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lunes, 29 de diciembre de 2014

Respirar por la herida. Víctor del Árbol. Editorial Alrevés. 2013. Reseña





     Reseñar una novela de Víctor del Árbol es algo complicado. Sus historias contienen tantas intra-historias, tantos matices, tantas cosas por comentar que se hace difícil abordar una correcta mención de sus obras. Ya me pasó hace unos meses con Un millón de gotas, su último trabajo, y me ha ocurrido de nuevo con Respirar por la herida. Volvemos a encontrarnos ante una novela-puzzle en que a medida que avanza la acción vamos entendiendo lo que realmente ocurre y, tan importante como lo anterior, por qué.

     Lo que en un principio parece un libro que va a narrar la triste historia de Eduardo, un pintor de éxito que pierde a su mujer y a su única hija en un trágico accidente de tráfico provocado por un conductor imprudente que se da posteriormente a la fuga y cae en una profunda depresión que le lleva a beber, a dejar de pintar y a malvivir en definitiva, se va convirtiendo poco a poco en un thriller en el que aparecen nuevos personajes que irán tejiendo una trama que pondrá a prueba la inteligencia de los lectores más acostumbrados a este tipo de lecturas.

     Estamos ante una de esas novelas en que las certezas pueden de repente desvanecerse, haciendo caer el castillo de naipes que el lector había ido construyendo en su mente según avanzaba en la lectura; en que no se sabe quienes son los buenos y quienes los malos; en que ni siquiera hay buenos y malos, sino personas que han de seguir viviendo a pesar de las desgracias del pasado, las ausencias, el vacío y las pocas ganas de continuar con sus existencias. Personas que, ante la desgracia y el fracaso, pueden volverse anti-sociales y tener como su único objetivo por cumplir en el presente-futuro la venganza y hacer el mal al prójimo, aunque este no sea culpable de ninguna de sus tragedias.  

     La desesperanza, la maldad y la culpa llenan las páginas de Respirar por la herida. El mal va engendrando todavía mayor maldad, sumiendo a muchos de sus protagonistas en un bucle del que no pueden escapar. Del que, muchos de ellos, ni siquiera intentan escapar, entregados como están a conseguir una venganza que tampoco les permitirá seguir viviendo. Más bien al contrario, los sumirá en un mayor estado de culpabilidad y desesperación. Y, todo ello, contado con una gran maestría y una gran prosa.

     Como ya ocurriera con Un millón de gotas, también en Respirar por la herida disfrutará el amante de la psicología con la caracterización de cada uno de los personajes de la novela. La disección que realiza de todos ellos Víctor del Árbol es realmente magistral. La información sobre ellos se va desgranando en su justa medida según avanzan los capítulos. Ese lento discurrir de los hechos pasados y de la formación del carácter de los protagonistas otorga mayor misterio - y también veracidad - a los acontecimientos narrados. Y solo puede ser resultado de un gran trabajo por parte del autor.

     Nada de ello sería posible sin un guión previo trazado al milímetro. Para que el lector pueda ir encajando las piezas del puzzle es necesario que antes el autor haya pensado cada dato necesario y, ante todo, cuándo y cómo hacerlo visible a sus ojos. Es decir, uno de los éxitos de esta novela es la preparación minuciosa de cada detalle, cada suceso, cada paso que se da en pos de alcanzar la verdad de cada uno de sus protagonistas. Y ese es otro de los éxitos: que cada personaje tiene una verdad que defender ante los demás.

     Solo a tenor de lo anteriormente reseñado es posible que quepan en esta novela personajes tan dispares como Eduardo, la afamada violinista Gloria Tagger, el rico empresario Arthur Fernández, el aclamado director de cine Ian McKenzie, el señor Who o los matones Guzmán e Ibrahim. Y, aunque pueda parecer mentira, sus historias están más conectadas de lo que podamos pensar en un principio. Porque a veces no todo es lo que parece y debemos indagar más para descubrir la realidad.

     Respirar por la herida es una novela de intriga, de realidades que no lo son, de venganzas, de traiciones, de amores pasados que quizá pueden volver a nuestras vidas, de matrimonios fracasados aunque no rotos, de héroes y villanos que no son ni héroes ni villanos, de corazones solitarios, de vidas destrozadas, de desesperanza, de viajes sin retorno, de heridas que supuran y agonizan...y , ante todo, de personas corrientes - o no tanto - que deben seguir respirando para sobrevivir a este valle de lágrimas.             

lunes, 22 de diciembre de 2014

Treinta doblones de oro. Jesús Sánchez Adalid. Ediciones B. 2013. Reseña





     El extremeño Jesús Sánchez Adalid, sin duda el gran dominador de la novela histórica en nuestro país durante los últimos años merced a sus numerosos relatos sobre la libertad y la convivencia entre los distintos credos y razas durante la Edad Media y Moderna, narra en Treinta doblones de oro la historia de Cayetano Almendro Calleja, joven escribano y contable de una familia arruinada de la también venida a menos Sevilla de 1680. El ganador de varios premios de novela histórica por trabajos como Alcazaba, El alma de la ciudad, La sublime puerta o El mozárabe, utiliza la técnica del relato omnisciente en primera persona para que sea el propio protagonista de la historia, Cayetano, quien nos cuente de primera mano sus desventuras por la Sevilla de fines del siglo XVII.

     Treinta doblones de oro es, como siempre sucede en las novelas de Adalid, un fiel relato de la España de la época tratada. Un cuadro realista de los sucesos que en nuestras tierras acontecieron en un pasado que nunca conviene olvidar. En este caso, nos lleva a una decadente Sevilla, desplazada de su pretérita preponderancia por Cádiz, cuyo puerto sustituyó al sevillano como centro de operaciones desde mediado el siglo XVII. De esa Sevilla deben salir él, su amada Fernanda, su ama, doña Matilda, viuda de don Manuel de Paredes y Mexía, y el administrador de la casa, don Raimundo, para hacerse cargo en la isla de La Palma de una herencia en forma de finca que debe ser el comienzo de una nueva vida para todos ellos tras ser desahuciados de la que había sido su hogar durante los últimos tiempos.

     La extrema ruina económica tanto de la familia como de todo el país, cuya situación recordará al lector la España actual de tal manera que quedará perplejo, les obliga a navegar hacia Canarias vía norte de África, acompañados por dos frailes trinitarios que deben hacerse cargo del puesto que ha quedado vacante en La Mamora, una población-fortaleza española de apenas tres cientos habitantes cristianos que viven aislados de los árabes, que los rodean y sitian de vez en cuando en busca de cautivos. Su forma de vida. 

     La desgracia querrá que justo durante la que iba a ser breve estancia en la fortaleza se produzca el mayor de todos los ataques, que pondrá fin de forma dramática a la dominación española del enclave norte-africano. Las tropas del sultán Mulay Ismail los apresarán y los llevarán a Mequinez, la capital de su sultanato. Allí deberán subsistir de la mejor manera posible en espera del pago de su rescate por los frailes trinitarios que, según se dice, viajan ya hasta tierras africanas para hacer efectivo el pago que los redima.

     La exacerbada religiosidad de los cristianos de fines del siglo XVII se hace patente a lo largo de toda la novela. Pese a las cada vez mayores dificultades y situaciones límite a las que se ven sometidos los protagonistas, siempre aparecen la fe y la esperanza para iluminar el camino hacia un futuro mejor para todos. La imagen del Jesús Nazareno de La Mamora emergerá en cada ocasión para mantener los ánimos cristianos en territorio beréber. 

     Y es que, en medio de tanta pobreza, corrupción y ruina - tanto moral como económica -, el siglo XVII vio nacer lo que se conoce como Siglo de Oro de las letras y las artes españolas, destacando figuras como las de Góngora, Quevedo, Cervantes, Lope de Vega o Calderón de la Barca; y también las de Juan Martínez Montañés y Juan de Mesa, máximos exponentes de la imaginería barroca española y autores de varias de las más importantes imágenes de Cristos y Nazarenos. Otro fiel retablo de las creencias de los españoles de la época.

     Estamos ante una novela muy bien escrita, que utiliza la narración en primera persona y presenta el vocabulario de la época de manera precisa. Una narración amena, descriptiva, reflexiva y hasta apasionada en diversos momentos de la trama. Con unos personajes que resultan cercanos y totalmente creíbles. Y que muestra con pelos y señales las vivencias de un país para el que cualquier tiempo pasado fue, sin duda, mejor. Mucho mejor.

     Además, como anexo, el autor incluye unas notas históricas que harán las delicias de los lectores más ávidos en dicha materia y que, en caso contrario, tampoco aburrirá, al explicar y hacer entender mejor todo aquello leído en la novela. Todo ello para ilustrar mejor si cabe las desventuras de Cayetano, Fernanda, etc, y hacer bueno aquel manido dicho español que afirma que Dios aprieta pero no ahoga. Que este botón sirva de muestra... 

lunes, 15 de diciembre de 2014

El viaje del elefante. José Saramago. Alfaguara. 2009. Reseña





     El escritor portugués José Saramago - Premio Nobel de Literatura en 1998 - acudió a la Universidad de Salzburgo para dar una charla a un grupo de estudiantes. Tras la charla, cenó en un restaurante de nombre El elefante decorado a base de figuras de paquidermos. El bueno de Saramago no pudo evitar preguntar sobre ello. Los motivos decorativos - pequeñas esculturas de madera puestas en fila - hacían referencia al poco conocido viaje de un elefante llamado Salomón desde Lisboa hasta Viena a mediados de siglo XVI. De ahí nació el libro a reseñar.

