La escritora oscense Luz Gabás, que recientemente ha publicado su segunda novela, Regreso a tu piel, debutó en el mundo literario en 2012 con Palmeras en la nieve, una deslumbrante historia en donde, merced a sus conocimientos de la época colonial de la isla de Fernando Poo gracias a los testimonios de buena parte de sus propios familiares, mezcla una serie de intra-historias, reales algunas y ficticias otras, que dejan al lector atado a sus páginas sin remedio que lo pueda evitar.
La novela, basada en hechos históricos y ambientes reales pero con personajes y tramas inventados, nos hace viajar al mundo colonial de mediados del siglo XX. A plantaciones cacao en la isla de Fernando Poo (Guinea Ecuatorial) dominadas y explotadas por empresas españolas que funcionaban a base de mano de obra indígena, muy a menudo a fuerza de látigo y de penosos salarios. Hecho este que marcaría el futuro del lugar y de sus pobladores, tanto indígenas como extranjeros.
Pero la obra que nos presenta Gabás es más, mucho más que eso. A través de sus páginas nos adentra en la historia y las tradiciones de la isla y de su país, en la lucha indígena por alcanzar la tan ansiada independencia y en las diferentes actitudes entre los propios indígenas (con bubis y fangs enfrentados). Y no solo eso: también pasea por la propia historia de la metrópoli y las opiniones enfrentadas entre los mismos españoles asentados en la pequeña isla africana.
En este sentido, la relación entre Kilian y Jacobo, los hermanos protagonistas de la novela, es digna de estudio. Muy parecidos en muchos aspectos, chocarán desde casi el principio de su estancia en Fernando Poo. La evolución de la trama nos presenta a dos personajes que, pese a amarse, llegarán a enfrentarse a la hora de defender lo que cada uno considera justo. Y es que las cosas, para ser entendidas bien, deben ser vistas desde diversas perspectivas.
Y este es el punto clave de partida de la novela. Como la propia autora afirma en sus notas finales, la historia colonial había sido estudiada hasta hace muy poco solamente desde el punto de vista blanco. Lo cual hacía imposible entender las actuaciones de los indígenas en las plantaciones ubicadas en las que, hasta poco tiempo atrás, eran sus tierras. En efecto, la llegada de los blancos llevó a la isla ciertos aspectos de evolución y progreso. Pero, ¿a qué precio?, ¿a costa de qué? Las consecuencias de todo ello todavía son visibles en nuestros días tras los regímenes dictatoriales de Macías y Obiang...
Dos mundos diametralmente opuestos se vieron obligados - o condenados - a coexistir. Lo cual creó, como no podía ser de otra forma, no pocos conflictos. Conflictos que fueron agravados por la actitud poco comprensiva y excesivamente radical de muchos de los colonos. Pero no todos fueron así. Y Kilian es un claro ejemplo de ello. Su forma de actuar y de desenvolverse en territorio africano le llevará a hacer grandes amigos entre los indígenas e incluso a conocer el amor verdadero. Un amor imposible que le hará sufrir. Y también a nosotros.
Y es que cuando la razón y el corazón, el deber y el amor, la obligación y la devoción no coinciden el conflicto moral está servido. Un conflicto al que deben hacer frente los dos hermanos, no solo en territorio colonial y a mediados del siglo pasado, sino también en sus tierras oscenses actuales, casi medio siglo después. En Palmeras en la nieve pasado y presente se entrelazan de manera tan creativa y sugerente que sus más de setecientas páginas llegan a hacerse cortas. Sobre todo si al lector le interesan aspectos como la historia, la cultura, las tradiciones y las historias de amor a la antigua usanza.
En definitiva, estamos ante una novela que trata de enseñarnos el camino hacia la comprensión mutua entre civilizaciones y pensamientos u opiniones diferentes y que nos hace reflexionar sobre la necesidad de seguir con nuestras vidas más allá de los hechos del pasado, por oscuros que estos sean, por nuestro propio bien y de aquellos que nos rodean. El perdón, o el olvido, como forma de buscar una vida mejor para todos. Una historia que nos deja claro que, en el amor y en la vida, las huellas de las personas que caminaron juntas nunca nunca se borran...