LIBROS

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lunes, 26 de febrero de 2024

Surrender. 40 canciones, una historia. Bono. Reservoir Books. 2022. Reseña

 




    A finales de 2022, acompañado de un recopilatorio de versiones de algunas de las canciones más significativas de la historia de su grupo, U2, bajo el título Songs of surrender, y apoyado en una pequeña gira de presentación realizada por el propio Bono en teatros y aforos de tamaño mediano --que le trajo hasta el Teatro Coliseum de Madrid--, vio la luz Surrender. 40 canciones, una historia, el libro en el que el famoso cantante descubre algunos aspectos menos conocidos de su vida a la vez que explica más detalladamente otros ya conocidos por todos, seguidores y no seguidores de la banda irlandesa. Un libro extenso, de casi setecientas páginas, en la que aparecen también fotos familiares inéditas hasta la fecha. Unas memorias, personales y grupales, que presentan los grandes momentos familiares, musicales y político-activistas de un cantante irrepetible por su importancia a todos los niveles. Un libro que ha hecho las delicias de sus seguidores y también de quienes se han animado a leerlo pese a no ser devotos de los cuatro irlandeses más famosos del mundo.

    Bono se apoya en cuarenta de las canciones más famosas de su repertorio para presentarnos cada uno de los momentos más decisivos de su existencia. Desde la pérdida de su abuelo y de su madre a los 14 años de edad, que sumió a los tres Hewsons --Bono, su hermano y su padre-- en una depresión que se tornó en ira, rabia y constantes peleas, hasta su triple paternidad; desde su pasión por la lectura --a los 12 años ya había leído El señor de las bestias y antes de los 18 Crimen y castigo-- hasta sus influencias musicales --The Clash, Ramones, los Who, Patti Smith, Dylan o Bowie--; desde la apertura de miras que le propició la lectura de la Biblia hasta el sectarismo religioso al que hubo de hacer frente en su Irlanda natal. Sectarismo religioso que no impidió que sus padres (Bob, católico; Irish, protestante) se casaran y fundaran una familia y que el propio Bono, junto a The Edge, Adam y Larry (dos de ellos, católicos; los otros dos, protestantes), hicieran lo propio con una banda de rock que acabó siendo la más famosa de su país y que trascendió mucho más allá de sus fronteras.

    Cuenta Bono que jamás logró superar la ira, el mal genio y ese carácter rebelde y de maleducado que salió de sí mismo tras la muerte de su madre. Y que ello se plasmó en una de sus primeras canciones, Out of control, escrita a los 18 años en su casa de Cedarwood Road, muy poco tiempo después de ver a The Clash en el Trinity y decidir que quería ser músico. Y recuerda cómo se sintió al recibir su primera guitarra --que se convirtió en su cuerda de salvamento y a la vez en su arma-- de manos de su hermano Norman, al ver el anuncio de Larry Mullen Jnr. en un panel del Mount Temple School, al entrar en U2 la misma semana en que se puso a salir con Ali Stewart --su esposa y madre de sus tres hijos--, al escribir sus primeras canciones --las canciones son mis rezos, afirma, mientras completa con la información de que los U2 rezan antes de los conciertos--, al dar sus primeros conciertos en Irlanda e Inglaterra, al conseguir una furgoneta para poder girar con la banda, al convertirse en el puntal del grupo o al conseguir esa fuerte conexión con el público.              

    Pero, como la vida es una sucesión de momentos, buenos y malos, también recuerda acontecimientos desoladores que lo marcaron de por vida. Acontecimientos violentos que alentaron su rebeldía, su inconformismo, su carácter a veces también violento. Por ejemplo, las repetitivas masacres del IRA en su Dublín natal y en el resto del país, los atentados de París y Niza en 2015 y 2016 respectivamente --los cuales le tocaron de cerca, pues estaba en ambas ciudades en esos momentos, con U2 en París y con amigos en Niza--, los asesinatos de JFK en 1963 --huelga decir la importancia de la figura de JFK en Irlanda-- o de John Lennon en 1980 --cuando U2 estaban en Buffalo para dar uno de sus primeros conciertos en los EE.UU., poco después de publicar su primer álbum, Boy, y de comenzar su primera gira fuera de su país-- o sus problemas de salud --especialmente la ampolla que le salió en la aorta, en 2016, y que estuvo a punto de hacerle perder la vida--. Momentos que a uno lo hacen reflexionar sobre la vida. Y también sobre la muerte. Sobre todo cuando la muerte ha estado tan presente en la vida de quien cuenta su historia.