     En 1551 la reina de Portugal, doña Catalina de Austria, propuso a su esposo, Juan III, aprovechar la presencia en la Valladolid de Carlos V de su primo, el archiduque Maximiliano de Austria, futuro emperador alemán, para completar un anterior regalo de bodas que no le acababa de convencer ni a ella misma. El presente consistió en un elefante asiático (indio) de nombre Salomón (en honor al sabio rey Salomón). Los reyes portugueses mataban, así, dos pájaros de un tiro: se acercaban más al primo de la reina y, de paso, se deshacían de la presencia de un paquidermo que, pasado un primer momento de alegría y expectación, se había convertido en un problema.

     La novela narra de forma pormenorizada la epopeya vivida por el elefante y el séquito de acompañantes y cuidadores del animal a través de la Europa de mediado el siglo XVI. Un auténtico absurdo en el que nadie parece caer a lo largo de los seis meses que duró la gran caminata. Pese a ser una novela histórica, Saramago aprovecha el hecho del viaje en sí para volver a abordar temas ya conocidos en su obra, como la mezquindad humana, las flaquezas, las desigualdades, el egoísmo o la falta de compasión. Una nueva reflexión sobre la imperfección de las personas a través del humor y la ironía.

     El escritor nos muestra cómo eran las sociedades de los países por los que discurrió la caravana que acompañó a Salomón. Desde la Lisboa y el Portugal de Juan III hasta la Viena imperial, pasando por la España de Carlos V y una Italia en plena lucha contra un luteranismo que amenazaba con destruir las bases de la Iglesia católica del momento - como así acabó ocurriendo, dicho sea de paso, por fortuna -. Todo ello, como ya se ha señalado con anterioridad, haciendo gala de una sorna y una burla que otorgan a la novela un punto extra de interés.

     Los personajes más poderosos de cada una de las sociedades de la época son objeto de discreta (o no) burla por parte del autor. Hasta el punto de que no en pocas ocasiones han de ser simples lacayos, con la máxima sensibilidad posible, quienes les saquen de errores poco creíbles en casos provenientes de tan alta alcurnia. Por no hablar de Subhro, el cornaca o conductor del paquidermo, quien a lo largo de toda la novela haca gala de una locuacidad y una inteligencia bastante más elevadas que la de los altos mandatarios a los que sirve.

     En efecto, Subhro, un cuidador de elefantes que acompaña siempre a Salomón, donde quiera que él deba ir, se permitirá aconsejar a los capitanes de los pelotones portugués, primero, y austriaco, después, e incluso a reyes y archiduque. Hecho este que deja patente que todos los humanos somos imperfectos y que, en realidad, lo que nos diferencia es, más que la inteligencia y el buen hacer, la pertenencia a una clase social u otra.

     Lo que más me ha gustado de la novela es la descripción psicológica de los personajes, con todos los matices y peculiaridades individuales que ellos conllevan, y la forma de abordar la relación entre paquidermo y cornaca, Salomón y Subhro. Y es que merced a ello el elefante acaba por poseer mayores atributos humanos que muchas de las personas (o personajes) que forman parte de la acción narrada. Y, gracias a algunas de sus acciones, llega a conmover al lector como no lo hacen los humanos. Algo más sobre lo que reflexionar tras la lectura de la obra.

     Para finalizar, me quiero centrar en la forma de escritura utilizada por Saramago en El viaje del elefante. Pese a estar narrada en pasado, el autor hace una serie de incisos desde el presente de la acción, lo que nos acerca a los pensamientos de los protagonistas y a sus acciones. Pero es que, además, encontramos otros incisos a base de explicaciones históricas sobre hechos pasados (y también futuros) que también nos llevan a estar presentes en los ambientes descritos. Lo cual convierte al autor en un narrador pleni-omnisciente (por decirlo de alguna manera) que no conoce únicamente el pasado y el presente, sino también el futuro. No un futuro inmediato, no, sino un futuro de incluso varios siglos. Así, encontramos referencias a las incursiones cartaginesas de la mano de Aníbal, pero también a alguna película de Vittorio Mussolini, hijo del dictador italiano y también productor cinematográfico.

     En resumen: aunque intuyo que no estamos, ni de lejos, ante una de las mejores novelas del Premio Nobel portugués, pienso que está bien como aproximación a su obra. Aunque, claro, la mayoría de vosotros pensareis, con toda la razón del mundo, que cualquier obra es válida para acercarse a un genio de tal magnitud. Pues eso: sigamos leyendo obras de este escritor, periodista y filósofo que, como destacó la Academia Sueca al concederle el premio Nobel, es capaz de volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía.    

         
             

martes, 9 de diciembre de 2014

Días de Nevada. Bernardo Atxaga. Alfaguara. 2014. Reseña





     El escritor guipuzcoano Bernardo Atxaga, conocido hasta ahora por obras como Obabakoak - Premio Nacional de Narrativa en 1989 -, El hijo del acordeonista - Premios Mondello y Grinzane Cavour en 2004 - o Siete casas en Francia (2009), miembro de la Academia de la Lengua Vasca y autor traducido a treinta y dos lenguas ha deslumbrado al público con la reciente publicación de un trabajo autobiográfico y de viajes que se ha colocado como uno de los libros de este 2014 que ya casi toca a su fin.

     La obra pone de manifiesto todo aquello que una persona siente cuando se desplaza a vivir a un nuevo lugar, aunque solo sea temporalmente, con lo que ello conlleva, especialmente la morriña y el retorno de recuerdos de infancia, juventud o ya plena adultez que, en algunos casos, parecían olvidados en la mente del viajero. Hasta que, por arte de magia, vuelven a aparecer al ocurrir en el presente una situación que enciende la bombillita del cerebro del referido individuo.

     En la novela de Atxaga los sucesos del presente - situado entre agosto de 2007 y junio de 2008 en la ciudad de Reno, Nevada, USA - nos hacen retornar al País Vasco de décadas anteriores de la mano de una narración original, conmovedora y realmente atractiva. Sin duda, el autor ha hecho en esta obra un gran trabajo de reflexión, hilvanando una historia que entrelaza presente y pasado, desierto y monte, marrón aridez y verde boscoso, Nevada y País Vasco con una maestría al alcance de muy pocos elegidos.

      Con un lenguaje directo, sin artificios, unas descripciones minuciosas de sensaciones, ambientes, personajes y recuerdos - incluso oníricos -, un sentido del humor afilado y en ocasiones causante de carcajadas y una elocuencia digna de mención, Atxaga nos transmite el temor familiar vivido ante una oleada de violaciones y hasta un asesinato en su barrio de residencia en Reno, la sensación de inmensidad del desierto de Nevada, la curiosidad por conocer en vivo la lucha por la supremacía demócrata en USA entre Hillary Clinton y Barack Obama, la desaparición del héroe nacional Steve Fossett en pleno desierto o el ambiente en torno a la presencia de las tropas norteamericanas en Irak y Afganistán.

     Pero también los recuerdos de su País Vasco natal: la enfermedad y muerte de su padre y la de un demasiado joven primo, sus primeros bailes y sus primeras chicas, sus primeras amistades - algunas de ellas muy duraderas en el tiempo -, la música que le ha ido acompañando durante toda su vida, su madre leyendo aquellos volúmenes del Reader´s Digest, la historia familiar del conocido boxeador Paulino Uzcudun o la forma de vida de los pastores vascos.

     Todo ello mientras asiste, desde la distancia, al lento declive de su anciana madre, con la que casi resulta imposible comunicarse vía telefónica ya que está como en otro planeta debido a su estado de (semi) ausencia. El autor establece una serie de conexiones entre todas y cada una de las historias que, a modo de piezas de puzzle, van encajando antes o después ayudándonos a comprender mejor la personalidad de este magnífico escritor. Los caballos, el boxeo, la música, la literatura y el amor a su familia y a su tierra de origen nos acercan a él de forma tal que, también como personaje de la novela, se convierte en un personaje carismático y a la vez humilde, de alta capacidad intelectual, deseoso de conocer todo lo posible de aquello que le rodea y escrutador de cada mínimo detalle.

     Días de Nevada constituye un magnífico retrato de su autor, pero también una completa guía turística de Reno y sus alrededores - en ella se encuentran excursiones a San Francisco, Las Vegas, Virginia,  el extenso desierto de Nevada y sus zonas escarpadas y las escasas pero todavía presentes minas y reservas indias -; una revisión de las vidas de personajes conocidos, como los boxeadores Paulino Uzcudun o Ringo Bonavena, la saga de poetas de origen vasco Laxalt (Dominique, Robert y Bruce) o el referido hombre-récord Steven Fossett; y un repaso a los músicos y cineastas de las últimas cuatro décadas.

     En definitiva, Días de Nevada es una novela muy intimista sobre la multitud de vivencias, experiencias, historias y emociones que van creando entre sí vínculos personales, espaciales y temporales que tienen como consecuencia la creación de la personalidad de las personas. Una personalidad que sería diferente únicamente eliminando alguna de las características anteriormente reseñadas. Y es que es esa suma de elementos, que permanecen indelebles en nuestro cerebro, la que nos hace ser tal y como somos. Por ello se afirma que no hay dos personas iguales en el mundo...
     

miércoles, 3 de diciembre de 2014

25 años sin Fernando Martín: del hombre al mito





     Recuerdo perfectamente aquella tarde. Yo tenía 14 años, estaba loco por el deporte en general y el baloncesto en particular. Me disponía a ver el partido de la ACB entre el Real Madrid y el CAI de Zaragoza. Cuando TVE conectó con el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid para el previo del encuentro dieron la noticia: un jugador del Real Madrid acababa de fallecer en accidente de tráfico camino del partido. Las primeras informaciones eran confusas. No se sabía a ciencia cierta la identidad del fallecido. Se especuló con que fueran Fernando Romay o Quique Villalobos.

