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lunes, 2 de diciembre de 2019

Estudio en escarlata. Arthur Conan Doyle. Fontana. 2016. Reseña





     Sherlock Holmes es, junto a Hércules Poirot --creado por la maestra Ágatha Christie--, el detective más famoso de la historia de la literatura. Creado en 1887 por el escritor y médico británico sir Arthur Conan Doyle, fue el personaje precursor del género literario detectivesco o policíaco. Estudio en escarlata fue la primera de las novelas de la saga protagonizada por él y su inseparable doctor Watson --compuesta por cuatro novelas y cincuenta y seis relatos de mayor o menor longitud--. En esta obra, el autor comenzó a establecer las reglas del denominado canon holmesiano: historias narradas casi siempre por el doctor Watson, finales cerrados y explicados y mezcla de dos temas (los policíacos, por supuesto, y los referentes a lo ocurrido con inmediata anterioridad a los crímenes descritos). 

     Resulta obvio que en la primera novela de una saga se describen los personajes principales que la van a protagonizar. Así, en Estudio en escarlata se nos describe con todo lujo de detalles a Sherlock Holmes. El doctor Watson escribe sobre él en su diario personal cosas como estas: se diría que habita en su persona la pasión por el conocimiento detallado y preciso. Cuando se apoderaba de él la fiebre del trabajo, era capaz de desplegar una energía sin parangón; pero a trechos y con puntualidad fatal caía en un extraño estado de abulia, y entonces, y durante días, permanecía extendido sobre el sofá de la sala de estar, sin mover apenas un músculo o pronunciar  palabra de la mañana a la noche. Descripción muy realista, sin duda. Aunque, en esta novela en concreto, no encontramos en ningún instante ese momento de abulia.

     Extraña al doctor Watson que su nuevo amigo ignore temas o cuestiones políticas, literarias o filosóficas conocidas por todo el mundo. Holmes, tranquilamente, le responde que el cerebro de cada cual es como una pequeña pieza vacía que vamos amueblando con elementos de nuestra elección. Constituye un grave error el suponer que las paredes de la pequeña habitación son elásticas o capaces de dilatarse indefinidamente. A partir de cierto punto, cada nuevo dato añadido desplaza necesariamente a otro que ya poseíamos. Resulta por tanto de inestimable importancia vigilar que los hechos inútiles no arrebaten espacio a los útiles. Esta respuesta nos habla de que, ante todo, Holmes es un hombre eminentemente práctico que se ocupa solo de aquello que le puede servir en el desempeño cotidiano de su actividad.

     No solo eso. También se muestra como una persona muy agradecida y justa. Esto le comenta, sobre la primera cuestión, al bueno de Watson cuando sus pesquisas comienzan a surtir efecto: gracias. De no ser por su insistencia, me habría perdido el caso más bonito de todos cuantos se me han presentado. Podríamos llamarlo estudio en escarlata...¿Por qué no emplear por una vez una jerga pintoresca? Existe una roja hebra criminal en la madeja incolora de la vida, y nuestra misión consiste en desenredarla, aislarla, y poner al descubierto sus más insignificantes sinuosidades. Sobre la justicia, le incomoda sobre manera el hecho de que sean los agentes de la Scotland Yard, Lestrade y Gregson, quienes se lleven la gloria de los casos que él ha solucionado con mayor ingenio que el de aquellos dos juntos. A él le queda la constancia del éxito, como arguye Watson para animarlo.

     Pero, ¿cómo consigue Holmes dar con la solución de los casos de manera tan exitosa? Así se lo explica al doctor: casi todo el mundo, ante una sucesión de hechos, acertará a colegir qué se sigue de ellos... Los distintos acontecimientos son percibidos por la inteligencia, en la que, ya organizados, apuntan a un resultado. A partir de éste, sin embargo, pocas gentes saben recorrer el camino contrario, es decir, el de los pasos cuya sucesión condujo al punto final. A semejante virtud deductiva llamo razonar hacia atrás o analíticamente, cosa, sea dicho de paso, tan útil como sencilla, y poquísimo practicada. Y eso es lo que hace para encontrar y atrapar al asesino de Drebber y su secretario Stangerson, ciudadanos estadounidenses que han perecido a manos de un personaje que los ha perseguido por media Europa hasta dar finalmente con ellos en Londres.

     La novela consta de dos partes diferenciadas. En la primera, Watson y Holmes se conocen en el piso del segundo en Baker Street y deciden compartir gastos y vivir juntos. Se hacen amigos y comienzan a investigar el caso anteriormente citado. Las pesquisas del detective llegan a buen puerto ante un atónito Watson y unos incrédulos y humillados --no por primera vez, pero tampoco por última-- Lestrade y Gregson. Se trata de un claro acto de venganza en relación a una serie de hechos trágicos acaecidos en el pasado en un lugar muy remoto --Salt Lake City, capital de Utah, en los tiempos de la creación de la Iglesia mormona de los Santos de los Últimos Días--. Una persecución que se prolonga demasiado, hasta veinte años, pero que llega a su fin en las calles del Londres de fines del siglo XIX. 

     La segunda parte de Estudio en escarlata narra la historia anterior a los acontecimientos de Londres. Drebber y Stangerson desean contraer matrimonio con Lucy Ferrier, hija adoptiva de John Ferrier. Ambos, padre e hija, fueron rescatados de la muerte en medio del desierto con la única condición, impuesta por sus salvadores, de adoptar las creencias y formas de vida de la comunidad mormona que iba a ser instalada en el estado de Utah. Una comunidad que, por cierto, no sale bien parada del texto de Conan Doyle: Ni la Inquisición sevillana ni las sociedades secretas italianas acertaron jamás a levantar maquinaria tan formidable como la que tenía atenazado al estado de Utah. Quien se opusiera a la Iglesia, desaparecía sin dejar rastro ni razón de sí. Una palabra brusca, un gesto duro, eran castigados con la muerte. 

     La descripción que hace Conan Doyle en esta novela, presentando a la Iglesia mormona como un nido de asesinatos, crueldad extrema y poligamia le valió, tanto a la novela como a su autor, una fortísima crítica de parte de aquella comunidad. Hace no tanto tiempo, en 2011, las autoridades educativas de Albermale County, Virginia, retiraron el libro de su lista de lecturas para alumnos de once a doce años tras recibir quejas por el retrato que la novela hacía de los orígenes de la Iglesia mormona. Cabe mencionar, a este respecto, que el doctor y novelista británico escribió hasta una decena de novelas históricas para las que gestó un proceso de documentación exhaustivo, por lo que no parece errónea ni malintencionada la descripción que éste plasmó en las líneas de la novela sobre la referida comunidad.

     Estudio en escarlata es una obra capital de la literatura británica de la segunda mitad del siglo XIX y de la primera del XX. Especialmente por lo que respecta al género detectivesco o policial. No en vano, presenta a los protagonistas principales de una de las sagas literarias más exitosas de la historia --salvo el sempiterno rival de Sherlock Holmes, el profesor James Moriarty, y la bella cantante Irene Adler, la única persona capaz de engañar al genial detective--. Bien vale la pena invertir unas pocas horas en adentrarse en el universo Holmes. Seguramente, el lector quedará atrapado en él y jamás podrá escapar.