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jueves, 22 de octubre de 2015

Chesil Beach. Ian McEwan. Anagrama. 2008. Reseña





     Chesil Beach nos presenta una Inglaterra culta pero timorata y provinciana. Contextualizada en 1962, narra, desde el presente, la peripecia vital de Edward y Florence en su noche de bodas. Una noche que ya desde las primeras páginas se presenta poco pasional y dramática, muy dramática. Su autor, Ian McEwan - más conocido por obras como Amsterdam (1998) o Expiación (2001), además de por la actualmente exitosa La ley del menor (2015)  -, construye una historia de gran emotividad y equilibrio.

     Florence y Edward tienen veintidós años y se casan después de un año de relación. Ella, porque le toca. Él, porque la desea y sabe que únicamente podrá poseerla previo paso por la vicaría. Mal inicio, vamos. Ambos temen por igual lo que pueda ocurrir esa noche. Faltos de experiencia, constatan que la incomunicación solo puede traer aspectos negativos. En el caso de Edward el anhelo sexual le puede al nerviosismo. En el de Florence la cuestión se complica más si cabe, pues siente verdadera repulsión, casi psicótica, hacia el sexo. Tanto que es incapaz hasta de besar con lengua. 

     Estamos ante un drama verídico - ¡todavía en pleno siglo XXI se dan casos como el descrito! - que nos hace reflexionar y analizar cada situación, cada pasaje de la acción. McEwan aprovecha para realizar una fuerte crítica social de una sociedad, la inglesa de postguerra, que impedía la intimidad de los enamorados. Porque, problemas al margen, Edward y Florence se quieren. Lástima que el amor por sí mismo no sea capaz de mantener una relación.

     Los problemas de Florence son dignos de terapia psicoanalítica, algo que ella misma llega a insinuar en la parte final de la novela. ¿Quizás esa repulsión sexual y esa frigidez tengan su causa en esas excursiones en barca y en esos viajes por Europa con su padre, un rico negociante? McEwan pasa de puntillas sobre el tema, dejando simplemente la puerta abierta para que el lector opine lo que considere oportuno. La madre de Edward es una perturbada mental a la que la familia entera sigue la corriente siempre. ¿Puede que sea ese el motivo de su falta de comunicación con las mujeres? El autor tampoco aclara esta cuestión, aunque probablemente así sea.

     El contexto en el que se desarrolla la acción contribuye a que los dos protagonistas sean como son y actúen como actúan. Finalizada la II G.M. y en plena Guerra Fría, el Imperio británico ha ido perdiendo colonias y posesiones, algo que no todos los ciudadanos - y, lo que es más grave, los políticos - asimilan. Ese ambiente de pérdida de grandeza ahonda en la psicología de una sociedad a la que le cuesta reconocerse a sí misma. Lo cual influye sobremanera en los ciudadanos. Buena prueba de ello son las familias de Edward y Florence. Y huelga decir lo que una familia influye, a su vez, en sus miembros, sobre todo en los menores.

     La novela se divide en cinco partes, a saber: una primera en la que se presenta el ambiente y a la pareja de protagonistas, con sus temores, anhelos y preocupaciones; una segunda en la que el narrador se centra en los pasados individuales y familiares de cada uno de ellos; en la tercera los grandes problemas de la insinceridad y la frustración personal y sexual estalla; en la cuarta, volvemos al pasado para saber cómo, cuándo y dónde se conocieron Edward y Florence; y en la quinta llegan el desenlace y esos fogonazos finales que describen los años y las décadas siguientes a esa fatídica noche de bodas.

     A lo largo de sus 180 páginas Chesil Beach nos presenta varias contraposiciones: la ascendencia de la familia rica de Florence choca con la pobreza de la de Edward; la música clásica, la verdadera vida y pasión de ella, con el emergente rock británico que tanto ama él; la vida moderna en la ciudad de Londres con el atraso y anquilosamiento de Oxford; el auge de la democracia europea occidental de la posguerra con las ideas del comunismo en la parte oriental del continente.

     McEwan describe con perfección casi milimétrica la psicología de ambos personajes. Sus ambiciones, sobre todo en el caso de Florence; sus diferentes anhelos; sus temores - no dar la talla en el caso de él; la fobia al sexo en el de ella -; la falta de sinceridad y de comunicación de ambos. Y, como conclusión, podríamos decir que la historia nos demuestra que una relación no puede sostenerse únicamente con amor. Sin duda, es la parte más importante, pero acabará siempre sucumbiendo ante la falta de comunicación, de sinceridad, de empatía y de sexo. En 1962 y en la actualidad.