     A los pocos minutos se hizo oficial: Fernando Martín, el primer español en jugar en la NBA - y el segundo europeo - había muerto al estrellarse con su Lancia Thema en la M-30. Iba a recoger a Villalobos para ir juntos al Palacio. Sus dolores de espalda le impedían jugar aquel partido, aunque iba a estar en el banquillo para animar a sus compañeros. Pero no llegó.

     Aquella tarde fue larga, muy larga. Nadie podía creer lo ocurrido. El partido fue suspendido y en una silla del banquillo madridista apareció la camiseta con el número 10, el de Martín, y una rosa. La gente que había acudido al pabellón lloraba desconsolada al conocer la noticia. En aquella época, sin internet ni teléfonos móviles, era más difícil enterarse de las noticias. Casi todos supieron lo ocurrido allí mismo. Las escenas vividas, con TVE en directo, fueron realmente emocionantes. Pronto hubo conexiones con el lugar del accidente. El ocupante del vehículo contra el que chocó Martín estaba grave. Al final sobrevivió y pudo volver a su vida normal, aunque pasó una temporada en el hospital a causa de las heridas.

     En la televisión se sucedieron, durante la tarde y la noche, imágenes de partidos y jugadas de Fernando Martín. Con el Estudiantes, con el Real Madrid, con los Portland Trail Blazers y con la selección española. El baloncesto en aquella época había alcanzado casi al fútbol en índices de popularidad y seguimiento. Estaban muy frescos los éxitos del equipo nacional - como Antonio Díaz-Miguel siempre decía - en los últimos tiempos: la plata olímpica en Los Angeles 84 y la plata europea en Nantes 83. Además, el propio Martín había estado en la NBA hasta hacía apenas dos años y medio. Era el jugador europeo más conocido del momento - junto a Sabonis y Petrovic, que también moriría en accidente pocos años después tras jugar en el Real Madrid y en los Portland Trail Blazers entre otros - y el país quedó en estado de shock.

     A su entierro acudieron representantes de todos los clubs e instituciones deportivas del país, entre ellos jugadores del FC Barcelona como Epi y Audie Norris, su gran rival en la pista, con quien había dirimido duelos épicos. El norteamericano apenas pudo disimular las lágrimas. Sus compañeros de selección y del Real Madrid estaban si cabe más impactados por su repentino y trágico fallecimiento. Sobre todo su hermano, Antonio, quien se convirtió en el gran protagonista de las ceremonias.

     Fernando Martín nació 27 años antes en Madrid. Deportista nato, despuntó en el colegio en balonmano y en natación (llegando a proclamarse campeón de Castilla en su categoría hasta en cinco ocasiones), aunque su vida fue el baloncesto. En 1977 llegó a las categorías inferiores del Estudiantes. Debutó en la ACB en 1979 de la mano del conjunto estudiantil, con el que llegó a la titularidad siendo todavía junior y se proclamó subcampeón de la competición en la temporada 1980-81. Ese mismo año debutó también con la selección absoluta de la mano de Díaz-Miguel. Y, como en tantos otros casos a lo largo de la historia, el Real Madrid se hizo con los servicios de la joven perla estudiantil.

     En el Real Madrid consiguió los títulos ligueros de 1982, 84, 85 y 86, las Copas de 1985, 86 y 89, la Recopa europea de 1989 y el Mundial de Clubes de 1982. Ese mismo año se proclamó subcampeón de la Copa de Europa. Se convirtió en el mejor pívot español de la época - y en uno de los mejores de Europa - pese a sus escasos 2,05 de estatura. Poco en comparación a los Romay, Sabonis, Tachenko y compañía. Su manera de jugar, su garra y su lucha hizo que se fijaran en él varios ojeadores de la NBA. 

     En 1986 se convirtió en el primer español en jugar en la NBA. Las lesiones y la poca confianza que por aquel entonces tenían en los foráneos los entrenadores estadounidenses hicieron que su estancia en Portland fuera bastante poco exitosa. Jugó 24 partidos, distribuidos en 146 minutos, en los que anotó 22 puntos y capturó 28 rebotes. En 1987 retornó al Real Madrid, con el que consiguió la Copa del Rey y la Recopa de Europa de 1989. El Barcelona de Epi, Solozabal y Norris reinaba en la España baloncestística del momento.

     El 3 de diciembre de 1989, hace hoy 25 años, murieron la persona y el jugador. Pero nació un mito: el del mejor jugador de la historia del baloncesto español - hasta la llegada de Pau Gasol -, el del eterno 10 blanco. Nadie más ha lucido el número 10 en la camiseta del Real Madrid. Más allá de sus éxitos y logros, Fernando Martín formó parte de una generación, de la que fue su líder, que tendió el puente que ha servido al baloncesto español actual para lograr medallas y títulos hasta hace poco impensables. El baloncesto de este país no sería el que es de no ser por figuras como la de Fernando Martín. ¡Que viva el ba-lon-ces-to!     

         

martes, 25 de noviembre de 2014

La vida era eso. Carmen Amoraga. Ediciones Destino. 2014. Reseña





     Dicen que la verdadera muerte es el olvido. Que lo peor de la muerte no es dejar de estar presente en este mundo sino en las mentes de nuestros familiares, amigos y conocidos. Que dejar de existir es mucho peor que la muerte misma. Que pensar en un hombre se parece a salvarlo. Este es, quizá, el punto de partida de La vida era eso, la última novela de la escritora valenciana Carmen Amoraga.

     Amoraga, finalista de los Premios Planeta 2010 - con El tiempo mientras tanto - y Nadal 2007 - con Algo tan parecido al amor - se alzó por fin con un gran galardón, el Premio Nadal, en este 2014 con La vida era eso. Una novela de ágil y fácil lectura que, estructurada en cinco partes - negación, ira, negociación, depresión y aceptación -, recorre los diferentes períodos psicológicos del primer año de la vida de Giuliana tras la muerte de su marido, William, a causa de un cáncer de colon que se traslada al páncreas. 

     A la protagonista de la novela le desanima y hasta enfada el hecho de no conseguir soñar con su marido durante ese año posterior a su muerte. En efecto, soñar con alguien es como volver a estar con él una vez más. Aunque ese anhelo es el que puede llevar a la no consecución del deseo. Giuliana se siente culpable por ello. Una culpa que se amplía a no haber sabido ver los síntomas de la enfermedad de William, a haber discutido a menudo con él por creerle un blando, a no haber podido acompañarle como ella cree que debería haber hecho, a no haber vivido cada día con él como si fuera el último, en definitiva, a tantas y tantas cosas... 

     La propia Giuliana afirma en varios momentos de la novela que tras una muerte así de dramática, tras una pérdida tan sensible, todos tendemos a recordar las partes buenas de nuestra relación con la persona que ya no está, olvidando - o tratando de hacerlo - los aspectos más negativos. Como humanos - y, por tanto, imperfectos - que somos, preferimos retener en nuestra memoria aquello agradable, lo cual nos hace idealizar una persona o una relación, llegando en ocasiones a realzar algo o alguien que realmente no merece tanto.

     Dice Carmen Amoraga de su novela que enseña que "aprender a perder es aprender a vivir". Y no le falta razón, desde luego. En la vida no todo sale como uno quisiera. Y aprender a vivir a pesar de los pesares se convierte a menudo en una quimera, una odisea. Y quien llega a conseguirlo alcanza, sin duda, una vida más plena. Aceptar la realidad no es fácil, pero sí lo más aconsejable. Lo cual hace bueno el conocido dicho: "no es más feliz quien más tiene sino el que menos necesita para vivir".

     Giuliana echa de menos ahora aspectos que odiaba cuando su marido estaba vivo. Así, llega incluso a abrirse una cuenta en Facebook. Hecho que la ayudará - entre otras muchas cosas, por supuesto - a ir superando poco a poco ese estado de aletargamiento en que se ve sumida tras la muerte de William. En su muro de la red social irá colgando fotos y reflexiones sobre su vida con su marido y en solitario. Siempre sin dejar de lado a esas dos hijas que la hacen seguir adelante pese a su dolor. A medida que crece su número de amigos virtuales irá también afianzándose en ella la sensación de que la vida es tan bonita que merece ser vivida aún con los dramas y sufrimientos a que nos somete.    

     La soledad es un tema que subyace a lo largo de toda la novela. Giuliana recuerda a menudo a Santi, un amor imposible de juventud que reaparece de tanto en tanto en su mente para llenar sus peores momentos de una mayor angustia. Ahora viuda, trata de ponerse en contacto con él. No lo consigue, lo cual no hace más que aumentar ese sentimiento de soledad presente y quizá futura. Como si todas sus esperanzas de futuro se esfumaran por el simple hecho de no poder dar con él. Como si fuera el único hombre del mundo y ya todo estuviera perdido.

