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lunes, 17 de febrero de 2014

The Monuments Men. Robert M. Edsel. Destino. 2012. Reseña





     Casi todo el mundo ha escuchado o leído informaciones sobre el expolio cultural europeo perpetrado por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, lo que casi nadie sabe (o sabía) es que hubo una serie de hombres (también denominados "soldados del arte") que, sin fusiles, ni tanques, ni bombas, pero sí con su conocimiento, su sigilo y su astucia lograron salvar el patrimonio artístico de la codicia de Hitler y sus gerifaltes pero también del poder ampliamente destructivo de los ejércitos contendientes. Uno de los temas menos conocidos de la Segunda Guerra Mundial es tratado en este ensayo divulgativo con gran detenimiento.

     Robert M. Edsel creó en 2007 la fundación Monuments Men buscando sensibilizar a la opinión pública sobre la conveniencia de proteger durante los conflictos el legado artístico de cada país. Además, dicha fundación informa sobre gran número de obras robadas, escondidas, deterioradas, o que, simplemente, se perdieron para siempre.

     Empresario dedicado al gas y al petróleo, ha invertido buena parte de sus ganancias en estudiar y documentar la vida y la actividad de personas que durante la Segunda Guerra Mundial consagraron sus vidas y sus esfuerzos a proteger y preservar las obras de arte europeas del expolio nazi. "The monuments men" es el resultado de trece años de investigación exhaustiva sobre una aventura tan fascinante como poco conocida del peor conflicto bélico que ha vivido la humanidad hasta la fecha. 

     En la misión participaron en total unos trecientos hombres y mujeres, aunque sólo una decena de ellos estuvieron en primera línea de combate (algo necesario para poder ponerse manos a la obra nada más reconquistar territorios y, así, evitar mayores problemas en forma de saqueo, destrucción o pérdida). La práctica totalidad de ellos eran británicos y estadounidenses y pertenecían a la "flor y nata" de oficios relacionados con la conservación, restauración y labores museísticas. Un par de ellos, por desgracia, murieron durante el conflicto.     
     Hitler y sus secuaces robaron obras de arte de todo el continente. Su intención, aparte de lucrarse, era construir el mayor museo del mundo (el Fürhermuseum) para mayor gloria del III Reich. Linz, ciudad austriaca origen del Fürher, sería el nuevo centro artístico mundial, desplazando en importancia a la Florencia renacentista. La maqueta del proyecto acompañó a Hitler en su búnker de Berlín hasta sus últimos momentos.

     Sin embargo, tras el desembarco de Normandía y la batalla de Stalingrado el curso de la guerra cambió progresivamente y los nazis comenzaron a transportar a Alemania las grandes obras de arte (como, por ejemplo, la Madonna de Brujas, de Miguel Ángel, o el retablo de Gante, más conocido como "la Adoración del Cordero Místico", de los hermanos van Eyck). Los lugares de destino fueron minas de carbón o de sal excavadas en las montañas más escondidas (Altaussee o Merkers) y palacios y grandes almacenes convertidos en depósitos de arte (castillo de Neuschwanstein, Siegen o Heilbronn).

     No obstante, lo peor llegó en los últimos meses del nazismo con el Decreto Nerón de Hitler, por el cual debían destruirse todas las infraestructuras alemanas (puentes, vías férreas, fábricas, almacenes, etc) para impedir el avance aliado. Durante las últimas semanas del conflicto en Europa, con Hitler refugiado en su búnker o ya muerto, se creó un vacío de poder que hizo que algunos pensaran en destruir también las obras de arte para que no volvieran a caer manos del enemigo. Algunas obras se perdieron para siempre.

     El ideólogo de los "Monuments Men" fue el teniente George Stout. Como oficial de campo fue el referente del resto de miembros del cuerpo de Museos: J. Rorimer, R. Posey, L. Kirstein, W. Huchthausen, W. Hancock, H. Ettlinger, R. Balfour, etc. Buena parte de la información manejada por todos ellos en su búsqueda de obras de arte por toda Europa provino de Jacques Jaujard, director de los museos nacionales de Francia, y Rose Valland, conservadora temporal del Jeu de Pomme, adyacente al Louvre, durante la ocupación alemana.

     Tomando como base la obra de Edsel el actor George Clooney ha producido, co-escrito y dirigido un film de idéntico título en el que participan, entre otros, el propio Clooney (en el papel de George Stout), Matt Damon (J. Rorimer) y Cate Blanchet (Rose Valland). Habrá que ver si Hollywood hace justicia con estos hombres o si, como es habitual, entrega la gloria a invenciones subjetivas carentes de interés histórico.