LIBROS

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lunes, 5 de febrero de 2024

La biblioteca de la medianoche. Matt Haig. Alianza. 2021. Reseña

 




    Todos hemos cometido el tremendo error de quitar sentido a nuestras vidas. La depresión, la monotonía, las desgracias o la falta de anhelos --o la imposibilidad de alcanzarlos-- nos provocan en ocasiones una desazón, un hastío, una pérdida de esperanza y de alegría y una dejadez que pueden conllevar la llegada de pensamientos suicidas. Multitud de obras --literarias y cinematográficas-- han abordado la temática a lo largo de las últimas décadas. Muchas de ellas se centran, además, en el espeluznante pero inevitable hecho demostrado de que en realidad pocas cuestiones que tienen que ver con nosotros mismos están bajo nuestro control. La idea de que la vida es una eterna --o casi-- sucesión de acontecimientos más o menos casuales que alteran nuestra existencia se repite en muchas de estas creaciones que son plasmadas sobre el papel o la gran pantalla. Y no faltan aquellas obras, muy originales y que nos hacen reflexionar sobre ello, que nos muestran las vueltas que podrían dar nuestras vidas cambiando cualquier pequeño suceso que forma parte de ellas. 

    Así, a bote pronto, recuerdo la maravillosa película protagonizada por James Stewart ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra, o la novela 4, 3, 2, 1, de Paul Auster, elegida por servidor como la mejor novela extranjera de la pasada década. Si en la obra de Capra es un ángel sin alas, Clarence, quien muestra a un suicida James Stewart cómo serían las vidas de su familia y de su ciudad si él no hubiera existido, haciéndole recobrar sus perdidas ganas de vivir, en la de Auster se nos muestran hasta cuatro vidas diferentes del protagonista de la historia, Archie Ferguson, todas ellas sujetas a pequeños acontecimientos que cambian para siempre la vida del adolescente. ¿Qué tiene que ver esta introducción con la reseña de La biblioteca de la medianoche, de Matt Haig? Pues que el punto de partida del autor inglés es el intento de suicidio de su protagonista, Nora Seed, quien ha perdido toda esperanza de seguir con una existencia vacía, solitaria y repleta de contradicciones y fracasos. Hasta que decide tomarse un buen puñado de pastillas.

    Hasta que decide tomarse un buen puñado de pastillas y aparece, mientras agoniza en el hospital, en una extraña biblioteca en la que siempre es medianoche. Una biblioteca regentada por la señora Elm, una especie de ángel de la guarda --al más puro estilo del Clarence de ¡Qué bello es vivir!-- que en realidad fue la bibliotecaria del instituto en el que estudió la protagonista durante su adolescencia. Una biblioteca en la que todos los libros narran vidas diferentes de Nora Seed. Vidas resultantes de mil y una diferentes decisiones, situaciones, sucesos y casualidades. Como las que tan bien describió Auster en su novela. Y así, a caballo entre las ideas surgidas de las referidas obras --y, por qué no añadirla, por aquello de hacer algo de patria, la película Morir (o no), de Ventura Pons, que entrelaza las vidas de siete protagonistas cuyas decisiones intervienen directamente en la de los otros seis--, Matt Haig construye una elaborada trama a través de la cual conseguirá que nos demos por fin cuenta de las cosas que realmente son importantes.

    Llega un momento en la vida de Nora en la que piensa que no ha dado la talla. No ha conseguido ser buena en nada de lo que había imaginado: nadadora, música, filósofa, pareja, viajera, glacióloga, feliz, amada. Ni siquiera como dueña de un gato que acaba de morir atropellado. En la biblioteca de la medianoche, según le explica la señora Elm, está a salvo de la muerte. Por el momento. Pero debe decidir cómo quiere vivir. Y acepta la invitación de tomar libros y ver cómo le va en cada una de sus vidas paralelas a la original, a la matriz, a la que agoniza en la cama de un hospital tras la ingesta de las pastillas. Puede que muera esa misma noche pero, si no es así, puede elegir una de entre todas las vidas que componen la biblioteca. Esta vez sí, ha de tomar las decisiones oportunas. Es una nueva oportunidad de comenzar una de esas vidas que tanto ansiaba conseguir vivir. Pero en la biblioteca también hay reglas. Unas reglas que también conllevarán renuncias, toma de decisiones y asunción de consecuencias.