     Para concluir, me gustaría reseñar dos aspectos que trata la novela que todos tenemos claros a priori pero que casi nadie suele cumplir a la postre: el primero, esa especie de máscara que todos llevamos en nuestro día a día pero que se pone más de manifiesto si cabe en las redes sociales, donde tratamos de dar una imagen diferente de la que quienes tenemos más cerca conocen; la segunda, lo fácil que nos resulta juzgar a los demás sin tener realmente ni idea de quiénes son. Desde luego, la novela nos da motivos para reflexionar sobre el mundo y sobre nosotros mismos. Porque el ser humano es así. Porque la vida es eso...                     


lunes, 24 de noviembre de 2014

Peligro de extinción. Jeffrey Moore. Maeva. 2012. Reseña





     El escritor y traductor canadiense Jeffrey Moore, profesor de traducción en la Universidad de su Montreal natal, aborda en su tercera novela publicada, Peligro de extinción, el espinoso y repugnable tema del negocio de la bilis de oso, comercializado, a precios astronómicos, en distintas partes del mundo. Tras publicar en más de veinte países Una cadena de rosas - premio de la Commonweath - y Los artistas de la memoria - premio de la Asociación de escritores canadienses - Maeva decidió apostar por este conmovedor thriller sobre el valor de la amistad y la crueldad humana.

     Los grandes protagonistas de la historia son Nile Nightingale, un estadounidense de 44 años que acaba de heredar grandes sumas de dinero de su recién fallecido padre - un prestigioso médico - que huye de la justicia por varios motivos que se irán descubriendo poco a poco, y llega a las montañas de Quebec en busca de refugio; y Céleste Jonquéres, una niña prodigio de 14, activista comprometida con la protección de animales en peligro de extinción, que ha intentado ser asesinada - por un sanguinario cazador furtivo y sus secuaces - por haber sido testigo de varios actos crueles.

     La relación entre la joven, salvada in extremis por el norteamericano, y éste será el hilo conductor de la trama de la novela. Nile encuentra a Céleste malherida y trata de llevarla al hospital. Pero, en pleno invierno, verá la carretera impracticable a causa de la nieve y deberá llevarla a su cabaña y tratar de sanarla de la mejor manera posible. Sus escasos conocimientos del trabajo de su padre serán suficientes para la salvación y recuperación de la chica. Pronto saldrán a la luz la madurez y gran sabiduría de ella y los problemas de él con las drogas y el alcohol, que, pese a su superación, todavía le provocan alucinaciones. Juntos, buscarán poner fin a las atrocidades de la cazadores. 

     La chica cuenta en su diario personal que la bilis de oso se utiliza sobre todo en China, como medicina - para eliminar el calor del hígado, mejorar convulsiones y espasmos, favorecer una mejor visión y limpiar el cuerpo de calores y materiales tóxicos - y como tónico y comida. Se extrae mediante un agujero en el abdomen del oso. Dicho agujero no se cierra nunca, dejando a los animales bajo seria amenaza de sufrir infecciones severas o enfermedades como tumores y cáncer. Por descontado, todo ello puede llevar a causar su muerte por peritonitis.  

     Para facilitar la extracción de su bilis los osos son encerrados en jaulas pequeñas (79x130x200 cms.), donde no pueden ni moverse, lo que les produce atrofiamiento muscular y severos daños físicos y también psicológicos. Se han dado casos incluso de intento de suicidio. Sí, sí, ¡de suicidio! Para evitarlo, sus captores les colocan chalecos de hierro para evitar que se golpeen sus estómagos. La tortura, pues, es a todas luces inhumana.

     Nile y Céleste irán aproximándose cada vez más entre sí, tejiendo una amistad que se fortalecerá a pasos agigantados. La referida amistad que irá creciendo entre ellos implicará una fe ciega y una complicidad básica para acabar con los asquerosos actos cometidos por los mismos personajes que han intentado acabar con la vida de la joven. La cuestión queda así de clara: o ellos y los animales o los asesinos. 

     Peligro de extinción hace referencia no solo a los animales en complicada situación, sino también a los principales protagonistas de la trama, únicos interesados en todas las montañas de Quebec en intentar sacar a la luz tan imperdonables actos de inhumanidad. Reflexión, compromiso y valores humanos rezuman en cada página de un libro escrito con mordacidad y apasionamiento. Una historia de redención, lucha contra la crueldad y amor por la naturaleza y todos sus componentes, desde la flora y la fauna hasta los propios humanos.

     Y sus protagonistas, sobre todo Nile, son divertidos y sabios. La introducción de sus obsesiones, manías y reflexiones en el texto hace de ello uno de los fuertes de la novela. Lenguaje directo, acidez e ironía le otorgan un toque de frescura, sonrisas y hasta alguna que otra carcajada. En suma, calidez en un contexto frío como la nieve que cubre la montaña de la portada. Por cierto, una delicia que invita a la lectura del texto del interior. 


lunes, 17 de noviembre de 2014

Besos de arena. Reyes Monforte. Temas de Hoy. 2013. Reseña





     La escritora y periodista madrileña Reyes Monforte retornó en 2013 a la primera escena literaria - esa que no ha abandonado desde el gran éxito de su primera novela, Un burka por amor, 2007 - para contarnos la historia de dos amores (casi) imposibles separados por 35 años de distancia pero conectados de forma irremediable por varios personajes cuyas vidas confluyen inesperadamente en la Huesca actual.

     Besos de arena es la quinta novela de la madrileña. Una novela repleta de amor, sufrimiento, dramas, tragedias e intrigas ambientada en Huesca, Madrid y los territorios saharauis de Dajla, Tinduf o El Aaiún. A buen seguro, muchos de quienes lean esta reseña conocerán las campañas Vacaciones en Paz, que cada verano traen a nuestro país a centenares de pequeños / as saharauis que viven en régimen de acogida con familias españolas adoptivas.

     Laia, la protagonista principal de esta historia, es una de esas chicas. Con solo doce años de edad, recala en un pequeño pueblo oscense, donde es acogida por Leticia y Sancho, un matrimonio sin hijos que la tomará como si fuera su propia hija. Problemas de salud de la pequeña - asma y corazón - provocan que se busque prolongar su estancia con sus nuevos padres en territorio español para un mejor tratamiento de sus dolencias. Así pasan varios años. Hasta que el pasado se interpone en sus felices planes de futuro con Julio, un joven piloto de aviones con quien comparte un presente tierno y conmovedor.

     Ahmed, hermano de Laia, se propone devolver a la joven a su tierra. Al Sahara Occidental. Algo que ya no entraba en sus planes. Varios secretos ocultos harán que varios de los protagonistas de la novela se den de bruces con una realidad que a veces es más triste de lo que uno cree capaz de poder soportar. La intriga se apodera de una historia de amor por cuyo futuro lucharán todos los personajes de la trama.

     Más allá de la historia de amor y de la búsqueda de Laia por parte de Julio y de quienes desean su felicidad, lo más interesante de la novela - al menos para mí - es la ambientación y la propia historia de las tierras saharauis durante los 35 últimos años. Así, de la mano de Monforte, descubrimos más detalles sobre la triste salida de los españoles residentes en la zona en octubre de 1975, cuando las tropas marroquíes (por el norte) y las mauritanas (por el sur) atacaron con una crueldad exagerada el Sahara Occidental. Los saharauis se vieron aislados y abandonados a su suerte por una España cobarde y desvergonzada.

     Y el Frente Polisario tomó el mando en la zona, demandando una libertad a la que él mismo se oponía (y se sigue oponiendo, por ejemplo, permitiendo que antiguas tradiciones como la existencia de la esclavitud perduren en el tiempo en su área de dominio). La guerra entre octubre de 1975 y febrero de 1976 - cuando se produjo el abandono oficial español de aquellos territorios - se basó en matanzas indiscriminadas de la población saharaui civil merced al uso de bombas de napalm y fósforo blanco por parte de la aviación marroquí. Ni España ni la comunidad internacional alzaron la voz ante tan fragrante vulneración de la legalidad internacional.

     El desarrollo de la historia provocará que varios españoles, anteriores residentes españoles en Villa Cisneros, retornen a aquellos parajes, debiendo enfrentar viejos fantasmas y coincidiendo con viejos amigos saharauis sin demasiado interés en volver a encontrarse con ellos, carcomidos por el odio y el sentimiento de abandono. Las escenas ambientadas en la actual ex-colonia española y los enfrentamientos dialécticos entre antiguos amigos son de lo más interesante de la novela, demostrando que para conocer realmente lo que allí aconteció deben escucharse las diversas versiones de los hechos.

     Asimismo, la acción de la trama finaliza en 2012, cuando fue desmantelado el asentamiento de Gdein Izik, desde donde prendió, dos años antes, la conocida Primavera árabe, que luego tendría continuidad en Egipto, Túnez, Yemen o Bahrein. Una historia de lucha, superación y búsqueda de libertad de una región abandonada a su suerte (y a su muerte) por un mundo que prefiere no ver lo que allí continúa ocurriendo a diario. Una denuncia que toma Reyes Monforte con el pretexto de contarnos una historia de amores (casi) imposibles.

     En definitiva: estamos ante una novela bien escrita, argumentada y estructurada, que trata sobre la tenacidad de los pueblos y de las personas, la necesidad de la diplomacia en el mundo actual y la denuncia de unos hechos cotidianos que deberían ruborizarnos. A todos.
       

lunes, 10 de noviembre de 2014

El abogado de pobres. Juan Pedro Cosano. Ediciones Martínez Roca. 2014. Reseña





     El abogado de pobres ha sido la novela galardonada con el Premio Abogados de Novela 2014, convocado por el Consejo General de la Abogacía Española, la Mutualidad de la Abogacía y Ediciones Martínez Roca (Grupo Planeta). El autor, Juan Pedro Cosano, titular del bufete jurídico Cosano y Asociados en su Jerez de la Frontera natal - que ya publicó con anterioridad las novelas Hispania y Las muertes pequeñas y el poemario La noche calma y otros poemas - se ha alzado con el Premio gracias a una novela ambientada en el propio Jerez de mediado el siglo XVIII y en la figura del abogado de pobres, lo que en la actualidad se conoce como de oficio.

