LIBROS

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viernes, 30 de junio de 2023

Mis diez mejores lecturas del primer semestre de 2023

 




10. La desconocida. Rosa Montero y Olivier Truc. Alfaguara. 2023 Novela, corta y escrita a cuatro manos, surgida de un proyecto colaborativo entre dos editoriales, una española y otra francesa, en el que la condición era escribir capítulos alternativos, tomando la acción donde la dejaba el otro escritor. Así, un francés y una española se enfrentan a las diferencias culturales entre sus dos países con la intención de contribuir a un mejor entendimiento mutuo. Para Montero fue una aventura fascinante y trepidante. Con un estilo enérgico, directo y vigoroso, esta novela negra está escrita para todo tipo de lectores, está desprovista del más mínimo artificio superfluo y de toda floritura y pone el acento en la corrupción policial y en el problema de la trata de mujeres en el mundo. Problemas que, desafortunadamente, no forman parte de la ficción sino de nuestro día a día. Problemas que, por tanto, a todos nos atañe tratar de erradicar.

9. Del color de la leche. Nell Leyshon. Sexto Piso. 2013 Es una historia rebelde, por cuanto el mero hecho de ser escrita demuestra las ansias de alcanzar la libertad denegada. Es necesaria y rescatadora por el hecho de dar voz a tantas y tantas mujeres anónimas que perecieron en la lucha por alcanzarla. Es un golpe en la conciencia de quienes, desde el presente, creen que aquello es solo ficción, literatura y no la pura realidad de la vida de las mujeres a lo largo de la Historia. Historia de desencanto, desengaños, malos tratos, opresión y anonimato. Si a todo ello añadimos la originalidad y la frescura, estamos ante una gran novela. De esas que remueven conciencias. De esas de las que no se sale como se entró. De esas de las cuales recuerdas a su protagonista largo tiempo. Quizás para siempre. Porque la Mary de esta novela ya es un personaje clásico de la literatura inglesa, europea y mundial. Si no la conoces todavía, preséntate ante ella y conócela. Es probable que se quede contigo.

8. Malaventura. Fernando Navarro. Impedimenta. 2022 En los relatos que componen Malaventura hay varios elementos coincidentes que marcan el ambiente. La acción de todos ellos se desarrolla en el sur de España. En Andalucía, para más señas. Los pueblos de Granada, Almería, Córdoba, Málaga o Sevilla se convierten en escenarios de los cuentos. Unos cuentos en los que el gran protagonista es el espacio, el medio físico. Así, encontramos, además de los pueblos y las aldeas propiamente dichos, montañas, colinas, ríos, pantanos, cuevas y paisajes desérticos. Sobre todo, mucho desierto. Sin duda, el lugar idóneo para albergar las quince historias que componen el libro. Como complemento de todo ello, por un lado, la flora y la fauna características de las zonas en cuestión. Y, por otro, el habla andaluza. Esa forma de hablar un castellano gracioso, con arte. La mezcla de todo ello, magistral por otra parte, consigue el efecto deseado: el lector se hace presente en los distintos ambientes y hasta aprende a hablar de la misma manera en que lo hacen los personajes.

7. Basilisco. Jon Bilbao. Impedimenta. 2020 Consta de ocho relatos autoconclusivos pero también interconectados que abarcan el presente de las vidas de Jon y Katharina y los sucesos acaecidos un siglo atrás en el Lejano Oeste en torno a las figuras de Basilisco y Araña. Una mezcla original y sugerente que alterna la actualidad, que bebe de la novela costumbrista contemporánea, y el western, al más puro estilo clásico (y no tan clásico). Casualmente, en ambos contextos, la vida parece desmoronarse por momentos. Con una prosa perturbadora y de gran potencia visual y descriptiva, Jon Bilbao pone en jaque nuestra realidad combinando a la perfección lo clásico, la cultura popular y las responsabilidades y frustraciones propias de la edad mediana de un personaje que vive insatisfecho como ingeniero porque en realidad quiere ganarse la vida como escritor.

