Esto no es solamente una Liga. Muchachos, mujeres: es algo más importante. Si se cree y se trabaja, se puede. Las palabras de Simeone en plena celebración en Neptuno, resume a la perfección la clave del éxito del Atlético de Madrid en esta temporada mágica que quizás, quién sabe, podría coronarse con la consecución de la primera Champions League de su historia.
El entrenador argentino ha conseguido lo que parecía imposible: hacer mejor a cada jugador y, por ende, construir un gran equipo, y terminar con el aplastante dominio merengue-culé en nuestra Liga. Y todo ello apelando a la fe, a la solidaridad, a la fuerza y a la psicología. Una mezcla capaz de derrumbar a los gigantes Barça y Real Madrid (auténticos mastodontes-máquinas de sacar dinero y más dinero hasta de debajo de las piedras para hacerse con Bale, Neymar o quien se ponga por delante).
Los cimientos del nuevo campeón han sido sólidos: una defensa casi inexpugnable donde la figura de Courtois es alargada, muy alargada, sobre todo protegida por Godín y Miranda (que han aportado también en ataque con sus ya míticos cabezazos hacia la gloria) y Filipe Luis y Juanfran; un centro del campo que igual destruye (Gabi y Mario Suárez) que construye (Arda y Koke); y una delantera que ya ha pasado a ser histórica en el club (Villa y Diego Costa).
Sin embargo, como siempre ha asegurado El Cholo, en este equipo todo el mundo es importante. Así, podríamos hacer un equipo suplente con los siguientes jugadores: Aranzubía, Insúa, Manquillo, Alderweireld y Giménez; Tiago, Diego, Sosa y Cebolla Rodríguez; y Raúl García y Adrián. Todos ellos han aportado su granito de arena para que su equipo se alzara con este título, dieciocho años después del anterior.
El Atleti ha sumado 90 puntos (2,36 por partido), ha marcado 77 goles (2 por partido) y ha encajado 26 (0,68 por partido). Es el club que más encuentros ha ganado (28) y el que menos ha perdido (4). Además, ha sido el único equipo invicto en su estadio y el que más puntos ha sumado como visitante (41). Únicamente en el apartado de goles marcados no ha sido el mejor (tercero, con 77 tantos, tras los 100 del Barcelona y los 104 del Real Madrid), hecho compensado con su enorme solidez defensiva. Courtois, gracias a ello, ha vuelto a hacerse con el trofeo Zamora al portero menos goleado.
La pieza clave del perfecto engranaje de este Atlético de Madrid es, sin duda, su entrenador. El Cholo ha sido capaz de calmar el temperamento de un Diego Costa que no ha sido expulsado ni una sola vez en toda la temporada, ha recuperado para la causa a un Adrián que estaba casi desaparecido en los últimos años, ha conseguido que David Villa encajara en un equipo en el que ha sido suplente en numerosísimas ocasiones a lo largo de la Liga (siempre sin perder los nervios y la compostura, tanto en el campo como en el vestuario, algo nada fácil de alcanzar en un futbolista de su nombre y valía) y ha dirigido desde la banqueta no solo a sus hombres sino a toda la grada. La filosofía del partido a partido ha calado tanto que hasta sus aficionados han mantenido la calma incluso en los peores momentos.
Simeone ha sido listo e inteligente a la hora de hablar sobre las posibilidades de su equipo acerca de luchar por el campeonato. Ha quitado presión a sus hombres, ha eludido el favoritismo incluso cuando se veía que la Liga estaba muy cerca del Manzanares y ha sabido motivar como nadie a cada uno de sus jugadores. Pero, sobre todo, ha encajado cada pieza del puzzle en su lugar y ha sabido mantener la calma y la confianza en sus hombres hasta en las peores situaciones.
Y, para quienes han estado todo el año anunciando el desfonde físico del equipo y han criticado los planteamientos defensivos de su entrenador, los jugadores han terminado con una fuerza tremenda (a diferencia de culés y merengues) y han sabido ganar un campeonato que parecía perdido en el descanso del último partido. Con dos lesionados en los veinte primeros minutos, con el marcador en contra y ante cien mil espectadores, tomaron la manija del partido y le dieron la vuelta al resultado. Y, todo ello, sin perder la fe y los valores que habían practicado a lo largo de todo el año. Sin desesperarse, despreciando la vieja leyenda del pupas (que amenazaba con volver tras el gol en propia puerta ante el Levante, el extraño gol concedido ante el Málaga y algunos disparos a las maderas en los últimos encuentros) y creyendo hasta sus últimas consecuencias en su juego, sus fuerzas y sus planes.
Trabajo, trabajo y más trabajo ha sido uno de los lemas del técnico argentino durante esta campaña. Algo que queda reflejado en la gran cantidad de goles conseguidos a balón parado, tanto en faltas como en córners. Precisamente en un saque de esquina consiguió Godín el gol que vale un campeonato, el primero no ganado por Barça o Real Madrid desde 2004 (Valencia). Un partido, el de Barcelona, que ya forma parte de la historia de la Liga y de este magnífico club. El Atleti, en eso sí plenamente fiel a su estilo e historia, no podía ganar la Liga de manera más épica. ¡Bienvenida sea la Décima...!