     Pedro Alemán y Camacho, huérfano de madre desde su parto y de padre desde los 21 años de edad, hereda de su padre su modesto bufete, su cargo como abogado de pobres del concejo de Jerez y una serie de deudas - su padre fue mejor abogado y persona que administrador - que le hacen llevar una vida económicamente ajustada. Desde el principio de su ejercicio debe equilibrar los rectos valores aprehendidos de su padre y las sinvergüencerías de Antonio de la Fuente, con quien había ejercido durante dos años como pasante.

     La gran amistad existente entre su padre y el sastre, confesor y consejero Bartolomé Gutiérrez le sirve al protagonista para conseguir el puesto como abogado de pobres del concejo. Poco a poco, Pedro Alemán irá haciéndose un hueco entre la jerarquía de la abogacía de la ciudad. Y lo hará gracias a su locuacidad, su lucha y su tesón, habiendo de enfrentar causas que muchos de los más afamados abogados del lugar han rechazado antes por ser causas perdidas de antemano. 

     De ritmo ágil, trepidante en ocasiones, y de lenguaje elegante - al más puro estilo de la época que describe - la novela se hace muy amena y mantiene al lector pegado a sus páginas desde el prólogo hasta el epílogo. Los personajes enganchan, sobre todo el principal, una especie de anti-héroe que sobrevive pese a sus rémoras psicológicas y económicas y que llegará a conocer el amor de la mano de la hija de una clienta acusada de adulterio.

     Tanto el protagonista como el propio autor conocen al dedillo las leyes de la época merced a una investigación exhaustiva digna de elogio. En el caso del autor, dicha investigación se amplía a la historia de Jerez de la Frontera, sus calles y sus tabernas e iglesias. Lo cual otorga a la obra un realismo que aumenta el deseo del lector por conocer el desarrollo y el desenlace de la acción. Además, el tratamiento psicológico de los personajes también debe alabarse, así como las escenas de amor y erotismo. 

     La novela invita a reflexionar sobre cuestiones nada banales. Así, cabe destacar el tema de la soledad del abogado, que debe proteger lo más valioso de sus clientes (de pago o no): su libertad, su hacienda o incluso su vida. Ese sentimiento de soledad agobia al protagonista, lo que le hace más cercano y empático. Sus pensamientos sobre la imposibilidad de escapar de la justicia divina, los posibles fallos de la justicia humana - debido a la imperfección de las personas en general y de jueces, fiscales y abogados en particular - y la existencia en la vida del bien y el mal en permanente e inestable equilibrio nos hacen pensar sobre las diferencias entre los valores y la carencia de ellos.

      Otro tema de enorme importancia en la trama de la novela es el que hace referencia a los términos verdad, justicia y poder, y a los conflictos que pueden darse - y se dan - entre ellos. Queda claro que dar con la verdad no basta para poder hacer justicia, sobre todo cuando esta va en contra del poder establecido. Un poder que rara vez se queda quieto cuando sus intereses se ven amenazados por un abogado que se enfrenta al caso de su vida. 

     El abogado de pobres es, en definitiva, una novela de escritura impecable, mensaje claro y rectos valores. Si a todo ello le sumamos su impactante resolución - ¡qué gusto da leer una historia en la que la realidad, por frustrante y triste que sea, se impone a lo típico/tópico! - podemos llegar a la firme convicción de que el galardón obtenido por Juan Pedro Cosano es sobradamente merecido. 


lunes, 3 de noviembre de 2014

Yonqui. Paco Gómez Escribano. Erein. 2014. Reseña





     Paco Gómez Escribano ha cambiado completamente de editorial y de registro para presentarnos su tercera novela, Yonqui, en la que nos cuenta cuatro años de la vida de su protagonista, el Botas, un adolescente que lucha contra la sociedad de fines de la década de los setenta y comienzos de los ochenta; una sociedad que había robado la juventud y las esperanzas de futuro de toda una generación abocada a la miseria y al paro. Un tema de triste actualidad también en nuestros días, por cierto.

     Tras publicar El círculo alquímico y Al otro lado de la mano de la editorial Ledoria, el polifacético escritor, músico y profesor de Formación Profesional madrileño, del barrio de Canillejas para más señas, nos propone un viaje a su barrio de hace tres décadas y media para narrarnos, con un estilo claro y directo y con el lenguaje de la calle de aquella época, la vida de varios chavales que debieron crecer demasiado rápido. Muchos de ellos, incluso, morirían antes incluso de comenzar a vivir.

     Yonqui, publicada por la editorial donostiarra Erein, es una novela negra que destila realidad por los cuatro costados. Una realidad que quizás nadie desea recordar pero que existió. Una realidad que, mal que nos pese, consistió en drogas, prostitución, delincuencia y, ante todo, desesperanza. Pero que, en contrapartida, fue el germen, entre otras cosas, de la denominada movida madrileña.

     El Botas, huérfano de padre e hijo de una madre alcohólica que termina por fugarse con un vecino del barrio, arrastra, además, la muerte de su hermano mayor y la huida de su hermana a una comuna hippie de Ibiza. Ese sentimiento de soledad debe suplirlo de alguna manera. Y, claro, las malas compañías y las drogas se encargarán de ponerle las cosas todavía más difíciles. Víctima de los monos, se verá obligado a delinquir, junto a sus colegas - el Conejo, el Mecánico, el Chino, el Pumby, el Porras y el Nani, este último de tan solo trece años de edad -, para conseguir la droga con que alimentar su castigado espíritu.

     Los jóvenes no dudan en robar coches o motos, atracar joyerías y bancos y hasta rajar a quien se ponga en su camino con tal de llevarse el dinero suficiente como para ir tirando una temporadita - unos pocos días tan solo - y poder meterse en el cuerpo lo que sea. Y es que, como dice el propio Botas, el dinero, cuando se trata de caballo, nunca dura demasiado.

     Sin embargo, el autor nos muestra al protagonista como un tipo honrado. Yonqui, sí; delincuente, también; pero honrado. En más de una ocasión se mete en algún que otro lío por defender a alguien en problemas o menospreciado por otros que se creen superiores a él. Porque la dignidad, si es que todavía le queda algo de ella al chico, debe ir siempre por delante. Impotente ante el círculo vicioso en que se ve metido, no duda en mandarse encerrar por sus amigos durante tres días para pasar el mono y tratar de desengancharse del caballo

     Y serán el amor por Lola - una preciosidad a la que conoce en un tugurio de poca monta de otro de los barrios periféricos de la capital - y su encuentro con la música - nada más y nada menos que de la mano de los Burning y de un par de nuevos amigos a los que conoce en una breve pero decisiva huida a Santiago de Compostela - los motores de su lucha por alcanzar una vida diferente. La música será su válvula de escape y Lola su apoyo, su sustento, su motivo para vivir.

     Lola admite desde pronto su amor por el Botas, pero solo accede a ser su pareja en caso de que él se desenganche del caballo. Y la guitarra y su entrada en un grupo musical le ayudarán a buscar esa redención que le permita un cambio de rumbo en su maltrecha existencia y, de paso, entrar en contacto con personajes tan importantes en el mundo de la música como Pepe Risi, Antonio Vega o Jaime Urrutia, que se convierten en personajes más o menos secundarios de la novela.

     En resumen, lo que nos propone Gómez Escribano en Yonqui es un viaje al pasado de su barrio. Con todo lo bueno y lo malo que este implica. Y con la historia personal de un colgao que pierde a diario a familiares, amigos y conocidos pero que jamás se rinde a la hora de salirse con la suya. Si consigue alcanzar una vida mejor o no debe descubrirlo cada uno de los lectores. Dudo mucho, muchísimo, que ninguno de ellos se arrepienta de hacerse con la mejor novela (hasta la fecha) del bueno de Paco. Como e´l siempre dice: no somos na... 

lunes, 27 de octubre de 2014

Palmeras en la nieve. Luz Gabás. Temas de Hoy. 2012. Reseña





     La escritora oscense Luz Gabás, que recientemente ha publicado su segunda novela, Regreso a tu piel, debutó en el mundo literario en 2012 con Palmeras en la nieve, una deslumbrante historia en donde, merced a sus conocimientos de la época colonial de la isla de Fernando Poo gracias a los testimonios de buena parte de sus propios familiares, mezcla una serie de intra-historias, reales algunas y ficticias otras, que dejan al lector atado a sus páginas sin remedio que lo pueda evitar.

     La novela, basada en hechos históricos y ambientes reales pero con personajes y tramas inventados, nos hace viajar al mundo colonial de mediados del siglo XX. A plantaciones cacao en la isla de Fernando Poo (Guinea Ecuatorial) dominadas y explotadas por empresas españolas que funcionaban a base de mano de obra indígena, muy a menudo a fuerza de látigo y de penosos salarios. Hecho este que marcaría el futuro del lugar y de sus pobladores, tanto indígenas como extranjeros.

     Pero la obra que nos presenta Gabás es más, mucho más que eso. A través de sus páginas nos adentra en la historia y las tradiciones de la isla y de su país, en la lucha indígena por alcanzar la tan ansiada independencia y en las diferentes actitudes entre los propios indígenas (con bubis y fangs enfrentados). Y no solo eso: también pasea por la propia historia de la metrópoli y las opiniones enfrentadas entre los mismos españoles asentados en la pequeña isla africana.

