LIBROS

LIBROS

miércoles, 24 de octubre de 2012

Lance Armstrong y su extraño caso de dopaje



     Lance Armstrong está de triste actualidad varios años después de su retirada definitiva del ciclismo profesional. La UCI le ha desposeído de todos sus títulos - incluidos sus siete Tours de Francia - tras los demoledores informes de la USADA (Agencia Antidopaje Estadounidense), que "demuestran" la culpabilidad del ex-ciclista, ex-campeón y ex-mito. Además, deberá devolver los tres millones de euros que ganó al proclamarse campeón de las siete ediciones de la ronda francesa y otros casi seis a la aseguradora SCA Promotions. Y dejará de ingresar cerca de ciento quince millones de euros más en los próximos diez años al ver cómo sus patrocinadores (Nike, Trek, Giro, Oakley, Anheuser-Busch, FRS y Honey Stinger) le han abandonado tras estallar el escándalo.
 
     Armstrong ha sido acusado y sentenciado por doparse de manera sistemática y de dopar al resto de sus compañeros de equipo (US Postal). Pat McQuaid, presidente de la UCI - Unión Ciclista Internacional- ha afirmado incluso que "no tiene sitio en la historia del ciclismo" y que "burló el sistema antidopaje en 218 ocasiones, algo de lo que son culpables tanto su institución como todas las agencias antidopaje mundiales".
 
     Y todo ello ha sido "probado" sin una sola prueba. No es el objeto de este artículo defender al ex-ciclista pues yo soy el primero en reconocer que es probable que se dopara. Sin embargo, sí puedo asegurar que el proceso que ha llevado a sancionar de por vida y desposeer de todos sus títulos al estadounidense está lleno de irregularidades por doquier.
 
     En primer lugar, la USADA sólo ha llamado a declarar a los ex-compañeros del texano que le han inculpado; no al resto de corredores que estuvieron con él y afirman no haber visto jamás ningún comportamiento extraño en el ganador de siete rondas francesas (como, por ejemplo, el español Chechu Rubiera). Así, sólo han declarado ante la USADA Floyd Landis (ganador del Tour de 2006 y desposeído a continuación por dopaje), Tyler Hamilton (condenado a ocho años sin correr por dar varios positivos seguidos) y George Hincapie, Levi Leipheimer, David Zabriskie, Tom Danielson, Michael Barry y Christian Vande Velde (quienes, a cambio de cumplir una condena de sólo seis meses, también han afirmado haberse dopado junto al ex-campeón y ex-compañero). Curiosamente, éstos seis meses de sanción coinciden con los meses comprendidos entre octubre de 2012 y marzo de 2013, justamente cuando no hay una sola carrera de nivel en el calendario por ser invierno. Curioso.
 
     En segundo lugar, de todas las acusaciones contra Armstrong, ni una sola ha sido fehacientemente documentada, es decir, probada. Por tanto, la sanción se basa únicamente en los testimonios de los referidos ocho ex-compañeros del americano. Muy curioso.
 
     En tercer lugar, todo el mundo sabe que el dinero que los ciclistas ganan en una carrera por etapas se reparte entre todos los miembros del equipo. Es decir, Armstrong repartió, como Indurain, Contador o cualquier otro ganador del Tour, ese dinero entre sus compañeros, entre otros, los ocho que ahora lo han inculpado. Sin embargo, es él solo quien ha de devolver esos tres millones de euros repartidos en su día, cuando lo lógico sería que lo devolvieran entre todos los componentes de su equipo. Algo que no harán los Landis, Hamilton, Leipheimer y compañía. Mucho más curioso.
 
     En cuarto lugar, Bjarne Riis, ganador del Tour de 1996, el primero que no ganó Miguel Indurain, reconoció haberse dopado para poder quitarle el reinado al navarro. No sólo no fue sancionado sino que conserva aquel Tour y actualmente dirige un equipo ciclista profesional. Parece ser que su nombre no merece ser borrado. Muchísimo más curioso.
 
     En definitiva, se haya dopado o no, está más que claro que Lance Armstrong no ha tenido un juicio limpio ni justo. Ha sido humillado y denigrado sin poderse defender. Y encima, cuando finalmente renuncia a defenderse en un juicio de cara a la galería, se le acusa de no querer defenderse. Más leña al fuego.
 
     Los ciclistas españoles Miguel Indurain, Alberto Contador y Samuel Sánchez han afirmado que es imposible acusar a alguien sin pruebas verdaderas, sólo con testimonios que no sabremos nunca si son o no de fiar. Yo opino lo mismo. Probablemente, estos ocho corredores que le han amargado la vida a Armstrong se doparon en su día por querer ganarle. Y, al no poder con él en las carreteras, se han aliado en los despachos por envidia y celos. O probablemente sea cierto que se dopó. Quizás nunca lo sepamos al cien por cien. Pero, ante todo, debería prevalecer la justicia y no ha sido así.