor (si se le puede llamar así), el que surge entre Dorothea y Diego --¿Lo ama? ¿Lo aprecia? ¿Siente cariño por él? Una pareja extraña, casi antinatural. Un soldado y una prostituta. Uno, acostumbrado a conocer a muchas mujeres como ella. La otra, lo mismo, pero con soldados, piensa interiormente Cristóbal de Mondragón sobre ellos--. Un maremágnum de sentimientos, creencias y pensamientos encontrados. De nuevo, la condición humana.

    Mülhberg es una novela repleta de niebla --la de las primeras horas del día de la batalla--, de oscuridad --la del bosque, justo después de la batalla--, de inmensidad --la del río Elba y sus paisajes (el paisaje es parte esencial de la novela, como debe ser)--, de soledad --la de los protagonistas de la historia (sentirse solo en medio de la multitud es algo mucho peor que la soledad estrictamente solitaria)--, de valentía y de cobardía --que van por barrios y momentos--, de libertad --la que ansían los luteranos-- y de opresión --la que sienten ellos mismos bajo el yugo católico español--. Y, por encima de ello --llámeseme romántico si se desea--, de literatura y de ansias de contar cosas. Porque, personalmente, me quedo con la conversación entre Diego y Cristóbal, de la que destaco estas líneas: escribiré, Cristóbal, escribiré cosas para que se me recuerde una vez muera. También para recordaros a vos y a tantos otros que estáis aquí. Para que nunca muráis, pues un simple trazo sobre un pliego de papel es lo que media entre el olvido y la eternidad. Buena respuesta a la eterna pregunta de por qué escribimos los que escribimos. ¡Leed Mülhberg YA!