     En este sentido, la relación entre Kilian y Jacobo, los hermanos protagonistas de la novela, es digna de estudio. Muy parecidos en muchos aspectos, chocarán desde casi el principio de su estancia en Fernando Poo. La evolución de la trama nos presenta a dos personajes que, pese a amarse, llegarán a enfrentarse a la hora de defender lo que cada uno considera justo. Y es que las cosas, para ser entendidas bien, deben ser vistas desde diversas perspectivas.

     Y este es el punto clave de partida de la novela. Como la propia autora afirma en sus notas finales, la historia colonial había sido estudiada hasta hace muy poco solamente desde el punto de vista blanco. Lo cual hacía imposible entender las actuaciones de los indígenas en las plantaciones ubicadas en las que, hasta poco tiempo atrás, eran sus tierras. En efecto, la llegada de los blancos llevó a la isla ciertos aspectos de evolución y progreso. Pero, ¿a qué precio?, ¿a costa de qué? Las consecuencias de todo ello todavía son visibles en nuestros días tras los regímenes dictatoriales de Macías y Obiang...

     Dos mundos diametralmente opuestos se vieron obligados - o condenados - a coexistir. Lo cual creó, como no podía ser de otra forma, no pocos conflictos. Conflictos que fueron agravados por la actitud poco comprensiva y excesivamente radical de muchos de los colonos. Pero no todos fueron así. Y Kilian es un claro ejemplo de ello. Su forma de actuar y de desenvolverse en territorio africano le llevará a hacer grandes amigos entre los indígenas e incluso a conocer el amor verdadero. Un amor imposible que le hará sufrir. Y también a nosotros.

     Y es que cuando la razón y el corazón, el deber y el amor, la obligación y la devoción no coinciden el conflicto moral está servido. Un conflicto al que deben hacer frente los dos hermanos, no solo en territorio colonial y a mediados del siglo pasado, sino también en sus tierras oscenses actuales, casi medio siglo después. En Palmeras en la nieve pasado y presente se entrelazan de manera tan creativa y sugerente que sus más de setecientas páginas llegan a hacerse cortas. Sobre todo si al lector le interesan aspectos como la historia, la cultura, las tradiciones y las historias de amor a la antigua usanza.

     En definitiva, estamos ante una novela que trata de enseñarnos el camino hacia la comprensión mutua entre civilizaciones y pensamientos u opiniones diferentes y que nos hace reflexionar sobre la necesidad de seguir con nuestras vidas más allá de los hechos del pasado, por oscuros que estos sean, por nuestro propio bien y de aquellos que nos rodean. El perdón, o el olvido, como forma de buscar una vida mejor para todos. Una historia que nos deja claro que, en el amor y en la vida, las huellas de las personas que caminaron juntas nunca nunca se borran...



martes, 14 de octubre de 2014

Mas, Cataluña y los cines de verano (de antes)





     El todavía President de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, demostrando que es un tipo listo pero poco inteligente, se metió en un jardín del que, ha quedado ya demostrado, no sabe salir. Anoche nos fuimos a la cama con la noticia de que renunciaba a la celebración de la consulta del 9-N por falta de garantías legales. En contrapartida, propuso como alternativa organizar un proceso de participación ciudadana para conocer la opinión de los catalanes sobre el futuro político catalán.

     Tras afirmar públicamente, y hasta la saciedad, aquello de primero hay que intentarlo de acuerdo con las leyes y, si no se puede, hacerlo igualmente, apoyado por su socio de gobierno, ERC, que siempre se ha frotado las manos viendo aproximarse su gran momento, ahora el President recula y busca alternativas que no tienen ningún futuro: encuestas, audiencias públicas y foros de participación.

     Y no tienen ningún futuro no porque no sean legales, que lo son, sino porque están lejos, muy lejos, de las pretensiones iniciales del conjunto de fuerzas que en su día optaron por la convocatoria de la consulta. Sus socios se sienten estafados por él y no aceptarán cualquier medida que se quede a mitad de camino de lo propuesto desde el principio. Incluso Unió Democràtica de Cataluña, el socio de la federación de partidos que conforma CiU junto a Convergència Democràtica de Cataluña, amenaza con una escisión que sería un hito histórico en la historia de Cataluña. Desde ERC siguen optando claramente por la desobediencia e incluso por la declaración inmediata de la independencia.

     Mas hablará hoy de las posibles alternativas a la celebración de la consulta. Veremos por dónde sale. Pero ese callejón sin salida en el que él solito se metió amenaza con ser su tumba política. Y, de paso, con allanar el camino de una ERC que, a río revuelto, en lugar de conformarse con la mitad (el proceso de participación ciudadana propuesto ahora por el President) vaya a por el doble (la declaración unilateral de independencia). 

     Con este panorama cobra cada vez mayor fuerza la opción de convocar unas elecciones anticipadas con carácter plebiscitario. Algo, aseguran los partidarios de esta nueva vía, difícilmente impugnable desde Madrid (aunque todo puede suceder). Pase lo que pase, está claro que quien crea que la no celebración de la consulta del 9-N zanja la cuestión catalana está a años-luz de ver la realidad.

     Una realidad que viene - y vendrá - marcada por el fin de la carrera política de Artur Mas y por la llegada al poder en Cataluña de la verdadera vía soberanista: ERC. Entonces, si, llegará el problema de verdad para el gobierno central de Madrid, veremos si comandado por Mariano Rajoy, Pedro Sánchez o - de nuevo, en España todo es posible - el mismísimo Pablo Iglesias. 

     Sea como sea, la situación actual me recuerda a los cines de verano de los de antes, de los que cada vez quedan menos. Aquellos en los que por el precio de una entrada de cine normal se podían (en algunos pocos casos, todavía es así) ver dos películas en sesión continua. Una primera, la mala, la que servía para aposentarse, sacar el bocata y las papas y cenar con tranquilidad; y una segunda, la buena, en la que disfrutar de un buen postre, un helado o incluso palomitas. 

     Y es que el actual gobierno de Mas, con el apoyo de ERC, es la película mala. La infantil, la comedia romántica o la inclasificable. Porque la película buena, la de acción de verdad o la de inquietantes tramas paralelas que al final convergen entre sí para deleite del espectador, sin duda, está todavía por llegar. Será cuestión de coger el helado y las palomitas y abrir bien los ojos y los oídos para no perderse detalle de lo que acontece en el futuro inmediato de Cataluña y España...      

lunes, 13 de octubre de 2014

La mujer loca. Juan José Millás. Seix Barral. 2014. Reseña





     De vez en cuando sucede que no resulta nada fácil escribir una reseña sobre la novela recientemente leída. Este es uno de esos casos. Y es que La mujer loca no es una novela normal. No, no digo que sea anormal, claro. Pero es una falsa novela, lo cual dificulta, y mucho, la tarea que me propongo a realizar. Millás me ha puesto en un aprieto y voy a ver cómo puedo salir de él (si es que soy capaz de ello). Allá voy.

     La novela comienza como si se tratase de un manual alternativo de gramática no exenta de altas dosis de surrealismo. Julia, la protagonista, recibe la visita de palabras y frases cojas que demandan su ayuda para tener sentido y poder seguir viviendo en diccionarios y manuales. Sin duda, a Julia le falta un tornillo, está loca, pero también se muestra enormemente sensata en muchos aspectos. Es una loca muy cuerda, vamos.

     La pasión por el lenguaje le viene a Millás de lejos. Él mismo ha reconocido siempre en otros libros y entrevistas que esa pasión le llevó a escribir. Entiende las palabras como intermediarias entre la realidad y nosotros. Algo que en ocasiones le ha llegado a agobiar ya que considera que no somos nosotros quienes nos servimos de ellas sino al revés. De esa inquietud, quizás, haya nacido su nueva novela.

     De esa inquietud y de una crisis creativa que él mismo reconoce en La mujer loca. Y es que estamos ante una novela que presenta varias originalidades que la hacen especialmente atractiva. La primera, que el propio Millás es uno de los protagonistas principales de la trama. La segunda, que recupera para la literatura una figura importante muy utilizada en tiempos pretéritos: la del narrador en tercera persona. Un narrador que también es el propio Millás, claro. Y la tercera, la conjunción de géneros literarios a priori diferentes, como la novela, el reportaje y la autobiografía.

     Con todo ello crea su autor una novela falsa en la que corresponde al lector dilucidar lo que es real y lo que es ficción. Algo más complicado todavía dado un factor que acaba de enmarañar por completo la trama: la aparición de dos Millás, el de acá y el de allá, que coinciden en algunos aspectos pero que se contraponen en muchos otros. Los límites entre realidad y ficción terminan por ser muy abruptos en ocasiones y casi imperceptibles en otros momentos. 

     Habla el Millás narrador que el Millás protagonista sufre una crisis creativa que le lleva a una situación tal que siente que ha agotado sus recursos para crear ficción y que debe centrarse en las realidades cercanas a él para seguir escribiendo. Y nos presenta unas realidades que perfectamente pueden ser también ficción. De ahí que sea cuestión del lector decidir qué es realidad y qué no. Y, sin embargo, el Millás autor (el que no es narrador ni protagonista) afirma que esa crisis creativa es la que le sirvió para gestar esta novela. Una novela que nació de la imposibilidad de escribir una novela. Yo también estoy hecho un lío, tranquilo/a. Sigamos.

      Hay un tema que, sin ser el principal de la novela, está latente en todo momento. Hablo del amor. En todos sus sentidos. No solo del conyugal. Sino de todas las acepciones del término amor. Pero como no quiero desvelar mucho más del libro - creo que ya he sobrepasado ciertos límites - diré simplemente que todos los personajes que componen la trama están o han estado enamorados de alguien o de algo. Alguien o algo que les hace actuar de la manera en que lo hacen. Y ahí lo dejo.

