En 1944 Jan Koziolewski, más conocido por Jan Karski, el nombre que utilizó como miembro de la Resistencia polaca durante la II Guerra Mundial, escribió su historia, la de uno de los primeros hombres en anunciar y denunciar las atrocidades nazis en su Polonia natal. La obra fue rescatada en España por la Editorial Acantilado. Ahora, está disponible para todo el mundo lector a través de una nueva edición del Círculo de Lectores.
Karski fue preso por los soviéticos y llevado a un campo de Siberia pocos días después de que los nazis primero y los propios soviéticos después invadieran Polonia. Merced al pacto Ribbentrop-Molotov, accedió a un intercambio de prisioneros con los alemanes. Su intención: huir a toda costa para poder regresar a Varsovia y unirse a la Resistencia. Lo consiguió. No obstante, los resistentes tenían para él un plan bien diferente: informar al gobierno en el exilio londinense del curso de los acontecimientos.
Atravesó toda Europa para poder llegar a Inglaterra, donde informó al general Sikorski. De allí, saltó a los Estados Unidos, donde también se reunió con algunas de las máximas autoridades norteamericanas. No obstante, debido a sus estudios diplomáticos y a su experiencia anterior, se decidió que debía retornar a Varsovia para seguir informando mediante un complejo sistema de comunicaciones clandestinas.
En su retorno a su país natal encontró una nación cuya situación había empeorado notablemente. Resultó herido varias veces y estuvo a punto de fallecer. Se involucró al máximo con los resistentes y se interesó por la complicada existencia judía. Cambió de identidad tantas veces y se refugió en tantos lugares tan diferentes que no recuerda todos sus nombres falsos ni los lugares de sus numerosos escondites.
Trabajó elaborando prensa clandestina, publicando propaganda antialemana y tratando de animar a sus compañeros resistentes. No obstante, su tarea principal consistió siempre en tener lo mejor informado posible al gobierno polaco residente en Londres. En el libro desmenuza muchos de los métodos empleados por la Resistencia y los apoyos recibidos desde las islas británicas. El Estado clandestino funcionó de forma fantástica, no aceptando jamás el poder nazi sobre su país ni permitiendo a ningún ciudadano polaco connivir con los opresores. E, incluso, fomentando y ayudando a crear un Parlamento en Polonia y numerosas escuelas clandestinas que desafiaron a la Gestapo y a las SS. Fue el único caso en todo el continente en el que un gobierno nacional continuó con sus funciones, aunque fuera desde más allá de sus fronteras.
Sin duda, estamos ante un documento de primer nivel para estudiar y comprender la mentalidad de unos ciudadanos polacos que defendieron a capa y espada un Estado que era "mantenido" desde miles de kilómetros de distancia y que era sostenido a través de una compleja red de informadores, conspiradores y agentes de enlace secretos que se jugaban la vida a cada minuto. Evidentemente, muchos de ellos perecieron en su intento.
Los grandes objetivos del Estado clandestino, y de su informador Jan Karski, entre muchos otros, fueron reconstituir la democracia en su país tras la guerra (aspecto no conseguido debido al poder comunista establecido una vez finalizada la contienda) y dar a conocer el exterminio judío por parte nazi. Karski visitó algunos campos de concentración, como el de Belzec, y el gueto de Varsovia. Se horrorizó con todo lo que allí pudo ver con sus propios ojos. Todo ello le sirvió para informar de primera mano a los gobiernos de Londres y Washington, donde fue recibido por el mismísimo presidente Roosevelt.
Así, pudo dar testimonio ante el mundo del horror nazi en Polonia. Sin embargo, pese a sus esfuerzos, no le creyeron. O, quizás, simplemente no quisieron creerle. La cuestión es que sus sobrecogedores relatos no sirvieron para que los aliados intervinieran en el asunto, permitiendo unas matanzas que se podrían haber evitado en caso de haber reaccionado con una mayor presteza.
La obra de Karski es más que recomendable para todos aquellos interesados en conocer de cerca el funcionamiento del gobierno polaco en el exilio, del movimiento clandestino de la Resistencia polaca y, cómo no, la historia de un ser humano anónimo que trató de cambiar el rumbo de los acontecimientos contando, con pelos y señales, lo que estaba ocurriendo en su país bajo la ocupación alemana. Si bien no consiguió algunos de sus objetivos, su testimonio debe servir a la Humanidad como ejemplo de la importancia de una colaboración más cerrada entre todas y cada una de las naciones democráticas del mundo para preservar la justicia, la libertad y los derechos humanos.