    La primera regla es leer el Libro de los arrepentimientos, detallada lista con todas las decisiones no tomadas o mal tomadas, las cuales la han llevado a tratar de suicidarse. Y descubre que la culpa, el remordimiento y la pena pesan demasiado para ella. Y, ahora sí, abre otros libros que la llevan a otras vidas en las que ella es la protagonista. El gran problema de la biblioteca es que los libros solo se pueden leer una vez. Es decir, si decide abandonar una vida que no le gusta o satisface ya no podrá volver a ella nunca más. Y si decide quedarse en una para siempre no habrá forma de saber si podría haber sido más feliz en cualquiera de las otras vidas. Y, ¿qué pasa con los otras Noras cuando la original, la matriz, la intrusa abandona la escena? La señora Elm responde: ¿nunca has entrado a una habitación y te has preguntado a qué habías ido allí? ¿No has olvidado nunca de repente lo que acababas de hacer? ¿No te has quedado nunca en blanco o has registrado erróneamente lo que estabas haciendo en un momento dado? 

    En los libros de esas vidas paralelas que Nora visita y vive por momentos le cuesta reconocerse. En algunas de ellas ha conseguido ser nadadora olímpica, cantante famosa, filósofa reputada, pareja feliz, viajera empedernida, glacióloga reconocida, madre, empresaria millonaria, etc. Sin embargo, en todas esas vidas hay aspectos que la llevan a querer saltar de unas vidas a otras. Observa que no existe ninguna vida perfecta, y que la felicidad no es algo que tenga continuidad sino que son momentos muy puntuales que una debe buscar y aprender a disfrutar. En muchas de esas vidas sigue siendo infeliz pese al éxito alcanzado. Incluso tiene problemas serios con el alcohol o es una drogadicta. En algunas su hermano ha fallecido. O se llevan todavía peor que en la vida matriz, original. En otras la que ha fallecido es su mejor amiga, Izzy. Y cae en la cuenta de una frase de la señora Elm que se le queda grabada: no infravalores nunca la gran importancia de las cosas pequeñas. No lo olvides nunca. ¿No recuerda a El Principito, de Saint-Exupéry?

    En efecto, La biblioteca de la medianoche es un libro que rezuma filosofía. Y lo hace ya desde el principio. Porque Nora, la original, la matriz, es filósofa. Una fiel seguidora y estudiosa de Henry David Thoreau, filósofo y escritor, autor de Walden --donde narró sus dos años, dos meses y dos días viviendo al aire libre, en soledad y cultivando sus alimentos y escribiendo sus vivencias-- y La desobediencia civil --donde criticó la autoridad de un Estado que mantenía la esclavitud y emprendía guerras injustificadas--. Ese espíritu rebelde y apasionado inspira e impregna las páginas de esta novela. Una novela que quizá tenga algo de autobiográfica y de retrospectiva, pues el propio Matt Haig sufrió una depresión que lo llevó también a pensar en el suicidio --depresión de la que salió en parte gracias a una conocida frase escrita por Jean-Paul Sartre: la vida empieza al otro lado de la desesperación--. Una novela que recibió el Premio Goodreads 2020 a la mejor obra de ficción y que pronto verá su adaptación a la gran pantalla de la mano de StudioCanal y BluePrint Pictures.  

    La biblioteca de la medianoche es, en definitiva, un canto al poder de los libros como fuerza impulsora de vitalidad y de amor. Una celebración de la multitud de posibilidades que nos ofrece la vida. Un estudio filosófico y casi psicológico --y muy empático-- sobre la condición humana. Una fantasía en torno a lo que de verdad importa --o debería importar-- en la vida. Una inyección de posibilidades en tiempos difíciles e inquietantes. Una experiencia sobre el amor, las segundas oportunidades y la valoración de la vida que nos ha tocado vivir. Una historia que mueve a la reflexión acerca de nuestra relación con el remordimiento por lo que hicimos o dejamos de hacer. Porque, como dice la propia Nora, el auténtico problema no son las vidas que lamentamos no vivir sino el lamento, el arrepentimiento en sí. Es ese arrepentimiento el que nos entristece y marchita, lo que nos hace sentirnos nuestro peor enemigo y el peor enemigo también de los demás. Además, entretiene de una manera absolutamente absorbente. Argumentos, todos ellos, más que suficientes para leer una novela.