6. Contar lo mínimo. Agustina Pérez. Lletra Impresa. 2022 En sus páginas encontramos multitud de resonancias literarias, guiños y referencias a obras y autores de todo tipo -García Márquez, Borges, Víctor Mora, Unamuno, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, José Hierro, John Berger, Antonio Gramsci y un largo etcétera-, lo que hace de la obra un compendio, una especie de pequeña enciclopedia temática de la cual podrá echar mano el lector en cualquier otro momento de su vida. Todo ello con la máxima de que la literatura debe ser incisiva pero educada para decir verdades, aunque escuezan. Porque, como decía Borges, uno no es por lo que escribe, sino por lo que ha leído. La curiosidad, pues, se antoja como el inicio del camino literario. Una curiosidad que a Agustina le viene de su abuela -a la que rinde homenaje desde la propia portada del libro-, empedernida lectora de cuentos troquelados, calendarios taco -con sus citas y frases célebres-, revistas y libros de todo tipo, y de su padre, un fanático de la radio que la enseñó a leer antes de que lo hicieran en el colegio. Estamos ante un OLNI -Objeto Literario No Identificado-, como lo definió la misma autora, dividido en tres partes compuestas por relatos, microrrelatos y aforismos (o vilanos, como diría Vicente Aleixandre). Una obra que defiende la lectura como acicate de la vida.   

5. Nadie en esta tierra. Víctor del Árbol. Destino. 2023 Cuando todo está perdido solo quedan dos caminos: hacer el bien o hacer el mal. Intentar irse con la cabeza alta y la conciencia tranquila o arrasar con todo y con todos. Este es uno de los puntos de partida de la nueva novela de Víctor del Árbol. Una novela policiaca de las que atrapan al lector hasta introducirlo en sus páginas y no dejarlo marchar hasta terminada la última de sus frases. Con personajes de los que a uno lo marcan. Como el protagonista principal, Julián Leal, un inspector de policía que se debate entre la vida y la muerte a causa de un cáncer que no parece tener ya solución y que acaba de ser expedientado por dar una paliza casi mortal a un miembro de la alta sociedad barcelonesa. Y, por si todo ello fuera poco, tras una breve visita a su pueblo natal de la costa de Galicia comienzan a aparecer cadáveres de personas que tuvieron mucho que ver con él treinta años atrás. Y, claro, el principal sospechoso de los crímenes es él. Todos los dedos lo señalan y ya ni su compañera Virginia parece fiarse de él.

4. Hijos de la fábula. Fernando Aramburu. Tusquets. 2023 El autor guipuzcoano retorna a la temática de ETA con una sátira que, tirando de ironía y humor, nos muestra la reacción de dos jóvenes vascos que quedan abandonados a su suerte al otro lado de la frontera con Francia tras el abandono de las armas por parte de la banda terrorista en octubre de 2011. La novela demuestra que es posible hacer sátira hasta de las grandes desgracias. Que en cualquier lugar y situación, por dramática que esta sea, cabe lo cómico. Que algunos escritores son capaces de construir una historia desde la nada. Que algunas de estas historias pueden tener finales inesperados y magistrales. Y que Fernando Aramburu es un escritor valiente que, cuando se pone a escribir, no puede evitar meterse en estanques llenos de caimanes. Por su originalidad, virtuosismo y comicidad, nos recuerda a la más reciente obra de Luis Landero, Una historia ridícula (2022, misma editorial). Y es que solo dos genios como el extremeño y el vasco son capaces de sacar de donde parecía no haber nada unas historias tan peculiares.