    La lista de las amistades del cantante es casi eterna. También la de los personajes importantes con los que se ha relacionado a lo largo de su vida. Muchos de ellos aparecen en las páginas de este libro. Pavarotti, Sinatra, Obama, Mandela o Michael Hutchence ocupan capítulos enteros en ocasiones. También, como es lógico, Paul McGuinness, considerado el quinto U2, el manager que los llevó desde sus inicios y que les consiguió el contrato con Island Records; y, por supuesto, Brian Eno, Daniel Lanois y Steve Lillywhite, productores y desde siempre figuras capitales en la historia de la banda. Una banda que practicó el glam rock y pasó al punk rock. Todo ello con aquellas míticas primeras grabaciones en los también míticos Windmill Lane Studios. Una banda que tuvo que lidiar con un típico dilema irlandés que preocupaba a sus miembros: el de la compatibilidad entre la fe y la música. Tanto que The Edge llegó a preguntar a sus compañeros, tras el éxito de Boy, si ¿podemos ser una banda y, a la vez, creyentes?     

    Y, hablando de incompatibilidades, hay otras tres muy presentes en estas memorias. Por un lado, entre los cuatro miembros de U2. Por otro, entre la banda y la familia. Y, finalmente, entre la banda y el activismo social. Resulta obvio que no hay muchos grupos que superen los cuarenta años de longevidad. Se pueden contar casi con los dedos de una sola mano. La diferencia de caracteres, los distintos criterios de evolución musical y de estilo, las diferencias a la hora de componer canciones y discos o de diseñar giras o las influencias que en la cohesión del conjunto puede crear un mal momento personal o profesional de uno de sus miembros pueden poner en jaque la estabilidad de todos. U2 ha sufrido distintos altibajos a lo largo de su trayectoria. Y basta leer este libro para conocerlos. A veces, con bastante detalle. Hasta el punto de haber estado a punto de disolverse en varias ocasiones. La amistad entre los cuatro y, por qué no reconocerlo, el interés común, han salvado los muebles en más ocasiones de las que los fans pudieran pensar antes de leer Surrender. 40 canciones, una historia

    ¿He escrito altibajos? Pues para altibajos los que ha tenido Bono con su mujer Ali. Sus constantes viajes, sus idas y venidas --no solo musicales, también activista-políticas-- han causado estragos en un matrimonio que, pese a todo, parece estar construido a base de amor, comprensión y empatía mutua --aunque más por parte de ella, según reconoce el propio autor-- y, desde luego, a prueba de bombas. Un matrimonio que tiene tres hijos. Tres hijos que debieron acostumbrarse a las continuas ausencias del cabeza de familia. Algunas de ellas, largas, casi eternas. Ausencias compensadas con otro tipo de prebendas. Ya se me entiende. Algo parecido podríamos decir de la supuesta incompatibilidad entre la banda y el activismo socio-político de Bono. Y es que si Ali ha tenido mucha paciencia con él, ¿qué decir de sus compañeros musicales? A menudo han debido de trabajar a distancia. Unos desde Dublín y el otro desde New York, Washington o cualquier otro lugar del mundo. Una vez, incluso, entregaron un álbum sin concluir del todo porque se les echaba el tiempo encima y tenían comprometido tanto el álbum como la gira. Una gira, el Popmart Tour, por cierto, de las más exitosas de su carrera. Y en la que acabaron de pulir los detalles inacabados de las canciones del disco. 

    Surrender. 40 canciones, una historia es un libro, en definitiva, para fans y no fans. Porque los interesados en la faceta del activismo político-social del autor pueden encontrar también muchas conexiones con Amnistía Internacional, Greenpeace, RED, ONE, DATA, Jubileo 2000 y el resto de ONGs con las que Bono ha colaborado a lo largo de las últimas décadas. Y asistir, desde dentro, a las complicadas reuniones y negociaciones de campañas como la de la condonación de la deuda externa de los países del Tercer Mundo o la de las ayudas a los países pobres africanos para poner fin a la transmisión incontrolada del SIDA, las injustas reglas de comercio que dañan a sus ciudadanos más empobrecidos y las deudas impagables que todavía mantiene buena parte del continente. El tema del mesianismo político también aparece en el libro. Un tema que a Bono siempre le ha preocupado y por el que ha sido objeto de críticas y alabanzas a lo largo de su dilatada carrera. Una carrera, una vida, una personalidad, muy bien trazada en las páginas de unas memorias absolutamente imperdibles.     