     Para concluir, no puedo pasar por alto un tema tan serio como el de la eutanasia. Es uno de los hilos conductores de la novela. Emérita, la vieja con la que convive Julia junto a Serafín, el marido de la primera, desea morir debido a su cada vez menor calidad de vida debido a una enfermedad terminal que la tiene postrada a la cama hace ya demasiado (indigno) tiempo. Es Emérita, a través de su enfermedad, la que une a una serie de personajes que poco o nada tienen en común: Julia, Millás, Serafín, el cura Camilo y Carlos, el representante de DMD (Derecho a morir dignamente). Todos ellos se proponen, en la medida de sus posibilidades, ayudar a la enferma a conseguir sus propósitos. Por amor.

     La crisis creativa, la situación de Emérita, la pasión por el lenguaje y la relación que establece Millás con Julia, la mujer loca, hacen que nuestro autor-narrador-protagonista desdoblado retome una terapia psicoanalítica interrumpida tiempo atrás. ¿Os imagináis a Millás tumbado en el diván de la anciana Micaela, su nueva terapeuta octogenaria? ¿No? Pues ya tenéis otro motivo añadido para leer La mujer loca.
     


lunes, 6 de octubre de 2014

El extranjero. Albert Camus. Alianza Editorial. 2012. Reseña





     En 1957 Albert Camus recibió el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de una obra que pone de manifiesto los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy . El escritor francés de origen argelino desarrolló a lo largo de su obra un humanismo fundado en la conciencia del absurdo en la condición humana. 

     El Extranjero fue su primera obra publicada - que no escrita - y, junto a La peste, la más reconocida de su extensa trayectoria. Como siempre, resulta imprescindible estudiar el momento en que Camus escribió la novela: el frío invierno parisino de 1942, en plena ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Un París en el que se pasaba hambre y frío y se moría de terror ante las injusticias perpetradas por la barbarie hitleriana. 

     Camus narra en primera persona la historia personal de Meursault, ser indiferente a la realidad por resultarle esta inabordable y absurda, un extranjero dentro de lo que deberia ser su propio entorno. Y, por desgracia, un paria de la sociedad que comete un absurdo crimen del que será incapaz de defenderse pese a sentirse no culpable de la acción que causa la muerte del otro individuo. 

     Meursault es un hombre frío como un saco de hielo que no muestra nunca sentimiento de injusticia, arrepentimiento o lástima, ni siquiera de sí mismo. Un personaje pasivo y escéptico frente a todo lo que le rodea, incluídas la aburrida existencia humana e incluso la muerte. En definitiva, un ejemplo cruel de la sociedad deshumanizada y carente de valores morales que Camus percibió en un momento en que la existencia humana fue realmente mezquina. Sin duda, influyó en el autor la honda sensación de frustración y desesperanza creada por la ocupación alemana de París y el resto del continente europeo.

     El personaje central de de la novela nos invita a reflexionar con profundidad sobre el sentido que cada uno de nosotros ha de dar a su propia vida. Y, ante todo, nos obliga a luchar por una libertad cuya pérdida nos puede abocar a la cotidianidad, el absurdo y al sentido de pecado. En suma, una alienación total que puede llegar a hacernos sentir extranjeros, extraños, en nuestra propia casa. Estos factores precisamente son los que conducen a Meursault a una indiferencia tal que lo despoja del espíritu de lucha necesaria para defenderse ante el juez y el fiscal, víctima de lo absurdo, de su silencio, de su pasividad.

     Su comportamiento extraña a su jefe, ante quien no muestra alegría tras su ascenso y traslado a la capital; a María, su chica - por llamarla de alguna manera -, a la cual invita a bañarse y al cine justo después de celebrar el entierro de su propia madre; al director y al conserje de la residencia donde fallece esta, por no pedir por ella ni llorar ni pedir ver su cuerpo ya sin vida; y al lector, por todo ello y otras actitudes que nos lo muestran como frío y casi inhumano. 

     El estilo sencillo, de frases cortas, empleado por Camus nos adentra todavía más en la acción. Es una novela que parece estar escrita con la misma desgana que percibimos en su protagonista a la hora de abordar su propia existencia. Este es, en mi opinión, uno de los grandes aciertos del autor al abordar la escritura de la historia. Todo, absolutamente todo, desprende un cierto olor a aburrimiento, una desidia, un pasotismo . No se me ocurre mejor manera de narrar esta novela. Meursault habla de sí mismo como podría hacerlo de cualquier otra persona, sin emoción, de forma plenamente objetiva y como si hablara en realidad de un reflejo percibido en un espejo. Con un desapego de sí mismo que en el lector causa sorpresa y hasta espanto.

     Y lo peor de todo - y lo que más debe inquietarnos como lectores y como personas -, es que la sociedad juzga al protagonista más por sus actos pasados ​​y su evidente falta de apego a sí mismo que por su absurdo crimen. Una sociedad que juzga a sus integrantes sin conocer prácticamente sus pecados ni interesarse por ellos está destinada a deshumanizarse de forma progresiva. Y en esa sociedad es precisamente en la que vivimos. Inquietante, ¿verdad? Reflexionemos, pues ...     

miércoles, 1 de octubre de 2014

Un millón de gotas. Víctor del Árbol. Destino. 2014. Reseña





     ¿Puede un inocente niño de seis años morir a causa de unos trágicos sucesos acaecidos setenta años antes? ¿Cómo es posible que suceda algo así en pleno siglo XXI? ¿Qué o quién se esconde detrás de un acto tan salvaje e inhumano? Tras los éxitos de La tristeza del samurái y Respirar por la herida el ex-mosso de esquadra Víctor del Árbol nos sumerge en una trama de las que atrapan al lector de principio a fin. Una novela que quien os escribe ha devorado en muy pocas sesiones pese a su nada desdeñable longitud. 

      El nuevo libro de este barcelonés de 46 años de edad cumple a la perfección con lo que toda buena novela debe ofrecer al lector, a saber: entretenimiento, reflexión, sufrimiento, disfrute y enseñanzas. De la mano de este libro podremos conocer mejor (o ampliar nuestros conocimientos previos) el estado policial en que se convirtió el régimen estalinista de los planes quinquenales, las purgas y los envíos masivos a los gulags siberianos; las luchas intestinas en la España previa y posterior a la Guerra Civil; diversos aspectos referentes a la II Guerra Mundial; las relaciones internacionales (y personales) en plena Guerra Fría; y la implantación, desarrollo y actuaciones de las mafias rusas (redes pederastas, extorsiones, asesinatos y relaciones con los distintos poderes extra-gubernamentales incluidas) en nuestro país.

     Estamos ante una novela estrictamente realista sobre personas comunes con traumas del pasado que influyen en sus vidas y en las de quienes les rodean y que luchan, externa e internamente, y se debaten entre quiénes son en realidad y quiénes han querido (o siguen queriendo) ser. Personas que guardan las apariencias y juzgan a los demás como jamás quisieran ser juzgados. Gente que se traiciona a sí misma y a los demás. Gente que pasa del amor al odio en un abrir y cerrar de ojos. Personas que, víctimas de sus errores del pasado, buscan una especie de redención que les deje seguir con sus vidas a pesar de los pesares.

     Una novela que hace hincapié en cómo las personas inventamos la memoria que desconocemos o que simplemente nos conviene cambiar para salir de ella mejor parados; que desentraña la enorme complejidad de las relaciones entre padres e hijos, entre hombres y mujeres, en definitiva, entre seres humanos. Unos seres humanos que, en situaciones límite, pueden reaccionar de manera insospechada (incluso por ellos mismos), pasando de héroes a villanos o viceversa según las circunstancias que deben enfrentar. 

     Una historia, o más bien conjunto de historias, que buscan despertar la voluntad de los ciudadanos para ayudarles a ser críticos, libres y responsables. Para que, entre todos, gota a gota, construyan un océano que configure un mundo mejor para todos. Un mundo en el que tengan mayor importancia valores como la amistad, la lealtad y los ideales, que en la actualidad parecen (casi) inalcanzables. Una humanidad que no permita que nadie robe la infancia y los sueños de niños como los personajes de la novela: Roberto, Siaka, Gonzalo o Laura. Que no cause daños irreparables en la psicología de aquellos que en el futuro han de ser hombres y mujeres de bien.

     La acción se desarrolla entre la Barcelona de principios de siglo XXI y la URSS de entre los años 30 y 50, si bien el acontecimiento que nos intriga de principio a fin acontece en un lago cercano a la capital barcelonesa en el año 1967. La violencia, las muertes y los asesinatos narrados por el autor del libro están conectados entre sí pese a ocurrir en diversos escenarios y diferentes épocas. Esas conexiones son uno de los puntos fuertes de una novela en la que nada sucede por suceder, en la que todo tiene un por qué. Elías Gil, ingeniero comunista de Mieres que llega al Moscú de 1932 para ayudar a construir una gran URSS, e Ígor Stern, otro de esos niños que deben crecer rápido y en condiciones extremas, haciéndose a sí mismos y sobreviviendo a toda costa, son los personajes responsables de todos los sucesos acontecidos a lo largo de la novela. Su odio a ultranza irá destruyendo todo y a todos.

