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lunes, 23 de junio de 2014

Cartas a Palacio. Jorge Díaz. Plaza & Janés. 2014. Reseña





     Las casualidades no existen. Todo ocurre por alguna razón, por extraña que esta nos parezca en un principio. En plena Gran Guerra, una carta de una pequeña francesa pidiendo ayuda a Alfonso XIII para tratar de dar con su hermano, desaparecido en el frente, puso en marcha la primera gran misión humanitaria de la historia. El Borbón, conmocionado e impresionado por el trágico cariz que estaba tomando la contienda, decidió crear la Oficina Pro-Cautivos, que se ocupó de tratar de dar respuesta al aluvión de cartas que empezaron a recibirse en Palacio.

     Jorge Díaz rinde homenaje en Cartas a Palacio a algunas de las personas, desde funcionarios hasta voluntarios anónimos, que se ocuparon de reunir a familias destrozadas por la guerra, de procurar el buen trato de los prisioneros y hasta de confeccionar listas de intercambios de cautivos entre los bandos contendientes. La neutralidad española en el conflicto hizo posible la puesta en marcha de tan loable operación.

     La novela se inspira en hechos reales, aunque, como es lógico, en ella se mezclan realidad documentada y ficción. Y si hay alguien en nuestro país capaz de unir ambas partes con gran maestría ese es, sin duda, Jorge Díaz. Lo demostró en 2012 con La justicia de los errantes, novela que narra el viaje americano de los líderes anarquistas Durruti y Ascaso, la cual situé como la mejor leída por servidor en el pasado año, y lo ha vuelto a hacer con Cartas a Palacio.

     El tercer trabajo literario de Díaz - dejando de lado guiones de series televisivas tan conocidas como Hospital Central -, nos puede servir para conocer un poco mejor al último rey Borbón, Alfonso XIII. Pero también para adentrarnos en el Madrid de hace justo un siglo y el ambiente que allí se respiraba: los lujos monárquicos y aristocráticos frente a la decadencia de los arrabales, como el barrio de Las Injurias; la consolidación del movimiento anarquista; la confrontación entre germanófilos y aliadófilos; y las distintas actitudes de los ciudadanos ante una guerra lejana pero que, como en tantos casos, sirvió a muchos para hacer negocios a costa de las desgracias ajenas.

     Los personajes centrales de la trama están diseccionados al milímetro: desde el propio Alfonso XIII hasta el anarquista Manuel Campos, pasando por el médico militar y encargado de la Oficina Pro-Cautivos, Álvaro Giner, amigo personal del rey, y Blanca Alerces, joven aristócrata que deja plantado a su novio el día de la boda para tomar las riendas de su vida y no obedecer a los convencionalismos de la época. Así, el autor nos presenta a un monarca que, sin estar cerca de su pueblo, se conmueve ante la barbarie de una guerra injusta y decidida por cuatro generales con pocos escrúpulos. Odiado por muchos, entre ellos por el trabajador de la Oficina Manuel Campos, defenderá la neutralidad en el conflicto ante determinados sectores interesados en que España entrara en guerra para sacar mayor provecho todavía de la situación.

     El anarquista deberá decidir entre lo que está bien y lo que está mal. Pronto se distanciará de su círculo de amigos al comprender que el trabajo realizado en la Oficina Pro-Cautivos no debe ser interrumpida por nada ni por nadie. Aunque, para ello, haya de poner en riesgo su propia vida oponiéndose a las órdenes recibidas de parte de sus amigos. Álvaro Giner, amigo personal del rey, que se hace cargo de la Oficina casi sin querer, por designio del monarca, acabará trabajando casi sin descanso en una causa que entiende justa y necesaria.

     No obstante, la gran protagonista de la novela, ya desde la portada del libro, es Blanca Alerces. Pese a su juventud y a la oposición de su madre, se apoyará en su padre, un hombre adelantado a su tiempo, para comenzar a tomar decisiones trascendentales en su vida: trabajar, conducir, vivir su propia existencia en definitiva. Será el nexo de unión de casi todos los personajes de la trama, influyendo en cada uno de ellos y en la propia historia. Una mujer sin duda progresista y defensora a ultranza del papel de la mujer en la sociedad, aunque sin caer en excesivos radicalismos, que conocerá el amor y el desamor por igual en un mundo bullicioso incluso en temas sexuales. Una chica con las ideas muy claras y capaz de comprometerse con su trabajo en la Oficina con un sentido de la responsabilidad realmente digno de alabar. Sobre todo, en alguien de su posición social.

     En definitiva, nos encontramos ante una novela coral, con múltiples personajes y escenarios, que terminan por enlazarse de forma magistral, sin encorsetamientos incómodos, y construida y narrada con la maestría propia de un guionista de gran nivel. De hecho, en unos meses, en 2015 a más tardar, podremos ver su adaptación televisiva en forma de serie. El grupo Boomerang TV y la productora Portocabo ya trabajan en ella. La serie amenaza con ser todo un éxito. Puede que estemos ante la novela del año. Allá tú si no aceptas mi recomendación de leerla...