     

viernes, 16 de febrero de 2024

El periodista deportivo. Richard Ford. Anagrama. 2023. Reseña

 




    Publicada originariamente en 1986, El periodista deportivo es la primera de las cuatro obras del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016 Richard Ford que protagoniza Frank Bascombe, personaje ficticio que algunos han querido ver como el alter ego del propio autor --nació en Misisipi, es hijo único, se quedó huérfano de padre en la adolescencia, quiso ser escritor y trabajó como periodista deportivo--, algo que Ford siempre ha negado, afirmando que las buenas novelas no son autobiográficas. Si escribes una novela autobiográfica estará confinada, limitada por lo que tú eres. Una buena novela es la que utiliza la imaginación para provocar en el lector que experimente lo impredecible. Y eso sucede cuando el escritor imagina cosas que están muy lejos de su vida cándida. Sea como sea, autor y protagonista comparten algunos aspectos personales, como si el autor pensara cómo habría sido su vida si no hubiera decidido luchar para ser escritor. 

    El personaje Frank Bascombe ha otorgado a Richard Ford sus más grandes éxitos, premios, reconocimientos y seguidores. La cuatrilogía sigue con las novelas El día de la independencia (1995) y Acción de gracias (2006) y una serie de cuatro novelas cortas publicadas juntas bajo el título Francamente, Frank (2014). Así pues, tres novelas largas y cuatro cortas separadas por 28 años en los que el autor trazó un exhaustivo retrato psicológico no solo de un personaje y hasta de la propia condición humana sino también de una nación (EE.UU.) y de una región (Nueva Jersey). Porque Nueva Jersey y sus pueblos y ciudades (Haddam, Freehold o Asbury Park) son parte importante de la novela ya que condicionan la vida del protagonista principal. Un personaje que sufre la cotidianeidad, que es un superviviente a tiempo completo de la crisis personal y familiar que sufre desde años atrás, aunque por momentos él mismo no sea capaz de verlo de esa manera.

    Me he enfrentado al arrepentimiento y he evitado la ruina. Y todavía estoy aquí para contarlo, afirma el protagonista narrador en las primeras páginas de su historia. Y es que Bascombe es un escritor fracasado --no por no haber triunfado en ello sino porque, tras un comienzo literario exitoso, decidió dejar de esforzarse para convertirse en un escritor todavía mejor-- convertido en periodista deportivo --profesión que parece no llenarle al cien por cien-- que sufre una crisis espiritual debido a la muerte de su hijo Ralph y a su subsiguiente divorcio de su esposa, a la que denomina X. Es, ante todo, un hombre que busca ser feliz. Que ha pasado una etapa de infelicidad y que trata de reponerse, de hacerse un hombre mejor, un hombre más feliz. Y, para ello, cuenta con Vicki Arcenault, su nueva pareja, con la que todavía cree en la pasión y la aventura amorosa. Sin embargo, entre tanta incertidumbre, guarda en sí diversas certezas. Como las dos que ocupan los dos siguientes párrafos: 

    Si escribir de deportes enseña algo, y en esto hay tanto de verdad como de mentira, es que, para que la vida valga la pena, tarde o temprano hay que enfrentarse a la posibilidad de sentir un terrible y doloroso arrepentimiento. Pero hay que intentar evitarlo o uno echaría a perder su vida. Esta reflexión, que pienso que todos podríamos hacer nuestra por apropiada y acertada, es realmente complicada de seguir a rajatabla. Incluso por el propio autor de la frase. En efecto, Frank Bascombe, pese a tener una nueva pareja, echa de menos a su ex mujer. La busca, casi la espía de vez en cuando, bebe el viento por ella. Y, claro, se arrepiente de haber echado a perder su matrimonio tras el distanciamiento posterior a la muerte de su hijo. Querría seguir viviendo con ellos (su mujer y sus otros dos hijos). Y trata de seguir con su vida entre el anhelo de volver a la situación anterior y la necesidad de mirar hacia adelante a pesar de las adversas circunstancias.  

