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miércoles, 2 de marzo de 2016

La tierra que pisamos. Jesús Carrasco. Seix Barral. 2016. Reseña





     Si merced a Intemperie irrumpió con gran fuerza en el panorama literario español La tierra que pisamos confirma lo que ya su obra de debut hacía intuir: Jesús Carrasco (1972) va para grande de nuestras letras. Capítulos cortos, pequeñas píldoras informativas, léxico rico y variado y un torrente de sentimientos en cada uno de sus párrafos siguen siendo las señas de identidad de un escritor que ya es uno de los referentes para muchos otros autores que pretendemos, con mayor o menor fortuna, hacernos un sitio en tan difícil pero apasionante mundo.

     Un Imperio del Norte --inspirado en el comunista-soviético y en el nazi-alemán-- ha invadido España y, tras pacificarla y deshumanizar a sus pobladores, ha dejado que algunos de sus altos mandos se instalen en un pequeño pueblo extremeño para vivir con tranquilidad sus últimos años de vida. Allí, ocupando una casa con una gran parcela, conviven Iosif y su esposa Eva, narradora y protagonista femenina de la historia. De manera despreocupada y ajena a la realidad que los rodea el matrimonio malvive --dicho esto desde el punto de vista de la convivencia-- hasta que hace aparición en la propiedad conyugal un indigente --de nombre Leva-- que parece amenazar su ociosidad.

     La tierra que pisamos es una historia atemporal que defiende valores universales y ataca a los regímenes autoritarios que casi hicieron perecer a la Europa y a la España del siglo pasado. Sin duda, es una novela muy arriesgada que narra con crudeza y gran realismo las atrocidades cometidas por aquellos gobiernos autoritarios, bárbaros y destructores de la humanidad de los invadidos. Y también de los invasores. Porque tanto Eva como Leva saben lo que se siente al perder a seres queridos en nombre de lo patriótico. Estamos, pues, ante una historia emotiva fuerte y dura en la que los personajes resultan intensos y con unos rasgos psicológicos perfectamente estudiados y explicados al lector.

     Como sucediera en Intemperie encontramos un léxico arcaico que recupera nuevas palabras en desuso y otorga a la narración un ruralismo que a estas alturas ya nos va resultando familiar. La prosa --en ocasiones, casi poética-- describe la hostilidad del paisaje del pleno invierno norteño europeo, así como el apego a la tierra de las personas que han vivido en ella junto a otras ya desaparecidas de sus vidas, que no de sus pensamientos. Porque el tipo de novela que escribe Carrasco es mucho más de sentimientos que de hechos; de descripciones que de actos.     

     En ocasiones, las personas necesitamos de la aparición de un extraño en nuestras vidas para poder ver lo que hasta entonces éramos incapaces de ver. Máxime cuando una vida sosegada y sin grandes preocupaciones se ha asentado gracias a la violencia, la barbarie, el horror y la opresión. Es lo que le va ocurriendo a Eva según va sabiendo cosas de ese personaje pasivo, mudo y medio loco que ha ocupado su propiedad. Así, se irá cuestionando su bienestar y acabará convertida en una rebelde capaz de plantar cara hasta al mismísimo cónsul, un personaje incapaz de estar en primera línea de combate pero que disfruta, desde su cobardía, en la retaguardia. Eva parece buscar una especie de redención a través del personaje de Leva.

     La trama de la novela trata los tres temas principales de manera alternativa, dando la información pertinaz según avanzamos en la lectura. Estos tres temas son: el proceso por el cual Eva va sintiendo compasión por alguien de quien al principio desconfiaba (a la vez que su odio respecto a su marido, Iosif, va creciendo); la vida de Leva en el campo de trabajo del norte de Europa; y la detención del protagonista masculino y el exterminio de la población por parte de los pacificadores. Y los personajes ocupan cada cual su espacio. Un espacio que, a veces, llegan a compartir.

     Eva es contradictoria y dubitativa, pero acabará tomando una decisión que le cambiará la vida. Leva está enfermo debido a lo que ha tenido que pasar durante los últimos años. Sufre de ataraxia y parece que nada le preocupa ya. Iosif --¿una especie de Stalin?-- es un machista maltratador, un bárbaro, un criminal. Bloom es un militar del Imperio que, por algún motivo, siente predilección por Leva, al cual protege en determinados momentos de su vida. Y el pequeño pueblo extremeño, otro personaje más, encierra, bajo tierra, el secreto de unas vidas pasadas que no deberían ser olvidadas jamás.

     Quizás La tierra que pisamos no llegue al nivel de su predecesora. Sin embargo, confirma que leer a Jesús Carrasco es una actividad que se debe disfrutar. A pesar, incluso, de que la temática de su obra también nos pueda hacer sufrir por su crudeza y realismo. Intemperie es una obra maestra. Y, como tal, es difícil acercarse a su carácter cristalino. Además: de todos es sabido que las comparaciones son odiosas. El caso es que estamos ante otra obra de indudable valía que no puedo dejar de recomendar a ese tipo de lectores que prefiere leer sentimientos antes que acciones...