     Elías vivirá situaciones dantescas en Názino, el primer gran gulag construido por Stalin y sus secuaces en la estepa siberiana; Argèles, el inhumano campo de concentración del sur de Francia, al cual llega tras huir de la España franquista; la defensa y posterior reconquista de Stalingrado frente a los nazis; y la toma definitiva de Berlín en 1945. Pese a ello, luchará siempre (o casi) por sus ideales comunistas, enfrentando la decepción sufrida al comprobar la esclavitud del pueblo soviético a manos de unos líderes inhumanos y los hechos que marcarán para siempre su vida futura: la estancia y huida de la abominable isla siberiana.

     Setenta años después, Laura y Gonzalo, hijos de Elías, deberán enfrentarse a una red mafiosa rusa, denominada Matrioshka, que pondrá en jaque a sus respectivas familias. O a lo que queda de ellas. Y es que esos errores del pasado siempre influyen en nuestro futuro. Un futuro que, pese a todo, se puede volver a cambiar. Aunque para ello haga falta la voluntad de unir un millón de gotas para construir un océano mejor para todos. Novela altamente recomendable.

lunes, 29 de septiembre de 2014

El librero de Kabul. Asne Seierstad. Maeva. 2003. Reseña





     Licenciada en filología rusa y española, la escritora noruega Asne Seierstad colabora desde hace años en diversos medios escandinavos desde distintos lugares del mundo. Ha cubierto muchos de los conflictos bélicos contemporáneos. Asi, de sus estancias en Irak y Serbia nacieron las novelas Ciento y un días y De espaldas al mundo, donde cuenta sus experiencias en sendos países.

     Cuando en 2001 la Alianza del Norte invadió Afganistán en busca de Bin Laden y sus secuaces de Al Qaeda, responsables de los atentados del 11S en Nueva York y Washington, la corresponsal Seierstad acompañó a las tropas para cubrir la información. Tras la caída del régimen talibán se alojó en la casa de un conocido librero de Kabul, Sultán Khan. Alli escribió El librero de Kabul.

     La amistad nacida entre la escritora, Sultán y el resto de la familia fueron el caldo de cultivo de una novela que me ha sorprendido e informado por igual desde sus primeras páginas. Es una novela que entretiene, cultiva y nos hace reflexionar sobre la situación de un país tan poco conocido como apasionante. A través de sus 270 páginas uno  puede llegar a sentir la irresistible necesidad de viajar hasta aquellas tierras. En otros pasajes, sin embargo, se alegra de estar tan lejos de allí.

     El libro constituye un documento interesante para conocer de primera mano los modos de vida de los afganos a lo largo de los últimos cincuenta años: el gobierno de Zahir Shah, la intervención soviética, el régimen talibán y la ocupación internacional tras la guerra de 2001-2. La novela describe los acontecimientos acaecidos en el Kabul inmediatamente posterior a la caída del sistema talibán, así como la vida cotidiana de una familia afgana acomodada.

     Durante su estancia en Kabul Seierstad pudo vivir, documentarse y escribir la historia con  total libertad dada su condición de mujer occidental, lo cual le permitió alternar en ambientes femeninos y masculinos a la vez, algo impensable para las mujeres afganas. El personaje central, Sultán Khan, es un librero amante de las Humanidades, las artes y la poesía de su país. No obstante, su carácter progresista en cuanto a la cultura contrasta de forma radical con su conservadurismo en relación a los negocios y los asuntos familiares.
 
     Un hombre afable fuera de casa se puede convertir, por lo visto en este libro, en un auténtico dictador dentro de su propio hogar. La religión, las costumbres y la necesidad del mantenimiento de las formas encorsetan tanto a la sociedad afgana como a la familia Khan. Hasta el punto de que todos sus miembros respetan al líder de la familia, llevando una vida oprimida y vacía únicamente por no contrariarlo y buscarse problemas mayores.

     Los hijos de Sultán deben obedecer a su padre a rajatabla pese a gozar de una cierta libertad. Algo que no ocurre con las hijas, quienes viven para atender la casa y a sus familiares masculinos. Aún con todo, no conviene tampoco ver al cabeza de familia como un ser despreciable. La autora deja claro que su conducta proviene de una sociedad misógina y opresora y de una serie de vicisitudes ajenas al proprio Sultán. De hecho, hasta en dos ocasiones diferentes sus libros o gran parte de ellos habían sido destruidos o confiscados por los distintos regímenes asentados en el poder. Teniendo en cuenta el marcado carácter patriarcal de la sociedad afagna y el hecho de que las librerías eran el sustento principal y casi único de la familia es de entender que actuara de tal manera.
 
     Otro hecho significativo que llama la atención en el libro es la multitud de grupos y facciones diferentes existentes dentro de la sociedad afgana. Todos ellos luchan por el poder, total o simplemente regional, a través del mando de sus correspondientes señores de la guerra. Asímismo, la visión que tiene la población respecto a los aliados es muy variada. Algunos los consideran los salvadores temporales del pueblo, mientras otros apuestan por  un régimen más radical, al más puro estilo talibán. No en vano, de la multitud de frases que me han conmocionado durante la lectura de la novela me quedo con una que creo define a la perfección cuál es la forma de pensar mayoritaria en el país: cuando los afganos elegimos a nuestros gobernantes de forma más o menos democrática solemos equivocarnos siempre . ¿Verdad que es una frase muy ilustrativa?

lunes, 22 de septiembre de 2014

El viejo y el mar. Ernest Hemingway. Planeta. 1975. Reseña





     En 1935 alguien le contó a Hemingway la historia de un viejo pescador cubano que había capturado un enorme pez en alta mar y luchado denodadamente por llevarlo de regreso a la costa de La Habana. La historia fue recogida por él en un breve escrito titulado Sobre el agua azul, relato publicado en Squire en abril de 1936. No fue hasta 1951 cuando el gran escritor norteamericano se decidió a convertir aquella pequeña-gran historia en una novela corta.

     La obra narra la lucha entre el viejo Santiago, únicamente acompañado por su larga y notable experiencia como pescador y sus recuerdos de mejores tiempos ya pasados, y las fuerzas de la naturaleza en un mar infinito y salvaje. Una lucha de tú a tú entre el protagonista y el gran pez y otra desigual ante los tiburones que se disponen a devorar a la presa pese a los esfuerzos de Santiago. 

     Lo más notable de esta historia, a mi entender, es la minuciosa descripción de la psicología del viejo y, sobre todo, esa mezcla de temor y respeto de la que hace gala durante toda la acción descrita por el genial escritor de las afueras de Chicago. De entre todas las frases aparecidas en la novela me quedo con aquella que dice así: un hombre puede ser destruido, pero no derrotado. Y es que, para el bueno de Santiago, el hecho de esforzarse y no darse por vencido ni siquiera en circunstancias tan desfavorables como las que está viviendo ya constituyen una gran victoria. Sin duda, toda una lección que todos deberíamos tener en cuenta en determinados momentos de nuestras vidas.

     El protagonista echa de menos los periódicos, la radio, el béisbol y al gran Di Maggio, el mejor jugador de béisbol del momento. La soledad vivida en los días en alta mar luchando contra los elementos le lleva también a añorar la presencia de Manolín, joven adolescente que a buen seguro le habría ayudado y disfrutado a la vez en una situación límite y emocionante a la vez. En este sentido, la historia es también un ejemplo de gratitud, lealtad y amistad en el pleno sentido de la palabra. La relación Santiago-Manolín constituye uno de los puntos más emotivos de la obra por el afecto que se tienen el uno al otro.

     La novela es también una defensa de la naturaleza salvaje y sus actores principales. Tiburones, leones marinos y el mar en sí mismo no son vistos por Santiago como algo malo sino como algo natural cuyas leyes deben ser entendidas. El respeto y hasta veneración que siente por ellos el protagonista es otro de los puntos fuertes de la historia creada por Hemingway. Tanto él como los peces buscan lo mismo: luchar por la supervivencia en una naturaleza que, como siempre, se muestra bestial, cruel y selectiva.

     Además, podemos enlazar los sentimientos de protagonista y autor en cuanto al deseo de soledad. El individualismo de Santiago en la acción narrada se puede relacionar con el del propio Hemingway. De hecho, en la época en que escribió esta novela uno de sus deseos era estar solo para poder escribir. Así, cuando fue premiado con el Nobel en 1954 - solo un año después de ganar el Pulitzer con El viejo y el mar, publicado en 1952 - no asistió al acto de entrega ni dio entrevistas aduciendo que por supuesto que estoy orgulloso por el premio, pero no quiero ganar un premio si eso significa que no me van a dejar escribir un libro.

     Volvamos al tema de la lucha continua y el no rendirse jamás. La más clara demostración de que ello constituye en sí una victoria es el hecho de que el viejo no piensa en ningún momento en soltar a su presa. Solo ello explica que llegue a La Habana con una enorme espina desnuda amarrada a su barca. Lo cual le permite exhibir con orgullo la magnitud de la pieza capturada. Aspecto que nos lleva, además, a la necesidad que las personas tenemos de que se nos reconozcan los esfuerzos realizados, sea cual sea el resultado obtenido. En efecto, Santiago es casi destruido, pero no derrotado por el enorme pez y los tiburones.

     El gran éxito de la novela conllevó casi de inmediato la firma de un contrato para llevarla a la gran pantalla. En 1958 John Sturges dirigió un film protagonizado por Spencer Tracy, gran amigo personal de Hemingway. Y en 1990 se realizó otra versión de la mano del director Jud Taylor y del también genial actor Anthony Quinn. Ambas películas son fieles a la historia escrita por Hemingway. Las tres  - la novela y los films - son auténticas joyas para disfrutar de una historia cotidiana y a la vez increíble.