    Cuando más viejo me hago, más me asusta todo y más claro veo que te pueden pasar, y de hecho te pasan, cosas malas. Pero la verdad es que no me quita el sueño. No cambiaría muchas cosas, si es que cambiaba alguna. Preferiría no estar divorciado y que mi hijo, Ralph Bascombe, no hubiera muerto, pero eso es lo único. Y, más adelante, continúa su narración con esta afirmación: no crean que el divorcio le convierte a uno en un alegre mujeriego o le abre las puertas a una vida exótica que nunca había imaginado. Es algo que he aprendido en el Club de Divorciados. Tanto a mí como a mis camaradas, el divorcio nos ha llevado al celibato y a la fidelidad total, aunque sin nadie a quien ser fiel o por quien seguir siendo célibe. Las reuniones del Club y la relación del protagonista con algunos de sus miembros son una de las pequeñas partes del puzzle que compone el mundo de Frank Bascombe en esta novela. 

    La novela, aunque se retrotrae a momentos del pasado, se desarrolla durante un único fin de semana, el del Viernes Santo. Hoy es un día especial para mí. Cuando me desperté me pareció como si se avecinara un cambio y como si esa ensoñación teñida de expectación en la que estoy sumido desde hace algún tiempo se desprendiera de mi cuerpo en el frío y sombrío amanecer. En esa especie de nuevo comienzo tiene mucho que ver que Frank va a viajar hasta Detroit para conocer en persona y empezar a escribir la historia de un famoso ex futbolista que quedó postrado en una silla de ruedas por un accidente de esquí acuático y que se ha convertido en un ejemplo de coraje y determinación. Pero mis expectativas van más allá porque pienso llevar conmigo a mi nueva novia. Estoy casi seguro de que me he enamorado de ella. Y, tras el fin de semana en Detroit, que promete, y mucho, acudirán a Barnegat Pines, donde vive la familia de Vicki. Me han invitado allí para exhibirme con todos los honores en la comida de Pascua.   

    Más arriba he aludido al exhaustivo retrato que Richard Ford hace de la condición humana en esta novela. Y, ¿qué aspecto puede hablar de ella de forma más completa que las contradicciones de las personas, las idas y venidas, los vaivenes emocionales y de todo tipo? Pues, para muestra, este botón en el que se ahonda en referencia al tema del arrepentimiento. Por un lado, Bascombe afirma que es desconcertante, pero a veces es mejor no arriesgarse. Puedes arriesgarte demasiado y acabar sin nada, salvo el arrepentimiento como única compañía, del que que ya nunca te librarás durante toda tu vida. Por contra, en otro momento, parece sentirse de manera diferente: aquel día me desperté con una sensación , una impresión de que algunas cosas cambiarían, se asentarían y llegarían a su fin, y podría contar algo importante e interesante. Y ahora estoy en el punto de ignorar otra vez el resultado de las cosas, un estado de ánimo que me gusta. Siento que me he enfrentado a un gran momento de vacío, pero sin sufrir el habitual y terrible remordimiento.

    Y, sin embargo, es capaz de escribir sobre su ex, ¡en el mismo párrafo!, cosas de nuevo tan contradictorias como que siento una gran admiración por ella, le tengo afecto, pero ya no la amo; y que a veces la veo en la ciudad, por la calle o en su coche, inesperadamente y sin que ella se dé cuenta, y asombrado, me pregunto qué más puede desear ahora de la vida y cómo pude quererla y dejar que se fuera. De eso precisamente trata la novela: de los remordimientos, de los vaivenes emocionales, de las contradicciones, de la búsqueda de la felicidad y de uno mismo, de la verdad de la vida. Una novela muy recomendable que, pese a su título, como afirmó George Vecsey, periodista deportivo de The New York Times, tiene tanto que ver con la crónica deportiva como Moby Dick con la caza de ballenas. En efecto, El periodista deportivo no habla de deportes. Ni de periodistas. Solo de un hombre en crisis que busca retazos de felicidad. Y, por lo que a mí respecta, leyendo su historia la he alcanzado. Tanto que en un futuro leeré, Dios mediante, los siguientes libros sobre este gran personaje llamado Frank Bascombe.  