3. Cuando era divertido. Eloy Moreno. Ediciones B. 2022 Dice el propio autor que esta es una novela incómoda. Quizás la más incómoda que he escrito hasta la fecha. Pero precisamente por eso creo que es necesaria. Este es un libro que habla de algo que todos hemos vivido o podemos vivir en algún momento. Y, desde luego, no le falta razón a Moreno. A estas alturas ya todos sabemos que la vida es complicada. Y la vida en pareja, más todavía. Porque no todo es del color de rosa. Y la pasión inicial y la sensación de estar viviendo a tope pueden dar paso a la muerte en vida en forma de rutina, monotonía, tedio, hastío. Y hasta de odio. ¡Ay, esa delgada línea que separa antónimos mucho más cercanos de lo que jamás podríamos llegar a pensar! Que se lo digan, sin ir más lejos, a los protagonistas de esta novela: Ale y Ale. Sí, Alejandro y Alejandra. El mismo nombre. Algo muy original. Porque en muchas ocasiones a lo largo de la novela el autor se refiere a ellos de una manera que cuesta distinguirlos. Porque en realidad ambas partes de una pareja pueden sentirse de una determinada manera. A veces no sabemos qué Ale está pensando y actuando. Y la verdad es que da igual: lo importante es lo que piensa y cómo actúa.

2. Los ingratos. Pedro Simón. Espasa. 2021 Magnífica radiografía familiar. También histórica y social. Veníamos de la España que escuchaba un serial radiofónico. Íbamos hacia esa España que se sentaba a mirar una pantalla. Aquella España donde se viajaba sin cinturones de seguridad en un Simca y la comida no se tiraba porque no hacía tanto que se había pasado hambre. De la España de 1961 pasamos a la de 1975 para llegar, finalmente, a la de 2020, momento en que la historia narrada llega a su fin de una manera emocionante, muy conmovedora, que deja al lector con el libro abierto entre sus manos, sin ánimo para cerrarlo definitivamente. Porque Emérita ha aprendido de los hijos de la maestra que perfectamente podría haber criado. Que tengo más paciencia que otras. Que sé alejar a un niño de los peligros. Que soy sorda, pero no soy un animal. En suma, ha aprendido todo sobre la dignidad y la gratitud. Por eso se pasa años y años enviando cartas a la familia, interesándose por ella, preguntando por David. Recordando la mejor época de su vida con un eterno agradecimiento.

1. Nosotros. Manuel Vilas. Destino. 2023 Qué mal visto ha estado siempre el placer, siempre perseguido por todas las civilizaciones, condenado por todas las religiones, y sin embargo protegido por la naturaleza y la vida, cómo explicar semejante hipocresía, reflexiona el narrador de Nosotros en las últimas páginas de la novela ganadora del Premio Nadal 2023. Una novela existencialista desgarradora de principio a fin. Especialmente en sus últimas páginas. Una últimas páginas que, sin embargo, son de una belleza sin igual. Como prácticamente todo lo que lleva escribiendo Manuel Vilas durante estos últimos años de una carrera literaria ya envidiable. Una carrera literaria repleta de historias y personajes en los que dominan la tristeza, la melancolía, la profundidad de las almas humanas y, paradójicamente, también  el placer, la belleza y la alegría de vivir. De estar vivo pese a todo. Como le ocurre a Irene, la mujer de cuarenta y muchos años que protagoniza Nosotros. Un ángel mortal y corriente, de una vulgaridad excepcional, pero que da belleza a este planeta





lunes, 5 de junio de 2023

Del color de la leche. Nell Leyshon. Sexto Piso. 2013. Reseña

 




    Sorprendente. Original. Inteligente. Conmovedora. Un soplo de aire fresco. Así es Del color de la leche, la novela de la escritora y dramaturga inglesa Nell Leyshon (Glastonbury, 1962) publicada hace casi diez años por la editorial independiente Sexto Piso. Fue la primera obra traducida y publicada en lengua castellana --después le sucedieron, también en Sexto Piso, Memorias de una carterista (2015), El show de Gary (2016) y El bosque (2019)-- de una autora hasta entonces desconocida en nuestro país. Y ello a pesar de que en Inglaterra era ya un personaje importante gracias sobre todo a sus obras de teatro y sus dramas radiofónicos emitidos por la prestigiosa BBC, cuyos inicios se remontan nada más y nada menos que hasta 2002. Además, goza del honor de haber sido la primera mujer en escribir una obra --Bedlam-- para el prestigioso The Shakespeare´s Globe Theatre de Londres. Aún quedan por traducir al castellano --sirva esto como llamada pública y petición a las editoriales de nuestro país-- sus dos primeras obras novelísticas: Devotion (2008) y Black dirt (2004).       

