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jueves, 31 de enero de 2019

Jaque al psicoanalista. John Katzenbach. Ediciones B. 2018. Reseña





     Quince años después del éxito mundial de El psicoanalista, el escritor y periodista judicial estadounidense John Katzenbach ha resucitado al temible Rumplestiltskin para volver a poner entre la espada y la pared al doctor Ricky Starks. Sin embargo, en la novela no han transcurrido tres lustros, sino tan solo cinco años. Tiempo en el que el psicoanalista ha rehecho su vida y retomado su actividad profesional. No en Nueva York sino en Miami. Un lugar en el que comenzar desde cero una nueva existencia repleta de sol, trabajo, paz y tranquilidad. Hasta que una noche el hombre que quiso acabar con él cinco años atrás --y al que creía muerto desde entonces-- reaparece como si nada en su consulta.

     No obstante, en esta ocasión el señor R. no ha regresado para matarlo sino para pedirle ayuda para salvar a su hermano Merlin y a su hermana Virgil, amenazados por un desconocido que pretende cobrarse sus vidas a toda costa. El doctor Starks debe investigarlo, encontrarlo y entregárselo al señor R, quien dará buena cuenta de él. A cambio, los tres hermanos lo dejarán en paz para siempre. El presunto asesino --o futuro asesino-- se supone que es algún cliente de alguno de los casos de Merlin, prestigioso abogado de Manhattan, o quizás alguien a quien ayudó a arruinar la vida en el pasado a través de algún juicio. Es este quien sirve en bandeja al doctor Starks la documentación necesaria para comenzar sus pesquisas.

     Como en la archi conocida precuela, en Jaque al psicoanalista se vuelven a explorar con todo lujo de minuciosidad las psicologías tanto de los asesinos más maquiavélicos como de las personas más normales y corrientes. De nuevo, los pensamientos, las dudas y las divagaciones internas del doctor Starks nos vuelven a sumergir en las facetas más oscuras y escondidas de la naturaleza humana. Porque el narrador, omnisciente y en tercera persona, parece estar alojado en el centro del cerebro del psicoanalista. Y, desde luego, nada tienen que ver los pacientes adinerados de la sociedad de Florida y los adolescentes con graves problemas psicológicos a los que trata desde hace cinco años con los asesinos --Rumplestiltskin y el enemigo de Merlin y Virgil-- con los que debe tratar ahora. 

     Al igual que El psicoanalista, esta secuela también se divide en tres grandes partes --prólogo y epílogo al margen-- en las que se tratan los acontecimientos de forma cronológica: La visita inoportuna, Las visitas bienvenidas y El hombre que debería estar muerto. Las tres cuentan con citas introductorias de la temática correspondiente. Letras de canciones de Bob Dylan, Ray Charles o Harry Nilsson, fragmentos de libros y escenas de películas que hablan de la libertad, de la existencia del diablo o de la inevitabilidad de la muerte y de su constante presencia en nuestras vidas. Tres grandes partes que albergan la cuarentena de capítulos que desarrollan la historia y la guían hacia un trepidante final que vuelve a ser, como la buena novela negra que es Jaque al psicoanalistade infarto

     Las investigaciones del doctor Starks lo llevarán desde Miami hasta Nueva York, desde Alabama hasta Atlanta. Poco a poco irá cercando al asesino que está amenazando a los tres hermanos que habían intentado matarlo a él cinco años atrás --convirtiendo a los cazadores en cazados-- y, como suele ocurrir en las novelas de este género, vivirá con total incredulidad el brutal giro que darán los acontecimientos en un momento dado. Lo cual lo llevará a cambiar sus planteamientos iniciales y a iniciar una nueva búsqueda que asegure su supervivencia y la de las personas que irá encontrando en su camino hacia la resolución de un caso que lo amenaza más y más.

     Katzenbach, autor además de La guerra de Hart, Al calor de la noche, Historia de un loco, Juicio final o El estudiante, se muestra nuevamente como un absoluto dominador de la psicología de los personajes, de los cuales retrata con precisión milimétrica sus deseos, dudas, elucubraciones y certezas. Indaga en su pasado y en su presente, en sus hechos y en sus palabras, en sus miedos y en sus puntos fuertes y débiles, para describirlos de tal manera que el lector llega a empatizar y a sufrir con todos ellos, incluyendo a veces hasta a los mismísimos asesinos. Porque todos, hasta los más despiadados, tienen un motivo para actuar como actúan.

     Porque, por encima de todo, cada uno de ellos ama a alguien o a algo. Hasta el malo de la historia, el propio Rumplestiltskin, teme por la vida de sus hermanos. Y no dudará en ningún momento a la hora de protegerlos de la forma que crea más conveniente. El amor y la familia siempre son lo más importante del mundo para las personas. Porque es el sentimiento que mueve al mundo y porque el miedo a perder a los seres queridos puede hacer que se tambalee hasta el más pintado. Incluidos los asesinos. Lo cual nos vuelve, a todos, demasiado impulsivos y erráticos y, por tanto, débiles y vulnerables. 

     Definitivamente, Jaque al psicoanalista no es una de esas secuelas que buscan utilizar el éxito de sus predecesoras para vender un producto comercial hasta exprimirlo por completo. Estamos ante una novela de gran calidad que casi llega a los altos niveles de tensión, intriga y misterio de El psicoanalista. Una historia que mantiene de nuevo en vilo al lector hasta su desenlace. Cualquier amante del género la disfrutará y comprobará que ha valido la pena esperar quince años para leer esta maravilla de thriller. Porque lo bueno casi siempre se hace esperar.