     

lunes, 5 de febrero de 2024

La biblioteca de la medianoche. Matt Haig. Alianza. 2021. Reseña

 




    Todos hemos cometido el tremendo error de quitar sentido a nuestras vidas. La depresión, la monotonía, las desgracias o la falta de anhelos --o la imposibilidad de alcanzarlos-- nos provocan en ocasiones una desazón, un hastío, una pérdida de esperanza y de alegría y una dejadez que pueden conllevar la llegada de pensamientos suicidas. Multitud de obras --literarias y cinematográficas-- han abordado la temática a lo largo de las últimas décadas. Muchas de ellas se centran, además, en el espeluznante pero inevitable hecho demostrado de que en realidad pocas cuestiones que tienen que ver con nosotros mismos están bajo nuestro control. La idea de que la vida es una eterna --o casi-- sucesión de acontecimientos más o menos casuales que alteran nuestra existencia se repite en muchas de estas creaciones que son plasmadas sobre el papel o la gran pantalla. Y no faltan aquellas obras, muy originales y que nos hacen reflexionar sobre ello, que nos muestran las vueltas que podrían dar nuestras vidas cambiando cualquier pequeño suceso que forma parte de ellas. 

    Así, a bote pronto, recuerdo la maravillosa película protagonizada por James Stewart ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra, o la novela 4, 3, 2, 1, de Paul Auster, elegida por servidor como la mejor novela extranjera de la pasada década. Si en la obra de Capra es un ángel sin alas, Clarence, quien muestra a un suicida James Stewart cómo serían las vidas de su familia y de su ciudad si él no hubiera existido, haciéndole recobrar sus perdidas ganas de vivir, en la de Auster se nos muestran hasta cuatro vidas diferentes del protagonista de la historia, Archie Ferguson, todas ellas sujetas a pequeños acontecimientos que cambian para siempre la vida del adolescente. ¿Qué tiene que ver esta introducción con la reseña de La biblioteca de la medianoche, de Matt Haig? Pues que el punto de partida del autor inglés es el intento de suicidio de su protagonista, Nora Seed, quien ha perdido toda esperanza de seguir con una existencia vacía, solitaria y repleta de contradicciones y fracasos. Hasta que decide tomarse un buen puñado de pastillas.

    Hasta que decide tomarse un buen puñado de pastillas y aparece, mientras agoniza en el hospital, en una extraña biblioteca en la que siempre es medianoche. Una biblioteca regentada por la señora Elm, una especie de ángel de la guarda --al más puro estilo del Clarence de ¡Qué bello es vivir!-- que en realidad fue la bibliotecaria del instituto en el que estudió la protagonista durante su adolescencia. Una biblioteca en la que todos los libros narran vidas diferentes de Nora Seed. Vidas resultantes de mil y una diferentes decisiones, situaciones, sucesos y casualidades. Como las que tan bien describió Auster en su novela. Y así, a caballo entre las ideas surgidas de las referidas obras --y, por qué no añadirla, por aquello de hacer algo de patria, la película Morir (o no), de Ventura Pons, que entrelaza las vidas de siete protagonistas cuyas decisiones intervienen directamente en la de los otros seis--, Matt Haig construye una elaborada trama a través de la cual conseguirá que nos demos por fin cuenta de las cosas que realmente son importantes.

    Llega un momento en la vida de Nora en la que piensa que no ha dado la talla. No ha conseguido ser buena en nada de lo que había imaginado: nadadora, música, filósofa, pareja, viajera, glacióloga, feliz, amada. Ni siquiera como dueña de un gato que acaba de morir atropellado. En la biblioteca de la medianoche, según le explica la señora Elm, está a salvo de la muerte. Por el momento. Pero debe decidir cómo quiere vivir. Y acepta la invitación de tomar libros y ver cómo le va en cada una de sus vidas paralelas a la original, a la matriz, a la que agoniza en la cama de un hospital tras la ingesta de las pastillas. Puede que muera esa misma noche pero, si no es así, puede elegir una de entre todas las vidas que componen la biblioteca. Esta vez sí, ha de tomar las decisiones oportunas. Es una nueva oportunidad de comenzar una de esas vidas que tanto ansiaba conseguir vivir. Pero en la biblioteca también hay reglas. Unas reglas que también conllevarán renuncias, toma de decisiones y asunción de consecuencias.