    Del color de la leche es también una novela rebelde. Necesaria. Rescatadora. Desgarradora. Un golpe en la conciencia. Una obra de estructura y escritura muy sencillas --cinco capítulos: Primavera, Verano, Otoño, Invierno y Primavera--, a priori incluso simple --frases cortas y poco elaboradas, típicas de alguien que apenas sabe leer y escribir: una niña de solo quince años de la Inglaterra profunda de 1831--, que, sin embargo, alcanza una gran complejidad desde el punto de vista temático y reivindicativo. Una novela con dos grandes protagonistas: el medio natural --y social-- de la Inglaterra de la época ya reseñada y la joven Mary, la más pequeña de cuatro hermanas. Una joven alegre --a pesar de las circunstancias-- familiar, inocente --en su propia familia se insinúa que incluso algo retrasada--, de gran personalidad y extremada inteligencia --que todo lo analiza y reflexiona--, demasiado impetuosa e impulsiva --que no sabe estar callada y nunca se sienta de día--, coja de nacimiento, cuyo cabello es del color de la leche. 

    El padre de la familia de Mary es un déspota que cree que su mujer e hijas solo están en este mundo para servirle y hacerle las mil y una tareas del campo. Es un abusón que maldice a la vida por no haberle dado ningún hijo varón que lo ayude en su trabajo. La madre secunda al padre y no parece tener ninguna empatía con Mary, a la que toda la familia desecha y no tiene en cuenta para nada por su defecto físico en su pierna y por no tener muchas luces. Solo el abuelo estima de verdad a su nieta pequeña. Solo con él tiene Mary un pequeño espacio de paz y tranquilidad en el agobiante y claustrofóbico seno familiar --no en vano, ellos son los dos miembros defectuosos de la familia, puesto que el abuelo está impedido a causa de una caída--. Y, aún así, la joven ama a su familia y no quiere abandonarla nunca. Por eso trata de oponerse cuando su padre prácticamente la vende al vicario, el señor Graham, para que se vaya a vivir a su casa y cuide a su esposa enferma. Sobrecoge la frialdad con la que la familia despide a Mary cuando toma el camino hacia la casa del vicario. 

    Ni siquiera sus hermanas, con las que se supone ha de tener una relación más estrecha por edad y vínculos, se inmutan ante la pérdida que debería suponer la partida de su hermana pequeña. Beatrice, con quien comparte habitación, solo sabe dormir abrazada a una Biblia que no sabe leer. Y Violet y Hope, envidiosas hasta la médula, compiten entre sí por el amor de Ralph, único hijo del vicario. Un joven egoísta que solo se quiere a sí mismo, que elude todas sus responsabilidades, familiares y extra familiares, y para quien la vida es todo placer y nada de compromiso. Un joven que sabe que Mary es diferente a sus hermanas. Tratará de domarla, pero se dará pronto por vencido. Sabe que nunca cambiará. Mary, por su parte, busca algo en la vida. No sabe exactamente lo que es, hasta que finalmente cae en la cuenta. Tanto en casa de su familia primero, como en la del vicario después, siente que echa algo en falta. Le costará sangre, sudor y lágrimas concluir que lo que tanto ansía es la libertad.  

