En 1985, con 68 años de edad, José Luis Sampedro, economista, humanista y escritor español, escribió y publicó "La sonrisa etrusca", una novela tierna, conmovedora y muy reflexiva que narra los últimos meses de vida de Salvatore Roncone, un viejo cascarrabias calabrés realmente cabezota y apegado a su pueblo natal, Roccasera. Uno de sus hijos, Renato, casado y afincado en Milán, lo traslada a su casa para que sea tratado del cáncer terminal que padece.
Acostumbrado a su pueblo sureño, el anciano no asimila nada bien la idea de trasladarse a la gran ciudad. No se acostumbra a su tan diferente funcionamiento, a sus gentes y a la forma de vida en general. Su agrio carácter y su tozudez le llevan a no relacionarse como debiera con las personas que lo rodean (su hijo Renato y su esposa Andrea). Sin embargo, a sus sólo trece meses, su nieto Brunettino enternecerá el corazón de su abuelo desde el primer momento.
Antiguo partisano y defensor de las libertades ante los ocupantes germanos, Salvatore tratará de educar a su manera a su nieto. Pese a su enfermedad, la cual él conoce en todo momento, siendo perfectamente consciente de que le quedan pocos meses de vida, posee una vitalidad tal que le permite seguir amando a la vida y agarrarse a ella con la finalidad de ayudar a su nieto a crecer, acompañándole durante el mayor lapso de tiempo que le sea posible. Sus dos grandes ambiciones en lo que le queda de vida son ésta y poder sobrevivir a la muerte de su gran enemigo en Roccasera, el maldito villano (según él) Cantanotte.
A pesar de sus reticencias a todo lo que le rodea en la gran ciudad irá conociendo a personas que harán su existencia algo más tranquila y sosegada de lo esperado. Su amor por Brunettino conseguirá que su genio se vaya domesticando de forma paulatina, a la vez que sus lagunas de memoria le pondrán en situaciones a veces un tanto disparatadas. En su cerebro, la realidad actual y sus recuerdos de juventud se mezclarán de una manera que provocará el desconcierto en sí mismo y en aquellos que le rodean.
A lo largo de la acción de la novela Roncone asistirá, perplejo, a la modificación de muchos de los estereotipos sociales y hasta sexuales que hasta entonces pensaba inamovibles. Y, en mi opinión, esa parte es lo mejor del libro: cuidar a su nieto no es ya cuestión de mujeres, sino que él llega a considerarse (y, de hecho, así acabará siendo) el gran bastión en el que se sostiene el pequeño Brunettino; y descubrirá que a las mujeres no basta sólo con amarlas en el sentido sexual del término, sino que, además, también se las ha de querer y comprender fuera de la cama.
Hortensia, una viuda a la que conocerá de forma totalmente casual tras un pequeño incidente, la cual vive cerca de la casa de su hijo y su nuera, le enseñará lo que es el verdadero amor, contribuyendo a dar las pinceladas necesarias para terminar de componer un cuadro repleto de ternura y sentimientos conmovedores. En él, estilísticamente hablando, brillará la gran (y sin embargo sencilla y directa) narrativa del genial José Luis Sampedro.
Los recuerdos de su infancia en Roccasera, de su época de combatiente partisano, de sus amores con varias y variadas mujeres, y su realidad actual en Milán se entremezclan en la narración de una historia que se hace muy agradable de leer en la mayoría de capítulos y escenas. Sin duda, todo ello contribuye a que se lea de forma rápida y atractiva. Sobre todo cuando la acción de se centra en sus relaciones con Brunettino y Hortensia.
He de confesar que es la primera obra literaria de Sampedro que leo, cumpliéndose aquello de que a uno le suelen conocer más cuando muere que cuando está aún con vida. Conocía su enorme labor economicista, humanista y de agitador (pacífico) de conciencias sociales. No obstante, jamás me había decidido a leer ninguna de sus novelas. No será la última, espero. "La sonrisa etrusca" es una obra original que destila corazón, ternura y reflexión en cada una de sus páginas. Un libro que no dudo en recomendar a todo aquel que lea esta reseña.