    La primera regla es leer el Libro de los arrepentimientos, detallada lista con todas las decisiones no tomadas o mal tomadas, las cuales la han llevado a tratar de suicidarse. Y descubre que la culpa, el remordimiento y la pena pesan demasiado para ella. Y, ahora sí, abre otros libros que la llevan a otras vidas en las que ella es la protagonista. El gran problema de la biblioteca es que los libros solo se pueden leer una vez. Es decir, si decide abandonar una vida que no le gusta o satisface ya no podrá volver a ella nunca más. Y si decide quedarse en una para siempre no habrá forma de saber si podría haber sido más feliz en cualquiera de las otras vidas. Y, ¿qué pasa con los otras Noras cuando la original, la matriz, la intrusa abandona la escena? La señora Elm responde: ¿nunca has entrado a una habitación y te has preguntado a qué habías ido allí? ¿No has olvidado nunca de repente lo que acababas de hacer? ¿No te has quedado nunca en blanco o has registrado erróneamente lo que estabas haciendo en un momento dado? 

    En los libros de esas vidas paralelas que Nora visita y vive por momentos le cuesta reconocerse. En algunas de ellas ha conseguido ser nadadora olímpica, cantante famosa, filósofa reputada, pareja feliz, viajera empedernida, glacióloga reconocida, madre, empresaria millonaria, etc. Sin embargo, en todas esas vidas hay aspectos que la llevan a querer saltar de unas vidas a otras. Observa que no existe ninguna vida perfecta, y que la felicidad no es algo que tenga continuidad sino que son momentos muy puntuales que una debe buscar y aprender a disfrutar. En muchas de esas vidas sigue siendo infeliz pese al éxito alcanzado. Incluso tiene problemas serios con el alcohol o es una drogadicta. En algunas su hermano ha fallecido. O se llevan todavía peor que en la vida matriz, original. En otras la que ha fallecido es su mejor amiga, Izzy. Y cae en la cuenta de una frase de la señora Elm que se le queda grabada: no infravalores nunca la gran importancia de las cosas pequeñas. No lo olvides nunca. ¿No recuerda a El Principito, de Saint-Exupéry?

    En efecto, La biblioteca de la medianoche es un libro que rezuma filosofía. Y lo hace ya desde el principio. Porque Nora, la original, la matriz, es filósofa. Una fiel seguidora y estudiosa de Henry David Thoreau, filósofo y escritor, autor de Walden --donde narró sus dos años, dos meses y dos días viviendo al aire libre, en soledad y cultivando sus alimentos y escribiendo sus vivencias-- y La desobediencia civil --donde criticó la autoridad de un Estado que mantenía la esclavitud y emprendía guerras injustificadas--. Ese espíritu rebelde y apasionado inspira e impregna las páginas de esta novela. Una novela que quizá tenga algo de autobiográfica y de retrospectiva, pues el propio Matt Haig sufrió una depresión que lo llevó también a pensar en el suicidio --depresión de la que salió en parte gracias a una conocida frase escrita por Jean-Paul Sartre: la vida empieza al otro lado de la desesperación--. Una novela que recibió el Premio Goodreads 2020 a la mejor obra de ficción y que pronto verá su adaptación a la gran pantalla de la mano de StudioCanal y BluePrint Pictures.  

    La biblioteca de la medianoche es, en definitiva, un canto al poder de los libros como fuerza impulsora de vitalidad y de amor. Una celebración de la multitud de posibilidades que nos ofrece la vida. Un estudio filosófico y casi psicológico --y muy empático-- sobre la condición humana. Una fantasía en torno a lo que de verdad importa --o debería importar-- en la vida. Una inyección de posibilidades en tiempos difíciles e inquietantes. Una experiencia sobre el amor, las segundas oportunidades y la valoración de la vida que nos ha tocado vivir. Una historia que mueve a la reflexión acerca de nuestra relación con el remordimiento por lo que hicimos o dejamos de hacer. Porque, como dice la propia Nora, el auténtico problema no son las vidas que lamentamos no vivir sino el lamento, el arrepentimiento en sí. Es ese arrepentimiento el que nos entristece y marchita, lo que nos hace sentirnos nuestro peor enemigo y el peor enemigo también de los demás. Además, entretiene de una manera absolutamente absorbente. Argumentos, todos ellos, más que suficientes para leer una novela.