    Lo que podría ser una vía de escape para ella, una forma de librarse de las cadenas familiares, se convierte en realidad, como en su día escribió acertadamente Elias Canetti, en una nueva ligazón a otras cadenas. Puede que no tan duras, tan fuertes, pero igual de alienadoras. Y es que, aunque con el señor y la señora Graham se lleva muy bien, la joven chocará con su hijo, Ralph, y también con Edna, la criada, quien ve que su status en la casa del vicario se puede tambalear con la llegada de Mary. Una Edna, por cierto, que supera la treintena y que guarda bajo su cama tres sudarios: el suyo y el de un marido y un hijo que no tiene --ni seguramente ya tendrá--. La opresión que padece Mary en ambas casas contrasta con un entorno casi bucólico: el campo, la granja, sus tareas estacionales --descritas con exquisita delicadeza y todo lujo de detalles--, los animales enjaulados, los libres, el aire del monte y de la colina, la sensación de no querer estar en ningún otro lugar y de vivir apasionadamente y con alegría a pesar de los pesares.

    Con la señora Graham establece Mary una relación casi materno-filial. Ante el abandono que siente la señora tras la marcha a la universidad de su hijo Ralph, va acogiendo a su nueva criada casi como a una hija. Así, le hará confidencias muy personales. Aunque con el señor Graham no congenia tanto, Mary aprovechará la oportunidad que este le dará de enseñarla a leer y a escribir. Algo impensable para ella y para casi todas las chicas de su edad en aquella época. Quizás la parte más emocionante de la novela resulta ser la que hace referencia a los progresos de la protagonista, que va juntando letras, palabras y párrafos ante la alegría del señor Graham y el sentimiento de orgullo de su abuelo, a quien va informando sobre sus evoluciones lectoescritoras. Así, Mary va dejando de ver en los libros solo rayas negras sin sentido y comenzando a descubrir nuevos mundos. De esta manera, además de la historia que se nos cuenta en ella, la novela puede y debe considerarse también un alegato de la lectura y la escritura. De los libros y de su importancia en la vida de las personas. Algo que nos hace más libres.

    No en vano, lo que leemos en Del color de la leche no es otra cosa que la vida de la joven escrita de puño y letra por la propia Mary. Una joven trabajadora, apasionada, sin mucha educación, pero que nunca miente, nunca ve lo malo de la vida, no tiene pelos en la lengua y ve en la escritura la forma de contar todo lo que le ha ocurrido durante el último año de su vida. Un año con una serie de vivencias desgarradoras de las cuales la protagonista quiere dejar constancia por escrito. Un escrito urgente que habla de un destino del que no puede escapar por un suceso que el lector deberá ir descubriendo a través de la lectura. Un texto íntimo, personal, minucioso y descriptivo. Una lectura que, debido a la inocencia y la conmoción que causa en el lector, y salvando las distancias, nos puede llegar a recordar al Diario, de Ana Frank, o a El niño con el pijama de rayas, de John Boyne. Porque la vida, vista desde los ojos de los niños, siempre nos sorprende y nos hace aprender cosas nuevas. Sobre todo cuando, para más inri, nos cuenta historias no contemporáneas sino algo más pretéritas.

    Por todo ello, e incidiendo en el inicio de esta reseña, Del color de la leche es una historia rebelde, por cuanto el mero hecho de ser escrita demuestra las ansias de alcanzar la libertad denegada. Es necesaria y rescatadora por el hecho de dar voz a tantas y tantas mujeres anónimas que perecieron en la lucha por alcanzarla. Un golpe en la conciencia de quienes, desde el presente, creen que aquello es solo ficción, literatura y no la pura realidad de la vida de las mujeres a lo largo de la Historia. Historia de desencanto, desengaños, malos tratos, opresión y anonimato. Si a todo ello añadimos la originalidad y la frescura, estamos ante una gran novela. De esas que remueve conciencias. De esas de las que no se sale como se entró. De esas de las cuales recuerdas a su protagonista largo tiempo. Quizás para siempre. Porque la Mary de esta novela ya es un personaje clásico de la literatura inglesa, europea y mundial. Si no la conoces todavía, preséntate ante ella y conócela. Es probable que se quede contigo.